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OPINIÓN

Hasta que la paridad sea pareja

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Opinión invitada, por María Candelaria Ochoa Avalos //

Hace muchos años -siglos- las mujeres lucharon por derechos, hoy seguimos haciendo lo mismo, y aunque parece que la realidad cambia, a veces resulta igual. Y es que el patriarcado tiene todavía para dar y repartir, por eso las mujeres hemos tenido que judicializar el derecho a la participación política en igualdad de condiciones, que no ha sido fácil, porque las triquiñuelas para burlar la ley siempre son justificables.

Cuando en 1997 se aprobó la primera iniciativa sobre las cuotas en las candidaturas, se «recomendaba» en la Ley electoral a los partidos incluir mujeres; en 2002 se logró el porcentaje del 40% para uno de los sexos -siempre las menos fueron las mujeres-; en 2009, once mujeres renunciaban a sus diputaciones como propietarias para dejar a sus suplentes, quienes eran hombres. Ante estos hechos se interpuso una controversia y el tribunal Electoral del Poder Judicial dictó la Sentencia 12624, que estableció que las candidaturas y suplencias de mujeres debían ser ocupadas por mujeres y que se debía impulsar el mecanismo cremallera para que por una candidata mujer, siguiera un hombre o viceversa, de manera que se le cerraban pasos al fraude a la ley de cuotas.

Las cuotas o cupos, constituyeron el principio para generar o equiparar las condiciones desiguales de las mujeres al acceso y la representación popular. Este principio de justicia, sólo se puede entender como una acción para equiparar las condiciones de trato hacia las mujeres, lo que generó ampliar la participación política y aumentar los porcentajes de la representatividad.

En mayo de 2019 se reformaron y adicionaron los artículos 2, 4, 35, 41, 52, 53, 56, 94 y 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para impulsar la Reforma Constitucional sobre la Paridad de Género en todos los órganos del Estado, que se traduce en que las mujeres puedan ser votadas en condiciones de paridad para todos los cargos y observar el principio de paridad en los Congresos locales, federal y Cámara de Senador@s y municipios. Y todos los partidos políticos deberán cumplir con ella.

La ausencia de mujeres de la representación legítima a la que tenemos derecho se nos escamotea con argumentos que tienen como trasfondo la descalificación, generar desconfianza sistemática e indiferencia hacia nuestra capacidad y posibilidades de hacer un buen trabajo o ganar una elección.

Estos prejuicios basados en el estereotipo, que busca mantener el status quo de que la política es un espacio predominantemente masculino, que exige capacidades y experiencia que -se da por descontado- las mujeres no poseemos, por ello, el principio de paridad de género establecido en la Constitución, busca responder a la ausencia de un marco normativo integral y constituye una medida emergente, ante la resistencia y prejuicios sobre la capacidad de las mujeres.

Sin embargo, los lineamientos del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana en Jalisco para garantizar la paridad en el próximo proceso electoral, lo que hicieron las y los Consejeros fue buscar la trampa para que en los municipios «más importantes» se apliquen criterios que violentan la paridad y eso es violencia política, porque es una conducta omisa que, basada en el género, menoscaba el ejercicio de nuestros derechos políticos, de tal manera que violentan a las mujeres y violentan el principio constitucional.

Constituimos un IEPC supra partidario, para que garantizara y fuera el árbitro de los partidos, y que cada uno de éstos, garantizara los criterios de igualdad y ahora de la paridad, pero con dichos criterios se convirtió en una instancia subordinada a liderazgos y criterios masculinos que no tienen ningún interés en garantizar la paridad al interior de sus instancias partidarias. Hoy como siempre apelo a que desafiemos el orden de género que nos quieren imponer, esa lógica patriarcal debe ser denunciada. Apelo a que siga corriendo tinta y saliva de hombres y mujeres que denuncien acuerdos en contra de nuestros derechos, ¡no queremos más, pero tampoco queremos menos!

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