MUNDO
Inestabilidad geopolítica: La próxima gran depresión económica global

Actualidad, por Alberto Gómez R. //
Las predicciones actuales sobre el estallido de una nueva burbuja financiera, un escenario que diversos economistas y analistas financieros han advertido como inminente. Las voces de expertos como Ray Dalio, Peter Schiff, Michael Saylor, Robert Kiyosaki y Michael Burry coinciden en señalar que la economía global enfrenta un riesgo significativo de una gran depresión económica, cuyos efectos podrían ser amplificados por la inestabilidad geopolítica y el debilitamiento de la hegemonía económica de Estados Unidos.
En un ejercicio prospectivo, se analizarán los síntomas de esta burbuja, las causas de su posible estallido y las consecuencias que podrían derivarse de una crisis de esta magnitud.
SEÑALES DE UNA BURBUJA INMINENTE
Uno de los principales indicadores de una burbuja financiera es la creciente acumulación de deuda global, tanto pública como privada. Durante años, las políticas de tasas de interés bajas implementadas por los bancos centrales han fomentado el endeudamiento masivo para sostener el crecimiento económico. Sin embargo, en 2024, el endurecimiento de la política monetaria en países clave ha generado un aumento en el costo de la deuda, lo cual ha expuesto la fragilidad de economías sobre apalancadas.
Ray Dalio, fundador de Bridgewater Associates (una firma de gestión de activos que presta servicios a clientes institucionales a nivel mundial, con un AUM de $235,5 mil millones; es uno de los fondos de cobertura más grandes del mundo y gestiona activos para inversores institucionales, personas con un alto patrimonio y fondos de pensiones), ha advertido que el incremento de las tasas de interés podría desencadenar una serie de impagos y colapsos en el mercado de deuda, similar a lo que ocurrió durante la crisis financiera de 2008.
Peter Schiff, un conocido defensor de los metales preciosos ha sido particularmente crítico con la expansión monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos. Según Schiff, el mercado bursátil de Estados Unidos se ha mantenido artificialmente inflado gracias a la impresión desmedida de dinero, lo cual ha generado un entorno de especulación que no se corresponde con los fundamentos económicos. En sus recientes análisis, Schiff ha enfatizado que la inflación persistente y el aumento de las tasas de interés pondrán presión sobre los mercados, llevando a una corrección drástica en los precios de los activos y a una posible recesión global.
EL PAPEL DE LA GEOPOLÍTICA Y LOS CONFLICTOS BÉLICOS
Los actuales conflictos bélicos, como la guerra en Ucrania y las tensiones en Oriente Medio, también juegan un papel central en la configuración de esta crisis económica. Estos conflictos han desestabilizado el suministro de energía y alimentos, afectando la estabilidad de precios a nivel global. Michael Burry, quien se hizo famoso por predecir la crisis de las hipotecas subprime, ha señalado que la combinación de tensiones geopolíticas y vulnerabilidad económica es una «tormenta perfecta» para el sistema financiero global.
Burry ha destacado que las interrupciones en el comercio internacional y las sanciones económicas a Rusia han generado nuevas barreras para la economía global, dificultando la recuperación postpandemia y exacerbando la volatilidad en los mercados.
Michael Saylor, fundador de MicroStrategy y un defensor de las criptomonedas, ha vinculado la incertidumbre económica y la inestabilidad geopolítica con un posible cambio en el sistema monetario global. Saylor sostiene que la pérdida de confianza en las monedas fiat, especialmente en el dólar estadounidense, podría llevar a una búsqueda de activos alternativos como las criptomonedas. Sin embargo, advierte que la transición hacia un nuevo sistema financiero será dolorosa y que podría provocar un colapso de las instituciones tradicionales antes de que emerja un nuevo orden económico.
EL DECLIVE DE LA HEGEMONÍA ECONÓMICA DE EUA
La caída de la hegemonía económica de Estados Unidos es otro factor que agrava la posibilidad de una gran depresión global. Robert Kiyosaki, autor de «Padre Rico, Padre Pobre», ha enfatizado que el endeudamiento masivo de Estados Unidos y la creciente pérdida de confianza en el dólar están debilitando la posición del país como líder económico mundial. Kiyosaki ha señalado que la transición hacia una economía multipolar, donde el yuan y otras monedas ganan terreno frente al dólar, es un signo claro de que el mundo se está moviendo hacia un sistema financiero menos dependiente de Estados Unidos.
Los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) han fortalecido su colaboración en busca de alternativas al dólar en el comercio internacional, lo que representa un desafío directo a la hegemonía de Estados Unidos. Este proceso, que según varios analistas podría acelerar la desdolarización, ha sido impulsado por la percepción de que la política monetaria de la Reserva Federal ha sido perjudicial para la estabilidad económica global. El debilitamiento del dólar, que tradicionalmente ha sido visto como un refugio seguro en tiempos de crisis, genera incertidumbre sobre la capacidad de Estados Unidos para gestionar futuras crisis financieras, lo que podría incrementar la volatilidad en los mercados globales.
CONSECUENCIAS DE UNA GRAN DEPRESIÓN ECONÓMICA
La inminente crisis económica, de acuerdo con estas predicciones, podría tener profundas implicaciones sociales y económicas. Ray Dalio ha señalado que una recesión prolongada podría llevar a un aumento significativo del desempleo y a una contracción en el consumo, lo que a su vez podría desencadenar una crisis social. Dalio advierte que los conflictos internos en los países, sumados a la tensión geopolítica, podrían generar un entorno de inestabilidad política, donde el descontento social se manifieste a través de protestas masivas y la desconfianza hacia las instituciones.
Por su parte, Michael Burry ha indicado que una crisis de esta magnitud podría tener efectos similares a la Gran Depresión de la década de 1930, pero en un contexto globalizado, lo que ampliaría el impacto de la recesión a nivel mundial. En sus análisis, Burry ha señalado que la economía global podría enfrentar un período prolongado de contracción económica, con una recuperación desigual entre los países.
Las economías más vulnerables, como aquellas que dependen en gran medida de la exportación de materias primas, podrían sufrir un impacto más severo, mientras que los países con mayor capacidad de adaptación y diversificación económica podrían superar la crisis con menos daños.
POSIBLES ESTRATEGIAS DE MITIGACIÓN Y SALIDA DE CRISIS
A pesar del sombrío panorama, algunos analistas proponen posibles estrategias para mitigar los efectos de una crisis económica global. Ray Dalio ha sugerido la necesidad de una mayor cooperación internacional y de un nuevo acuerdo económico global que reestructure la deuda de las economías más afectadas. Esto permitiría reducir la carga de la deuda y estabilizar los mercados financieros, evitando un colapso sistémico. Sin embargo, las tensiones geopolíticas y la falta de voluntad política de los principales actores dificultan la posibilidad de un acuerdo de este tipo.
Por otro lado, Michael Saylor considera que la digitalización de la economía y la adopción de tecnologías financieras emergentes, como las criptomonedas y las plataformas de pago descentralizadas, podrían ofrecer una vía de escape a la crisis. En su opinión, estas tecnologías permitirían una mayor inclusión financiera y crearían un sistema monetario más resiliente ante las fluctuaciones de las monedas tradicionales. No obstante, la transición hacia este modelo es incierta y enfrenta resistencias por parte de los reguladores y las instituciones financieras tradicionales.
El estallido de la próxima burbuja financiera parece ser una amenaza cada vez más cercana, según las advertencias de reconocidos analistas y economistas. La acumulación de deuda, la inestabilidad geopolítica y la pérdida de la hegemonía económica de Estados Unidos han creado un entorno de alta vulnerabilidad, donde una recesión global podría tener consecuencias devastadoras para la economía mundial.
Aunque existen posibles estrategias para mitigar la crisis, como la cooperación internacional y la adopción de nuevas tecnologías financieras, el camino hacia la recuperación será largo y estará marcado por la incertidumbre. Las predicciones de ofrecen una visión detallada de los riesgos que enfrenta la economía global y destacan la necesidad de una respuesta coordinada para evitar que una nueva Gran Depresión deje una huella permanente en la historia económica del siglo XXI.
Deja un comentario
MUNDO
¿Qué pasa allá?

-Opinión, por Luis Manuel Robles Naya
No es fácil entender qué es lo que está pasando en la economía estadounidense. La impredecibilidad de la conducta del presidente Trump manda señales que causan incertidumbre en el escenario económico mundial.
Desconcierta que, a pesar de que los números recientes muestran una caída en el consumo y alzas moderadas en la inflación, las operaciones bursátiles reflejan una actividad inusualmente positiva ante estas circunstancias.
Hasta ahora, las postergaciones de los plazos para la fijación de aranceles y las negociaciones en curso han mantenido a la actividad bursátil en una relativa normalidad, pues hay inversionistas convencidos de que Donald Trump no cumplirá sus amenazas arancelarias. En el sector ha trascendido el concepto “TACO” (Trump Always Chicken Out) y al parecer confían en que eso sucederá.
También influye para esta relativa calma bursátil que la inflación, aunque ha subido, no ha tenido un impacto significativo; sin embargo, el factor de incertidumbre ha llevado a la acumulación de inventarios que habrán de salir cuando haya mayor claridad; mientras tanto, muchas empresas han revisado y reducido sus previsiones de ganancias.
Aún no se sabe cómo afectará la política arancelaria a la industria tecnológica que depende de cadenas de aprovisionamiento con productos fabricados en China y otros países afectados por los aranceles y, al conocerse, podría terminar esta indiferencia aparente del mercado de acciones.
Por otra parte, las disposiciones presupuestarias de Trump no atacan de fondo el déficit presupuestario y a decir de algunos congresistas y comentaristas, por el contrario, lo aumenta. La economía pierde impulso, no crece; el mercado laboral se enfría y el gasto del consumidor desciende.
Ante eso, la lógica y el sentido común aconsejarían echar para atrás la actitud radical proteccionista, pero Trump ha demostrado que la lógica no aplica en su caso empeñado también, como está, en incrementar el poder y autoridad del presidente por sobre jueces y órganos autónomos.
Lo que se advierte, desde mi punto de vista, es que los inversionistas están manteniendo artificialmente la calma en el sector bursátil porque este está fuertemente concentrado y los activos familiares invertidos en acciones están en niveles históricos, según lo señala el Financial Times.
La apuesta a que Donald Trump reculará es arriesgada, porque de no hacerlo los factores económicos hoy contenidos se manifestarán con toda su fiereza. Hasta ahorita el sector corporativo estadounidense ha mostrado resiliencia, pero estar condicionados a la veleidosa conducta del mandatario obliga también a extremar precauciones, particularmente en el área bursátil, porque una rectificación desde los niveles que hoy se observan de acumulación de activos familiares puede ser catastrófica.
El otro tema es el impacto que la estrategia económica tiene en la corrección de las finanzas públicas. Muchos piensan que la “Gran y Hermosa” ley propuesta, que contiene disposiciones fiscales, traerá altos costos sociales. Junto con los aranceles, pretende componer las desbalanceadas cuentas nacionales, reducir su déficit en el gasto público, aumentar sus ingresos, disminuir la deuda y reordenar el gasto gubernamental. Los objetivos son razonables, pero las formas y las decisiones no parecen serlo.
Los economistas han advertido el alto costo a pagar si se materializa el paquete completo de medidas proteccionistas, pues juzgan que con ello podrá salvar al gobierno, pero la economía tendrá que absorber el costo y eso puede doler. Se espera que los incrementos de precios resultantes de los aranceles afecten los márgenes de ganancias, reduzcan el consumo y afecten al crecimiento económico.
La falta de certidumbre repercute en el aspecto político porque las percepciones ciudadanas ya se mueven en las mediciones de opinión. Big Data Poll, la encuestadora más favorable al presidente, ya registra una aprobación negativa y otras agencias como Reuters/Ipsos registran la misma tendencia. La percepción sobre el rumbo del gobierno también es negativa y es presumible que esto afecte y mueva el panorama político para la próxima elección.
El apoyo en el segmento MAGA, el bastión de duros del régimen, también está disminuyendo, lo que supone pérdida de fortaleza incluso para las negociaciones con sus socios comerciales y aliados en la geopolítica internacional.
La fortaleza militar y el poderío económico que aún conserva el país vecino le permiten a su presidente presionar al mundo para demostrar fuerza, que muchos ya consideran menguante; sin embargo, la desconfianza resultante de sus aliados y socios con su política proteccionista lo aíslan cuando más consciente debiera estar de la necesidad de unificar al hemisferio occidental.
La economía ha traído de vuelta la Guerra Fría y el presidente estadounidense le está agregando algidez. Creo que le convendría revisar la historia, pues en el siglo XX el vecino país del norte nunca pudo ganar una guerra solo; siempre tuvo que hacerlo con aliados. Como en el pronóstico del tiempo, lo probable puede suceder o no, pero de que los tiempos son nublados, lo son, especialmente para México, sumamente dependiente de la economía de Estados Unidos.
MUNDO
La fuerza de la herencia mexicana en Los Ángeles

-Opinión, por Violeta Moreno
Como mexicana, me duele profundamente la persecución que enfrentan en Estados Unidos las personas por su “apariencia mexicana”.
Esta actitud, que evoca el racismo de épocas oscuras como la Segunda Guerra Mundial, se ha intensificado con discursos que generalizan a los mexicanos como “enemigos públicos” o responsables de las dificultades de aquel país.
Este terrorismo racial no solo es injusto, sino que siembra miedo, polarización y tensiones sociales en comunidades donde la diversidad debería ser un pilar de fortaleza. Los Ángeles, una ciudad con raíces hispánicas profundas, fundada por españoles y con una vibrante comunidad latina, es un claro ejemplo de cómo estas políticas hieren el corazón de una ciudad que lleva la cultura mexicana en su esencia.
La reacción del gobierno estadounidense, especialmente bajo la administración del presidente Trump, ha sido desproporcionada. Arrestar a personas por su apariencia en lugares cotidianos como Home Depot, o deportar a ciudadanos estadounidenses de origen latino, constituye un atropello a los derechos humanos.
Estas acciones no solo afectan a indocumentados, sino también a inmigrantes legales y a personas nacidas en Estados Unidos, separándolas de sus familias y comunidades. Casos documentados de deportaciones injustas, donde ciudadanos estadounidenses o residentes legales han sido expulsados, han generado terror e incertidumbre.
Este enfoque no solo es cruel, sino que alimenta una narrativa peligrosa que estigmatiza a toda una comunidad, ignorando su contribución histórica y cultural.
Los Ángeles no es una ciudad “invadida” por extranjeros, como algunos sectores quieren hacer creer. Su identidad hispánica es intrínseca, tejida desde su fundación por colonos españoles y enriquecida por generaciones de mexicanos, muchos de ellos nacidos en EE.UU.
Esta presencia no es una ocupación, sino una expresión natural de su herencia cultural. La comunidad latina, con su carácter binacional, aporta una riqueza única que fortalece el tejido social y económico de la ciudad.
Lo que algunos en EE.UU. perciben como “desorden”, otros lo reconocen como una lucha pacífica por los derechos humanos en un país construido por inmigrantes de todos los rincones del mundo. La felicidad y resiliencia del pueblo mexicano, capaz de encontrar lo bueno en medio de lo malo, parece generar envidia en quienes no comprenden que la alegría es una elección interna, no un privilegio externo.
El discurso de Trump, buscando complacer a sus seguidores más radicales, ha profundizado la polarización. Al priorizar la “firmeza” y el “control”, ha legitimado actitudes xenófobas que dividen a la sociedad estadounidense.
Sin embargo, también hay voces en el país vecino del norte que valoran la diversidad y ven en las protestas pacíficas de Los Ángeles un esfuerzo legítimo por defender los derechos de todos, independientemente de su origen.
Esta dicotomía refleja la complejidad de un país que, aunque fundado por inmigrantes, a veces lucha por aceptar su propia diversidad. Desde México, vemos con tristeza cómo se criminaliza a nuestra gente. Ser mexicano es más que una nacionalidad; es una actitud de resistencia, esperanza y comunidad. Acoger a los deportados no es solo un acto de solidaridad, sino un reconocimiento de que este es su hogar, un país que nunca les cerrará las puertas.
Muchos de los mexicanos en territorio estadounidense, legales o no, contribuyen significativamente al crecimiento de ese país. Son trabajadores, estudiantes, empresarios y ciudadanos que fortalecen a ambas naciones. Incluso aquellos que, por necesidad o desconocimiento, cruzaron la frontera sin documentos, no son delincuentes; son personas que buscan una vida mejor, como lo han hecho inmigrantes de todas las épocas.
Espero de corazón que cese el miedo y las consecuencias económicas y sociales de estas políticas. Los Ángeles merece recuperar la paz, una ciudad que no solo es un crisol de culturas, sino un símbolo de la conexión histórica entre México y Estados Unidos.
La verdadera paz llegará cuando el pueblo y el gobierno estadounidenses acepten que la historia española e indígena es parte fundamental de su identidad. Reconocer esta herencia compartida no debilita a EE.UU., sino que lo enriquece.
Los mexicanos, ya sean indocumentados, legales o ciudadanos binacionales, son parte del alma de Los Ángeles. Su presencia no es una amenaza, sino un recordatorio de la historia compartida que une a ambos países. Desde mi perspectiva, la solución no está en muros o deportaciones, sino en el diálogo, el respeto y la colaboración.
México y EE.UU. son vecinos inseparables, aliados en innumerables sentidos, y nuestra cercanía trasciende fronteras. Que Los Ángeles vuelva a ser un faro de esperanza, donde la diversidad sea celebrada y donde mexicanos y estadounidenses podamos seguir construyendo un futuro juntos, como pueblos hermanos que, a pesar de las dificultades, se quieren y se respetan.
MUNDO
La era de los siervos digitales: El gobierno de las megacorporaciones

-Actualidad, por Alberto Gómez R.
(Parte 2) En los años ochenta, la corporatocracia parecía invencible. Grupos como la Trilateral Commission o el Business Roundtable redactaban tratados en oscuros despachos, y el Consenso de Washington convirtió crisis económicas en oportunidades para el saqueo.
Naomi Klein lo documentó con escalofriante detalle en La Doctrina del Shock: gobiernos del Sur Global, ahogados por deudas impagables, fueron forzados a desmantelar industrias nacionales y abrir sus mercados como frutas maduras.
México vivió su punto de inflexión en 1994 con el TLCAN, tratado que el exembajador Jorge Castañeda describió como «un documento redactado por cabilderos corporativos en pasillos del Capitolio»; mineras canadienses adquirieron derechos sobre territorios sagrados de los wixárikas sin consulta previa, mientras Walmart desplazaba a 28,000 pequeños comerciantes en cinco años. Era el triunfo del capital sobre el Estado: las corporaciones escribían las reglas, los gobiernos las rubricaban. El libre comercio reveló su verdadero rostro: libertad para los capitales, servidumbre para los pueblos.
Pero este poder palidece ante la metamorfosis actual. Como explica Yanis Varoufakis, mientras el mundo discutía crisis financieras o calentamiento global, “el capital mutó en una forma tóxica: el capital de nube”. Este no produce bienes, sino que extrae rentas digitales.
Jeff Bezos, señor de Amazon, no fabrica productos; su algoritmo actúa como un aduanero invisible que cobra el 40% del valor de cada transacción en su feudo digital. Si la corporatocracia explotaba mano de obra, el tecnofeudalismo cosecha comportamientos humanos: cada like, cada búsqueda, cada paso geolocalizado alimenta su stock de capital.
Silicon Valley completó la trifecta del dominio con una revolución digital que la socióloga de Harvard, Shoshana Zuboff, disecciona en El Capitalismo de la Vigilancia. Lo que comenzó como utopías libertarias en garajes californianos se transformó en el más sofisticado sistema de extracción de experiencia humana jamás concebido.
Para 2025, el 60% del PIB de Latinoamérica depende de infraestructura digital controlada por cinco corporaciones estadounidenses, cuyos servidores devoran datos como Moloch modernos.
En las calles de Yakarta, Indonesia, un conductor llamado Budi Santoso maneja catorce horas diarias para la plataforma Grab. La aplicación le cobra el 30% de cada viaje, controla sus bonificaciones mediante algoritmos opacos y acumula datos de sus rutas que vende a urbanistas en Singapur. «Soy un siervo con smartphone”, confiesa mientras revisa su saldo diario que apenas alcanza para el arroz y el combustible.
Este modelo de vasallaje digital se replica en geografías distantes, pero con patrones idénticos. En las montañas de Colombia, repartidores de Rappi pagan «alquiler digital» por usar sus propias motocicletas. En las llanuras kenianas, agricultores ven fluctuar sus ingresos según los algoritmos de precios de commodities que Cargill ajusta desde Minneapolis. En hospitales mexicanos, médicos utilizan diagnósticos de IA (Inteligencia Artificial) de IBM Watson que privatizan su conocimiento clínico acumulado en décadas de práctica.
La aristocracia financiera opera desde torres de cristal donde analistas de BlackRock, gestores de más de 12.5 billones de dólares en activos, envían emails a presidentes exigiendo «reformas promercado». El Nobel Joseph Stiglitz reveló que una comunicación de Larry Fink al presidente mexicano en 2020 López Obrador contenía demandas específicas sobre política energética que aparecieron literalmente en decretos oficiales tres meses después.
Los tribunales corporativos del CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones) constituyen la maquinaria legal de este nuevo feudalismo. En salas blindadas de Washington, árbitros privados deciden casos como el de Pacific Rim contra El Salvador, donde la minera canadiense demandó 300 millones de dólares porque el gobierno se atrevió a proteger sus fuentes hídricas.
O el escandaloso caso Vattenfall contra Alemania, donde la empresa energética exigió 6,100 millones de euros por compensación cuando Berlín decidió abandonar la energía nuclear tras el desastre de Fukushima. «Son juicios donde las corporaciones son juez y parte”, denuncia el analista geopolítico Pepe Escobar desde su refugio en Estambul. «Los Estados han sido reducidos a administradores de feudos corporativos».
EL MECANISMO DE LA TRANSICIÓN
El rescate bancario con 35 billones de dólares impresos por los bancos centrales —mientras se imponía austeridad a los Estados— creó un vacío donde solo las tecnológicas invirtieron. Google, Amazon y Meta absorbieron capital barato para construir infraestructuras de vigilancia masiva. Como señala Varoufakis, «fue el parto financiado del tecnofeudalismo”.
La captura de los Estados vasallos: Costa Rica intentó en 2022 regular plataformas digitales. La respuesta fue una llamada de ejecutivos de Amazon advirtiendo de «consecuencias». Horas después, la Oficina de Comercio de EE.UU. la incluyó en la lista «301» de países piratas.
Mientras, tribunales de arbitraje como el CIADI permiten a corporaciones demandar Estados: El Salvador fue condenado a pagar $300 millones por proteger sus fuentes hídricas de una minera canadiense. Los parlamentos, reducidos a notarios de sentencias corporativas.
La sustitución de los mercados por feudos digitales: Uber no compite en un mercado libre: impone su feudo mediante capital especulativo. Sus algoritmos fijan precios, salarios y rutas, mientras los conductores de plataforma -como Budi Santoso- trabajan 14 horas diarias, entregando el 30% de sus ingresos como diezmo digital. Pequeñas empresas sobreviven solo si pagan tributo a Amazon por aparecer en resultados de búsqueda.
SIERVOS CON SMARTPHONES
Bajo la corporatocracia, la explotación era claramente visible: fábricas contaminantes, salarios de hambre. El tecnofeudalismo opera mediante una ilusión de libertad:
Trabajamos gratis para los señores de la nube: Subir fotos a Instagram o videos a TikTok es producir «capital de nube» sin remuneración. Varoufakis lo define: «Somos siervos de la nube que reproducimos voluntariamente su riqueza”.
Nuestros deseos son manufacturados: Los algoritmos de TikTok o Netflix no reflejan preferencias, las crean. Shoshana Zuboff revela cómo el «capitalismo de vigilancia» convierte emociones en materia prima para moldear conductas. Un agricultor keniano cree elegir libremente semillas, pero su “decisión” fue programada por la app de Cargill que analiza sus datos.
La identidad digital es un feudo: Como alerta Varoufakis, «para identificarte en internet, necesitas que tu banco avale quién eres. No posees tu identidad digital».
REBELION EN LOS BURGOS DIGITALES
Frente a este poder, emergen contranarrativas: Argentina desafió a Meta en 2024 con un «impuesto al capital de nube» del 3% sobre ingresos digitales. Tras ciberataques, la AFIP confiscó cuentas locales de la empresa.
Comunidades zapatistas en Chiapas crearon Tequio Digital, redes autónomas que proveen internet por $1 dólar mensual, usando radiofrecuencias libres. «Recuperamos el espectro como nuestros abuelos recuperaron la tierra», explica su fundador.
Kenya desarrolló auditorías blockchain para rastrear evasión fiscal digital, recuperando $480 millones de Netflix y Spotify.
¿FIN DE HISTORIA O NUEVO CONTRATO SOCIAL?
El tecnofeudalismo no es un destino inevitable, sino una fase histórica. Como escribió Eduardo Galeano, «la utopía está en el horizonte: caminamos dos pasos, ella se aleja dos pasos». Hoy, la batalla redefine la soberanía: o los pueblos controlan los algoritmos, o los algoritmos controlarán a los pueblos.
La pregunta que late en cada grieta del sistema —desde un repartidor de Rappi en Bogotá hasta un programador en Bangalore— es si seremos ciudadanos del siglo XXI o siervos digitales con derechos de usuario revocables.
(continuará…)
Javier Hernández Rizo.
25 de octubre de 2024 at 13:20
Muy interesante el tema de las economías en diferentes paises, todo esto ya lo venían manejando en la agenda 20-30 pero se esta acelerando esto con las guerras, desastres en diferentes partes del mundo.