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OPINIÓN

Quédate en Jalisco: Vallarta post COVID; una nueva era para el viajero

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Comuna México, por Benjamín Mora //

Dejé de ser turista y me volví viajero cuando leí “Las ciudades invisibles” de Ítalo Calvino que mi padre me regaló y en el que nos narra, desde su imaginación, lo que pudo ser el encuentro de Marco Polo con Kublai Kan, el grande del imperio mongol, y en el que descubrimos ciudades solo existentes en la enorme imaginación del veneciano.

En los días que dediqué a Calvino, comprendí mi deseo ferviente, desde mi primer viaje a Europa, cuando apenas tendría 14 años, de llegar a Madrid, Sevilla, Granada, París, Roma, Florencia, Venecia, Bruselas, Brujas, Salzburgo y Londres, de perderme por sus calles, plazuelas, restaurantes abiertos a la calle, lugares de encuentro anónimo, de horas de ocio creativo, y de escuchar y convivir para descubrirla e imaginar su devenir comunitario, como sentí a Calvino hacer con Marco Polo.

Soy viajero de y en la vida, para y con ella, soy su partícipe y me gusta llegar a sus confines rompiendo sus límites. En la vida sigo mis caminos.

Soy y seré viajero y nunca jamás un turista más pues me encanta ir por vivencias con la gente del lugar. Sentirme parte de la comunidad que elegí y me acoge. Disfruto de la sorpresa y me dejo sorprender por el caos de lo espontaneo. Para mí, el viaje perfecto es libre y me lleva a los lugares en dónde la historia se ha escrito y la identidad comunitaria se ha conformado.

Por ello, en Madrid disfruto comer un cochinillo asado en horno de leña en el restaurante Sobrino de Botín y brindar con un vino de la Rioja Alta por Ernest Hemingway, a quien tanto gustaba el restaurante y el vino. Sé que una escapada gastronómica con sabor a historia en el Sobrino de Botín es viajar en el tiempo hasta 1725, en que abrió sus puertas -es el restaurante más antiguo del mundo occidental- y beber un rojo de la casa de la Rioja Alta, una vitivinícola con 125 años de vida. O qué decir del restaurante Rules de Londres, fundado en 1798, en dónde puedo beber su porter, una cerveza oscura, acompañada de ostras. Y así por todo el mundo. No voy a los lugares de moda pues ésta es efímera y yo busco trascender.

Hoy, en que el mundo se da la oportunidad de salir del encierro Covid, debemos elegir el trascender sobre quienes fuimos antes del coronavirus. Elegir a quiénes tendremos cerca, cómo los haremos sentir, de qué y con quiénes llenaremos nuestros recuerdos, qué elegiremos aprender y con quiénes lo compartiremos, en dónde y con quienes gozaremos del ocio creativo y consciente… siempre con quienes pues la vida es vivencia y ésta, para merecer recordada, siempre está ligada con alguien más.

No me gustan las fotos del lugar sino de la gente en el lugar, y si logro meterme entre la gente, mejor.

Hoy, el turismo debe dejar su lugar a algo que pudiera asumirse desde la Ley de la Impermanencia, y entender que los buenos momentos desaparecerán y que debemos aprender a fluir con la vida, es decir, a dejarnos llevar por la magia de las vivencias compartidas.

No nos creamos el discurso de que habrá una nueva normalidad… una normalidad aun desfigurada… una normalidad aun etérea… una “anormalidad” de geles, cubre bocas, guantes y caretas, de insanas rupturas sociales por una sana distancia, de temores al contacto, de sanitizaciones permanentes en todos lados. La nueva normalidad es invento de los gobernantes que jamás comprendieron aquella otra normalidad, la que dicen se nos fue, aquella en la que abusaron, en la que mintieron, en la que robaron, en la que engañaron sin cansarse.

Esa nueva normalidad que tampoco les vendrá como anillo al dedo a los de la 4T, que tienen sus 10 dedos muy ocupados rasgando las instituciones, las leyes, la economía, lo social, las ilusiones ciudadanas y tomando lo que no les es propio desde concesiones, cesiones y asignaciones de compras y obras públicas sin reglas de operación.

Habrá un nuevo turismo necesitado de personal que se comunique de forma verbal y no verbal, consciente, haciendo consciente lo inconsciente para modificar los procedimientos inconscientes, aunque parezca un trabalenguas.

Este turismo renacido deberá ofrecer, en los días de descanso de miles y miles de viajeros, una nueva forma de sentir, de pensar, de decir y de actuar. Un turismo para el viajero dispuesto a diferenciar la fantasía y la meta realidad de la realidad, lo trascendente de lo perene, el pasado inerte del presente vivo y el futuro incierto, y darle sentido y rumbo al cambio elegido. Un turismo que sepa redireccionar la memoria procedimental libre del viajero hacia el propósito elegido en su viaje. Dimensionar el valor de la reflexión profunda sobre las vivencias y experiencias de viaje en los detalles más pequeños, pero no menos trascendentes. Tomar conciencia de las dinámicas del interjuego de los opuestos descubiertos en su andar de explorador. Reestructurar todo lo que duele y alivia al viajero para que se vuelva un proconsumer e influencer del destino mexicano.

Merecemos viajeros que minimicen la huella ecológica de su estancia, respeten la cultura local y se adentren en ella, y dejen un impacto positivo en el destino. Merecemos una Secretaría de Turismo que sepa visibilizarnos de manera responsable y sostenible, así como liderar iniciativas impulsadas por bloggers ambientalistas, y sepa imponerse ante toda conducta inapropiada del visitante y los lugareños. Necesitamos de narradores de aventuras cautivadoras que atraigan la atención y decisión de miles de nuevos viajeros de venir a Jalisco y México. Los hoteleros deberían convertirse en apasionados promotores de la cultura, las artes, la naturaleza y las comunidades locales.

Esto y más es lo que propongo a amigos del turismo para Vallarta y otros lugares de Jalisco, para que pasemos de un “quédate en casa” a otro “quédate en Jalisco”.

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Deportes

Atlas, de la gloria reciente al futuro incierto

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-Por Diego Morales Heredia

A punto de cumplir 109 años de existencia, el Atlas es uno de los equipos con más tradición en el futbol mexicano. A lo largo de su historia, el conjunto rojinegro ha sido reconocido por su futbol vistoso y ofensivo, por la formación de talentos en su academia y por su afición, acostumbrada al sufrimiento y la esperanza, conocida con orgullo como “La Fiel”.

Durante más de ocho décadas, el club fue manejado por una Asociación Civil integrada por empresarios destacados de Jalisco. Sin embargo, los problemas financieros, la falta de resultados y decisiones divididas obligaron a que en 2013 el equipo fuera vendido a Grupo Salinas.

Bajo el mando de la televisora, si bien el conjunto del Paradero retomó estabilidad financiera, el Atlas vivió una etapa de altibajos, marcada por constantes cambios de técnico, bajo rendimiento en la cancha y una creciente desconexión con su afición.

Durante la presidencia de Gustavo Guzmán, también se rompió el vínculo histórico con los socios, pues el primer equipo, fuerzas básicas y femenil dejaron de utilizar las sedes tradicionales de Colomos, Chapalita y Country, generando un vacío en la identidad atlista.

Para sorpresa de muchos, en 2019 se anunció un nuevo cambio de administración: Grupo Orlegi, encabezado por Alejandro Irarragorri, tomó el control del club. Con ellos llegó la modernización bajo el lema “infraestructura, estructura y procesos”. Y con ello, también, la gloria: los títulos del Apertura 2021 y Clausura 2022 rompieron una sequía de más de 70 años sin campeonato de liga. Además, se consolidó la Academia AGA en Nextipac como símbolo del nuevo modelo formativo.

Hoy, a solo días de cumplir 109 años, Grupo Orlegi ha iniciado el proceso de venta del club, con el objetivo de cumplir las reglas de la Liga MX que prohíben la multipropiedad. La directiva ha optado por conservar a Santos Laguna, y poner al Atlas en el mercado por una cifra cercana a los 250 millones de dólares.

Y para “La Fiel”, vuelve la incertidumbre. La esperanza de que el legado rojinegro quede en buenas manos, que los colores, el escudo y la esencia del club no sean alterados. Serán meses largos, llenos de especulaciones, anhelos y miedo al cambio. Una vez más, los atlistas tienen su corazón en vilo.
¿Quién compra al Atlas?

 

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Deportes

Edición 798: El drenaje profundo, un paso hacia el futuro en Guadalajara

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Lectores en teléfono celular: Para una mejor lectura, girar a la posición horizontal

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JALISCO

Año de la Mujer Indígena: Promesas vs silencio en la Comunidad Indígena de Mezquitán

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-Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac 

Entre el discurso oficial del gobierno de México, liderado por la presidenta Claudia Sheinbaum, y la cruda realidad de las comunidades indígenas, se abren fisuras que revelan contradicciones inquietantes.

En 2025, declarado «Año de la Mujer Indígena» por el Congreso de la Unión y respaldado por el Ejecutivo, se pretende enaltecer el rol histórico y cultural de estas mujeres, combatir la discriminación y fortalecer sus derechos con políticas inclusivas.

Sin embargo, esta intención noble choca con actos de violencia institucional perpetrados por dependencias del mismo gobierno, como se evidencia en el caso de la Comunidad Indígena de Mezquitán, en Zapopan Jalisco.

Desde 2001, esta comunidad lleva 24 años esperando una indemnización justa por la expropiación de 26.93 hectáreas de sus tierras, utilizadas para la ampliación de la carretera Guadalajara-Ixtlahuacán del Río-Saltillo.

Esta discrepancia plantea una pregunta crucial: ¿es el reconocimiento a las mujeres indígenas un compromiso genuino o un juego de poder simbólico?

UNA INJUSTICIA DE DOS DÉCADAS

El conflicto de Mezquitán comenzó en 2001, cuando la entonces Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), hoy Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), expropió las tierras prometiendo una compensación de aproximadamente 40 millones de pesos. Sin embargo, solo se pagaron 6 millones como anticipo entre 2004 y 2005, dejando un adeudo pendiente que, conforme a la Ley Agraria y sentencias del Tribunal Superior Agrario, debe ajustarse a valor comercial.

Después de siete años de litigios contra la SICT (desde 2017) el Tribunal Agrario 16, y en noviembre de 2023, el Tribunal Superior Agrario les dio la razón a la Comunidad Indígena de Mezquitán, ordenando un avalúo por el INDAABIN para calcular el pago a valor comercial. Sin embargo, la SICT siguió interponiendo amparos frívolos, el último resuelto en diciembre de 2024, para retrasar lo inevitable.

Ahora lo que procede es que se ejecute la sentencia y que la SICT proceda al pago correspondiente, pero para ello se requiere el avaluó actualizado que debe realizar INDAABIN, donde ahora está el atorón con el tortuguismo de la dependencia.

Habrá que señalar que la Consejería Jurídica Federal del gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum, coincide y recomienda, que lo que sigue es el cumplimiento de la sentencia y darle seguimiento hasta su conclusión, es decir, el pago en favor de la Comunidad.

Fue el 18 de junio pasado en el que mediante acuerdo, el Tribunal Agrario ordenó al Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales (INDAABIN) que, en un plazo de 10 días, informe sobre el trámite del avalúo solicitado por la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), con apercibimiento de multa en caso de incumplimiento, pero a la fecha no tenemos conocimiento de que INDAABIN haya cumplido ese requerimiento.

Todos estos obstáculos del poder de la burocracia, de diversas formas, ha enfrentado la Comunidad Indígena de Mezquitán, diversas formas para retrasar el proceso de pago; ahora es el «tortuguismo» de INDAABIN, que ha ignorado plazos como el de 10 días establecido el 18 de junio de 2024, bajo amenaza de multa.

Esta demora impacta directamente a 333 familias, muchas lideradas por mujeres indígenas que enfrentan pobreza y marginación como resultado de esta injusticia prolongada.

Saúl Rodríguez Barajas, presidente del Comisariado de Bienes Comunales, expresó su frustración: “Llevamos 24 años luchando por nuestros derechos, mientras el gobierno promete justicia, pero no actúa”.

Esta situación no solo contradice el espíritu del «Año de la Mujer Indígena», sino que también desvirtúa la reforma constitucional de 2024, que reconoce a los pueblos indígenas como sujetos de derecho público y obliga a consultar y compensar por proyectos que afecten sus territorios.

CONTRADICCIÓN ENTRE DISCURSO Y REALIDAD

El gobierno de Sheinbaum ha desplegado iniciativas ambiciosas para apoyar a los pueblos indígenas. En su informe de 100 días, anunció un presupuesto de 221 mil millones de pesos para 2025 destinados al desarrollo de comunidades indígenas y afromexicanas, que incluye 17 planes de justicia ya en marcha y el inicio de 13 más.

Además, lanzó el programa Apoyo Financiero a Mujeres Indígenas y Afromexicanas Artesanas (MIAA) con 500 millones de pesos, y en diciembre de 2024 restituyó 2,178 hectáreas a comunidades rarámuris en la Sierra Tarahumara.

Estas acciones, combinadas con la designación de figuras históricas como Tecuichpo, Tz’ak-b’u Aha, Señora 6 Mono y Xiuhtlaltzin como emblemas del año, buscan visibilizar el legado de las mujeres indígenas.

No obstante, el caso de Mezquitán revela una desconexión alarmante. Mientras se celebran avances simbólicos, la SICT se resiste a pagar y INDAABIN incumple sentencias judiciales, dejando a las mujeres de esta comunidad sin la indemnización que les corresponde.

Esta contradicción no es un incidente aislado, sino un síntoma de un problema estructural: las políticas públicas, aunque bien intencionadas, a menudo no se traducen en justicia tangible. La reforma constitucional de 2024, que manda consultar y compensar, debería haber agilizado casos como este, pero la inacción gubernamental lo contradice, erosionando la confianza en las promesas de inclusión.

MÁS ALLÁ DE LOS JUEGOS DE PODER

La negativa de la SICT y el «tortuguismo» de INDAABIN en el caso de Mezquitán contradicen el espíritu del «Año de la Mujer Indígena». Esta comunidad, con sus 333 familias —muchas lideradas por mujeres que encarnan los valores que el gobierno dice proteger—, merece una resolución que trascienda la retórica.

Aunque Sheinbaum no ha abordado directamente el caso, su compromiso con la justicia social indica que, con información clara, podría impulsar una solución para que 2025 no sea un ejercicio vacío. El gobierno debe actuar con urgencia, asegurando el cumplimiento de las sentencias del Tribunal Agrario.

Solo así el discurso de reconocimiento a las mujeres indígenas se convertirá en hechos concretos, dejando atrás los juegos de poder y demostrando que la justicia no es negociable. La responsabilidad recae en Sheinbaum y sus dependencias: el tiempo apremia para alinear palabras con acciones.

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