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Resurge sombra de Bill Clinton en campaña presidencial de EEUU: Lo ligan con el pedófilo Jeffrey Epstein

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Por Jorge López Portillo Basave //

A unos días de que Joe Biden publique el nombre de quien podría ser la primera mujer presidenta de los EUA, la vida sexual del ex presidente Bill Clinton retoma fuerza al ser señalado como uno de los que recibió “favores” por parte del empresario Jeffrey Epstein acusado de operar una red de tráfico y abusos sexuales contra menores de edad que “atendía” a celebridades que incluyen al Príncipe Andrew de Inglaterra y a muchos políticos, estrellas de Hollywood y deportistas de primera línea. El tristemente célebre modo de operación del “empresario y financiero” era como un “servicio VIP” de explotación sexual de menores.

Jeffrey tenía varias mansiones, pero al parecer su destino favorito para este tipo de “excentricidades” era una casa en las Islas Vírgenes lo que parece una broma de mal gusto. Hasta dicha mansión llegaban sus invitados transportados en aviones privados para evitar a la prensa.

En el 2007 Jeffrey se había declarado culpable por delitos de solicitar prostitución de menores en el estado de Florida, alcanzando una negociación que dio inmunidad a sus cómplices, fue sentenciado con 13 meses de prisión mixta con 12 horas de libertad diaria, lo que parecía un insulto a las víctimas en comparación con los 10 años o prisión de por vida, en caso de que hubiese sido procesado por dichas conductas en un juzgado federal lo que evitó por acuerdos con el representante del Departamento de Justicia de los EUA en Florida bajo la administración Obama, cuando Hillary era Secretaria de Estado. Dicho funcionario de apellido Acosta después fue promovido por el Presidente Trump como Secretario del Trabajo, cargo que fue aprobado por la mayoría de ambos partidos en el Senado de EUA. Acosta renunció al cargo cuando en el 2019 la administración Trump arrestó y presentó cargos en contra Epstein en la ciudad de NY. Un par de meses después Jeffrey se habría “suicidado” en su celda.

Ghiseline Maxwell, colega de Jeffrey, fue arrestada recientemente acusada por complicidad en las conductas de su amigo; las medidas de protección se han incrementado para evitar un suicidio o cualquier otro daño, se dice que en su casa encontraron videos de al menos dos “altos políticos” teniendo sexo con menores de edad y multitud de fotografías y nombres de personajes muy influyentes involucrados en dicha red de explotación sexual de menores.

De inmediato se disparó la imaginación y se apostó que los dos personajes del video serían Clinton y Trump o tal vez algún foráneo como el “presidente extranjero de habla hispana y pelo negro” que señaló una de las denunciantes. También se dice que en la lista de “clientes y amigos” estarían dignatarios europeos y de oriente, veremos si algún día se sabe quiénes gozaban de los “oficios” del empresario y de su compañera y confidente, quienes ponían a menores de edad en sus manos para orgías en las que ellos mismos habrían participado en múltiples ocasiones, según las denunciantes.

La información de las “visitas” del ex presidente Clinton a la mansión de Jeffrey se sabía desde el 2011, pero había sido mantenida en silencio por orden de un Juez durante la administración pasada y ahora fueron hechas públicas por estar relacionadas con el nuevo juicio que se sigue a la Sra. Maxwell quien también fue asistente del magnate ahora fallecido y supuestamente copartícipe en los abusos sexuales cometidos en contra de jovencitas durante casi tres décadas. Los documentos se hicieron públicos el fin de semana pasado, otro tanto se conocerían esta semana, pero un Tribunal de Circuito puso una demora temporal a dichas publicaciones ante la solicitud de la acusada quien dijo que publicar las declaraciones que ella hizo ante un juez durante otro juicio del 2016 “causarían daño irreparable a ella y a las personas ahí mencionadas”.

Yo invierto en gente, ya sea en política o en ciencias”, decía el abusador Epstein. Virginia Roberts Giuffre ha declarado que vio a Bill Clinton en la Isla de Jeffrey con dos menores, María Farmer otra de las testigos que ha declarado en contra de los millonarios ahora caídos en desgracia, quienes además eran integrantes de la “alta sociedad mundial”, declaró que presenció en múltiples ocasiones, cómo la Sra. Maxwell solicitaba el teléfono de jovencitas para después llevarlas a la casa de Jeffrey a “audiciones”.

Según las investigaciones, el grupo de Epstein prometía a las jovencitas menores de edad audiciones con personas del espectáculo a cambio de tenerlas a su disposición como masajistas eróticas o compañeras de viaje.

Las operaciones financieras del pedófilo y de su presunta cómplice Ghiseline Maxwell, le permitían estar cerca de los hombres y mujeres más ricos y poderosos del mundo, incluida Leslie Wexner, directora de la corporación que es dueña de “Victoria´s Secret” & “Bath and Body Works”, grupo que ya había sido acusado de tráfico sexual en relación con la empresa de modelos MC2 radicada en NY, cuyo director Jean-Luc Brunel, también fue procesado por “proporcionar” servicios sexuales de modelos a sus clientes VIP entre los que se encontraba Epstein, quien decía a las jovencitas que él era parte del equipo de reclutadores de modelos para dicha empresa de lencería y muchas otras compañías del espectáculo internacional.

La relación o extraña admiración del Epstein por Bill Clinton, lo llevó a adquirir una pintura al óleo, que presenta al ex presidente con un vestido de mujer color azul, con zapatos de tacón rojos y sentado en la Oficina Oval de la Casa Blanca. El cuadro se encontraba a la entrada de la mansión de dos mil metros cuadrados, propiedad de Epstein en Manhattan.

El cuadro es una sátira sobre el caso de Mónica Lewinsky en contra del mandatario de los EUA.

Jeffrey Epstein era multimillonario con avión privado e incluso una isla privada, pero no se sabe bien a bien el origen de su fortuna. Lo que se sabe es que Bill uso muchas veces el avión privado del financiero.

EL EFECTO CLINTON EN LA ELECCIÓN DEL 2020

Según la mayoría de las encuestas de opinión, Joe Biden goza de una cómoda ventaja en la carrera por obtener la Presidencia de los EUA en las elecciones de noviembre. Esta semana se conocerá el nombre de quien lo acompañará como compañera y candidata a la vice presidencia de los EUA. La salud de Joe se ha cuestionado de forma reiterada y se dice que quien sea su compañera de campaña “debe estar preparada para ser presidenta desde el primer día”.

Ayudado por las pifias de Trump en Twitter y con la justificación del COVID19 que impone una “distancia social”, el candidato demócrata se mantiene con bajo perfil y con muy pocas entrevistas y reuniones públicas, siempre leyendo, evitando pláticas sin guión, lo que ha elevado las sospechas sobre su estado mental, ya que casi en cada entrevista e incluso en sus saludos confunde lugares, nombres, datos y personas.

Biden también tiene antecedentes de amistad muy cercana con abusadores sexuales como Harvey Weinstein –hoy encarcelado-, y con líderes del “Ku Klux Klan” como Robert Byrd a quien Joe llamó “amigo, guía, maestro y jefe” durante más de 30 años en los que fueron compañeros senadores de EUA, pero todo esto se deja de lado ante la unidad del Partido Demócrata por sacar a Trump de la Casa Blanca.

La compañera de fórmula de Joe Biden será vital para transmitir seguridad a los electores que podrían votar sin escuchar al candidato de más de 70 años de edad, en un debate o acudir a un mitin político, lo que no ha sucedido en la historia del mundo desde que se inventó la radio. Como lo escribí es este espacio, los grupos defensores de las mujeres y de los afroamericanos parecen darle un pase a Joe con tal de poder conseguir candidatura a la vicepresidencia con un candidato que ya parece estar cansado, lo que dejaría a su compañera en una posición inmejorable para ser la primera mujer vicepresidenta y claro presidenta en dicho país. “El fin justifica los medios”. ¿Será?

Las bases del Partido Republicano están muy unidas y motivadas a favor del constructor neoyorquino, pero sus dirigentes están divididos entre los que quieren ganar la elección o los que quieren recuperar el Partido de las manos de Trump, aunque esto les cueste negociar con los demócratas y entregar el poder en enero del 2021.

DEMÓCRATAS ESPERAN VICTORIA ROTUNDA

Los demócratas esperan una victoria colosal, que les regrese la Casa Blanca y el control de las dos cámaras del congreso de los EUA, desde donde han prometido aumentar el número de ministros de la Suprema Corte para lograr una mayoría liberal, seguro médico de cobertura universal para todos los habitantes del país, la eliminación del 100% de los combustibles y energéticos fósiles para el 2035 y tal vez hasta modificar el himno y la bandera de los EUA para eliminar rastros de racismo, lo que es muy popular entre las juventudes de izquierda y milenials de ese país. Parece que la conducción de la campaña estará en manos del equipo de Obama experto en medios electrónicos, y la plataforma electoral estará en sintonía con los postulados y promesas de sus compañeros de partido contra los que compitió en el proceso de selección interna del partido Demócrata.

El lado difícil es que para lograr esos objetivos deberán aumentar los impuestos de la clase media y clase alta, propuesta que no es nada popular. Esta semana veremos quién es su compañera y el peso de Obama en dicha decisión. Se dice que los demócratas quieren que los americanos voten por correo anticipado para evitar que errores de Biden o aciertos de Trump cambien los números de las preferencias, a lo que los republicanos se oponen sabedores de que su candidato necesita todo el tiempo que sea posible para controlar el COVID19 y recuperar un poco la economía, en particular la percepción de la gente antes del día 3 de noviembre.

Trump parece estar autosaboteando su campaña pero los demócratas, parce que se están yendo a los extremos que podrían balancear los errores del republicano. Hace cuatro años se decía que Hillary ganaría y nadie sospechaba que los republicanos arrasarían las dos cámaras y la Casa Blanca, por lo que esta vez Obama no dejará nada al azar y constantemente aparece en comerciales y eventos criticando a la actual administración más que apoyando a Biden. Todo parece indicar que la candidata será una mujer de color para si lograr mantener el apoyo mayoritario de las mujeres y de los afroamericanos.

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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