MUNDO
Neoliberalismo y agenda identitaria se pasaron de la raya: Vladimir Putin
Publicado en el sitio web del Movimiento de Solidaridad Iberoamericana //
El presidente ruso Vladimir Putin en sus intervenciones en la prensa occidental ha sido muy directo al exponer sin rodeos los elementos de la actual crisis global. Recordemos, por ejemplo, su célebre artículo en el New York Times del 11 de septiembre de 2013, desaprobando abiertamente el “excepcionalismo” profesado por el “establishment” de Estados Unidos.
En ese entonces afirmó ser “extremadamente peligroso incentivar a las personas a verse como excepcionales, cualquiera que sea la motivación de esto, recordando que “todos somos diferentes, pero, cuando pedimos la bendición del Señor, no debemos olvidarnos de que Dios nos creó a todos igualmente”.
Ahora, en extensa entrevista para el diario británico Financial Times londinense, Putin apuntó el dedo hacia el otro pilar de la hegemonía disfrutada por la oligarquía transnacional encabezada por el eje anglo-americano, el liberalismo y su expresión económica, la globalización. Para él, el liberalismo, simplemente, se pasó del punto y agotó sus posibilidades históricas, generando un abismo cada vez más profundo entre los intereses de las elites dirigentes y los de la gran mayoría de la población.
Publicada el 27 en junio pasado, en vísperas del viaje de Putin a Osaka, Japón, para participar en la cumbre del G-20, la entrevista concedida al editor Lionel Barber, un historiador especialista en asuntos europeos y alemanes y al corresponsal en Moscú, Henry Foy, el tema provocó las esperadas airadas reacciones de los representantes del status quo, las cuales reproducimos en nota aparte.
Para Putin, el actual escenario global es más peligroso que el del período de la Guerra Fría.
“(…) Durante la Guerra Fría…había por lo menos algunas reglas a las que todos los participantes de la comunicación internacional más o menos se adherían o intentaban seguir. Ahora parece que no hay reglas. En este sentido, el mundo se volvió más fragmentado y menos previsible, lo cual es más importante y lamentable”.
En especial, golpeó fuerte en la globalización financiera:
“¿Alguien ya pensó en quien realmente se benefició o que beneficios se obtuvieron con la globalización, cuyo desarrollo hemos observado y del que participamos en los últimos 25 años, desde los años 90? China hizo uso de la globalización, en particular para sacar a millones de chinos de la pobreza. ¿Lo que aconteció en Estados Unidos es como esto? En los Estados Unidos, las principales empresas norteamericanas –las empresas, sus gerentes, accionistas y socios- hicieron uso de esos beneficios. La clase media difícilmente se benefició de la globalización. El salario líquido en los EUA (probablemente, hablaremos más tarde del ingreso real de Rusia, que necesita de la atención especial del gobierno). La clase media en los Estados Unidos, no se benefició de la globalización; quedó fuera cuando el pastel se dividió”.
En la parte más citada de la entrevista, Putin arremetió en lo que el propio FT describió como “la ideología occidental dominante desde el fin de la II Guerra Mundial”, además de apuntar el propósito frontal de cualquier Estado nacional soberano efectivamente comprometido con un principio del bien común:
“¿Qué está ocurriendo en Occidente? ¿Cuál es la razón para el fenómeno Trump, como usted lo llama, en los Estados Unidos? ¿Qué está ocurriendo también en Europa? -Las elites dominantes se separan del pueblo. El problema obvio es la diferencia entre los intereses de las elites y los intereses de una mayoría abrumadora del pueblo”, afirmó.
“Claro, debemos tener esto en mente. Una de las cosas que necesitamos hacer en Rusia es nunca olvidar que el propósito del funcionamiento y de la existencia de cualquier gobierno es crear una vida estable, normal, segura y previsible para el pueblo y trabajar en dirección hacia un futuro mejor.
MULTICULTURALISMO
En la entrevista, Putin también se refirió a aspectos políticos y culturales. Así afirmó:
“Existe también la idea liberal, que sobrepasó a su propósito original, nuestros socios occidentales admitirán que algunos elementos de la idea liberal, como el multiculturalismo, ya no son sustentables”.
“Cuando el problema de la migración llegó al auge, muchas personas admitieron que la política del multiculturalismo no es eficaz y que los intereses de la población central deben ser considerados. Aunque aquellos que tuvieron dificultades por causa de problemas políticos en sus países de origen necesiten de nuestra ayuda también. Esto es óptimo, pero ¿los intereses de su propia población? Me pregunto, en la situación actual cuando el número de migrantes que se dirigen hacia Europa Occidental no es solamente un puñado de personas, sino millares o centenas de millares”.
“De esta manera, la idea liberal se tornó obsoleta. Entró en conflicto con los intereses de la abrumadora mayoría de la población. O considere los valores tradicionales. No estoy intentando insultar a nadie, porque fuimos condenados por una supuesta homofobia. Verdad es que los rusos absolutamente no tenemos problemas con las personas LGBT. ¡Dios nos libre! Que todos vivan como quieran. Pero alunas cosas parecen excesivas a los ojos de los rusos. Ellos alegan ahora que los niños pueden desempeñar cinco o seis veces papeles de género. Yo no puedo ni decir exactamente cuáles son esos géneros, no tengo noción. Que todos sean felices, no tenemos problemas con eso. Pero no debe permitirse que ese ideario se sobreponga a la cultura, a las tradiciones y los valores familiares tradicionales de millones de personas que componen la población principal”.
Comparado a Trump, su ex-consejero Steve Bannon y a otros críticos liberales, él defendió una diversidad de ideas como principio organizador de la sociedad, con reservas:
“(…) Pero los liberales no pueden simplemente dictar cualquier cosa para alguien, como lo han intentado hacer en las últimas décadas. El diktat puede observarse en todos los lugares: tanto en la prensa como en la vida real. Hasta mencionar algunos tópicos es declarado impropio. Y ¿por qué? Por esta razón, no estoy de acuerdo en cerrar, amarrar, clausurar, deshacer todo, prender a todo mundo o dispersar a todo mundo. Claro que no. La idea liberal también no puede ser destruida; tienen el derecho de existir y debe incluso apoyarse en algunas cosas. Pero nade tiene ninguna autorización para presentarse como el factor determinante absoluto. Ese es el punto”.
VENENO DEL LAICISMO RADICAL
Instado por Barber, Putin resaltó el papel de la religión en el proceso civilizatorio y volvió a criticar al liberalismo.
“La religión debe desempeñar el papel que tenga en cada momento. No puede ser empujada hacia afuera de este espacio cultural. No debemos abusar de nada. Rusia es una nación cristiana ortodoxa y siempre hubo problemas entre el cristianismo ortodoxo y el mundo católico. Exactamente por eso tengo algunas palabras sobre los católicos. ¿Hay ahí algún problema? Sí, hay, pero los problemas no pueden ser exagerados y usados para destruir a la propia Iglesia Católica Romana. No puede admitirse. A veces, tengo la impresión de que esos círculos liberales están comenzando a usar ciertos elementos y problemas de la Iglesia Católica como herramienta para destruir a la propia iglesia. Ahí está lo que me parece incorrecto y peligroso”.
“¿Será que todos olvidamos de que todos nosotros vivimos en un mundo basado en valores bíblicos? Hasta los ateos y otros viven en este mundo”.
“Nosotros no tenemos que pensar sobre eso todos los días, frecuentar la iglesia y orar, para demostrar así que somos devotos cristianos o musulmanes o judíos. Sin embargo, en el fondo, debe haber algunas reglas humanas fundamentales y valores morales. En este sentido, los valores tradicionales son más estables y más importantes para millones de personas que esa idea liberal que en mi opinión, está realmente desapareciendo, dejando de existir”.
Cuestionado sobre los líderes mundiales de su admiración, el líder del Kremlin apuntó al Zar Pedro el Grande (1682-1721), quien inició un proceso de modernización de Rusia, y al ex-presidente francés Jacques Chirac (1995-2007), “un verdadero intelectual, verdadero profesor, hombre muy equilibrado y muy interesante”. Chirac, según Putin, “cuando era presidente, tenía su propia opinión sobre cada asunto, sabía cómo defenderla y siempre respetaba las opiniones de sus socios”. No lo dijo, pero Chirac, fue también el último líder de una potencia hegemónica europea en demostrar una disposición de contrariar la agenda hegemónica de los EUA, como en el caso de la invasión a Irak, en 2003.
NO, SEÑOR PUTIN, EL LIBERALISMO OCCIDENTAL NO ESTÁ OBSOLETO
Publicado por: MSIa Informa //
Al Financial Times no se hizo esperar. Al día siguiente de su publicación, el 28 de junio, el periódico publicó un inflamado editorial con el título que tomamos prestado para esta nota.
Lastimados en su orgullo, los editorialistas del heraldo de la City de Londres reiteraron que la democracia liberal “sigue siendo el principio organizador en la mayor parte de los países no-petroleros con el más alto nivel de vida”.
Sin embargo, en lo que parece ser un acto fallido, enseguida admiten ser real “el desafío de los populistas nacionalistas, ya que el dominio global pos-Guerra Fría de los Estados Unidos y de la Unión Europea y el sistema que representan se acabó”. Por eso, afirman, “los principales políticos de los EUA y de la Unión Europea deben trabajar más duramente para defender valores y enfocar el malestar”.
Aún así, insisten, “es hacia Occidente que los pobres del mundo y los oprimidos todavía se dirigen abrumadoramente”.
El mismo día, el también londinense Daily Telegraph se juntó a la contrabatería de artillería contra Putin, rotulado como el “dictador del Kremlin”.
“El problema no son los excesos de liberalismo, sino donde la libertad económica se desacopló de la libertad política. Si por lo menos los chinos pudieran disfrutar plenamente de los frutos del liberalismo, probablemente, esto tornaría un desarrollo más justo y más equitativamente distribuido, pues la experiencia de la Historia es que cuanto más libres son los pueblos, mayor es su calidad de vida.
“Esta es una lección que el Sr. Putin, obviamente, no tiene disposición de encarar: él no puede tolerar el escrutinio, porque, si lo hiciera, su propio régimen esclerotizado y autoritario, seguramente, se desmoronaría. No solamente quiere causar problemas en el exterior, sino también quiere construir un raciocinio ideológico para su dictadura en casa” (…)
En su furia, los editorialistas del Telegraph dejaron de comentar que Putin fue electo y reelecto en elecciones monitoreadas por organizaciones internacionales, quienes jamás apuntaron irregularidades de importancia en las mismas, con niveles de aprobación inigualados por ninguno de sus colegas en Europa o en América del Norte.
En Osaka, para la cumbre del G-20, el presidente de la Unión Europea, Donald Tusk, también ofreció su contribución: “Quien quiera que proclame que la democracia liberal está obsoleta, también afirma que las libertades son obsoletas, que el mando de la ley está obsoleto y que los derechos humanos son obsoletos…Lo que creo realmente obsoleto, son el autoritarismo, los cultos a la personalidad, el mando de oligarcas, aunque, a veces, puedan parecer efectivos (Euractiv, 28 de junio de 2019).
El hecho de que Putin parezca haber tocado un nervio expuesto del Establishment oligárquico quedó evidenciado en la columna de esta semana del editor del FT, Martin Wolf, quien ha hecho sensatas críticas a la hegemonía de la globalización financiera, pero no se tragó las críticas a su ideología de estimación. En el texto el “Liberalismo resistirá, si fuera renovado”, hasta se dispone a sustentar sus críticas a la globalización, pero no admite que estas provengan de Putin, a quien considera oriundo de la “autocracia zarista”.
Para él, “bajo el comando de Putin, Rusia se apartó del liberalismo. En gran medida como resultado de esto, la economía de Rusia está en su peor estado”. Además, dice, “el exhibicionismo (sic) de Putin en el escenario mundial es una forma de desviar la atención de pueblo ruso de la corrupción de su régimen y del hecho de que su gobierno no haya proporcionado una vida mejor a los rusos”.
No obstante, admite que el presidente ruso no está del todo errado:
“Putin, no obstante, está cierto en una cosa. Las democracias liberales encuentran dificultades, pero notablemente no se refiere a su capacidad de absorber inmigrantes y de administrar la desigualdad. Las sociedades liberales de hecho necesitan de identidad y de valores compartidos. Esto es perfectamente compatible con la inmigración y la tolerancia a las diferencias culturales. Pero ambas necesitan administrarse: de otra forma, el descontento popular va a elevar al poder a líderes que desprecian las normas de la democracia liberal. El frágil equilibrio, entonces, puede despedazarse (…).
“El liberalismo en mucho puede tener una perspectiva bien exitosa. En muchas democracias liberales, sin embargo, las personas, en especial las élites, parecen haberse olvidado del equilibrio que necesita ser alcanzado entre individuo y sociedad, entre global y doméstico y entre libertad y responsabilidad”.
Pero, al final, vuelve a arremeter contra Putin, quien, para él, “no logra conseguir un orden social que no se fundamente en la fuerza y en el fraude” –afirmación que, de hecho, se aplica mejor al núcleo duro del eje anglo-americano, de cuyo brazo financiero Wolf es uno de los principales portavoces. Por eso, de forma casi aflictiva, aplaude a sus pares: “Sabemos más de lo que es eso. Pero también necesitamos hacer más, mucho más”.
MUNDO
México en el mundo
Por Miguel Anaya //
El mundo se ha agitado más de lo normal en los últimos días. Después de que el aún presidente estadounidense Joe Biden diera luz verde a Ucrania para utilizar misiles de origen británico en Rusia, el presidente ucraniano no dudo en comenzar a utilizar armamento de los países miembros de la OTAN para contrarrestar la invasión de Rusia en su territorio.
Evidentemente hubo una reacción rusa, quien a través de su presidente Vladimir Putin declaró que no buscaban escalar la guerra pero que, de seguir recibiendo ataques con armamento occidental, consideraría entrar en conflicto con los países proveedores de dicho material, entiéndase la OTAN.
La situación no es menor, pues supone el riesgo de una guerra de proporciones inmensas ya que se verían involucrados países como el mismo Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Rusia, entre otros; además, habría que esperar las reacciones de los países islámicos que arrecian su presión contra Israel y por supuesto se tendría que ver el papel de China. Un conflicto que afectaría a la paz y economía mundial.
México tiene que jugar un papel internacional mientras internamente enfrenta la escalada de violencia que se vive después de la detención de uno de los mayores líderes de la delincuencia organizada por parte del gobierno estadounidense, esto desató muchas suspicacias, temores y la fragmentación de grupos delincuenciales provocando una ola violenta alrededor de todo el país.
Si este tema no bastara, las recientes reformas aprobadas por el Congreso de la Unión han llevado a encender las alarmas económicas en el país pues suponen la falta de certeza para inversionistas locales y extranjeros, las reacciones no se han hecho esperar y tanto representantes de los gobiernos canadienses y estadounidenses han comenzado a ejercer presión amenazando con disolver los tratados económicos con nuestro país.
Ante un escenario tan complejo las acciones de la Cancillería mexicana deben ser más cuidadosas que de costumbre. Recordemos la política exterior de México durante la Segunda Guerra Mundial.
Para contextualizar la guerra, habrá que recordar que el mundo venía de la gran depresión de 1929 y que México había terminado recientemente su revolución y pasaba por un periodo de asentamiento. Un año antes de estallar la guerra, se llevó a cabo la expropiación petrolera ordenada por Lázaro Cárdenas, buscando la soberanía energética y seguramente llevada por presiones internacionales pues precisamente se dio en el preámbulo del estallido de la guerra en 1939.
Las condiciones creadas por la guerra fueron llevando a México a una profunda vinculación económica y a una cooperación abierta y formal con su vecino del norte, misma que nos resultó ventajosa pues debido a las necesidades por parte de los gringos, se favoreció la migración y la importación de productos mexicanos.
Al resultar vencedor de la guerra y declararse líder mundial, Estados Unidos se convirtió en un monstruo económico del cual México obtuvo algunas ventajas, aunque faltó aprovechar al máximo esta situación, por condiciones territoriales, de seguridad, económicas y culturales ambos países se convirtieron en socios dentro de una relación de amor odio que ha dejado números positivos para ambos.
Actualmente, las declaraciones estridentes por parte de representantes de los gobiernos norteamericanos llevan a replantear la política exterior del país y las reformas constitucionales ya que, ante un momento tan delicado en el mundo, México no puede tomar decisiones de manera aislada, pues por territorio, economía y población somos un país estratégico que jugara un papel en la guerra ideológica y económica que vive el mundo.
El Canciller De La Fuente y la presidenta Sheinbaum deberán mostrar la capacidad de mantener una buena relación con los países de occidente pues es donde compartimos la mayor parte de nuestros valores, mirar hacia otro lado sería un error geográfico, político y monetario.
La guerra nunca es un escenario deseable, pero a pesar de ella se deben encontrar condiciones para que el país crezca y mejore, los conflictos también son una oportunidad y nuestros gobernantes tienen la encomienda de tomar decisiones para llevarnos a buen puerto. Sin olvidar nuestras raíces y vinculaciones históricas, nuestros representantes deberán ser pragmáticos para lograr lo mejor para un país que vive constantes colisiones.
MUNDO
La trampa de la desinformación: El canto de las sirenas digitales
A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
En La Odisea de Homero, Ulises nos deja una lección que, siglos después, sigue siendo asombrosamente actual. Durante su travesía de regreso a Ítaca, Ulises y su tripulación enfrentan el peligro de las sirenas, criaturas que con sus voces irresistibles atraen a los navegantes hacia un destino fatal.
La solución de Ulises no fue intentar silenciar el canto de las sirenas, sino prepararse para resistirlo. Se hizo atar al mástil de su barco, mientras su tripulación, con los oídos bloqueados por cera, continuaba remando. Ulises pudo escuchar el canto sin sucumbir a su seducción, y así evitó el naufragio.
Hoy, en nuestra era digital, las sirenas han adoptado nuevas formas. Sus cantos no provienen de islas remotas, sino de las pantallas de nuestros dispositivos, en forma de fake news y desinformación. La promesa sigue siendo la misma: verdades ocultas, revelaciones sorprendentes, un conocimiento especial al que pocos tienen acceso. Y al igual que en la mitología, la seducción de este canto puede ser devastadora, no solo para quienes lo escuchan, sino para sociedades enteras que se enfrentan a un naufragio colectivo en el mar de la mentira.
El atractivo de las noticias falsas no es casual. La desinformación es diseñada cuidadosamente para captar nuestra atención, provocar una reacción emocional y, sobre todo, para ser compartida. Las redes sociales han amplificado este fenómeno, convirtiéndolo en una epidemia global. Un titular alarmante, una imagen manipulada o una narrativa conspirativa tienen el poder de viajar más rápido que la verdad.
Esto no es solo una observación anecdótica; un estudio publicado en Science demostró que las noticias falsas se comparten con mayor rapidez y alcance que las verdaderas. Esto ocurre porque las mentiras suelen ser más novedosas, impactantes y emocionales, mientras que la verdad, con su carácter sobrio y a menudo complejo, carece del mismo atractivo inmediato.
El problema de la desinformación no es nuevo, pero en el mundo hiperconectado en el que vivimos, sus efectos son más visibles y peligrosos. Hemos visto cómo las fake news han influido en procesos electorales, como las elecciones presidenciales en Estados Unidos en 2016 y 2020, donde las teorías conspirativas y las mentiras deliberadas no solo polarizaron a la sociedad, sino que incluso llevaron al asalto al Capitolio. Las sirenas digitales cantaron con fuerza, y muchos sucumbieron al encanto de un relato que ofrecía certezas simples en medio de un panorama complejo.
El impacto de la desinformación también se hizo evidente durante la pandemia de COVID-19. Desde teorías absurdas que vinculaban las vacunas con microchips, hasta remedios caseros sin fundamento que prometían curas milagrosas, la desinformación costó vidas. Lo más alarmante es que muchas de estas narrativas no surgieron de la ignorancia, sino de estrategias deliberadas para desviar la atención, sembrar desconfianza en las instituciones y dividir a las comunidades. La pandemia nos mostró que la desinformación no es solo un problema de percepción o debate; tiene consecuencias tangibles, letales incluso.
En este contexto, las redes sociales han jugado un papel crucial. Plataformas como Facebook, Twitter (ahora X) y TikTok se han convertido en los nuevos escenarios donde las sirenas digitales despliegan su canto. Su modelo de negocio, basado en maximizar la atención del usuario a través de algoritmos, ha demostrado ser terreno fértil para la propagación de desinformación. Cuanto más polémico o impactante sea el contenido, mayor será su alcance, y con ello, mayor será el beneficio económico para las plataformas. Así, la verdad queda relegada mientras el ecosistema digital premia la mentira.
No obstante, culpar únicamente a las plataformas sería simplista. La desinformación encuentra eco porque apela a nuestras emociones más básicas: el miedo, la ira, la indignación. Somos, en muchos sentidos, cómplices involuntarios. Compartimos noticias sin verificarlas, reaccionamos impulsivamente ante titulares llamativos y, al hacerlo, nos convertimos en eslabones de la cadena que perpetúa las mentiras. En un mundo donde la información viaja a la velocidad de un clic, la responsabilidad individual se vuelve más crucial que nunca.
¿Qué podemos aprender de Ulises para enfrentar este problema? Su estrategia nos ofrece una metáfora poderosa. En primer lugar, reconoció el peligro. No subestimó a las sirenas ni confió en su capacidad para resistirlas sin preparación. Esto es algo que debemos adoptar como sociedad: aceptar que todos somos vulnerables a la desinformación y que combatirla requiere un esfuerzo deliberado.
La cera en los oídos de la tripulación podría interpretarse como el pensamiento crítico y la alfabetización mediática, herramientas esenciales para navegar el mar de la información. Sin embargo, estas herramientas deben ser accesibles para todos. La educación en medios y la capacidad de distinguir entre fuentes confiables y dudosas deberían ser prioridades en nuestras políticas educativas.
El mástil al que Ulises se ató representa un compromiso con la verdad. Como ciudadanos, necesitamos construir ese mástil a través del fortalecimiento de los medios independientes, el apoyo al periodismo ético y la promoción de un diálogo público basado en hechos. Sin embargo, este compromiso también debe extenderse a las plataformas digitales, que tienen la responsabilidad de regular el contenido que difunden y de priorizar la veracidad sobre la viralidad.
La lucha contra la desinformación no será fácil. Las sirenas digitales seguirán cantando, perfeccionando su melodía para seducirnos. Pero como en el mito de Ulises, el objetivo no es silenciarlas, sino aprender a resistirlas. Esto requiere un esfuerzo colectivo, un compromiso con la verdad y la disposición para enfrentar la complejidad de los problemas en lugar de sucumbir a soluciones simplistas.
El naufragio que enfrentamos no es inevitable. Si algo nos enseña la historia de Ulises es que, con previsión y determinación, podemos superar incluso los desafíos más seductores. Pero el tiempo apremia. Cada día que permitimos que las fake news se propaguen sin control, cada vez que compartimos un contenido sin verificarlo, nos alejamos más de la verdad y nos acercamos al caos.
Hoy, más que nunca, necesitamos líderes que, como Ulises, tengan la valentía de enfrentar el canto de las sirenas sin perder el rumbo. Necesitamos ciudadanos dispuestos a remar contra la corriente, conscientes de que la verdad no siempre es atractiva, pero es imprescindible. Y necesitamos un compromiso colectivo para construir un mástil lo suficientemente fuerte como para resistir las tormentas de la desinformación. Porque, al final, nuestra travesía depende de ello.
MUNDO
Participación de México en la cumbre del G20: Claudia Sheinbaum, una presidenta de clase mundial
Opinión, por Pedro Vargas Ávalos //
México acrecentó su presencia en nivel internacional el pasado lunes 18 de noviembre, cuando la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo (CSP), participó brillantemente en el Grupo de los 20 -G20- la junta multilateral más importante sobre economía en el mundo.
Ese foro intergubernamental especializado en coordinación económica y financiera mundial tiene repercusión en temas de variada naturaleza, entre otros tópicos además de lo económico. En efecto, sus acuerdos inciden en el ámbito ambiental, político, migratorio, social y de lucha contra diversas desigualdades que flagelan a la humanidad. Así pues, todas sus acciones tienen como objetivo contribuir al logro de soluciones para resolver o al menos atenuar los rompecabezas más agudos de la problemática intercontinental.
“El G20 es el escenario donde se reúnen -anualmente- las economías que representan al 85% del Producto Interno Bruto (PIB) del mundo, el 80% de la inversión, el 75% del comercio mundial y el 66% de la población mundial. También asisten instituciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Internacional del Trabajo”, entre otras. (Lidia Arista, Expansión Política, 18-XI-2024).
En su periodo presidencial, Andrés Manuel López Obrador salió muy poco y el excanciller Marcelo Ebrard, lo representó en diversos eventos internacionales y sobre todo en las ediciones de la Cumbre del G20; y el papel de Ebrard fue más que bueno, pero no era el mandatario nacional, lo cual marca gran diferencia. Ahora que se convocó al G20 para dialogar los días 18 y 19 de este mes de noviembre en Río de Janeiro, Brasil, nuestra flamante primera magistrada acudió y su participación fue excelente.
Desde su salida de la capital azteca, la abanderada de México dio muestras de que lo que pregona lo practica; de esa manera, dejando atrás el fausto y derroche de los exgobernantes nacionales anteriores al 2018, cuyos viajes costaban al país verdaderas fortunas, ella, ceñida a la austeridad republicana que sostiene, abordó aeronave comercial y con escala en Panamá, que solo costó catorce mil pesos, arribó a la bulliciosa sede del cónclave de los 20.
Al día siguiente, en primera plana, la prensa publicó que en la Cumbre del G20, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo destacó que México es un país de democracia y libertades, presentando palmariamente la reforma judicial que permitirá la elección popular de jueces, magistrados y ministros de la SCJN en 2025, lo que es un parteaguas en tal materia en todo el orbe. (24 Horas, La Razón, Reporte Índigo, El Financiero, etc.). Al respecto hemos de anotar que también enalteció las reformas sobre pueblos indígenas y afroamericanos, así como la igualdad integral entre mujeres y hombres.
Las primeras planas de diarios como Reforma, El Universal, El Economista, La Jornada, El Heraldo y La Crónica informaron sobre la participación de la presidenta, enfatizando la propuesta de emplear el uno por ciento del gasto militar global para abatir la pobreza y redoblar la reforestación; en este sentido, Milenio, Excélsior y Diario de México destacaron las coincidencias de cooperación entre Sheinbaum, el canadiense Trudeau y el estadounidense Joe Biden, en temas migratorios y de seguridad.
Nuestro vecino yanki, el presidente Biden, “expresó sus felicitaciones por su reciente elección y reafirmó el compromiso de Estados Unidos de construir una América del Norte próspera con empleos bien remunerados», según afirmó un comunicado de la Casa Blanca. En su diálogo con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ambos mandatarios coincidieron con el buen resultado del Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) para la región de América del Norte. Aunado a que conversaron sobre la buena relación que hay entre los pueblos de ambas naciones y sus gobiernos.
En reunión con el presidente de China, Xi Jinping, agradeció el apoyo de este país en la recuperación de Acapulco a través de la producción y entrega de enseres domésticos, tras las afectaciones que sufrió dicho municipio por fenómenos meteorológicos. Con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, acordaron cooperar en temas de agua, salud e infraestructura, así como impulsar desde ambas naciones la igualdad de género. Con el primer ministro de Vietnam, Pham Minh Chinh, la jefa del Ejecutivo Federal acordó estrechar la relación cultural con el pueblo vietnamita.
Como el tiempo es oro, Sheinbaum conversó y afirmó la relación de nuestra patria con los grandes países sudamericanos, distinguidos por tener los líderes progresistas de América Latina, Brasil, Colombia y Chile, consolidando la unión de estos países fraternos. Pero no dejó de hablar también con los miembros de MIKTA, la comunidad que México forma con Indonesia, República de Corea, Turquía y Australia.
La reportera de La Jornada, Alma Muñoz, hizo el mismo día 19 una excelente relatoría de la actuación de esta científica ahora Presidenta de la República: “Frente a los lideres de las principales economías del planeta, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo propuso establecer un fondo al que se destine «uno por ciento del gasto militar de nuestros países», equivalente a unos 24 mil millones de dólares al año, para replicar a nivel mundial el programa Sembrando Vida, esquema emblema de la Cuarta Transformación en México, y convertirlo en el plan de reforestación más grande de la historia a escala mundial. Con ello, mitigar el calentamiento global y restaurar el tejido social, «ayudando a las comunidades salir de la pobreza».
Ese fondo que representa 12 veces más de lo que México destina a ese programa sería para apoyar a 6 millones de sembradores de árboles que «reforestarían 15 millones de hectáreas, algo así como cuatro veces la superficie de Dinamarca, toda la de Guatemala, Belice y el Salvador juntos, o 30 por ciento de la de Suecia», planteó la presidenta al participar por primera vez en la cumbre del G-20. La propuesta es «dejar de sembrar guerras; sembremos paz y vida», sostuvo la mandataria mexicana, flanqueada durante su exposición por el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Atrás de ella estaba el secretario de Estado estadunidense, Antony Blinken.
Y a dos sillas de su lugar, apenas separada por Macron, el mandatario de Estados Unidos, Joe Biden, quien usó traductor para escuchar el mensaje de su par mexicana. En la misma sesión se encontraba el presidente de China, Xi Jinping, y una delegación de Rusia, tres países que, de acuerdo con el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, forman parte de las 10 naciones que más gastaron en armas en 2023”.
Singulares fueron las frases y reflexiones que con certeza manifestó la distinguida mexicana quien dignamente enarbola nuestro emblema nacional, ante un foro de inigualable importancia. Allí les dijo: “¿Qué está pasando en nuestro mundo que en tan solo dos años el gasto en armas creció casi el triple que la economía mundial? ¿Cómo es que la economía de la destrucción alcanzó un gasto de 224 billones de dólares? ¿Cómo es que 700 millones de personas en el mundo aún viven en pobreza extrema?
Como taladrante instrumento, prosiguió CSP: “Resulta absurdo, sinsentido, que haya más gasto en armas que atender la pobreza o el cambio climático. Reduciríamos migración, el hambre, si tan solo elevamos la palabra “amor” por encima del odio; la generosidad de la persona humilde y desposeída, por encima de la avaricia y el deseo de dominación. Me niego a pensar que somos capaces de crear la inteligencia artificial e incapaces de dar la mano al que se quedó atrás”.
Luego, les recordó a quienes representa y por quienes habla: “Vengo a nombre de un pueblo, generoso, solidario y sabio, a hacer un llamado a las grandes naciones a construir y no a destruir; a forjar la paz, la fraternidad y la igualdad. Llámenos “idealistas”, pero lo prefiero, a ser conformistas”. Y tras plantear los remedios concretos que ayudarían al desarrollo de los pueblos más necesitados, les subrayó a sus atentos oyentes que se decidieran a dejar de sembrar guerras, para en su lugar sustentar la paz, cosechar prosperidad y enaltecer la vida.
Y así, Claudia Sheinbaum Pardo, científica, ama de casa, política orgullosamente mexicana, demostró que es una presidenta con talla de figura mundial.
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