MUNDO
Perfiles conciliadores y de negociación: Nuevo gabinete de México, ¿prevención para la elección de EUA?
Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
La presidenta electa anunció parte del que será su gabinete. Este no sería un tema internacional para esta columna, pero dos de los seis designados podrían ser parte de la carta de presentación en caso de que en EUA la elección resulte adversa al partido de Joe Biden. Por lo general no opinamos sobre temas nacionales salvo que estén íntimamente relacionados con temas regionales o globales.
Creemos que esta es una de esas ocasiones en las que, por acierto, error o por estrategia México tendrá un gabinete negociador para temas internacionales que esté a tono con las dos corrientes globales de integración supranacional con políticas globales verticales llamada “Nuevo Orden Mundial” y la de coordinación internacional con respeto a la identidad llamada “Nuevo Nacionalismo”.
En estas semanas la DEA, el embajador de EUA en México y varios políticos de EUA han hecho fuertes señalamientos con relación a la seguridad pública, al narcotráfico en México y sus efectos en el país del Tío Sam. Todo esto no es gratis. Los tiempos son clave. Naturalmente es innegable que los problemas de seguridad pública en México han afectado a turistas o visitantes que vienen a nuestro país de paseo, de trabajo o a invertir al punto que hace unos días se suspendió la exportación de aguacates por los ataques que sufrieron inspectores de agricultura de EUA que visitaron Michoacán. Esto al mismo tiempo en que en nuestro país se da el debate por la reforma Judicial y plantas de autos como Nissan presionan y amenazan con cerrar algunas plantas. Naturalmente hay un componente nacional innegable que sabemos y podemos leer en todos los medios locales, pero los tiempos de EUA también juegan en este momento.
La elección del parlamento europeo mandó una fuerte señal a los partidos llamados progresistas de izquierda o de centro del G7 y de la UE. Los electores votaron por partidos que ofrecían soluciones a problemas económicos, energéticos y migratorios. En su mayoría estos partidos eran de una supuesta derecha, pero también los partidos de izquierda que ofrecieron soluciones a estos tres temas ganaron. Es decir, aunque se percibe como un tema de derecha vs izquierda no es así. Es un tema de soluciones a problemas evidentes. En ese orden de ideas los EUA están a menos de 5 meses de la elección general y 4 días del primer debate presidencial del que hablaremos la semana próxima.
Dicho sea de paso y como nota en México no hubo elección de partidos de izquierda vs derecha sino de modelos sociales con diferencias en regulaciones a la iniciativa privada pero ambas propuestas eran progresistas ambas en general pro Biden tal vez la del PRIAN más pro Biden quien es de izquierda que la de Morena, pero muy similares.
Así las cosas, tres, pero en particular dos de los seis secretarios designados por la presidenta electa tendrán una relación directa con sus contrapartes globales y en especial y de forma muy regular con sus contrapartes en EUA y Canadá. Nos referimos obviamente a Marcelo Ebrard como secretario de Economía, Juan Ramón de la Fuente como Canciller y en menor medida la actual Canciller y futura secretaria de Medio Ambiente, Alicia Bárcena.
Los currículums de los tres son impresionantes, al menos en papel, y por la razón que sea parecen estar alineados con las políticas globales progresistas y ambientalistas que enarbola Joe Biden, pero al mismo tiempo y tal vez por si las dudas, la experiencia personal de Ebrard y de Juan Ramón de la Fuente pueden ser útiles en caso de que Trump gane.
Para poder analizar el posible efecto de la elección en EUA debemos recordar algunos aspectos relevantes del pasado reciente y nuestra relación con ese país. Tomemos como base el 2016 es decir el año de la campaña entre Hilary y Trump. México es el principal proveedor de los EUA vía el TMEC que Trump impulsó para sustituir al TLC. Así las cosas, los temas cotidianos, aunque no los únicos son la migración, el comercio, la inversión extranjera y el flujo de dinero que afecta el tipo cambiario, la inseguridad y ahora se suma el tema de energías alternativas llamadas limpias.
Hablemos primero del tema de comercio a mediano plazo que además de las mercancías también afecta el tipo de cambio y la inversión. El TMEC tiene una cláusula que indica que se debe revisar en el 2006 y podría extenderse por 16 años más o dejar de existir así de simple. Todos recordamos que cuando Trump ganó el gabinete de Peña decía que cambiar el TLC era imposible y que Trump no se atrevería. La historia mostró que estaban mal. El TMEC fue negociado por parte del equipo saliente de Peña y cerrado por el gabinete y Senado entrante con AMLO. Veamos, si gana Joe habrá menos drama público en la revisión y podríamos obtener una ampliación de 16 años que también permite el texto del actual tratado.
Pero que sea Biden presidente o Kamala en caso de que por su edad y razones de salud Joe deje la silla al día siguiente de entrar en funciones para su segundo periodo, no garantiza una renovación sin problemas o exigencias por parte de EUA. Es verdad que las exigencias serán menos públicas con Biden-Kamala, pero la historia muestra que existirán y podrían ser igual o más fuertes que las de Trump solo que nos las dirán de bonito modo y claro mezclado declaraciones públicas y privadas.
Si gana Biden debemos recordar que el actual embajador y el propio presidente de EUA no olvidan que AMLO y por consecuencia Ebrard tardaron mucho en felicitarle cuando ganó en el 2020 porque como sabemos la verdad sea dicha Trump y AMLO se llevaban bien a pesar de las profundas diferencias ideológicas, por lo que Marcelo deberá ser cuidadoso y tal vez dejar que el canciller y otros integrantes del gabinete tengan roles más activos sin dejar de ser el responsable final. De todos modos, recordemos que Marcelo tiene amigos en el partido demócrata incluida la muy poderosa Hillary Clinton a quien ayudó en su campaña fallida del 2016. Ahora que si gana Trump es innegable que Marcelo es una carta a favor y los más pro ONU como la actual canciller Alicia Bárcena y el futuro canciller deberán ser menos protagonistas ya que sus políticas se alinean más con las de Biden.
En otra ocasión hablaremos más a detalle de los puntos de comercio, seguridad, migración y energía que arriba señalamos, pero es evidente que si gana Biden la relación será más en el sentido de continuar con una migración masiva a través de nuestro territorio rumbo a USA y en el sentido de organismos supranacionales con facultades ampliadas a la ONU como las de la OMS mismas que se copiarán como facultades ampliadas a los presidentes y a los gobernadores. Si gana Trump las presiones serán para cerrar el flujo migratorio y evitar que China utilice al TMEC para sentar casa en México y desde aquí enviar productos sin impuestos a ese mercado. Pero el tema de inseguridad será utilizado por ambos para presionar a México y claro sacar concesiones en todos los campos. Nuestro tipo de cambio se verá afectado en consecuencia, no olvidemos que el dólar bajó de casi los $25 pesos por dólar a menos de $17 pesos en este sexenio lo que es inédito en nuestra historia cambiaría.
El tema energético y del agua será realmente interesante, en especial porque es el mero mole de la nueva presidenta de nuestro país. Biden quiere una transformación acelerada en pro de autos eléctricos y de la salida de cualquier combustible fósil Trump quiere utilizar todas las energías incluida la nuclear. México con AMLO utilizó petróleo como Trump y ha habido un desarrollo de parques solares, pero veremos si la Dra. Claudia le invierte a todo o solo a una parte en especial porque las políticas de izquierda progresista de que el gobierno sea dueño de todo o de altos impuestos y regulaciones, dificultan la inversión privada en áreas de oportunidad.
El tema de la inseguridad y el narcotráfico también es un tema de política que se ve con los americanos, si gana Biden podemos esperar la clásica política de presión, pero permisiva ya que en EUA es evidente que las drogas no solo se permiten, sino que hasta se fomentan en las ciudades gobernadas por los demócratas. Si gana Trump veremos una presión fuerte para bajar el flujo de drogas e incluso presiones bancarias y comerciales para perseguir a los traficantes incluso con agentes de EUA en Mex. Finalmente, ambos Joe y Trump deberán hacer algo con los más de 22 millones de personas sin documentos migratorios que habitan en su país y eso también será parte de la relación bilateral en especial porque ni Demócratas ni Republicanos han dado un trato preferente a los mexicanos a pesar de ser vecinos.
Hoy a meses de la elección de EUA y a meses de que la presidenta Claudia Sheinbaum entre en funciones podemos asegurar que si gana Biden el ala izquierda del gabinete se fortalecerá mientras que si gana Trump Marcelo y el ala más de centro será vital para la relación. No descartemos cambios de gabinete como fue con Peña y con AMLO a consecuencia de las elecciones del 2016 y del 2020. Tal vez no se haya leído la letra pequeña en el anuncio presidencial, pero las designaciones de la semana pasada están sujetas a lo que suceda en Washington el mes de noviembre.
Por lo pronto reiteró que, por acierto, error, por visión o por compromisos de partido las designaciones de Marcelo, de Juan Ramón y de Bárcena le permiten a la presidenta Sheinbaum la posibilidad de un diálogo con los dos modelos político-económicos que se están disputando el mundo. Pero nada es gratis en este mundo y Joe Biden es el presidente de EUA y como tal pedirá o presionará a AMLO y al equipo de Sheinbaum para que le ayuden con el voto chicano en la elección. Esto es como siempre un volado porque si gana Joe pues le habríamos atinado, pero si pierde seguro nos la cobrarán y ahí es donde Marcelo cobraría más valor.
MUNDO
El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?
Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //
La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.
Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.
Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.
En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.
El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.
La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.
El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.
E-mail: samcg2002@gmail.com
MUNDO
Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.
Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.
Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.
Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.
El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.
La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.
En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.
Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.
Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.
Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.
Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.
Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.
MUNDO
En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.
La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.
LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN
La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.
Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.
El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.
DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA
El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.
La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.
En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.
FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN
La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.
Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.
La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.
RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES
Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.
Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.
El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.
El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.
EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE
El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.
El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.
En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.
El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.
Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.
Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.
El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.
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