NACIONALES
Tres para uno

Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //
Son tres los que competirán por conducir los destinos de la nación, como dicen los clásicos. Tres personalidades distintas, tres objetivos adicionales al triunfo electoral, y ni un solo proyecto de nación definido y de largo alcance, y de entre ellos tendremos que elegir lo menos malo para el país.
Claudia Scheinbaum Pardo, ungida, con bastón de mando incluido, por la voluntad presidencial utilizando recursos materiales inexplicados, llega a la precandidatura precedida de innumerables violaciones a la legislación electoral. Su objetivo declarado es construir el segundo piso de la cuarta transformación, es decir continuismo. Sin propuestas propias ha hecho de la retórica presidencial su plataforma y no es previsible que en campaña pueda ofrecer algo distinto.
El protagonismo que ha demostrado el presidente López Obrador en la designación de candidatos a gubernaturas, especialmente en Ciudad de México, Tabasco y Veracruz ha echado por tierra la autoridad del bastón de mando y evidenciado que quien manda y seguirá mandando es él.
Queda claro que más que una campaña personal de Scheinbaum, esta será un referéndum de la actuación presidencial, con lo que tendremos tal vez una “Juanita” a la que apuntalarán con la estructura electoral construida alrededor de los servidores de la nación, con la aquiescencia y tolerancia del INE en una descarada elección de Estado. Su elección sugiere más un maximato que una presidencia con voluntad y sello propio.
Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, convertida en precandidata por la necesidad de las corrientes opositoras de contar con una figura novedosa, aceptada por amplios sectores sociales, aún no define con claridad su propuesta de gobierno. Es la representante de tres partidos y la abstracta sociedad civil representada por diversas organizaciones. Tiene el reto de estructurar una plataforma que compendie las coincidencias de las fuerzas políticas que la impulsan y arbitrar sus diferencias, para presentar un proyecto de convergencia política que haga posible un gobierno de coalición.
Opera en su contra el hecho de que su fortaleza popular y el respaldo de la sociedad civil no le han sido suficientes para domeñar las ambiciones de los líderes de los partidos convergentes, preocupados más por sus posiciones políticas, puestos y curules.
Para sostener posibilidades de triunfo al enfrentar una muy posible elección de estado, habrá de requerir que las estructuras de los partidos aliados se sumen a construir una representación electoral sólida y preparada, respaldada por una sociedad civil activa, participativa en la vigilancia de la legalidad del proceso de votación y elección. Requerirá de una copiosa votación a su favor y evitar que el organismo electoral limite la participación de sus simpatizantes.
Samuel Alejandro García Sepúlveda, alentado por el propio López Obrador, urgido de un candidato que divida el voto de la oposición, y por el presidente de su partido, Dante Delgado, empeñado en aumentar la presencia de su instituto político y desplazar los hasta ahora partidos fuertes o dominantes. Su participación se entiende como instrumento de estos dos intereses.
No para alcanzar la presidencia de la república sino para fungir en el primer caso como esquirol y en el segundo como facilitador de votos que engruesen las prerrogativas económicas del partido.
Él sabe que no tiene posibilidad de triunfo, y de ahí su empeño en dejar como gobernador interino a quien le reintegre la silla al término de su licencia. Su plataforma irá por el voto joven y es posible que más que un proyecto de nación arroje un estupendo manual del uso de plataformas tecnológicas y redes sociales, de las cuales su esposa es excelente operadora.
Son pues, tres opciones para un país que tiene buena suerte, a pesar de sus gobiernos. Una de ellas ya ha mostrado su cara autoritaria, el desorden y la opacidad con la que se manejan los recursos públicos; otra aún es una incógnita y la última será una ocurrencia tras otra a costa de desprestigiar a otros partidos, todas buscando capitalizar el descontento público, tanto con el gobierno actual como con los anteriores.
Pálidas esperanzas para un país que en el próximo año padecerá el mayor déficit de su historia y un mayor deterioro de los servicios asistenciales y educativos por la carencia de recursos y la ausencia de políticas adecuadas.
De triunfar la alianza gobiernista preparémonos para estar no como Venezuela, pero si como Argentina, con el uso de los programas sociales y dádivas gubernamentales para seguir en el poder, más retórica y populismo; y de ganar la opción opositora, estaremos ante el primer gobierno de coalición, más plural y democrático que el absolutismo actual, el cual debe imponer orden en la administración pública, especialmente en los programas sociales, que hoy operan en la opacidad y discrecionalidad, restablecer los servicios institucionales y recuperar el republicanismo democrático con auténtica división de poderes. La tercera opción, vacía de contenido solo le conviene a Dante Delgado y al propósito esquirol presidencial.
ENTREVISTAS
Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

Por Francisco Junco //
“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.
Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.
Un camino desde abajo
Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.
“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.
Retos de una elección sin precedentes
En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.
Dilemas judiciales
Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.
“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.
Una justicia humana y equitativa
Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.
Propuestas claras
¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:
“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.
Deuda histórica con las víctimas
Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.
El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.
En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.
En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.
CARTÓN POLÍTICO
Herida abierta
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
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20 de noviembre de 2023 at 14:18
Más claro ni el agua. Gracias Luis Manuel!!!