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Argentina y Perú: Democracias en crisis

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Opinión, por Iván Arrazola //

La mañana del 7 de diciembre de 2022 Pedro Castillo esperaba que, con un poco de suerte, su plan de disolver el Congreso peruano como lo hizo Alberto Fujimori en 1992, lo ayudara a salir de la crisis política que vive Perú. Desde hace cuatro años seis presidentes han asumido el cargo, todos ellos han pisado la prisión o han sido investigados por temas de corrupción y uno de ellos, Alán García, decidió quitarse la vida ante su inminente detención por actos de corrupción.

Pero la suerte no estuvo de su lado, Castillo fue detenido unas horas después de que anunció la disolución del Congreso, los legisladores votaron a favor de su sustitución, por insolvencia moral, una figura peculiar que contempla la constitución peruana para juzgar a los presidentes por actos de corrupción. El objetivo al salir de la residencia oficial de Castillo era llegar a la Embajada de México, pero uno de sus escoltas lo desvió de su ruta y lo entregó a las autoridades.

El caso de Pedro Castillo es particular, un profesor rural, un líder sindical, con poca vinculación con los grupos de poder más importantes, un personaje poco conocido, fue el medio para que un político profesional de nombre Vladimir Cerrón, pudiese llegar al poder, pero Castillo no quiso jugar el papel de marioneta y decidió romper con su mentor. Ya instalado en el poder Castillo trató de aprender sobre el oficio del poder político, pero su nula experiencia en materia política fue tal, que cambió a 40 de sus ministros en el año y medio que duró en el poder.

Pedro Castillo no es el único responsable de la crisis política que vive Perú, el Congreso peruano es una de las instituciones más desprestigiadas en el país andino, se le percibe como un órgano poco representativo, dominado por los intereses económicos y privados.

Durante la misma semana la vicepresidenta Cristina Fernández recibió un duro golpe a sus aspiraciones presidenciales, un Tribunal penal la declaró culpable del delito de corrupción y la condenó a seis años de prisión y la inhabilitó de por vida para ejercer cargos públicos, a Fernández se le acusó y se le sentenció por asignar contratos públicos a cambio de sobornos.

Por el momento Cristina Fernández no pisará la prisión porque goza de fuero constitucional, aunque sus pretensiones de ser candidata a la presidencia en el 2023 se verán frenadas al menos de forma momentánea.

Cristina Fernández ha sido una persona que ha estado cercana al poder, fue la primera dama de 2003 al 2007 donde acompañó a su esposo Néstor Kirchner, fue presidenta de Argentina de 2007 al 2015, en el que gobernó por dos periodos de cuatro años, este país permite la reelección presidencial consecutiva. En el 2019 regresó como vicepresidenta y en el 2023 buscaría ser nuevamente ser la cabeza del poder Ejecutivo.

Estos dos acontecimientos pueden tener diferentes interpretaciones, una de esas interpretaciones lo que dice es que hay un complot por parte de las fuerzas conservadoras de la derecha para descarrilar a estos movimientos de izquierda que se han extendido por todo América Latina. El origen humilde de Castillo y su lucha contra una oligarquía política es lo que le daría legitimidad a su causa.

Por su parte en el caso de Fernández, lo que se puede decir desde esta visión, es que Cristina Fernández ha sido una líder incómoda para los organismos multilaterales y no ha aceptado las medidas impuestas por organismos como el FMI a países con severos problemas económicos como los que ha atravesado Argentina durante las últimas dos décadas, esa resistencia le ha generado simpatías de diversos movimientos de izquierda en la región, por lo tanto, la sentencia es un freno a las aspiraciones de una líder de izquierda con amplio respaldo social.

Pero hay otra interpretación y esa tiene que ver con el funcionamiento de las instituciones, la debilidad de los partidos peruanos permite la llegada de outsiders al poder como el caso de Castillo, la insolvencia moral, es una medida que se presta para la toma de decisiones discrecional por parte del congreso y un predominio del legislativo sobre el ejecutivo, y por último la falta de sanciones al congreso ante la destitución de un presidente, genera un congreso irresponsable ante la ciudadanía.

En el caso de Argentina, es el típico caso de quien busca perpetuarse en el poder desde diferentes posiciones, son casos como el argentino en los que el poder político deja de ser público para ser propiedad de un personaje o de una familia, esto lleva a la creación de clientelas y a una ausencia de nuevas propuestas políticas, todo se reduce a estar en contra o a favor del líder.

Los dos casos reflejan, ya sea por improvisación en el caso de Perú y perpetuación en el caso de Argentina, que la democracia se encuentra en crisis, ya que en ninguno de los dos casos el sistema político genera estabilidad y que las decisiones que se tomen ayuden verdaderamente a la ciudadanía.

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