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MUNDO

El alto al fuego entre Hamas e Israel, un desafío para la nueva administración de Trump

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

El anuncio del alto al fuego entre Hamas e Israel, logrado la semana pasada, es más que una pausa temporal en uno de los conflictos más antiguos y dolorosos del Medio Oriente. Este acuerdo, aunque frágil, plantea interrogantes cruciales para la nueva administración de Donald Trump, quien regresa a la Casa Blanca en medio de un contexto geopolítico radicalmente diferente al que dejó en 2021.

El conflicto entre israelíes y palestinos ha sido una constante en la política exterior de Estados Unidos, y con el alto al fuego reciente, Trump se enfrenta a una serie de dilemas diplomáticos que podrían definir su enfoque hacia la región en los próximos años.

Trump ha sido históricamente un presidente que no ha tenido miedo de tomar decisiones radicales, como lo demuestra el traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, que solidificó su relación con Israel pero provocó fuertes críticas de la comunidad internacional. Bajo su administración, la postura estadounidense hacia el conflicto israelí-palestino fue clara y unidimensional: apoyo incondicional a Israel. Sin embargo, el regreso de Trump a la presidencia se da en un momento de mayor complejidad.

Los acuerdos de normalización de relaciones entre varios países árabes e Israel, como los Acuerdos de Abraham, reconfiguraron la dinámica en la región, mientras que la creciente influencia de actores no occidentales, como Irán y China, hace que Estados Unidos tenga que recalibrar su política.

El alto al fuego, aunque bien recibido en muchos sectores, no significa una solución definitiva ni un fin a la violencia en Gaza. La administración de Trump, si desea continuar con su postura de «América Primero», se verá forzada a tomar decisiones que no solo afectarán la estabilidad de la región, sino que también influirán en la percepción global de su capacidad para manejar conflictos internacionales.

Una de las primeras tareas de Trump será definir su postura sobre el alto al fuego en sí. Durante su primer mandato, fue un firme defensor de las políticas de seguridad de Israel, apoyando al gobierno de Benjamin Netanyahu en sus esfuerzos por garantizar la seguridad del país frente a los ataques de Hamas. El regreso de Trump podría fortalecer aún más esta relación, dado que, en su campaña electoral, ha continuado presentándose como un aliado cercano de Israel.

Sin embargo, el panorama geopolítico actual exige que el presidente considere los costos de una política exterior unilaterista en la que Estados Unidos se vea alineado con Israel sin considerar las preocupaciones de los países árabes moderados, cuyos intereses podrían verse amenazados por una postura estadounidense demasiado inclinada hacia Tel Aviv.

De esta mamera, el desafío de la nueva administración de Trump será equilibrar su apoyo a Israel con el manejo de las relaciones con otros actores clave, como Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Estos países, que han buscado la normalización de relaciones con Israel a través de los Acuerdos de Abraham, han sido fundamentalmente pragmáticos, buscando estabilidad y progreso económico en la región. Trump deberá decidir si sigue promoviendo un enfoque de «paz a través de la fuerza», en el que Estados Unidos refuerza su apoyo a Israel, o si opta por un enfoque más diplomático, en el que se trate de involucrar a otros actores regionales en la solución del conflicto, reconociendo sus intereses y preocupaciones.

En este contexto, otro aspecto importante será el papel de Estados Unidos en la reconstrucción de Gaza. Con la devastación que ha sufrido la franja, la presión para que la comunidad internacional intervenga de manera significativa en su reconstrucción es fuerte.

Trump, conocido por su estilo de liderazgo que prioriza los intereses económicos, podría ver esta situación como una oportunidad para incentivar acuerdos comerciales con países de la región o incluso con empresas privadas estadounidenses, al mismo tiempo que da la imagen de un líder dispuesto a contribuir a la estabilidad. No obstante, cualquier acción en este sentido requerirá una cuidadosa calibración para evitar la percepción de que Estados Unidos está involucrado en una «reconstrucción selectiva» que favorezca a uno de los bandos sin tener en cuenta las necesidades humanitarias de la población palestina en su conjunto.

Por otro lado, la nueva administración de Trump tendrá que lidiar con las expectativas internas y externas en relación con el proceso de paz en el Medio Oriente. A nivel interno, el gobierno de Trump enfrentará presiones tanto de la comunidad judía estadounidense como de los grupos progresistas que abogan por una postura más crítica hacia las políticas de Israel. El hecho de que la administración Biden, a pesar de sus diferencias con Trump, ha mantenido un enfoque relativamente equilibrado sobre la cuestión palestina, poniendo énfasis en la diplomacia, plantea un desafío para Trump, quien podría verse tentado a seguir una ruta más radical que polarice aún más la política interna estadounidense.

Internacionalmente, la nueva administración deberá gestionar sus relaciones con aliados tradicionales, como la Unión Europea, que históricamente ha abogado por una solución de dos Estados en el conflicto israelí-palestino. A diferencia de la era Trump, la UE ha adoptado un enfoque mucho más enfático sobre los derechos humanos, lo que podría generar fricciones si Estados Unidos adopta una postura más favorable a Israel sin considerar el sufrimiento de los palestinos.

Las relaciones con otros actores internacionales, como Rusia e Irán, también podrían verse afectadas. Irán, un firme aliado de Hamas y otros grupos militantes en la región del Medio Oriente, continuará viendo con desconfianza cualquier movimiento de Estados Unidos que favorezca abiertamente a Israel, lo que podría exacerbar aún más las tensiones en Siria y otras áreas donde los intereses de Irán y los de Occidente se cruzan.

El alto al fuego ha abierto una ventana de oportunidad para que la administración Trump actúe, pero también la ha dejado llena de retos. ¿Seguirá el presidente un camino de confrontación, reforzando su apoyo a Israel a expensas de otras relaciones diplomáticas? ¿O adoptará un enfoque más pragmático, intentando mediar en la compleja red de intereses que definen el conflicto y la estabilidad en la región? A medida que el alto al fuego entre Hamás e Israel se convierte en una oportunidad para la paz, la respuesta de Trump definirá en gran medida el legado de su regreso a la presidencia y la posición de Estados Unidos en el futuro del Medio Oriente.

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CARTÓN POLÍTICO

Destapa la hipocresía

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MUNDO

La personalidad de Donald Trump

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Donald Trump, con Tony Schwartz, escribieron el libro “El arte de la negociación”. De la edición del 26 de octubre de 2019 de Epublibre provienen estas frases entresacadas del texto para ilustrar con quién está lidiando el mundo.

“No lo hago por dinero. Tengo mucho dinero; más del que necesitará jamás. Lo hago ‘por amor al arte’. La negociación yo la entiendo como un arte. Que otros pinten magníficas telas o escriban poesías maravillosas. A mí me gusta hacer negocios, preferiblemente grandes negocios. Esa es mi vocación”.

Trump, el empresario, se ganó su reputación en Estados Unidos de Norteamérica por sus millonarios negocios inmobiliarios. “En contra de lo que muchos creen, no me gusta salir en periódicos; no soy partidario de hablar de mi vida privada. Sin embargo, tener una cobertura en los medios de información puede ser muy útil en los negocios”.

“Cuando concedo entrevistas procuro ser muy breve. Me protejo a mí mismo procurando permanecer flexible. Nunca me ato a un solo planteamiento; en mis malabarismos mantengo muchas bolas en el aire al mismo tiempo, porque muchos negocios fracasan, por muy prometedores que hayan parecido al principio.

“Lo peor que puede pasarle a uno en un negocio es tener una necesidad desesperada de hacerlo. Lo mejor es negociar desde una posición de fuerza, porque la posición más fuerte es la que encierra una ventaja. En los negocios, la ventaja se define como ‘tener algo que el otro quiere’, o que necesita; o, mejor aún, que no puede pasar sin lo que uno tiene. Muchas veces la ventaja demanda imaginación y labia vendedora; dicho de otra manera: hemos de convencer a nuestro oponente de que su propio interés está en cerrar el trato.

“La clave última de mi estilo promocional es la osadía. Juego con las fantasías de la gente. Muchos, aunque no sepan pensar a lo grande, sí que pueden emocionarse con las grandes ideas de otros. Por eso nunca está de más un poco de hipérbole. A la gente le gusta creer que tal o cual cosa es la más grande, la más atrevida o la más espectacular. Exagerar no es mentir; es decir, la exageración en su variedad inocente, que es, además, una forma de promoción muy eficaz.

“Aunque siempre conviene destacar lo positivo, en ocasiones la única opción es el enfrentamiento. Mi carácter es muy llevadero, me porto bien con los que se portan bien conmigo. Pero si alguien me trata mal o injustamente o pretende aprovecharse de mí, entonces peleo con la máxima dureza; no recomiendo ese género de reacción a todo el mundo, pero –según mi experiencia- cuando uno lucha por lo que cree, las cosas siempre terminan por arreglarse para bien (aunque en el camino se pierdan algunos que consideraba amigos)”.

“No se puede engañar a todo el mundo, todo el tiempo. Se puede crear expectación, montar una promoción estupenda y conseguir que los medios publiquen sus declaraciones (que usted no habrá de sazonar con una buena dosis de hipérbole; pero, al final, debe servir la ‘mercancía’ o la gente se sentirá engañada)”.

“Jimmy Carter poseía el atrevimiento, la osadía y los tamaños para osar lo extraordinario. Esa cualidad, por encima de todas las demás, le ayudó a llegar hasta la presidencia; pero luego, como es natural, el pueblo no tardó en darse cuenta de que Carter no estaba capacitado para la primera magistratura del país y por eso fue derrotado por amplia mayoría y perdió la reelección”.

“Ronald Reagan era un actor tan hábil y tan eficaz que supo conquistar por completo al pueblo estadounidense. Luego de terminar su presidencia, la gente se preguntó qué había detrás de su sempiterna sonrisa. La vida es muy frágil y eso no puede remediarlo ni el éxito; si acaso la hace más frágil, todavía”.

“Todo puede cambiar sin previo aviso y por eso procuro no tomarme demasiado en serio nada de lo ocurrido a la fecha. El dinero nunca ha representado un móvil muy importante para mí…a no ser como estímulo. La verdadera emoción consiste en jugar la partida. No pierdo el tiempo en meditar si debería haber obrado de tal o cual forma o sobre lo que pasará después. Por eso respondo que me divierto mucho con lo que hago”.

“En el vecindario fui una especie de caudillo…como sigue ocurriendo actualmente. Concitaba adhesiones incondicionales o antipatías similares. Era muy apreciado en nuestra pandilla, de la que tendía a ser el jefe; en la adolescencia fui muy bullicioso; por algún motivo me gustaba crear agitación y poner a prueba a los demás. Arrojaba bolsas llenas de agua al patio y bombas fétidas en el salón; armaba grandes follones en las fiestas del colegio. No por malicia, sino por mi agresividad, la que aprendí a canalizar cuando mi padre me inscribió en la Escuela Militar de Nueva York”.

“A veces, para hacerse de un negocio, no hay más remedio que denigrar a los rivales”.

Saque usted sus conclusiones sobre la personalidad y manera de actuar del actual presidente de los Estados Unidos de Norteamérica y cambie negocios por política, para que cuadre la radiografía.

 

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MUNDO

Carteles terroristas

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

A la señora presidente Claudia Sheinbaum no le agrada que el gobierno de Estados Unidos determine que los carteles criminales sean catalogados como terroristas. Al parecer a la opinión pública tampoco, pues según encuesta publicada en El Financiero el 6 de febrero, el 68% de los mexicanos ven mal y muy mal que el gobierno norteamericano los clasifique como tales.

Ambas cosas le han importado un rábano al presidente Donald Trump, que los considera una amenaza a la seguridad nacional de su país y los ha declarado formalmente como terroristas. Igual paso dio el gobierno canadiense que incluso creó la figura del Zar anti-fentanilo.

El rechazo del gobierno mexicano a tal manifestación no puede ni debe desvincularse de la grave acusación lanzada desde la Casa Blanca dentro del texto que anunció la imposición de aranceles en la que, textualmente, acusó al gobierno de México de tener alianzas con organizaciones criminales. Tal afirmación fue y ha sido soslayada por la presidente Sheinbaum que respondió, diciendo que la alianza existía con los vendedores de armas en EU a los grupos criminales, y que en el combate a los carteles debieran empezar por su propio territorio.

Esto último en correspondencia a los actos de la fiscal general, Pam Bondi, que ha emitido un memorándum titulado “Total Elimination of Cartels and Transnational Criminal Organizations” que busca eliminar las trabas burocráticas para facilitar la investigación y persecución de organizaciones criminales utilizando la legislación más potente con que cuente el sistema judicial. Es decir, no quitan ni quitarán el dedo del renglón y van en serio contra ellos y sus aliados tanto gubernamentales como empresariales.

Este memorándum se inscribe en la estrategia que ha delineado Donald Trump desde su campaña y que ha venido cumpliendo con sus órdenes ejecutivas. Dicha estrategia engloba acciones tales como: reforzar la patrulla fronteriza y restaurar políticas migratorias estrictas; bloqueo de rutas marítimas de transporte e intercepción de embarcaciones sospechosas en aguas internacionales; despliegue de fuerzas especiales en operaciones directas; bloqueo del acceso al sistema bancario internacional; exigir colaboración de países vecinos para combatir la corrupción y sancionar a funcionarios que colaboren con carteles, entre otras más que incluyen modificar su legislación para incluso imponer la pena capital a los capos y colaboradores.

El gobierno mexicano debe entender que esto dejó de ser un discurso de campaña y que se trata de una política de especial interés para el gobierno norteamericano y dejar de lado medidas cosméticas para hacer como que se coopera y como que se cumplen los compromisos.

Claudia Sheinbaum había sido cauta y prudente en sus declaraciones, sin apartarse del discurso de colaboración no subordinación, más defensa de la soberanía e integridad del territorio nacional. Consiguió una prórroga de un mes para evitar la fijación de aranceles, pero a cambio ha recibido algunas advertencias que no debiera desestimar. La presencia de embarcaciones militares frente a las costas mexicanas y el sobrevuelo de aviones espías confirman que, de no ser satisfactoria la respuesta a las demandas norteñas, ellos están en posibilidades y disposición para intervenir directamente.

Algo tendrá que hacer además de incrementar la detención de peces menores de la estructura criminal, el decomiso de armas y fentanilo y el envío de tropas a la frontera. La operación Enjambre en el Estado de México y Chiapas, se antojan insuficientes para responder a tan serio cuestionamiento contenido en el anuncio arancelario. Especialmente, cuando todo un estado, Sinaloa, tiene cinco meses siendo rehén de grupos criminales, cuando en Chiapas sigue el dominio territorial de otros más y en Tabasco se hace evidente que no hay control; ni cesan tampoco las denuncias en Michoacán, Jalisco y otros estados por la extorsión a productores y comerciantes.

Existen además señalamientos puntuales sobre gobernadores en funciones y gobernantes anteriores acerca de sus acercamientos con organizaciones criminales. Los ojos de la inteligencia norteamericana tienen tiempo atentos al desenvolvimiento político de nuestro país. La extensa frontera compartida hace que la estabilidad en la misma se vuelva una prioridad para la seguridad nacional estadounidense.

Por el rumbo que está tomando el dialogo entre las dos naciones, es previsible que la revisión del Tratado de Libre Comercio, cuya fecha ya han solicitado que se adelante, tenga más ingrediente político y de seguridad que de requerimientos comerciales, que siempre serán, como se vislumbra, solo instrumentos para negociar otras condiciones.

A juicio de nuestros vecinos pesan más los muertos por fentanilo, la desestabilización que significa la presencia y el avance de las organizaciones criminales y el debilitamiento del estado de derecho que el déficit comercial. Sin olvidar que quieren cerrar el continente a la presencia china. Como se ve, son diferentes prioridades y la nuestra debiera ser sobrevivir económicamente y ganar la paz, no elecciones. El costo de las omisiones y diferencias estará por verse.

 

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