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JALISCO

Futuro y Hagamos se suman a Morena: Alianzas en Jalisco, ¿transformación o simulación?

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

En la Asamblea del partido HAGAMOS, que se llevó a cabo este sábado pasado, con la deliberación y pompa que caracteriza a estos cónclaves políticos, ahí, los asambleístas obedecieron la indicación de sus respectivos patrones políticos universitarios y han aprobado la celebración de coaliciones con actores que conforman un abanico ideológico en la política nacional. Morena, el Partido del Trabajo, Futuro y el Partido Verde Ecologista de México, en un intento de sinergia, unen sus caminos para enfrentar el proceso electoral 2023-2024.

¿Estarán conscientes que con ello se alejan cada vez más de una posibilidad real de figurar y solo seguirán aplanando calles promocionando a otros?

Ernesto Gutiérrez Guízar, al frente del estrado, se desborda en agradecimientos y proclamas. Habla de una «nueva generación política», de nuevos códigos, de imprimir en el lienzo social las causas que, según su discurso, son las nuevas banderas de lucha. Llama al apoyo de Claudia Sheinbaum en tiempos federales y clama por una oposición a Movimiento Ciudadano, el cual, en sus palabras, representa un pasado de indolencia y de desatención a las problemáticas más punzantes de la sociedad jalisciense.

Valeria Ávila Gutiérrez, vicepresidenta de HAGAMOS, también toma la palabra para marcar el momento histórico y la necesidad de unir las izquierdas contra un poder que, a su juicio, se ha vuelto monolítico y autoritario. No obstante, aquí emerge la disonancia, la crítica que flota sobre estas coaliciones: la misma Valeria que cuestiona el secuestro legislativo y la trastocación institucional, celebra una alianza con el partido que actualmente detenta el poder federal, un poder acusado precisamente de esos mismos vicios.

Los discursos se suceden, y la Asamblea se convierte en un teatro de declaraciones y promesas. Se habla de una “ruta colectiva para cambiar la realidad que vive Jalisco”.

La actuación del sábado era solo un mero trámite de la dirigencia de HAGAMOS para cubrir el acuerdo que, desde el día anterior había firmado el mismo Ernesto Gutiérrez en San Luis Potosí, con Claudia Sheinbaum y Mario Delgado, en un acto donde se invoca la unidad y la lucha contra el retorno de los gobiernos corruptos, en palabras de Claudia Sheinbaum.

Ese mismo viernes, Mario Delgado, dirigente de MORENA a nivel nacional, no escatima en confianza al asegurar buenos resultados basados en un historial de triunfos electorales. La coalición, en su óptica, es una maquinaria de victoria. Sin embargo, en esa confianza, en ese asegurar el futuro, ¿dónde queda el espacio para la autocrítica y la reflexión sobre las demandas ciudadanas?

KUMAMOTO ASEGURA SU FUTURO

Las palabras retumban con la fuerza de un eco que se pierde en la lejanía: “No venimos a jugar su juego, venimos a cambiar el juego”. Esas fueron las palabras de Pedro Kumamoto en sus inicios, un aire fresco en la política jalisciense, un desafío a las estructuras tradicionales desde la trinchera de la independencia. Pero el viento cambia, y con él, las velas de la nave Kumamoto han girado en una dirección inesperada, o quizás previsible, dependiendo de la lente crítica con la que se observe.

Era 2015, y su camino a la diputación local por el Distrito X de Jalisco llevaba la bandera de la independencia política. “Los muros sí se caen”, aseguraba, en un esfuerzo por demostrar que las barreras entre la política y la ciudadanía podían derribarse. En un momento en que la crítica a Morena y su proceso interno representaba para él un ejemplo de simulación política, su voz parecía representar una nueva esperanza, un faro de integridad.

Sin embargo, el paso del tiempo a menudo transforma incluso los ríos más rebeldes. En un giro inesperado, Pedro Kumamoto, quien una vez fue férreo crítico de Morena y sus aliados, anunció este sábado pasado, una coalición que para muchos representaría un pacto con los mismos demonios que prometió combatir. En un escenario político donde las alianzas pueden ser tan volubles como las nubes, la declaración de Kumamoto de construir un proyecto de cambio con aquellos a quienes una vez criticó ha levantado tanto cejas como preguntas.

Las promesas de una política renovada y de combatir los “gobiernos naranjas” que tanto criticó se mantienen en su discurso. Las intenciones, aparentemente nobles, invocan reformas por los derechos de las personas, el derecho a decidir, la vivienda, el agua y las víctimas.

Sin embargo, no se puede ignorar el aroma de ironía que impregna el ambiente. Los mismos partidos que una vez demolieron la Ley Sin Voto No Hay Dinero, una propuesta bandera de Futuro y de Kumamoto, hoy son sus compañeros de lucha. La política, esa rueda caprichosa, gira y gira, y lo que ayer era resistencia, hoy se presenta como alianza.

La figura de Claudia Sheinbaum, mencionada en su discurso, parece ser más un guiño a la negociación política que un eco de sus principios. Kumamoto, quien en su momento forjó su camino aparte del sistema de partidos, ahora parece navegar en sus turbulentas aguas.

La historia política de Pedro Kumamoto Aguilar es, en esencia, un relato sobre la transformación y la adaptabilidad.

REACCIÓN VISCERAL

Pablo Lemus, estandarte de MC y precandidato a gobernador, es presa de una reacción visceral ante el anuncio de la alianza de FUTURO con Morena y otros partidos. En un acto que podría calificarse de errático, Lemus le concede reflectores a Pedro Kumamoto, dándole así un involuntario ascenso en la contienda. Esta jugada estratégica, más impulsiva que calculada, revela una fisura en la armadura de MC, mostrando a sus rivales un flanco vulnerable.

El alcalde de Zapopan, Juan José Frangie, y el propio Lemus, arremeten contra esta maniobra política de Kumamoto, sugiriendo que el regidor de Zapopan ha abandonado sus ideales por su alianza con lo que Lemus llama «lo peor de la clase política de Jalisco», este señalamiento resuena en el ambiente político, y aunque pueda ser visto como una defensa de los principios, también podría interpretarse como el miedo a perder el poder.

Curiosamente, mientras Lemus y Frangie levantan la voz, un silencio ensordecedor rodea a los demás miembros de MC. El apoyo a Lemus en redes sociales viene de sus grupos empresariales, pero, figuras como Manuel Romo, Clemente Castañeda, Verónica Delgadillo entre otros, mantienen una distancia prudente del conflicto, tal vez esperando ver cómo se desenvuelven los acontecimientos antes de comprometer su capital político.

Este silencio, este alejamiento de los aliados tradicionales, es un eco que resuena más fuerte que cualquier proclama. El hecho de que figuras prominentes cercanas al gobernador Enrique Alfaro no se pronuncien abiertamente, deja espacio a la especulación y a la intriga, añadiendo una capa más de misterio a la ya compleja trama política de Jalisco.

Por lo pronto, los aplausos retumban en la sala, las promesas llenan el aire, y las firmas sellan alianzas. HAGAMOS y FUTURO junto con Morena, PT y PVEM, se adentran en el ring electoral, con la mira puesta en la gubernatura de Jalisco y más allá. Pero en este juego de coaliciones y estrategias, en esta danza de discursos y promesas, se cierne una pregunta ineludible: ¿Se trata de una verdadera transformación política o simplemente de una reconfiguración de poderes que, a fin de cuentas, perpetúa los mismos vicios y olvida las verdaderas necesidades de la ciudadanía?

En X @DEPACHECOS

 

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1 Comment

1 Comments

  1. Umbral160@homail.com

    6 de noviembre de 2023 at 12:58

    Dice AMLO algo que debe recordarse para dar respuesta a la pregunta que plantea Pacheco: el pueblo sabe de política , de economía. Lo que pasa es que ahora ya estamos hablando de política y, dadas las opciones que tenemos, dos proyectos de país, sociedad, economía distintos, no hay que quebrarse mucho la cabeza. Kumamoto y otros ya se dieron cuenta. Ahora solo hace falta que Pacheco haga lo propio. Y, así, nos ofrezca las Crónicas por venir. O….eres partidario de Alfaro, Lemus y demás cofradía,?

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JALISCO

Frivolidad política devastadora: Mientras arde la ciudad

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

El mundo se tambalea en un vértigo de titulares y caos. Cada día trae una nueva grieta: un ataque quirúrgico de Israel a Irán que tensa el tablero global, protestas en Estados Unidos que hierven con furia contra el ICE, y un gobernador de Florida que, con desconcertante naturalidad, justifica atropellar manifestantes como si hablara del clima. La realidad parece un guion distópico donde la sensatez es una reliquia y los extremos han reclamado el centro del escenario.

En medio de este desorden, el poder, lejos de ser un ancla, a menudo se convierte en un espectáculo: líderes que prefieren el brillo de las cámaras al peso de las decisiones, que confunden gobernar con posar.

En esa obsesión por la imagen, en esa danza de vanidades, resuena el eco de un gobernante que convirtió su administración en una obra de teatro, donde el aplauso importaba más que la estabilidad y el bienestar de su pueblo.

Ese gobernante no cargaba con responsabilidades, sino con un espejo en el que se contemplaba con fascinación. Mientras sus consejeros urgían reformas, él organizaba fiestas. Cuando las calles ardían, ensayaba canciones. Si las crisis lo alcanzaban, las maquillaba con destreza. Su habilidad para evadir la realidad era casi poética: transformaba cualquier incendio en un fondo perfecto para su retrato. No gobernaba: posaba.

Su entorno, por supuesto, aprendió a adaptarse. Los colaboradores se convertían en cortesanos y el pueblo, acostumbrado a la miseria de la rutina, empezó a convencerse de que tal vez la frivolidad también podía ser una forma de liderazgo. Al menos era vistosa. Al menos era constante. Al menos sonreía.

La ciudad, mientras tanto, se agrietaba. Las calles eran menos seguras, los servicios más ineficientes, el ánimo más crispado. Pero todo eso quedaba fuera del encuadre. Porque el verdadero país era el que se veía en sus retratos: moderno, brillante, alegre, superficial. Un país de fachada.

El personaje en cuestión tenía un talento muy particular: sabía producir momentos. No políticas, no resultados, no estrategias. Momentos. Instantáneos momentos cuidadosamente orquestados donde él era siempre el centro, el héroe, el mesías. Lo mismo aparecía abrazando a un anciano que bailando en una plaza pública, rodeado de luces y cámaras.

Era adorado por su carisma, celebrado por su estilo, temido por su egocentrismo. Su capacidad para desviar la atención era absoluta. Nadie podía mirar a otro lado cuando él estaba presente, aunque nada relevante estuviera ocurriendo. Y es que, en el fondo, él no quería cambiar el mundo. Quería que el mundo lo aplaudiera.

Pero el culto a la imagen tiene una condena inevitable: necesita crecer, siempre. Cada selfie debe superar a la anterior. Cada evento debe ser más estridente. Cada sonrisa más amplia. Es un ciclo adictivo, y también profundamente frágil. Porque cuando la realidad irrumpe —cuando el fuego ya no puede disimularse con luces de neón—, el telón se cae y deja al descubierto lo que siempre estuvo ahí: la incompetencia, la vanidad, el vacío.

Hubo un día —el más recordado de su administración — en que las llamas consumieron la ciudad. Las teorías abundaron: que fue un accidente, que fue un castigo divino, que fueron sus enemigos. Pero todos sabían, en el fondo, que el incendio no era nuevo. Que la ciudad llevaba años ardiendo lentamente, bajo el disfraz de la fiesta. Y que él, en lugar de apagarlo, bailó.

Y no metafóricamente: bailó, cantó, recitó. Mientras miles lo perdían todo, él organizó concursos de poesía. Mientras las estructuras colapsaban, él afinaba su lira. Mientras su pueblo gritaba, él ensayaba su mejor nota. No por maldad, sino por indiferencia. No por crueldad, sino por vanidad.

Y así terminó: solo, odiado, desfigurado por la historia. No por sus políticas, que nadie recuerda. No por sus reformas, que nunca existieron. Sino por haber confundido el gobierno con una puesta en escena. Por haber creído que el poder es una extensión del ego y no un contrato con los otros.

A veces, cuando veo cómo algunos gobernantes actuales se obsesionan con el encuadre perfecto, con la pose milimétrica, con la marca personal por encima del bien público, pienso en él, en Nerón, aquel emperador romano. Pienso en su brillo momentáneo. En su frivolidad devastadora. En su capacidad para construir una burbuja de halagos mientras su pueblo caminaba entre cenizas.

Pienso en los que creen que gobernar es un acto de autopromoción permanente. En los que prefieren las luces del espectáculo al trabajo discreto. En los que huyen de las decisiones difíciles y se aferran al aplauso fácil. En quienes usan el poder como un espejo, y no como una herramienta de transformación.

Y es que no hay nada más frágil que un gobierno sostenido por la imagen: la popularidad es volátil, los reflectores se apagan, el público se cansa. Pero el daño queda. Como entonces, también hoy hay quienes olvidan que la historia no recuerda a los que mejor posaron, sino a los que, incluso entre las llamas, supieron sostener el rumbo.

Los pueblos no se salvan con coreografías ni con filtros, sino con compromisos reales, con la incómoda pero necesaria sobriedad de quienes entienden que el poder es servicio, no espectáculo. La historia nos lo advierte: el culto a la imagen es un castillo de naipes que se derrumba ante la primera ráfaga de realidad. Mientras los líderes se pierden en la búsqueda del aplauso efímero, las ciudades se agrietan, los puentes se quiebran y la confianza se desvanece.

La frivolidad puede llenar titulares, pero no construye futuros. Hoy, cuando el escenario global parece repetir los mismos errores —líderes obsesionados con la pose, discursos que maquillan crisis, promesas que se disuelven en el humo de la indiferencia—, el riesgo es el mismo: un líder solo, atrapado en su propio reflejo, rodeado de cenizas mientras su pueblo, agotado de espejismos, deja de aplaudir.

Pero la historia también nos ofrece una elección: apostar por quienes, aun en medio de las llamas, eligen el trabajo silencioso, las soluciones incómodas, el liderazgo que no busca reflectores, sino resultados. Solo así, con la claridad de quienes ven el poder como un deber y no como un escenario, los pueblos pueden reconstruirse, no sobre los escombros del espectáculo, sino sobre la solidez de la responsabilidad.

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JALISCO

Indecorosas para una gran metrópoli: No están a la altura, urge dignificar las entradas y salidas de Guadalajara

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Opinión, por Pedro Vargas Ávalos //

En todo México y aún en el mundo, la Perla Tapatía, nuestra hermosísima Guadalajara, es reconocida como genuina representativa de la mexicanidad, no la indígena, que es legataria de la grandiosa historia precortesiana nacional, sino de la que nació tras tres siglos de coloniaje, cuando surgió nuestro país como nación independiente.

Recordemos que la urbe jalisciense, antes que alguna localidad de la actual república, tuvo un gobierno nacional (instituido por el padre de la patria, Miguel Hidalgo y Costilla, cuando el movimiento insurgente adoptó como sede a nuestra Atenas de Occidente, entre noviembre y enero de 1810-811) y que, además, pregonó la independencia (13 de junio de 1821) primero que cualesquiera poblaciones de México, incluida la capital del país, la cual lo hizo hasta el 27 de septiembre de 1821. Finalmente, mencionaremos que fue cuna del federalismo y con ello de la República Federal.

Pues bien, a la fecha Guadalajara continúa preservando muchos elementos de los que la llevaron a ser considerada la más hermosa ciudad mexicana. Una vez, en 1981, estando de visita el licenciado Humberto Lira Mora, destacado político nativo del Estado de México, luego de un paseo por el centro histórico, expresó emocionado: “De verdad, Guadalajara es una ciudad para presumir a México”. A ello agreguemos que el notable filósofo José Vasconcelos, en sus memorias, varias veces elogia a Jalisco y su capital, reiterando que era la sede de la aristocracia étnica mexicana.

En su toma de posesión como primera presidenta municipal de nuestra Perla de Occidente, la alcaldesa Verónica Delgadillo, declaró: “Que se oiga claro y fuerte: Guadalajara será un faro de esperanza para todo México. Desde esta tierra, se defiende y se engrandece a nuestro país. Desde aquí, desde el corazón de Jalisco, vamos a cuidar a nuestras tapatías y tapatíos, vamos a seguir transformando México.”

Lo anterior, con palabras emotivas, realza el ánimo de todos los que residimos en esta metrópoli del valle de Atemajac, fundada por cuarta ocasión el 14 de febrero de 1542. Sin embargo, la terca realidad se empeña en obstruir lo que expresó la mandamás tapatía.

Al respecto podemos aludir a un reciente viaje que hicimos al espectacular Puerto Vallarta, la alhaja jalisciense del Pacífico, a donde acudimos para cuestiones culturales, y atraídos por conocer la supuesta flamante vía corta que apenas -según publicaciones oficiales- se concluyó el 28 de diciembre — Día de los inocentes— pasado.

“El último tramo, que conecta Bucerías con el Aeropuerto Internacional de Puerto Vallarta, se inauguró a finales de 2024, después de 13 años de construcción. Esta vía corta reduce significativamente el tiempo de viaje entre Guadalajara y Puerto Vallarta, de aproximadamente 5 horas a cerca de 2 horas y media”.

Sobre esa información, diremos que tiene varias imprecisiones, pues el entronque con la ciudad porteña no está terminado y se debe hacer circo para llegar a un domicilio en la ciudad turística. Por otra parte, el costo de la caseta final de la autopista es de $483.00 -cuatrocientos ochenta y tres pesos- es decir, casi nueve pesos por kilómetro recorrido en este tramo. Esto es un verdadero atropello, el cual hará que no se utilice por los automovilistas.

De regreso a nuestra querida Perla Tapatía, como a las 17.00 horas, nos encontramos con tal saturación de tráfico a partir de La Venta del Astillero (Zapopan) y hasta el centro guadalajarense, que requerimos alrededor de ¡tres horas! Esto hace que cada viajero, se exaspere y con ello incurra en movimientos que ocasionan tremendos problemas viales. Y claro, recordatorios maternos para las autoridades.

Al día siguiente hubo necesidad de ir a un punto cercano a Santa Ana Tepetitlán, en las cercanías del Periférico Sur. El único camino es la avenida Adolfo López Mateos, y esta tiene tal saturación vial, que solo con la paciencia de Job se puede tolerar su recorrido. Mientras esto sucedía, meditamos en los problemas que tiene la comunicación de la ciudad tapatía al aeropuerto y a Chapala con sus colindancias, de encantadora atracción turística. Y regresaron las expresiones poco encomiables hacia los gobernantes.

Ahora bien, el traslado del aeropuerto (Libertador Miguel Hidalgo, nombre que nadie usa ya, ni tan siquiera el mismo edificio de la terminal aérea) es toda una calamidad: hay ocasiones en que para abordar un taxi —por cierto bastante caro— se dura más de una hora; pero eso sí, no se puede pedir un vehículo de alguna compañía del ramo, porque es un monopolio de los taxis del aeródromo; esto a ciencia y paciencia de las mandos federales, los cuales suelen multar con enormes sumas al conductor que se atreva a dar sus servicios. Y eso que la Constitución prohíbe los monopolios.

Para los que vivimos en la urbe, otro problema es el de la nomenclatura, la cual siempre ha sido relegada por los ayuntamientos. La solución, al alcance de la mano, la deberían tomar nuestros funcionarios municipales, tan sencillo como exigir que todo comerciante o usuario de alguna licencia, imprima junto a su razón social, el nombre de la calle en que se ubica.

Y en cuanto a las esquinas donde no hay giros que lleven a cabo aquella encomienda, se subsidie a los propietarios para que instalen las placas correspondientes, que luego se les reintegrará lo invertido.

Aquí también puede acudirse a las empresas que suelen anunciarse, para que pongan los señalamientos de calles, a cambio de difundir sus productos -recurso que hace años se utilizó, pero luego se dejó al margen- lo cual es benéfico para todos.

Y ya que hablamos de calles, recordemos que estas no son propiedad de los dueños de fincas allí ubicadas, los cuales broncamente se apropian de ellas para evitar que algún ciudadano se estacione, y con toscos instrumentos, se reservan sus espacios para provecho propio, lo cual es reprobable y hasta punible. Pero tal parece que los inspectores del municipio, o los que dirigen tránsito, no les interesa poner orden al respecto.

Retornando a los ingresos-salida de la Perla Tapatía, son, lo menos que podemos decir, indecentes para el nivel de la gran metrópoli que es. El gobierno de Jalisco, y hasta el de ámbito federal, deberían sumarse a la cruzada de dignificar esas vías de comunicación carretera. Y esa regeneración debe incluir la adecuación de construcciones a lo largo de tales accesos, pues en algunas partes, hasta los ojos duelen de ver lo pésimo de sus edificaciones.

Hay que tener presente que la arquitectura es de gran importancia, y cuando al menos el Centro Histórico, y las colonias del poniente, son de excelente característica, por lo que los inmuebles de los ingresos-salidas de Guadalajara deben estar a la altura del respetable perfil urbanístico de la ciudad.

Hace unos días, nos informamos que “en un encuentro sin precedentes con directivos de medios y líderes de opinión, la alcaldesa de Guadalajara, Verónica Delgadillo, ofreció un vistazo crudo a los desafíos que enfrenta su administración, particularmente la crisis hídrica y la precariedad financiera municipal.”

Eso está muy bien, pero luego presentó lo difícil del panorama de acuerdo con el magro presupuesto del municipio, ante los formidables desafíos que tiene para brindar buenos servicios. (Gabriel Ibarra Bourjac, Conciencia Pública). Al respecto, manifiesta el agudo periodista: “La alcaldesa puede impulsar alianzas público-privadas con incentivos fiscales y cabildeo con el Estado y la Federación, pero sin una reforma fiscal local que amplíe la base tributaria o modernice el catastro, estas medidas podrían quedar en promesas.” Lo cual es muy cierto.

El reto ahí está. Muchos son los aspectos que hay que corregir, pero precisamente la categoría de buen político se demuestra ante los problemas. Y en este tiempo de mujeres, la alcaldesa tapatía tiene la palabra para dar excelentes resultados, y así proseguir su carrera ascendente.

 

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JALISCO

Arranca el programa Visores en Zapopan

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Por Diego Morales Heredia //

Con la finalidad de que la ciudadanía tenga más facilidad para levantar reportes en temas de índole municipal como la recolección de basura, baches, alumbrado público, mobiliario urbano, grafiti, entre otras, el gobierno de Zapopan presentó el programa “Visores”, que consta de 20 personas en 10 vehículos que estarán circulando en cuatro sectores del municipio al servicio de los ciudadanos.

Contento con la presentación del programa, que espera posicione la ciudad como una de las mejores en México, Juan José Frangie, presidente municipal de Zapopan hizo un llamado a los habitantes del municipio a acercarse a las unidades, hacer sus reportes y juntos transformar la ciudad.

“Estoy orgulloso, sé que esto será un gran trabajo. Voy en la camioneta, todo el día ando en trayectos, viendo baches, banquetas, parezco lotería viendo los detalles. Pensando dije, si hubiera más gente que pudiera realizar este trabajo esto sería una maravilla. En campaña hablé con mi equipo, hay que lanzar este proyecto de Visores urbanos, la gente está contenta en las colonias, vamos a tener la ciudad más bonita”.

A un año de la inauguración del Mundial 2026 a realizarse en la ciudad, el alcalde zapopano espera que este programa sirva para tener a Zapopan como una ciudad ejemplar para recibir a los cientos de turistas y amantes del futbol.

“Hay muchas cosas por mejorar, todo si lo solucionamos tendremos un Zapopan bellísimo, que nos va a diferenciar en toda la república mexicana, hoy con miras al mundial nos va a caer como anillo al dedo para tener la ciudad impecable. Servicios Públicos ahora sí tendrá una alta demanda con todos los reportes, no tengo la menor duda que de cerca se trabaja mejor con los ciudadanos, eso es lo que estamos queriendo hacer”.

Agregó: “Cuando pensé este proyecto, me decían este loco qué trae, pero nos va a servir mucho. Muchas veces nos falta la cultura de la limpieza, de no tirar las cosas, prevenir todo, si sembramos un árbol después lo vemos seco, muchas veces no nos damos cuenta, pero los vecinos sí. Con esto llevaremos a Zapopan a otro nivel, es un proyecto que es el detalle del municipio, son las pequeñas cosas que nos harán grandes”.

En el mismo orden de ideas, Juan José Frangie espera que con la implementación de este programa mejores los indicadores de servicios públicos y se afiancen aquellos en donde están teniendo buenos resultados.

«Estarán en todas las colonias, vigilando, no tengo la menor duda que esto lo sacarán adelante. Los indicadores de servicios públicos, donde más estamos fallando, en aseo, mejoramiento urbano, pavimentos, estamos bien, pero nos falta y esperamos tener totalmente iluminado Zapopan, vamos a arrancar con todo el municipio prendido, con alta tecnología”.

Subrayó: “Estará muy ligado a cercanía ciudadana, los pueden parar y decir acabo de ver esto acá, los ciudadanos también pueden ser visores, les pedimos ayuda. Esto es una nueva modalidad, no lo tiene ningún municipio en la república mexicana, si hay que meter después 10 carros más lo haremos, por fin arrancamos con este proyecto. Queremos que esto sea para bien de todos los zapopanos”.

Por su parte, el director de Contacto Ciudadano, Vladimir Gerardo Rico Tostado, explicó el funcionamiento del programa Visores, que consta de 10 vehículos con dos personas cada uno, que recorrerán las calles y levantarán los reportes correspondientes por medio de las plataformas GuaZap y Zapopan 24/7 para dar seguimiento a su pronta solución.

Este programa de Visores Zapopan tiene el propósito principal de adelantarnos a generar las solicitudes de servicios, adelantarnos al ciudadano. Es decir, este equipo de las compañeras y compañeros de Visores estará, a través de estas unidades que recientemente se adquirieron, recorriendo todos los días el municipio de Zapopan para estar observando y generando estas solicitudes de servicios”.

También, Ana Isaura Amador Nieto, coordinadora general de Cercanía Ciudadana, exhortó a los zapopanos a que se acerquen a los Visores con sus peticiones, dudas y se haga una sinergia para solucionar las problemáticas del municipio.

“Buscamos ser anticipados, que no tengamos que estar esperando también un reporte para poder estar viendo qué es lo que hace falta, sobre todo en las vialidades principales o en aquellos lugares en donde normalmente transitamos, pero que a veces no nos damos cuenta, pero los pequeños detalles son los que importan”, puntualizó.

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