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OPINIÓN

Gran escritor, pésimo político: El controversial Vargas Llosa ingresaría a la Academia Francesa

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Opinión, por Pedro Vargas Avalos //

En ciertos grupos de intelectuales mexicanos, Mario Vargas Llosa es admirado y casi idolatrado. En Guadalajara ya van dos “Bienal de Novela” con su nombre que se celebran, dentro de la universidad oficial. Además, en la feria del libro que se organiza anualmente, suele ser un invitado excepcional (consentido, dicen sus examinadores) que, de acuerdo a su estilo de ser, hace gala de protagonismo, el cual le festejan sus seguidores, y desde luego los parciales de la dirigencia de la casa de estudios tapatía y el presidente de la ya célebre Feria Internacional del Libro (FIL).

Dos hechos recientes llaman poderosamente la atención sobre la personalidad de Vargas Llosa: a la FIL de este año, cuyo invitado especial fue Perú, vinieron como sesenta escritores andinos escogidos con los siguientes criterios técnicos: diversidad regional, diversidad multilingüística, diversidad de géneros literarios, diversidad temática, equidad de género, trayectoria y equidad generacional, y actualidad (publicaciones recientes). Asimismo, entre sus integrantes destacan siete ganadores del Premio Nacional de Literatura: Sheila Alvarado, María Ruiz Rosas, Lizardo Cruzado, Washington Córdova, Antonio Cillóniz, Selenco Vega y Victoria Guerrero (Perú 21, 24 nov.2021).

Pero a esa embajada inca, Vargas Llosa la calificó “lamentable” y que “no había escritores de verdad”. Estos por su parte, afirmaron que son mas simpatizadores de su paisano el escritor y etnólogo, José Ma. Arguedas (1911-1969), enaltecedor del indigenismo y la esencia de los peruanos, en tanto que Vargas Llosa es un exponente del eurocentrismo que segmenta a su país. Incluso, muchos peruanos dicen que quien más influye en ellos dentro de la narrativa y el cuento, es su paisano Julio Ramón Ribeyro, premio Juan Rulfo 1994 de la FIL.

El segundo caso que aludimos, es el referente al ingreso del ibero-peruano (pues es ciudadano español desde 1993) a la Academia Francesa de la Lengua, lo cual se aprobó el 25 de noviembre. El ya pertenecía a la similar peruana y a la Real Academia Española de la Lengua y por consiguiente, ahora será la tercera organización académico-lingüística a que ingrese. Y conste, que es contra el Reglamento que señala como requisito tener un máximo de 75 años de edad y haber escrito obras en el idioma galo, lo cual no cumple el nuevo académico. Pero para las leyes las muelles, decimos en México.

Varios escritores francos se han opuesto al ingreso del español-peruano. Dicen que eso es como abrir la caja de Pandora. Los firmantes son el profesor universitario César Itier, la directora de investigaciones del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo (IRD) Evelyne Mesclier, la profesora de la Universidad de París, Valérie Robin Azevedo, la investigadora Sylvie Taussig y el antropólogo Pablo del Valle. Ellos finalmente, consideran que incluir al peruano en la Academia “mancilla la imagen de Francia en América Latina, donde sus posturas extremistas son bien conocidas y suscitan un fuerte rechazo”. Además, fungir entre los defensores de la lengua “amenaza con legitimar posturas que pisotean los valores de la democracia a los que Francia quiere asociarse, como la libertad de expresión, la aceptación de resultados de sufragios y el derecho a defender causas sin arriesgarse a perder la vida”, agregan. Veamos, para entender esta postura, una especie de biografía de Vargas Llosa.

Este personaje de las letras, es oriundo de Perú (Arequipa), donde nació en 1936, en razón de lo que es casi nonagenario. Una de sus pasiones es pasear por todo el mundo, donde su obra es estudiada (Cátedra Vargas Llosa, del Instituto Cervantes), pero al mismo tiempo derrocha apoyos a los políticos de la derecha. Esto después de que en su juventud asumió el izquierdismo y entre sus admirados intelectuales, quizás el número uno fue el gran filósofo Jean Paul Sartre (1905-1980), filósofo francés representante del existencialismo, quien sostenía que los pensadores deben realizar un papel vigoroso en la humanidad: él mismo fue un activo militante, respaldando invariablemente las causas representativas de izquierda.

Vargas Llosa, lo admiraba tanto que en su patria se le conocía como el “sartrecillo valiente” en alusión al leído cuento (El Sastrecillo Valiente) de los hermanos alemanes Jacob y Guillermo Grimm. Pero por los años sesenta, cuando Sartre dio muestras de que sus ideas eran catalogadas como marxistas, el inca-hispano, desertó de tales filas: Sartre decía que en África la revolución venía primero, y después la literatura; y proclamaba que “ante un niño que muere, la náusea no es suficiente”; ante esas ideas, dijo Vargas Llosa: “Me sentí traicionado”. Y emigró al otro lado de los ideales de su defenestrado mentor, es decir, se afilió a la derecha.

A la par le salieron ansias de dirigente: Perú atravesaba a fines de la década de los ochenta por aprietos socioeconómicos y de gobernanza, lo cual motivó la fundación de un Frente Democrático (Fredemo); el escritor que nos ocupa, ya tenía notoriedad y criticaba acerbamente al mandatario Alan García, tachándolo de populista. En 1987 forjó un organismo llamado “movimiento Libertad” que, fundido en el Fredemo, logró le apoyaran como candidato presidencial. De esa forma, concurrió a las urnas el año de 1990 en contra del “chino” Alberto Fujimori, quien lo derrotó. Su partido se disolvió tras ese traspié; él viajó (como ya lo había hecho antes) y confiesa: en Francia «Allí descubrí Perú”. Desde entonces cada día se exacerbó en sus principios derechistas.

Vargas Llosa consiguió muchos lauros como escritor, destacando ‘La ciudad y los perros’ (1962), «Conversación en la Catedral» (1969), ‘La tía Julia y el escribidor’ (1977), ‘La guerra del fin del mundo’ (1981), ‘La fiesta del Chivo’ (2000), ‘Travesuras de la niña mala’ (2006) o ‘El pez en el agua’ (1993). Esa trayectoria lo convirtió en el undécimo autor en lengua española y el sexto latinoamericano en obtener el prestigioso premio Nobel de literatura el año de 2010. En este año de 2021, entre otros reconocimientos está el que le hicieran en su tierra (Perú) los enemigos del nuevo presidente Pedro Castillo. A éste lo descalifica peyorativamente: “Es un profesor de segundo de primaria, no tiene ideas, no sabe dónde está parado” y por tanto, es enemigo de la democracia, “un desastre para mi país”.(Infobae, 29 sept.2021).

Un grupo de intelectuales franceses mostró en días pasados, su rechazo al ingreso de Mario Vargas Llosa en la Academia Francesa de la Lengua, a causa de sus tomas de posición ideológica cercanas a la extrema derecha. En una tribuna publicada en el diario Libération, los firmantes expresan su “estupefacción” por la inclusión del Nobel de Literatura de 2010 en el selecto grupo de “los inmortales”, que deben velar por el lenguaje francés.

Esta decisión presenta graves problemas éticos”, indican los cinco intelectuales, que recuerdan el reciente apoyo de Vargas Llosa al candidato de extrema derecha a la presidencia de Chile, José Antonio Kast, a quien definen como “nostálgico defensor de la dictadura militar de Pinochet”. Señalan también su apoyo al actual presidente de Colombia, Iván Duque, que “acabó con los acuerdos de paz firmados en 2016″ con la guerrilla de las FARC y que disuelve manifestaciones “a disparo limpio”.

Los firmantes rememoraron su apoyo a la candidata a la presidencia Keiko Fujimori, quien niega la legitimidad del ganador, Pedro Castillo. Se asegura que Fujimori “hace campaña por la destitución del nuevo presidente, sembrando turbulencias: Grupos de ultraderecha agreden a figuras emblemáticas de centro izquierda, sugiriendo un golpe de Estado. Vargas Llosa colabora activamente haciendo campaña sin reservas en favor de Keiko, a la que presenta como “último obstáculo contra el comunismo”.

Otro estigma que hacen notar los antagonistas de Vargas Llosa, es sobre Argentina, ya que pidió en 1995 “enterrar el pasado”, con el fin de que la impunidad cubra a los autores de crímenes cometidos por la dictadura en ese país. Asimismo, apuntan la implicación del peruano en los llamados “Pandora papers”, donde se reveló que tenía sociedades en paraísos fiscales para evadir impuestos, al típico estilo de los gobernantes corruptos. Por todo eso, es que los susodichos pensadores galos consideran que incluir a Vargas Llosa en la Academia “mancilla la imagen de Francia en América Latina, donde sus posturas extremistas son bien conocidas y suscitan un fuerte rechazo”. (El Debate – María Serrano, Madrid /10/12/2021; La Tercera. REUTERS/Sergio Pérez).

Vargas Llosa, elegido por mayoría de miembros de la Academia Francesa, debe tomar posesión de su asiento en una ceremonia que tendrá lugar en los próximos meses: Emmanuel Macron, mandatario franco, en una audiencia dará formalmente el recibimiento al nuevo académico, tras lo cual, este tomará posesión del asiento 18, que fuera de su antecesor en el escaño, el filósofo Michel Serres, fallecido en 2019.

En México, gracias a su agudeza (que nadie le niega) había alcanzado fama, más que con sus obras, con la frase que acuñó cuando bautizó al régimen priísta mexicano como “la dictadura perfecta”. Actualmente, Vargas Llosa ha criticado numerosas veces al presidente López Obrador.

Para ello el novelista aduce su ideario, donde invita a defender la «democracia liberal», que significa «el pluralismo, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres y la alternancia en el poder». (discurso al recibir el premio nobel, 2010). Este creador literario instó a «combatir» las dictaduras «sin contemplaciones» y «por todos los medios» al alcance, incluidas (como buen neoliberal) las sanciones económicas.

Por lo tanto, decía en 2018, antes de los comicios presidenciales: AMLO es “un retroceso tremendo para la democracia en México”. Porque, según el escritor peruano, López Obrador, “representa una “democracia populista y demagógica, con recetas que están absolutamente fracasadas en el mundo entero”, en razón de lo que tenía esperanza en “que haya suficiente lucidez para ver a dónde conduce este suicidio de votar por el populismo”, por lo que los votantes mexicanos “no van a ser tan insensatos teniendo enfrente el ejemplo trágico de Venezuela.” Pareciera que Vargas Llosa es un eco del PRIAN o Va por México.

El entonces candidato de MORENA, hoy primer mandatario nacional, solamente le contestó: Amor y paz. Vargas Llosa “es un buen escritor, pero un mal político.” (ForoTV/Nicolás Ruiz/28 feb.2018). Esto coincide con lo que afirma el peruano, de su prima y esposa Patricia Llosa, quien le aclaraba: «Mario, para lo único que tú sirves es para escribir».

Al ofrecer una panorámica de Latinoamérica, lamentó que los gobiernos democráticos, en vez de dar ejemplo, solidarizándose con quienes, -como las Damas de Blanco en Cuba o los resistentes venezolanos-, se enfrentan a las dictaduras, se muestran «complacientes no con ellos sino con sus verdugos».

En una entrevista con el diario italiano Corriere della Sera, el escritor multilaureado dijo que la entonces Presidenta argentina, (ahora vicepresidenta), Cristina Fernández de Kirchner «es un desastre total”. “Argentina está conociendo la peor forma de peronismo: populismo y anarquía. Me temo que es un país incurable”. En Bolivia cortejó a los adversarios de Evo Morales y de este y su democracia dijo era “payasa”, por lo que Álvaro García Linera (vicepresidente), le tildó de «dinosaurio» del neoliberalismo. (Noroeste, 15-11-2015).

Controversial es don Mario Vargas Llosa, peruano, español y casi francés. El premio Nobel avala su calidad de literato. Pero como activista político, los jóvenes escritores incas no lo prefieren y la apuesta que ha hecho en elecciones de México, Perú y ahora Chile, acreditan lo que le dijeron su esposa Patricia y AMLO: es notable como escritor, pero pésimo como político. Los hechos lo prueban: Cada vez que Vargas Llosa apoya a un candidato presidencial, este es derrotado.

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JALISCO

Año de la Mujer Indígena: Promesas vs silencio en la Comunidad Indígena de Mezquitán

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-Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac 

Entre el discurso oficial del gobierno de México, liderado por la presidenta Claudia Sheinbaum, y la cruda realidad de las comunidades indígenas, se abren fisuras que revelan contradicciones inquietantes.

En 2025, declarado «Año de la Mujer Indígena» por el Congreso de la Unión y respaldado por el Ejecutivo, se pretende enaltecer el rol histórico y cultural de estas mujeres, combatir la discriminación y fortalecer sus derechos con políticas inclusivas.

Sin embargo, esta intención noble choca con actos de violencia institucional perpetrados por dependencias del mismo gobierno, como se evidencia en el caso de la Comunidad Indígena de Mezquitán, en Zapopan Jalisco.

Desde 2001, esta comunidad lleva 24 años esperando una indemnización justa por la expropiación de 26.93 hectáreas de sus tierras, utilizadas para la ampliación de la carretera Guadalajara-Ixtlahuacán del Río-Saltillo.

Esta discrepancia plantea una pregunta crucial: ¿es el reconocimiento a las mujeres indígenas un compromiso genuino o un juego de poder simbólico?

UNA INJUSTICIA DE DOS DÉCADAS

El conflicto de Mezquitán comenzó en 2001, cuando la entonces Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), hoy Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), expropió las tierras prometiendo una compensación de aproximadamente 40 millones de pesos. Sin embargo, solo se pagaron 6 millones como anticipo entre 2004 y 2005, dejando un adeudo pendiente que, conforme a la Ley Agraria y sentencias del Tribunal Superior Agrario, debe ajustarse a valor comercial.

Después de siete años de litigios contra la SICT (desde 2017) el Tribunal Agrario 16, y en noviembre de 2023, el Tribunal Superior Agrario les dio la razón a la Comunidad Indígena de Mezquitán, ordenando un avalúo por el INDAABIN para calcular el pago a valor comercial. Sin embargo, la SICT siguió interponiendo amparos frívolos, el último resuelto en diciembre de 2024, para retrasar lo inevitable.

Ahora lo que procede es que se ejecute la sentencia y que la SICT proceda al pago correspondiente, pero para ello se requiere el avaluó actualizado que debe realizar INDAABIN, donde ahora está el atorón con el tortuguismo de la dependencia.

Habrá que señalar que la Consejería Jurídica Federal del gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum, coincide y recomienda, que lo que sigue es el cumplimiento de la sentencia y darle seguimiento hasta su conclusión, es decir, el pago en favor de la Comunidad.

Fue el 18 de junio pasado en el que mediante acuerdo, el Tribunal Agrario ordenó al Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales (INDAABIN) que, en un plazo de 10 días, informe sobre el trámite del avalúo solicitado por la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), con apercibimiento de multa en caso de incumplimiento, pero a la fecha no tenemos conocimiento de que INDAABIN haya cumplido ese requerimiento.

Todos estos obstáculos del poder de la burocracia, de diversas formas, ha enfrentado la Comunidad Indígena de Mezquitán, diversas formas para retrasar el proceso de pago; ahora es el «tortuguismo» de INDAABIN, que ha ignorado plazos como el de 10 días establecido el 18 de junio de 2024, bajo amenaza de multa.

Esta demora impacta directamente a 333 familias, muchas lideradas por mujeres indígenas que enfrentan pobreza y marginación como resultado de esta injusticia prolongada.

Saúl Rodríguez Barajas, presidente del Comisariado de Bienes Comunales, expresó su frustración: “Llevamos 24 años luchando por nuestros derechos, mientras el gobierno promete justicia, pero no actúa”.

Esta situación no solo contradice el espíritu del «Año de la Mujer Indígena», sino que también desvirtúa la reforma constitucional de 2024, que reconoce a los pueblos indígenas como sujetos de derecho público y obliga a consultar y compensar por proyectos que afecten sus territorios.

CONTRADICCIÓN ENTRE DISCURSO Y REALIDAD

El gobierno de Sheinbaum ha desplegado iniciativas ambiciosas para apoyar a los pueblos indígenas. En su informe de 100 días, anunció un presupuesto de 221 mil millones de pesos para 2025 destinados al desarrollo de comunidades indígenas y afromexicanas, que incluye 17 planes de justicia ya en marcha y el inicio de 13 más.

Además, lanzó el programa Apoyo Financiero a Mujeres Indígenas y Afromexicanas Artesanas (MIAA) con 500 millones de pesos, y en diciembre de 2024 restituyó 2,178 hectáreas a comunidades rarámuris en la Sierra Tarahumara.

Estas acciones, combinadas con la designación de figuras históricas como Tecuichpo, Tz’ak-b’u Aha, Señora 6 Mono y Xiuhtlaltzin como emblemas del año, buscan visibilizar el legado de las mujeres indígenas.

No obstante, el caso de Mezquitán revela una desconexión alarmante. Mientras se celebran avances simbólicos, la SICT se resiste a pagar y INDAABIN incumple sentencias judiciales, dejando a las mujeres de esta comunidad sin la indemnización que les corresponde.

Esta contradicción no es un incidente aislado, sino un síntoma de un problema estructural: las políticas públicas, aunque bien intencionadas, a menudo no se traducen en justicia tangible. La reforma constitucional de 2024, que manda consultar y compensar, debería haber agilizado casos como este, pero la inacción gubernamental lo contradice, erosionando la confianza en las promesas de inclusión.

MÁS ALLÁ DE LOS JUEGOS DE PODER

La negativa de la SICT y el «tortuguismo» de INDAABIN en el caso de Mezquitán contradicen el espíritu del «Año de la Mujer Indígena». Esta comunidad, con sus 333 familias —muchas lideradas por mujeres que encarnan los valores que el gobierno dice proteger—, merece una resolución que trascienda la retórica.

Aunque Sheinbaum no ha abordado directamente el caso, su compromiso con la justicia social indica que, con información clara, podría impulsar una solución para que 2025 no sea un ejercicio vacío. El gobierno debe actuar con urgencia, asegurando el cumplimiento de las sentencias del Tribunal Agrario.

Solo así el discurso de reconocimiento a las mujeres indígenas se convertirá en hechos concretos, dejando atrás los juegos de poder y demostrando que la justicia no es negociable. La responsabilidad recae en Sheinbaum y sus dependencias: el tiempo apremia para alinear palabras con acciones.

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JALISCO

El expediente que ocultan de Eli Castro

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– Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco

Por más vueltas que se le quiera dar, hay casos en los que el poder se exhibe en su versión más burda, más vulgar, más ofensiva. Tal es el caso de la señora Eli Castro, personaje de escasa trayectoria profesional —pero al parecer de relaciones estrechas con el poder—, quien durante semanas se mantuvo oculta en las nóminas y pasillos del SIAPA sin que nadie pudiera explicar a ciencia cierta qué hacía ahí, quién la nombró, bajo qué criterios fue contratada y, sobre todo, por qué ocupaba un puesto como «asesora técnica» sin tener un perfil técnico.

En estos tiempos de administración de la opacidad, cuando la transparencia es una palabra que se usa solo como adorno en los discursos oficiales, bastó con que se asomara el escándalo para que el Gobierno de Jalisco aplicara su fórmula favorita: «Ya hay una investigación en curso por parte de la Fiscalía Anticorrupción». Esa frase, que en otros países podría representar un paso hacia la rendición de cuentas, en Jalisco se ha convertido en la coartada perfecta para esconder todo lo que no quieren explicar. Detrás de esa frase se apagan los focos, se cierran los archivos y se invoca el silencio.

Pero el caso de Eli Castro no nació en SIAPA. Su historia con el gobierno jalisciense viene de tiempo atrás. Concretamente con las administraciones emecistas, la referencia es del año 2019, cuando la Secretaría de la Hacienda Pública, entonces encabezada por Juan Partida Morales -Si, el mismo funcionario que fue el administrador gubernamental de Enrique Alfaro durante su gobierno de Guadalajara y el gobierno de Jalisco y hoy director de IPEJAL-, decidió firmar con ella un contrato por la nada despreciable suma de 379 mil 170 pesos. El motivo: brindar apoyo administrativo y emitir opinión jurídica. Así, tal cual, como si se tratara de una abogada constitucionalista o de una analista con doctorado en administración pública.

¿Y cuál es la preparación académica de la contratada? El propio contrato, que le hicieron llegar a quien esto escribe, lo dice con claridad insultante: Eli Castro cuenta únicamente con estudios de secundaria. Ni una licenciatura, ni una cédula profesional, ni una especialidad. Y, aun así, el gobierno del estado decidió pagarle por emitir opinión jurídica. Como si en la Secretaría de la Hacienda Pública se hubieran quedado sin abogados, sin técnicos, sin funcionarios de carrera. Como si el presupuesto público se manejara como una bolsa personal para favorecer amigos o pagar favores.

Por si fuera poco, el periodista Pepe Toral destapó aún más esta cloaca en su cuenta en la red social X. Tras conocer el contrato, decidió hacer lo que el gobierno no hizo: pedir cuentas. Solicitó, por la vía de transparencia, los informes mensuales que la contratada debía entregar. Porque el contrato estipula —con toda claridad— que debía rendir informes mensuales sobre las actividades realizadas.

La respuesta que recibió Pepe Toral, ¡fue una joya del absurdo burocrático!: la Secretaría de la Hacienda Pública respondió que no tiene los informes, porque la contratada, en realidad, prestaba sus servicios en una dependencia distinta: el Instituto Jalisciense de Rehabilitación Social, más conocido como INJALRESO.

Pero esa respuesta es una tomadura de pelo lo que, en el caso de Pepe Toral, no es nada fácil. En ninguna parte del contrato revisado se establece que los informes puedan omitirse si la contratada es enviada a otra dependencia. Y mucho menos se menciona que INJALRESO sea la unidad responsable de vigilar el cumplimiento de sus obligaciones. El gobierno no entregó al periodista Pepe Toral los informes, ni explicó su contenido, ni señaló si alguien los recibió. Y peor aún: no hay constancia de que alguien se los haya exigido.

Frente a la falta de informes, el periodista decidió ir más allá. Solicitó que se le informara cuáles fueron los entregables, los productos concretos, los resultados derivados de la contratación. Y aquí es donde el disparate alcanza dimensiones kafkianas.

La Secretaría de la Hacienda Pública le respondió —y cito textualmente— que no puede entregar los resultados de la contratación «por tratarse de un hecho futuro a realizarse». Repito: un contrato que se firmó y concluyó en 2019, hace seis años, es considerado por la autoridad como un hecho futuro. No una omisión, no una irregularidad, no una burla: un hecho que aún no ocurre.

¿Estamos ante una administración que no distingue entre pasado y futuro? ¿O simplemente ante una estructura de encubrimiento sistemático de irregularidades?

Como si no fuera suficiente, la Secretaría también se negó a entregar copia de los cheques emitidos a nombre de Eli Castro. Alegaron que la información puede consultarse en el portal de nómina. Y, en efecto, ahí aparecen dos pagos: abril y mayo de 2019. Pero el contrato establecía una duración de abril a diciembre de ese año.

La opacidad no es casual. Es un sistema. Es una práctica. Es una forma de gobierno. Porque el caso de Eli Castro no es el único, pero sí es un emblema. Un emblema de cómo se administra el dinero público con lógica de compadrazgo, de cómo se burlan los controles internos, de cómo se simulan funciones para justificar plazas, contratos, favores.

En el fondo, el caso no trata solo de una mujer sin preparación cobrando como asesora. Trata de un gobierno que no da explicaciones, de instituciones que no documentan, de fiscalías que callan y de una sociedad que, con frecuencia, se resigna. La pregunta ya no es si Eli Castro debía o no ocupar ese cargo. La pregunta es: ¿cuántos más como ella hay incrustados en el aparato público? ¿Cuántas nóminas están infladas con nombres que no trabajan, no entregan nada y nadie los supervisa?

La indignación no debería durar solo el ciclo de una noticia. Este tipo de casos amerita un seguimiento constante, una presión sostenida, una exigencia colectiva. Porque mientras se normalice que se contrate a una presentadora de música para emitir opiniones jurídicas, sin estudios, sin experiencia, sin rendición de cuentas, no habrá reforma administrativa que valga ni discurso de austeridad que resista.

Pero, lo terrible en este caso es que, el director del SIAPA sigue sin dar la cara y dar explicaciones. Juan Partida acostumbrado a distribuir pagos generosos a su personal de confianza después de su intento de madruguete en IPEJAL para subirse el sueldo él y sus cercanos, sigue ahí.

¿Saldrá Luis García Sotelo secretario de la Hacienda Pública de Jalisco a explicar este cochinero? O ¿Solo la dejará pasar?

Y mientras la señora Castro cobraba sin rendir cuentas, el gobierno silbaba hacia otro lado… como si la corrupción, cuando es propia, no apestara.

En X @DEPACHECOS

 

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NACIONALES

El rey ha muerto, la nostalgia vive

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-Opinión, Por Miguel Anaya

En política, nada se improvisa. Lo que parece una casualidad o un hecho totalmente fortuito, en la mayoría de las ocasiones tiene un trasfondo que deja un mensaje para aquellos que saben descifrarlo.

La política mexicana recicla sus figuras, usándolas para comparaciones y discursos, no para gobernar. Aquí, la popularidad supera al liderazgo y la acción

La célebre frase “el rey ha muerto, viva el rey” no solo representaba la transición inmediata de poder en la Francia medieval, sino también el principio de continuidad en el ejercicio del mando, incluso si el anterior había fracasado estrepitosamente. Y en México, aunque ya no hay tronos ni coronas (pero sí hay palacios), la lógica persiste: los viejos soberanos nunca desaparecen del todo, porque en tiempos de crisis política, incluso los caídos se vuelven útiles.

El caso reciente de Enrique Peña Nieto lo ilustra bien. Tras años de silencio, exilio dorado y memes de alto voltaje, el expresidente volvió a la conversación pública con declaraciones que fueron tomadas por muchos como un gesto de «normalidad». Lo que antes era escándalo hoy es nostalgia. Aquella Casa Blanca que provocó marchas y editoriales indignados hoy apenas ocupa un párrafo en la memoria colectiva. Aquellos muertos, los de Tlatlaya, Ayotzinapa, Tanhuato, los miles que desaparecieron bajo su sexenio, parecen haber sido arrastrados por el alud de nuevas tragedias más recientes, más frescas, más urgentes.

¿Peña regresó por nostalgia? ¿Por necesidad? ¿Por encargo? No lo sabemos. Lo que sí es claro es que su reaparición no es casual. Como dicta esa frase que se le atribuye a Félix Flores: “La política no es para el que le gusta, es para el que le entiende”. Y quien entiende la política sabe que cada palabra, cada aparición, cada silencio tiene una razón de ser. La política es un ajedrez, no un juego de dados.

En un escenario donde la clase política actual se ha desgastado tan rápidamente —por excesos, por improvisación o por arrogancia—, el terreno se vuelve fértil para que las figuras del pasado, incluso aquellas que parecían sepultadas por la historia, regresen al tablero. No porque hayan sido redimidas, sino porque no hay muchas más opciones con quién llenar el vacío. La orfandad de liderazgos reales, de estadistas con visión, obliga a echar mano de quien haya tenido al menos una figura reconocible. Aunque sea para recordar lo que no se debe hacer… o para sugerir que, después de todo, pudo haber sido peor.

La fragilidad de la memoria pública también juega su papel. El golpeteo mediático constante, la saturación informativa, la polarización política y el vértigo cotidiano que produce el México moderno han logrado que incluso las grandes tragedias se desvanezcan con rapidez. Lo que en otro país hubiera significado la cancelación vitalicia de una carrera política, aquí se transforma con el tiempo en una anécdota o un video en TikTok.

Y así, en plena era de la desmemoria funcional, un Peña Nieto puede volver al escenario, no como aspirante, sino como referente. Lo mismo puede pasar con otros nombres que hoy parecen impresentables, pero que mañana, si el desgaste lo permite, podrían ser reactivados para construir algún nuevo mito, servir de contrapeso o simplemente dar la cara cuando nadie más quiera hacerlo.

Porque, al final, la política mexicana no entierra del todo a sus muertos; los guarda, los recicla y los acomoda en la estantería de los recursos disponibles. Tal vez no para gobernar, pero sí para ser comparados, rehabilitados, usados. Porque en este país, donde a menudo se confunde popularidad con liderazgo y discurso con acción, lo importante no es lo que hiciste, sino con quién te comparan.

Y si el presente se descompone lo suficiente, incluso un pasado fallido puede parecer aceptable. El rey ha muerto. Viva el rey, aunque sea el mismo…

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