Connect with us

NACIONALES

¿Se equivoca AMLO al atacar a Xóchitl?

Publicado

el

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

¿Qué le ve el Presidente López Obrador a Xóchitl Gálvez que decide encabezar los ataques contra su persona, tratándola de estigmatizar como la candidata de la mafia del poder, entiéndase la oligarquía que representa Claudio X. González y que ha defendido el PRIAN?

¿Es un error del Presidente utilice las mañaneras para demeritar la imagen de la senadora hidalguense por ser una especie de una lucha de David contra Goliat?

Hay quienes piensan que en efecto, es un error de López Obrador lanzar tantos ataques contra la senadora y empresaria que se perfila para ser la ganadora en la elección interna del Frente Amplio por México con el amplio apoyo que ha logrado generar su postulación fuera de los partidos políticos, porque la está victimizando.

Sin embargo, hay quienes no lo ven así, que estos ataques del Presidente, como si fuera el jefe de campaña de las corcholatas de Morena, no construyen una candidata, sino que intentan ganarle una narrativa, así lo considera un experto en estrategia y estudio de opinión pública como es Roy Campos de Consulta Mitofsky.

El Presidente, como lo apunta Roy Campos, se ha visto inmerso en varios debates verbales y reales muy interesantes que ha ganado, lo que le ha permitido estar en la silla presidencial.

Los más célebres los que han construido una narrativa, como es lo que denomina “la mafia del poder”, el amasiato entre los grandes empresarios del país con el PRIAN, desde Carlos Salinas de Gortari, Diego Fernández de Cevallos, Felipe Calderón, ex presidente de México y ex funcionarios como Genaro García Luna y/o empresarios como Claudio X. González, entre los más notables.

Todos los ha ganado el tabasqueño.

Al Presidente se le reconoce que tiene una gran habilidad para la comunicación política y su crecimiento se dio al amparo de las críticas que hizo al presidente Vicente Fox.

Roy Campos en ese contexto se pregunta: ¿Por qué su insistencia en atacar a Xóchitl Gálvez?

Un análisis general muy simple, ha llevado a decir a muchos que con sus críticas y permanente ataque está ayudándole a posicionarse”.

Yo no lo veo tan sencillo -subraya Roy Campos- y aquí lo quiero exponer. Trataré de desarrollar mi idea desde el punto de vista de estrategia electoral”.

  1. Las embestidas de Vicente Fox a López Obrador se dieron desde el inicio de sus gobiernos, en enero de 2001 ya estaban enfrentados con temas tan sencillos como el horario de verano o tan de fondo como el subsidio a la leche; eso los volvió a ambos protagonistas de la política nacional e hizo crecer a AMLO hasta hacer casi inevitable su candidatura, pasando antes por un proceso de desafuero que lo impulsó de nuevo.
  2. Si los ataques a Xóchitl hubieran sido a principios del sexenio, entonces podríamos igualar los fenómenos y decir que el Presidente generaba la popularidad de ella, pero ahora no es así, el ataque llega cuando ya está perfilada para ser la candidata, es decir, no construye una candidatura, sino ataca a la que ya se ve candidata.
  3. El Presidente, como buen analista y seguramente viendo sus encuestas, detectó que era inevitable que Xóchitl fuera candidata, pero también detecta que tiene mucho espacio para crecer (más de 2 de cada 3 mexicanos no la conocían al tomar la decisión de competir) y que tiene una narrativa de vida real muy atractiva para el electorado: su origen; su exitosa carrera como empresaria y como política; nunca haber sido acusada de corrupción, ser congruente con sus posiciones; no pertenecer a la estructura ni estar cerca de las dirigencias de los mal vistos partidos políticos; no ser cercana a los empresarios, periodistas, gobernadores, ex presidentes, etc, a los que el Presidente ha descalificado.
  4. Ante ese diagnóstico, el Presidente sabe que como candidata tarde o temprano será conocida por la gran mayoría de los ciudadanos, que más de 9 de cada 10 votantes en junio del 2024 sabrán de ella y conociendo de campañas decide que ese conocimiento suba rápidamente, pero no con la narrativa que ella comunique, sino con la que él nos diga, decida crear el personaje a la “imagen y semejanza” que él establezca, decida etiquetarla que es lo que se trata toda campaña electoral antes que ella generalice que es “la candidata del pueblo”, “la candidata indígena”, “la candidata del éxito” o cualquier etiqueta positiva. López Obrador quiere que sea vista como “la candidata de los conservadores”, la “candidata de Claudio X. González”, “la candidata millonaria” (por ello la exhibición de los contratos millonarios) o “la candidata falsa”. Y es contra lo que Xóchitl tendrá que luchar y allí está la explicación a la constante mención de ella que hace el Presidente, a base de repetición intenta crear una percepción entre sus seguidores.
  5. Xóchitl ha respondido bien a todos los ataques, responde rápido, utiliza la técnica de “voltear la tortilla”, no es nueva, su usa mucho y su éxito radica en el tiempo de reacción.

¿Cuál será el resultado de estos ataques del Presidente? ¿Logrará vulnerar a Xóchitl a corto, mediano o largo plazo o la fortalecerá?

Hay diversas mediciones que se han publicado sobre el crecimiento de Xóchitl Gálvez en redes sociales, comparándola con la corcholata favorita del tabasqueño, Claudia Sheinbaum, pero la verdad es que es una visión parcial, limitada que no refleja el universo de los diversos segmentos en que se divide la población.

Los indicadores los tendremos claros una vez que cada fuerza política defina sus candidatos, y como dice Roy Campos, se pueda dar un debate más directo y el lugar del Presidente lo tenga que tomar su candidato, candidata o vocero.

El tiempo nos responderá estas y otras dudas que están presente.

Continuar Leyendo
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

CARTÓN POLÍTICO

¿Dormirá tranquilo en Madrid?

Publicado

el

Continuar Leyendo

JALISCO

La justicia, un privilegio inalcanzable: Teuchitlán, la negación como crimen de Estado

Publicado

el

Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

Hay maneras múltiples de negar un crimen, formas infinitas de enterrar un cuerpo, procedimientos diversos para desaparecer personas, ideas, realidades. En México, especialmente en Jalisco, el gobierno parece haberlas aprendido todas. El más reciente y grotesco episodio de negación oficial se escenifica alrededor de un rancho en Teuchitlán, cuyo nombre, «Izaguirre», se volvió sinónimo del horror: fosas, huesos quemados, restos calcinados, zapatos sin dueño.

Pero, según la fiscalía general del Estado, allí nunca hubo hornos crematorios. Así lo dijeron, con palabras oficiales, tranquilas, demasiado tranquilas, con la frialdad de quien niega para no actuar.

Héctor Flores, vocero del colectivo Luz de Esperanza, habla con el tono cansado de quien ya conoce todas las versiones oficiales. «Quieren minimizar la crisis, callar lo que dicen las familias y los medios», señala. No habla desde la teoría; lo suyo es la práctica cotidiana de una búsqueda desesperada, un intento de hacer justicia con propias manos, mientras el Estado responde con burocracia y negaciones. Y no habla solo de Teuchitlán, sino de una realidad que atraviesa todo México: más de 15,000 desaparecidos solo en Jalisco y decenas de miles más en todo el país. Números que aumentan, cifras que no despiertan acción sino indiferencia.

«La confianza está en las familias, no en las instituciones», sentencia Flores. Las palabras golpean con fuerza porque reflejan una verdad ya inocultable: el Estado ha dejado hace tiempo de ser garante de seguridad para convertirse en cómplice por omisión, por negligencia, por indiferencia. Flores lo explica sencillo, pero la simplicidad de su denuncia encierra toda la complejidad del fracaso institucional: «La federación no puede lavarse las manos echándole la culpa a los estados. La delincuencia organizada es competencia federal y tienen que actuar».

Pero México es el país donde los gobiernos siempre encuentran razones para no actuar. La Fiscalía argumenta que necesita denuncias formales para iniciar carpetas de investigación. Las familias responden que denunciar es ponerse en peligro, es exponerse a la violencia del crimen organizado, protegido por autoridades corruptas. La paradoja es brutal: se exige que las víctimas, ya violentadas, vulnerables, amenazadas, sean quienes se arriesguen aún más para hacer el trabajo que el Estado rechaza.

La negativa oficial sobre los hornos de Teuchitlán no solo busca invisibilizar la tragedia, sino evitar las consecuencias internacionales que podría acarrear el reconocimiento de un crimen que claramente constituye una violación masiva de derechos humanos. Flores apunta hacia organismos internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos o la Corte Penal Internacional, advirtiendo que esta crisis, de ocurrir en cualquier país europeo, sería inmediatamente calificada como una emergencia global. Pero ocurre en México, donde los muertos pesan menos, donde los desaparecidos son culpables antes que víctimas.

La negación no es solo federal, es también local. Enrique Alfaro, gobernador saliente de Jalisco, dejó en herencia un récord macabro: pasó de 5,000 a más de 15,000 desaparecidos durante su mandato. Colectivos como «Por Amor a Ellxs» recuerdan cómo Alfaro prometió diálogo y puertas abiertas, pero solo entregó indiferencia y abandono. María del Refugio Torres resume así el gobierno de Alfaro: «ineficaz, lleno de omisiones y deficiencias».

Ahora la responsabilidad recae en Pablo Lemus, sucesor político que, al parecer, ante esta prueba está actuando a destiempo. En reuniones en noviembre del año pasado, previas a la toma de poder, Salvador Zamora, quien ahora es secretario general de Gobierno, asistió solo para sacarse la foto. No escuchó, no conversó, no actuó, en esta crisis, no ha aparecido.

La crisis institucional no se detiene en el Ejecutivo. Jonathan Ávila, del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (Cepad), denunciaba al finalizar la administración de Enrique Alfaro que no había ni siquiera un programa estatal de búsqueda en Jalisco y que el rezago en el Servicio Médico Forense alcanzaba niveles vergonzosos: más de 9,400 cuerpos sin identificar.

Mientras las autoridades siguen negando la realidad, las familias se organizan y protestan. Este sábado pasado, frente al Palacio de Gobierno de Jalisco, más de dos mil personas gritaron consignas claras y dolorosas: «El Estado sí sabía, Alfaro sí sabía». Lo sabían porque es imposible no saberlo, porque los campos del horror no nacen en secreto sino bajo el amparo de complicidades. Daniela Gómez, quien busca a su hermano desaparecido, resume el sentimiento común: «No es posible que haya más de 18,000 desaparecidos y solamente seis buscadores en el gobierno».

La vigilia del sábado fue otra demostración del dolor transformado en resistencia. Héctor Águila Carvajal, padre de otro desaparecido, pidió unidad: «Sigamos uniendo fuerzas, el dolor no cesa». Y no cesa porque la respuesta oficial sigue siendo mínima, burocrática, cínica.

Y lo de que Teuchitlán no se trata de un caso aislado. La lista de sitios donde se repite la tragedia es dolorosamente extensa: desde la macabra «Gallera» en Veracruz hasta los cuerpos disueltos en ácido por el infame «Pozolero» de Tijuana, pasando por la escalofriante cifra de restos en «La Bartolina», Tamaulipas. Un catálogo infernal de barbaries toleradas, acaso protegidas, por autoridades que prefieren mirar hacia otro lado.

Esta crisis no puede seguir siendo escondida bajo excusas burocráticas ni minimizada con comunicados oficiales. Los colectivos lo denuncian: Teuchitlán no es un caso aislado, sino un símbolo más de la impunidad institucionalizada. Héctor Flores alerta sobre al menos seis puntos más similares en Jalisco, que nadie quiere investigar porque nadie quiere reconocer lo evidente.

Desde Madrid hasta Nueva York, mexicanos en el exilio exigen lo básico: reconocer el término «sitios de exterminio», proteger efectivamente a las buscadoras, garantizar justicia y reparación. Es un grito desesperado, es una demanda urgente, y es, sobre todo, una advertencia: la negación no borrará los muertos, solo prolongará el sufrimiento.

Negar lo evidente es una forma más de violencia. México merece más que excusas. Las víctimas merecen más que palabras. Y la justicia, que debería ser obvia, hoy parece un privilegio inalcanzable.

En X @DEPACHECOS

Continuar Leyendo

JALISCO

La bestia de Teuchitlán

Publicado

el

Opinión, por Fernando Plascencia //

¿Qué nos hace humanos? La dichosa pregunta se ha respondido de muchas maneras. Dirían los antiguos que la racionalidad, o que tenemos un alma incrustada y atrapada en el cuerpo que funge como cárcel, o más complejo, la capacidad de pensarnos a nosotros mismos como seres pensantes. La pregunta viene bien ahora.

Lo que ocurrió en Teuchitlán descompone cada supuesto de humanidad. La racionalidad se perdió, llegó el animalismo, se diría, pero ya Mary Midgley vino a decirnos que no hay animal más cruel que el humano, ni el feroz lobo es capaz de desollar a sus presas, porque no son rivales, son presas. ¿Nos distingue el alma? Pero quién con alma sería capaz de cometer atrocidades contra decenas de seres humanos, un desalmado. No se ve más el reflejo del alma en los ojos, los ojos solo reflejan desdicha y sufrimiento.

No importa a dónde vayamos, la violencia nos persigue y nos hace cada vez menos humanos. Nos persigue para condenarnos y llevarnos de su mano. Como sociedad no hemos sido capaces de evitarla. Como humanidad nos sentamos en comunidad, creamos normas, para no hacernos daño los unos a los otros, cuán lejos nos sabemos de eso.

El contrato social que nos hizo humanos en el principio – cuál principio – se rompe y se rompe a cada rato. Teuchitlán lo confirma, el desmoronamiento de lo que creíamos nos quita lo humano. ¿Qué somos ya?

Desde hace años se habla de deshumanización, de una extrañeza que nos invade y nos hace menos humanos. ¿Somos menos humanos con cada tragedia como la de Teuchitlán? ¿El humano que se atrevió a tanto con qué será comparado? No hay más comparación que con el mismo humano. La bestia que llevamos dentro emerge y no como bestia de la naturaleza, sino como la bestia que no conoce el límite moral, porque sí hay animales que viven con una moralidad más digna.

Nuestra humanidad se encuentra extraviada y con símbolos y con ríos de sangre y dolor lo comprobamos. 400 zapatos son la muestra de una capacidad infinita de derrotar al rival como sea necesario y con los medios que se tengan al alcance, pero más que derrotar al rival nos derrotamos a nosotros mismos. Fuimos capaces de crear un Estado, tan sofisticado en algunas partes con instituciones que resuelven el más pequeño inconveniente público, pero ahora no somos capaces de protegernos.

La humanidad se nos va de las manos, eso que se propuso como proyecto de humanidad no quedó más que en el papel de tratados morales y filosóficos. El trazado racional que por mucho tiempo hemos tratado de seguir se tambalea y estamos a la deriva no solo de una razón instrumental, sino de una lógica de violencia por la violencia. Lo que creamos para servirnos de protección ha dejado de servirnos y ha servido para incrementarla – la violencia -, con disposición para que unos cuanto sigan al margen. Pero lo que se predice es que la violencia está por atacarnos a todos y de una vez por todas no habrá quién se salve, será responder o morir.

Más que nunca es falso que somos los seres del centro de la vida social, qué limitados estamos para salir de la violencia, y es que ningún impulso nos ha sacado de ese baño de sangre. Divinizar la violencia es el camino más torpe que pudimos tomar o ¿será que el exceso de libertad nos trajo hasta aquí?

Lo que ocurrió en Teuchitlán debe ser llamado como uno de los peores actos que como sociedad nos han ocurrido. Qué lejos nos pone de una idea de sociedad que seguimos compartiendo muchos, donde la violencia debe ser el instinto más controlable que tengamos. La violencia es biológicamente natural, pero debemos entender cómo moderarla y evitar que los conflictos lleguen a más. La información más valiosa que tenemos es que la violencia no es el único impulso que tenemos, ni el mejor, sino que tenemos instintos que juegan un papel fundamental como sociedades: la cooperación o la empatía.

No reforzar la violencia y sus conductas es vital como humanidad, si no es real que el hombre es lobo para el hombre es porque tenemos más caminos y Teuchitlán no es el destino ineludible del que no podamos escapar, sino debe ser el inicio de entender que como sociedad y humanidad no es lo que queremos muchas, pero muchas personas.

Continuar Leyendo

Tendencias

Copyright © 2020 Conciencia Pública // Este sitio web utiliza cookies para personalizar el contenido y los anuncios, para proporcionar funciones de redes sociales y para analizar nuestro tráfico. También compartimos información sobre el uso que usted hace de nuestro sitio con nuestros socios de redes sociales, publicidad y análisis, que pueden combinarla con otra información que usted les haya proporcionado o que hayan recopilado de su uso de sus servicios. Usted acepta nuestras cookies si continúa utilizando nuestro sitio web.