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OPINIÓN

AMLO mantiene aprobación alta: Las encuestas de moda, hay para todo asunto, al gusto y para cada cliente

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Opinión, por Pedro Vargas Ávalos //

Desde hace décadas, los sondeos de opinión se hicieron populares en el mundo; en nuestro país, apenas se iniciaron a fines del siglo pasado y a la fecha, son tan comunes, que a diario se da razón por los medios de comunicación de todo tipo de encuestas.

Esa técnica de investigación, se realiza mediante la formulación y suministro de una especie de interrogatorio a una porción de la sociedad. Estos estudios, mejor conocidos como encuestas, proveen información sobre las sentires, actitudes y puntos de vista de los pueblos, o específicamente de sus ciudadanos, sobre todo cuando su opinión versa sobre política. Desde luego que el procedimiento debe ceñirse a principios que aseguren sus resultados, con un mas o menos de confianza, es decir, un margen de error, por lo general no mayor al 3%.

Pero encuestas, hay de todos los colores y sabores. De corte local, regional, nacional o internacional. La metodología para recopilación de los datos es variada: a través del teléfono, por correo, aplicándolas en papel, o las modernas que se realizan online, y desde luego las tradicionales por medio de entrevistas personales.

Con motivo del cuarto informe de gobierno del actual primer mandatario de la nación, se publicaron varios muestreos, siendo muy creíbles los que auspician organismos no alineados con la administración federal. De igual manera se han venido difundiendo los sondeos sobre la credibilidad de los partidos políticos, así como de la situación que guardan los aspirantes a cargos populares.

Por lo que ve al Presidente del país, la encuesta publicada por la empresa Poligrama, detalla que el primer magistrado tiene una calificación que ronda el 7.1 sobre diez. Además, que tiene una aprobación de 67.12%; su metodología consiste en que que realizaron 1500 encuestas telefónicas a nivel nacional (México), a hombres y mujeres mayores de edad, los días 29 y 30 de agosto de 2022 en diferentes horarios. El tipo de muestreo fue mediante selección aleatoria de hogares. Con un nivel de confianza de 95% se estima obtener un margen de error de ± 2.5 puntos porcentuales. (Portal Político MX, 1-sept.022).

Un medio típicamente contestatario del gobierno, trae el nivel más bajo: El Financiero, señala que Amlo reportó una ligera caída de dos puntos en agosto, con respecto a julio, para ubicarse en 54 por ciento de aceptación y un 43 por ciento de desaprobación.  A su vez, el diario Reforma del último día de agosto, informa que López Obrador mantiene un nivel de aprobación entre la ciudadanía, de 61 por ciento que aprueba su gestión, y con un 33 por ciento que la desaprueba. El primer impreso señala a la inseguridad como el principal problema de la Cuatro T, en tanto que el segundo periódico indica que es la inflación.

El ponderador de encuestas, Oraculus, publica que López Obrador es el que mejor nivel de aceptación tiene, en 44 meses de ejercicio, contrastado con los últimos cinco presidentes mexicanos: “El actual Presidente tiene en esta poll of polls, un 61 por ciento, dos puntos por encima de los que registró en ese mismo tiempo Ernesto Zedillo (59 por ciento) y tres por arriba de Felipe Calderón (58 por ciento). Los mismos números muestran que en ese mes de Gobierno, Vicente Fox tenía un 54 por ciento y Enrique Peña Nieto un 25 por ciento”. (Sin Embargo, 1-sept.2022.)

Una encuesta internacional, es la que lleva a cabo sobre líderes globales, el ente Morning Consult Political Intelligence (MCPI) con sede en Estados Unidos; se trata de presidentes y primeros ministros de 22 países: López Obrador se mantiene como el segundo mandatario mejor evaluado con un 70 por ciento de aceptación, apenas un punto por debajo del máximo histórico que consiguió en abril pasado cuando alcanzó el 71 por ciento. Su porcentaje de rechazo, es de 25 por ciento. Los índices de aprobación más recientes se basan en datos recopilados del 24 al 30 de agosto de 2022, de un promedio de siete días, entre residentes adultos de Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, República Checa, Francia, Alemania, India, Irlanda, Italia, Japón, México, Holanda, Noruega, Polonia, Corea del Sur, España, Suiza, Suecia, Gran Bretaña y Estados Unidos. (Redacción de Sin Embargo, 1-09-022).

La sucesión presidencial de hecho está desatada. Los morenistas y los panistas han dado a conocer nombres de sus posibles abanderados. Al respecto, el rotativo Reforma divulgó el uno de septiembre en su primera plana: “Si hoy hubiera elecciones para Presidente de la República, ¿por cual partido votaría?” La respuesta es patente: “Mantiene Morena ventaja”, en base a que ese instituto político obtuvo un 46 por ciento de apoyos, mientras que el PAN solo recibió el 19%, los priistas el 17% y los desvalidos perredistas, un escuálido 3 por ciento. Si se suman las alianzas, “Va Por México” lograría el 39 por ciento, frente a un 51% de Morena y sus aliados (PVEM y PT).

En cuanto a los factibles candidatos, los más afianzados en este momento son los de Morena, siendo los mejor respaldados la gobernadora de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, y el canciller Marcelo Ebrard Casaubon, que prácticamente están empatados; atrás van el líder del Senado, Ricardo Monreal y enseguida el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Por lo que ve a los blanquiazules, principalmente se mencionan, por orden de apoyos, a Margarita Zavala, Santiago Creel, Mauricio Kuri y el escondido Ricardo Anaya. En el partido tricolor, la más fuerte es Beatriz Paredes Rangel; completan una terna, Alfredo del Mazo (gobernador del Edomex) y Enrique de la Madrid, vástago del expresidente Miguel de la Madrid. Finalmente, en Movimiento Ciudadano figuran Luis Donaldo Colosio Riojas (alcalde de Monterrey), Enrique Alfaro Ramírez (ejecutivo de Jalisco) y Samuel García, mandatario de Nuevo León. Sin excepción, en todas las fórmulas de enfrentamiento, los potenciales aspirantes de Morena, vencerían a los demás adversarios.

Otro organismo, La Encuesta, de Gabriela Treviño, dio a conocer como está la aceptación de los gobernadores de las Entidades federativas de México. En el muestreo de agosto reciente, el mejor evaluado es el panista Mauricio Vila Dosal (Yucatán) con 62.9%, casi a la par de Mauricio Kuri (Querétaro); en tercer lugar está el morenista Rubén Rocha Moya, de Sinaloa, con respaldo de 58.7%; con un 50.3% viene Claudia Sheinbaum, ocupando el 13/o puesto; muy alejado, en el 30/o puesto, está Enrique Alfaro, el jalisciense de Movimiento Ciudadano, con un 41.1 por ciento; el peor valorado, es el zacatecano David Monreal, de Morena, con un 31.8%.

El año venidero se elegirán los gobernadores de Coahuila y el Estado de México, lo que los convierte en codiciado objetivo de los encuestadores. En este momento se fragua quiénes serán los contendientes, y en el Estado norteño lleva la ventaja Luis Fernando Salazar Fernández, frente al protegido de la presidencia, Ricardo Mejía Verdeja, subsecretario de seguridad pública. Entre los panistas, el más aventajado es Guillermo Anaya, y por los priistas, Manolo Jiménez Salinas. El morenista, según este muestreo, ganaría a cualesquiera de sus contrincantes; pero como alianza, el panista podría triunfar siempre que no fuese su competidor el aludido Salazar Fernández.

Por lo que ve al Estado de México, llamado por su enorme padrón electoral como “la joya de la corona”, la lucha está entre la morenista Delfina Gómez Álvarez -exsecretaria de Educación federal- y quien se elija por PAN, PRI o la Alianza “Va por México”. Por los azules está destapado (lo hizo su dirigente Marko Cortés), el diputado Enrique Vargas, quien además ya buscó el visto bueno del expresidente Peña Nieto, allá en España; en cuanto a los priistas, los mejor posicionados son mujeres: Alejandra del Moral y Ana Lilia Herrera, con empate técnico según encuesta reciente: 32.3% y 31.4%, respectivamente. En todo tipo de combinaciones, la morenista saldría triunfante, si bien en el caso de ir contra un abanderado de “Va por México”, su éxito sería menos amplio.

Muchas otras encuestas se hacen a diario y son difundidas con cierta intensidad. Mas cada que veamos una, debemos informarnos como se hizo, por orden o cuenta de quien se realizó, y cual es su meta o fin. Y es que como dijimos, reconociendo que están de moda, también es verdadero que muchas están “cuchareadas”, es decir, torcidas, arregladas para alcanzar tal o cual fin, de quienes las pagan. Esto nos hace reflexionar en la afirmación del periodista, abogado, político y escritor colombiano Álvaro Gómez Hurtado (1919-1995): “Las encuestas son como las morcillas -la rellena o moronga-: muy sabrosas hasta que uno sabe cómo las hacen”.

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JALISCO

Año de la Mujer Indígena: Promesas vs silencio en la Comunidad Indígena de Mezquitán

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-Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac 

Entre el discurso oficial del gobierno de México, liderado por la presidenta Claudia Sheinbaum, y la cruda realidad de las comunidades indígenas, se abren fisuras que revelan contradicciones inquietantes.

En 2025, declarado «Año de la Mujer Indígena» por el Congreso de la Unión y respaldado por el Ejecutivo, se pretende enaltecer el rol histórico y cultural de estas mujeres, combatir la discriminación y fortalecer sus derechos con políticas inclusivas.

Sin embargo, esta intención noble choca con actos de violencia institucional perpetrados por dependencias del mismo gobierno, como se evidencia en el caso de la Comunidad Indígena de Mezquitán, en Zapopan Jalisco.

Desde 2001, esta comunidad lleva 24 años esperando una indemnización justa por la expropiación de 26.93 hectáreas de sus tierras, utilizadas para la ampliación de la carretera Guadalajara-Ixtlahuacán del Río-Saltillo.

Esta discrepancia plantea una pregunta crucial: ¿es el reconocimiento a las mujeres indígenas un compromiso genuino o un juego de poder simbólico?

UNA INJUSTICIA DE DOS DÉCADAS

El conflicto de Mezquitán comenzó en 2001, cuando la entonces Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), hoy Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), expropió las tierras prometiendo una compensación de aproximadamente 40 millones de pesos. Sin embargo, solo se pagaron 6 millones como anticipo entre 2004 y 2005, dejando un adeudo pendiente que, conforme a la Ley Agraria y sentencias del Tribunal Superior Agrario, debe ajustarse a valor comercial.

Después de siete años de litigios contra la SICT (desde 2017) el Tribunal Agrario 16, y en noviembre de 2023, el Tribunal Superior Agrario les dio la razón a la Comunidad Indígena de Mezquitán, ordenando un avalúo por el INDAABIN para calcular el pago a valor comercial. Sin embargo, la SICT siguió interponiendo amparos frívolos, el último resuelto en diciembre de 2024, para retrasar lo inevitable.

Ahora lo que procede es que se ejecute la sentencia y que la SICT proceda al pago correspondiente, pero para ello se requiere el avaluó actualizado que debe realizar INDAABIN, donde ahora está el atorón con el tortuguismo de la dependencia.

Habrá que señalar que la Consejería Jurídica Federal del gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum, coincide y recomienda, que lo que sigue es el cumplimiento de la sentencia y darle seguimiento hasta su conclusión, es decir, el pago en favor de la Comunidad.

Fue el 18 de junio pasado en el que mediante acuerdo, el Tribunal Agrario ordenó al Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales (INDAABIN) que, en un plazo de 10 días, informe sobre el trámite del avalúo solicitado por la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), con apercibimiento de multa en caso de incumplimiento, pero a la fecha no tenemos conocimiento de que INDAABIN haya cumplido ese requerimiento.

Todos estos obstáculos del poder de la burocracia, de diversas formas, ha enfrentado la Comunidad Indígena de Mezquitán, diversas formas para retrasar el proceso de pago; ahora es el «tortuguismo» de INDAABIN, que ha ignorado plazos como el de 10 días establecido el 18 de junio de 2024, bajo amenaza de multa.

Esta demora impacta directamente a 333 familias, muchas lideradas por mujeres indígenas que enfrentan pobreza y marginación como resultado de esta injusticia prolongada.

Saúl Rodríguez Barajas, presidente del Comisariado de Bienes Comunales, expresó su frustración: “Llevamos 24 años luchando por nuestros derechos, mientras el gobierno promete justicia, pero no actúa”.

Esta situación no solo contradice el espíritu del «Año de la Mujer Indígena», sino que también desvirtúa la reforma constitucional de 2024, que reconoce a los pueblos indígenas como sujetos de derecho público y obliga a consultar y compensar por proyectos que afecten sus territorios.

CONTRADICCIÓN ENTRE DISCURSO Y REALIDAD

El gobierno de Sheinbaum ha desplegado iniciativas ambiciosas para apoyar a los pueblos indígenas. En su informe de 100 días, anunció un presupuesto de 221 mil millones de pesos para 2025 destinados al desarrollo de comunidades indígenas y afromexicanas, que incluye 17 planes de justicia ya en marcha y el inicio de 13 más.

Además, lanzó el programa Apoyo Financiero a Mujeres Indígenas y Afromexicanas Artesanas (MIAA) con 500 millones de pesos, y en diciembre de 2024 restituyó 2,178 hectáreas a comunidades rarámuris en la Sierra Tarahumara.

Estas acciones, combinadas con la designación de figuras históricas como Tecuichpo, Tz’ak-b’u Aha, Señora 6 Mono y Xiuhtlaltzin como emblemas del año, buscan visibilizar el legado de las mujeres indígenas.

No obstante, el caso de Mezquitán revela una desconexión alarmante. Mientras se celebran avances simbólicos, la SICT se resiste a pagar y INDAABIN incumple sentencias judiciales, dejando a las mujeres de esta comunidad sin la indemnización que les corresponde.

Esta contradicción no es un incidente aislado, sino un síntoma de un problema estructural: las políticas públicas, aunque bien intencionadas, a menudo no se traducen en justicia tangible. La reforma constitucional de 2024, que manda consultar y compensar, debería haber agilizado casos como este, pero la inacción gubernamental lo contradice, erosionando la confianza en las promesas de inclusión.

MÁS ALLÁ DE LOS JUEGOS DE PODER

La negativa de la SICT y el «tortuguismo» de INDAABIN en el caso de Mezquitán contradicen el espíritu del «Año de la Mujer Indígena». Esta comunidad, con sus 333 familias —muchas lideradas por mujeres que encarnan los valores que el gobierno dice proteger—, merece una resolución que trascienda la retórica.

Aunque Sheinbaum no ha abordado directamente el caso, su compromiso con la justicia social indica que, con información clara, podría impulsar una solución para que 2025 no sea un ejercicio vacío. El gobierno debe actuar con urgencia, asegurando el cumplimiento de las sentencias del Tribunal Agrario.

Solo así el discurso de reconocimiento a las mujeres indígenas se convertirá en hechos concretos, dejando atrás los juegos de poder y demostrando que la justicia no es negociable. La responsabilidad recae en Sheinbaum y sus dependencias: el tiempo apremia para alinear palabras con acciones.

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JALISCO

El expediente que ocultan de Eli Castro

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– Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco

Por más vueltas que se le quiera dar, hay casos en los que el poder se exhibe en su versión más burda, más vulgar, más ofensiva. Tal es el caso de la señora Eli Castro, personaje de escasa trayectoria profesional —pero al parecer de relaciones estrechas con el poder—, quien durante semanas se mantuvo oculta en las nóminas y pasillos del SIAPA sin que nadie pudiera explicar a ciencia cierta qué hacía ahí, quién la nombró, bajo qué criterios fue contratada y, sobre todo, por qué ocupaba un puesto como «asesora técnica» sin tener un perfil técnico.

En estos tiempos de administración de la opacidad, cuando la transparencia es una palabra que se usa solo como adorno en los discursos oficiales, bastó con que se asomara el escándalo para que el Gobierno de Jalisco aplicara su fórmula favorita: «Ya hay una investigación en curso por parte de la Fiscalía Anticorrupción». Esa frase, que en otros países podría representar un paso hacia la rendición de cuentas, en Jalisco se ha convertido en la coartada perfecta para esconder todo lo que no quieren explicar. Detrás de esa frase se apagan los focos, se cierran los archivos y se invoca el silencio.

Pero el caso de Eli Castro no nació en SIAPA. Su historia con el gobierno jalisciense viene de tiempo atrás. Concretamente con las administraciones emecistas, la referencia es del año 2019, cuando la Secretaría de la Hacienda Pública, entonces encabezada por Juan Partida Morales -Si, el mismo funcionario que fue el administrador gubernamental de Enrique Alfaro durante su gobierno de Guadalajara y el gobierno de Jalisco y hoy director de IPEJAL-, decidió firmar con ella un contrato por la nada despreciable suma de 379 mil 170 pesos. El motivo: brindar apoyo administrativo y emitir opinión jurídica. Así, tal cual, como si se tratara de una abogada constitucionalista o de una analista con doctorado en administración pública.

¿Y cuál es la preparación académica de la contratada? El propio contrato, que le hicieron llegar a quien esto escribe, lo dice con claridad insultante: Eli Castro cuenta únicamente con estudios de secundaria. Ni una licenciatura, ni una cédula profesional, ni una especialidad. Y, aun así, el gobierno del estado decidió pagarle por emitir opinión jurídica. Como si en la Secretaría de la Hacienda Pública se hubieran quedado sin abogados, sin técnicos, sin funcionarios de carrera. Como si el presupuesto público se manejara como una bolsa personal para favorecer amigos o pagar favores.

Por si fuera poco, el periodista Pepe Toral destapó aún más esta cloaca en su cuenta en la red social X. Tras conocer el contrato, decidió hacer lo que el gobierno no hizo: pedir cuentas. Solicitó, por la vía de transparencia, los informes mensuales que la contratada debía entregar. Porque el contrato estipula —con toda claridad— que debía rendir informes mensuales sobre las actividades realizadas.

La respuesta que recibió Pepe Toral, ¡fue una joya del absurdo burocrático!: la Secretaría de la Hacienda Pública respondió que no tiene los informes, porque la contratada, en realidad, prestaba sus servicios en una dependencia distinta: el Instituto Jalisciense de Rehabilitación Social, más conocido como INJALRESO.

Pero esa respuesta es una tomadura de pelo lo que, en el caso de Pepe Toral, no es nada fácil. En ninguna parte del contrato revisado se establece que los informes puedan omitirse si la contratada es enviada a otra dependencia. Y mucho menos se menciona que INJALRESO sea la unidad responsable de vigilar el cumplimiento de sus obligaciones. El gobierno no entregó al periodista Pepe Toral los informes, ni explicó su contenido, ni señaló si alguien los recibió. Y peor aún: no hay constancia de que alguien se los haya exigido.

Frente a la falta de informes, el periodista decidió ir más allá. Solicitó que se le informara cuáles fueron los entregables, los productos concretos, los resultados derivados de la contratación. Y aquí es donde el disparate alcanza dimensiones kafkianas.

La Secretaría de la Hacienda Pública le respondió —y cito textualmente— que no puede entregar los resultados de la contratación «por tratarse de un hecho futuro a realizarse». Repito: un contrato que se firmó y concluyó en 2019, hace seis años, es considerado por la autoridad como un hecho futuro. No una omisión, no una irregularidad, no una burla: un hecho que aún no ocurre.

¿Estamos ante una administración que no distingue entre pasado y futuro? ¿O simplemente ante una estructura de encubrimiento sistemático de irregularidades?

Como si no fuera suficiente, la Secretaría también se negó a entregar copia de los cheques emitidos a nombre de Eli Castro. Alegaron que la información puede consultarse en el portal de nómina. Y, en efecto, ahí aparecen dos pagos: abril y mayo de 2019. Pero el contrato establecía una duración de abril a diciembre de ese año.

La opacidad no es casual. Es un sistema. Es una práctica. Es una forma de gobierno. Porque el caso de Eli Castro no es el único, pero sí es un emblema. Un emblema de cómo se administra el dinero público con lógica de compadrazgo, de cómo se burlan los controles internos, de cómo se simulan funciones para justificar plazas, contratos, favores.

En el fondo, el caso no trata solo de una mujer sin preparación cobrando como asesora. Trata de un gobierno que no da explicaciones, de instituciones que no documentan, de fiscalías que callan y de una sociedad que, con frecuencia, se resigna. La pregunta ya no es si Eli Castro debía o no ocupar ese cargo. La pregunta es: ¿cuántos más como ella hay incrustados en el aparato público? ¿Cuántas nóminas están infladas con nombres que no trabajan, no entregan nada y nadie los supervisa?

La indignación no debería durar solo el ciclo de una noticia. Este tipo de casos amerita un seguimiento constante, una presión sostenida, una exigencia colectiva. Porque mientras se normalice que se contrate a una presentadora de música para emitir opiniones jurídicas, sin estudios, sin experiencia, sin rendición de cuentas, no habrá reforma administrativa que valga ni discurso de austeridad que resista.

Pero, lo terrible en este caso es que, el director del SIAPA sigue sin dar la cara y dar explicaciones. Juan Partida acostumbrado a distribuir pagos generosos a su personal de confianza después de su intento de madruguete en IPEJAL para subirse el sueldo él y sus cercanos, sigue ahí.

¿Saldrá Luis García Sotelo secretario de la Hacienda Pública de Jalisco a explicar este cochinero? O ¿Solo la dejará pasar?

Y mientras la señora Castro cobraba sin rendir cuentas, el gobierno silbaba hacia otro lado… como si la corrupción, cuando es propia, no apestara.

En X @DEPACHECOS

 

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NACIONALES

El rey ha muerto, la nostalgia vive

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-Opinión, Por Miguel Anaya

En política, nada se improvisa. Lo que parece una casualidad o un hecho totalmente fortuito, en la mayoría de las ocasiones tiene un trasfondo que deja un mensaje para aquellos que saben descifrarlo.

La política mexicana recicla sus figuras, usándolas para comparaciones y discursos, no para gobernar. Aquí, la popularidad supera al liderazgo y la acción

La célebre frase “el rey ha muerto, viva el rey” no solo representaba la transición inmediata de poder en la Francia medieval, sino también el principio de continuidad en el ejercicio del mando, incluso si el anterior había fracasado estrepitosamente. Y en México, aunque ya no hay tronos ni coronas (pero sí hay palacios), la lógica persiste: los viejos soberanos nunca desaparecen del todo, porque en tiempos de crisis política, incluso los caídos se vuelven útiles.

El caso reciente de Enrique Peña Nieto lo ilustra bien. Tras años de silencio, exilio dorado y memes de alto voltaje, el expresidente volvió a la conversación pública con declaraciones que fueron tomadas por muchos como un gesto de «normalidad». Lo que antes era escándalo hoy es nostalgia. Aquella Casa Blanca que provocó marchas y editoriales indignados hoy apenas ocupa un párrafo en la memoria colectiva. Aquellos muertos, los de Tlatlaya, Ayotzinapa, Tanhuato, los miles que desaparecieron bajo su sexenio, parecen haber sido arrastrados por el alud de nuevas tragedias más recientes, más frescas, más urgentes.

¿Peña regresó por nostalgia? ¿Por necesidad? ¿Por encargo? No lo sabemos. Lo que sí es claro es que su reaparición no es casual. Como dicta esa frase que se le atribuye a Félix Flores: “La política no es para el que le gusta, es para el que le entiende”. Y quien entiende la política sabe que cada palabra, cada aparición, cada silencio tiene una razón de ser. La política es un ajedrez, no un juego de dados.

En un escenario donde la clase política actual se ha desgastado tan rápidamente —por excesos, por improvisación o por arrogancia—, el terreno se vuelve fértil para que las figuras del pasado, incluso aquellas que parecían sepultadas por la historia, regresen al tablero. No porque hayan sido redimidas, sino porque no hay muchas más opciones con quién llenar el vacío. La orfandad de liderazgos reales, de estadistas con visión, obliga a echar mano de quien haya tenido al menos una figura reconocible. Aunque sea para recordar lo que no se debe hacer… o para sugerir que, después de todo, pudo haber sido peor.

La fragilidad de la memoria pública también juega su papel. El golpeteo mediático constante, la saturación informativa, la polarización política y el vértigo cotidiano que produce el México moderno han logrado que incluso las grandes tragedias se desvanezcan con rapidez. Lo que en otro país hubiera significado la cancelación vitalicia de una carrera política, aquí se transforma con el tiempo en una anécdota o un video en TikTok.

Y así, en plena era de la desmemoria funcional, un Peña Nieto puede volver al escenario, no como aspirante, sino como referente. Lo mismo puede pasar con otros nombres que hoy parecen impresentables, pero que mañana, si el desgaste lo permite, podrían ser reactivados para construir algún nuevo mito, servir de contrapeso o simplemente dar la cara cuando nadie más quiera hacerlo.

Porque, al final, la política mexicana no entierra del todo a sus muertos; los guarda, los recicla y los acomoda en la estantería de los recursos disponibles. Tal vez no para gobernar, pero sí para ser comparados, rehabilitados, usados. Porque en este país, donde a menudo se confunde popularidad con liderazgo y discurso con acción, lo importante no es lo que hiciste, sino con quién te comparan.

Y si el presente se descompone lo suficiente, incluso un pasado fallido puede parecer aceptable. El rey ha muerto. Viva el rey, aunque sea el mismo…

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