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JALISCO

Morena y sus finalistas en Jalisco

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De Frente al Poder, por Óscar Ábrego //

Mujeres y hombres de Morena en Jalisco se alistan para recorrer el tramo decisivo que los lleve a la tierra prometida. Con la publicación de la convocatoria para elegir a quien lidere la causa de la cuatro té rumbo al gobierno estatal, inició una fase compleja.

Tengamos en cuenta que aquí el Movimiento de Regeneración Nacional no ha logrado constituirse en una fuerza cohesionada, lo que siempre complica la conquista de buenos resultados.

En ese contexto vale la pena citar a quienes figuran en el listado que circula en la cúpula morenista.

Antes, es pertinente apuntar que de acuerdo a una fuente enterada de lo que se platica en las oficinas de la cúspide guinda, en realidad son muy pocas las esperanzas para los caballeros, pues Claudia Sheinbaum tendría decidido que para el caso de nuestra entidad, será fémina la que aparezca en la boleta.

Al margen de ello, recordemos que en el implacable e impredecible mundo de la política nada es seguro, de tal modo que nadie que verdaderamente tenga la oportunidad de obtener la candidatura, debe descartarse.

Veamos.

Cecilia Márquez.

La diputada federal, además de que guarda un fuerte vínculo con López Obrador, tiene una enorme posibilidad si se decide que el género femenino dispute la gubernatura.

Agreguemos que en días pasados, Sheinbaum comentó públicamente a sus cercanos que le tiene un aprecio especial, lo que fue tomado como una potente señal al interior del equipo. Y por si faltara algo, la semana que recién concluyó, Cecilia sumó a su proyecto a poderosos e influyentes industriales locales.

Más allá de lo anterior, tengo suficientes elementos para confirmar que si se opta por una mujer, sin duda ella será la candidata.

Carlos Lomelí.

Si las encuestas serán un factor determinante para la designación de la candidatura, entonces el regidor tapatío la tendría más que ganada, aunque sus detractores sostienen que la próxima abanderada presidencial no lo ve con buenos ojos.

Lo cierto es que su alto nivel competitivo es un valor que no debe subestimarse.

Favio Castellanos.

En política no hay sorpresas, sólo sorprendidos, por eso que nadie se extrañe si levanta la mano como opción del Ebrardorismo.

El ex capitán del morenismo en el Estado conserva el apoyo de muchos consejeros, lo que incidiría al momento de analizar los ponderables que arrojen los sondeos de opinión.

¿Tiene posibilidad de ser el candidato? Sí, y será un actor fundamental en el proceso de los meses que vienen.

Claudia Delgadillo.

Postulada por el Partido Verde, la diputada federal aparece bien posicionada en el ánimo del electorado; pero en el epicentro del partido oficial la miran con recelo en virtud de que suele saltar de los barcos ante el riesgo de naufragio, por ello hay quienes la consideran poco confiable.

No obstante eso, Delgadillo González es un activo de la 4T y desempeñará un rol importante en el siguiente encuentro con las urnas.

Antonio Pérez.

Me platican que el legislador federal posee tres condiciones a su favor: una, que es cuate del presidente y de la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México; dos, que es un publirrelacionista muy efectivo; y tres, que es padre del gran Sergio “Checo” Pérez.

Clara Cárdenas.

Sin roce ni presencia en el área metropolitana, cuenta con el respaldo de Alejandro Peña.

Nada más.

José María Martínez.

En Morena afirman que es el candidato infiltrado de Enrique Alfaro.

Dicen que sólo busca un reintegro. 

@DeFrentealPoder

*Óscar Ábrego es empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor y analista político.

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CARTÓN POLÍTICO

La verdad histórica de Gertz Manero

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CARTÓN POLÍTICO

El sembrador de cultura

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JALISCO

Caso Teuchitlán: El rancho del silencio y el alcalde que decía no temer

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

El problema con la podredumbre es que rara vez avisa. Huele a tiempo pasado, a complicidad curtida, a pactos hechos entre cafés tibios y palmadas en la espalda. En Teuchitlán, ese pequeño municipio jalisciense de no más de 10 mil almas, la peste salió de un rancho: Izaguirre. Pero la hediondez, ahora nos dicen, ya había contaminado el palacio municipal.

La detención fue discreta y, para algunos, sorprendente. Su nombre es José Ascención Murguía Santiago, dos veces alcalde, dos veces investido por la confianza de Movimiento Ciudadano. Cayó un sábado, como los operativos que buscan el eco en la prensa del lunes.

Cayó por obra de la Agencia de Investigación Criminal de la FGR, trasladado a la capital del país por su presunta vinculación con la operación criminal del CJNG en el Rancho Izaguirre. Delitos: delincuencia organizada y abuso de autoridad.

Ahora, “Chon” es un nombre más en la lista de los que, con el escudo del servicio público en la solapa, nos dicen que terminaron sirviendo al crimen.

Pero lo que cayó el sábado no fue solo un alcalde. Cayó la simulación, el cuento de la «tranquilidad» en los pueblos de Jalisco, esa paz de ataúdes y pactos.

El titular de la FGR, Alejandro Gertz Manero, fue claro el 30 de abril: desde 2021 se sabía lo que pasaba en ese rancho. Reclutamiento, adiestramiento y ejecuciones. Las autoridades locales lo sabían, pero callaron. La Fiscalía de Jalisco lo aseguró en septiembre de 2024, pero después simplemente…se olvidó.

En marzo de este año, un grupo de madres buscadoras lo reabrió. Hallaron ropa, credenciales, huellas de un infierno. Ahí estaban las pruebas que la institución, con todos sus peritos y facultades, no pudo ver.

Y Murguía, el mismo que dijo en entrevista a Canal 13 que andaba sin escolta, que la gente lo conocía y confiaba en él, que estaba dispuesto a ser investigado, se volvió testigo de su propia caída. «Pues que me investiguen», dijo. Y lo hicieron. Y lo hallaron.

El alcalde aseguró no saber nada del rancho. «Es una zona muy alejada», dijo. «Nunca me enteré». Es curioso cómo la ignorancia se vuelve estrategia cuando la verdad comienza a cercar. Teuchitlán no es una megápolis. Es un municipio donde cuatro mil personas viven en la cabecera, donde todo se sabe.

Desde marzo, el Secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, ya había ventilado el modus operandi: falsas ofertas de empleo para enganchar a jóvenes, promesas de salarios de hasta 12 mil pesos semanales, adoctrinamiento criminal. Y cuando alguien se oponía, el castigo era inmediato: tortura, desaparición, muerte.

Gracias a la captura de José Gregorio Lastra Armida, alias «El Comandante Lastra», se supo de la cadena completa de reclutamiento. Una cadena que pasaba por el Rancho Izaguirre y por los silencios del poder local.

Junto con el alcalde, hay al menos catorce detenidos más. Policías municipales de Tala y Teuchitlán, incluyendo un excomisario, acusados de desapariciones forzadas y participación en el mismo esquema de reclutamiento.

La Fiscalía estatal justificó su omisión alegando que el rancho era demasiado grande. Que no se podía procesar todo. Como si la ley tuviera límites topográficos. Como si la justicia se rindiera ante el metraje.

Murguía es parte de la estructura de MC. No es un actor marginal. Dos veces alcalde, dos veces cobijado por las siglas naranjas. Y el partido calla. Ni un posicionamiento, ni una aclaración. La estrategia es el silencio, como si la vergüenza se resolviera con amnesia pública.

El problema no es solo Murguía. Es la tolerancia institucional al poder criminal. Es la normalización del terror como parte de la gobernabilidad. En Teuchitlán, gobernaba un alcalde que hablaba de transparencia mientras un cártel entrenaba sicarios a la vuelta del camino.

No es la primera vez que un municipio pequeño se vuelve epicentro del horror. Pero lo de Teuchitlán es simbólico. Ahí se junta todo: el abandono institucional, la corrupción policiaca, el oportunismo partidista, la simulación ministerial.

El rancho Izaguirre es más que un predio. Es el monumento al fracaso del Estado. Y Murguía, su administrador.

La caída de Murguía no resuelve nada si no se arranca la red entera. Porque el crimen organizado no se instala en un pueblo sin permiso, sin cómplices, sin acuerdos. Porque un rancho no se vuelve cuartel de adiestramiento sin ojos que miren hacia otro lado. Porque un alcalde no cae solo.

Y porque, al final, si el poder no se limpia de fondo, habrá más Teuchitlán. Más ranchos. Más presidentes municipales con cara de inocencia y manos manchadas.

La pregunta no es por qué lo detuvieron. La pregunta es: ¿por qué tardaron tanto?

En X @DEPACHECOS

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