Connect with us

ARTE

Exposición «Habitantes de ningún lugar»: El universo interior de Ignacio Guerrero

Publicado

el

Por Francisco Junco //

En un rincón donde lo real se funde con lo onírico, Ignacio Guerrero abre un portal a lo invisible. Su exposición «Habitantes de ningún lugar», inaugurada el 14 de mayo en la Víctor Haro Gallery del Hotel Fiesta Americana Guadalajara, reúne 31 piezas que son mucho más que lienzos: son fragmentos del alma de un creador.

Con un lenguaje surrealista, colores vibrantes y una narrativa profundamente personal, Guerrero invita a los visitantes a recorrer los contornos de su imaginación, un territorio sin mapa donde lo imposible cobra vida.

Son piezas surrealistas, mitad en blanco y negro, mitad en color, aunque el color siempre me seduce más”, explica Guerrero a Conciencia Pública con voz serena pero cargada de emoción. Planeada desde hace dos años, esta muestra marca un hito en sus tres décadas de carrera, un viaje que comenzó en 1995 cuando abandonó el diseño gráfico para entregarse a la pintura con un acto de fe radical.

UN MUNDO SIN FRONTERAS

El título «Habitantes de ningún lugar» no es casual. “Todos tenemos un hogar físico, pero hay seres etéreos que habitan nuestra mente, fugaces, casi imposibles de capturar. Quiero sacar esos personajes y darles vida en el lienzo”, describe Guerrero.

Sus obras no retratan ciudades reales ni rostros definidos, sino paisajes oníricos que parecen recuerdos olvidados: urbes construidas con cabezas de piedra, calles trazadas por la intuición, figuras que evocan la infancia. “Quise humanizar el hábitat, reemplazar edificios de concreto por construcciones terrosas, como cabezas donde viven otras almas”, añade.

La pieza central, que da nombre a la exposición, es un manifiesto visual: una ciudad de pensamientos, una arquitectura de emociones donde no hay caminos rectos, solo conexiones intuitivas. Aves, caballos y siluetas humanas reaparecen como símbolos constantes, mensajeros del universo interno del artista. “Son mis cómplices, mis oráculos”, confiesa Guerrero, quien se inspira en la literatura medieval, los palacios imaginarios y los juguetes de su niñez.

EL ARTE COMO EXPERIENCIA ÍNTIMA

La muestra combina pinturas, esculturas y objetos en bronce y resina, como caballitos que parecen flotar, desprendidos de un sueño. La técnica de Guerrero es meticulosa—cada obra nace de bocetos dibujados con paciencia—, pero el resultado parece espontáneo, como si los colores y formas surgieran de un trance. “No me tienta lo digital. Prefiero el trazo lento, la mancha accidental que se convierte en hallazgo”, dice. Sus lienzos no imponen historias; invitan al espectador a inventar las suyas, a completar los silencios.

Una pieza destacada es La Torre del Caballito, parte de la serie Metafísica de la Locura. “Es un rompecabezas de mi infancia: canicas, artesanías, un tablero de ajedrez, alas, un corazón, el mar. Con esos recuerdos construyo una torre sin forma fija, una estructura de emociones”, explica. Otra obra, un autorretrato reservado para su familia, revela su lado más íntimo: “Estoy pintado con mis personajes surrealistas, pajaritos y caballitos en mi hombro. Es mi vida artística en un cuadro pequeño”.

UN ESPACIO PARA EL TALENTO REGIONAL

La Víctor Haro Gallery, con más de 300 exposiciones en su historia, se consolida como un faro cultural en Guadalajara. Víctor Haro, anfitrión de la muestra, expresó su admiración: “El trabajo de Nacho es mágico. Tenerlo aquí, junto a maestros como José Luis Malo, eleva el prestigio de este espacio”. Los padrinos, Magdalena Moreno y Eugenio Sánchez de Galería Artesania, celebraron la apertura. “Nacho es un gran artista y un ser humano excepcional. Es un honor compartir este momento”, dijo Moreno, amiga cercana del pintor.

El evento, descrito como un “arranque mágico”, reunió a coleccionistas, amigos y familiares en un ambiente de convivencia. Dos piezas se vendieron antes de la inauguración, prueba del impacto inmediato de la obra. Sin embargo, Guerrero no busca aplausos. “Solo quiero que mi trabajo toque una fibra, que sea un espejo para otras almas”, afirma.

SURREALISMO CON RAÍCES PROFUNDAS

Con casi 30 años de trayectoria, Guerrero ha forjado un lenguaje propio, donde el surrealismo no es un adorno, sino una brújula. Sus herramientas—papel, lápiz, pigmentos, bronce—construyen mundos que desafían la realidad. Influenciado por la literatura y las imágenes medievales, pinta palacios y caballos que emergen de un “caldo de cultivo” mental. “El color intenso, los paisajes oníricos, las aves: eso es mi sello”, asegura.

«Habitantes de ningún lugar» no es una exposición convencional; es un viaje emocional. No ofrece respuestas, sino preguntas que conmueven. En cada lienzo, hay una nostalgia por lo que pudo ser, un anhelo por la belleza interior. Como dice Guerrero, el arte no necesita certidumbres: “Basta con que sea honesto, con que nos lleve a un lugar que, aunque no exista, nos aloje a todos”.

Continuar Leyendo
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

ARTE

Desde Durango a Madrid: La odisea artística de Edgar Mendoza

Publicado

el

Conciencia en el Arte, por Héctor Díaz //

En un estudio madrileño bañado por la luz de la tarde, el pintor mexicano Edgar Mendoza, originario de Durango, da vida a lienzos que fusionan el alma de México con la melancolía de España. Sus pinceladas, herederas de Vermeer y del Quattrocento italiano, tejen narrativas realistas cargadas de introspección.

Radicado en España desde hace años, Mendoza ha conquistado al público europeo sin renunciar a su identidad mexicana. En esta entrevista, el artista revela cómo su viaje, desde un cartel en Durango hasta las galerías de Madrid, ha moldeado un estilo único que dialoga con el pasado y el presente del arte.

Orígenes y formación

Héctor Díaz (HD): Edgar, tu camino en la pintura comenzó de forma casi fortuita, con un cartel en Durango que te abrió las puertas al arte. ¿Qué te motivó a dar ese primer paso, y cómo recuerdas esos años iniciales?
Edgar Mendoza (EM): Fue la urgencia de encontrar un rumbo. Crecí en un entorno donde las oportunidades no abundaban, y ese cartel, que anunciaba un taller de pintura, fue como un faro. Mis primeros años fueron un torbellino: pintaba con una energía desbordante, como si quisiera demostrarle al mundo y a mí mismo que podía ser más que mis circunstancias. La pasión y la necesidad me empujaron.

HD: Desde Durango hasta Cuernavaca, buscaste maestros y conocimiento. ¿Qué lecciones te marcaron en esa etapa formativa?
EM: La disciplina fue clave. Mis maestros en Durango me enseñaron a trabajar con rigor, pero en Cuernavaca aprendí a creer en mi visión. Ser fiel a lo que quieres expresar, incluso cuando el camino es incierto, es lo que te define como artista. Sin esa constancia, no habría llegado lejos.

Influencias y estilo

HD: Hablas de Vermeer y los maestros del Quattrocento como grandes influencias. ¿Qué te atrae de ellos, y hay algún artista menos conocido que haya moldeado tu obra?
EM: Vermeer tiene una luz y una calma que me fascinan; captura lo eterno en lo cotidiano. Del Quattrocento, admiro la precisión de Piero della Francesca y la narrativa de Mantegna. Menos conocidos, diría que los retratistas flamencos del siglo XVII, con su atención al detalle, me han inspirado a buscar profundidad en lo aparentemente simple.

HD: Tu realismo contemporáneo se siente único, especialmente como “pintor emigrante”. ¿Cómo defines tu estilo, y qué lo distingue?
EM: Mi estilo es una interpretación personal de la realidad, no una copia. Busco sintetizar emociones y conceptos en imágenes que respiren. Ser un emigrante me da una perspectiva doble: mis obras llevan la nostalgia de México y la introspección que España me ha enseñado. Esa tensión entre dos mundos es mi sello.

HD: ¿Cómo ha evolucionado tu enfoque desde tus primeras obras hasta hoy?
EM: He aprendido a simplificar. Antes llenaba los lienzos con detalles; ahora busco la esencia, la honestidad. Cada pincelada debe decir algo, transmitir una verdad que conecte con el espectador.

Proceso creativo

HD: La fotografía es central en tu proceso. ¿Cómo la integras, y hasta qué punto la transformas en tus pinturas?
EM: La fotografía es mi punto de partida, un traductor de la realidad contemporánea. No la sigo ciegamente; la uso para capturar una idea o un momento, pero luego la reinterpretó con óleo, ajustando luces, colores y emociones. Es una herramienta, pero la pintura es donde ocurre la magia.

HD: Tus obras suelen evocar melancolía e introspección, con la figura humana como protagonista. ¿Qué buscas transmitir en esos momentos de quietud?
EM: Quiero que el espectador se detenga y sienta. La quietud es el espacio donde las emociones se revelan: un gesto, una mirada, un instante que dice más que mil palabras. La figura humana es mi vehículo para explorar la complejidad de la existencia.

HD: ¿Cómo decides qué incluir o excluir en una pintura para lograr ese equilibrio?
EM: Con los años, he aprendido a buscar la síntesis. Invierto mucho tiempo en planear la composición para que cada elemento—un pliegue, una sombra—sume a la narrativa. Si algo no aporta a la emoción o al concepto, lo elimino. La coherencia es clave.

Vida en España y perspectiva

HD: Vivir en España, ¿ha cambiado tu forma de ver México y tu identidad como mexicano?
EM: La distancia agudiza el amor por México. Desde España, valoro más su riqueza cultural, pero también soy más crítico de sus desafíos. Ser emigrante te enseña a llevar tu identidad como un tesoro, pero también a adaptarte y crecer en un nuevo contexto.

HD: ¿Cómo ha influido el arte español, clásico o contemporáneo, en tu trabajo?
EM: España es un crisol artístico. De los clásicos, la intensidad de Goya y la luminosidad de Sorolla me han marcado. Del arte contemporáneo, admiro la valentía de los españoles para experimentar. Mi pintura, aunque técnica como la de ellos, sigue hablando con un acento latinoamericano.

HD: ¿Encuentras diferencias en cómo el público español y mexicano recibe tu obra?
EM: En España, el público aprecia la narrativa y la técnica, pero a veces busca un simbolismo más abstracto. En México, siento una conexión más emocional, como si reconocieran los códigos de mi identidad. Ambos diálogos me enriquecen, y en España he sido muy bien recibido.

Reflexiones sobre el arte

HD: En un mundo saturado de imágenes digitales, ¿cuál es el valor de la pintura realista hoy?
EM: La pintura realista tiene una cualidad humana que lo digital no puede replicar. Cada pincelada lleva intención, memoria, emoción. En un mundo acelerado, el realismo invita a pausar, a contemplar, a reconectar con lo que nos hace humanos.

HD: Abogas por unir realismo y conceptualismo. ¿Cómo imaginas esa fusión?
EM: El conceptualismo aporta ideas frescas, pero a veces carece de cuerpo. El realismo puede darle forma, materialidad. Juntos, podrían crear un arte que hable al intelecto y al corazón, un arte que trascienda modas y conecte generaciones.

Proyectos y futuro

HD: Háblanos de tu proyecto actual, la serie “Transparencias”. ¿Qué exploras en ella?
EM: “Transparencias” es un viaje hacia la conexión entre historias. Mis personajes forman un universo donde cada pintura es un fragmento de una narrativa mayor. Uso el óleo para explorar texturas casi etéreas, buscando una “sinfonía visual” que invite al espectador a encontrar vínculos entre las obras.

HD: ¿Cuáles son tus metas como artista en los próximos años?
EM: Quiero consolidar mi voz artística y llevar mi obra a nuevos públicos. Aspiro a un reconocimiento que me permita seguir creciendo, pero también a crear proyectos que dejen una huella, que hablen de la experiencia humana desde mi perspectiva mexicano-española.

HD: ¿Qué consejo darías a un joven pintor realista que empieza su camino?
EM: Sé paciente y tenaz. El realismo exige tiempo, práctica y disciplina. Aprende de los maestros, viaja si puedes, y nunca dejes de cuestionarte. Hablar inglés y moverse a centros artísticos también abre puertas.

Conexión con el público

HD: ¿Qué esperas que sienta el espectador al ver tus obras?
EM: Busco una armonía de sensaciones: que se sientan interpelados, que reflexionen sobre su propia existencia. Quiero que mis pinturas sean espejos donde cada quien vea algo personal, un eco de sus emociones.

HD: ¿Cómo manejas las críticas a tu trabajo?
EM: Escucho con apertura. Las críticas constructivas me ayudan a crecer; las destructivas, a fortalecer mi confianza. Lo importante es aprender sin perder la esencia de lo que quiero expresar.

Reflexiones finales

HD: Si tuvieras que definir tu arte en una frase, ¿cuál sería?
EM: Pinturas que capturan la memoria de lo humano en un mundo que corre demasiado rápido.

HD: ¿Qué te impulsa a seguir pintando, día tras día?
EM: La vida misma. Cada día trae una nueva perspectiva, una nueva emoción que quiero traducir al lienzo. Pintar es mi forma de entender el mundo y de compartir lo que siento.

Mientras el sol se oculta tras las ventanas del estudio, Edgar Mendoza limpia sus pinceles con la calma de quien sabe que cada obra es un paso más en un viaje sin fin. Su arte, un puente entre México y España, entre el pasado y el presente, nos recuerda el poder de la pintura para detener el tiempo y hacernos sentir. Con proyectos como “Transparencias” en el horizonte, Mendoza no solo pinta: construye un legado que trasciende fronteras.

Continuar Leyendo

Tendencias

Copyright © 2020 Conciencia Pública // Este sitio web utiliza cookies para personalizar el contenido y los anuncios, para proporcionar funciones de redes sociales y para analizar nuestro tráfico. También compartimos información sobre el uso que usted hace de nuestro sitio con nuestros socios de redes sociales, publicidad y análisis, que pueden combinarla con otra información que usted les haya proporcionado o que hayan recopilado de su uso de sus servicios. Usted acepta nuestras cookies si continúa utilizando nuestro sitio web.