MUNDO
Nubes negras amenazan a las economías de Argentina, Brasil y México
Por Francisco Herranz // (Sputnik Mundo)
La compleja coyuntura internacional está ralentizando el crecimiento económico de América Latina y afectando especialmente a tres de las principales economías de la región: Argentina, Brasil y México.
La incertidumbre que emana de la guerra comercial entre China y Estados Unidos y del Brexit europeo tiene profundos efectos adversos en las previsiones del Producto Interior Bruto (PIB) de estas tres naciones, según el último informe publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Estas tensiones políticas y comerciales solo sirven para reducir la inversión y para fomentar los riesgos ya existentes.
En mayo, la OCDE ya había rebajado sus perspectivas a corto plazo. Ahora, en este nuevo informe de septiembre, la organización con sede en París confirma que, a la vista de los últimos acontecimientos económicos y financieros, la ralentización moderada durará más de lo previsto, lo que tendrá, sin duda, efectos negativos en la calidad de vida de los ciudadanos.
El pronóstico a la baja afecta de forma considerable a México, pues encabeza la lista de las naciones a las que la OCDE les recorta su proyección; en este caso, disminuyó 1,1 puntos porcentuales. En marzo, la proyección del PIB mexicano se situaba en el 1,6%; ahora, seis meses después, la cifra se queda solo en el 0,5%. Para 2020 se habla del 1,5% cuando era del 2% en marzo.
Brasil también se expandirá menos en 2019 y 2020. El crecimiento llegará este año al 0,8%, frente al 1,4% previsto en marzo. Para el año que viene se prevé un 1,7% frente al 2,3% anterior.
Argentina la peor parada
Con respecto a Argentina, los nubarrones son especialmente negros. La recesión se mantendrá en 2020 con un descenso del 1,8% del PIB. Para 2019 la OCDE apuesta por el -2,7%, 0,9 puntos porcentuales más de caída que en marzo.
La organización recomienda emprender inversiones públicas, limitar la dependencia en las políticas monetarias, pensar en más impuestos y detener la fusión de aranceles y subsidios que distorsionan el comercio. Para los tres principales países latinoamericanos, estas son algunas de sus conclusiones:
Argentina: Es actualmente una economía en recesión que ha abordado «ambiciosas» reformas, pero donde todavía «queda mucho por hacer». Las gráficas del país de los últimos 70 años muestran, en afilados dientes de sierra, varias crisis sistémicas y una elevada volatilidad, es decir, ciclos de gran contracción del PIB (-18,1% en 2002) y de fuerte crecimiento (10% en 2010). Son obvios los actuales desequilibrios fiscales y exteriores, con una moneda —el peso argentino— muy devaluada desde abril de 2018 que ha provocado un repunte de la inflación, calentando la economía. Las cifras en verde se retrasan por un tiempo.
Brasil: La recuperación económica prosigue, aunque a bastante menor ritmo, en especial en el caso de la inversión, ya que la capacidad del presidente, Jair Bolsonaro, para llevar a cabo reformas se ha convertido en el centro de la atención pública. La agenda del mandatario brasileño incluye la reforma de las pensiones, los recortes impositivos, la reducción del gasto público y las privatizaciones. Debido al fragmentado panorama político y a la relación en ocasiones difícil entre los diferentes poderes del Estado, está resultando muy complejo alcanzar consensos, estiman los analistas de la OCDE.
México: Las tasas de pobreza son todavía altas y varían considerablemente entre los distintos estados mexicanos. Así, en Chiapas, los niveles de pobreza y extrema pobreza se sitúan en el 70-80% de la población mientras que en Nuevo León están entre el 10-20%. Según la OCDE, el marco macroeconómico mexicano es sólido, con una inflación moderada, una política monetaria apropiada y un mejor desempeño fiscal. Dos problemas serios son la baja calidad de sus instituciones, debido al azote de la corrupción, y la alta informalidad laboral, que atrapa a grandes bolsas sociales y rebaja la productividad.
CUATRO ‘TRAMPAS’
Su último informe sobre América Latina habla de la existencia de cuatro nuevas «trampas»:
1. La trampa de la productividad: La región registra niveles de productividad persistentemente bajos en todos los sectores, debido a una estructura de exportación concentrada en el sector de la extracción de materias primas (soja, cobre, madera) con un bajo grado de sofisticación, lo que «debilita la participación de la región en las cadenas globales de valor y dificulta un mayor crecimiento de la productividad». Esta dinámica es esencial porque la demanda externa de productos básicos ha cambiado y se hace más urgente que nunca encontrar nuevos motores de crecimiento que vayan más allá de la agricultura, la ganadería o la minería.
2. La trampa de la vulnerabilidad social: La mayoría de quienes escaparon de la pobreza en la región forman ahora parte de una creciente clase media vulnerable, que llega a ser el 40% de la población. Estos ciudadanos se enfrentan a un círculo vicioso de empleos de mala calidad, es decir, precariedad laboral, más una deficiente protección social que los deja en una situación muy comprometida, con el riesgo de volver a caer en la pobreza. Bajo estas circunstancias, carecen de capacidad para ahorrar o invertir en un negocio.
3. La trampa institucional: Pese a los avances logrados en los últimos años, algunos gobiernos latinoamericanos no han podido responder a las crecientes demandas de los ciudadanos. La desconfianza y la poca satisfacción con los servicios públicos se han acrecentado. Eso es especialmente significativo en Argentina o México. «A gran parte de los ciudadanos no les parece importante cumplir con sus obligaciones sociales, como la de pagar impuestos», dice la OCDE. Esa actitud complica la recaudación fiscal necesaria para financiar mejores servicios públicos y responder a las exigencias sociales.
4. La trampa medioambiental: Muchas economías latinoamericanas, por ejemplo, Brasil, hacen un uso intensivo de sus recursos naturales, lo que podría llevarlas a una dinámica insostenible en términos ambientales y económicos. La OCDE reconoce que «es difícil» y «costoso» abandonar la vía del crecimiento basado en la alta emisión de carbono. Además, los recursos naturales en los que se basa este modelo se van agotando a medida que pasa el tiempo, lo que lo vuelve insostenible. Esto ha cobrado singular importancia dado el mayor compromiso global para combatir los efectos del cambio climático.
LA CLASE MEDIA SE ADUEÑA DEL MUNDO, ¿PASA LO MISMO EN AMÉRICA LATINA?
Son 3 mil 800 mlones de los 7.500 millones de habitantes del mundo que han sido catalogados como «clase media» o «ricos», según las últimas estimaciones de World Data Lab que tomó datos del Banco Mundial relacionados a 188 países.
«Septiembre de 2018 marca un punto de inflexión global. Después de este mes, por primera vez, la pobreza y la vulnerabilidad ya no serán mayoría en el mundo. A menos que se produzca un revés económico global desafortunado, esto marca el inicio de una nueva era de mayoría de la clase media», dicen los autores del estudio Homi Kharas y Kristofer Hamel del Instituto Brookings.
La estimación se basa en los ingresos del hogar: la capacidad de comprar alimentos, electrodomésticos, ocio y vacaciones.
Para World Data Lab, una persona de clase media gasta entre 11 y 110 dólares al día, según la Paridad de Poder Adquisitivo de 2011 —PPA, método para convertir diferentes monedas a una común y eliminar las diferencias en los niveles de precio entre países—.
Casi el 90% de la nueva clase media se encuentra en Asia, dicen los economistas, sin mencionar nada sobre América Latina.
¿Esto significa que la situación allí no es tan optimista?
«América Latina, lamentablemente, no queda muy bien en ese panorama. Aunque no hay datos recientes, la recesión de los últimos años muestra un estancamiento regional, en el mejor de los casos. Debido a ello, estaríamos por debajo de la media mundial», escribe en su blog Ricardo Ávila, director de Portafolio
Según el último informe elaborado por la OCDE, Cepal, CAF y la Comisión Europea, alrededor del 40% en América Latina y el Caribe pertenece a la clase media vulnerable, mientras que un 23% de los latinoamericanos vive por debajo del umbral de la pobreza. Es decir, más del 60% de América Latina es pobre o «vive con numerosas incertidumbres», con trabajos informales, por debajo del nivel promedio mundial.
Otro informe de Cepal de 2017 fijó el aumento de la pobreza en la región.
Kharas mencionó a Brasil, donde «el Gobierno deberá prestar más atención a la clase media a medida que crezca su influencia, o sufrir las consecuencias».
“La clase media se hartó de la corrupción y de los servicios públicos deficientes. (…) Todavía no ha encontrado algo que le guste», afirma Kharas, en vísperas de las elecciones presidenciales en ese país.
MUNDO
El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?
Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //
La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.
Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.
Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.
En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.
El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.
La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.
El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.
E-mail: samcg2002@gmail.com
MUNDO
Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.
Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.
Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.
Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.
El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.
La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.
En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.
Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.
Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.
Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.
Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.
Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.
MUNDO
En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.
La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.
LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN
La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.
Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.
El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.
DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA
El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.
La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.
En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.
FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN
La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.
Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.
La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.
RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES
Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.
Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.
El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.
El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.
EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE
El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.
El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.
En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.
El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.
Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.
Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.
El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.
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