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Frustrada su aventura presidencial: Samuel García sumido en una crisis política y legal

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco

Samuel García, el joven político de Nuevo León, que hace unos días se jactaba en la FIL Guadalajara de su afinidad por «El Federalista», se encontró en el centro de una crisis constitucional que él mismo orquestó en el estado que gobernaba. En una semana que pareciera sacada de una novela de maquinaciones políticas, García, con su particular mezcla de desplantes y caprichos, se encaminó hacia su propia debacle.

La crisis alcanzó su clímax cuando, en un movimiento inesperado y casi dramático, la Suprema Corte de Justicia dictaminó que el gobernador interino de Nuevo León no sería el candidato de García, sino el elegido por el Congreso local. Este fallo, llegando justo en el límite del tiempo, no solo fue un revés legal, sino también un duro golpe a las aspiraciones presidenciales de García.

Apenas dos años después de asumir el cargo de Gobernador de Nuevo León, García ya se encontraba en una carrera precipitada hacia la presidencia, ignorando aparentemente la importancia de la necesidad de renunciar a su cargo seis meses antes de las elecciones, tal como lo estipula la Constitución, la adecuada operación política hubiera solucionado eso. Esta omisión, que muchos vieron como un desafío a las normas democráticas, preparó el escenario para su eventual caída.

En un intento desesperado por mantener el control, García anunció a través de las redes sociales que Javier Navarro sería el encargado del despacho gubernamental, apoyado por un amparo otorgado por un juez laboral en la Ciudad de México. Sin embargo, este amparo fue retirado poco después, de la resolución de la SCJN dejando a Samuel García sin apoyo legal.

El drama se intensificó en el Palacio de Gobierno y alcanzó su punto culminante con la llegada de Luis Enrique Orozco, el gobernador interino designado por el Congreso del Estado, que se vio obstaculizada y donde los medios de comunicación fueron excluidos, un acto simbólico de opacidad y control.

Luis Enrique Orozco como gobernador interino fue recibido con puertas cerradas, literalmente. En el interior del Palacio, Orozco se encontró con Javier Navarro, quien llevaba un mensaje privado de Samuel García: no habría necesidad de un gobernador interino, ya que García renunciaba a su licencia, y con ella, a sus sueños presidenciales de 2024.

El gobernador interino fue claro: se tenía que entregar el comunicado a las instancias correspondientes, en este caso, el Congreso.

Esa madrugada, Samuel García salió por la puerta trasera del palacio, la decisión final del gobernador con licencia de retirarse silenciosamente, evitando explicaciones y eludiendo a la prensa, lo que refleja una desconexión profunda entre sus palabras y sus acciones.

Se esperaba que Samuel García diera un mensaje a las 2 de la mañana del sábado 2 de diciembre, pero en lugar de eso, el ya excandidato presidencial de Movimiento Ciudadano optó por el silencio. No apareció en un vídeo para explicar su decisión, dejando pendiente su declaración hasta el vídeo del sábado, donde Samuel señaló a los líderes nacionales de los partidos de la alianza, específicamente Marko Cortés del PAN y Alejandro Moreno del PRI de haber reventado acuerdos.

Fuentes cercanas a las negociaciones reportan que Samuel García, como gobernador de Nuevo León había prometido a los municipios liderados por el PRI y el PAN entregarles sus fondos correspondientes antes de fin de año. Los alcaldes de la oposición se quejan de que García limita sus recursos financieros, y con el acuerdo parecía ofrecerles un respiro. Además, se contemplaba una tregua de no agresión en el ámbito político, pero, el dejar al Fiscal o al Vice Fiscal del estado al frente del gobierno, no le daba seguridad a Samuel, pues temía la investigación a su familia cercana -padre y hermano-, y a unos hermanos contratistas muy cercanos al gobierno, ¿por qué el miedo de García a poner la administración estatal en otras manos?

En una historia llena de giros inesperados y decisiones cuestionables, Samuel García dejó un vacío de liderazgo y muchas preguntas sin respuesta.

EL PROBLEMA LEGAL

En un acto que podría describirse como una mezcla de audacia y desdén legal, Samuel García publicó en el Periódico Oficial del Estado un acuerdo que anunciaba su decisión de no hacer efectiva su licencia y a la vez, su renuncia a la candidatura presidencial.

En este entramado, Samuel García parece ignorar la necesidad de un escrito formal al Congreso, demostrando un desprecio notable hacia el poder legislativo y el orden normativo. Esta maniobra plantea una pregunta crucial: ¿Qué artículo le permite a García, ya con licencia aprobada por el Congreso, reincorporarse en el cargo a su antojo?

Samuel García parecía confiar en que su voluntad prevalecería sobre el orden establecido, una jugada arriesgada que mostraba una notable desconexión con los procedimientos legales y democráticos.

La situación se torna más compleja cuando se considera que el propio Samuel García, al no ser gobernador en funciones, está cometiendo un acto de gobierno al publicar el acuerdo en el POE, lo que podría interpretarse como una usurpación de funciones públicas.

La crisis se intensificó cuando se evidenció que cualquier acción de García que aparentase ejercer poderes gubernamentales era ilegítima y potencialmente delictiva. Las instrucciones dadas a los funcionarios del estado, bajo su aparente autoridad, eran técnicamente nulas, poniendo a estos en una situación de responsabilidad administrativa y penal.

El artículo 89 de la Constitución de Nuevo León establece claramente el proceso para designar un gobernador interino, una responsabilidad que recae exclusivamente en el Congreso del Estado. Con la licencia de Samuel García efectiva y ratificada, el gobernador interino, según la ley, es la autoridad constitucional. García, aunque técnicamente sigue siendo el gobernador constitucional con licencia, no posee la calidad de servidor público en estos momentos.

La solución a este entuerto legal y constitucional es sencilla: aplicar la ley.

Para retomar su cargo de manera legítima, Samuel García debía permitir primero que el gobernador interino asumiera sus funciones y luego notificar oficialmente al Legislativo local su intención de dejar la licencia. Solo entonces podría reasumir su posición de gobernador de manera legítima y conforme a derecho.

Al final, lo que más pesó en Samuel García fue el miedo a posibles ilícitos que le pudieran surgir y provocar un conflicto judicial durante el interinato del ex vicefiscal como gobernador, más que la defensa de su ambicioso sueño de ser presidente.

Sí Samuel García hubiese sido más humilde y menos ambicioso cuando el pasado martes Dante Delgado le estructuró un acuerdo con los legisladores del Congreso de Nuevo León… Otra habría sido la historia, pero lo desechó.

Ahora, Nuevo León, lo que está en juego es más que la gobernabilidad de un estado; está a prueba el estado de derecho y la fortaleza de sus instituciones democráticas.

En X @DEPACHECOS

 

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