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MUNDO

Insultos, sarcasmos y retos: La confrontación verbal entre jefes de estado de las superpotencias

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

En una semana llena de presiones internacionales unas provocadas y otras autogeneradas, el Presidente gringo Joe Biden parece estar abrumado.

Las dificultades iniciaron el cuando durante una entrevista por televisión publicada el pasado miércoles por la noche le preguntaron al Presidente de EUA… “¿Cree usted que el Presidente de Rusia es un asesino?” a lo que Biden respondió “sí”. Naturalmente esto generó una reacción inmediata por parte del gobierno ruso quien llamó –es decir retiró- a su embajador ante los EUA para regresar a Moscú y analizar el deterioro de las relaciones con Washington.

En la era de las redes sociales es difícil ocultar errores o accidentes de los políticos como Biden y eso ha generado que muchos vean al presidente de EUA como una persona que está siendo manejado por sus subalternos quienes en realidad controlan la política de ese país, al grado de que Putin en tono burlesco retó a Biden a una entrevista-debate de una hora en vivo para aclarar sus declaraciones. “Para reconocer a uno, uno debe ser igual” aseveró Putin ante la acusación de “asesino”, culminó diciendo que algunos acusaban o señalaban a otros de lo que ellos mismos son, insinuando que EUA y Biden son los asesinos.

En un aparente reinicio de la “Guerra Fría” Biden dijo que Rusia pagaría por sus intromisiones en las elecciones del 2020 en la que supuestamente habrían favorecido a Trump. En comparación con Obama-Biden, Trump sancionó con mucha mayor fuerza a Rusia durante sus cuatro años de gobierno, pero siempre se supo que el constructor neoyorkino quería tener una buena relación con Putin, misma que parecía darse de manera personal, pero no de manera institucional.

CHINA SE IMPONE A EUA

Déjenme dejar clara nuestra posición, para el lado de la delegación China, EUA no puede hablar desde una posición de poder”, sentenció el ministro de asuntos internacionales de China al inicio de la reunión bilateral con el Secretario de Estado de los EUA el pasado Jueves.

Durante tres días, Alaska fue sede de dichas reuniones bilaterales, al inicio de las mismas se había acordado un mensaje de dos minutos a cargo del jefe de cada delegación. Los americanos expusieron que colaborarían con China en los puntos de acuerdo pero que serían adversarios en los que no hubiese coincidencia como en relación a los derechos humanos y a las libertades en el Tíbet, Taiwán y Hong Kong, pero el representante de China tomó 17 minutos para prácticamente regañar a los americanos a quienes les dijo que ellos no tenían calidad moral para hablar de derechos humanos después de la forma en la que han tratado a sus propios ciudadanos negros por años.

Los americanos deben dejar de tratar de imponer su estilo de democracia en el mundo”, advirtieron los enviados de China a la reunión. “Nosotros no vamos por el mundo invadiendo países (…) Nosotros no creemos en invasiones a otros países a través del uso de la fuerza o en derribar gobiernos por otros medios o masacrar a personas de otros países (…) es importante para los EUA cambiar su imagen”.

Las reuniones concluyeron con mensajes divergentes en los que EUA dijo que las pláticas habían mostrado grandilocuencia pero los chinos dijeron que las mismas habían tenido un olor a “pólvora y drama”.

Naturalmente China hace lo mismo que hacía EUA pero es la primera vez que veo a un país que en una reunión diplomática vaya y regañe a otro a domicilio. Menos aun cuando ese país regañado es la súper potencia.

CAE POR EL PESO DEL TRABAJO

Para colmo de males el Joe Biden concluyó su semana de boxeo político con Rusia y China, cayendo tres veces seguidas al ir subiendo la escalera del Air Force One el viernes pasado. Con lo anterior se reavivan dudas y señalamientos sobre su capacidad física y mental, en especial porque durante las pocas veces que Biden sale en público comete frecuentes errores, como el pasado jueves cuando nuevamente llamó a Kamala Harris Presidenta de Estados Unidos o como sucedió hace ocho días cuando durante un mensaje televisado, olvidó el nombre de su propio secretario de Defensa, el general con licencia Lloyd Austin.

Por lo pronto Biden sí recuerda que puede presionar a México dándole vacunas que ellos no usan a cambio de cerrar nuevamente la frontera sur para tratar de disminuir el creciente número de migrantes que llegan hasta la frontera de nuestro país con EUA. Algunos dicen que fue coincidencia pero a Canadá le dio vacunas y ellos no tuvieron que hacer nada. Cabe señalar que durante la semana pasada la Casa Blanca y el Congreso de EUA criticaron a México por no hacer más para evitar el flujo migratorio desde nuestra frontera sur, pero se les olvida que son ellos los que nos pidieron acabar con la política que AMLO había acordado con Trump para esos mismos fines.

Increíblemente China le dice a los altos funcionarios de EUA en la reunión de Alaska que “los desafíos que enfrenta EUA en cuestiones raciales no iniciaron hace cuatro años sino que están profundamente arraigados”, tal vez sería bueno recordar al Tío Sam que México padece sus cambios de opinión y que los que han hecho su agosto son los traficantes de personas como lo dije hace ocho días.

Ahora sé que para un mexicano cruzar el rio, ¡sólo el rio! en una lancha cuesta dos mil dólares aproximadamente, pero si uno es de Asia o Medio Oriente el precio sube hasta 40 mil dólares lo que indica que por aquí están pasando todos, incluso algunos que según la patrulla fronteriza de EUA están en la lista de terroristas de su FBI.

Me van a decir que las autoridades de EUA son tan inocentes que no saben el desastre que eso provoca en nuestras “rutas migrantes” y en especial en nuestras zonas fronterizas. No olvidemos que el viernes pasado se dio a conocer que había en custodia más de 14 mil menores de edad que cruzaron la frontera sin acompañantes en prisiones del Departamento de Migración al estilo Obama y Trump, pero en números mayores.

Parece que Estados Unidos esta obsesionado con Rusia y quiere reavivar la guerra fría mientras que China va y los regaña a domicilio.

Por lo pronto veremos si el Presidente de EUA hace referencia a estos hechos en su tan esperada rueda de prensa del 25 de este mes, tanto al reto de Putin como a la regañada de China en Alaska. Esperemos que en dicha rueda de prensa no se equivoque de nombres para que la nota sea el contenido y no sus ya recurrentes traspiés.

Xi y Vladimir estarán atentos y seguro AMLO también, porque dicha conferencia de prensa será la primera de Biden desde que tomó protesta siendo el presidente gabacho que más ha tardado en dar una en la era moderna. Seguramente la razón es porque Joe no quiere estar todo el día en las noticias como su antecesor, pero “en el poder no hay espacios vacíos” y si Joe no llena ese espacio, alguien lo hará.

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El Capitán América y la batalla ideológica

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

El cómic del Capitán América nació con un objetivo claro y acorde a un momento histórico muy concreto. El Nº1 de la serie apareció en los puestos de revistas estadounidenses en marzo de 1941, en su portada mostraba a un musculoso hombre enmascarado que portaba un traje lleno de barras y estrellas, mismo que propinaba un golpe en la mandíbula a Adolf Hitler. Este primer número vendió más de un millón de ejemplares.

Cuando se publicó el cómic, Estados Unidos aún no había entrado en la Segunda Guerra Mundial pero la situación era cada vez más tensa con las fuerzas del Eje y el gobierno ya estaba preparado para lo que podía suceder.

En diciembre de ese año, Pearl Harbor fue bombardeado por aviones japoneses y entonces EEUU se unió a los aliados. El Capitán América, que había conquistado el corazón de los jóvenes lectores, se sumó a la lucha difundiendo mensajes patrióticos o apareciendo en campañas propagandísticas.

El origen del Capitán América decía bastante de él: Steve Rogers era un joven que intentó alistarse en el ejército llevado por el compromiso que sentía hacia su país, pero que fue rechazado debido a su mala condición física. Sin embargo, su valentía y valores llamaron la atención de un grupo de científicos que lo eligieron para ser el primer “supersoldado” de la historia inyectándole un suero especial.

Si bien es cierto que lo que hace a Steve un héroe es el resultado de la inyección del suero (fuerza sobrehumana, súper reflejos, etc.), sus habilidades son una consecuencia de los valores que ya tenía. Es decir, que Steve era tan importante cómo el capitán. Los propagandistas gringos tenían claro lo que querían comunicar: cualquier estadounidense puede ser un héroe para su nación.

El panorama que enfrenta Estados Unidos en pleno 2024 es diametralmente distinto al que se tenía previo a la segunda guerra mundial. Los jóvenes ya no creen en lo que hace el gobierno, piensan que la guerra contra el Estado Islámico y Hamás es incorrecta y aquel sentimiento patriótico que llevó a Estados unidos a ser lo que es, se desvanece.

Los jóvenes estadounidenses, empujados por una serie de ideas que ven en redes sociales y por un pensamiento propio que critica a las instituciones, han salido a protestar en sus campus universitarios. Los manifestantes exigen a los centros educativos que rompan vínculos con cualquier proyecto que beneficie al Gobierno israelí o a las empresas que financian el conflicto entre Israel y Palestina.

La primera manifestación se dio en la Universidad de Columbia. Decenas de estudiantes instalaron una zona de tiendas de campaña en el campus y en días pasados, la policía intentó desalojar el campamento, cuando arrestó a más de 100 personas.

El fin de esta historia es de pronóstico reservado, pues parece increíble que hoy los jóvenes salgan a protestar contra un gobierno que de una u otra manera garantiza su expresión y su desarrollo personal para en cambio, defender ideas de aquellos que han buscado destruirlos. Algo de razón tendrán los jóvenes, pero, de seguir adelante con esto, ponen en riesgo a las instituciones que les brindan una serie de privilegios que pocos tienen en el mundo; pareciera que viven el síndrome de Estocolmo.

México, con diferencias de fondo, vive una situación similar. La admiración a la delincuencia organizada y a lo que representa, lleva a los jóvenes aspirar a ser como aquellos que generan inseguridad en el país, a compartir sus ideas, escuchar su música, replicar su vestimenta y a llevar a cabo acciones similares a las de que aquellos que tanto dañan a la sociedad.

Tal vez la guerra ideológica se perdió cuando faltaron líderes positivos a quien admirar, cuando se inició una guerra y el estado se mostró débil, cuando la pobreza y marginación llevaron a los jóvenes a buscar salir de esa situación a cualquier costo o cuando se propuso que a los delincuentes se le debían dar abrazos.

Estados Unidos y México comparten el problema de la falta de credibilidad de sus jóvenes hacia el gobierno. En ambos casos, parece que la batalla ideológica está perdida. ¿Qué hacer para recuperar la admiración y el respeto de los jóvenes por el país que los vio nacer?

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El radicalismo viene de la izquierda

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Opinión, por Fernando Núñez de la Garza Evia //

“La estabilidad lo es todo”, dice un antiguo proverbio chino. Pronto nos daremos cuenta de su sabiduría al quedar atrás la relativa estabilidad vivida en el país y el mundo durante los últimos treinta años. Además del regreso de las rivalidades geopolíticas, del desafío del calentamiento global y los riesgos de las nuevas tecnologías, tendremos que añadir el regreso del radicalismo político. En ciertos países proviniendo de la derecha, mientras que en otros de la izquierda.

Ha habido un debilitamiento de la democracia ante una creciente radicalización política. En Estados Unidos, una parte de la izquierda se ha vuelto más fundamentalista con la cultura del woke, aunque se ha mantenido en los márgenes partidistas. En la derecha, sin embargo, la radicalización se ha normalizado al llevar al extremo los principios del libre mercado, la negación del calentamiento global y la militarización de la política exterior.

Asimismo, en Europa ha sido la derecha política la que se ha tornado más extremista, llegando inclusive al poder en países tan relevantes como Italia. Pero, ¿por qué es la derecha la que ha llevado la delantera radical? Fundamentalmente, por la migración masiva y sus crecientes problemas culturales. Y un problema mayúsculo es que ese extremismo no solo es a nivel de las élites, sino también de las poblaciones.

La derecha en México no se ha radicalizado, al menos no aún. Porque no ha hecho suyas las políticas de mano dura contra la inseguridad, como la derecha salvadoreña. Porque no tiene una dura retórica anti-migrante, como la derecha europea. Y porque no niega el calentamiento global ni ha hecho suyo el dogma del libre mercado, como la derecha estadounidense. Además, la derecha mexicana es democrática, porque cree en los canales institucionales, la negociación partidista y las elecciones populares como mecanismos fundamentales para resolver los problemas políticos nacionales.

Sin embargo, su problema fundamental estriba en su falta de cuadros políticos, tanto así, que una persona sin militancia partidista será su candidata a la presidencia de la República, y lanzaron a una ex-Miss Universo para tratar de recuperar su otrora joya de la corona en el norte del país: Lupita Jones en Baja California.

La izquierda en México es la que se ha radicalizado. Tiene sentido: si en Occidente la derecha lo ha hecho a raíz de la migración masiva y sus choques culturales, en México ha sido la izquierda derivada de un contexto de pobreza y desigualdad, y de la desconfianza social que inevitablemente generan.

Las políticas del populismo de izquierda están ahí: militarización de la vida pública, exclusión del calentamiento global y los temas medioambientales, una profunda aversión a la ciencia y la tecnología, reparto de dinero sin condicionantes de por medio, adelgazamiento continuo de las capacidades del Estado, y un largo etcétera. Ni hablar de su manifiesto autoritarismo y sus políticas que podrían llevar al fin de la democracia-liberal en el país.

La izquierda y la derecha son dos lados de la misma moneda ideológica. Sin embargo, ha sido la izquierda política la que se ha radicalizado en México, tomada por el populismo lopezobradorista. La buena noticia es que la radicalización ha ocurrido más a nivel de las élites, sin haber permeado del todo entre la población. Por ahora.

  • Fernando Nuñez es analista político con estudios en derecho, administración pública y política pública, y ciencia política por la Universidad de Columbia en Nueva York

E-mail: fnge1@hotmail.com

En X: @FernandoNGE

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Abordando la desigualdad económica: El papel esencial del gobierno en las políticas de redistribución

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En la actualidad, la desigualdad económica es un tema candente que suscita debates y preocupaciones en todo el mundo. Esta disparidad en la distribución de la riqueza y los recursos económicos no solo es un fenómeno presente en economías en desarrollo, sino que también afecta a las naciones más industrializadas.

Mientras algunos defienden el valor de la meritocracia y la libre empresa, argumentando que el éxito económico debería ser el resultado del esfuerzo y el talento individual, otros señalan la creciente brecha entre ricos y pobres como una injusticia fundamental que requiere atención urgente.

La idea de que cada individuo debe tener la oportunidad de prosperar según su mérito es una piedra angular de muchas sociedades modernas, pero en la práctica, esta promesa de igualdad de oportunidades puede ser inalcanzable para muchos debido a barreras estructurales y desigualdades sistémicas.

En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿Cuál es el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica? Si bien algunos abogan por una intervención mínima del Estado en los asuntos económicos, argumentando que el mercado libre eventualmente corregirá cualquier desequilibrio, la realidad es que la desigualdad económica persiste y se profundiza en muchas sociedades.

Esto plantea la necesidad de una evaluación cuidadosa del papel que el gobierno puede y debe desempeñar en la promoción de la equidad económica y la justicia social. La cuestión no es solo una de moralidad, sino también de estabilidad social y cohesión comunitaria. Una sociedad profundamente dividida por la desigualdad económica corre el riesgo de enfrentar tensiones sociales y políticas que pueden socavar la estabilidad y el progreso a largo plazo

En este contexto, el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica es crucial, ya que a través de ella, y con debida perspectiva social, se pueden implementar políticas de redistribución que promuevan una distribución más equitativa contribuyendo así a una sociedad más justa y próspera.

Lo anterior cobra relevancia ya que en un sistema económico basado en la libre empresa, a menudo se promueve la idea de que el gobierno debe tener una mínima intervención en la economía, dejando que el mercado se autorregule.

Sin embargo, esta perspectiva puede pasar por alto el importante papel que el gobierno puede desempeñar en la reducción de la desigualdad económica a través de políticas de redistribución las cuales no necesariamente implican una intervención directa en la economía, sino más bien un enfoque en la redistribución equitativa de la riqueza y los recursos para garantizar un mayor equilibrio social y económico.

Por otro lado, en esta tesitura, el gobierno puede adoptar medidas para fortalecer la seguridad social, proporcionando una red de seguridad para los ciudadanos más vulnerables lo que puede incluir programas de asistencia social, como seguro de desempleo, subsidios alimentarios y programas de vivienda asequible, que ayudan a proteger a los individuos y familias de caer en la pobreza extrema debido a circunstancias adversas.

Asimismo, es fundamental invertir en infraestructuras sociales, como educación pública de calidad y acceso equitativo a oportunidades de desarrollo profesional. Al proporcionar a todos los ciudadanos las herramientas y habilidades necesarias para tener éxito en la economía moderna, se puede reducir significativamente la desigualdad económica y promover una mayor movilidad social.

No podemos perder de vista que, si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, el gobierno tiene un papel vital que desempeñar en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución equitativa de la riqueza y los recursos. Estas políticas no solo promueven la justicia social, sino que también pueden contribuir a un mayor crecimiento económico y estabilidad social a largo plazo.

A pesar de ello, la realidad es que un enfoque equilibrado es necesario. Mientras que el exceso de intervención del gobierno puede tener efectos negativos en la innovación y la eficiencia económica, la falta de intervención puede exacerbar la desigualdad y crear tensiones sociales insostenibles. Por lo tanto, es importante que el gobierno encuentre el equilibrio adecuado, implementando políticas de redistribución que sean efectivas y eficientes sin socavar el espíritu emprendedor y la vitalidad económica.

Es evidente que la desigualdad económica es un desafío significativo que enfrentan muchas sociedades modernas, tanto que este desafío constantemente nos genera la necesidad de plantear preguntas difíciles, pero cuyas respuestas son necesarias.

Si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, no puede garantizar por sí sola una distribución justa y equitativa de la riqueza y los recursos. En este sentido, el gobierno puede desempeñar un papel crucial en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución que promuevan un mayor equilibrio social y económico.

Al considerar estas políticas de redistribución, es importante tener en algunas de las ideas planteadas por Michael Sandel en su libro «La tiranía del mérito».

Sandel argumenta que la meritocracia, la idea de que el éxito se debe exclusivamente al mérito individual, ha contribuido a la creciente desigualdad económica al glorificar el éxito personal mientras denigra a aquellos que no tienen éxito. Esta narrativa del mérito puede llevar a la creencia de que aquellos que están en la parte inferior de la escala económica merecen su situación, lo que socava la solidaridad social y perpetúa la desigualdad.

Por lo tanto, las políticas de redistribución deben ir más allá de simplemente corregir las desigualdades económicas y también abordar las injusticias subyacentes en el sistema. Esto puede implicar cambiar la forma en que valoramos el éxito y reconocer que el mérito individual no es el único determinante del éxito económico. En su lugar, debemos adoptar un enfoque más colectivista que reconozca la contribución de todos los miembros de la sociedad y garantice que todos tengan acceso a oportunidades y recursos básicos para prosperar.

La lucha contra la desigualdad económica requiere un enfoque integral que combine políticas de redistribución efectivas con un cambio en nuestra concepción del mérito y el éxito. Al hacerlo, podemos trabajar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial independientemente de su origen socioeconómico.

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