OPINIÓN
Estados Unidos aplaudió al Poder Judicial Federal, «garante» de la democracia

Columna Invitada, por Francisco Javier Ruiz Quirrín //
LO QUE EVITÓ que López Obrador y su “cuarta transformación” impusiera durante su sexenio una dictadura, fueron dos aspectos. El primero, el Poder Judicial Federal que nomás no pudo controlar a través de su ministra incondicional, Yasmín Esquivel y la alianza PAN-PRI-PRD que en los comicios electorales del año 2021 frustraron para MORENA el control del Congreso de la Unión, al no obtener mayoría calificada (las dos terceras partes del total de sus integrantes) tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado.
Este escenario ha continuado, lo que ha provocado en varias ocasiones la ira presidencial y una andanada de ataques desde el púlpito de palacio nacional, a los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con excepción de la mencionada ministra Esquivel, Loretta Ortiz y Lenia Batres, incondicionales del Presidente.
La renuncia fuera de la Ley (no había causa grave para el retiro) y con propósitos perversos del ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, contempla dos propósitos. El primero, que en diciembre venidero, Claudia Sheinbaum, ya convertida en presidenta de México, designe a un nuevo ministro de la Corte, incondicional y con ello sume cuatro ministros aliados. De esta manera se obtendría el control del Poder Judicial Federal para la aprobación de ciertas iniciativas presidenciales.
El segundo propósito de Zaldívar al integrarse al equipo de la candidata oficial, es la elaboración del nuevo proyecto de nación a imponerse durante el sexenio 2024-2030, mismo que contempla las iniciativas con reformas constitucionales para perfeccionar el control único sobre todos los demás del Poder Ejecutivo Federal y la elaboración de un proyecto de nueva Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, con el sentido socialista en la que el ciudadano quedaría sujeto al gobierno, así como la propiedad privada.
Ante esta situación, real, no puede dejarse de observar la visita que el embajador de los Estados Unidos en México, Ken Salazar, realizara a la sede de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la cual éste último aplaudió a la independencia del Poder Judicial como un “garante de la democracia”.
Dos semanas después, de manera anónima, se hace llegar un documento a la ministra presidenta, Norma Piña Hernández, con todo un expediente, bien documentado, de la corrupción propiciada por Zaldívar como presidente de la Corte, incluidos testimoniales, nombres y apellidos de sus hombres de confianza, a través de los cuales ejerció presión para influir en un determinado sentido las sentencias emitidas por jueces y magistrados.
Al mismo tiempo, da la cara una magistrada de un Tribunal Colegiado en Zapopan, Jalisco -Elba Sánchez Pozos- quien le revela al periodista López Dóriga que presentará una denuncia formal contra Zaldívar y su gente porque en su momento “fui agredida en mi independencia y mi investidura a través de la Unidad de Investigación de Responsabilidades del Poder Judicial, a cargo de Carlos Alpízar”, no sin antes señalar que el primer funcionario de dicha Unidad que la agredió fue Gustavo Rómulo Salas Chávez, el mismo que ahora firma como Fiscal General de Justicia en Sonora.
La investigación que ahora encabeza la ministra Piña Hernández contra Zaldívar, no tiene precedente en la historia del Poder Judicial Federal en México ni tampoco dentro de la política nacional por lo menos en el último siglo.
El hecho es que, aunque sea anónimo, en el documento enviado a la ministra presidenta de la Suprema Corte se encontraron elementos para abrir una investigación, con la cual, se cuestiona la moralidad y actos constitutivos de corrupción por quien está ahora encargado de elaborar el proyecto jurídico de la nueva nación mexicana, en un escenario donde MORENA gane no solo la Presidencia de la República este 2 de Junio, sino también la mayoría calificada en el Congreso de la Unión.
Resulta por demás evidente, que una gran fuerza está operando para evitar la imposición de una dictadura y, sobre todo, evitar a toda costa que el Poder Ejecutivo Federal controle al Poder Judicial Federal, porque si esto último se da, nos olvidaremos del México que hemos conocido siempre, dentro de un régimen democrático y republicano.
¿Un reproche presidencial a la candidata Sheinbaum?
REITERADO y demostrado: El primer debate presidencial provocó en López Obrador un gran disgusto y no solo porque Claudia Sheinbaum no pudo sacar adelante el compromiso, sino porque no hubo defensa alguna de la “cuarta transformación”… “La narrativa fue impuesta por el bloque conservador… Según esto, nosotros no hemos hecho nada”, reviró el Presidente en su mañanera del martes, apenas unas horas después de haber admitido que las cosas iban “perfectamente bien” al conocer los primeros resultados del “encontronazo” Claudia-Xóchitl… Si alguien le “calentó” la cabeza a AMLO no lo podemos saber… Lo único que sí podemos asegurar –porque él mismo no lo ocultó- es su disgusto con la propia candidata presidencial… Hubiera querido una defensa mayor del gobierno de la “4-T” reconociendo lo que se ha hecho, pero ante los cuestionamientos de Xóchitl, para el Presidente, las respuestas y reacciones de doña Claudia no fueron las más adecuadas… Y, a la moda, culpó a todos los medios de comunicación que destacaron los errores y ataques a su gobierno…
A estas alturas, desde Palacio Nacional se influirá mucho más en esta campaña presidencial, convencidos de que Juan Pueblo en realidad apoya al Presidente, porque si doña Sheinbaum fuera sola, la derrota estuviera en su horizonte este 2 de junio… Todo puede suceder, incluso la probabilidad de que AMLO se decepcione de su candidata como en el pasado algunos presidentes lo hicieron… Gustavo Díaz Ordaz con Luis Echeverría y éste último con José López Portillo… Aquellos no tomaron una decisión fatal, pero López Obrador no es igual que ellos.
La UniSon, fuera del contexto político-electoral
LOS TIEMPOS cambian y el ejercicio de la democracia ha llegado a las universidades de México, pero nuestra Universidad de Sonora está lejos de alcanzar ese nivel… Las candidatas y el candidato a la Presidencia han sostenido serios debates ante los estudiantes de varias universidades… Xóchitl Gálvez, incluso se lanzó a la “Ibero” para tratar de superar lo alcanzado por Enrique Peña Nieto, quien tuvo que huir del asedio estudiantil en una visita que abandonó a través de los baños de la institución… La candidata opositora a MORENA recibió varios ataques, pero al final se ganó los aplausos de los asistentes… Jorge Álvarez Máynez, el candidato presidencial de Movimiento Ciudadano, también ha convivido y debatido temas con estudiantes de las principales casas de estudio del país y no le ha ido mal… Hasta la señora Sheinbaum se ha animado a visitar esos auditorios… Sin embargo, en Sonora, la máxima casa de estudios y otras instituciones de educación superior, conservan el “tabú” de evitar las visitas de candidatas y candidatos en campaña, quizá porque sus autoridades no quieren “correr el riesgo” de alborotar a una población joven que se apasiona con la política, los partidos políticos y las ideas, digamos, “revolucionarias”… Solo en la Alma Mater hay cerca de 40 mil estudiantes y el ejercicio de la participación y contacto con candidatas y candidatos, abundaría en la formación humanista de las y los muchachos… Ha trascendido en el caso de la rectora de la Universidad de Sonora, Rita Plancarte, que ha determinado no recibir la visita de ningún actor político en campaña… Y esta actitud es un ejemplo a seguir para directivos de otras instituciones… Se considera que esta decisión coloca a Sonora en el contexto de una cultura primitiva y “aldeana”… Si el concepto de Universidad contempla la “universalidad de ideas” y en nuestros centros de enseñanza se están preparando las y los sonorenses que estarán al frente de los gobiernos e instituciones dentro de unos cuantos años, ¿cómo negarle la oportunidad de confrontar a quienes pretenden ahora alcanzar el poder público?… Esperemos que pronto la mentalidad rústica de quienes están al frente de las instituciones de educación superior en Sonora, sea superada por el arrojo y el deseo por hacer historia con una generación juvenil que no se puede dar el lujo de ver pasar su vida de preparación y formación académica, sentada desde una banqueta, viendo el desfile de los más preparados…. Y, para colmo, en medio de una huelga que con más sensibilidad se hubiese evitado.
Sonora tendrá sed
LA SEQUÍA en un problema añejo que padecemos en Sonora y habrá qué admitir que para beber agua y utilizarla en nuestros campos agrícolas necesitamos que llueva… Pero a esa tradición seca de una entidad desértica, se añade ahora el efecto de un cambio climático que- dígase lo que se diga- en los hechos, está presente con fenómenos meteorológicos inesperados… Tenemos años no solo en México sino en el mundo, con el abatimiento de los mantos acuíferos… Las presas se están secando y muchas de ellas se han convertido en vasos donde se introducen “popotes” que consumen cada vez más su capacidad… En Sonora, las presas más grandes están semivacías… Ante este escenario, quienes deben de atender el problema son los expertos, los técnicos, los que primero deberán lograr proyectos viables, en tanto los gobernantes tienen la obligación de gestionar y conseguir los recursos necesarios para garantizar el vital líquido a la población y al sector productivo… Los políticos son muy importantes en este manejo, porque el trasladar agua de una región a otra siempre genera inconformidades y el asunto se vuelve un conflicto social… Total, el agua es un problema tan serio que es un riesgo dejarlo solo a las ocurrencias de los políticos que no fundamentan sus propósitos en proyectos técnica y financieramente viables… Podría presentarse una gran voluntad y el deseo de hacer algo en grande… Ante esto el viejo proyecto del Plan Hidráulico del Noroeste ha regresado a la escena… Creado a inicios de la década de los años setenta, pretendía hacer llegar agua a Sonora procedente de Sinaloa y, más recientemente, se ha contemplado a Nayarit… Sería, sin duda alguna, la magna obra que dejaría como pequeñas al Tren Maya y a la refinería de Dos Bocas… No solo eso… La historia reciente nos dice que el sinaloense no está dispuesto a dar agua a Sonora y eso ya lo convierte en un problema político, por encima de cualquier viabilidad técnica y financiera… ¡Por Dios!, aquí en Sonora se dividió el Estado entre el norte y el sur por la construcción del acueducto Independencia… Obregón se negó a dar agua a Hermosillo… Luego entonces, lo más sensato es reconocer el problema de la sequía, admitir que no estamos preparados para afrontarla y que lo menos recomendable es admitir las ocurrencias.
Congreso del Estado: Kiki y Kiko
EL PRI-Sonora se quedó sin un solo diputado en el Congreso del Estado luego que se “bajaron de ese barco al sentir que naufragaba” Karina Zárate, Ely Sallard, Natalia Rivera y Ernesto de Lucas… Pues resulta que al solicitar licencia Natalia Rivera para buscar la presidencia municipal de Hermosillo, su suplente, Kiki Díaz Brown, ha tenido que sudar la gota gorda para ser llamada a rendir protesta, junto con otros cuatro casos más… Pero la llegada de “Kiki” al Congreso, reviste cierta importancia porque sería un voto auténticamente del PRI… Ella incluso, es candidata a una diputación local por su tierra, Ciudad Obregón, lo que no es impedimento alguno para asumir su silla en la Legislatura local… Pero se encontró con un obstáculo con el nombre de diputado Ernesto Roger Munro López, “Kiko”, presidente de la comisión de régimen interno y concertación política y miembro del Partido Encuentro Solidario (afín a MORENA), quien tardó lo más que pudo so pretexto de que debería de contar con un dictamen del Instituto Estatal Electoral o del Tribunal Estatal Electoral para llamar a esos suplentes para tomarles la protesta de rigor… La verdad es que podía haber obviado tal requisito… El diputado “Kiko” debió llamar de inmediato a los suplentes… Es facultad… “Kiki” acudió al árbitro electoral demandando agresión en razón de género… Este lunes los cinco suplentes ingresarán formalmente al Congreso del Estado…
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
OPINIÓN
Quien controla la historia tiene el futuro: La política como ficción

A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
En la cumbre de nuestras sociedades modernas, entre campañas electorales, discursos ideológicos y banderas agitadas por la emoción, no hay nada más humano que contar historias. Historias que nos unan, nos movilicen, nos separen o nos enfrenten. Historias que no tienen que ser verdaderas en sentido estricto, sino creíbles, compartibles, contagiosas.
Así lo propone Yuval Noah Harari, quien sostiene que Homo sapiens no domina el mundo por su fuerza ni por su inteligencia, sino porque es capaz de crear y creer en ficciones colectivas. Desde las religiones hasta los derechos humanos, desde las constituciones hasta el concepto de nación, todo eso que consideramos el tejido de nuestra vida política no es más que un conjunto de relatos a los que elegimos dar sentido. No por falsos, sino por construidos. No por imaginarios, sino por compartidos.
Y en ese contexto, no hay escenario más adecuado para analizar esta condición narrativa de la humanidad que la política actual, donde las ideologías, más que sistemas racionales de ideas, operan como marcos míticos que nos dicen quiénes somos, quiénes son los otros y qué lugar merecemos en el mundo.
La política, más que una administración de recursos o una gestión técnica de lo público, es la batalla por imponer una historia.
El relato de la patria traicionada, el del pueblo humillado, el de la esperanza redentora, el de los buenos contra los malos. Todos estos relatos funcionan porque apelan al alma tribal que aún late dentro del animal narrador que somos.
Las campañas políticas no ganan por argumentos, sino por ficciones bien construidas. Por eso los partidos se parecen más a fábricas de sentido que a estructuras de gobierno. El político exitoso no es el que tiene el mejor plan técnico, sino el que cuenta la mejor historia. Uno que promete redención, futuro, orgullo, pertenencia.
Lo mismo ocurre con las identidades políticas. No se trata de convicciones racionales, sino de adhesiones emocionales a una narrativa que nos explica el mundo y nos ubica moralmente en él. “Soy de izquierda” o “soy conservador” se convierten en afirmaciones casi religiosas, que separan a los creyentes de los herejes. Las redes sociales amplifican este fenómeno: ahí, más que debatir ideas, competimos por imponer relatos que nos legitimen y deslegitimen al adversario.
De esta manera, Harari ofrece una lente aguda: las ficciones no son mentiras, son realidades intersubjetivas. Es decir, son reales porque todos creemos en ellas. El dinero, por ejemplo, no tiene valor por sí mismo, sino porque colectivamente hemos acordado tratarlo como valioso. Lo mismo puede decirse de una constitución, de una democracia, de una república. Su vigencia no depende de su fuerza material, sino de nuestra fe común. Lo peligroso —y lo fascinante— es que esa fe puede cambiar. Y cuando cambia, el edificio entero se tambalea.
Hoy vivimos un momento político en el que múltiples relatos compiten por el alma del ciudadano. Desde la narrativa tecnocrática que confía en los datos y la gestión, hasta la narrativa populista que apela al pueblo traicionado, pasando por las nuevas formas de activismo que reinventan las luchas sociales a través de lenguajes identitarios y emocionales. Cada uno de estos relatos propone una versión de la realidad, una épica, un enemigo y un destino. Y todos luchan por convertirse en verdad compartida.
Lo interesante —y peligroso— es que la eficacia de estos relatos no se mide por su veracidad, sino por su capacidad de producir adhesión. Una mentira que moviliza puede ser más efectiva que una verdad indiferente. Y en la era de la posverdad, esto se vuelve la norma. La verdad objetiva cede ante la verdad emocional. Lo que importa no es qué ocurrió, sino cómo se cuenta. El testigo se convierte en autor. La víctima en símbolo. El dato en anécdota. Y el poder no reside en tener la razón, sino en tener la palabra.
El riesgo de todo esto es que, en lugar de construir ficciones colectivas que nos unan, estamos creando burbujas narrativas que nos aíslan. Cada tribu política vive en su propia historia, con sus propios héroes, mártires y traidores. La deliberación democrática se convierte en un choque de mundos paralelos, donde ya no discutimos sobre la realidad, sino sobre cuál es la realidad válida. Esto erosiona la confianza en las instituciones, en el sistema y en el otro. Porque si el otro cree en una historia que yo considero falsa o perversa, entonces no es simplemente mi adversario: es mi enemigo.
Pero también hay una posibilidad esperanzadora en este diagnóstico. Si el ser humano es un animal narrador, entonces también puede reinventarse a través del relato. Puede crear nuevas ficciones que integren en vez de fragmentar, que unan sin uniformar, que en lugar de dividir entre “nosotros y ellos” propongan un “nosotros más amplio”. La política necesita recuperar su dimensión ética no desde la tecnocracia, sino desde la imaginación colectiva. Necesitamos historias mejores, no sólo gobiernos mejores.
Harari nos recuerda que, aunque nuestras creencias son construcciones, su impacto es tan real como un muro o una bala. No es menor lo que creemos. Creer que una elección es legítima o que fue un fraude; creer que un país está progresando o que se encamina al colapso; creer que se gobierna para todos o sólo para unos cuantos. Estas creencias moldean nuestras emociones, decisiones y acciones. Y lo hacen porque están narradas de forma convincente, repetidas hasta ser indiscutibles, convertidas en dogma.
Quizá la gran tarea del siglo XXI no sea descubrir nuevas verdades, sino contar nuevas historias. Historias donde el otro no sea el enemigo, donde el desacuerdo no sea traición, donde la verdad no sea monopolio de una sola voz. Harari nos invita a mirar de frente nuestra condición: no somos dioses, ni robots, ni ángeles caídos. Somos animales narradores. Y en esa capacidad —tan frágil y poderosa— reside tanto nuestro mayor peligro como nuestra mayor esperanza. Porque quien controla la historia, controla el futuro. Pero quien se atreve a reescribirla, puede cambiar el destino.
NACIONALES
Insaculación nacional del Poder Judicial

Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //
Inician las campañas para la primera elección popular del Poder Judicial. Se elegirán el 2 de junio de 2025 los cargos de ministras y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; magistradas y magistrados de las salas superiores y regionales del Tribunal Electoral; magistradas y magistrados del Tribunal de Disciplina Judicial; y magistradas y magistrados de circuito y juezas y jueces de distrito del Poder Judicial de la Federación.
A escasos 49 días de que los mexicanos asistan por primera vez a las urnas para elegir a quienes impartirán justicia federal, dicha elección tiene un gran nivel de dificultad para todos los ciudadanos.
En este sentido, debemos entender que para los ciudadanos mexicanos diferenciar entre un magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de salas superiores y regionales, jueces o juezas de circuito o de distrito, en este caso en especialidades, será una tarea difícil.
Son cargos que los especialistas en derecho y quienes tienen una carrera profesional en materia judicial conocemos y sabemos sus funciones dentro del poder judicial; sin embargo, y aunque se lea un poco discriminatorio, el grueso de la población desconoce las diferencias y las funciones de los cargos, lo que hará de esta elección una cuestión de suerte y favorecimiento.
La importancia de esta elección radica esencialmente en una renovación de nuestro sistema de justicia, quizás necesaria, quizás no. El ciudadano debe saber que elegir a otro ciudadano para que imparta justicia es una gran responsabilidad. Habrá de analizar, en el momento de emitir su voto, quién lo postuló: el Ejecutivo Federal (PE), el Legislativo Federal (PL) o el Poder Judicial de la Federación (PJ).
Por lo que en la boleta aparecerán, a un lado del número designado, las iniciales del poder que postuló al candidato. Además, aparecerán otras iniciales (EF) que indican si la persona se encontraba en funciones y tuvo un pase automático. Lo ideal en este primer proceso es votar por personas que tienen esas iniciales, para asegurar la experiencia en el cargo y su posible carrera judicial.
Por lo pronto y durante más de un mes, veremos en redes sociales o medios, a través de entrevistas y publicidad a modo de campaña, a los candidatos a los cargos que se votarán el dos de junio. Pero lo importante de esta elección es concientizar a nuestro círculo cercano del riesgo de que los cargos judiciales no sean valorados y votados a conciencia. La impartición de justicia debe recaer en profesionales del derecho, con una carrera judicial evidenciable y comprobable, personas de valores y ética.
En este particular caso, el vecino, amigo o líder de lo que sea no es precisamente la persona ideal para la importantísima tarea de impartir y procurar justicia. La justicia es conocimiento, y también un concepto complejo y multidisciplinario, que se refiere a ser una persona juzgadora con equidad, imparcialidad y respeto de los derechos de cada individuo dentro de una sociedad; no se trata de poder público.
En resumen, deberemos informarnos para auto concientizarnos, por medio de los canales de comunicación especializados, sobre la complejidad de esta jornada electoral del Poder Judicial. Por lo tanto, cada ciudadano deberá ingresar a la página oficial del Instituto Nacional Electoral (INE), en la cual se encuentran los perfiles de los candidatos, toda la información de sus trayectorias y propuestas. Lo anterior es necesario para saber por quién sí y por quién no votar. Esto se debe a que se requieren personas de amplia experiencia que avalen una carrera judicial.
Para elegir un juzgador, magistrado o ministro, deberán ser personas justas y cuya reputación les preceda en todo momento. No se trata de partidos políticos que amplíen su círculo de poder, teniendo al Poder Judicial en sus manos y de su lado; eso ya no es ético y no obtendríamos justicia de juzgadores que están para servir a un color partidista y no a la sociedad.
Hagamos nuestra parte y seamos responsables con esta elección del Poder Judicial. Busque informarse, valore qué país quiere y asuma que elegir, en cualquier circunstancia, es una responsabilidad. Entendamos que «dar a cada quien lo que corresponde» debe estar en manos de personas honorables, no políticas y con gran capacidad de justicia. Servir a un líder o a un partido político no es precisamente ético para ocupar un cargo judicial, donde lo importante es combatir la injusticia, la impunidad y la opacidad.
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