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MUNDO

Una semana en la pandemia: Lo inverosímil; cuatro hechos inéditos para la historia

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Dentro de los reiterados y constantes temas de la pandemia que se hacen comunes en la extraordinaria realidad del momento, resaltan tres acontecimientos inéditos de la semana que ponen en perspectiva los efectos personales y gubernamentales de la crisis multidimensional del 2020-2021:

1.- Petróleo literalmente regalado. 2.- Israel logra acuerdo para evitar su cuarta elección general en menos de 18 meses. 3.- Algunas entidades privadas -universidades y empresas-, regresando miles de millones de dólares al gobierno de su país por reconocer que hay otros más necesitados que ellos. 4 .- El llamado “draft” –reclutamiento- de la NFL como primer evento deportivo de esta etapa de distanciamiento social.

EL CASO DEL PETRÓLEO

Como usted sabe, desde el inicio de la era industrial y las subsecuentes, no había registro de precios negativos para la venta del petróleo. Este hecho económico sin precedente, por el cual los principales productores del mundo pagaron para que alguien se llevase lo que antes vendían, obligará a los países productores a disminuir su producción más allá de cualquier pacto.

El mercado les cerró la puerta y por ende ellos deben cerrar la llave por un periodo de tiempo que esperemos no sea mayor a un semestre aunque seguro tardará mucho más para recuperar los niveles del 2018. El asunto de la venta o regalo del petróleo fue altamente comentado y nos debe ayudar a comprender el shock económico en las cadenas de producción y consumo mundial.

La economía de varios países está ampliamente basada en el petróleo – Irán, Irak, Venezuela, Arabia, Rusia, etc., algunas tienen ahorros suficientes para aguantar seis semanas encerrados regalando dinero a sus ciudadanos, pero otras ya estaban en crisis antes del COVID19 por lo que enfrentarán desafíos mucho más profundos como Italia, Grecia, Japón, México, Venezuela, Irán, Irak, etc. México tiene exportaciones diversas gracias a su relación preferente con EUA, pero aun así su economía está amenazada por las exportaciones en caso de que EUA tarde mucho en recuperarse y más aún si las empresas medianas y pequeñas de nuestro país no libran el encierro y colapsan antes de poder reiniciar.

ISRAEL-NETANYAHU-GANTZ, EJEMPLO MUNDIAL

Israel tiene un sistema de gobierno parlamentario en el que cada cuatro años los partidos políticos compiten por la mayoría del “Knesset” –parlamento-, compuesto por 120 integrantes y el partido que la obtiene designa a su líder como Primer Ministro –PM-. Si un partido no tiene 61 representantes por sí mismo, necesita alianzas con otras fuerzas para lograr dicha mayoría, misma que cualquier día puede perder y en consecuencia pierde el cargo de PM. En ese caso se convoca a una elección anticipada. Si en una elección normal o en una anticipada, ninguna coalición logra la mayoría -es decir empatan, se llama a elecciones extraordinarias hasta que se logra la mayoría indicada.

Esto parece sencillo, pero en el 2019 Israel se vio políticamente paralizado por dos alianzas, quienes durante un año han impulsado tres elecciones generales infructuosas. Increíblemente ni la coalición de derecha encabezada por Benjamín Netanyahu, actual PM, ni la de centro izquierda del militar Benny Gantz, lograron ganar más de los mismos 60 espacios que ya tenían desde la primera elección del 2019, haciendo imposible formar un nuevo periodo de gobierno en este 2020.

Al inicio de la epidemia del COVID19 en febrero, Israel realizó la más reciente elección extraordinaria con el mismo resultado que las dos anteriores del 2019. Israel está padeciendo una fuerte presión por los contagios de Novel Corona Virus y consecuentemente una difícil situación económica. No obstante, en un hecho sin precedentes en la historia democrática de dicho país y tal vez del mundo moderno, el pasado 21 de abril los líderes de los dos partidos mayoritarios de dicho país, firmaron un acuerdo que formará una coalición para gobernar los próximos tres años.

La alianza con Netanyahu es menos que ideal, pero beneficia el interés mayoritario del pueblo israelí”, dijo el candidato Gantz, opositor a Netanyahu quien ha estado 11 años en el cargo de primer ministro de Israel. Desde el 2018 los dos viejos rivales se enfrentaron y acusaron de todo, desde ineptitud hasta traición a la patria y corrupción. Podríamos decir que se detestan, pero aún así lograron el acuerdo para postergar sus diferencias y enfrentar a un enemigo común y darle certeza a su país en esta crisis.

Naturalmente muchos de los aliados de Gantz, le han acusado de traidor a la causa, pero ante la tragedia económica y de salud que viven Israel y el mundo, el legislador-candidato Gantz, valoró que una crisis política demoraría la atención y la capacidad de respuesta de cualquier gobierno para atender los desafíos extraordinarios del momento.

Los aliados más radicales de Gantz piensan que fueron usados para salvarle el pellejo a Netanyahu quien bajo este acuerdo gobernará 18 meses y entregará el cargo a Gantz quien gobernará los 18 restantes del acuerdo, periodo en el que se realizarían las próximas elecciones generales. Naturalmente los seguidores más radicales de Netanyahu sienten que el entregar el poder a Gantz es una traición a sus principios y agenda.

62% de los israelíes ven este acuerdo como algo bueno que sólo puede ser disuelto por incumplimiento de las partes o porque el poder judicial lo anule, lo que se convocaría a elecciones de inmediato. La Suprema Corte definirá mañana si acepta escuchar el caso que presentaron los antes aliados de Gantz, quienes alegan que dicho acuerdo secuestra al Poder Legislativo; de todos modos el “Knesset” tendrá que votar el acuerdo y al hacerlo cumpliría la legal que los asépticos demandan. Veremos si el Poder Judicial de dicho país quiere forzar elecciones en este momento.

Bajo el presente acuerdo, la mitad del Gobierno estará integrado por ministros afines a un grupo y la otra mitad al otro; ambos partidos –el “Likud” de Netanyahu y el “Azul & Blanco” de Gantz- designarán de común acuerdo un equipo ministerial para atender la epidemia, todo esto mientras que se convoca a elecciones a finales del 2023.

Los antiguos aliados de Gantz denunciaron a Netanyahu por presuntos actos de corrupción, debiendo presentarse en corte el 24 de mayo. Esta alianza muestra que ambos políticos saben que el escenario puede cambiar rápidamente y quieren dar estabilidad a su país ante cualquier eventualidad que condene o exonere a Netanyahu. Eso sin contar con la posible intervención de la Corte de dicho país con respecto a la legalidad del acuerdo. La alianza de ambos grupos parece garantizar 112 de los 120 votos totales del “Knesset”, lo que ampliamente supera los 61 necesarios para tener mayoría.

El acuerdo no cancela los desacuerdos ni hace que se juren “amor eterno”. No sé si ambos políticos actuaron con patriotismo, ambición política o incluso cinismo como acusan algunos de sus anteriores aliados, lo que es evidente es que le ahorraron a su país una innecesaria angustia adicional y el cuarto gasto electoral consecutivo, cediendo un poco y dando estabilidad al país en medio de la tragedia económico sanitaria del COVID19. Naturalmente hay personas cercanas a cada uno de ambos grupos que rechazan la “Alianza”, eso sin contar con los grupos Islamitas-palestinos que habían logrado cierta cercanía con Gantz, no obstante sólo 22% de los votantes se oponen al acuerdo Netanyahu-Gantz

Desde México habría que reconocer a esos dos políticos israelíes que lograron cerrar sus oídos a la división y al ruido mediático y abrir sus ojos a la realidad que millones viven en esta crisis que asciende diariamente por la pobreza.

HONESTIDAD VS AVARICIA

El tercer escenario inédito cuando algunas universidades y empresas privadas gabachas, decidieron no aceptar ayuda económica gratuita del gobierno a fin de que la misma llegase a otros más necesitados. ¡Así es!, Harvard, Stanford, Princeton y otras del rango rechazaron $40 mil millones de dólares en ayuda económica, al tiempo que la cadena neoyorkinas de hamburguesas Shake Shack regresó $10 millones de dólares que le habrían sido regalados en lo individual por el gobierno federal para soportar las dificultades provocadas por la pandemia durante tres meses. Muchas otras pequeñas y medianas empresas de dicho país se suman a la lista que regresa los recursos para que se usen en otros más necesitados.

No sé cuántos ejemplos veremos, pero creo que vale la pena resaltarlos porque muestran que hay forma de hacer lo correcto, incluso cuando esto pasa por nuestro natural deseo de obtener la mayor ganancia ya sea política o económica.

¡EL SHOW DEBE CONTINUAR!

Cada año la NFL recluta talentos para la próxima temporada del Futbol Americano. Normalmente el evento es multitudinario y muy festivo; aunque las restricciones de la pandemia modificaron el escenario, el evento se realizó y lo pudimos presenciar vía internet desde nuestra sala.

Al inicio se dijo…”Este momento no es de separación, sino de solidaridad y de esperanza, para cuidar a los más vulnerables y agradecer a nuestros héroes”. En efecto los que hemos decidido estar en casa lo hacemos por nuestros padres, abuelos y amigos con enfermedades crónicas. En dicho evento el comisionado de la liga de futbol americano dijo que lo mejor de este evento era que “generaba esperanza y optimismo”. Así da inicio a la “reapertura” de los grandes deportes.

Me gustaría ver el ejemplo de Israel, de Stanford o de Shake Shack replicado en nuestro país, claro que también me gustaría ver el ejemplo del gobierno apoyando a particulares de todos los niveles para poder sortear esta crisis.

Recordemos que este momento no es de separación sino de solidaridad y esperanza en que con nuestras acciones logremos proteger a muchos de nuestros seres queridos. ¡Gracias a nuestros héroes médicos y trabajadores del sector alimenticio, incluidos a los choferes y afanadores!

Sin ser indiferente a la realidad, debemos estar conscientes y recordar a todos, especialmente a las autoridades, que la mitigación es únicamente para bajar la afluencia repentina de enfermos y no para eliminar al virus. Por lo que las llamadas fases de pandemia y reapertura debiesen ser más objetivas y dar elementos numéricos además de situacionales, permitiendo a todos saber día a día cómo controlar el reinicio de las actividades económicas, algo así como un índice o puntaje por Municipio, Estado, Región y País. No es por inconscientes sino por necesidad, que muchos se ven obligados a salir de casa y si es responsabilidad estar “separados”, también debemos ser responsables en la duración del encierro.

Para combatir al COVID19, nos encerramos casi todos, incluso aquellos que no tenían ahorrado para dar de comer a sus familias, prohibiéndoles trabajar para lograrlo. Como lo dije en febrero, si este virus no nos pega, sí nos pegará la crisis económica que provocó.

Dios nos bendiga, que es lo mejor que uno puede desear.

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El Capitán América y la batalla ideológica

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

El cómic del Capitán América nació con un objetivo claro y acorde a un momento histórico muy concreto. El Nº1 de la serie apareció en los puestos de revistas estadounidenses en marzo de 1941, en su portada mostraba a un musculoso hombre enmascarado que portaba un traje lleno de barras y estrellas, mismo que propinaba un golpe en la mandíbula a Adolf Hitler. Este primer número vendió más de un millón de ejemplares.

Cuando se publicó el cómic, Estados Unidos aún no había entrado en la Segunda Guerra Mundial pero la situación era cada vez más tensa con las fuerzas del Eje y el gobierno ya estaba preparado para lo que podía suceder.

En diciembre de ese año, Pearl Harbor fue bombardeado por aviones japoneses y entonces EEUU se unió a los aliados. El Capitán América, que había conquistado el corazón de los jóvenes lectores, se sumó a la lucha difundiendo mensajes patrióticos o apareciendo en campañas propagandísticas.

El origen del Capitán América decía bastante de él: Steve Rogers era un joven que intentó alistarse en el ejército llevado por el compromiso que sentía hacia su país, pero que fue rechazado debido a su mala condición física. Sin embargo, su valentía y valores llamaron la atención de un grupo de científicos que lo eligieron para ser el primer “supersoldado” de la historia inyectándole un suero especial.

Si bien es cierto que lo que hace a Steve un héroe es el resultado de la inyección del suero (fuerza sobrehumana, súper reflejos, etc.), sus habilidades son una consecuencia de los valores que ya tenía. Es decir, que Steve era tan importante cómo el capitán. Los propagandistas gringos tenían claro lo que querían comunicar: cualquier estadounidense puede ser un héroe para su nación.

El panorama que enfrenta Estados Unidos en pleno 2024 es diametralmente distinto al que se tenía previo a la segunda guerra mundial. Los jóvenes ya no creen en lo que hace el gobierno, piensan que la guerra contra el Estado Islámico y Hamás es incorrecta y aquel sentimiento patriótico que llevó a Estados unidos a ser lo que es, se desvanece.

Los jóvenes estadounidenses, empujados por una serie de ideas que ven en redes sociales y por un pensamiento propio que critica a las instituciones, han salido a protestar en sus campus universitarios. Los manifestantes exigen a los centros educativos que rompan vínculos con cualquier proyecto que beneficie al Gobierno israelí o a las empresas que financian el conflicto entre Israel y Palestina.

La primera manifestación se dio en la Universidad de Columbia. Decenas de estudiantes instalaron una zona de tiendas de campaña en el campus y en días pasados, la policía intentó desalojar el campamento, cuando arrestó a más de 100 personas.

El fin de esta historia es de pronóstico reservado, pues parece increíble que hoy los jóvenes salgan a protestar contra un gobierno que de una u otra manera garantiza su expresión y su desarrollo personal para en cambio, defender ideas de aquellos que han buscado destruirlos. Algo de razón tendrán los jóvenes, pero, de seguir adelante con esto, ponen en riesgo a las instituciones que les brindan una serie de privilegios que pocos tienen en el mundo; pareciera que viven el síndrome de Estocolmo.

México, con diferencias de fondo, vive una situación similar. La admiración a la delincuencia organizada y a lo que representa, lleva a los jóvenes aspirar a ser como aquellos que generan inseguridad en el país, a compartir sus ideas, escuchar su música, replicar su vestimenta y a llevar a cabo acciones similares a las de que aquellos que tanto dañan a la sociedad.

Tal vez la guerra ideológica se perdió cuando faltaron líderes positivos a quien admirar, cuando se inició una guerra y el estado se mostró débil, cuando la pobreza y marginación llevaron a los jóvenes a buscar salir de esa situación a cualquier costo o cuando se propuso que a los delincuentes se le debían dar abrazos.

Estados Unidos y México comparten el problema de la falta de credibilidad de sus jóvenes hacia el gobierno. En ambos casos, parece que la batalla ideológica está perdida. ¿Qué hacer para recuperar la admiración y el respeto de los jóvenes por el país que los vio nacer?

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El radicalismo viene de la izquierda

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Opinión, por Fernando Núñez de la Garza Evia //

“La estabilidad lo es todo”, dice un antiguo proverbio chino. Pronto nos daremos cuenta de su sabiduría al quedar atrás la relativa estabilidad vivida en el país y el mundo durante los últimos treinta años. Además del regreso de las rivalidades geopolíticas, del desafío del calentamiento global y los riesgos de las nuevas tecnologías, tendremos que añadir el regreso del radicalismo político. En ciertos países proviniendo de la derecha, mientras que en otros de la izquierda.

Ha habido un debilitamiento de la democracia ante una creciente radicalización política. En Estados Unidos, una parte de la izquierda se ha vuelto más fundamentalista con la cultura del woke, aunque se ha mantenido en los márgenes partidistas. En la derecha, sin embargo, la radicalización se ha normalizado al llevar al extremo los principios del libre mercado, la negación del calentamiento global y la militarización de la política exterior.

Asimismo, en Europa ha sido la derecha política la que se ha tornado más extremista, llegando inclusive al poder en países tan relevantes como Italia. Pero, ¿por qué es la derecha la que ha llevado la delantera radical? Fundamentalmente, por la migración masiva y sus crecientes problemas culturales. Y un problema mayúsculo es que ese extremismo no solo es a nivel de las élites, sino también de las poblaciones.

La derecha en México no se ha radicalizado, al menos no aún. Porque no ha hecho suyas las políticas de mano dura contra la inseguridad, como la derecha salvadoreña. Porque no tiene una dura retórica anti-migrante, como la derecha europea. Y porque no niega el calentamiento global ni ha hecho suyo el dogma del libre mercado, como la derecha estadounidense. Además, la derecha mexicana es democrática, porque cree en los canales institucionales, la negociación partidista y las elecciones populares como mecanismos fundamentales para resolver los problemas políticos nacionales.

Sin embargo, su problema fundamental estriba en su falta de cuadros políticos, tanto así, que una persona sin militancia partidista será su candidata a la presidencia de la República, y lanzaron a una ex-Miss Universo para tratar de recuperar su otrora joya de la corona en el norte del país: Lupita Jones en Baja California.

La izquierda en México es la que se ha radicalizado. Tiene sentido: si en Occidente la derecha lo ha hecho a raíz de la migración masiva y sus choques culturales, en México ha sido la izquierda derivada de un contexto de pobreza y desigualdad, y de la desconfianza social que inevitablemente generan.

Las políticas del populismo de izquierda están ahí: militarización de la vida pública, exclusión del calentamiento global y los temas medioambientales, una profunda aversión a la ciencia y la tecnología, reparto de dinero sin condicionantes de por medio, adelgazamiento continuo de las capacidades del Estado, y un largo etcétera. Ni hablar de su manifiesto autoritarismo y sus políticas que podrían llevar al fin de la democracia-liberal en el país.

La izquierda y la derecha son dos lados de la misma moneda ideológica. Sin embargo, ha sido la izquierda política la que se ha radicalizado en México, tomada por el populismo lopezobradorista. La buena noticia es que la radicalización ha ocurrido más a nivel de las élites, sin haber permeado del todo entre la población. Por ahora.

  • Fernando Nuñez es analista político con estudios en derecho, administración pública y política pública, y ciencia política por la Universidad de Columbia en Nueva York

E-mail: fnge1@hotmail.com

En X: @FernandoNGE

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Abordando la desigualdad económica: El papel esencial del gobierno en las políticas de redistribución

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En la actualidad, la desigualdad económica es un tema candente que suscita debates y preocupaciones en todo el mundo. Esta disparidad en la distribución de la riqueza y los recursos económicos no solo es un fenómeno presente en economías en desarrollo, sino que también afecta a las naciones más industrializadas.

Mientras algunos defienden el valor de la meritocracia y la libre empresa, argumentando que el éxito económico debería ser el resultado del esfuerzo y el talento individual, otros señalan la creciente brecha entre ricos y pobres como una injusticia fundamental que requiere atención urgente.

La idea de que cada individuo debe tener la oportunidad de prosperar según su mérito es una piedra angular de muchas sociedades modernas, pero en la práctica, esta promesa de igualdad de oportunidades puede ser inalcanzable para muchos debido a barreras estructurales y desigualdades sistémicas.

En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿Cuál es el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica? Si bien algunos abogan por una intervención mínima del Estado en los asuntos económicos, argumentando que el mercado libre eventualmente corregirá cualquier desequilibrio, la realidad es que la desigualdad económica persiste y se profundiza en muchas sociedades.

Esto plantea la necesidad de una evaluación cuidadosa del papel que el gobierno puede y debe desempeñar en la promoción de la equidad económica y la justicia social. La cuestión no es solo una de moralidad, sino también de estabilidad social y cohesión comunitaria. Una sociedad profundamente dividida por la desigualdad económica corre el riesgo de enfrentar tensiones sociales y políticas que pueden socavar la estabilidad y el progreso a largo plazo

En este contexto, el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica es crucial, ya que a través de ella, y con debida perspectiva social, se pueden implementar políticas de redistribución que promuevan una distribución más equitativa contribuyendo así a una sociedad más justa y próspera.

Lo anterior cobra relevancia ya que en un sistema económico basado en la libre empresa, a menudo se promueve la idea de que el gobierno debe tener una mínima intervención en la economía, dejando que el mercado se autorregule.

Sin embargo, esta perspectiva puede pasar por alto el importante papel que el gobierno puede desempeñar en la reducción de la desigualdad económica a través de políticas de redistribución las cuales no necesariamente implican una intervención directa en la economía, sino más bien un enfoque en la redistribución equitativa de la riqueza y los recursos para garantizar un mayor equilibrio social y económico.

Por otro lado, en esta tesitura, el gobierno puede adoptar medidas para fortalecer la seguridad social, proporcionando una red de seguridad para los ciudadanos más vulnerables lo que puede incluir programas de asistencia social, como seguro de desempleo, subsidios alimentarios y programas de vivienda asequible, que ayudan a proteger a los individuos y familias de caer en la pobreza extrema debido a circunstancias adversas.

Asimismo, es fundamental invertir en infraestructuras sociales, como educación pública de calidad y acceso equitativo a oportunidades de desarrollo profesional. Al proporcionar a todos los ciudadanos las herramientas y habilidades necesarias para tener éxito en la economía moderna, se puede reducir significativamente la desigualdad económica y promover una mayor movilidad social.

No podemos perder de vista que, si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, el gobierno tiene un papel vital que desempeñar en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución equitativa de la riqueza y los recursos. Estas políticas no solo promueven la justicia social, sino que también pueden contribuir a un mayor crecimiento económico y estabilidad social a largo plazo.

A pesar de ello, la realidad es que un enfoque equilibrado es necesario. Mientras que el exceso de intervención del gobierno puede tener efectos negativos en la innovación y la eficiencia económica, la falta de intervención puede exacerbar la desigualdad y crear tensiones sociales insostenibles. Por lo tanto, es importante que el gobierno encuentre el equilibrio adecuado, implementando políticas de redistribución que sean efectivas y eficientes sin socavar el espíritu emprendedor y la vitalidad económica.

Es evidente que la desigualdad económica es un desafío significativo que enfrentan muchas sociedades modernas, tanto que este desafío constantemente nos genera la necesidad de plantear preguntas difíciles, pero cuyas respuestas son necesarias.

Si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, no puede garantizar por sí sola una distribución justa y equitativa de la riqueza y los recursos. En este sentido, el gobierno puede desempeñar un papel crucial en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución que promuevan un mayor equilibrio social y económico.

Al considerar estas políticas de redistribución, es importante tener en algunas de las ideas planteadas por Michael Sandel en su libro «La tiranía del mérito».

Sandel argumenta que la meritocracia, la idea de que el éxito se debe exclusivamente al mérito individual, ha contribuido a la creciente desigualdad económica al glorificar el éxito personal mientras denigra a aquellos que no tienen éxito. Esta narrativa del mérito puede llevar a la creencia de que aquellos que están en la parte inferior de la escala económica merecen su situación, lo que socava la solidaridad social y perpetúa la desigualdad.

Por lo tanto, las políticas de redistribución deben ir más allá de simplemente corregir las desigualdades económicas y también abordar las injusticias subyacentes en el sistema. Esto puede implicar cambiar la forma en que valoramos el éxito y reconocer que el mérito individual no es el único determinante del éxito económico. En su lugar, debemos adoptar un enfoque más colectivista que reconozca la contribución de todos los miembros de la sociedad y garantice que todos tengan acceso a oportunidades y recursos básicos para prosperar.

La lucha contra la desigualdad económica requiere un enfoque integral que combine políticas de redistribución efectivas con un cambio en nuestra concepción del mérito y el éxito. Al hacerlo, podemos trabajar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial independientemente de su origen socioeconómico.

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