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Cuando operan la alta diplomacia y la política: La exitosa visita del presidente López Obrador a la Casa Blanca

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Aconsejado por Luis Videgaray, Peña invitó al candidato Donald Trump a México, la crítica social le costó el trabajo a su Secretario de Hacienda. El candidato había emitido ataques muy fuertes en contra de los migrantes mexicanos –ellos ven a todos los latinos como mexicanos- e incluso amenazaba con romper el TLCAN. Los expertos del gabinete de Peña desde la Secretaría de Economía decían “que Trump no podría ganar las elecciones”… y que “quienes se asustaban por el riesgo de que llegase a ser Presidente, eran personas ignorantes que desconocían la política de EUA”.

Un par de meses después borraron sus Twitters y de inmediato empezaron a decir que una cosa era el candidato y otra el Presidente, asegurando que el TLCAN era irremplazable e intocable. Se reintegró a Videgaray al gabinete peñista ocupando el cargo de Canciller, como ofrenda de Paz para apaciguar al magnate ahora Presidente.

Por segunda vez nuestros expertos se equivocaron y menuda sorpresa se llevaron cuando Trump anunció que se saldría del TLCAN; acto seguido nuestros expertos cambiaron de opinión –de nuevo- y dijeron que el TLCAN sí se podía mejorar. El Presidente de EUA aceptó la idea de tomarse foto con Peña por corresponder a la cortesía del año anterior pero en cuanto entró AMLO iniciaron las reuniones necesarias para dar continuidad a la relación con el nuevo gobierno. Como es natural el ahora Presidente de México en su campaña había declarado fuertemente en contra del Presidente de EUA, pero en México una cosa es el candidato y otra el Presidente como dijo el entonces Secretario de Economía de Peña, seguramente basados en su propia experiencia.

UN PRESIDENTE DE ARREBATOS

Los Estados Unidos como cualquier potencia no tiene amigos sino intereses. Hoy los intereses del presidente de EUA se alinearon con los del Presidente de México, como en su momento los de Clinton con Zedillo o los de Obama con Calderón.

Trump es una persona arrebatada que comete multitud de errores, incluso en su propio detrimento, descarrila su mensaje con escaramuzas de cualquier tipo, pero esta semana se portó como un buen vecino. No sólo atendió a su invitado como lo que es –El Jefe del Estado Mexicano- sino que le dio varios “regalos”, entre ellos la captura de César Duarte, la respuesta a la carta diplomática que hace meses había enviado Ebrard para saber qué pasó con el desgraciadamente famoso y poco esclarecido operativo Rápido y Furioso que durante las administraciones de Calderón y de Obama infiltraron armas ilegales para armar a los narcos mexicanos, lo que a mi parecer es una idea macabra y retorcida de aplicar la política de seguridad nacional con un hecho extraordinariamente penoso aceptado por ambos gobiernos.

Trump planeó la semana para dedicarla a los hispano-americanos y le dio el primer sitio a AMLO, nos guste o no, los que son igual de impulsivos y que se insultaron durante sus campañas, lograron acuerdos, no sabemos en qué tantas cosas, pero cuando menos en algunos temas que ya son públicos y que se han correspondido “favores”. El anunció de Marcelo Ebrard con relación a la vacuna vs el COVID19 a la que México tendrá acceso también se acordó en esa gira por Washington.

EL RIESGO DE LA VISITA

Nuestro Presidente tuvo un gesto extraordinario y arriesgado, al aceptar visitar en este momento al Presidente Trump quien como hace cuatro años va muy abajo en las encuestas, de hecho se asemeja a Bush Padre en 1988 quien estaba 17 puntos por debajo de su oponente. A pesar de que no se tocaron oficialmente los temas ásperos como migración o el famoso muro, el Presidente López Obrador tubo un mensaje con varios aciertos y algunos errores. Por ejemplo le recordó que hay “agravios que no se olvidan” pero le reconoció que hay acuerdos “implícitos y explícitos” como el del petróleo ¿o el de Duarte?, como el de la frontera sur o ¿la vacuna vs COVID19? ¿o los dreamers?

La semana fue muy buena para AMLO, el retorno de Lozoya, Ayotzinapa, la detención de Duarte, la información del programa Rápido y Furioso y el asunto de los migrantes dreamers como sorpresa para el cierre de la semana. Coincido con el 51% de los mexicanos que creemos que la visita a EUA fue exitosa en especial porque el Presidente que más ha criticado públicamente a México y a los migrantes desde Woodrow Wilson, fue el que más alabó a los mexicanos en su mensaje del pasado 8 de julio y esto no sólo es por la campaña por la Presidencia de EUA sino porque AMLO fue a visitarlo.

TRUMP, ¿PRO LATINO?

AMLO estaba por aterrizar en México cuando Trump firmó Decreto para la creación del Consejo Hispano para asesorar a la Casa Blanca y coordinará esfuerzos para promover el Desarrollo Económico y Educación que afectan a dicha comunidad.

En dicho evento Trump detalló logros económicos de los hispano-americanos, exaltando estadísticas comparativas de distintas administraciones. Durante su administración los hispano-americanos alcanzaron mayores ingresos proporcionales y las menores niveles de desempleo en la historia de dicho país. Muestra de esta prosperidad económica son las remesas que envían a otros países que en estos años han roto todos los records. A dicho evento acudieron varios líderes sociales y empresarios hispanos; de entre los cuales sobresale el director de la empacadora de alimentos Goya que fue fundada en 1963 y emplea de forma directa a más de cuatro mil trabajadores, siendo más grande que del Monte y de La Chata en los EUA.

El poco ortodoxo inquilino de la Casa Blanca cerró la semana reuniéndose con venezolanos exiliados en Florida, en donde dijo… “votar por Biden es votar por Maduro y un régimen comunista en EUA”. Como cereza del pastel, Trump anunció que emitiría un Decreto para legalizar a más de 750 mil jóvenes llamados Dreamers, beneficiando también a sus familiares directos, es decir más de 2.1 millones de personas de las cuales casi dos millones serían mexicanos.

Cuando Trump firme este Decreto podrá ser desafiado en las cortes por cualquiera que se sienta afectado ya veremos quién es el que se opone.

MORENA Y EL PARTIDO DEMÓCRATA MODERNO

El Partido Demócrata está muy lejos de lo que fue el centro ideológico de Bill Clinton o de Kennedy. Lo mismo podemos decir del Partido Republicano de Reagan o de Lincoln. Con ambos tendremos retos y afrentas. Recordemos que lo ha dicho Trump en público y los otros lo dicen en privado.

Con sus tontos arrebatos Trump nos mantiene al filo del asiento, pero no debemos confundirnos, los demócratas han dicho en muchas ocasiones que EUA deben tener capacidad de “verificar los avances” en México y fue el demócrata Woodrow Wilson quien dijo… “Los mexicanos nacieron prietos y esclavos, nacieron nuestros”… son un pueblo de “traidores y cobardes, ellos se encargan de matar por la espalda, no saben pelear con honor… se matarán entre ellos ”.

Ante el fracaso del capitalismo voraz, muchos piensan que es la hora del socialismo y México estará al día con un país vecino que proponga las tesis de Marx o Stalin o que apoye al régimen de Maduro en Venezuela. Todo esto puede suceder y no debe sorprendernos.

El Joe Biden ha prometido legalización de millones de inmigrantes indocumentados, la mitad son mexicanos. Este punto sería muy bueno para nuestros paisanos, pero debemos recordar que desde Clinton lo han prometido. En el 2018 Trump propuso a su Congreso legalizar a los “dreamers” por medio de una ley –que ahora será Decreto-, pero no se llegó al acuerdo, quedando claro que también los demócratas usaban el tema sólo por apariencia.

El ex vicepresidente se ha comprometido a comprar “primero lo americano” para fomentar los empleos locales, ofreciendo $700 mil millones de dólares y la reconstrucción de infraestructura. Propuso elevar los impuestos empresariales y aumentar las regulaciones para “cerrar lagunas legales que hoy permiten comprar mercancías o contratar servicios en el extranjero, afectando a los empleos locales”.

Lo anterior nos recuerda el discurso Trumpista del 2016, que de convertirse en realidad con Biden en el 2020, afectará –nuevamente- a México, con oleadas de presiones económicas por parte del nuevo habitante de la Casa Blanca.

El candidato ofreció eliminar el 100% las emisiones de carbono para el año 2030, reconoce que su proyecto es ambicioso y que será impulsado con trabajo de americanos, eso indica que nuestro petróleo dejará de valer en 10 años y que los equipos nuevos también serán “Only American”.

En los años recientes los demócratas han favorecido a nuestros paisanos indocumentados con acceso a licencias de manejo sin tener que mostrar su estatus migratorio, lo que obviamente los obliga a pagar impuestos y a comprar seguros de auto. En general el voto hispano está de su lado, pero las acciones económicas de Trump podrían robar algunos simpatizantes al campo de Biden, quien como la mayoría en EUA apoya a la Asociación Civil conocida como “Black Lives Matter”, dirigida -en parte- por un ex comunista detenido por terrorismo en los 60´s y que ha propuesto derribar estatuas de Gandhi, Cristóbal Colon, Washington, Churchill, de La Virgen María y de Jesucristo entre otras.

La guerra racial está creciendo, incluso algunos futbolistas de negros atacan a la comunidad judía, lo que podría arriesgar otra parte del voto tradicionalmente liberal.

De cualquier forma el 90% del voto afroamericano y la mayoría de las zonas urbanas están de su lado. Trump en verdad está en una etapa difícil que el mismo provocó .

Biden y su campaña llaman traidores a su raza a los latinos o negros que voten por Trump, incluso han boicoteado a Goya quien donó 1 millón de despensas durante la pandemia a zonas hispanas de bajos recursos. ¿Será que el voto debe ser cuestión de piel?

DE TIN MARÍN

En la época reciente los mexicanos no le hemos atinando al pronóstico electoral gabacho, ni Peña porque él invitó a Trump y a Hilary pero ella lo rechazó. Si Biden gana será una más en la cadena de apuestas fallidas de nuestros mandatarios y la embajadora de México en EUA –quien se opuso al viaje-, se promoverá como sustituta de Ebrard, pero si AMLO y Marcelo le atinan, podría ser algo importante porque “Donald” tiene pocos amigos mandatarios y esta semana demostró que su atropellada ideología es ganar y dar las concesiones necesarias para hacerlo. De cualquier forma nunca vi a un Presidente reconocer tanto a los mexicanos, ni a mexicanos estar echando porras a nuestro Presidente en una gira por Washington.

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El Capitán América y la batalla ideológica

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

El cómic del Capitán América nació con un objetivo claro y acorde a un momento histórico muy concreto. El Nº1 de la serie apareció en los puestos de revistas estadounidenses en marzo de 1941, en su portada mostraba a un musculoso hombre enmascarado que portaba un traje lleno de barras y estrellas, mismo que propinaba un golpe en la mandíbula a Adolf Hitler. Este primer número vendió más de un millón de ejemplares.

Cuando se publicó el cómic, Estados Unidos aún no había entrado en la Segunda Guerra Mundial pero la situación era cada vez más tensa con las fuerzas del Eje y el gobierno ya estaba preparado para lo que podía suceder.

En diciembre de ese año, Pearl Harbor fue bombardeado por aviones japoneses y entonces EEUU se unió a los aliados. El Capitán América, que había conquistado el corazón de los jóvenes lectores, se sumó a la lucha difundiendo mensajes patrióticos o apareciendo en campañas propagandísticas.

El origen del Capitán América decía bastante de él: Steve Rogers era un joven que intentó alistarse en el ejército llevado por el compromiso que sentía hacia su país, pero que fue rechazado debido a su mala condición física. Sin embargo, su valentía y valores llamaron la atención de un grupo de científicos que lo eligieron para ser el primer “supersoldado” de la historia inyectándole un suero especial.

Si bien es cierto que lo que hace a Steve un héroe es el resultado de la inyección del suero (fuerza sobrehumana, súper reflejos, etc.), sus habilidades son una consecuencia de los valores que ya tenía. Es decir, que Steve era tan importante cómo el capitán. Los propagandistas gringos tenían claro lo que querían comunicar: cualquier estadounidense puede ser un héroe para su nación.

El panorama que enfrenta Estados Unidos en pleno 2024 es diametralmente distinto al que se tenía previo a la segunda guerra mundial. Los jóvenes ya no creen en lo que hace el gobierno, piensan que la guerra contra el Estado Islámico y Hamás es incorrecta y aquel sentimiento patriótico que llevó a Estados unidos a ser lo que es, se desvanece.

Los jóvenes estadounidenses, empujados por una serie de ideas que ven en redes sociales y por un pensamiento propio que critica a las instituciones, han salido a protestar en sus campus universitarios. Los manifestantes exigen a los centros educativos que rompan vínculos con cualquier proyecto que beneficie al Gobierno israelí o a las empresas que financian el conflicto entre Israel y Palestina.

La primera manifestación se dio en la Universidad de Columbia. Decenas de estudiantes instalaron una zona de tiendas de campaña en el campus y en días pasados, la policía intentó desalojar el campamento, cuando arrestó a más de 100 personas.

El fin de esta historia es de pronóstico reservado, pues parece increíble que hoy los jóvenes salgan a protestar contra un gobierno que de una u otra manera garantiza su expresión y su desarrollo personal para en cambio, defender ideas de aquellos que han buscado destruirlos. Algo de razón tendrán los jóvenes, pero, de seguir adelante con esto, ponen en riesgo a las instituciones que les brindan una serie de privilegios que pocos tienen en el mundo; pareciera que viven el síndrome de Estocolmo.

México, con diferencias de fondo, vive una situación similar. La admiración a la delincuencia organizada y a lo que representa, lleva a los jóvenes aspirar a ser como aquellos que generan inseguridad en el país, a compartir sus ideas, escuchar su música, replicar su vestimenta y a llevar a cabo acciones similares a las de que aquellos que tanto dañan a la sociedad.

Tal vez la guerra ideológica se perdió cuando faltaron líderes positivos a quien admirar, cuando se inició una guerra y el estado se mostró débil, cuando la pobreza y marginación llevaron a los jóvenes a buscar salir de esa situación a cualquier costo o cuando se propuso que a los delincuentes se le debían dar abrazos.

Estados Unidos y México comparten el problema de la falta de credibilidad de sus jóvenes hacia el gobierno. En ambos casos, parece que la batalla ideológica está perdida. ¿Qué hacer para recuperar la admiración y el respeto de los jóvenes por el país que los vio nacer?

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El radicalismo viene de la izquierda

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Opinión, por Fernando Núñez de la Garza Evia //

“La estabilidad lo es todo”, dice un antiguo proverbio chino. Pronto nos daremos cuenta de su sabiduría al quedar atrás la relativa estabilidad vivida en el país y el mundo durante los últimos treinta años. Además del regreso de las rivalidades geopolíticas, del desafío del calentamiento global y los riesgos de las nuevas tecnologías, tendremos que añadir el regreso del radicalismo político. En ciertos países proviniendo de la derecha, mientras que en otros de la izquierda.

Ha habido un debilitamiento de la democracia ante una creciente radicalización política. En Estados Unidos, una parte de la izquierda se ha vuelto más fundamentalista con la cultura del woke, aunque se ha mantenido en los márgenes partidistas. En la derecha, sin embargo, la radicalización se ha normalizado al llevar al extremo los principios del libre mercado, la negación del calentamiento global y la militarización de la política exterior.

Asimismo, en Europa ha sido la derecha política la que se ha tornado más extremista, llegando inclusive al poder en países tan relevantes como Italia. Pero, ¿por qué es la derecha la que ha llevado la delantera radical? Fundamentalmente, por la migración masiva y sus crecientes problemas culturales. Y un problema mayúsculo es que ese extremismo no solo es a nivel de las élites, sino también de las poblaciones.

La derecha en México no se ha radicalizado, al menos no aún. Porque no ha hecho suyas las políticas de mano dura contra la inseguridad, como la derecha salvadoreña. Porque no tiene una dura retórica anti-migrante, como la derecha europea. Y porque no niega el calentamiento global ni ha hecho suyo el dogma del libre mercado, como la derecha estadounidense. Además, la derecha mexicana es democrática, porque cree en los canales institucionales, la negociación partidista y las elecciones populares como mecanismos fundamentales para resolver los problemas políticos nacionales.

Sin embargo, su problema fundamental estriba en su falta de cuadros políticos, tanto así, que una persona sin militancia partidista será su candidata a la presidencia de la República, y lanzaron a una ex-Miss Universo para tratar de recuperar su otrora joya de la corona en el norte del país: Lupita Jones en Baja California.

La izquierda en México es la que se ha radicalizado. Tiene sentido: si en Occidente la derecha lo ha hecho a raíz de la migración masiva y sus choques culturales, en México ha sido la izquierda derivada de un contexto de pobreza y desigualdad, y de la desconfianza social que inevitablemente generan.

Las políticas del populismo de izquierda están ahí: militarización de la vida pública, exclusión del calentamiento global y los temas medioambientales, una profunda aversión a la ciencia y la tecnología, reparto de dinero sin condicionantes de por medio, adelgazamiento continuo de las capacidades del Estado, y un largo etcétera. Ni hablar de su manifiesto autoritarismo y sus políticas que podrían llevar al fin de la democracia-liberal en el país.

La izquierda y la derecha son dos lados de la misma moneda ideológica. Sin embargo, ha sido la izquierda política la que se ha radicalizado en México, tomada por el populismo lopezobradorista. La buena noticia es que la radicalización ha ocurrido más a nivel de las élites, sin haber permeado del todo entre la población. Por ahora.

  • Fernando Nuñez es analista político con estudios en derecho, administración pública y política pública, y ciencia política por la Universidad de Columbia en Nueva York

E-mail: fnge1@hotmail.com

En X: @FernandoNGE

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Abordando la desigualdad económica: El papel esencial del gobierno en las políticas de redistribución

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En la actualidad, la desigualdad económica es un tema candente que suscita debates y preocupaciones en todo el mundo. Esta disparidad en la distribución de la riqueza y los recursos económicos no solo es un fenómeno presente en economías en desarrollo, sino que también afecta a las naciones más industrializadas.

Mientras algunos defienden el valor de la meritocracia y la libre empresa, argumentando que el éxito económico debería ser el resultado del esfuerzo y el talento individual, otros señalan la creciente brecha entre ricos y pobres como una injusticia fundamental que requiere atención urgente.

La idea de que cada individuo debe tener la oportunidad de prosperar según su mérito es una piedra angular de muchas sociedades modernas, pero en la práctica, esta promesa de igualdad de oportunidades puede ser inalcanzable para muchos debido a barreras estructurales y desigualdades sistémicas.

En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿Cuál es el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica? Si bien algunos abogan por una intervención mínima del Estado en los asuntos económicos, argumentando que el mercado libre eventualmente corregirá cualquier desequilibrio, la realidad es que la desigualdad económica persiste y se profundiza en muchas sociedades.

Esto plantea la necesidad de una evaluación cuidadosa del papel que el gobierno puede y debe desempeñar en la promoción de la equidad económica y la justicia social. La cuestión no es solo una de moralidad, sino también de estabilidad social y cohesión comunitaria. Una sociedad profundamente dividida por la desigualdad económica corre el riesgo de enfrentar tensiones sociales y políticas que pueden socavar la estabilidad y el progreso a largo plazo

En este contexto, el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica es crucial, ya que a través de ella, y con debida perspectiva social, se pueden implementar políticas de redistribución que promuevan una distribución más equitativa contribuyendo así a una sociedad más justa y próspera.

Lo anterior cobra relevancia ya que en un sistema económico basado en la libre empresa, a menudo se promueve la idea de que el gobierno debe tener una mínima intervención en la economía, dejando que el mercado se autorregule.

Sin embargo, esta perspectiva puede pasar por alto el importante papel que el gobierno puede desempeñar en la reducción de la desigualdad económica a través de políticas de redistribución las cuales no necesariamente implican una intervención directa en la economía, sino más bien un enfoque en la redistribución equitativa de la riqueza y los recursos para garantizar un mayor equilibrio social y económico.

Por otro lado, en esta tesitura, el gobierno puede adoptar medidas para fortalecer la seguridad social, proporcionando una red de seguridad para los ciudadanos más vulnerables lo que puede incluir programas de asistencia social, como seguro de desempleo, subsidios alimentarios y programas de vivienda asequible, que ayudan a proteger a los individuos y familias de caer en la pobreza extrema debido a circunstancias adversas.

Asimismo, es fundamental invertir en infraestructuras sociales, como educación pública de calidad y acceso equitativo a oportunidades de desarrollo profesional. Al proporcionar a todos los ciudadanos las herramientas y habilidades necesarias para tener éxito en la economía moderna, se puede reducir significativamente la desigualdad económica y promover una mayor movilidad social.

No podemos perder de vista que, si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, el gobierno tiene un papel vital que desempeñar en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución equitativa de la riqueza y los recursos. Estas políticas no solo promueven la justicia social, sino que también pueden contribuir a un mayor crecimiento económico y estabilidad social a largo plazo.

A pesar de ello, la realidad es que un enfoque equilibrado es necesario. Mientras que el exceso de intervención del gobierno puede tener efectos negativos en la innovación y la eficiencia económica, la falta de intervención puede exacerbar la desigualdad y crear tensiones sociales insostenibles. Por lo tanto, es importante que el gobierno encuentre el equilibrio adecuado, implementando políticas de redistribución que sean efectivas y eficientes sin socavar el espíritu emprendedor y la vitalidad económica.

Es evidente que la desigualdad económica es un desafío significativo que enfrentan muchas sociedades modernas, tanto que este desafío constantemente nos genera la necesidad de plantear preguntas difíciles, pero cuyas respuestas son necesarias.

Si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, no puede garantizar por sí sola una distribución justa y equitativa de la riqueza y los recursos. En este sentido, el gobierno puede desempeñar un papel crucial en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución que promuevan un mayor equilibrio social y económico.

Al considerar estas políticas de redistribución, es importante tener en algunas de las ideas planteadas por Michael Sandel en su libro «La tiranía del mérito».

Sandel argumenta que la meritocracia, la idea de que el éxito se debe exclusivamente al mérito individual, ha contribuido a la creciente desigualdad económica al glorificar el éxito personal mientras denigra a aquellos que no tienen éxito. Esta narrativa del mérito puede llevar a la creencia de que aquellos que están en la parte inferior de la escala económica merecen su situación, lo que socava la solidaridad social y perpetúa la desigualdad.

Por lo tanto, las políticas de redistribución deben ir más allá de simplemente corregir las desigualdades económicas y también abordar las injusticias subyacentes en el sistema. Esto puede implicar cambiar la forma en que valoramos el éxito y reconocer que el mérito individual no es el único determinante del éxito económico. En su lugar, debemos adoptar un enfoque más colectivista que reconozca la contribución de todos los miembros de la sociedad y garantice que todos tengan acceso a oportunidades y recursos básicos para prosperar.

La lucha contra la desigualdad económica requiere un enfoque integral que combine políticas de redistribución efectivas con un cambio en nuestra concepción del mérito y el éxito. Al hacerlo, podemos trabajar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial independientemente de su origen socioeconómico.

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