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NACIONALES

Dos visiones de educación encontradas: Las luchas magisteriales y sus asegunes entre SNTE y CNTE

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Opinión, por Pedro Vargas Ávalos //

La cuestión educativa y magisterial, en nuestra patria ha sido constante motivo de pugnas en todos los niveles: planes y programas que son causa de enfrentamientos entre gobierno y grupos fácticos, incluyendo toda gama de partidos políticos; los maestros, han sostenido permanente frente, sobre todo con las entidades gubernamentales de los tres ámbitos del poder en el país.

En este caso, el sector magisterial, con las consideraciones de que existen maestros en la federación, los Estados y los municipios, sin contar a los de índole particular y los de nivel superior, que no se incluyen en la membrecía de los sindicatos, han sostenido ese campo de lucha para lograr sus metas salariales, de métodos de enseñanza y ahora el trámite de pensiones.

Partiendo de sus orígenes, diremos que el SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación) fue fundado el 30 de diciembre de 1943, siendo primer mandatario nacional el Gral. Manuel Ávila Camacho (1 de diciembre de 1940 al 30 de noviembre de 1946). Se le conoció como el presidente caballero.

Por su parte, la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación), surgió el 17 de diciembre de 1979, cuando dirigía a la república el cuasijalisciense José López Portillo, cuyo período se extendió del 1 de diciembre de 1976 al 30 de noviembre de 1982. Este personaje, se dijo asimismo que era el postrer gobernante extraído de la revolución mexicana.

El más antiguo gremio mencionado, brota al unirse distintas agrupaciones de mentores, así como otros trabajadores del sistema educativo. Al principio lo respaldó el régimen federal, el cual veía con simpatía hubiese una organización sindical aglutinante de todos los trabajadores de la educación básica: de esa forma solo trataría con un organismo los temas del ramo. Ese apoyo lo llevó a ser el sindicato más grande de América Latina. El objetivo primordial del SNTE es la defensa de los derechos e intereses de los obreros de la educación.

En cuanto a la CNTE, emerge como disidencia, ante el papel en que había caído el sindicato denominado como oficial y que permitió que en diversos momentos hubiese verdaderos caciques -estilo la nefasta Elba Esther Gordillo- que regenteaban el destino sentista. Así pues, la organización sindical disidente del SNTE, surgió como una alternativa a la gestión y modelo sindical de tal organismo.

Por lo antedicho, se fundó la Coordinadora en el sureste, en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, tras un evento llamado Primer Foro Nacional de Trabajadores de la Educación y Organizaciones Democráticas del SNTE. El principal objetivo de esta institución fue la democratización del susodicho SNTE y, obviamente, la defensa de los atributos magisteriales y sus auxiliares administrativos.

Y este fin suele lograrse más que con negociaciones tersas con gestiones de protesta y fuerza; de allí que sus actividades se caractericen por actitudes críticas, no solo ante las acciones que despliega el sindicato mayoritario, sino frente a la conducta que en la materia educativa llevan a cabo los gobiernos, especialmente los del tiempo neoliberal, que buscaban privatizar la educación.

En Jalisco, existen dos secciones sindicales del SNTE: la 16, del orden federal, y la 47, que congloba a los maestros estatales. Dentro de ellas se agitan minorías que simpatizan con la CNTE, secundando los acuerdos que a nivel nacional disponen sus líderes.

El que haya controles rígidos en el sindicato mayor, por parte de sus caciques (quienes o se entronizaban ellos en su dirigencia, o ponían a verdaderos peleles, para manipularlos sin problemas) y una especie de entreguismo al gobierno, lo cual se comprueba con la mal llamada reforma de la Ley del ISSTE en 2007, y luego las posteriores normas sobre la materia magisterial, mismas que fueron aceptadas o al menos toleradas por los sentistas.

Esta actitud orilló a la CNTE a tomar medidas extremas, a tal grado que luego de varios movimientos, se les llegó a tachar de virtuales delincuentes, por personajes de la derecha, como el inefable Claudio X. González.

A partir del sexenio lopezobradorista, dio la impresión de que entraban “en razón” y se sumaban a las políticas del expresidente AMLO. Empero no lograron culminar la totalidad de sus propuestas, entre las que destacan la derogación de la ley del ISSTE de 2007, implementada durante el gobierno de Felipe Calderón: en tal ordenamiento se introdujo el sistema de cuentas individuales -Afores- para el pago de pensiones de los trabajadores del Estado, donde están incluidos los maestros. El cambio implicó cambiar un sistema solidario que regía, por uno de cuentas individuales, muy desventajoso para los trabajadores, quienes ahora se pensionan con su propio dinero y las cotizaciones de empresas y gobierno. De esa forma, los retiros del magisterio son totalmente adversos para tener un futuro digno. 

Por ello, ahora con el nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum, han vuelto a negociar los oficialistas del SNTE y a la carga los disidentes de la CNTE. Y aunque el pasado 15 de mayo, Día del Maestro, la mandataria anunció varias mejoras, tales como —entre otras— un diez por ciento de incremento salarial en dos etapas, dos semanas más de vacaciones y el bloqueo del tiempo que fija la ley para efectos de jubilación, que por lo pronto quedó anclado en 58 y 56 años de edad y el tiempo establecido de servicios, 30 años para hombres y 28 para mujeres.

Antes la edad no tenía límites, y podía haber pensionados desde los 40 y tantos años cumplidos. En cuanto a los ingresos salariales, ahora los centistas exigen un aumento del cien por ciento.

Desde luego que también en su lucha, la CNTE incluye la defensa de la educación pública, gratuita, laica y de calidad; el añejo objetivo de lograr la cabal democratización del SNTE, y la participación de las comunidades en los modelos educativos. Pero lo substantivo de sus manifestaciones, son la abrogación de la Ley del ISSSTE de 2007 y de la reforma educativa, así como un aumento salarial del 100%.

Al respecto, la presidenta les manifestó que cuestiones presupuestales le impiden por ahora conceder todas las exigencias, manifestando su aprecio por los maestros, la idea de que conforme los recursos alcancen les concederá más mejoras y afirmando que con el diálogo en marcha, donde participan muy activamente la Secretara de Gobernación y la de Educación Pública, se podrá adelantar en la materia de los tiempos de pensionarse, realizando reformas legales conducentes.

El activismo casi agresivo de los disidentes de la CNTE había logrado que se concertara una entrevista con la mandataria, para realizarse el viernes. Pero con sus plantones, bloqueos de casetas alrededor de la ciudad de México, la paralización del centro capitalino que ocasiona enormes pérdidas a los negocios establecidos, sumado a las inconformidades por los paros en distintas vialidades, y el colmo, procurar impedir la realización de la mañanera del pueblo del miércoles pasado -incluido un maltrato a ciertos reporteros, rematando con sitiar el aeropuerto internacional y amenazar con tomarlo con cierta permanencia, llevó a que la primera magistrada del país, cancelara la entrevista que tenían acordada.

Expresó: «¿Para qué hacen todo eso para reunirse conmigo si ellos ya sabían que se iban a reunir conmigo el viernes? Hay cosas que no están bien”. Y se canceló la reunión, dejando la opción de que traten con las secretarías mencionadas.

Los tiempos actuales no son de dividir. Las situaciones delicadas que encaramos los mexicanos, y especialmente la primera mandataria, tanto dentro de la república como en el entorno internacional, exigen nos conduzcamos con sentido de unidad, aun cuando no se claudique de lo que legítimamente puede ejercerse. La CNTE, sin negar que en algunos aspectos tiene la razón, con su modo incómodo de actuar, poco puede ganar. Los ciudadanos afectados, los comerciantes, los automovilistas; los viajeros, y en fin gran porción de compatriotas y de extranjeros, han manifestado su malestar.

Bien dice un adagio que «lo cortés no quita lo valiente», y a tal lineamiento deberían de acogerse los miembros de la CNTE. Perder simpatía y apoyos de la población les resultará una factura muy elevada, siendo que requieren el soporte popular para avanzar en su lucha. Mientras, los maestros del SNTE, consolidan su relación con gobierno, instituciones y ciudadanos.

Ojalá que el río no se salga de su cauce y con sentido patriótico, sereno y muy respetuoso, se resuelva la problemática educativo-magisterial, que, en el marco delicado en que está inmersa la nación, -de las relaciones con Estados Unidos, los esfuerzos por evitar no se quebrante la economía, recobrar la paz interna y la celebración inminente de los comicios para renovar el Poder Judicial-, se convierte en grave tema este forcejeo entre gobierno y magisterio.

Por la salud de México, los maestros deben tener presente su papel como columnas de la república; de igual manera, los gobernantes asumir su rol de salvaguardar los derechos de los docentes, por lo que ambas partes deben proceder con sensatez y mucha responsabilidad, a fin de que la patria salve estos tiempos tan dificultosos, y se enfile hacia la paz, la democracia, el progreso y la justicia social.

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NACIONALES

La elección del 1 de junio

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Hay una controversia muy fuerte sobre si ir o no a votar el 1 de junio entrante. Los “a favor” traen ya —incluso– una lista con nombres a los que se debe dar el voto. Así como se lee: a quiénes se debe dar el voto. Y, además, por quienes NO se debe votar.

Esto es una flagrante violación a las leyes, pero lo están haciendo los simpatizantes de los candidatos morenistas no sin antes echar un choro mareador sobre la “histórica” participación del conglomerado para quitarle de las manos a los perversos de la historia (siempre hay que tener un stock de “malvados” para echarles la culpa de todo) a jueces y magistrados del Poder Judicial.

No solo los morenistas “de a pie” andan a marchas forzadas exhortando a la gente a votar. También se ha echado mano de opinólogos, youtubers, eruditos de kermés e informadores que bombardean los medios tradicionales y sociales con sus sesudos análisis y “contundentes” afirmaciones.

Las “coincidencias” que estos espontáneos promotores de la elección del 1 de junio tienen en sus vehementes decires es obvia: 1. Es mejor votar por “los malos” que no votar por nadie; 2. Votar es ““el único medio de cambiar las cosas”; no votar es admitir que ya no hay democracia en este país y, por último, pero no menos importante para los promotores del voto para elegir al nuevo Poder Judicial, es que si dejamos de votar “otros” lo harán por los abstencionistas. Un verdadero retruécano.

Lo que es indiscutible en estos embates en pro de la elección es que hay una “responsabilidad” social en estos comicios que favorecerá (ellos lo aseguran) a que la impunidad, la lentitud en la justicia y, sobre todo, la corrupción del Poder Judicial sea cosa del pasado a partir de la citada renovación y remoción del Poder Judicial Mexicano.

Detractores de la elección popular de jueces, principalmente opositores a la 4T, políticos, periodistas y líderes de redes sociales, usan sus plataformas para desmotivar a los ciudadanos.

Afirman que esta elección es una farsa. Dicen que en realidad los nuevos jueces y magistrados ya están designados y que la votación es solo una simulación para legitimarlos.

Que Morena ha “palomeado” ya a sus huestes de jueces y que solo esperan que llegue el 1 de junio para ratificarlos legalmente. Que “la gente” no debe convalidar esta manera de apoderarse de otro poder (ya tienen el Ejecutivo y el Legislativo) so pena de pasar de una democracia cuestionable a una dictadura descarada.

También que hay una desfachatez de parte de quienes han promovido esta elección porque “ellos saben perfectamente quiénes quedarán y en qué puestos”, dado que hay una maquinaria de selección que ha pasado por varias instancias de gobierno para dar el visto bueno a los futuros jueces y magistrados.

¿Es un acto democrático la elección del 1 de junio? Esto puede señalarse al respecto: Para fortalecer la democracia es muy necesaria la participación ciudadana. A veces a través del voto, de las consultas públicas y la participación en las iniciativas comunitarias.

La Educación Cívica fomenta el ejercicio de derechos y responsabilidades ciudadanas. La democracia requiere respeto a derechos humanos, libertad de expresión, transparencia, rendición de cuentas y un sistema legal equitativo para todos.

Para fortalecer cualquier democracia es menester motivar la participación ciudadana en la toma de decisiones, para lo que se recurre al debate, discusiones y acuerdos políticos.

Hay dos modelos de democracia: directa y representativa. Ambas, se afirma, promueven el desarrollo de una sociedad justa, próspera y equitativa. Ambas fomentan valores como la libertad, la equidad, la justicia, la tolerancia y el respeto a la diversidad.

Si no hay estabilidad económica, política y social, es muy posible que no haya, tampoco, democracia.

Las instancias internacionales señalan que no hay democracia sin instituciones sólidas, competencia multipartidista, elecciones libres, separación de poderes y con impunidad generalizada.

Cuando el poder ya no reside en el pueblo, no es para el pueblo y va en contra del pueblo, afecta a nuestra idiosincrasia, nuestras costumbres y valores: honradez, lealtad, honestidad, reciprocidad, solidaridad y civismo.

Que cada quién decida, con base en su conocimiento, su cultura, su información y su convicción, si habrá de participar o no en la próxima elección del 1 de junio.

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NACIONALES

¿Tenemos gobierno?

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

Por definición, el gobierno es el conjunto de órganos e instituciones que controlan y administran el poder del Estado, pero en México debiéramos preguntarnos si aún quedan instituciones después de la labor destructiva del sexenio anterior.

El Poder Legislativo cooptado, el Poder Judicial en proceso dudoso de reconstrucción, y ¿el Poder Ejecutivo?, ¿Tenemos gobierno o simplemente una persona que manda, rehén de una clase política sectaria y revanchista, victima complaciente de los caprichos y ocurrencias del pasado reciente y obligada ejecutora de mandatos foráneos?

Esa es una pregunta pertinente tras ocho meses transcurridos de una administración con situación financiera deficitaria, obligada a mantener un discurso de suficiencia y nacionalismo para conservar popularidad.

Creo que ésta es una interrogante para la cual el gobierno de la señora presidente Claudia Sheinbaum no tiene por ahora una respuesta clara. Hasta hoy, la única propuesta, propia, para el desarrollo futuro se condensa en el Plan México, cuyos horizontes son muy limitados y sus planteamientos muy condicionados a factores externos. Dependiente en su mayoría de la inversión privada, la perspectiva inmediata arroja poca probabilidad de éxito.

Las garantías de libre competencia se encuentran disminuidas por la desaparición de los organismos autónomos e independientes del gobierno y las garantías de legalidad en la incertidumbre por un poder judicial en reconstrucción con marcados riesgos de parcialidad por la penetración de factores reales de poder, legales e ilegales. Añádase la incertidumbre por la veleidosa política comercial de los EUA y su amenaza arancelaria y tenemos un ambiente poco favorable para que la inversión fluya.

Por otra parte, la fragilidad de las finanzas públicas nacionales, agobiadas por la abultada deuda y el pago del servicio de la misma, la presión creciente del cumplimiento de los programas sociales y pensiones, la insolvencia de Pemex y la escasa posibilidad de la CFE de incrementar la producción de energía y la ampliación de las redes de transmisión, más el costo de las onerosas obras señeras del sexenio anterior limitan el margen para el crecimiento.

La herencia económica es negativa por donde se vea y la herencia política tiene sus claroscuros. Por un lado, heredó una estructura legal que le permite ejercer el poder omnímodamente: un Poder Legislativo con mayoría de su partido, un Poder Judicial desvalorizado cuyas resoluciones son letra muerta ante el desacato contumaz, una oposición inexistente, carente de propuesta y credibilidad, mayoría de gubernaturas en el país, fuerzas militares mediatizadas con mandos dedicados a labores distintas a su función primordial y medios de comunicación sujetos al favor gubernamental. En síntesis, todo el poder; sin embargo, en cada enclave, las posiciones de decisión son cubiertas por personajes alineados u obligados con el antecesor.

La continuidad de un proyecto explica que la administración sea una mixtura de lo anterior con lo nuevo, sin embargo, en política es una máxima que el poder no se comparte, mucho menos cuando de conducir una nación se trata. El menguado poder político de la institución presidencial solo le alcanza para hacer recomendaciones a su partido que son como llamados a misa, las cumple el que quiere.

Claudia Sheinbaum llegó al poder carente de capital político propio y no ha podido consolidarlo. Quienes se dicen los duros del movimiento mantienen un reto constante sobre las decisiones presidenciales, las cabezas visibles se muestran ambiguas o indiferentes, y los gobernadores en la ortodoxia acomodaticia.

No se puede hablar de un proyecto propio ni en lo político ni en lo económico. Las políticas sobre seguridad pública y combate al crimen organizado obedecen a las presiones estadounidenses; la política económica se subordina con la de nuestros vecinos; las reformas legales y nombramientos administrativos se le regatean; los antes aliados como la CNTE y los partidos Verde, PT han abierto nuevos frentes de negociación y su partido o movimiento tiende a ser rehén de los cacicazgos regionales incorporados por conveniencia y hoy, aparentemente, en desacato.

La estructura administrativa, debilitada presupuestalmente, es inoperante y los secretarios de despacho ausentes, mientras los frentes en lo agropecuario, medioambiental, educación, salud, se problematizan. Es impredecible que pasará después de la elección de ministros, magistrados y jueces. El aparato oficial tratará de legitimar el proceso, pero no hay garantías de que la administración de justicia vaya a mejorar, sino al contrario.

Difícil panorama para una presidente que, ya sea por convicción, por lealtad, o por impotencia, se niega a deshacerse de la sombra que se cierne no solo sobre ella, sino sobre el país. Por su formación, la presidente sabe lo que tiene que corregir, lo que no sabemos es si quiere hacerlo o simplemente no puede. En estas condiciones no se puede ver para dónde va el país, o si tiene un rumbo. Lo que se percibe es una inercia negativa, como la deriva del buque Cuauhtémoc.

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JALISCO

Entre el discurso y la violencia

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Opinión, por Iván Arrazola //

En México, revisar las noticias del día se ha convertido en un ejercicio de resistencia emocional. Día tras día, los titulares parecen repetirse: joven desaparecido, estudiante no localizado, funcionario ejecutado, hombre asesinado a plena luz del día.

Es un ciclo que no cesa y que, lejos de conmocionar, corre el riesgo de volverse rutina. La violencia se ha instalado como telón de fondo de la vida pública, mientras el discurso oficial insiste en minimizar su gravedad o en reducirla a estadísticas y casos aislados.

El reciente asesinato de dos personas en la Zona Real de Guadalajara volvió a evidenciar la dolorosa normalización de la violencia. El primer caso fue el de Luis Armando Córdova, secretario de Alianzas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien fue ejecutado en una cafetería a plena luz del día, sin que nadie pudiera intervenir para evitarlo. Horas más tarde, el homicidio de la joven influencer Valeria Márquez, perpetrado dentro de su propio establecimiento, conmocionó aún más a la opinión pública.

El hecho, captado en video, muestra con crudeza los momentos de angustia e incertidumbre que vivió Valeria antes de ser asesinada. La secuencia de ambos crímenes, lejos de parecer fortuita, deja entrever una inquietante sensación de fatalidad.

Ambos crímenes detonaron una ola de críticas y señalamientos hacia las autoridades locales. Uno de los puntos más cuestionados fue la ineficacia del sistema de videovigilancia C5, cuya utilidad vuelve a ponerse en entredicho cada vez que un asesinato de alto perfil ocurre sin que las cámaras sirvan para identificar o detener a los agresores en tiempo real. ¿Qué tan funcional es este sistema? ¿Qué tan útil resulta cuando los crímenes suceden en lugares vigilados, a plena luz del día y, aun así, los responsables logran huir sin mayor problema?

La respuesta oficial no hizo más que agravar la indignación. El secretario general de Gobierno de Jalisco admitió: «Desafortunadamente no hubo la capacidad de velocidad, de reacción para poder aprehender a los responsables, pero hay que trabajar en eso». Por su parte, el coordinador estratégico de seguridad, Roberto Alarcón, señaló: «Dentro del margen de sus posibilidades, las unidades respondieron». Más que respuestas, estas declaraciones revelan la falta de coordinación, la debilidad de los protocolos de emergencia y la resignación institucional frente a una violencia que claramente los sobrepasa.

Las explicaciones técnicas ofrecidas por Alarcón —como la ventaja que otorgan las motocicletas a los criminales para escapar entre el tráfico— no hacen sino subrayar la incapacidad del Estado para adaptar sus métodos de respuesta a nuevas formas de operación del crimen. La falta de previsión y de capacidades tácticas, sumadas a una pobre inversión en inteligencia, terminan dejando a la población a merced de grupos criminales cada vez más audaces.

Este patrón no es exclusivo de Jalisco. En la Ciudad de México, el asesinato de dos funcionarios públicos a manos de un sicario en plena vía pública mostró una planificación criminal detallada, ejecutada sin obstáculos. Aunque en este caso las autoridades han logrado reconstruir parte de la operación, el hecho de que no se previniera evidencia nuevamente la fragilidad de los sistemas de inteligencia y protección, incluso para funcionarios públicos.

La violencia en México no discrimina, y la justicia pronta parece inalcanzable. La narrativa gubernamental que minimiza los crímenes, como los asesinatos en Zona Real de Guadalajara, profundiza la desconfianza ciudadana. Cada caso impune refuerza la percepción de un Estado incapaz o renuente a garantizar seguridad.

Surgen entonces preguntas urgentes: ¿están las autoridades realmente comprometidas a mejorar las capacidades de respuesta y prevención? ¿Funciona el C5 como debería o es solo una herramienta decorativa? ¿Están los gobiernos dispuestos a revisar sus protocolos de respuesta y a incrementar los recursos destinados a seguridad?

En el caso de la Ciudad de México, mientras los gobiernos de la autodenominada Cuarta Transformación se resguardan bajo la narrativa de la “austeridad republicana”, resulta válido cuestionar si comprenden que invertir en inteligencia y seguridad no es un lujo, sino una necesidad. Los servicios de inteligencia no solo sirven para espiar a políticos—como ha sostenido su líder moral—, sino que pueden y deben desempeñar un papel clave en la prevención de delitos de alto impacto.

De no corregirse esta ruta, los crímenes seguirán ocurriendo, la impunidad se perpetuará y el discurso oficial continuará desdibujándose ante una realidad que lo contradice todos los días. Porque si algo queda después de cada asesinato, además del dolor, es una verdad incontestable: el Estado sigue fallando.

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