NACIONALES
El reposicionamiento de las encuestadoras serias: México 2024, crónica de un resultado anunciado

Análisis, por Alberto Pérez Obeso //
“Que no haya ilusos para que no haya desilusionados” Manuel Gómez Morín
La elección presidencial de México el 2 de junio de 2024 tuvo el desenlace que de manera reiterada fue anticipado por diversas empresas encuestadoras muy acreditadas, todas afiliadas a la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación (AMAI), organismo que integra a las empresas que cuentan con la metodología científica y la trayectoria que las acredita como profesionales y confiables para quienes quieran incursionar, con algún grado importante de certidumbre, en proyectos políticos sustentables.
Ahí hay una piedra con la que siempre tropiezan los políticos pragmáticos que persiguen proyectos con “ganas” pero sin saber el terreno que pisan ni mucho menos su posición real en el campo de batalla al que pretenden incursionar, lo que les lleva a amargos despertares.
Pero la investigación seria fue sólo uno de los déficits con que Xóchitl Gálvez literalmente se lanzó como abanderada de la variopinta alianza de las siglas PRI-PAN-PRD, bajo el liderazo real/encubierto del empresario Claudio X (otra vez) González, apostándole a una improbable amnesia colectiva de los electores mexicanos, que en 2018 repudiaron a los partidos políticos que usaron ahora a XG para ganar posiciones/tablas del naufragio, así como a una sociedad civil que no fue suficiente para ganar la elección.
A grandes rasgos se pueden enumerar otras deficiencias graves que apagaron muy pronto el relumbrón que tuvo en su arranque XG, al acudir a golpear la puerta de Palacio Nacional y aprovechar la cerrazón del presidente AMLO, aunque después fue el promotor más eficaz del súbito crecimiento de la popularidad de XG.
Primero, su “discurso” se limitó a señalar las deficiencias del gobierno de AMLO, con lo que llevó al presidente como tema principal de su campaña y derivar en una suerte de referéndum del mandatario saliente que, guste o no, mantiene un nivel alto de respaldo popular.
Segundo, nunca presentó un proyecto alternativo al modelo de AMLO, por el contrario, trató de reivindicar temas como los programas sociales que dijo ella mejoraría, al grado de firmar con sangre su compromiso en un eje que, sin duda, es de las principales fortalezas del régimen.
Tercero, su “narrativa” catastrofista, de un futuro de comunismo, cierre de iglesias, supresión de la propiedad privada, era insostenible a la luz de los hechos del gobierno saliente, en el que la estabilidad macroeconómica y una mejoría notoria en el consumo interno, por la vía de transferencias directas de dinero para las economías familiares, fue muy complicado de imponer, salvo en “su público”, es decir, jugó para la tribuna de los suyos y no para ganar más simpatizantes.
Cuarto, a diferencia de Máynez, no definió un target específico por el cuál ir. Su discurso se limitó a endulzar el oído del segmento de ciudadanos que repudian a AMLO, pero no salió de ese círculo. Máynez en cambio incursionó en el segmento joven y universitario, espacio al que los políticos tradicionales no se atreven, los escuchó y procuró cortejarlos en los términos y por los canales que ellos entienden y por los que se comunican.
Quinto, no se capacitó para comunicar propuestas y se limitó sólo a los ataques o abiertos insultos (narcocandidata), evidenciando fallas para articular un discurso que hiciera sentido a electores que esperaba propuestas, más allá del discurso de odio. No basta con mencionar el QUÉ, sino hay que precisar los CÓMOS se puede mejorar lo que se denuncia, en un lenguaje claro, entendible y creíble para los ciudadanos.
Sexto, dicen (y lo asume mucha gente) que para ser hay que parecer. En este caso, la imagen que proyectaba (más allá de la vestimenta, la risa o el lenguaje “coloquial” y sus bailes) siempre fue deficitaria, es decir, siempre tuvo más negativos que positivos, porque el elector mexicano sigue dando valor a “la investidura presidencial”. Basta recordar el alto costo que tuvo para AMLO en la elección de 2006, haberle dicho al presidente Fox, “cállate chachalaca”.
LOS SALDOS:
Si MC llega a los dos dígitos en la votación para el Congreso, se va a proyectar, ahora sí, como la tercera vía frente a los partidos viejos, que “ni juntos” lograron desbancar al obradorismo. Será la bisagra para los grandes acuerdos legislativos. Y de ahí a construir un líder atractivo para buscar la presidencia en 2030.
La fuerza que mostró la “marea rosa”, nada desdeñable, va a ser muy codiciada por actores políticos que busquen relanzarse fuera de las siglas de los partidos viejos. La duda es si será Xóchitl Gálvez la que coseche ese logro o se lo van a arrebatar los “líderes de la sociedad civil” (léase Claudio X. González) o la van a desintegrar al tratar de arrebatarla los líderes desgastados del PRIAN.
Las encuestadoras serias y profesionales se reposicionan frente a los ataques que resistieron de parte del cártel de opinólogos afines al viejo orden, que llegaron hasta a dar por “buenas” las supuestas encuestas que abonaban a favor de XG.
Es la ocasión de que el INE marque con todo rigor límites y sobre todo requisitos metodológicos realmente científicos, para avalar que haya empresas que publiquen resultados de tendencias preelectorales. Es muy importante la depuración de esas empresas, ya que pueden ser de gran utilidad para dar luz sobre las tendencias de opinión que vayan prevaleciendo en los procesos electorales, sin falsear el estado de cosas ni engañar con ello a la ciudadanía.
ENTREVISTAS
Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

Por Francisco Junco //
“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.
Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.
Un camino desde abajo
Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.
“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.
Retos de una elección sin precedentes
En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.
Dilemas judiciales
Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.
“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.
Una justicia humana y equitativa
Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.
Propuestas claras
¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:
“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.
Deuda histórica con las víctimas
Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.
El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.
En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.
En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.
CARTÓN POLÍTICO
Herida abierta
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
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