Connect with us

NACIONALES

La violencia en La Corregidora: El día más negro del futbol mexicano, «fue una emboscada»

Publicado

el

Por Diego Morales Heredia //

Golpes, violencia, brutalidad, barbarie, se detuvo el balón al minuto 62 y se paralizó el mundo del deporte en la crónica de una tragedia anunciada. Con lo acontecido el pasado 5 de marzo en el Estadio Corregidora en Querétaro, se escribió la página más oscura en la historia del futbol mexicano.

La rivalidad de Querétaro y Atlas en la cancha ha tenido algunos episodios deportivos, sobre todo en la lucha por mantener la categoría en primera división. Sin embargo, sus grupos de animación o “barras”, han mantenido un violento historial en estadios, calles aledañas y carreteras. “La Resistencia”, por Querétaro y la “Barra 51”, de Atlas, tuvieron su primer enfrentamiento en el año 2005, cuando en un viaje al Corregidora, los locales robaron banderas, trapos y pertenencias de los visitantes alojadas en su autobús.

Para el 2007, Querétaro se jugaba la permanencia en la máxima categoría en la última jornada a disputarse en el Estadio Jalisco contra los rojinegros. Masivamente, miles de queretanos acudieron al coloso de la Calzada Independencia para buscar el milagro. El resultado, Atlas ganó dos goles a cero, enviando a los Gallos Blancos a la entonces Primera División “A”. La tristeza, coraje y frustración, desencadenó en una intensa batalla campal a las afueras del estadio, dejando cientos de detenidos y heridos en el primer gran capítulo de lamentable violencia en este partido de futbol.

En su regreso a primera división, Querétaro recibió al Atlas en el año 2010. Aun con el antecedente, se permitió el acceso masivo de aficionados rojinegros. El resultado, pelea masiva dentro del Estadio Corregidora, en donde ambas “barras” tiraron las rejas que dividen el estadio para enfrentarse a golpes, palos, tubos y toda arma blanca que se consiguió en el camino. De estos capítulos, no se tiene documentado algún detenido, minimizando los hechos violentos que han dañado tanto al futbol.

Para los años venideros, se generó un escenario de tensa calma en cada partido que disputaron Atlas y Querétaro. Las autoridades comenzaron a generar retenes en las carreteras, las directivas de ambos equipos limitaron la venta de boletos a los visitantes y se mantuvo la etiqueta de partido de alto riesgo para todos aquellos aficionados que quisieran acudir al estadio a presenciar el futbol.

FUE UNA EMBOSCADA”

Después de la pandemia y el cierre de estadios, los grupos de animación de Atlas no habían tenido convocatorias “masivas” para acudir a apoyar al equipo en otro estadio. Aprovechando el furor del campeonato obtenido en diciembre, se anunció que la plaza a visitar sería Querétaro, por lo cual se organizaron cerca de 10 autobuses, diversas sprinter y se hizo un llamado a los aficionados fuera de Guadalajara para asistir al evento.

No hubo retenes, nos vendieron todos los boletos que quisimos, ninguna traba nos pusieron”, argumenta un testigo de lo que ocurrió ese fatídico día. “Claramente fue una emboscada, nos dejaron entrar, no nos recibieron en la entrada de Querétaro, no hubo un solo policía en ningún, nos vendieron boletos, querían que estuviéramos ahí ese día porque tenían todo organizado”, afirma.

Los videos, fotografías y testimonios son brutalmente estremecedores. No se contó con un solo activo de la policía municipal ni estatal en un partido con antecedentes altamente violentos. Los guardias de seguridad, los cuales contrató el club con un salario de 300 pesos por día con mínimos requisitos, encargados de abrir las rejas a los grupos de animación, otros exhibidos golpeando a aficionados y algunos más, que se fueron de la escena por salvaguardar su seguridad.

Nos cuesta trabajo creer que no hubo muertos, lo que vimos fue impresionante. Había gente tirada por todos lados, charcos de sangre, vimos gente con herida de picahielo en la cabeza, tenemos mucho que agradecer porque pudimos regresar, dudo mucho que pueda volver a un estadio de futbol”, relata Vanessa, quien pudo ser resguardada y salir del estadio en medio del caos.

LOS NÚMEROS OFICIALES

Con base a las fotografías y videos que fueron expuestos en las redes sociales, aunado a la investigación que hicieron, la Fiscalía de Querétaro anunció que van 22 detenidos producto de la barbarie, se suman 40 órdenes de aprehensión y 31 domicilios cateados en 6 municipios del estado.

No tenemos fallecidos por el condenable hecho. Entiendo que las imágenes pueden se perturbadoras, la violencia irracional nos perturba, nos afecta y nos indigna. Se han compartido nombres de personas que supuestamente habían fallecido. Confirmamos que afortunadamente, están vivas y recibiendo atención médica (…) de verdad no tengo motivo para mentir ni para esconder nada. No vamos a ocultar nada, debemos demostrar que una minoría violenta e iracunda no representa a la sociedad queretana”, expresó Mauricio Kuri, Gobernador del Estado de Querétaro.

En cuanto a heridos, se tuvo el dato que fueron 26 personas trasladadas al hospital, de los cuales cuatro iban en estado grave. Al cierre de esta publicación, solamente una persona seguía hospitalizada en Querétaro y otra tuvo que ser atendida en Ciudad de México, el resto, ya regresaron a Guadalajara con el apoyo del Gobierno de Jalisco.

A pesar de todo lo que se publicó en las redes sociales y lo crudo de las imágenes que presenciamos y los rumores, no existe registro oficial de personas fallecidas.

LA POSTURA DE LA LIGA MX

Aunque Mikel Arriola, presidente de la Liga MX aseveró que vendrían sanciones “históricas” después de lo acontecido, al sentir de la sociedad y afición al futbol en México le queda el sinsabor de que otra vez no pasó nada En conjunto con la junta de dueños de clubes, el presidente de la Federación Mexicana de Futbol, Yon de Luisa, quedó descartada la desafiliación del Querétaro y tampoco se abolieron de forma definitiva las barras de los equipos en el país.

Los cambios anunciados fueron los siguientes:

  • Querétaro perdió el partido 0-3 ante el Atlas

  • Sanción de un año a puerta cerrada jugando como local.

  • Un millón y medio de pesos de sanción económica

  • La barra “Resistencia” vetada por tres años en condición de local y visitante.

  • El Estado Corregidora con un año de veto.

  • La actual directiva queda inhabilitada por cinco años. Nombres como Gabriel Solares, Adolfo Ríos, Manuel Velarde y Greg Taylor no podrán tener actividad en el futbol mexicano.

  • Querétaro regresará a Jorgealberto Hank y Grupo Caliente con la promesa de venderlo en un año para evitar la multipropiedad.

  • Prohibir de por vida el acceso al estadio a aquellos que resulten culpables de los hechos.

Por su parte, algunos clubes se han pronunciado al respecto. Grupo Orlegi, propietario de Atlas, Santos y Tampico Madero, anunció que a partir de los siguientes partidos de sus equipos, los aficionados tendrán que estar plenamente identificados en una plataforma digital, acabando con el anonimato para acudir a los partidos de futbol. A la vez, en una postura más radical y que ha sido aplaudida por el gremio del futbol, Chivas, encabezado por Amaury Vergara, les negó el acceso a sus barras sentando un precedente que el futbol debe ser para las familias.

Así se cierra la historia del día más negro en el futbol mexicano. Con la sensación que los cambios de fondo no llegaron, con el temor de familias enteras de volver a acudir a un estadio de futbol, en tiempos violentos donde el deporte debería servir como unión y fraternidad en la sociedad, con la esperanza que haya justicia para las familias que fueron afectadas por estos actos aberrantes. La pelota se manchó, sin embargo, volvió a rodar como si no pasara nada…

Continuar Leyendo
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

CARTÓN POLÍTICO

¿Dormirá tranquilo en Madrid?

Publicado

el

Continuar Leyendo

JALISCO

La justicia, un privilegio inalcanzable: Teuchitlán, la negación como crimen de Estado

Publicado

el

Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

Hay maneras múltiples de negar un crimen, formas infinitas de enterrar un cuerpo, procedimientos diversos para desaparecer personas, ideas, realidades. En México, especialmente en Jalisco, el gobierno parece haberlas aprendido todas. El más reciente y grotesco episodio de negación oficial se escenifica alrededor de un rancho en Teuchitlán, cuyo nombre, «Izaguirre», se volvió sinónimo del horror: fosas, huesos quemados, restos calcinados, zapatos sin dueño.

Pero, según la fiscalía general del Estado, allí nunca hubo hornos crematorios. Así lo dijeron, con palabras oficiales, tranquilas, demasiado tranquilas, con la frialdad de quien niega para no actuar.

Héctor Flores, vocero del colectivo Luz de Esperanza, habla con el tono cansado de quien ya conoce todas las versiones oficiales. «Quieren minimizar la crisis, callar lo que dicen las familias y los medios», señala. No habla desde la teoría; lo suyo es la práctica cotidiana de una búsqueda desesperada, un intento de hacer justicia con propias manos, mientras el Estado responde con burocracia y negaciones. Y no habla solo de Teuchitlán, sino de una realidad que atraviesa todo México: más de 15,000 desaparecidos solo en Jalisco y decenas de miles más en todo el país. Números que aumentan, cifras que no despiertan acción sino indiferencia.

«La confianza está en las familias, no en las instituciones», sentencia Flores. Las palabras golpean con fuerza porque reflejan una verdad ya inocultable: el Estado ha dejado hace tiempo de ser garante de seguridad para convertirse en cómplice por omisión, por negligencia, por indiferencia. Flores lo explica sencillo, pero la simplicidad de su denuncia encierra toda la complejidad del fracaso institucional: «La federación no puede lavarse las manos echándole la culpa a los estados. La delincuencia organizada es competencia federal y tienen que actuar».

Pero México es el país donde los gobiernos siempre encuentran razones para no actuar. La Fiscalía argumenta que necesita denuncias formales para iniciar carpetas de investigación. Las familias responden que denunciar es ponerse en peligro, es exponerse a la violencia del crimen organizado, protegido por autoridades corruptas. La paradoja es brutal: se exige que las víctimas, ya violentadas, vulnerables, amenazadas, sean quienes se arriesguen aún más para hacer el trabajo que el Estado rechaza.

La negativa oficial sobre los hornos de Teuchitlán no solo busca invisibilizar la tragedia, sino evitar las consecuencias internacionales que podría acarrear el reconocimiento de un crimen que claramente constituye una violación masiva de derechos humanos. Flores apunta hacia organismos internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos o la Corte Penal Internacional, advirtiendo que esta crisis, de ocurrir en cualquier país europeo, sería inmediatamente calificada como una emergencia global. Pero ocurre en México, donde los muertos pesan menos, donde los desaparecidos son culpables antes que víctimas.

La negación no es solo federal, es también local. Enrique Alfaro, gobernador saliente de Jalisco, dejó en herencia un récord macabro: pasó de 5,000 a más de 15,000 desaparecidos durante su mandato. Colectivos como «Por Amor a Ellxs» recuerdan cómo Alfaro prometió diálogo y puertas abiertas, pero solo entregó indiferencia y abandono. María del Refugio Torres resume así el gobierno de Alfaro: «ineficaz, lleno de omisiones y deficiencias».

Ahora la responsabilidad recae en Pablo Lemus, sucesor político que, al parecer, ante esta prueba está actuando a destiempo. En reuniones en noviembre del año pasado, previas a la toma de poder, Salvador Zamora, quien ahora es secretario general de Gobierno, asistió solo para sacarse la foto. No escuchó, no conversó, no actuó, en esta crisis, no ha aparecido.

La crisis institucional no se detiene en el Ejecutivo. Jonathan Ávila, del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (Cepad), denunciaba al finalizar la administración de Enrique Alfaro que no había ni siquiera un programa estatal de búsqueda en Jalisco y que el rezago en el Servicio Médico Forense alcanzaba niveles vergonzosos: más de 9,400 cuerpos sin identificar.

Mientras las autoridades siguen negando la realidad, las familias se organizan y protestan. Este sábado pasado, frente al Palacio de Gobierno de Jalisco, más de dos mil personas gritaron consignas claras y dolorosas: «El Estado sí sabía, Alfaro sí sabía». Lo sabían porque es imposible no saberlo, porque los campos del horror no nacen en secreto sino bajo el amparo de complicidades. Daniela Gómez, quien busca a su hermano desaparecido, resume el sentimiento común: «No es posible que haya más de 18,000 desaparecidos y solamente seis buscadores en el gobierno».

La vigilia del sábado fue otra demostración del dolor transformado en resistencia. Héctor Águila Carvajal, padre de otro desaparecido, pidió unidad: «Sigamos uniendo fuerzas, el dolor no cesa». Y no cesa porque la respuesta oficial sigue siendo mínima, burocrática, cínica.

Y lo de que Teuchitlán no se trata de un caso aislado. La lista de sitios donde se repite la tragedia es dolorosamente extensa: desde la macabra «Gallera» en Veracruz hasta los cuerpos disueltos en ácido por el infame «Pozolero» de Tijuana, pasando por la escalofriante cifra de restos en «La Bartolina», Tamaulipas. Un catálogo infernal de barbaries toleradas, acaso protegidas, por autoridades que prefieren mirar hacia otro lado.

Esta crisis no puede seguir siendo escondida bajo excusas burocráticas ni minimizada con comunicados oficiales. Los colectivos lo denuncian: Teuchitlán no es un caso aislado, sino un símbolo más de la impunidad institucionalizada. Héctor Flores alerta sobre al menos seis puntos más similares en Jalisco, que nadie quiere investigar porque nadie quiere reconocer lo evidente.

Desde Madrid hasta Nueva York, mexicanos en el exilio exigen lo básico: reconocer el término «sitios de exterminio», proteger efectivamente a las buscadoras, garantizar justicia y reparación. Es un grito desesperado, es una demanda urgente, y es, sobre todo, una advertencia: la negación no borrará los muertos, solo prolongará el sufrimiento.

Negar lo evidente es una forma más de violencia. México merece más que excusas. Las víctimas merecen más que palabras. Y la justicia, que debería ser obvia, hoy parece un privilegio inalcanzable.

En X @DEPACHECOS

Continuar Leyendo

JALISCO

La bestia de Teuchitlán

Publicado

el

Opinión, por Fernando Plascencia //

¿Qué nos hace humanos? La dichosa pregunta se ha respondido de muchas maneras. Dirían los antiguos que la racionalidad, o que tenemos un alma incrustada y atrapada en el cuerpo que funge como cárcel, o más complejo, la capacidad de pensarnos a nosotros mismos como seres pensantes. La pregunta viene bien ahora.

Lo que ocurrió en Teuchitlán descompone cada supuesto de humanidad. La racionalidad se perdió, llegó el animalismo, se diría, pero ya Mary Midgley vino a decirnos que no hay animal más cruel que el humano, ni el feroz lobo es capaz de desollar a sus presas, porque no son rivales, son presas. ¿Nos distingue el alma? Pero quién con alma sería capaz de cometer atrocidades contra decenas de seres humanos, un desalmado. No se ve más el reflejo del alma en los ojos, los ojos solo reflejan desdicha y sufrimiento.

No importa a dónde vayamos, la violencia nos persigue y nos hace cada vez menos humanos. Nos persigue para condenarnos y llevarnos de su mano. Como sociedad no hemos sido capaces de evitarla. Como humanidad nos sentamos en comunidad, creamos normas, para no hacernos daño los unos a los otros, cuán lejos nos sabemos de eso.

El contrato social que nos hizo humanos en el principio – cuál principio – se rompe y se rompe a cada rato. Teuchitlán lo confirma, el desmoronamiento de lo que creíamos nos quita lo humano. ¿Qué somos ya?

Desde hace años se habla de deshumanización, de una extrañeza que nos invade y nos hace menos humanos. ¿Somos menos humanos con cada tragedia como la de Teuchitlán? ¿El humano que se atrevió a tanto con qué será comparado? No hay más comparación que con el mismo humano. La bestia que llevamos dentro emerge y no como bestia de la naturaleza, sino como la bestia que no conoce el límite moral, porque sí hay animales que viven con una moralidad más digna.

Nuestra humanidad se encuentra extraviada y con símbolos y con ríos de sangre y dolor lo comprobamos. 400 zapatos son la muestra de una capacidad infinita de derrotar al rival como sea necesario y con los medios que se tengan al alcance, pero más que derrotar al rival nos derrotamos a nosotros mismos. Fuimos capaces de crear un Estado, tan sofisticado en algunas partes con instituciones que resuelven el más pequeño inconveniente público, pero ahora no somos capaces de protegernos.

La humanidad se nos va de las manos, eso que se propuso como proyecto de humanidad no quedó más que en el papel de tratados morales y filosóficos. El trazado racional que por mucho tiempo hemos tratado de seguir se tambalea y estamos a la deriva no solo de una razón instrumental, sino de una lógica de violencia por la violencia. Lo que creamos para servirnos de protección ha dejado de servirnos y ha servido para incrementarla – la violencia -, con disposición para que unos cuanto sigan al margen. Pero lo que se predice es que la violencia está por atacarnos a todos y de una vez por todas no habrá quién se salve, será responder o morir.

Más que nunca es falso que somos los seres del centro de la vida social, qué limitados estamos para salir de la violencia, y es que ningún impulso nos ha sacado de ese baño de sangre. Divinizar la violencia es el camino más torpe que pudimos tomar o ¿será que el exceso de libertad nos trajo hasta aquí?

Lo que ocurrió en Teuchitlán debe ser llamado como uno de los peores actos que como sociedad nos han ocurrido. Qué lejos nos pone de una idea de sociedad que seguimos compartiendo muchos, donde la violencia debe ser el instinto más controlable que tengamos. La violencia es biológicamente natural, pero debemos entender cómo moderarla y evitar que los conflictos lleguen a más. La información más valiosa que tenemos es que la violencia no es el único impulso que tenemos, ni el mejor, sino que tenemos instintos que juegan un papel fundamental como sociedades: la cooperación o la empatía.

No reforzar la violencia y sus conductas es vital como humanidad, si no es real que el hombre es lobo para el hombre es porque tenemos más caminos y Teuchitlán no es el destino ineludible del que no podamos escapar, sino debe ser el inicio de entender que como sociedad y humanidad no es lo que queremos muchas, pero muchas personas.

Continuar Leyendo

Tendencias

Copyright © 2020 Conciencia Pública // Este sitio web utiliza cookies para personalizar el contenido y los anuncios, para proporcionar funciones de redes sociales y para analizar nuestro tráfico. También compartimos información sobre el uso que usted hace de nuestro sitio con nuestros socios de redes sociales, publicidad y análisis, que pueden combinarla con otra información que usted les haya proporcionado o que hayan recopilado de su uso de sus servicios. Usted acepta nuestras cookies si continúa utilizando nuestro sitio web.