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NACIONALES

Se nos desgarró la esperanza

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Desde los Campos del Poder, por Benjamín Mora Gómez //

En México, se nos desgarró la esperanza de tantos engaños, mentiras y traiciones de nuestros gobernantes. Hoy, México demanda y necesita respuestas profundas de cambio. La respuesta NO estará en los partidos políticos de dónde salieron aquellos gobernantes.

Mahatma Gandhi decía que era preferible ser vencido por decir la verdad, a triunfar desde la mentira. Es hora de que fundamentemos nuestras vidas desde la verdad y no toleremos nunca más, de nuestros gobernantes, engaños, mentiras y traiciones.

Teuchitlán es ejemplo de lo que sucede en todo México. La verdad nacional está enterrada y sigue prohibido levantar la tierra que cubre las vergüenzas de sus gobernantes. Por dar un ejemplo, las vergüenzas de lesa humanidad de Enrique Alfaro, exgobernador, están enterradas en Teuchitlán y en más lugares de Jalisco.

Tuve como maestro, en la prepa, al doctor Mariano Azuela, años después presidente magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Él nos dijo que el Derecho mexicano era de los mejores del mundo, pero que no se cumplía; entonces diferí de tal perfección, pues, según lo dicho por el propio Mariano Azuela, estaba construido con más burbujas que un queso gruyere, que lo hacían ineficiente, tolerante y permisivo, no por descuido y sí con el propósito de abusar desde el poder.

Nuestros presidentes y gobernadores han soñado con perpetuarse en el poder; incluso han sondeado la posibilidad de dar un golpe de Estado. Claudia Sheinbaum ya lo logró cuando aún no empezaba; nos dio el más cruel golpe de Estado.

Sheinbaum ganó la Presidencia de la República con triquiñuelas morenistas, compra de votos, ayudas del crimen organizado y posibles barcos con huachicol; su triunfo garantizó protección a Andrés Manuel López Obrador.

Xóchitl Gálvez, de antemano, estuvo derrotada ante delincuentes y fraudes fiscales. Ahora, AMLO sueña con volver a la presidencia en la persona de su hijo Andy y regresar por lo que no se llevó. Sheinbaum prepara el camino. Lo cuida y obedece. Es fiel al mal.

Claudia Sheinbaum hoy va más allá de todo atrevimiento pasado de abuso dictatorial y tiránico. A la presidente no le basta con el golpe de Estado que ha preparado en contra del Poder Judicial desde una elección más que amañada; ahora quiere censurar nuestra libertad de pensamiento, palabra, información, conocimiento y acción.

Pronto, vivir en México será tanto o más limitante que estar en prisión. La nueva Ley de Telecomunicaciones de Sheinbaum es lo más peligroso que a nadie antes se le ocurrió. ¡Cuidado! Quien vote a su favor te estará traicionando. Estaremos peor que en Corea del Norte, Cuba, Nicaragua o Venezuela. Nunca más seremos libres. Se aprobará sin análisis ni debate.

Aquí he dicho que la presidenta Sheinbaum SÍ actúa en contra de algunos de los malandros del fentanilo; pero aclaro, lo hace por complacer al presidente Trump. Me detengo para reflexionar sobre por qué Sheinbaum persigue y detiene a los malandros que le ordena Trump y deja libres a quienes dominan vastos territorios en México desde sus gobiernos estatales y municipales.

A lo largo de mis casi 72 años de vida, tres han sido mis días más profundamente tristes. El más doloroso fue, sin duda, cuando mi hija se nos moría a mi esposa y a mí, siendo una bebé. Laura Farballa, escritora mexicana, dice: “El dolor más grande no es el que grita, es el que se lamenta en silencio; no es el que llora, es el que inunda de sufrimiento; las peores heridas no son las que sangran sino las que desgarran por dentro”.

Miles de madres y padres, en México, han dejado de contar sus días de vida, pues han muerto con las ausencias de sus hijos e hijas desaparecidos, que quizá yacen en alguna de las miles de fosas clandestinas en todo México. En Jalisco, este mal es el mayor de todo México.

El crujir de las almas de esas madres y padres se alza cuando las voces de sus hijos e hijas claman por justicia ante quienes en el mal encuentran sus complacencias y frente a gobernantes permisivos, indolentes e inhumanos, cómplices del mal.

Recién, ante el Congreso del estado, Omar García Harfuch nos hizo saber que Enrique Alfaro, exgobernador, por tres años se opuso a brindar toda autorización para excavar en nuestro territorio en búsqueda de desaparecidos en Colima. Me pregunto por sus motivos y solo encuentro una respuesta: Alfaro estaba comprometido con los delincuentes. México no puede más seguir con tanta maldad desde los escritorios de sus gobernantes.

García Harfuch, ante legisladores locales y padres de desaparecidos, dijo: “No se puede hablar de justicia si impides que una madre busque a su hijo; no se puede hablar de seguridad si escondes fosas en tu territorio”, y yo agregaría “no se puede indagar crímenes en donde el propio gobierno ha alterado el lugar”, como sucedió en Teuchitlán.

Enrique Alfaro supo que Jalisco apestaba a crímenes de lesa humanidad por la desaparición de hijas e hijos de miles de madres y padres ignorados por él y su gobierno. Su firma la escribía con tinta sangre en sus negativas de la búsqueda de la verdad en Jalisco.

Hay suficientes pruebas para traer, detener y enjuiciar a Enrique Alfaro. Según Omar García Harfuch, entre 2020 y 2022, desde el gobierno de Colima, se presentaron más de 220 solicitudes de búsqueda coordinada en los municipios de Tamazula, Teocalitlán, Tonila, Tuxpan y Zapotlán. Alfaro siempre se negó; por ello es cómplice.

Enrique Alfaro no cumplió y debe regresar de España a explicar y, en su caso, pagar judicialmente. Pregunto: ¿Quién llamará a cuentas a Enrique Alfaro? ¿Quién lo acusará desde el gobierno federal, acaso Omar García, o estatal de Pablo Lemus? ¿Quién borrará sus sueños de entrenador de futbol? ¿Qué hace Pablo Lemus para escribir otra historia para Jalisco en seguridad?

Un buen gobernante no se satisface con hacer obras de buena utilidad comunitaria; ante todo, gobierna con dignidad, verdad y justicia social. La cercanía con el pueblo no se cumple por estrechar sus manos, sino por entender sus dolores y estrechar sus almas.

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JALISCO

«Sería el colmo que censuraran el internet»: López Obrador quejándose del gobierno de EPN en 2014

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CIERTO O FALSO

“Sería el colmo que censuraran el internet. ¿Qué acaso no les basta el control omnímodo que ejercen sobre los medios comunes de información?”

ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR / 22 DE ABRIL DEL 2014

“La vocación del régimen actual en México, no es sólo dictatorial, sino totalitaria. No sólo se trata de concentrar el poder, sino de dominar las mentes. Es la #LeyCensura. Bajo ningún motivo debe pasar”

ENRIQUE KRAUZE / DIRECTOR DE LA REVISTA LETRAS LIBRES

CIERTO O FALSO

“Este artículo tiene que aclararse para que no demos ningún argumento a la oposición y a nadie de que lo que queremos es censurar a una plataforma digital como Facebook, YouTube, etcétera (…) Hay una redacción ahí que tiene que ver con plataformas digitales, en todo caso hay que corregir la propia redacción”

PRESIDENTA CLAUDIA SHEINBAUM / A propósito de críticas a la Ley en materia de Telecomunicaciones

“El sello de la casa de quienes hoy gobiernan ha sido el control gubernamental y la censura (…) La iniciativa de reforma a la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión, que busca impedir propaganda extranjera, no sólo reforma un artículo, sino que busca reformar toda la ley”

RICARDO ANAYA / COORDINADOR DE SENADORES DEL PAN

Voz alta

El reto del gobernador

Uno de los grandes desafíos que enfrenta el gobernador Pablo Lemus es la pacificación en diversas regiones de Jalisco donde lo grupos criminales imponen su ley. Y ya ha establecido plazos: en Teocaltiche asegura que en un lapso de mes y medio pondrán orden, siguiendo el ejemplo de Villa Hidalgo y Encarnación de Díaz donde se han logrado avances en seguridad; Lemus rechazó el surgimiento de grupos de auto defensas en la región y atribuye la violencia a grupos delictivos. Para la segunda quincena de junio el gobernador espera lograr este objetivo de llevar la paz.

PABLO LEMUS. En mes y medio promete llevar la paz a Teocaltiche.

Crisis forense

Independientemente de si de acuerdo a las estadísticas ha disminuido la violencia y el número de homicidios dolosos en Jalisco, hay que ver qué está sucediendo en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses; de acuerdo a información presentada por el doctor Víctor Manuel González Romero, este organismo está completamente rebasado, ya que en lo que va del 2025 han ingresado 452 cuerpos, de los cuales han logrado identificar solamente 189, de tal forma que el número de cadáveres sin identificar, en lugar de reducir sigue aumentando.

VÍCTOR MANUEL GONZÁLEZ ROMERO. Rebasado completamente la capacidad del IJCF.

La papa caliente

Después de la pausa de dos semanas en que entró el Congreso del Estado, entre los temas escabrosos que nadie quisiera votar y menos a favor, está la discusión y aprobación de la iniciativa de incremento de 12.5% a las tarifas del SIAPA. Es la Comisión de Hacienda, que preside la diputada emecista Gabriela Cárdenas, la que aplazó la discusión del aumento el pasado 26 de marzo a solicitud de la oposición (Morena, Futuro y Hagamos), quienes pidieron que el SIAPA presentara un plan de trabajo para justificar el incremento. Vienen días candentes de discusiones y definiciones.

GABRIELA CÁRDENAS. Pendiente la discusión del aumento a las tarifas del SIAPA.

 

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NACIONALES

Clima de guerra en Michoacán: Veinte camiones quemados y un país incendiado

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Cónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

En un país donde la costumbre pesa más que la sorpresa, el pasado 23 de abril volvió a suceder lo de siempre: bloqueos, fuego, miedo. Sucedieron allí donde Michoacán, Guanajuato y Jalisco se tocan como heridas abiertas: veinte bloqueos, decenas de tráileres incendiados, carreteras clausuradas bajo columnas de humo.

El primer relato oficial -ese que se enuncia como verdad mientras dura la mentira- habló de un operativo exitoso: la captura de un «objetivo criminal» en Jalisco.

La consecuencia, dijeron, fue la reacción airada de los grupos armados. Pero como suele pasar en este país, no había pasado un día cuando la versión cambió. Claudia Sheinbaum, la presidenta que predica transparencia como quien ofrece espejos rotos, negó que hubiera detenciones: «Fue un pleito entre grupos», dijo, en su matinal confesionario político.

Los datos -esos otros huérfanos del poder- se fueron acumulando como autos calcinados: 26 municipios de Michoacán bajo ataque, dos en Guanajuato, uno en Jalisco; camiones robados e incendiados; carreteras tomadas como botín de guerra.

Todo por un enfrentamiento de criminales, explicaron más tarde. Todo por lo que no quieren o no pueden controlar.

¿Quién tiene la verdad? Nadie lo sabe. O peor, todos la administran. El primer reflejo de los gobiernos estatales fue echarle la culpa a un operativo, el federal, por desacreditar esa explicación. Las políticas públicas reducidas a comunicados apresurados, a desmentidos, a promesas de investigación que nadie termina.

Mientras tanto, las empresas, conscientes de su vulnerabilidad, suspendieron servicios. Estafeta dejó de operar en Michoacán, no para proteger paquetes, sino para ofrecer a sus empleados como carne de estadística. “Reanudaremos cuando el clima lo permita”, dijeron. No hablaban del clima meteorológico, hablaban del otro, el único verdadero, el clima de guerra.

Porque Michoacán -lo sabemos, lo repetimos, lo olvidamos- es hoy más laboratorio que estado: puerto de entrada de precursores, exportador de metanfetaminas, mercado de extorsión, santuario de sosa cáustica, fentanilo y acero robado.

Allí donde alguna vez se sembraba maíz, ahora se cosecha miedo. Los cárteles -Jalisco Nueva Generación, Viagras, Nueva Familia, Caballeros Templarios, Familia Michoacana- se disputan hectáreas de pánico como quien pelea parcelas de sol.

El Estado mexicano, ese enfermo crónico, responde como siempre: con despliegues reactivos, con comunicados que prometen investigar, con la eterna apelación a la «coordinación interinstitucional». Es decir: no responde.

Lo más triste no fue ver camiones en llamas, ni las carreteras cerradas, ni siquiera los reportes de “sin heridos”, como si la vida humana se pudiera contabilizar solo en cuerpos rotos. Lo más triste fue escuchar la misma música de siempre, operativos reactivos, declaraciones cruzadas, silencios convenientes.

Se abrió un nuevo frente de guerra para la fuerza interinstitucional federal que encabeza Omar García Harfurch, ¡un frente más!, como si el país tuviera reservas inagotables de soldados, de jueces, de fiscales incorruptibles. Como si el ánimo de los ciudadanos fuera una cuenta bancaria siempre dispuesta a financiar nuevas tragedias.

A la manera de una maldición autoinfligida, Michoacán lleva años ardiendo en guerras de baja intensidad que de tan constantes ya no conmueven. Sólo son noticia cuando se cierran las carreteras, cuando el fuego es demasiado visible, cuando el miedo, que es cotidiano, se vuelve noticia.

Mientras, los cárteles siguen haciendo lo que saben hacer: controlar. Controlan rutas de aguacate y limón, controlan el hierro que se extrae y se trafica, controlan la paz relativa que puede alquilarse o cancelarse a voluntad, controlan, sobre todo, la esperanza, esa mercancía más escasa que el agua limpia o la seguridad.

La narrativa oficial insiste en que “ya se investiga”, en que “no habrá impunidad”, en que “se reforzará la presencia de la Guardia Nacional”. Pero los que vieron sus camiones arder saben que eso significa poco. Los que pasaron la noche varados entre barricadas improvisadas, saben que lo importante no es cuántos soldados más lleguen, sino cuándo – y si algún día – terminará esta guerra sin nombre.

Porque eso es lo que nadie quiere decir con todas sus letras: vivimos en guerra.
No declarada, no oficial, pero real. Una guerra sin frentes claros, sin tratados posibles, donde la vida civil está siempre en el límite, siempre al borde de ser daño colateral. La atención del gobierno federal sobre Michoacán, nos dicen, está basada en mapas criminógenos, en inteligencia militar, en reportes de laboratorio de drogas desmantelados.

Y, sin embargo, la geografía del miedo sigue creciendo. Tal vez el único mapa verdadero sea otro: el que dibujan las rutas donde ya no se puede pasar sin temer, las ciudades donde el silencio es la norma, los campos donde la cosecha ya no es alimento, sino pretexto para el chantaje.

Al final, los nombres cambian: Apatzingán hoy, Zamora mañana, Lázaro Cárdenas, el mes que viene. Pero la música es la misma: tiros, humo, comunicados, olvido. Y nosotros, pasajeros observadores en este tren sin frenos, seguimos contando los días, midiendo las distancias entre cada catástrofe, soñando, tal vez, con un país donde la noticia no sea que ardieron veinte camiones, sino que, por fin, no ardió ninguno.

En X: @DEPACHECOS

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NACIONALES

Narcocultura

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Opinión, por Fernando Plascencia //

El caldo frío de la narcocultura mexicana se toma a grandes cucharadas y según la información oficial y de muchos intelectuales, proviene exclusivamente del lecho de la desigualdad, que se incrementa y perpetra. Por primera cuenta debemos zafarnos de los que opinan de este modo, porque no hacen sino privarnos de nuevos horizontes de pensamientos: alejarnos de este dogmatismo.

Esta cultura mexicana, o como ya le diremos, narcocultura, surgió a partir de un momento álgido de violencia desmedida y en parte por acción o inacción del gobierno y como no ha hecho más que incrementarse, tenemos decenas de expresiones que la sublevan.

El joven mexicano está siendo arrastrado hacia esa idea única de cultura y, sin más, está dispuesto a recibir su contenido porque una estructura de poder o repite, lo reitera y lo reproduce, de tal grado que tiene del cuello de los jóvenes sobre las banquetas de ese simbolismo que glorifica un estilo de vida del poder. Tenemos, pues, una cultura del exceso por una vida de rapidez y riqueza, pero que se vende como una correspondencia de la realidad y que su veracidad se demuestra volteando a los alrededores.

En el estudio de la cultura del narco nos hemos acostumbrado a escuchar su paralelismo con el reflejo social, con una acorazada idea que aquella proviene de la carencia. La pobreza es el ambiente propicio, ideal, romántico para que la narcocultura se propague; no hay escapatoria. El oficialismo lo alimenta, lo contribuye con guiños, con inversión desde el Estado y sin una contrapropuesta sólida de cultura nacional que se separe.

Estar atrapados en esta narcocultura no es sino también el síntoma de un error categórico de este fenómeno. La verdad no es solo explorar la realidad y escribirla, la verdad es construirla con consenso y, finalmente, lo que como sociedad nos sea útil y relevante. Creo que con casos como el del cantante de corridos que se negó a interpretarlos y el público enfurecido destruyó el ruedo funcionan como pretexto para darnos la tarea de empezar a construir una nueva verdad de la cultura en México.

Porque es real que a falta de otras alternativas culturales, la narcocultura se nutrió y bebió de una identidad nacional con carrilleras y botas y continuó su alimento con violencia e ilegalidad y peor, la vida aspiracional del narco. Salir del embrollo quizás no es salir, sino doblar para otro lado.

Una cultura del show sanguinario nos lleva a una estúpida idea de unicidad. Esta herencia tiene comiendo caldo a los jóvenes, si bien hay espacios que la rechazan, vivimos en el mundo masificado, donde la carnada es afinada década con década, y que provoca mecanismos más y más simples, como la captación de las expresiones artísticas más simples. Se nos toma en el extranjero como una sola raza que compagina en unanimidad con la narcocultura y que no hace falta de la alta cultura por estos lares.

El rescate no se avista, porque tenemos perpetrados los canales con decenas de controversias. Estamos en un momento de silencio, tan solo pasivos de la narcocultura. La parálisis tiene correctivos y se usa “el ver, oír y callar” como mecanismos de vida.

Por último, tenemos metida la cabeza en el hoyo de la narcocultura, y claro que sirve como anestesia del trabajo y de la vida cansina para la carente vida, no obstante, quien siga sosteniendo que la narcocultura era el único mundo posible, con el contexto mexicano, que libere su mente. Sí debemos contar lo que sucede, como lo proponen ciertos corridos, estamos obligados a hacerlo, lo que no estamos obligados es a acotar la libertad mental, porque el individuo es antes que todo un ser que dialoga y que construye para sus últimas causas. Si se trata de pereza mental, debemos propulsar la diáspora de pensamientos y de pensar y actuar de por qué lo mexicano no puede y no debe seguirse sometiendo a este modo de ser.

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