NACIONALES
Va de cuento

Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //
Había una vez, dos políticos surgidos de las tierras tropicales del sureste que, cada uno en su momento, resintieron la naturaleza de un sistema del que fueron parte. El caso es que uno de ellos, no pudo llegar a ser gobernador de su Estado, había renegado del aparato que antes lo cobijaba y pensó que la base social que había logrado construir le era suficiente para serlo y fue derrotado por las mismas fuerzas que tan bien conocía.
A partir de ahí, hizo de la derrota su bandera y de la victimización su estandarte. Se integró a la coalición opositora más fuerte, y al poco tiempo logró encabezar al partido político resultante de la aglutinación de fuerzas de izquierda tradicionales, radicales y moderadas, en torno a disidencias notables del partido mayoritario.
Con el tiempo, logró desbancar a los líderes morales de ese nuevo partido, diluir la fuerza de la tribu dominante y agrupar a su alrededor a las restantes llegando a ocupar la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal. Por su parte el otro, había jugado con las reglas del juego tanto como fue suficiente para llegar a ocupar la gubernatura de su estado. Se le consideró un político brillante, con una carrera exitosa, hasta que por alguna circunstancia desafortunada cayó no solo en desgracia sino que también en la cárcel, víctima de las mismas reglas del sistema que indican que no te debes enemistar con los que tienen el sartén por el mango.
El tiempo y las circunstancias, pusieron a los dos, en condiciones de participar más activamente en la política nacional. Uno encabezando al partido que logró arrebatar de sus fundadores, el PRD y el otro consolidando al que llamó Convergencia Democrática. Unidos por el enemigo e interés común, se integraron en alianza electoral y participaron en la elección de 2006, acompañándose también en las denuncias de fraude electoral que siguieron tras la ajustada victoria del candidato de Acción Nacional, en un proceso histórico pues el PRI se colocó en tercer lugar por primera vez en su historia.
Ambos, decidieron reestructurar sus fuerzas y uno fundó el Movimiento de Regeneración Nacional y el otro, el partido llamado Movimiento Ciudadano, el primero aglutinando las fuerzas de la izquierda y el segundo intentando conjuntar a los ciudadanos inconformes con los partidos tradicionales y convirtieron al PRIAN en su enemigo común. Doce años después el primero alcanzó el poder y el segundo conquistó gubernaturas en estados importantes en constante afán por ser la segunda fuerza política, sin ocultar su encono contra los partidos antes dominantes.
Actualmente, ambos siguen persiguiendo los mismos objetivos, conservar el poder y desplazar o desaparecer a sus opositores, y aunque en apariencia exhiban divergencias menores, en el fondo siguen siendo los mismos aliados con los mismos objetivos, apoyándose entre sí. La muestra es clara; en el estado de Jalisco, donde la hegemonía de MC es innegable, la rebeldía del gobernador y el intento por integrarse al Frente Amplio Opositor fue mediatizada por el propio presidente invitándolo a recorridos en el tren maya y ofreciendo apoyos por lo que, la disidencia en MC quedó en petardo y Morena aspira a quedar como segunda fuerza, dividiendo el voto de la entidad que ocupa el número 3 en la cantidad de votantes probables para favorecer a la candidata oficial.
El complemento para debilitar las opciones del frente opositor, que sería la nominación de un candidato joven y disruptivo como el gobernador de Nuevo León se les ha complicado pero sigue firme la intención de dividir el voto de los inconformes con el actual gobierno. Es evidente, se entienden y apoyan, lo han hecho durante años, la alianza práctica y de viejo tracto, mal disimulada, está funcionando buscando un final feliz para este cuento el cual sería, no la transformación del régimen como lo anuncian, sino el reacomodo, la nueva relación de fuerzas políticas para instaurar una nueva hegemonía en el siglo XXI, con sus partidos dominando la escena política nacional.
La democracia pues al servicio de quienes han hecho del resentimiento y la venganza política su leit motiv. Uno en permanente victimización, no es culpable de nada, todo es culpa de otros, hasta de sus propios errores que no reconoce, y el otro en inquebrantable y ambicioso afán, cómplice sagaz en busca de honores para el demócrata que finge ser. Protagonistas de un drama Wagneriano rodeados de un cuadro amplio de comparsas en persecución del interés propio, que cambian de principios como de ropaje haciendo de la política un mercado.
El país, la sociedad, merece otra política y políticos, que privilegien el equilibrio de las fuerzas para crecer y no solo la destrucción del adversario. Sin un propósito común, la nación seguirá dando tumbos y la política, la democracia, de mal en peor.
MUNDO
China, Japón y México: la batalla global por el internet del futuro con matices locales

– Por José Modesto Barros Romo, Conciencia Pública
El internet de ultra velocidad ya no es un asunto de ciencia ficción, sino un campo estratégico donde las potencias tecnológicas definen su hegemonía. Japón, China y, en menor medida, México, han roto en este año barreras históricas de transmisión de datos, cada uno desde trincheras distintas, pero con un objetivo común: asegurar ventajas en la economía digital del siglo XXI.
Japón sorprendió al mundo al anunciar que sus científicos del Instituto Nacional de Información y Comunicaciones Tecnológicas (NICT) lograron transmitir datos a 1.02 petabits por segundo a través de fibra óptica.
Se trata de un récord mundial que equivale a descargar en un segundo la información de más de 10 millones de videos en alta definición, el equivalente a todo el catálogo de Netflix en un solo segundo.
Más allá de la hazaña técnica, el logro japonés envía un mensaje claro: su apuesta es consolidar infraestructuras terrestres estables y de larga distancia, con la mira puesta en mantener la competitividad industrial frente a China, Estados Unidos y Europa.
El gigante asiático, por su parte, libra otra batalla: el dominio del espacio inalámbrico. China Mobile reveló que en una red experimental de 6G alcanzó velocidades de 280 gigabits por segundo, descargando un archivo de 50 GB (unas 25 películas de mediana calidad) en apenas 1.4 segundos.
A esto se suman proyectos universitarios que exploran transmisiones en frecuencias en terahercios y enlaces satelitales de 100 Gbps, tecnologías que se perfilan como piezas centrales en la construcción de un ecosistema digital global, donde China pretende marcar la pauta a la espera lanzar comercialmente las redes 6G para el año 2030 en todo su territorio.
La estrategia china es evidente: no se conforma con desplegar infraestructura terrestre, busca liderar el futuro de las comunicaciones en el espacio y en el aire, donde se definirá el control de datos y, con ello, el poder geopolítico. De ahí que los experimentos en 6G no solo representen avances científicos, sino una carta de presentación en la carrera tecnológica frente a los estadounidenses, japoneses y los europeos.
México, en contraste, aparece con un logro más modesto pero simbólico. El año pasado la empresa Megacable, en alianza con Nokia, alcanzó 1.1 terabits por segundo en pruebas de fibra óptica de larga distancia.
No es un récord mundial ni una revolución en telecomunicaciones (aunque sí es un hito a nivel Latinoamérica, equivalente a descargar un videojuego como Call of Duty: Modern Warfare III en un segundo). Esta es una señal de que nuestro país busca modernizar su infraestructura digital con miras a los próximos años.
El reto está en si estos avances se traducirán en beneficios reales para los ciudadanos o quedarán como demostraciones técnicas en un país donde millones aún carecen de acceso a internet estable.
La comparación es reveladora: mientras Japón apuesta por la perfección de la fibra, China por la supremacía inalámbrica y espacial, México apenas intenta ponerse al día. El dilema nacional es mayúsculo: ¿apostar por ser solo consumidores de tecnologías extranjeras o trazar un plan estratégico que coloque a la región en la disputa global por la soberanía digital?
Lo cierto es que el internet del futuro no será solo más rápido; también será la nueva frontera de poder. Quien controle las redes de transmisión controlará la información, la seguridad nacional y el desarrollo económico. Japón y China ya están en esa carrera. México, como suele ocurrir, observa desde la periferia.
NACIONALES
México busca frenar autos asiáticos con arancel del 50%

– Por Redacción Conciencia Pública
El Gobierno de México anunció su intención de imponer un arancel del 50 por ciento a los automóviles importados de países asiáticos sin tratados de libre comercio, como China, India, Corea del Sur, Tailandia e Indonesia.
La medida, que representa un salto desde el 20 por ciento actual, busca frenar la entrada masiva de vehículos de bajo costo que, según autoridades federales, ponen en riesgo la competitividad de la industria automotriz nacional.
El anuncio forma parte de un paquete de reformas arancelarias que pretende abarcar importaciones por alrededor de 52 mil millones de dólares.
Además de los automóviles, se contempla aplicar nuevos gravámenes de entre el 10 y 50 por ciento a productos como acero, textiles, motocicletas y juguetes. De acuerdo con la Secretaría de Economía, la estrategia busca proteger más de 325 mil empleos vinculados directamente con el sector automotriz y manufacturero en el país.
La iniciativa surge en un contexto de presiones internacionales. Estados Unidos ha insistido en que México reduzca su dependencia comercial de China, en el marco de la revisión del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC). Washington considera que el ingreso creciente de autos eléctricos chinos, ensamblados a precios muy por debajo del mercado, amenaza con desestabilizar la cadena de valor regional que sostiene al acuerdo trilateral.
El Gobierno de México justifica la medida en el terreno de la defensa comercial, argumentando que los vehículos provenientes de Asia están siendo vendidos por debajo de los precios de referencia, lo cual constituye una práctica desleal.
El arancel del 50 por ciento es el máximo permitido por la Organización Mundial de Comercio (OMC) y colocaría a México como uno de los países más restrictivos frente a las importaciones automotrices chinas.
No obstante, la propuesta aún debe pasar por el Congreso de la Unión, donde se espera un intenso debate entre los defensores de la industria nacional y quienes advierten que un aumento de esta magnitud podría repercutir en la inflación y en el bolsillo de los consumidores.
Aunque el partido en el poder cuenta con mayoría, especialistas prevén que habrá presiones de distintos sectores empresariales antes de que se concrete la votación.
De aprobarse, los nuevos aranceles modificarían de manera sustancial el mercado automotriz en México, elevando los precios de las marcas asiáticas y obligando a las armadoras a replantear sus estrategias de inversión y distribución.
Para el gobierno, se trata de una medida necesaria para proteger a la industria nacional; para los críticos, una apuesta arriesgada que podría tener costos económicos y políticos de gran alcance.
MUNDO
TMEC enfrenta nubarrones económicos: riesgo de estanflación en la región

– Por Redacción Conciencia Pública
La economía de los países del TMEC —Estados Unidos, México y Canadá— atraviesa un escenario de creciente incertidumbre marcado por la desaceleración del crecimiento y las presiones inflacionarias.
Aunque ninguno de los tres socios comerciales ha entrado oficialmente en un proceso de estanflación, los riesgos de caer en este fenómeno se han intensificado en los últimos meses debido a las tensiones comerciales, las tarifas arancelarias y el enfriamiento de la actividad productiva.
En el caso de Estados Unidos, analistas y organismos internacionales han señalado la presencia de un entorno conocido como “stagflation-lite”: una versión leve de estanflación caracterizada por inflación persistente y crecimiento económico débil.
Las tarifas impuestas a México, Canadá y otros socios han encarecido bienes y servicios, lo que eleva los precios al tiempo que limita la competitividad. La Reserva Federal ha reconocido la complejidad del momento, pero evita hablar de una estanflación plena como la de los años setenta.
Canadá enfrenta también un panorama complicado. Su crecimiento económico se ha frenado y diversos sectores productivos anticipan pérdidas importantes debido a los aranceles de Washington. Medidas de emergencia como el programa “Buy Canada” buscan proteger empleos y mitigar el impacto en la industria automotriz y energética, aunque las proyecciones apuntan a la posible pérdida de decenas de miles de empleos si las tensiones comerciales se prolongan. La inflación no ha escalado con la misma fuerza que en Estados Unidos, pero el riesgo de estanflación no se descarta.
México, por su parte, lidia con un crecimiento prácticamente nulo, con estimaciones de apenas 0.4 % del PIB en 2025, lo que coloca al país al borde de la recesión. A diferencia de sus socios, la inflación mexicana se ha mantenido moderada, en torno al 3.5 % anual, dentro del rango objetivo del Banco de México.
No obstante, la combinación de bajo dinamismo económico y presiones externas genera preocupación. El banco central ha optado por recortar tasas de interés en un intento de estimular la economía sin perder el control inflacionario.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y otros organismos han advertido que la política de tarifas en Estados Unidos está generando un “shock de oferta” que afecta no solo al propio mercado estadounidense, sino también a Canadá y México.
El encarecimiento de insumos y bienes intermedios repercute en las cadenas de suministro de la región, golpeando la inversión y elevando los costos para las empresas y consumidores.
En conjunto, el TMEC enfrenta un escenario de alto riesgo: crecimiento bajo, tensiones comerciales y presiones inflacionarias que ponen en entredicho la estabilidad económica regional.
Aunque la estanflación no se ha instalado de manera formal, la combinación de factores actuales mantiene a los tres países al filo de este fenómeno, lo que obliga a sus gobiernos y bancos centrales a buscar estrategias coordinadas que eviten repetir una crisis como la de los años setenta.
👉 Este cuadro ayuda a visualizar rápido que ninguno de los tres socios está formalmente en estanflación, pero todos enfrentan presiones distintas: EE. UU. por inflación, México por bajo crecimiento y Canadá por el impacto de las tarifas arancelarias impuestas por Donald Trump: