MUNDO
Conflictos en todo el mundo: ¿Se acerca una economía de guerra global?
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
“La peor noche hasta ahora” … Así califica Nafiseh Kohnavard, corresponsal de Oriente Medio para la BBC en Beirut, a los bombardeos israelíes en Líbano, donde más de 30 ataques aéreos centrados en suburbios del sur de la ciudad, donde supuestamente Hezbolá tiene una fuerte presencia.
El Ministerio de Salud libanés dijo en un boletín en la mañana del domingo 6 de octubre que en total murieron 23 personas y otras 93 resultaron heridas tras ataques en varias zonas, incluidas el sur del Líbano y la región oriental de Bekaa y Baalbek-Hermel.
Israel dice que ya ha atacado más de 2 mil objetivos de Hezbolá en el sur del Líbano y el grupo miliciano apoyado por Irán sigue respondiendo al fuego. (bbc.com) Al tiempo que el presente artículo fue escrito, los ataques genocidas de Israel sobre Líbano y Palestina continuaban, dejando escenas apocalípticas de destrucción y desolación en decenas de ciudades.
El conflicto en Oriente Medio se ha convertido en una auténtica bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento y convertirse en una guerra a gran escala, que impactaría no solamente a esa zona geográfica, sino con repercusiones mundiales, como en la economía, cuyos síntomas ya comienzan a manifestarse globalmente.
La “economía de guerra” es un concepto que se refiere a la reorganización de la producción y los recursos de un país para servir directamente a las necesidades bélicas. Este modelo de gestión económica se activa en tiempos de conflicto armado y está orientado a maximizar la capacidad militar mediante el sacrificio de otros sectores, como el consumo civil o el bienestar social.
Aunque su implementación varía dependiendo de la magnitud y la naturaleza del conflicto, una economía de guerra prioriza la movilización total de los recursos materiales, humanos y financieros de una nación para garantizar el esfuerzo bélico.
El concepto ha sido una constante en la historia moderna, particularmente en las dos Guerras Mundiales, cuando las potencias beligerantes reestructuraron sus economías para producir armas, municiones, y otros equipos militares a gran escala. Sin embargo, en la actualidad, este término adquiere nuevas connotaciones, dadas las tensiones geopolíticas que amenazan con desatar un conflicto global, lo que plantea la pregunta de si el mundo se enfrenta a una posible Tercera Guerra Mundial y, con ella, el regreso de una economía de guerra globalizada.
La economía de guerra implica la intervención estatal en todos los aspectos de la actividad económica. La producción de bienes y servicios se ajusta a las necesidades militares, lo que significa que las industrias civiles se convierten en fábricas de armas, vehículos militares, y suministros logísticos. Este tipo de economía también suele ir acompañado de un aumento en los impuestos y la emisión de deuda pública para financiar los gastos bélicos, así como el racionamiento de bienes esenciales para la población civil.
Durante una economía de guerra, las prioridades del gobierno cambian radicalmente. El bienestar de la ciudadanía y los intereses económicos de largo plazo quedan subordinados a la victoria militar. La mano de obra es movilizada hacia actividades directamente relacionadas con la guerra, mientras que los gastos sociales y el consumo doméstico suelen reducirse drásticamente. De esta manera, la guerra no solo se libra
Históricamente, la economía de guerra se aplica en situaciones de conflicto bélico de gran escala, cuando la supervivencia de la nación está en juego. Un ejemplo claro es la Segunda Guerra Mundial, en la que tanto las naciones aliadas como el Eje reorganizaron completamente sus economías para producir armamento y suministros para el frente. En la actualidad, el concepto ha evolucionado para incluir conflictos asimétricos y guerras de carácter híbrido, como las que involucran no solo fuerzas militares tradicionales, sino también ciberataques y la manipulación económica como herramientas de guerra.
La economía de guerra también puede ser activada de manera preventiva, en contextos donde las tensiones internacionales escalan al punto de hacer inminente un conflicto armado. Este es el caso que algunos analistas señalan en el contexto de la actual crisis en Ucrania, donde la confrontación entre la OTAN y Rusia ha forzado a los países involucrados a aumentar sus presupuestos de defensa y a reorientar sus economías para soportar un conflicto prolongado.
LA AMENAZA DE UNA TERCERA GUERRA MUNDIAL
El conflicto en Ucrania, que comenzó en 2014 y escaló en 2022 con la incursión rusa en defensa de la población del este ucraniano, ha generado un nivel de tensión sin precedentes entre las potencias occidentales, lideradas por Estados Unidos y la OTAN, y Rusia. La guerra ha reactivado dinámicas de confrontación que muchos creían superadas desde el final de la Guerra Fría. Con la intensificación de las sanciones económicas y la creciente militarización de las fronteras europeas, el mundo parece estar al borde de una nueva economía de guerra global.
La intervención de la OTAN, aunque indirecta, ha implicado una movilización significativa de recursos militares y económicos. Los países miembros han aumentado sus presupuestos de defensa y han reorientado parte de su capacidad industrial para apoyar a Ucrania con armamento. Este escenario no solo ha tensionado las economías europeas, sino que también ha puesto de relieve la posibilidad de una escalada hacia un conflicto termonuclear, una preocupación que resuena en muchos círculos internacionales.
ORIENTE MEDIO: ISRAEL, PALESTINA Y LA ESCALADA GLOBAL
Mientras tanto, la situación en Oriente Medio, particularmente el conflicto entre Israel y Palestina ha añadido una nueva dimensión a las tensiones globales. Los crecientes ataques de Israel contra Gaza, con el respaldo militar de Estados Unidos, han generado condenas internacionales, pero también han profundizado la crisis en la región. Los recientes bombardeos israelíes no solo han devastado infraestructuras civiles, sino que también han provocado la muerte de decenas de miles de personas, la mayoría de ellas civiles palestinos.
El actual primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha sido acusado de ignorar el clamor internacional por detener las agresiones. A pesar de las protestas masivas en varias ciudades del mundo, el gobierno israelí ha intensificado sus operaciones militares, generando una crisis humanitaria sin precedentes en la Franja de Gaza. Estas acciones han llevado a una creciente ola de manifestaciones en todo el mundo, desde Europa hasta América Latina, en las que millones de personas han exigido el fin de los ataques genocidas.
En medio de esta creciente presión internacional, el secretario general de la ONU, António Guterres, condenó enérgicamente las acciones militares de Israel, lo que provocó que fuese declarado persona non grata por el gobierno israelí. Este acto refleja el nivel de polarización y aislamiento en el que se encuentra Israel en el escenario internacional, mientras la crisis en Oriente Medio continúa escalando.
A la par de los ataques a Palestina, Israel también ha lanzado ofensivas aéreas contra Líbano, Irán y Yemen, lo que ha contribuido a desestabilizar aún más la región. Esta situación plantea el riesgo de una expansión del conflicto hacia una guerra a gran escala que podría involucrar a varias potencias internacionales, sumando más leña al fuego de una posible confrontación global.
¿UNA ECONOMÍA DE GUERRA GLOBAL?
En este contexto de múltiples conflictos y tensiones, surge la preocupación de que el mundo pueda estar acercándose a una economía de guerra globalizada. La acumulación de conflictos, sanciones y la movilización de recursos hacia la defensa militar sugiere que muchas economías ya están entrando en una fase preparatoria para un escenario bélico de gran escala. Si una tercera guerra mundial estallara, los países involucrados se verían forzados a adoptar rápidamente este modelo, sacrificando la prosperidad civil y concentrando todos los esfuerzos en la guerra.
El aumento de las tensiones entre Estados Unidos y sus aliados contra potencias como Rusia, China e Irán refuerza esta posibilidad. Las economías occidentales ya han comenzado a sufrir las consecuencias de las sanciones y el aumento del gasto militar, lo que podría desembocar en una reconfiguración global de los mercados y una posible recesión mundial.
La economía de guerra no es solo una reorganización de los recursos económicos; es un cambio profundo en las prioridades y las estructuras de poder dentro de una nación. En el actual contexto geopolítico, donde los conflictos en Ucrania y Oriente Medio están al borde de descontrolarse, el mundo enfrenta la posibilidad de una nueva era de confrontaciones bélicas que podrían derivar en una tercera guerra mundial.
Las tensiones globales, exacerbadas por las políticas expansionistas de la OTAN y la brutal represión de Israel, están empujando al mundo hacia una economía de guerra que, si no se logra controlar, podría tener consecuencias devastadoras para la humanidad en su conjunto.
MUNDO
¿Por qué gana el populismo?
Opinión, por Miguel Anaya //
En los últimos años alrededor del mundo se ha dado una ola de populismo qué ha inundado a las democracias occidentales, este fenómeno no distingue entre países desarrollados, en vía de desarrollo o con gobiernos poco consolidados; tampoco hace diferencia entre partidos de derecha, centro o izquierda.
Ejemplos hay de todo tipo: en Estados Unidos, Donald Trump, ha consolidado una corriente muy competitiva, en Francia, Marine Le Pen, a pesar de su última derrota, cuenta con un capital político realmente importante, en Argentina, el discurso estridente de Javier Milei, convenció a la mayoría de ciudadanos, en Bolivia, presidentes populistas de izquierda llevan años logrando triunfos electorales, lo mismo podemos decir de Venezuela, en España hay populistas de izquierda (Podemos) y derecha (Vox). En fin, enumerarlos llevaría toda la columna.
Pero ¿por qué a presidentes y movimientos tan distintos se les tacha de populistas? Bueno, para poder comprender el concepto de populismo primero deberíamos entender qué es el populismo o para que sirve, y aunque el concepto es muy utilizado no es sencillo de explicar.
Benjamin Moffitt, autor del libro “El auge global del populismo” explica que el líder populista es aquel que construye un discurso mesiánico en el que dice representar a la mayoría, al verdadero pueblo y para dar más peso a esto, el líder señala y construye un enemigo minoritario – a veces imaginario- que puede ser representado por una élite de empresarios, el régimen, los medios de comunicación, los inmigrantes, miembros de una cierta religión, el país vecino o a cualquiera que sirva para sostener su narrativa.
En un mundo dominado por el consumo de información rápida, incompleta y muchas veces falsa es fácil confundir a las personas, por esto es que en los últimos años los populistas viven su mayor auge, ya que es más fácil presentar culpables que buscar soluciones de fondo para los problemas que nos atañen. Al señalar a una minoría muchas veces nos olvidamos de la responsabilidad de aquellos que ejercen el poder.
¿Por qué el populismo ha permeado en las cúpulas políticas? Porque la construcción de esta narrativa facilita la llegada al poder y muchas veces permite sostenerse en él, sin embargo, es un arma de doble filo ya que el buscar un constante enemigo, señalar de los errores propios al de enfrente provoca que la visión del Estado se nuble, que se permitan excesos y que el pueblo esté en constante irritación, pues los populistas tienen que promover la división entre “buenos y malos” evitando la cooperación entre unos y otros, pues finalmente el enemigo señalado también es pueblo.
Así pues, el populismo en muchos casos crea una burbuja que tarde o temprano se romperá, pues de un momento a otro el pueblo resentirá los efectos negativos de avivar la división, de no promover la cooperación, de la simulación qué no genera fuentes de empleo, que no da seguridad, que lastima y empeora día a día la situación del ciudadano de a pie.
Los partidos y las cúpulas políticas pueden evitar la llegada de más populistas, de aquellos improvisados que antes de tener capacidades y experiencia gubernamental solo promueven y repiten un discurso que de momento genera cierta rentabilidad electoral pero que daña a largo plazo.
El populismo se combate con preparación, con escuelas de cuadros que promuevan perfiles que entiendan lo que sucede tanto en la calle como en un mundo globalizado que está interconectado, hipercomunicado e hipertecnologizado, con planteamientos de construcción de un país a 30 o 50 años y no con la pobre visión de solo ganar una elección o de subirse a la tendencia en las redes sociales.
En este planteamiento hay que decir que la política se parece al fútbol, si se tiene buena cantera, al paso de 5 o 6 años seguramente se contará con un equipo competitivo que aspire a ganar y con perfiles altamente identificados con la institución que los promovió, de no trabajar desde las bases, el equipo está condenado a ser uno más del montón y/o a contratar perfiles de otro lado que mercantilicen la ecuación, imponiendo la rentabilidad económica antes que el bienestar del equipo. Así las cosas.
MUNDO
El peso de un poder silencioso: Elon Musk y su influencia en la elección de 2024
A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
En el año 1871, cuando Otto von Bismarck estaba consolidando el poder del recién unificado Imperio Alemán, el “Canciller de Hierro” comprendió que la política no se trataba solo de fuerza militar o discursos memorables; también era el arte de influir sin ser visto, de mover las piezas desde las sombras.
Un siglo y medio después, esa misma noción parece haberse materializado en la figura de Elon Musk. Aunque Musk no es un político en el sentido estricto de la palabra, su presencia en la elección de 2024 en Estados Unidos recuerda cómo los grandes actores económicos y tecnológicos se convierten en poderes por derecho propio, capaces de influir en el curso de naciones, o incluso de redefinir el “orden mundial.”
En esta elección, la participación de Elon Musk a favor de Donald Trump ha alcanzado niveles sin precedentes para un empresario tecnológico. Más allá de emitir un respaldo, Musk ha puesto a disposición de la campaña del expresidente sus redes, sus eventos y cantidades significativas de dinero. Su influencia se extiende incluso al espacio digital, donde controla una plataforma de redes sociales ampliamente utilizada, algo que, en la era de la información, se traduce en poder directo sobre la opinión pública.
La imagen de Trump ha evolucionado en esta campaña, cargándose de una narrativa en la que se celebra lo disruptivo y desafiante. Musk, en su papel de “campeón de la libertad de expresión” y defensor de la innovación radical, encaja en este esquema de lo políticamente incorrecto. Pero esta alianza va más allá de simpatías ideológicas. En política, ningún apoyo es gratis, y pocas lealtades se sustentan solo en ideales. En el fondo, el interés de Musk probablemente no se basa solo en un respaldo personal a Trump, sino en una visión de poder y posición para sus negocios y su influencia global.
Estados Unidos sigue siendo el centro neurálgico del mundo en términos políticos, económicos y culturales. Lo que sucede en Washington y en Wall Street repercute en todo el planeta, y la posición que Musk tome en esta elección indica su intención de influir directamente en la dirección futura de ese poder. Como empresario y dueño de empresas tecnológicas y aeroespaciales de enorme influencia, Musk probablemente tenga una visión concreta sobre el rumbo que debe tomar la administración estadounidense en temas que afectan directamente a sus negocios.
En ese orden de ideas, uno de los temas más relevantes que podrían definirse con un regreso de Trump, impulsado en parte por Musk, sería la postura hacia China. Bajo la administración de Joe Biden, las relaciones comerciales con China han sido tensas pero equilibradas. Sin embargo, un segundo mandato de Trump, respaldado por un Musk interesado en proteger su dominio en el mercado de automóviles eléctricos, podría reactivar una guerra comercial abierta contra China. La competencia con la marca automotriz BYD, que ha emergido como un competidor significativo de Tesla, da pie a la especulación de que Musk podría influir para endurecer las políticas contra el gigante asiático, fortaleciendo el mercado estadounidense en favor de Tesla.
Una guerra comercial, aunque costosa, podría beneficiar a Musk al cerrar el mercado estadounidense a competidores extranjeros en su sector y mantener la hegemonía de Tesla. Este movimiento, con todo y sus posibles consecuencias, repercutiría en toda la economía global y pondría a México en una posición delicada, al depender en gran medida de sus exportaciones y de su relación comercial tanto con Estados Unidos como con China.
En este contexto, México tendrá que adaptarse a las nuevas dinámicas impuestas por una posible administración Trump-Musk. Desde que Trump asumió el cargo en 2016, el país fue puesto en una posición de sumisión en temas migratorios, comerciales y de seguridad.
Ahora, con Musk en la ecuación, se abren otros desafíos y oportunidades para México. Si Estados Unidos decide endurecer las políticas comerciales con China, México podría beneficiarse al fortalecerse como una alternativa manufacturera para el mercado estadounidense. Aun así, dependerá de la habilidad del gobierno mexicano para negociar con la administración estadounidense y captar las oportunidades que esta guerra comercial pudiera dejar sobre la mesa.
Además, Elon Musk ha demostrado interés en México como un país con gran potencial en términos de inversión, sobre todo en la industria automotriz y de tecnología. Tesla ya cuenta con una planta en México, y una administración afín podría representar una oportunidad de oro para el país en términos de generación de empleo e inversión extranjera. Con todo, esta aparente oportunidad trae consigo también una dependencia potencialmente riesgosa: si la economía mexicana queda anclada al beneficio de Musk y sus decisiones estratégicas, cualquier cambio en sus prioridades o intereses podría afectar profundamente al país.
El apoyo de Musk a Trump plantea preguntas profundas sobre la naturaleza del poder en el siglo XXI. En la era de la información y la tecnología, el poder no se limita a gobiernos y políticos; se ha expandido hacia empresarios y tecnócratas cuya capacidad de influir en las decisiones de un país es tan relevante como la de cualquier líder electo. Musk, en esta elección, se presenta no solo como un empresario, sino como un actor político con una visión del mundo y del lugar que Estados Unidos debe ocupar en él.
Su presencia en esta campaña refleja un cambio en el “orden mundial,” donde las decisiones económicas y geopolíticas están cada vez más influenciadas por intereses privados. Al igual que Bismarck en el siglo XIX, Musk parece estar trazando un plan desde las sombras, influenciando el futuro de la nación más poderosa del mundo en beneficio de sus propios intereses y de su visión de futuro.
La participación de Elon Musk en el proceso electoral de Estados Unidos en 2024 marca un precedente en el que la política y los negocios se fusionan en una era de influencia tecnológica sin precedentes. Su apoyo a Donald Trump no es solo una muestra de simpatía o afinidad política; es un movimiento calculado dentro de un ajedrez geopolítico y económico que define el rumbo no solo de Estados Unidos, sino también de países como México y del equilibrio global. En este nuevo escenario, figuras como Musk redefinen el papel de los poderosos en la sociedad, y nos recuerdan que, al final, los grandes actores no necesitan un cargo político para ser quienes decidan el rumbo de nuestras naciones.
MUNDO
Elección presidencial en EUA: ¿Kamala o Trump? ninguno merece ganar…
Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
Demos vuelta a la página porque la democracia está en la línea, es el mensaje de Kamala para los electores indecisos horas antes de la elección. Kamala y Joe lo rompieron, pero yo lo arreglaré dice Trump sobre la economía y la seguridad en los últimos minutos de campaña de su vida.
Como usted sabe el martes, son las elecciones en los EUA. Pero en los últimos años el proceso de ese país se ha venido convirtiendo en un arguende que ya se veía venir cuando Bush Jr. le ganó en tribunales a Al Gore en el año 2000.
Pero este año no solo los asuntos jurídicos, que son ya cotidianos en esos procesos basados más que nada en la confianza de que los que participan no hagan trampas. Sino que son los propios partidos, los dos han hecho campañas plagadas de errores que en un proceso cotidiano serían causa de perder la elección.
En una semana podremos analizar cuáles errores fueron los que dieron el triunfo al candidato que se levante con la victoria, pero ya de desde hoy les anticipo que por la falta de buenas leyes electorales en el país del Tío Sam, puede que los conteos se tarden semanas en Estados clave como Arizona, California, Wisconsin o Pensilvania. Esto es una pena porque hay Estados con mucha gente que tienen resultados el mismo día incluso horas después de cerrada la jornada.
El país más poderoso del mundo quien basa su influencia ideológica en las demás naciones, en ser garante de libertad y democracia, tiene un sistema de votos basado casi enteramente en la confianza del que se registra para votar sin identificaciones especiales o complicados procesos para depurar el padrón electoral. Así las cosas, desde Al Gore vs Bush se veía que se debían arreglar los procesos y sin quitar la facilidad para el acceso al voto, se debían, poner reglas más equitativas y con candados de seguridad para todos.
Como usted sabe en EUA no hay un órgano electoral nacional, sino 50 órganos estatales y leyes para cada Estado. Por si esto fuera poco, cada estado permite a sus condados determinar reglas especiales para el día de la elección. Así tienen Estados que permiten votar por correo al 100% de los ciudadanos y los partidos políticos recoger a domicilio las boletas en un periodo llamado de voto anticipado.
Otros estados son menos laxos y solo permiten votar por correo a los que tienen una causa como enfermedad o servicio militar o médico o trabajo fuera del Estado. Estas diferencias y potenciales cambios a las reglas por parte de condados y municipios incluso un par de meses antes de la elección, fueron la causa del conflicto Gore vs Bush y del más reciente y escandaloso Trump Vs Biden.
Más allá de quiénes hayan tenido la razón, si Biden y Bush o Trump y Gore, la verdad es que los partidos que ganaron esas dos elecciones no hicieron nada y de hecho bloquearon cualquier idea de cambios electorales. Ni Bush ni Biden cuando ganaron hicieron nada por evitar que el conflicto previo se repitiera en el futuro. Ellos los políticos son los que por mantener condiciones para sus triunfos individuales no ofrecieron una reforma que ayudara a los ciudadanos a mantener la confianza en sus instituciones. Bush fallo en eso cuando derrotó a Gore, Biden falló cuando derrotó a Trump y dicha sea la verdad los estados en manos de ambos partidos en aquel entonces con Bush los Republicanos en el 2000 y ahora con Biden los Demócratas no arreglaron los errores del 2020.
Por lo pronto en la semana de cierres de campaña los dos partidos han reiterado sus fortalezas y sus errores. Kamala se ha equivocado varias veces al hablar sin guion con lo que sus críticos recuerdan que no tiene mensaje sino solo ensaladas de palabras. Ella ha llamado a la unidad del país ofreciendo que gobernará para todos, pero al mismo tiempo y a veces durante el mismo discurso ella y/o sus voceros como Obama, Mark Cuban y Joe Biden insultan a los hombres, mujeres y ciudadanos que voten por Trump llamándolos fascistas, nacistas, basura, sexistas y racistas.
Por su lado Trump no cambia su mensaje de éxito económico y de control migratorio, mezclado con lenguaje vulgar e insultos de él o de sus voceros como un cómico que en el cierre de campaña en Nueva York dijo que Puerto Rico era una isla de basura flotando en el pacífico o como Trump diciendo que los judíos o católicos que voten por Kamala deberían ser analizados por siquiatras.
A pesar de esto la elección está tan cerrada que candidatos del Partido Demócrata al senado y a otros cargos en Pensilvania, Ohio y otros Estados han sacado anuncios diciendo que ellos trabajarían con Trump sin mencionar a Kamala y otros republicanos hacen campaña como independientes esperando ganar algunos votos que por su carácter Trump repele.
Kamala propone dar la vuelta a la página de 10 años de Trump, pero admite que la administración a la que ella pertenece no ha logrado bajar los precios de productos básicos y Trump asegura que la economía y la lucha por las clases populares es su causa.
El 75% de los electores dicen que el país va en la ruta equivocada y la economía se percibe como el principal problema, seguido por la migración indocumentada, temas en los que Trump llevaba una ventaja arrolladora sobre Biden en agosto y aún mantiene una ligera ventaja sobre Kamala. Hablando de Joe es el presidente menos popular en la historia moderna de EUA y cada vez sale menos para evitar sus constantes errores. Pero mucha gente se pregunta por qué si está tan mal no lo sacaron de la presidencia y por qué Kamala lo cubrió hasta que fue imposible.
Por su lado el 4º y 5º asunto más importante para los electores el aborto y la democracia. En estos puntos Kamala goza de una gran ventaja vs Trump. Si vemos el voto por genero las están a favor de Kamala por un margen de 15% mientras que los hombres están a favor de Trump por un 12%. Dicen que las mujeres votan más que los hombres, esto debería dar la victoria a la Vicepresidenta, pero hay una gran cantidad de musulmanes, de latinos y de negros que por lo general votan por el Partido Demócrata, pero en este año se han ido sumando a Trump bajo el argumento de que hace 4 años la economía estaba mucho mejor y de que no quieren a hombres en deportes de mujeres.
Sea como sea, creo que al menos en nuestra vida y las de los que tengan uso de razón, no veremos otra campaña igual a esta que decidirá a quien tomará el control del país vecino. Los tres candidatos, es decir Joe, Kamala y Trump son los menos populares en la historia moderna. El cambio de Joe vía fax y Twitter, los arrestos y juicios vs Trump, la llegada de Kamala sin proceso interno, los números falsos de creación de empleos que se corrigen 48hrs antes de la elección, las guerras y los insultos de ida y regreso serán algo que en su conjunto no se verá nuevamente.
Si gana Trump se dirá que fue machismo, racismo, pero no se dirá que la gente estaba molesta con la economía, las guerras, los temas de transexuales y que Kamala no respondió con firmeza qué habría hecho distinto a Joe Biden. Se dirá que los insultos y errores de Joe Biden, de Obama y de Clinton en estos días en contra de los republicanos le costaron la presidencia, pero no se dirá que su compañero Waltz a quien escogió por ser muy parecido físicamente a los agricultores y trabajadores güeros y ser gobernador del estado con más musulmanes en EUA, dejó arder su estado por las protestas del 2020 y promovió que se instalaran tampones en baños de niños y el acceso de hombres a regaderas y baños de niñas y mujeres.
Por su lado si Trump pierde claro que dirá que hubo trampa, pero se dirá que perdió por la lana que le metieron los empresarios de la guerra y los indicados de empleados de gobierno a la campaña de Kamala, pero no se dirá que Trump escogió a un abogado que es bueno en debate pero que no le sumó casi votos, dejando en el camino a otros posibles candidatos que le habrían asegurado el gane como las Gobernadoras Niky Helly o Naomi, la ex demócrata Tulsi Gabbard o el senador Cotton. Todos estos le habrían sumado votos de minorías, de mujeres o de independientes.
Tal vez el mayor error de los dos sea su compañero de fórmula. El error de Trump no haber aprovechado el atentado para sumar a independientes. El error de Kamala no haber podido decir qué haría diferente a Biden cuando las políticas de su gobierno fueron muy impopulares. Por eso digo que ninguno de los dos merece ganar, los dos se aferraron a su macho y por eso si uno gana el otro dirá que no es legítimo.
Así las cosas, la encuesta del sábado daba a Kamala con un empate nacional, pero recordemos que en EUA la elección es a través del llamado colegio electoral en donde el que obtenga 271 votos gana. Cada estado tiene un número determinado de integrantes de ese colegio, que a su vez se eligen por voto popular el martes. En el 2016 Trump estaba 3 puntos por debajo de Hilary y en el 2020 Trump iba 7% por debajo de Joe quien ganó por menos de 2%.
En esta elección están a menos de 0.3% de diferencia. Si los sindicatos y las mujeres hacen su trabajo Kamala debe ganar por mayoría popular y sin problema los estados necesarios, pero si la base de Trump y las minorías de latinos, negros, musulmanes, judíos e independientes que están desencantados con Joe y Kamala votan por la economía y la seguridad Trump ganará los estados necesarios y tal vez hasta el voto popular.
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Javier Hernández Rizo.
8 de octubre de 2024 at 14:18
Por donde se le vea estamos llegando a una situación bastante complicada, ya que Israel esta como punta de lanza metiéndose con varios paises de oriente medio y por otro lado Ucrania y Rusia haciendo lo propio en una guerra que ya tiene mucho tiempo mermando la economía en varios paises. Se viene el cambio de gobierno de EEUU y su moneda no esta fuerte como en otros tiempos también influye demasiado. Pues nos queda esperar y ver quien de los paises grandes hace la primer jugada.