OPINIÓN
El informe: Juego de abalorios

Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //
El presidente de México es un buen vendedor, sabe presentar su producto, tiene una buena plataforma de medios para publicitarlo y en efecto, lo vende bien. Poco importa si no tiene la calidad deseada o si los costos económicos son mayores que las utilidades, lo importante es que se hable bien de él.
Así ha vendido la cuarta transformación y el tercer informe de gobierno fue tan triunfalista que le da para decir que puede ahora retirarse con la conciencia tranquila. Eso no creo que sea posible, salvo que crea que los cambios cosméticos a la administración sean los alcances de la transformación radical del sistema político y administrativo del país que prometió.
Le falta mucho al presidente para que el producto vendido sea como lo publicita. Más allá de las verdades a medias y recursos retóricos con los que dibujó una parte de la realidad nacional, el discurso del informe padece de ausencias, que pudieran complementarse con la lectura de su libro lanzado la víspera, pero que aún ahí son superficial y parcialmente tratadas.
No se trata aquí de significar que el exceso de muertes por la pandemia, su minimización inicial, la errática estrategia o el deficiente y lento proceso de vacunación, así como el crecimiento de los homicidios dolosos y la presencia creciente de organizaciones de narcotraficantes y delincuentes no fueron suficientemente tratados o fueron ignorados.
Como tampoco fueron temas las fallas del INSABI en la implementación del sistema de salud universal que propuso, la falta de medicamentos; o las perdidas crecientes de las empresas productivas del Estado.
Lo que se quiere en esta colaboración es señalar que lo que se expone como transformación del sistema es simplemente una alteración del decorado. Se está cambiando la cara de la administración dejando intacto lo que de verdad lástima y perjudica al pueblo.
Es cierto que tenemos cambios profundos en las formas del gobernante, es innegable su sello. Es cierto también que las ayudas sociales contenidas en sus programas han coadyuvado a que los pobres sigan pendientes de la esperanza de que habrá condiciones mejores, pero solo eso, paliativos, porque no hay acciones que saquen a los pobres de la pobreza.
Es cierto que se detuvo la privatización del sector energético, pero darle marcha atrás no significa que vayan a ser más eficientes y requieran menos transferencias de recursos para darles viabilidad.
El discurso nacionalista abona a la cauda de seguidores, pero no a las arcas nacionales. Es cierto que se reducen los privilegios fiscales para los grandes contribuyentes, pero eso no evita que siga habiendo tratos preferenciales y consideraciones para los afines.
Es cierto que las finanzas públicas han estado ordenadas y se ha evitado el déficit, pero no se dice que existen subejercicios presupuestales, que son exhibidos como ahorros, que la inversión pública ha disminuido y que los servicios gubernamentales son cada vez más deficientes, hoy justificados por la prolongación de la pandemia.
Se dice que se combate a la corrupción, pero solo vemos aplicación de la ley en forma selectiva y con orientación política sobre acciones del pasado y ni una sola determinación sobre la existente en el actual gobierno. La falta de transparencia es también complicidad o cuando menos consentimiento.
Ahora bien, estos señalamientos son para destacar la naturaleza cosmética de las medidas, maliciosamente incrustadas en el ánimo social, crispado por la rijosidad y el enfrentamiento auspiciado por el discurso presidencial. Acciones efectistas que ganan el aplauso fácil y mantienen al público expectante del siguiente movimiento, que será otra vez juego de abalorios como la venta del avión o la cancelación de un aeropuerto, que no producen beneficio alguno.
La transformación no es real. Aún la justicia se inclina ante el poder político, aún las instituciones de procuración de justicia se usan para reprimir, intimidar, acosar y perseguir a enemigos del régimen, como tanto se quejaron que se hacía. Aún existe la tendencia de someter a los medios y mediatizar la crítica, como en el antiguo régimen, solo que ahora son otros los beneficiarios y otros los adversarios.
Tal vez la transformación de la política mexicana ocurra sin que ese haya sido el propósito, pues el haber sabido aprovechar la desigualdad y pobreza imperantes, la aparente indiferencia de los “neoliberales” ante estos, motivó la explosión popular que los llevó al poder y con ello se desnudó a los partidos políticos, su vacuidad, su mezquindad, su falta de principios y de representatividad. Si para competir con el movimiento que les restó autoridad moral y competitividad electoral, cambian o desaparecen, esa será una verdadera aportación a la democracia mexicana, no la modificación, una vez más, a la legislación electoral o la suplantación del INE y sus integrantes por personajes e institución a modo.
El verdadero triunfo del presidente que no tuvo mención en el informe no está en la transformación de la vida nacional, sino en la mediatización de la necesidad social y para lo cual, cheques y becas tapan lo de encimita mientras el fondo sigue igual.
La corrupción, el autoritarismo, la falta de justicia y la impunidad, la inseguridad, la pobreza y la desigualdad, el uso faccioso de la justicia y las instituciones siguen presentes en la vida nacional. ¿Cuál transformación?
JALISCO
Loretta Ortiz Ahlf en Jalisco: La ilusión de la justicia popular

Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
I. El Congreso y la chulada de ministra
En el Patio Constituyentes Jaliscienses del Congreso del Estado de Jalisco, la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Loretta Ortiz Ahlf, desplegó un espectáculo de retórica y autoelogio en su ponencia «Desafíos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación». Frente a una audiencia conformada en su mayoría por legisladores de Morena y partidos afines, Ortiz Ahlf defendió la reforma judicial con una mezcla de condescendencia y certeza dogmática.
«Ustedes van a ser los más beneficiados», dice. Y en ese «ustedes», hay un eco de pueblo, de una comunidad olvidada que, por fin, según su discurso, tendrá acceso directo a la justicia. Ya no harán falta abogados carísimos ni contactos en los oscuros pasillos del poder. Serán los ciudadanos los que elijan a sus jueces. La ministra, en un arranque de campechanía, se describe a sí misma como «una chulada de ministra». La frase resuena y se vuelve titular antes de que termine la jornada.
Mientras la ministra hablaba de justicia expedita y procesos que deberían resolverse en un máximo de seis meses, lanzaba críticas a los trabajadores del Poder Judicial por sus protestas, responsabilizándolos del atraso en miles de procedimientos. No parecía percatarse de la ironía de pedir celeridad en un país donde los tribunales suelen ahogarse en expedientes y burocracia.
Respecto a la elección de jueces y magistrados en Jalisco, Ortiz Ahlf evadió definiciones claras. Cuando se le preguntó si el proceso debía realizarse en 2025 o postergarse hasta 2027, respondió de forma ambigua: «Es una decisión del Congreso. Si logran concluir los trabajos y se puede dar cabida al proceso electoral en 2025, será en 2025, y si no, hasta el 27. No trasciende», ocasionando que más de una diputada local de la bancada de MORENA se retorciera de molestia, pues se pretendía que su reforma se aprobara el mes pasado y se llamara a elecciones este mismo año. Como si una reforma estructural en el Poder Judicial fuera una cuestión menor, un simple trámite administrativo sin consecuencias.
En cuanto a la relación con Estados Unidos, Ortiz Ahlf respaldó con fervor a la presidenta Claudia Sheinbaum frente a las amenazas de Donald Trump. Con un tono nacionalista encendido, sentenció: «México es un estado soberano y no se vale intromisión alguna». La frase resonó en el patio del Congreso, pero quedó flotando en la nada, carente de cualquier propuesta concreta sobre cómo enfrentar las embestidas del vecino del norte.
Loreta Ortiz Ahlf prácticamente salió del recinto encapsulada, rodeada de un séquito de colaboradores, simpatizantes y un equipo de seguridad improvisado que la escoltó hasta su salida.
II. El diálogo con los jueces: Entre lo técnico y lo político
En la penumbra de un salón del Hotel Fiesta Americana, en la emblemática zona de la Minerva, se congregaron figuras del ámbito judicial y sindical para escuchar a la ministra Loretta Ortiz Ahlf. La convocatoria, realizada por la Federación de Trabajadores de Jalisco, liderada por Juan Huerta Péres, prometía ser un espacio de reflexión sobre la reciente reforma al Poder Judicial.
La ministra Ortiz Ahlf, con su característico tono sereno pero firme, abordó la polémica propuesta de elección popular de jueces, magistrados y ministros. «Si tenemos capacidad de elegir a nuestros presidentes, gobernadores, legisladores y presidentes municipales, ¿qué no la tendríamos para elegir jueces?», cuestionó, desafiando a una audiencia que, aunque atenta, mostraba signos de escepticismo.
Entre los presentes se encontraban miembros destacados del Poder Judicial estatal y federal, así como líderes sindicales y políticos locales, incluso Arturo Zamora Jiménez, Coordinador de los Foros Ciudadanos para la Armonización del Poder Judicial en Jalisco, asistió en plan de oyente y se dedicó a saludar pacientemente.
La ministra, en este escenario más cómodo y cercano, compartió anécdotas que evidenciaban las fallas internas del sistema judicial, como el caso de un juez que, durante once años, acosó impunemente al personal femenino a su cargo. «Son usos y costumbres», fue la respuesta que recibió cuando cuestionó la inacción ante tales conductas.
La propuesta de otorgar 220 mil pesos a los aspirantes a ministros para hacer campaña ante la ciudadanía generó murmullos en la sala. Un aspirante presente preguntó: «¿Cómo se promoverán los candidatos ante los votantes?». La ministra, con una sonrisa que denotaba tanto comprensión como incertidumbre, respondió: «Ni yo lo sé, apenas se aprobaron las leyes secundarias». La sinceridad de la respuesta generó simpatía de los asistentes con Loreta Ortiz.
Al finalizar su intervención, Ortiz Ahlf enfatizó que la reforma busca garantizar que los ciudadanos tengan acceso pleno a la justicia. Sin embargo, la ambigüedad en los detalles y la falta de claridad en la implementación nos tienen a muchos con más preguntas que respuestas. La salida de la ministra Ortiz fue sin prisas entre selfis, abrazos, y comentarios de simpatía. La noche avanzaba, y mientras algunos asistentes se retiraban en silencio, otros se agrupaban en pequeños círculos, debatiendo las implicaciones de una reforma que promete cambiar el rostro de la justicia en México, pero que aún deja entrever sombras de incertidumbre.
III. Puerto Vallarta y la retórica de la soberanía
En el conocido Hotel Velas Puerto Vallarta, la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Loretta Ortiz Ahlf, ofreció una ponencia titulada «El rostro del Poder Judicial en el México actual». Acompañada por la diputada del Partido Verde, Yussara Canales, Ortiz Ahlf se dirigió a un público selecto compuesto por miembros de la comunidad vallartense y figuras políticas de la Cuarta Transformación.
Desde el inicio, la ministra dejó en claro su diagnóstico: el sistema judicial mexicano es un laberinto de burocracia y tiempos indefinidos. «Hoy por hoy en México nadie sabe cuándo inicia un proceso judicial y mucho menos cuándo va a terminar», sentenció. Con esa afirmación, Ortiz Ahlf puso sobre la mesa uno de los problemas más arraigados de la justicia mexicana: la lentitud. «Hay procesos que duran más de quince o dieciséis años», añadió con tono de indignación, aunque sin ofrecer soluciones concretas más allá de la insistencia en la necesidad de un cambio estructural.
La ministra también hizo hincapié en la desconexión entre el Poder Judicial y la ciudadanía. «La mayoría de las personas no saben para qué sirve un ministro de la Corte, ni siquiera un juez o un magistrado. Somos ajenos a los ciudadanos, y eso no puede ser», reconoció.
Por su parte, Yussara Canales, con el tono de quien ha encontrado en la retórica de la Cuarta Transformación una guía infalible, elogió la participación de la ministra, calificándola como «un avance significativo» en la transformación del sistema judicial. «Con claridad y compromiso, la ministra expuso la necesidad de un Poder Judicial que deje atrás las viejas prácticas de privilegio y corrupción», declaró la diputada, como si las palabras por sí solas bastaran para borrar décadas de estructuras enquistadas.
El acto culminó con una ovación moderada. La ministra y su séquito se retiraron entre saludos y fotografías. Afuera, Puerto Vallarta continuaba su ritmo, ajeno al evento en el hotel de cinco estrellas, donde una vez más, la justicia se discutió sin que nadie supiera realmente cómo alcanzarla.
En X @DEPACHECOS
Beisbol
Un equipo que pasará a la historia: Gracias, Charros, gracias…

Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //
¡Qué temporada logró tener Charros!
La forma de ganar el campeonato de la Liga Arco Mexicana del Pacífico fue indiscutible. Nos brindaron una final de ensueño, que nunca llegamos a imaginar que ocurriría.
Pasaron sobre Águilas de Mexicali, Naranjeros de Hermosillo y Tomateros de Culiacán. Brillantes actuaciones. Y así fueron a la Caribe que se celebró en Mexicali.
ARAÑAR LA GLORIA
En el Clásico Caribeño se arañó la gloria. Después de haber llegado invicto a la final, la batería de los caporales se apagó. Los bateadores no lograron descifrar los jeroglíficos que envío al home plate el lanzador Esmil Rogers que apoyado en el relevo de Dominicana dominaron a la novena mexicana.
La diferencia mínima, fue de 1-0. Y Leones del Escogido se llevó la corona a pesar de haber quedado con 3-3 en los 6 juegos que protagonizaron. Así es el sistema aceptado por todos los jugadores que opera en El Caribe y así queda. Dominicana logró su campeonato 23 en la historia de estos clásicos.
Charros estaba tan cerca y tan lejos la corona del Caribe. México había sido el gran equipo de esta pequeña serie mundial latinoamericana. México llegó invicto con un 5-0, en la misma serie había derrotado a República Dominicana 2-0.
Con las reglas anteriores, México hubiera sido el campeón, pero el sistema cambió y después de una primera etapa de todos contra todos entre 5 equipos, se elimina 1 y entre los 4 restantes se enfrentan para sacar a los semifinalistas.
Y el festejó se celebró con música de merengue y con ron. Los mariachis callaron y el tequila se guardó. No hubo fiesta en el vestidor mexicano.
UN EQUIPO DE TRIUNFADORES
Mucho dolió esta derrota ante los dominicanos. ¿Por qué se perdió? Puede haber muchas opiniones. Siempre se culpará a alguien. Hay quienes piensan que se pudo haber ganado. ¿Por qué no se fue Hamilton al robo cuando se embasó? ¿Por qué Benjamín Gil no mandó tocar la bola? ¿Porqué Charros no corrió como lo había hecho?
Lo cierto es que hubo únicamente dos buenas oportunidades de anotar y los dos equipos la tuvieron. Primero fue México el que llenó las bases en la baja del segundo inning cuando el lanzador Esmil Rogers se descontroló. Hizo 32 lanzamientos a home, llenó las almohadillas de charros, pero faltó el batazo clave y con 1 out se bateó para doble play.
En la alta del tercero, el que se descontroló ahora fue Manny Bañuelos, que también llenó las bases, pero sin out. Robinson Canó vino a batear y conecta roletazo para doble play, pero el que estaba en tercera anota. Y así el juego se fue hasta el final. No habría más carreras.
México eta vez no bateó, cayó en slump y que sumadas las 8 entradas del juego anterior frente a Puerto Rico, con estas 9, fueron 17 innings sin anotar carrera. A los lanzadores dominicanos, México le pegó únicamente 1 hit. En mal momento la artillería se apagó.
Dominicana ganó porque aprovechó esa oportunidad. Y punto.
Benjamín Gil sigue sin ganar una serie del caribe de 5 en las que ha participado. Y a Charros aún no se le da en su tercera incursión. Quedó un amargo sabor de boca. Se tuvo muy cerca el campeonato, más cerca de la que tuvieron otros muchos equipos que llegaron, por eso es que duele, duele a los jugadores que tienen vergüenza y pundonor, duele a los directivos que esperaban vivir la alegría y culminación de un gran año de Charros, duele a la afición que ven al representativo de México, como el campeón sin corona.
Y utilizo una frase muy trillada: así es el beisbol. Y lo que sigue.
CHARROS, UN CONJUNTO EXITOSO
Felicitamos a Charros, a todo estos peloteros que en este año nos brindaron tantas emociones, nos dieron un campeonato al convertirse en un equipo espectacular, con actitud y entrega que finalmente se conectó con el respetable el que lo impulsó como no habíamos visto antes y que vislumbra en el futuro que esa charromanía que se había apagado, regresa. Seguramente serán cientos o miles de niños que contagiados por esta chispa de un deporte tan hermoso y vibrante, lo empezarán a jugar, alejándose de las tentaciones tan abundantes hoy día.
El equipo 2021-2022 de Charros será recordado y anotamos a sus grandes estrellas y su juego de conjunto, dirigidos por Benjamín Gil a quien hay que darle el mérito de haber articulado este equipazo: Billy Hamilton, líder robador de bases; Michael Wielansky, que corre como venador por los senderos y que quedó líder en triples; Mateo Gil, que vino a reforzar a Charros y que le inyectó esa frescura de batear, correr y fildear, al hacerse presente en el momento importante, con todo y ser el hijo de papá, Mateo llegó para quedarse.
Esa atrapada histórica de Julián Ornelas frente a Tomateros en la casa de los guindas al lanzarse para capturar la bola, es de esos batazos engarces que que cambió el destino de un juego y evitó la derrota de Charros, que permitiría ganar ese segundo juego de la serie final.
¡Qué atrapadón de Ornelas!
El colombiano Reynaldo Rodríguez, que conectó aquel jonrón de 3 carreras ante Tomateros y que permitió que Charros se levantara de la lona, iba abajo 0-5 para empatar el juego y luego ganar 6-5, todo esto en la novena entrada, era el tercer juego de la serie finan ante Culiacán.
El refuerzo de Donovan Casey, con su velocidad en los jardines y en las bases, con un brazo privilegiado que permitió enfriar a dos corredores en home plate, uno de ellos a Tomateros y que marcó la diferencia entre el triunfo y la derrota, así como ese esquizee play que anotó para que Charros rompiera el empate con Tomateros en ese sexto juego que le dio el campeonato. Carlos Mendivial y Alfredo Hurtado que se rotaban la receptoría. No podemos olvidar a Japhet Amador, que hizo ajustes a su bateo, que con batazos cortos, contribuyó a la causa.
Los brazos de Manny Bañuelos, de Ronald Medrano, Luis Iván Rodríguez, Alemao Hernández, Adrián Gusman, Mario Meza, Luis Payán, Miguel Aguilar y el gran cerrador Trevor Clifton, que será histórico, así como el refuerzo del “indio de San Luis Potosí”, Jesús Cruz.
Hay más jugadores campeones, pero el espacio se nos agotó.
La afición se debe sentir orgullosa de este gran conjunto de estrellas.
¡Gracias Charros, gracias por todas estas emociones que nos brindaron!
NACIONALES
Entre la renovación y el control

Opinión, por Miguel Anaya //
En el contexto del aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció una relevante iniciativa de reforma constitucional destinada a eliminar la reelección en todos los cargos de elección popular y a prohibir el nepotismo en la sucesión de dichos puestos.
Para formarnos una opinión al respecto, es esencial mirar hacia el pasado. La bandera de la no reelección fue utilizada como un instrumento para que Porfirio Díaz llegara al poder, combatiendo contra la reelección de Benito Juárez. Posteriormente “Sufragio efectivo, no reelección” fue el lema que utilizó Francisco I. Madero durante la revolución para aglutinar a las masas, precisamente, contra Díaz.
En su momento, con el PRI en el poder, la no reelección se adoptó como una herramienta para construir y conservar la estructura partidista. Con la no reelección, el Revolucionario Institucional fomentó la rotación periódica de sus líderes, lo que le permitió «renovar» sus cuadros internos y evitar que figuras poderosas se consolidaran de manera permanente, al menos de forma pública. Así nacieron los períodos y planes sexenales, donde el que se iba, ya no volvía a aparecer en la escena.
Este mecanismo de renovación periódica se transformó en un instrumento dual: reforzaba la imagen de cambio que el régimen deseaba proyectar, mientras facilitaba el control político al permitir que, en cada sexenio, desde la presidencia y las gubernaturas se decidiera quién continuaría en la cúspide. Este equilibrio aparente entre renovación y estabilidad se convirtió parte de la esencia del modelo político mexicano.
Según sus promotores, el principal beneficio de la no reelección radica en su capacidad para evitar el estancamiento político y la formación de dictaduras personalistas, favoreciendo la entrada de nuevos actores y la innovación en la gestión pública.
No obstante, la instrumentalización del principio también ha suscitado críticas. Aunque en teoría se promueve la renovación, en la práctica se ha utilizado el mecanismo de la no reelección para mantener un control férreo sobre la política, que aseguraba la continuidad del poder en manos de la élite. Esta práctica ha sido señalada por algunos como un obstáculo para la verdadera competencia democrática, ya que históricamente el cambio aparente en la dirección del país ocurría en un marco previamente estipulado y controlado por unos pocos.
Así, el principio se ha convertido en un elemento paradójico: si bien impide la reelección inmediata y la concentración prolongada del poder en una sola persona, también restringe la emergencia de alternativas políticas fuera del círculo del poder.
Por todo lo anterior, el anuncio de la presidenta ha desencadenado un intenso debate en el ámbito político. Los defensores de la iniciativa argumentan que estas medidas fortalecerán la democracia al garantizar la alternancia política.
Los críticos sostienen que la reelección permite a los funcionarios dar continuidad a proyectos, ya que incentiva a los políticos a desempeñarse adecuadamente con la expectativa de un nuevo mandato por parte de los electores. En contraste, la no reelección los obliga a depender exclusivamente de la disciplina y acuerdos con la cúpula partidista que los postuló.
En fin, actualmente, después de más de 150 años el postulado de la no reelección sigue vigente, precisamente porque en el proceso quienes lo han propuesto se han perpetuado (o han intentado perpetuarse) en el poder.
Para que esta iniciativa prospere, deberá ser aprobada por dos tercios de los miembros en ambas cámaras del Congreso de la Unión y, posteriormente, por la mayoría de las legislaturas estatales, dado que implica una reforma constitucional. Con la abrumadora mayoría de Morena en el Congreso de la Unión y en los congresos locales, la aprobación parece un hecho, a menos que las tensiones internas compliquen el proceso.
Del éxito o fracaso de esta reforma dependerá la consolidación de un sistema político democrático, donde se renueven las y los políticos que -al menos en teoría- deberán tener la formación y experiencia adecuadas para llevar al país a un mejor rumbo. Así las cosas.
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