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OPINIÓN

El slide y scroll down en la política

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Opinión, por Xicoténcatl Hurtado //

Día con día vivimos en una insaciable y continua lluvia de información. Existimos, pues, en la muy bien llamada y mal puesta en práctica “sociedad de la información”.

Bien llamada, ya que ciertamente segundo a segundo las interacciones premeditadas y selectivas de las relaciones inherentes de comunicación, agrupación y asociación de la naturaleza del ser humano, se basan en sugerencias, o imposiciones hechas por el uso desmedido y aceptación de políticas de privacidad que nunca se leen -me incluyo porque si no aceptas no puedes utilizarlas- nutriendo día con día, dando sentido y razón de ser al sin fin de datos generados por la economía global; con el efímero objetivo de medir, luego formular y después vendernos cualquier producto o idea (obviamente políticos y partidos políticos con nombres que juegan con las necesidades intrínsecas, muy bien estudiadas y elaboradas, están incluídos. Fifis y no fifis). Ahora sí que pragmáticamente Busenbaum -no Maquiavelo-, en su libro Medulla theologiae moralis, acertó en el tan conocido dicho “Cum finis est licitus, etiam media sunt licita” (Cuando el fin es lícito, también lo son los medios; o: el fin justifica los medios). El medio: la información. El fin: nosotros.

Mal puesta en práctica, por el hecho innegable de que a pesar de contar literalmente con un infinito mar de información en la palma de nuestras manos por cien pesitos cada quince días, no nos informamos! No cultivamos e incentivamos el discernimiento, crítica, debate o retórica informada y bien fundamentada de cualquier tema que sea, aunque sea shinga!!, del chisme y mitote veraz y oportuno de alguien que sí observó, escuchó; o, cuando menos, investigó (leyó) con la vecina (en el periódico) y las comadres o compadres (diarios o fuentes fidedignas) el mismo “chisme” (noticia).

Erróneamente, y cómodamente, la mayoría de nosotros a pesar de tener un universo de información de fácil acceso, no hemos comprendido aún lo escrito por el último de los cinco grandes emperadores romanos y gran filósofo Marco Aurelio hace poco más de dos mil años: “Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no es la verdad”.

Las redes sociales no fueron creadas para hacernos creer en un hecho, idea, producto, persona o políticos pre fabricados. Fueron creadas para socializar, convivir, generar grupos ideológicos afines para la sana convivencia y participación activa y participativa y generar conocimiento.

Las redes sociales no pueden ni deben ser usadas por “políticos” si no es con, por y para hacer el correcto uso de las mismas, aprovechando todas las facilidades que hoy en día brindan las TICs para realmente generar participación; y así, generar un canal de comunicación bidireccional proactivo, reactivo y creativo que insista, persista, resista y nunca desista por el bien común.

Basta ya de que nos traten de vender, es la palabra correcta, lo que no son.

No  es correcto el que veamos a nuestros gobernantes, de cualquier color o sabor, venderse en redes sociales como un inshiii infomercial para un consumidor irracional, que sucumbe por las emociones y no discierne con la inteligencia y razón, por no saber aprovechar y leer la información que brinda ésta bien llamada sociedad dueña del conocimiento.

¿Hasta cuándo demandaremos herramientas digitales y políticas públicas innovadoras de alto impacto que generen participación proactiva y no reactiva, o condicionante a algún deber y responsabilidad que como buen ciudadano y colaborador de la sociedad merecemos?

El slide y scroll down se detendrá cuando nuestros gobernantes sean lo demasiadamente sinceros y dejen de pagar a terceros por tratar de hacernos creer lo que no son: tratar de ser “influencers” patrocinados por todos nosotros, con ciertos millones destinados a empresas de “comunicación”, y lo hagan ellos.

Después, si lo logran, se transformará en participación y replicación verdadera de las carencias, necesidades y anhelos de ustedes, de nosotros, de mis hijos, de mi.

Si no es correcto, no lo hagas. Si no es verdad, no lo digas”

Marco Aurelio (121 a. C. – 180 a. C.)

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