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En Colombia estalla el polvorín: Crecen protestas sociales, la crisis sale a las calles

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Economía Global, Alberto Gómez-R. //

Los efectos de la crisis post-pandemia del Covid-19 se manifiestan ya en muchos países, en Europa: Bélgica, Finlandia, Suecia, Francia, España, Inglaterra, Portugal, Turquía, Italia, en los que sus habitantes inconformes por las continuas restricciones de sociales y económicas han salido a las calles a protestar; los manifestantes europeos se niegan a la utilización de la mascarilla, a la implementación de los pases verdes (Green Pass) para controlar la movilidad y el acceso a quienes no se vacunen, y debido a los cierres obligados de negocios que han devastado las economías locales, y que pueden incrementar en cualquier momento su intensidad cuando se agudice la crisis económica.

En América Latina se comienzan a ver nuevos levantamientos de protestas en las calles en varios países, mismos que se habían suspendido por la irrupción de la pandemia del Covid-19, pero que son temas pendientes de sus sociedades, y ahora, en el complicado contexto económico global, resurgen agravados por la situación de sus economías que ha venido acentuando la pobreza y la desigualdad, y que ha empeorado la vida de millones de latinoamericanos, desesperados por encontrar una salida a sus necesidades y demandas.

Tal es el caso de Colombia, cuyos ciudadanos se han enfrentado con una poderosa represión por parte de su gobierno, que ha respondido a las protestas con la misma fuerza policial militarizada que a menudo despliega contra los combatientes rebeldes y el crimen organizado.

La desesperada situación política y socio-económica de Colombia -al igual que la mayoría de los países de Latinoamérica- se ha manifestado nuevamente en las calles de aquel país hermano. Cientos de miles de colombianos protestan airadamente en las calles por las condiciones a las que el actual gobierno del derechista Iván Duque los tiene sometidos, iniciando con las reformas tributarias que trató de imponer sin el consenso de la población, y que afectarían gravemente las economías familiares.

Algunos de estos polémicos puntos fueron: que a partir de 2022 deberían declarar renta quienes ganen más de un equivalente a 660 dólares mensuales; a partir de 2023, ampliaría aún más el rango de colombianos que tendrían que pagar esa obligación, pues el impuesto del 10% aplicaría para quienes tengan ingresos por alrededor de 374 dólares al mes. Esto en un país donde el salario mínimo es de 248 dólares.

También planteó un aumento del 19% a la tarifa de los servicios públicos, agregando un impuesto a productos básicos de la canasta familiar. Contrario a la activación, a la generación de empleo y a la recuperación económica de los ciudadanos, la Administración Duque buscó fondos con un costo de vida más alto, lo que detonó el estallido social, que ha tenido como resultados la muerte de decenas de civiles mientras protestaban, a manos de las fuerzas policiales.

Además, después de la muerte de varias personas por disparos de las autoridades durante las protestas gubernamentales, los manifestantes solicitan ahora la desintegración del ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisturbios), que son acusados de reprimir a los protestantes.

También se manifiestan contra un proyecto de reforma de salud, exigen el cumplimiento de lo acordado en el Acuerdo de Paz en 2016 –entre el gobierno y la guerrilla de las FARC- rechazan las políticas militares y conservan su posición contra la fractura hidráulica (fracking) y las fumigaciones con glifosato –sustancia altamente cancerígena- que el gobierno pretende reiniciar.

Para el gobierno de Duque, las prioridades son otras. Así, en 2020, el gasto militar de Colombia fue el segundo de toda Latinoamérica, sólo por detrás de Brasil. También hay dinero para el programa propagandístico diario de Duque, financiado por los impuestos”. (Die Tageszeitung)

A pesar de que Duque ya echó marcha atrás con su reforma tributaria, las protestas continuarán. Las centrales obreras y el Magisterio, que conforman el Comité Nacional del Paro, así como las organizaciones independientes que convocaron a las marchas aseguraron que continuarán en las calles porque el proyecto fiscal era solo uno de los descontentos de la población.

De continuar las protestas en las calles, el gobierno de Duque es probable que decrete el estado de “conmoción interior”, uno de los nominativos para el conocido como “estado de excepción”, en el que ante la amenaza de la pérdida de la soberanía o el orden social se sale del control gubernamental, el presidente asume el poder absoluto del país, concentrando en él los tres poderes, hasta que la situación se encuentre nuevamente controlada.

El mentor de Duque y líder verdadero de la derecha reaccionaria, Álvaro Uribe (el expresidente que entregó prestado parte del territorio a Estados Unidos para que construyeran bases militares del Comando Sur de sus Fuerzas Armadas), es el que con mayor urgencia pide al gobierno que lo decrete para frenar el nuevo estallido social que ha dejado al menos 37 muertos. «Buscan justificar la represión y empañar la legítima protesta. ¿Vandalismo inducido para justificar conmoción interior? Alerta, está en riesgo la democracia», advirtió Carlos Eduardo Caicedo, actual gobernador del departamento de Magdalena.

Las manifestaciones son, en parte, la continuación de un movimiento que se extendió por América Latina a fines de 2019, cuando la gente tomó las calles en Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Nicaragua y otros lugares.

La protesta de cada país era distinta. Pero, en todos, la gente expresaba sus quejas por las oportunidades limitadas, la corrupción generalizada y los funcionarios que parecían estar trabajando en contra del pueblo.

Luego llegó la pandemia. América Latina fue una de las regiones más afectadas por el virus en 2020, con cementerios llenos hasta el límite de sus capacidades, los enfermos morían mientras esperaban a ser atendidos en los pasillos de los hospitales y los familiares pasaban las noches haciendo fila para comprar oxígeno médico en un intento por mantener vivos a sus seres queridos.

Las economías de la región se contrajeron un 7 por ciento, en promedio. En muchos lugares, el desempleo, especialmente entre los jóvenes, se disparó. (NYTimes)

Esta explosión de frustración en Colombia, dicen los expertos, podría presagiar disturbios en América Latina, donde varios países enfrentan la misma combinación explosiva de una pandemia implacable, dificultades crecientes y la caída de los ingresos del gobierno.

La fuerte conexión de las naciones latinoamericanas, puede provocar que las manifestaciones recobren fuerza saltando de un país a otro, y extenderse por toda la región.

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Comisión Mexicana de Derechos Humanos denuncia crímenes de lesa humanidad del gobierno chino contra comunidad uigur

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Por Francisco Junco //

“Hoy, en pleno siglo XXI, sucede una de las mayores crueldades que el ser humano puede cometer contra otro”, es la denuncia que hizo el presidente de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos (CDMH), René Bolio Halloran, al referirse a los hechos que se registran a diario en Xinjiang, donde el gobierno chino se muestra contra la etnia musulmana Uigur.

“Son de dimensiones brutales en la historia actual. El comunismo chino es más que inhumano, es antihumano”, señaló Bolio Halloran, al denunciar públicamente el ataque a este pueblo en conferencia de prensa.

En el encuentro con los medios estuvo presente Zumretay Arkin, que es la vicepresidente del Congreso Mundial Uigur (WUC por sus siglas en inglés), quien aseguró que, ya desde 2017 hay alrededor de 3 millones de uigures y otros grupos étnicos túrquicos, detenidos arbitrariamente en campos de concentración.

“Estas detenciones, en estos campos de concentración, los detenidos son por tiempo indefinido, sin representación legal, recluidos en condiciones muy precarias, torturados y asesinados; y cuando menos son obligados a someterse a un adoctrinamiento político y cultural”, señaló.

Zumretay Arkin condenó que el gobierno de China, encabezado por Xi Jinping, aplique programas de esterilización forzada y abortos de mujeres uigures, además de violaciones y abusos sexuales en los campamentos.

“Lleva a cabo una política de separación familiar y los niños son enviados a orfanatos estatales; sin embargo, padres e hijos laboran en fábricas en condiciones de trabajo forzado y barato en las industrias del algodón y confección, automotriz, solar y la agricultura”.

René Bolio destacó que lo importante es que la información sobre el sistema de campos fue corroborada por la reciente filtración de documentos oficiales del Partido Comunista de China (PCCh): Uyghur Region Papers, China Cables y la lista Qaraqash.

Así mismo, dijo, que los nuevos documentos filtrados por el Doctor Adrián Zenz apoyan el argumento de que el PCCh tiene la intención de exterminar a los uigures y sus raíces, ya que hay un plan de destrucción generalizada de lugares culturales físicos y otros de importancia religiosa, así como la prohibición de la lengua Uigur, vigilancia masiva en donde cada zona urbana está equipada con una densa red de cámaras de seguridad, puestos de control y comisarías de conveniencia.

En 2017 se recogieron muestras de ADN, huellas dactilares, escáneres de iris y grupos sanguíneos de todos los residentes de la región con edades comprendidas entre los 12 y los 65 años siendo más de 18,8 millones de personas, para tener un control total sobre cada uno de ellos.

René Bolio informó que la propia ONU ha hecho una investigación, bajo la izquierdista Michele Bachelet, alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y el resultado es concluyente en las terribles dimensiones de lo que sucede en China Occidental y que “el régimen comunista se ha encargado de ocultar”.

Zumretay Arkin comentó que la respuesta mundial al genocidio ha sido, por ejemplo, que Estados Unidos, junto con la UE, Reino Unido y Canadá, han impuesto sanciones selectivas a funcionarios y entidades chinas implicados en abusos contra los derechos humanos en la región Uigur.

“La Ley de Prevención del Trabajo Forzoso prohíbe las importaciones procedentes de la región Uigur a menos que las empresas puedan demostrar que sus productos no se han fabricado con trabajos forzados”, acotó.

Así mismo, anunciaron se llevan a cabo esfuerzos diplomáticos para que diversos organismos internacionales, aprueben resoluciones e informes que arrojen luz sobre las violaciones de los derechos humanos y emitan declaraciones conjuntas condenando las acciones de China con investigaciones exhaustivas y rendición de cuentas.

Sin embargo, la influencia de China en la ONU ha impedido cualquier acción o resolución unificada que condene explícitamente las acciones como violaciones de los derechos humanos en la región Uigur. Y aunque ha habido presión internacional, la falta de acuerdo entre los Estados miembros de la ONU sobre cómo responder a la crisis ha limitado la eficacia de cualquier acción colectiva.

Incluso dijo que varios embajadores de México en China se han prestado a esta farsa, y que estos sistemas de represión se aplican en Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Además, el gobierno chino ha negado sistemáticamente las acusaciones, calificando los campos de concentración como “centros de formación profesional” destinados a combatir el extremismo. Pekín ha lanzado campañas mundiales para desacreditar críticas y presentar sus políticas como beneficiosas.

René Bolio agregó que “el mundo no lo sabe, porque el Partido Comunista Chino, además de asesinar, encerrar, esterilizar, y deportar a los Uigures, hace una campaña para silenciar lo que sucede. En todo el mundo, incluyendo México, China impide que esta terrible verdad salga a la luz, por ello es tan importante este evento.

El presidente de la CMDH resaltó que, entre más personas sepan lo que sucede, menor impunidad tendrá. Las relaciones con una dictadura comunista deberían condicionarse seriamente al respeto de los seres humanos y sus derechos.

“Hacemos un llamado al gobierno y a la sociedad mexicana para ser solidarios y unidos a esta etnia y se haga un fuerte reclamo exigiendo el fin del exterminio a la población Uigur. En este momento la CMDH, en conjunto con la sociedad civil organizada, comenzaremos una campaña de visibilidad y firmas dirigida a la presidente Sheinbaum y a la Secretaría de Relaciones Exteriores para que exijan el cumplimiento absoluto en materia de Derechos Humanos a la República Popular de China, y que la sociedad sepa que, cuando consume productos chinos, parte importante de ese dinero gastado va a las arcas de los criminales comunistas chinos”, resaltó en su mensaje.

Rene Bolio, agregó haciendo énfasis en que el 25 por ciento del algodón mundial procede de la región Uigur, y es fruto de trabajo esclavo forzado. “Estas crueles acciones son, de acuerdo con el Estatuto de Roma, crímenes de Lesa Humanidad. Estos son los crímenes más graves, porque nos lesionan a todos”, concluyó.

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El fenómeno trumpista

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Opinión, por Miguel Anaya //

A unos días del apabullante triunfo de Donald Trump y pasando la efervescencia del momento podemos analizar con mayor calma el porqué de una nueva victoria del controvertido empresario.

Primero, desmenucemos los números electorales: Trump necesitaba 270 votos del Colegio Electoral y consiguió más de 300, si hablamos de votos efectivos el presidente electo logró 5 millones más de sufragios que su competidora, además, logró triunfos en Estados qué aparentemente se inclinaban por los demócratas como lo fueron Wisconsin y Minnesota.

Lo arrollador del triunfo Trumpista se entiende por varios factores entrelazados entre sí y como cada historia de éxito, convergen errores de un lado y aciertos del otro, algunos de los que podemos mencionar son los siguientes:

La percepción económica. Debido a múltiples factores la inflación en Estados Unidos se disparó durante los primeros años del gobierno de Joe Biden y aunque el fenómeno se ha controlado durante los últimos meses el poder adquisitivo de los ciudadanos norteamericanos se fue mermando, haciendo extrañar la administración de Trump.

La mala elección demócrata. Desde la etapa final del periodo presidencial de Joe Biden, este dio muestras de tener una salud mermada, enviarlo a contender por la reelección fue un error que costó caro al partido con tintes de izquierda, al entrar Kamala Harris en sustitución el tiempo fue insuficiente para levantar una campaña que empezó con muchos negativos.

El discurso republicano. Los republicanos entendieron que existe un sector muy amplio entre los estadounidenses que se sienten lastimados por las políticas de subvención y de permisión alentadas por los demócratas, al pronunciarse duramente contra las ayudas sociales, la inmigración ilegal y la economía globalizada, lograron aglutinar a los votantes conservadores y/o que consideran que Estados Unidos se ha mermado en su economía, seguridad o valores por alguno de los temas señalados.

La campaña Trumpista. Donald Trump sacó rédito de cualquier tipo de ataque recibido. Cuando se le señaló por misógino o machista, presentó sin temor sus valores conservadores; al ser acusado de xenófobo, realzó su plan migratorio en defensa de América; cuando fue víctima de un atentado logró promocionar la fotografía más icónica del presente siglo; fue criticado por hacer campaña en un McDonald’s, entonces se vistió de recolector de basura, se subió a un camión y mencionó que sacaría la suciedad del gobierno, acciones qué gustaron a sus seguidores y que lo posicionaron en la agenda mediática.

La participación de las minorías. Cuando se piensa en minorías se suele referir a aquellos grupos de la agenda woke qué representan a ciertos grupos que generalmente enrolan ideas de izquierda, sin embargo, la campaña republicana logró llegar a estratos conservadores como comunidades Amish que fueron vitales en la elección de Pensilvania, iglesias cristianas y trabajadores manufactureros principalmente blancos. Resultó que el 5 de noviembre esos grupos salieron a votar en masa por el candidato republicano.

Estos cinco factores y algunos otros más explican la avasalladora victoria del empresario y político, muchas lecciones dejan al mundo pues la ola derechista empieza a crecer en occidente, ejemplos como el de Argentina, El Salvador, España, Francia, Italia, Reino Unido, entre otros, dan muestras de que el momento político y social se inclina por valores más conservadores.

En México, algunos celebran a victoria de Trump y otros más lo ven con reservas pues el discurso del presidente electo ha sido duro contra los inmigrantes y contra los grupos de la delincuencia organizada a quienes ha dicho que clasificará como grupos terroristas.

Hay mucho trabajo por hacer de parte del gobierno mexicano para poder llevar una buena relación con el vecino del norte que recibe a millones de paisanos y que representa más del 70% de las ventas de productos mexicanos en el extranjero.

Para los promotores del discurso de izquierda hay que decir que por su configuración económica China no puede ocupar el lugar de comprador ni las posibilidades migratorias que representa EE. UU. para nuestro país. Con sus buenas y malas hay que adaptarnos a la nueva realidad del mundo.

 

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El triunfo de Trump: La resurrección de la incorrección política en Estados Unidos

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En el imperio romano, los gladiadores no solo luchaban contra sus oponentes, sino también contra el propio sistema que los veía como meros objetos de entretenimiento. Aunque estaban ahí para complacer al pueblo y al emperador, el simple hecho de desafiar la muerte los convertía, a los ojos de muchos, en símbolos de rebeldía y resistencia contra una sociedad que ya no escuchaba a quienes no estaban en el poder.

Con el triunfo de Donald Trump, para lo que será su segundo mandato, no estamos en la arena de un coliseo, pero sí en un escenario donde lo políticamente incorrecto ha vuelto a rugir con fuerza, y esta vez, los espectadores no solo aplauden la incorrección, sino que la celebran y la defienden.

La victoria de Trump no solo supone una nueva configuración en términos de liderazgo geopolítico; es una señal clara de cómo el discurso público y la narrativa política están siendo moldeados por figuras como él, quienes desafían la normatividad con una irreverencia que muchos consideraban obsoleta.

Esta campaña fue distinta: él, junto con sus aliados estratégicos como Charlie Kirk y sus debates en las universidades de estados clave, promovieron una ofensiva que iba mucho más allá de temas aislados, enfocándose en una narrativa que desafía de lleno los cimientos del discurso «políticamente correcto», logrando hacer que su causa sea la causa de muchos.

Donald Trump ha sido un maestro de la controversia desde su primera llegada a la política, pero en este segundo periodo, su narrativa ha ido un paso más allá. Se ha posicionado como el «antihéroe» que lucha contra lo que su base percibe como una élite moralista que domina el discurso y define lo que es aceptable y lo que no. En lugar de moverse en los márgenes de lo políticamente correcto, ha decidido darle la espalda por completo, redefiniendo el debate y forzando a sus oponentes a reaccionar constantemente a sus provocaciones.

Charlie Kirk, uno de sus más fervientes defensores y fundador de Turning Point USA, se ha encargado de extender esta narrativa en los campus universitarios, lugares que suelen ser epicentros de las nuevas ideas y donde el progresismo cultural ha florecido con fuerza. Kirk ha usado los debates en estos espacios como un escenario ideal para poner a prueba su retórica conservadora, armando un espectáculo en el que no solo combate ideas, sino que también desafía la identidad de aquellos que sostienen puntos de vista distintos. Ha puesto en primer plano temas que los republicanos habían evitado en ocasiones anteriores, como el aborto o la identidad de género, y los ha usado para galvanizar un movimiento que se ha manifestado con fuerza.

Esta ofensiva ha tenido un impacto profundo en la narrativa pública. Por un lado, el apoyo a Trump parece mostrar una fuerte resistencia al discurso tradicional de respeto a la diversidad y la inclusión. En esta nueva narrativa, esos conceptos no son derechos fundamentales, sino imposiciones que restringen la «verdad» y «la libertad». Trump y sus plataformas proponen una versión alternativa: defienden un derecho a decir lo que uno piensa, sin importar a quién ofenda. La incorrección política no es solo una postura estética, sino una declaración de principios, y su creciente aceptación podría cambiar radicalmente el tono y los temas de la conversación pública en Estados Unidos y, potencialmente, en el mundo.

Por ejemplo, temas como el aborto y la identidad de género han dejado de ser meros debates de políticas públicas para convertirse en declaraciones morales que Kirk y otros como él usan para definir a sus oponentes como «enemigos de los valores tradicionales». En sus presentaciones, Kirk no se limita a debatir, sino que también construye una identidad que cataloga a los defensores de estos temas progresistas como parte de una fuerza opresiva.

Trump y Kirk no están simplemente criticando las propuestas de la izquierda; están creando una narrativa en la que todo el establishment progresista es parte de un «régimen» que ha intentado suprimir la voz de quienes piensan diferente. Esta narrativa presenta a la «gente común» como víctimas de una élite política y cultural que impone reglas y creencias ajenas a sus tradiciones y valores.

A lo largo de su campaña, Kirk y otros influyentes en las redes han utilizado las diferencias ideológicas como un escudo para blindarse ante las críticas. En esta dinámica, la idea de debate o diálogo se transforma; ya no es una discusión abierta, sino una guerra cultural en la que solo hay espacio para la victoria o la derrota.

El segundo triunfo de Trump y el trabajo mediático de personajes como Kirk dejan lecciones importantes sobre el rumbo que podría tomar la narrativa política. La «incorrección política» no solo ha vuelto, sino que parece estar consolidándose como un lenguaje común entre aquellos que, por décadas, se han sentido reprimidos o marginados por los cambios en la cultura. Las implicaciones van más allá de los resultados electorales y pueden tener un impacto duradero en la configuración de los valores y el discurso de toda una generación.

Este cambio de paradigma podría, sin duda, remodelar la manera en que se desarrollan las campañas y los discursos en el futuro, no solo en Estados Unidos, sino también en otras democracias que observan y adoptan tendencias norteamericanas. En lugar de acatar las normas de lo políticamente correcto, es probable que veamos una nueva oleada de líderes que buscarán capitalizar en la retórica de la incorrección, argumentando que su «autenticidad» los vuelve más legítimos y dignos de confianza.

La victoria de Trump representa no solo un triunfo electoral, sino una victoria en la guerra cultural. Al estilo de los gladiadores romanos que desafiaban a un sistema al que sabían que nunca pertenecerían, Trump y sus seguidores, liderados por figuras como Charlie Kirk, han demostrado que desafiar la norma es, en muchos casos, el camino hacia el éxito en un mundo donde lo políticamente correcto había sido la regla indiscutible.

Al final, la pregunta ya no es si el discurso «políticamente incorrecto» tiene cabida, sino hasta qué punto redefinirá el ámbito político. Como los gladiadores de la antigüedad, Trump y su equipo han entrado en una arena donde la victoria no se mide solo en votos, sino en la capacidad de imponer su narrativa y de desafiar al sistema. Lo que queda por ver es hasta dónde llegarán y qué tan duradera será esta victoria.

 

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