MUNDO
Inflación mundial enciende alarmas en sistemas financieros

Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
Como lo veníamos advirtiendo en este espacio desde la primavera del 2020, algunas de las medidas tomadas por los países más poderosos para enfrentar el Covid19 y que siguieron casi todos los demás, eran una receta perfecta para la inflación.
Para los que nacimos antes de los 90s este asunto nos era común, la inflación que afectaba los ingresos de todos, pero especialmente el poder de compra de las clases económicas media y baja, que generaba a su vez una carrera de incrementos salariales.
TORMENTA PERFECTA
Las medidas para combatir el Covid19 generaron una extraña mezcla de efectos internacionales que a su vez están provocando una inflación muy importante en varios países. Por un lado, se cerraron varias de las cadenas productivas y de transporte, lo que generó escasez de artículos básicos. Recordemos el asunto del papel del baño y otros artículos de primera necesidad. A esto hay que añadir que se prendió la maquinita de imprimir dinero, como si fuese de verdad gratis y se recurrió al crédito y a los subsidios, como nunca antes.
Por otro lado, al encerrar a la gente en sus casas, aumentó el consumo de varios artículos como televisores, computadoras, celulares Etc., estos que a su vez utilizan chips cuya producción ya era limitada y ahora con menos plantas en línea (2020) y mayor demanda solo es natural que haya falta de inventarios y hasta las fábricas de autos se vean afectadas.
El tema de los transportes de Asia con destino Occidente, es otro que está teniendo grandes efectos nocivos, el aumento de la demanda, la disminución de los transportes disponibles y claros, el aumento en el precio de los combustibles, seguidos de la disminución en la producción de gas y petróleo en EUA, todo contribuye al encarecimiento de las pocas mercancías o pocos contenedores disponibles. Los contenedores de Asia no son descargados en Europa o EUA con la velocidad deseada y eso va generando cuellos de botella que poco a poco dejan los puestos saturados y a los fabricantes sin cajas metálicas para embarcar sus productos de un país o un continente a otro. Pero hace unos días leí un comentario que nos recordaba, “…si uno consume lo nacional no hay problema con la falta de contenedores…”. Hoy en día hasta nuestras salsas picantes y el papel del baño son importados. Qué decir de las cuestionablemente eficientes mascarillas (de algodón) para poder salir y estar en sociedad sin ser acusados de inmorales, esas también son en gran medida importadas.
En los contenedores no sólo se importan mercancías industriales o electrónicas, también hay alimentos y como he indicado hasta papel del baño y pañales. Hace un año, enviar un contenedor desde China hasta Long Beach, California, costaba menos de $3 mil dólares, hoy si usted encuentra uno le costará más de $25 mil dólares. Hablando de contenedores, según el NYT, la semana pasada hubo una demora de 40 mil contenedores en los patios del puerto de Los Ángeles en donde hay en total 80 mil contenedores en lugar de los 40 mil usuales.
TODOS LA PADECEN
Desde los 70s no habíamos visto algo así, inflación generalizada en casi todos los países. Alemania, Inglaterra, Francia, España, EUA, Canadá, etc.
En general en Europa la inflación promedio de los 19 países es del 3.4% y los energéticos aumentaron un 17%.
Alemania está enfrentando una inflación del 4.1 %, la más alta en 29 años. Los costos de los energéticos aumentaron en un 14% en dicho país y los alimentos más de un 5%.
Inglaterra está enfrentando una inflación del 3.2%, la más alta en 25 años (CPI). En ese país el costo de los servicios como luz, agua y gas subieron casi el 2%, el costo del transporte subió casi el 8%, lo que fue uno de los factores más importantes para el efecto general. El Banco General de ese país, equivalente a nuestro Banco Central, ha indicado que la inflación podría llegar al 4% en diciembre y mantenerse en ese nivel hasta la primavera del 2022.
Francia no está exenta de esta alza generalizada, de hecho su ministro de finanzas reconoció que los efectos económicos del desabasto y de esta inflación se mantendrán por lo menos hasta diciembre del 2022. La inflación en el país de Emmanuel Macron alcanzó el 2.7%, esta es la más alta en 10 años y puede empeorar a unos meses de la próxima elección. Estos aumentos no parecen ser muy altos, pero recordemos que hace 12 meses los parisinos habían tenido una inflación del 0.53% es decir cinco veces menor. Los energéticos aumentaron un 14% y eso afectó hasta las baguettes y los quesos.
España espera una inflación del 3%, tres veces mayor a la del 2019 y 6 veces mayor a la del 2020. La causa, ya sabemos, lo usual, el costo de los energéticos y las mercancías importadas más la impresión de dinero y los subsidios para que la gente a la que no dejaron trabajar durante meses no muriera de hambre.
Corea del Sur enfrenta una inflación del 1.8% que es la más alta en nueve años por los mismos puntos que el resto del mundo desarrollado y que obvio nos pegará a los del resto del mundo.
Canadá enfrenta una inflación del 4.1% que es la más alta en 18 años. Las causas como en los demás países desarrollados son los costos de los energéticos y de los productos cotidianos.
EUA enfrenta una inflación del 5.4%, que es el mayor incremento anual en 40 años y la más alta inflación en 13 años, similar a la que vivió allá en el 2008, exactamente antes de la gran crisis financiera. Pero a pesar de esto aún podemos sorprendernos de las respuestas de los políticos que tratan de evadir el costo de sus actos. La mejor respuesta se la lleva la Casa Blanca, su vocera salió al quite de las críticas diciendo que la inflación, la falta de mercancías en las tiendas, el aumento de la gasolina, del gas y de casi todos los alimentos de la canasta básica eran señales de que la economía estaba en recuperación, que si había carestía era porque había mayor consumo y el empleo se estaba recuperando con salarios más altos, estas declaraciones fueron emitidas unos minutos después de que el jefe de asesores del Presidente Biden re envió vía Twitter (dos veces para que fuera claro), un mensaje que aseguraba que la “… mayoría de los problemas económicos que estamos enfrentando (allá en EUA), como inflación, desabasto, etc., son problemas de la clase alta, no los tendríamos si el desempleo fuera del 10%. ¿Qué clase de persona esputa algo así eso? Es decir, que si hay desabasto es porque los que buscan comprar pañales, gasolina o gas para cocina son de la clase alta. Esta lógica indica que los que no son ricos no usan ni gas, ni gasolina ni papel del baño etc. De pena ajena el comentario.
Algo así pasó en nuestro México, cuando el afamado Don Pedro Aspe dijo que “la pobreza era un mito genial” o cuando en los 60´s un ex Presidente dijo que no debía preocuparnos la inflación y la carestía de algunos productos, porque esas cosas eran para los ricos. Pero a veces los políticos se apresuran a responder como para defender lo que saben es su responsabilidad y terminan ofendiendo mucho más por su falta de criterio que por lo que hubiera sido un silencio. Como decía mi abuela “calladito se ve más bonito”.
En los países desarrollados las alzas de salarios no han sido suficientes para mantener el poder adquisitivo mucho menos para recuperar algo del que se tenía en el 2019. Ese será el triste resumen del 2021.
REACCIÓN EN CADENA
Insisto, las nuevas generaciones no han padecido esto que en México ni en ninguna de las naciones desarrolladas, pero en nuestro país esto parecía una maldición sexenal, que incluía devaluaciones y alzas generalizadas de precios, en los que las cosas tenían un precio por la mañana y por la tarde ya era otro, haciendo imposible la recuperación del poder salarial. He de recordar que en los años 70s, la crisis fue a nivel mundial, pero cada país la sintió como si fuese el único y claro, a final de cuentas uno vota por sus gobernantes no por los de otros países algo que parece ir perdiendo valor ante la globalización. En especial cuando la moneda de uso común que es el dólar es devaluada porque en su país deciden imprimir para sobre pasar los problemas y con ello todos los que usan dólares en todo el mundo pagan parte del costo.
Lo único que no se ha dado en esta inflación mundial, que ya afecta a nuestro país, es una devaluación del peso vs dólar, espero que no se de. Si se da, será una más de tantas, pero si no se da, de verdad habría que reconocer aunque nos cueste a la actual administración, que lleva tres años con un dólar estable e incluso por momentos por debajo de los que lo recibió en ese ya lejano día primero de diciembre del 2018; aunque usted no lo crea, la inflación en México está casi al parejo que la de EUA lo que es algo poco común.
Para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico con sede en Paris (OCDE), las presiones inflacionarias a nivel mundial que vienen de los descontroles de los países más poderosos, continuarán por cuando menos otros dos años. Es decir hay que ajustar nuestros cinturones y a ver qué tan bien librados salimos de esta.
MUNDO
Bojayá y la esperanza de paz

Opinión, por Miguel Anaya //
A finales de los años noventa y principios de los 2000, Colombia vivió una crisis de violencia que superaba a la que actualmente enfrenta México. Uno de los departamentos más afectados fue el de Chocó, donde operaban las FARC, grupos delictivos y autodefensas.
El 2 de mayo de 2002, la pequeña comunidad de Bojayá se convirtió en el escenario de una de las tragedias más devastadoras del conflicto armado. En medio de intensos enfrentamientos entre las FARC y grupos paramilitares, cientos de habitantes buscaron refugio en la iglesia del pueblo, confiando en que sus paredes consagradas los protegerían del horror que se vivía afuera.
Alrededor de las 3 de la tarde, un cilindro-bomba impactó directamente en el templo, causando la muerte instantánea de 79 personas, entre ellas 48 niños. Los cuerpos quedaron mutilados y las paredes de la iglesia manchadas de sangre. Días después, el número de víctimas fatales alcanzó las 119, ya que muchos no sobrevivieron a las heridas.
Este acto brutal puso de manifiesto la vulnerabilidad de las comunidades atrapadas entre las fuerzas violentas. A raíz de este y otros eventos que conmocionaron al país, Colombia emprendió un camino hacia la pacificación y la reconstrucción social. Las políticas implementadas, que combinaban estrategias de seguridad con inversión social y económica, comenzaron a dar frutos en las dos décadas siguientes.
Según datos del Banco Mundial, la tasa de homicidios en Colombia pasó de 70 por cada 100 mil habitantes en 2002 a 25 en 2022. En ese contexto, la ciudad de Medellín llegó a tener una tasa alarmante de 380 homicidios por cada 100 mil habitantes.
El entonces gobierno colombiano aplicó la estrategia de ‘Seguridad Democrática’. Esta política implicó el despliegue masivo de fuerzas de seguridad para recuperar el control territorial, fortalecer las capacidades de inteligencia y aumentar la presencia del Estado en zonas rurales, donde guerrillas y grupos paramilitares habían establecido su dominio. La creación de redes de informantes y la colaboración con las comunidades fueron fundamentales para desmantelar estructuras criminales y reducir los enfrentamientos armados.
Tras el debilitamiento militar de las FARC, el gobierno reconoció que la violencia era también un efecto de problemas estructurales como la pobreza y la falta de oportunidades en las regiones rurales.
En respuesta, se implementaron programas de desarrollo rural que incluyeron la construcción de infraestructura, carreteras y electrificación, con el fin de conectar comunidades aisladas con el resto del país.
Además, se promovieron programas de acceso a créditos para pequeños agricultores y cooperativas rurales, incentivando la sustitución de cultivos ilícitos por productos agrícolas comerciales.
En el ámbito social, las políticas de reparación y reconciliación jugaron un papel central. La creación de una Unidad para las Víctimas permitió que quienes sufrieron violencia fueran reconocidos y compensados, generando un proceso de catarsis social.
La inversión en educación y salud fue un eje central: entre 2002 y 2022, el acceso a la educación secundaria aumentó en un 20 por ciento, mientras que la cobertura de salud pública se amplió significativamente en las zonas rurales. A pesar de que aún persisten desafíos en materia de seguridad, el avance en Colombia ha sido notable.
Esta experiencia ofrece lecciones valiosas para México. La implementación de políticas que fortalezcan instituciones, promuevan el desarrollo económico, social y fomenten la cohesión social son esenciales para revertir la tendencia de violencia.
La profesionalización de las fuerzas de seguridad, la recuperación del control territorial y la implementación de programas sociales en zonas marginadas son pasos fundamentales para reconstruir el tejido social. Políticas de desarrollo rural, como las aplicadas en el país sudamericano, podrían replicarse en México para incentivar la economía local, alejar a los jóvenes de las dinámicas del crimen organizado y generar alternativas económicas en comunidades atrapadas en el ciclo de la violencia.
En conclusión, la trágica masacre de Bojayá simboliza el profundo sufrimiento que la violencia puede infligir a una nación. Sin embargo, también demuestra que por muy cruda que sea la realidad violenta que nos rodea, esta puede cambiar con voluntad política y estrategias integrales adecuadas.
El caso de Teuchitlán debe ser un llamado a la acción colectiva. Debemos abrir los ojos y encontrar en la experiencia de otros países una guía para diseñar e implementar políticas efectivas que conduzcan a un futuro más seguro y próspero.
MUNDO
La cumbre no es eterna: El peso del poder y la caída inevitable

A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
La historia está repleta de ejemplos de líderes que, enceguecidos por la ambición, olvidaron la fragilidad de su posición. Luis XVI, convencido de que su linaje era suficiente para sostener su trono, ignoró las señales del descontento popular hasta que el filo de la guillotina le enseñó lo contrario. Napoleón, tras haber conquistado media Europa, creyó que Rusia sería otra joya en su corona, solo para encontrar en la crudeza del invierno su Waterloo anticipado.
El ascenso y la caída de los poderosos no es un fenómeno reciente ni exclusivo de una geografía en particular. Desde la antigüedad, los imperios han crecido con el ímpetu de la ambición y se han desplomado con la misma rapidez con la que olvidaron los límites de su propio poder.
Alejandro Magno conquistó medio mundo, pero murió sin dejar un heredero capaz de sostener su imperio. Julio César creyó que su popularidad y victorias militares lo hacían intocable, hasta que sus propios aliados decidieron que representaba una amenaza mayor que un beneficio. La política, como la historia, es una danza peligrosa entre la gloria y la ruina, donde el exceso de confianza suele ser el último paso antes de la caída.
El mito de Ícaro nos recuerda precisamente esto: el peligro de volar demasiado alto sin medir las consecuencias. Ícaro, fascinado por su recién adquirida capacidad de volar, olvidó la advertencia de su padre y ascendió hacia el sol, hasta que el calor derritió la cera de sus alas y cayó al mar.
La política, como la vida misma, requiere de equilibrio. Quien se eleva sin mesura, sin comprender la delgada línea que separa el éxito de la caída, está condenado a desplomarse con mayor fuerza. El poder tiene un peso que pocos pueden sostener sin perder la compostura. No se trata solo de alcanzar alturas, sino de saber mantenerse en ellas.
Pero si Ícaro es el ejemplo de la caída, Sísifo representa la otra cara de la moneda: el castigo de quienes están atrapados en una lucha interminable. Su condena consistió en empujar una roca cuesta arriba solo para verla rodar de nuevo al punto de partida. En la política, muchas veces la lucha es constante y el esfuerzo parece nunca rendir frutos.
Sin embargo, el verdadero peligro no está en la repetición del intento, sino en la ilusión de que la cima es un lugar permanente. Muchos políticos creen que el poder les pertenece, que su ascenso es definitivo y que su esfuerzo no necesita ajustes. Pero la realidad es que la piedra siempre caerá, y lo único que define a los grandes es cómo afrontan la inevitable repetición del ciclo.
No hay imperio ni liderazgo que sea eterno. La historia es cíclica, y los excesos suelen conducir al mismo desenlace. En México y en el mundo, las trayectorias políticas están marcadas por ascensos meteóricos y caídas estrepitosas. Basta con observar cómo en cada sexenio surgen figuras que, creyendo haber conquistado la cima, terminan en el olvido o el descrédito. Quienes llegan al poder suelen olvidar que su estancia en la cúspide es efímera, que la rueda del destino sigue girando y que lo que hoy es gloria mañana puede ser polvo.
El sistema político parece diseñado para producir nuevos Sísifos, figuras condenadas a empujar sus delitos cuesta arriba, solo para verlos rodar nuevamente cuando cambian las administraciones. Cada sexenio, cada legislatura, cada relevo de poder trae consigo un ajuste de cuentas disfrazado de justicia o renovación, donde los caídos de ayer se convierten en los verdugos de hoy y los actuales intocables pronto serán las nuevas piezas sacrificables. La impunidad no es eterna, pero sí cíclica, y quienes creen haber asegurado su permanencia descubren, tarde o temprano, que la roca siempre vuelve a caer.
Las reformas, los cambios de gobierno y los giros políticos no son más que un nuevo acto en esta obra repetitiva, donde las promesas de castigo a la corrupción se mezclan con la selectividad de la justicia. Los escándalos que hoy cimbran las instituciones terminan convertidos en anécdotas cuando el tiempo y la indiferencia los diluyen, hasta que nuevos nombres ocupan los titulares y el proceso vuelve a empezar. En este juego de relevos, algunos consiguen deslizarse entre las grietas del sistema, mientras que otros terminan aplastados por el peso de sus propias ambiciones.
Y así, en un ciclo interminable, la historia se repite de forma tal que la pregunta no es si caerán, sino cuándo y con qué consecuencias. Algunos lo harán con estrépito, arrastrando consigo estructuras enteras y exhibiendo las miserias del sistema; otros, con sigilo, desaparecerán en la sombra de negociaciones y pactos que les garanticen una caída suave. Pero la constante es ineludible: nadie se mantiene en la cumbre para siempre, y aquellos que creen haber burlado el destino solo están posponiendo lo inevitable.
La enseñanza es clara: la política requiere mesura, prudencia y un entendimiento profundo de la transitoriedad del poder. Nadie es eterno en el cargo, y quienes lo olvidan terminan consumidos por el peso de sus propias decisiones.
En la vida, como en la política, el equilibrio lo es todo. El dinero, el éxito y la influencia pueden convertirse en espejismos que hacen olvidar el propósito inicial. La historia nos ha enseñado que aquellos que se ven a sí mismos como intocables, como dueños de un destino inalterable, terminan siendo arrastrados por la corriente de su propia soberbia. La verdadera habilidad no está en acumular poder, sino en administrarlo sin perder el sentido de la realidad.
El desafío es claro: no ser Ícaro ni Sísifo, sino aprender a volar sin olvidar que siempre habrá una caída, y a empujar la piedra con la consciencia de que el esfuerzo nunca es definitivo. Porque en la política, como en la vida, nadie es eterno en la cumbre, y solo aquellos que lo entienden logran caer con dignidad y levantarse con sabiduría.
MUNDO
Los narcos gringos, primera parte

Opinión, por Gerardo Rico //
“La violencia urbana en Estados Unidos, que en ciudades como Chicago, Baltimore, Los Ángeles y Nueva York arroja estadísticas preocupantes de por lo menos una persona asesinada a diario, está directamente ligada a la venta de drogas y por ende al narcotráfico mexicano.
Sin embargo, en una sociedad como la estadounidense, con su gobierno acostumbrado a buscar fuera de sus fronteras a los culpables del problema de la demanda y el consumo de drogas, los asesinatos cometidos todos los días por pandilleros o entre pandillas no son algo que valga la pena resaltar a nivel nacional; es más, si el muerto o los muertos son afroamericanos o hispanos, el gobierno hace todo lo posible por meter el asunto debajo de la alfombra”.
En la Unión Americana no existen estructuras lineales en las organizaciones del narco, como las hay en México y otras naciones latinoamericanas. Los narcos gringos trabajan con cualquier cártel y con varios al mismo tiempo cuando es posible. Son operadores que se encargan de la logística para transportar, distribuir y vender drogas. Su tajada se reparte entre muchos, son como una cadena de trabajadores independientes que prestan sus servicios a los narcos extranjeros.
“Lo que no hay en Estados Unidos son cárteles, no hay una estructura piramidal de capos entre los narcos gringos, menos aún un narcotraficante estadounidense destacado en comparación con los logros criminales alcanzados por delincuentes como Pablo Escobar Gaviria, Rafael Caro Quintero o el Chapo Guzmán”.
Este es apenas un bosquejo del libro “Los narcos gringos”, una radiografía inédita del tráfico de drogas en Estados Unidos, que fue escrito por el periodista Jesús Esquivel, corresponsal de la revista Proceso desde 1989 en Washington D.C., acreditado ante la Casa Blanca, el Congreso Federal y el Departamento de Estado de Estados Unidos. Hay que destacar que el libro fue editado en el 2016 y los derechos de edición son de Penguin Random House.
Ante las medidas del presidente Donald Trump, quien declaró como grupos terroristas a los cárteles de la droga en México, y las advertencias de funcionarios de su administración que podrían intervenir militarmente en nuestro país para terminar con estos, se me hizo muy interesante realizar una reseña de este libro que describe cómo opera el narco en el vecino país del norte.
“Las narcas gringas no son como las buchonas sinaloenses ni andan subiendo fotos al Facebook acompañadas de “su hombre” o ataviadas con joyas y vestidos de diseñador; son casi imperceptibles: están en todos lados, pero no se ven. Viven en grandes urbes como Nueva York, visten como ejecutivas y en algunos casos lo son, pero están más concentradas en hacer dinero fácil”.
En la Gran Manzana no llama la atención ver a una mujer blanca caminando por Park Avenue vestida con un traje sastre y con un portafolios en la mano: alguien así se puede considerar una más de las abogadas, empresarias o vendedoras de acciones financieras en Wall Street.
La lucha contra la violencia urbana es la guerra del gobierno estadounidense contra sus narcotraficantes y contra el comercio de drogas, pero aquel no lo admite y prefiere mantenerla disfrazada como “lucha contra la violencia”. En la DEA se desarrolló la Estrategia de ahogamiento, concentrada en su totalidad a combatir el tráfico de drogas al nivel de los pandilleros.
El objetivo de esta estrategia fue el identificar a los intermediarios estadounidenses de los cárteles mexicanos, personajes que se encargan de establecer la relación directa de un cártel con las pandillas de Estados Unidos. Los intermediarios son los que reclutan a los pandilleros y uno de los lugares favoritos para este objetivo es el sistema carcelario a nivel estatal y local.
Con cifras de hace nueve años, el autor del libro precisa que “para tener una idea del problema solo hay que mirar lo que sucede en Chicago: tiene el sistema carcelario municipal más grande de Estados Unidos y del mundo, el cual alberga entre 9,000 y 13,000 presos, de los cuales más del 80% purgan condenas por delitos relacionados con la violencia urbana pandillera y la venta de narcóticos”.
“La gravedad y el tamaño de la epidemia del consumo de drogas en Estados Unidos es auténticamente una calamidad; la muerte de jóvenes estadounidenses por sobredosis de narcóticos parece un hoyo negro sin fondo. Desde el gobierno federal de este país, la mejor práctica para enfrentar el problema del tráfico internacional de narcóticos sigue siendo buscar responsables fuera de sus fronteras; en este contexto de irresponsabilidad y de delegar a otros las culpas y las consecuencias de sus problemas de salud pública y educación, se augura que México seguirá siendo el villano favorito de la Casa Blanca y del Capitolio”.
Los Narcos Gringos, de Jesús Esquivel, además de ser una lectura amena, describe cómo operan los brókers, los narco motociclistas y narco camioneros, las narco pandillas los informantes y la narco corrupción gringa, entre otros capítulos por demás interesantes y que no pierden actualidad.
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