OPINIÓN
Maleck y las vítcimas

Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //
Hablemos de corrupción e impunidad conceptos básicos para nuestra sociedad, lo leemos constantemente, lo escuchamos en cada discurso pronunciado por los políticos y gobernantes, son dos palabras increíblemente utilizadas para generar percepción y honrar indiscriminadamente las posiciones de autoridades en función, con estas dos palabras llegaron a sus cargos públicos y con las mismas desvían las responsabilidades, cuando de rendir cuentas a la ciudadanía se trata.
El caso del joven futbolista Joao Maleck, donde la evidente manipulación del tratamiento inicial de la zona del accidente, los involucrados, los primeros respondientes y el ejercicio del ministerio público en tan impactante accidente vial, hoy tenemos un suceso delicado y lamentable puede quedar en la impunidad, por una administración de justicia dudosa y posiblemente amañada por el poder y el dinero.
Resulta dolorosa la historia de las víctimas del accidente, dos jóvenes recién casados Fernanda y Alejandro que perdieron la vida en manos de quien al parecer la vida no la percibió como una responsabilidad propia y ajena, sin embargo nos corresponde ver lo gravoso de este accidente como sociedad, asistiendo a la familia de Fernanda quien salió a los medios para solicitarnos ayuda, tratando de evitar que su caso se vaya sin castigo, se olvide y deje un mensaje nada positivo de que con dinero y asistencia indebida, se logra salvarse de la responsabilidad de matar personas en la calle.
La lección es general y va para las instituciones encargadas e involucradas a todos los niveles, las que llegaron al lugar de los hechos como primeros respondientes, las que no acordonaron ni cuidaron la escena y la actuación del M.P, quién al parecer no procuró como lo es su función pública de cara a la sociedad, velar porque nadie quedara impune ante la evidente culpabilidad y responsabilidad del conductor del vehículo, como sociedad nos deja de enseñanza que somos vulnerables y expuestos a quienes cuentan con los medios para evadir y sortear responsabilidades penales, a quienes tienen los contactos y la billetera para este tipo de contingencias familiares, lo peor es que lo sabemos es parte de la cultura del poder y de las sociedades divididas en estratos sociales, este es México.
El caso de Joao Maleck debió dejarnos un mensaje distinto, uno donde no se clamara justicia y las defensas legales de ambas familias fueran limpias al proceso penal, armadas de sus estrategias jurídicas buscando la justicia que hoy claman las víctimas y los responsables buscarán las penas mínimas en proporción a los agravantes reales del caso, sin la ventaja que causa la colusión, simulación y corrupción con la que este caso llegó a la procuración de la justicia penal.
En este sentido cabe hacer mención que la responsabilidad es general de los gobiernos, autoridades y ciudadanía, como sociedad no podemos permitir que el caso de Fernanda y Alejandro, sea uno más de aquellos que en pláticas sociales y familiares nos contemos con toda naturalidad “Te acuerdas del futbolista que mató a la pareja en Zapopan y salió libre, porque dicen que no iba alcoholizado ni a exceso de velocidad”, eso debe ser imposible sabemos la verdad y nos convertiría en una sociedad tibia, altamente condescendiente con la corrupción y la impunidad, pero sobre todo nos puede cambiar en una víctima más que tal vez no tenga los medios de comunicación para ponerlo a consideración de la sociedad.
Jalisco cuenta con casos que vulneran a la sociedad, el de Joao Maleck y el de la joven Anahí, quien falleció luego de que policías de Guadalajara dispararan al vehículo en el que trasladaba, los cuales al parecer pueden quedar en lo que no deber ser, debido a posibles actos de simulación que darán origen a la corrupción de las instituciones involucradas, permitiendo al final la impunidad; por lo tanto aquellos que nos gobiernan fracasan en el ejercicio de su función de manera deliberada y pareciera que eso no es importante, mientras no fallen políticamente en sus acuerdos con grupos de poder, para generarse apoyo en tiempo electoral, por lo tanto lo que la sociedad reciba y perciba es lo de menos, ni los altos niveles de inseguridad o la corrupción que engendra impunidad, les causa incertidumbre en materia política electoral y no es correcto solo nos dejan bastante claro que no llegan al poder solo por el voto y la buena voluntad de otorgarles la confianza, de ser así cuidarían su ejercicio público de poder y gobernanza, como si la sociedad de verdad tuviera en sus manos el futuro de un gobierno, a través de la participación social.
Deportes
El VAR no fue la solución: El arbitraje, amo y señor del futbol mexicano

Miscelánea Deportiva, por Esteban Trelles Meza //
Primeramente, debemos establecer la personalidad de los señores nazarenos con esa aura de grandeza y prepotencia con la que se manejan siempre, sintiéndose los “plus ultra” del universo. Los salarios que perciben los árbitros en Primera División por encuentro o partido son de 40 mil pesos, los asistentes 25 mil pesos cada uno y el 4.º árbitro con 10 mil pesos y un sueldo fijo mensual de 27 mil pesos.
Se dice que el llamado “Gato” Ortiz (pedante y odioso, por cierto) obtuvo la cantidad de 150 mil pesos en la final pasada entre Cruz Azul y América en el Torneo Clausura 2024, con una actuación desastrosa, marcando un penal que no fue a favor del América (qué raro, ¿verdad?).
El susodicho VAR no sirve de nada. En el audio de ese encuentro determinó que no existió falta que el aferrado árbitro en cuestión marcó de inmediato; el VAR lo reconoció, fue a las pantallas a revisar, dejando la decisión a su criterio; por supuesto, ratificó su dicho.
Se supone que el VAR, conformado por árbitros también, tienen la última palabra e incluso con la diadema le indican al árbitro una revisión exhaustiva de varias tomas en las cámaras, tienen mejores herramientas tecnológicas para analizar con justicia sus determinaciones, lo dan a conocer al silbante, esperando brevemente e incluso ni siquiera acuden a las pantallas exprofeso para revisar que se encuentran en cancha en una pequeña cabina, subordinándose la decisión de ellos.
Ahora bien, se habla mucho de la multipropiedad que inició el América primero que nadie con su hermano consanguíneo el Necaxa de los ex electricistas que adquirieron y manejaron a su antojo por mucho tiempo.
Al paso de los años se deslindaron de su franquicia necaxista, no por otra cuestión que la económica exclusivamente, que ni los propios familiares acudían a sus encuentros y decidieron por asuntos financieros deshacerse de ellos, teniendo un episodio positivo en el que conjuntaron un equipazo, se supone con “desechos” del América, que el hermano menor salió “respondón” y obtuvieron 3 campeonatos de Liga.
Tiempo después aparece el equipo Pachuca vegetando por décadas en Segunda División hasta lograr su ascenso a la primera y mantenerse incluso como protagonista y animador frecuente obteniendo varios campeonatos de Liga, y el único en obtener como equipo mexicano un torneo sudamericano en su brillante etapa en Primera División
El Grupo Pachuca se expande y compra al equipo León, manteniendo su franquicia en Guanajuato, “Donde la vida no vale nada”, que obtiene como su hermano mayor sendos campeonatos de ligas con Jesús Martínez al frente, su hijo lo nombra presidente y después aparece un hermano y se reparten el pastel (entre los dos equipos).
Ahora bien, por qué menciono esta cuestión del tema arbitral lo de la multipropiedad, la respuesta tiene que ver con la justicia deportiva que debe prevalecer siempre con la frase célebre del Varón Pierre de Coubertin en las olimpiadas “Lo importante no es triunfar sino competir”.
Para los ambiciosos desmedidos, no tiene razón de ser esta frase que habla del espíritu de la competitividad en aras de una formación de sana convivencia a través del deporte, que él mismo nos une como hermanos universales, en una paz y concordia sin distingo de razas y colores, siendo uno mismo el globo terráqueo y sus habitantes.
Quien tiene más peso específico y ventajas en este fútbol nuestro, la multipropiedad o las televisoras dueños de equipos que transmiten sus encuentros en el que tienen la manipulación tendencias y simpatías gracias a los comentaristas que son en realidad la “mafia del poder”, que ya no sutilmente sino de manera descarada crean afición con la difusión y promoción de sus equipos, que engañan, mienten y manipulan a su antojo.
Los miles de millones de dólares invertidos por los dueños de equipos no pueden estar a manos de un arbitraje comprado, que favorece a los grandes equipos que invierten cada temporada, que uno en especial tiene las preferencias y simpatías que los que conocen del fútbol saben a quién me refiero.
La crisis del arbitraje es desde siempre, puesto que no existe la justicia deportiva ni mucho menos la ética y el profesionalismo entre el cuerpo arbitral del máximo circuito en este país.
Públicamente, se dio a conocer a equipos como el “Alebrijes” en la Liga de Expansión con audios y vídeos, pactando resultados para favorecer apuestas (directivos), que, por otro lado, también sucede en las mejores familias (Italia, España, Alemania, entre muchos).
El arbitraje mexicano de inicio está viciado desde siempre con personajes al frente de la Comisión de Arbitraje recordando al exfutbolista el “Gansito” Aarón Padilla como Presidente de árbitros un tiempo, como actualmente sucede 2025 con el exfutbolista Juan Manuel Herrero que los nombra la FMF, que también sabemos quién controla el futbol mexicano y los derechos de transmisión de la selección nacional.
El actuar de los árbitros se inclina casi siempre por el anfitrión que recibe a sus equipos contrincantes de visita y los favorece, confabulados por los comentaristas televisivos, maquillando sus apreciaciones.
Los equipos importantes, por supuesto, llevan ventaja siendo elogiados con exageración; los árbitros se “cuadran” en alguna decisión polémica y los rodean varios jugadores para presionar y amedrentar sus decisiones (América, UANL, Monterrey, Toluca, entre otros).
Existen jugadores que “pesan” para los árbitros y se imponen, como el caso del francés André Pierre Gignac, que los censura, insulta y amedrenta, o el pandillero jugador que hace honor a sus tatuajes, el español Sergio Ramos, que “descuenta” adversarios en los forcejeos en el área cuando va al ataque, partido tras partido, que los árbitros cobardes ni siquiera lo amonestan.
Lo más increíble y para Ripley que varios tienen gafete internacional, que al parecer sacan sus nominaciones en una bolsa de papitas o frituras.
El perfil de los árbitros marca mayormente en el trabajo de gimnasio, que algunos hasta “fortachones” se ven, dejando de aplicar el reglamento que por cierto sus criterios son dispares calificando de diferente manera una misma jugada, algunos en expulsión para los equipos débiles o inferiores, ya que los equipos importantes les tienen demasiado respeto, notándose su parcialidad.
El jugar fútbol profesional o semiprofesional es ventaja para quien lo hace lo mismo que ser comentarista o analista deportivo, los árbitros son sin excepción personajes que nunca practicaron nada a excepción del “bebeleche”, canicas, trompo o yoyo.
El VAR es un verdadero fraude, teniendo personajes del mismo cuerpo arbitral que se manejan con un lenguaje soez y corriente gracias a los audios que se han difundido públicamente y demuestran su pobreza y limitación de mentes limitadas.
Hugo Sánchez tiene toda la razón al comentar como analista (ESPN) y excepcional exfutbolista y entrenador que los personajes del VAR deben tener un mínimo de dos exfutbolistas para entender en esencia pura, las circunstancias naturales de determinadas faltas, algunas accidentales y otras con alevosía y ventaja, así como la línea que la ponen a conveniencia para “justificar” una decisión polémica, y máxime si intervienen los comentaristas serviles y manipuladores para influir en determinada jugada, en este caso un fuera de lugar o penal.
Él “valemadrismo” del mexicano común hace la diferencia donde abundan personajes sin criterio y conocimiento de causa que, por supuesto no tienen la racionalidad que las circunstancias exigen en un deporte de alto rendimiento y requiere personajes decentes, honestos que no tengan preferencias y simpatías por algún color escudo o “nómina clandestina”, que nuble su juicio e incida en manipulaciones y falacias ante los telespectadores.
A través de la innovación del llamado VAR este órgano auxiliar toma decisiones directas que transmite al árbitro central para dictaminar una jugada de gol, expulsión, fuera de lugar, etc., y el árbitro está obligado a atender sin objeción.
La FMF, órgano jurisdiccional de la Liga MX y la propia FIFA no son garantes de justicia, sino todo lo contrario, envueltos en corrupción desde siempre a conveniencia de las potencias futbolísticas sumisas y entreguistas, no son nada democráticos, repiten sedes mundialistas y tienen más agremiados junto al movimiento olímpico que la misma ONU.
Por último, la hipocresía del América, su prepotencia y arrogancia, despidieron a Leo Beenhakker y ahora lo homenajean ante su deceso. Cuando lo sacaron del equipo fue por capricho de la familia Azcárraga (del “Güero” Burillo), por no acatar una decisión administrativa.
E-mail: etrememodelos@hotmail.com
JALISCO
Un comienzo con luces y sombras de Lemus en tragedia de desaparecidos

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
La crisis de desapariciones en México, y particularmente en Jalisco, es una herida abierta que refleja la descomposición del tejido social y la incapacidad del Estado para garantizar la seguridad y la justicia con gobernantes que han evadido su responsabilidad, minimizando el grave problema.
La llegada de Pablo Lemus al Gobierno de Jalisco despierta una mezcla de esperanza y escepticismo en un estado que carga con la vergüenza de ser líder nacional en desapariciones, con más de 15,000 personas perdidas en las sombras.
Lemus ha dado pasos iniciales que, al menos en el discurso, reconocen la gravedad del problema, algo que su predecesor, Enrique Alfaro, evitó con frases desafortunadas que culpaban a las víctimas, culpando a los medios de magnificar el problema.
La creación de la Secretaría de Inteligencia y Búsqueda de Personas Desaparecidas, aprobada en octubre de 2024 y jefaturada por Edna Montoya Sánchez, es una señal de intenciones. Promete centralizar esfuerzos, integrar tecnología forense y coordinarse con colectivos de buscadores, como Guerreros Buscadores de Jalisco. Reuniones con líderes como Indira Navarro, quien ha encontrado más fosas que muchas fiscalías, muestran una apertura que contrasta con el cerco de la administración anterior.
Sin embargo, las promesas no son nuevas. En 2018, Alfaro también anunció una “estrategia integral” que nunca llegó a puerto. La secretaría de Lemus, aunque bien intencionada, nace con dudas: el presupuesto de 65 millones 200 mil pesos se ve muy bajo si se trata de enfrentar y buscar solución al principal problema de Jalisco.
¿Evitará la burocracia que asfixia a la Comisión de Búsqueda? El anuncio de mesas de trabajo con la Universidad de Guadalajara y la FEU es positivo, pero suena a eco de iniciativas pasadas que se diluyeron en foros sin impacto.
Más preocupante es la falta de claridad sobre cómo enfrentará a la criminalidad tan poderosa en la entidad. Su respaldo a la investigación federal sobre el campo de entrenamiento y supuesto crematorio en el Izaguirre Ranch de Teuchitlán en marzo de 2025 sugiere disposición a colaborar con la Federación, pero delegar responsabilidades no basta en un estado donde la complicidad local es un secreto a voces.
Recursos, pero con condiciones
Jalisco no es cualquier estado. Con un presupuesto de 174 mil millones de pesos en 2024 y una economía pujante, Lemus tiene los medios para marcar una diferencia, pero solo si los usa con audacia. Puede transformar la Fiscalía Especial en Personas Desaparecidas, hoy un elefante blanco, con investigadores capacitados y libres de nexos con el crimen.
Puede invertir en un Centro Regional de Identificación Humana, como el de Coahuila, para procesar los restos de las más de 1,000 fosas clandestinas halladas en el estado desde 2018. Puede, también, liderar un esfuerzo legislativo que garantice derechos a las familias de los desaparecidos, desde permisos laborales hasta fondos de reparación, algo que estados como Chihuahua han implementado con éxito.
Un plan sin excusas
Si Pablo quiere ser recordado como el gobernador que enfrentó la crisis de desaparecidos, debe actuar con medidas concretas y medibles, no con discursos. Primero, dotar a la Secretaría de Inteligencia y Búsqueda de al menos 500 millones de pesos anuales, suficientes para contratar forenses, analistas de inteligencia y equipo de geolocalización. Esta secretaría debe rendir cuentas trimestrales, con metas claras: localizar 1,000 personas vivas o restos identificados en dos años. Los colectivos, que han hecho el trabajo del Estado, deben tener un asiento permanente en su consejo asesor, no solo reuniones protocolarias.
Auditar la Fiscalía Estatal y la Comisión de Búsqueda. Casos como el de Teuchitlán, donde colectivos hallaron restos ignorados por las autoridades, son una bofetada a la confianza ciudadana. Depurar a funcionarios corruptos o negligentes es impostergable.
Crear un fondo estatal de 100 millones de pesos para las familias de los desaparecidos, cubriendo asistencia psicológica, legal y económica, como lo pidió Blanca Yolanda, cuyo caso sigue sin respuesta desde 2024.
Las buscadoras, como Indira Navarro, necesitan escoltas en zonas de riesgo, tras episodios como la emboscada de Tlajomulco en 2023 que dejó seis policías muertos. Quinto, impulsar una campaña estatal que use estadios, escuelas y medios para educar y movilizar. Los Charros de Jalisco podrían dedicar juegos a las víctimas, y los artistas locales, como Alejandro Fernández, podrían sumarse a un mensaje de unidad.
El papel de la sociedad
La sociedad también tiene un rol. He visto cómo la indiferencia ciudadana perpetúa estas tragedias. Lemus debe convocar a los jaliscienses a romper el silencio, denunciando anónimamente fosas o apoyando a colectivos. Pero no puede cargar solo con la responsabilidad: la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que dirige Luz del Carmen Godínez, designada en los tiempos del gobernador Enrique Alfaro, que ha sido tibia en el tema de los desaparecidos, debe asumir una actitud responsable y comprometida con las víctimas y un rol más protagónico, ya que se requiere su voz a favor de la justicia y poner un alto a esta tragedia que tanto dolor ha ocasionado entre las familias jaliscienses.
Pablo tiene mucho por hacer y sin duda este tema de los desaparecidos es su principal desafío: si logra resolverlo pasará a la historia como el mejor gobernador de los nuevos tiempos, un gobernador comprometido y responsable. Eso es lo que anhelan los jaliscienses, que hable menos y actúe con más determinación, con metas y resultados tangibles y medibles.
JALISCO
Simulación vestida de protocolo: Los balcones del poder y la tragedia de los desaparecidos

Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
Nada más ridículo, nada más infame, que la simulación vestida de protocolo. El jueves 10 de abril, mientras 20 rostros de estudiantes desaparecidos clamaban justicia desde las fichas pegadas en los muros del centro de Guadalajara, el equipo de comunicación del gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, montó su propio espectáculo desde el balcón del Palacio de Gobierno. No fue un acto de Estado. Fue un montaje. Un burdo teatro de crisis con telón de fondo, luces naturales y actores de reparto con cargo académico.
Allí estaban: la rectora general de la Universidad de Guadalajara, Karla Planter Pérez; la presidenta de la Federación de Estudiantes Universitarios, Zoé García Romero; y el secretario general universitario, César Barba Delgadillo. Todos ellos en fila, al sol, como si el guion les exigiera mostrar compromiso a base de insolación y sonrisa. Abajo, el dolor; arriba, la pose.
La escena no fue casual, fue deliberada. Y como suele ocurrir con las puestas en escena del poder, el tiempo fue el mejor cómplice. La cita originalmente pactada entre la rectora y el gobernador se iba a realizar en Casa Jalisco a las 11:30. Pero –¡oh divina coincidencia! – el encuentro se trasladó a Palacio de Gobierno a las 13:00 horas: justo cuando los estudiantes y familiares, con lágrimas y pancartas, tenían planeada su concentración frente al mismo edificio… ¡pura coincidencia!
¿Quién cree en coincidencias en política? Nadie con tres neuronas activas. Lo que vimos no fue la interrupción de una reunión para atender una protesta, sino la escenificación planeada de una falsa atención.
Lemus salió al balcón solo después de que los gritos desde la plaza lo obligaran. “¡gobernador, escúchanos, por favor!”, “¡somos estudiantes, no somos delincuentes!”, clamaban. Pero Lemus no se bajó a la plaza. En cambio, montó una mesa de trabajo a cielo abierto, en pleno balcón, como si los rayos del sol purificaran la hipocresía. ¿A quién carajos se le ocurrió ese patético espectáculo?
¿Y qué resultó de ese bochornoso espectáculo? La promesa de que habrá mesas de trabajo. Que habrá información. Que habrá coordinación con los tres niveles de gobierno. Palabrería hueca, reciclada de las promesas que no han impedido que Jalisco sea epicentro nacional de desapariciones. Que lo diga Teuchitlán. Que lo griten las familias que ya no duermen, que buscan en fosas y hospitales, en redes sociales y servicios forenses sobrepasados de cuerpos.
Lo más triste no fue Lemus. Fue ver a la rectora Karla Planter, a la dirigente estudiantil Zoé García y al secretario César Barba prestarse para semejante pantomima. ¿Qué hace una rectora sentada en un balcón mientras sus estudiantes exigen respuestas desde la calle? ¿A quién representa una líder estudiantil que se deja retratar como ornamento de la simulación institucional? ¿Dónde está la autonomía universitaria si el rectorado y su representación estudiantil se convierten en comparsa del Ejecutivo?
Planter, en un tuit posterior, habló de “coincidencias”. García Romero no cuestionó el cambio de sede ni de hora. Barba, en silencio. Y mientras tanto, la FEU difundía en sus redes: “¡Nos faltan estudiantes!”. ¿Nos faltan? Sí. Pero también nos sobran funcionarios indiferentes y dirigentes estudiantiles obedientes.
Los manifestantes pedían justicia, no una sesión de fotos. Exigían presencia del Estado, no una escena grotesca de conciliación ficticia. Lemus, experto en manejar el escaparate político, hizo lo que mejor sabe: montarse en una crisis para aprovechar una oportunidad. Nada nuevo. Así gobernó Zapopan. Así deslumbró en Guadalajara. Así inaugura su sexenio en Jalisco: entre cortinas, cámaras y balcones.
El mensaje no fue para las familias. Fue para los likes, para los reels, para los medios. Lo que logró el equipo de comunicación del gobierno de Jalisco fue una producción de redes sociales disfrazada de política pública. Una respuesta oportunista a una crisis estructural.
Pero lo más ofensivo fue que todo ocurrió unos días antes de Semana Santa, cuando los estudiantes están de vacaciones, cuando las escuelas están cerradas, cuando los pasillos universitarios están vacíos.
Este es el fondo del problema: mientras el dolor se expresa con marchas, el poder responde con puestas en escena. Mientras los familiares pegan fichas de búsqueda, el equipo de comunicación del gobernador pega frases hechas. Mientras se juega con el sufrimiento ajeno, se manipula a los medios con imágenes producidas desde Casa Jalisco.
Y no se engañen. Esto no es un error de cálculo, ni una falla de protocolo. Es estrategia. Es una narrativa de control que busca normalizar el horror con mesas, actas, sillas al sol y comunicados institucionales.
Pero hay cosas que no se maquillan. La ausencia de 20 estudiantes no se borra con videos. La responsabilidad del Estado no se elude con balconazos. La dignidad de una universidad pública no se entrega por un lugar en la escenografía oficial, olvidando que el líder moral del Grupo Universidad prefirió morir antes que claudicar… precisamente aprovechando las vísperas de una Semana Santa.
La gran pregunta que queda es: ¿hasta dónde están dispuestos los actores universitarios a prestarse al juego del Ejecutivo? Porque hoy, frente a todo Jalisco, su papel no fue el de contrapeso, sino el de patiños. Y si ese será el tono de los próximos seis años, entonces el guion está claro: los balcones seguirán llenos de sonrisas vacías, mientras las calles se llenan de nombres, rostros y ausencias.
Y ahí sí, ni con todos los reflectores del mundo podrán ocultar el vacío.
En X @DEPACHECOS
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