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OPINIÓN

Nueva estrategia de AMLO con Jalisco

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Tercera Instancia, por Modesto Barros González //

En las últimas semanas el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, parece que ha rectificado sus estrategias para conciliar con los gobiernos de varis estados y entre ellos el de Jalisco, cuando se ha notado el posible gran aprecio al gobernador Enrique Alfaro Ramírez, y el ofrecimiento de grandes inversiones en obras para la población en general.

Así el pasado fin de semana AMLO, anunció la verdadera conclusión de la autopista Guadalajara-Colima y algunos días antes dijo que se concluiría la vía rápida carretera de Guadalajara a Puerto Vallarta.

Tal parece que a casi cuatro años de gobernar el país y a dos de terminar su mandato, el Presidente de México, se ha dado cuenta que también Jalisco es parte del programa de nación y del acuerdo federalista y que no la mayoría de los recursos deben destinar a la Capital de la República, donde gobierna su “consentida” Claudia Sheinbaum Pardo, a quien presuntamente quiere imponer como su relevo. 

Como en política casi todo se mueve para conseguir algunos beneficios para obtener preferencias electorales en 2024, se notará en su momento al concluir el proceso electoral y la cuenta de los votos que definirán el triunfo para los candidatos de Movimiento Ciudadano y los de Morena, siempre y cuando no se atraviese la mano o dedo que decidirá a los aspirantes y el partido político que quiera obtener el triunfo.

Mientras se defina a los aspirantes a los diferentes cargos electorales, los visitantes y residentes del pujante Estado de Jalisco, recibirán los beneficios de las obras por realizarse por el gobierno de la República y se verá quiénes resultaran beneficiados en su momento.

CONTINÚA LA PROTECCIÓN A LA CFE 

Una estrategia más para cubrir posibles malos manejos millonarios en la empresa que maneja la 4T y que casi siempre se han tenido dudas en la Comisión Federal de Electricidad, cuyo flamante director es el “ilustre” y controvertido Manuel Bartlett Díaz, y ahora le tendieron el manto protector para reservar datos de arbitrajes por cinco años.

La CFE mantiene por lo menos 24 controversias internacionales con empresas extranjeras que reclaman sus derechos para la cogeneración de fluido eléctrico y ahora por cinco años más no podrá obligarse a la empresa paraestatal a informar sus negras intenciones.

Por distintos conductos se ha solicitado información para que la CFE, informe vía transparencia pero se ha negado a informar todo lo que legalmente se le requiere y mejor se ocultará por cinco años más, pareciera como lo hace “el avestruz que esconde la cabeza en un hoyo”.

Así están por lo menos 21 expedientes de las empresas que demandan como Atco Energía, Energía Mayalakan, WhiteWater, Cunor Energía, Iberdola, Electricidad Anguila de Tuxpan, Gasoducto de Agua Prieta y Transportadora de Gas Naural Huaxteca.

Hasta la información recabada por el periódico Reforma, las cortas que se están entendiendo del reclamo de los presuntos afectados se encuentran en cortes internacionales de la Cámara de Comercio Internacional con sede en París, Francia y en Londres, Inglaterra. 

Se asegura que de llegar a perder los arbitrajes, la CFE estaría obligada a pagar varios millones de dólares.

Tal parece que en uno de los casos más sonados es el que se tiene con J Agon & Compani LLC y parece que es subsidiaria del poderoso banco de inversión global Goldman Sachs, que inició el proceso el 26 de abril de 2021 y donde demanda 400 millones de dólares por el pago de gas supuestamente ya entregado.

Un caso muy parecido es el de WhiteWater, que tampoco ha recibido el pago de gas suministrado en febrero de 2021,se dice en la demanda presentada y el conflicto representa por lo menos 100 millones de dólares.

Además de las millonarias cantidades reclamadas por esas compañías, ahora deberá de estimarse los gastos y costas que deberán de agregarse al gasto que se tendrá que hacer por la casi saqueada o mal administrada CFE, pero el director y los responsables parece que gozan de toda la protección del gobierno de la república y los cuales seguramente bajaran a todos los santos del cielo para que en 2024 no llegue a triunfar un candidato opositor y les haga cumplir con la aclaración de tantas irregularidades que presuntamente se han cometido durante tantos años, pero eso ya lo veremos. 

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JALISCO

El colapso de Guadalajara bajo el concreto de la simulación

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

En una ciudad donde el concreto vale más que el agua, y donde los gobernantes sonríen para la cámara, pero le dan la espalda a las entrañas podridas de su territorio, un socavón terminó por tragarse la promesa de modernidad.

No fue en el Centro Histórico, donde se lanzan millones para que la piedra luzca como postal de Instagram; fue en El Bethel, allá donde viven los otros, los que no figuran en los planos de la ciudad boutique que dibuja el poder.

Una madre y sus dos hijos iban en su camioneta cuando el suelo —literalmente— desapareció bajo ellos. Cayó también un camión de pasajeros y uno de carga. Por milagro o mera estadística, no hubo muertos. Pero sí hubo una revelación que se repite cada temporal: Guadalajara no solo se está hundiendo, sino que sus autoridades le ayudan con entusiasmo.

“Muy probablemente fue la gota que derramó el vaso”, declaró con olímpico candor el titular del SIAPA, Antonio Juárez Trueba. Pero no fue una gota. Fueron años. Fueron décadas. Fue el abandono sistemático de un sistema hidrosanitario con más de medio siglo de atraso. Fue la omisión de diagnósticos, la simulación de mantenimientos, y la negligencia convertida en política pública.

El colector que colapsó tenía 20 años y había recibido —según el discurso oficial— atención preventiva. Pero ahí está el agujero: 20 metros de largo, 6 de ancho, 4 de profundidad. Una herida abierta que deja ver no solo las grietas del asfalto, sino la fractura entre los gobernantes y la realidad.

La verdad está debajo del concreto, y nadie se ha tomado la molestia de excavarla… hasta que ya es demasiado tarde.

Mientras tanto, los reflectores apuntan hacia otro lado. Hacia el centro, hacia la postal. Con la grandilocuencia de quien anuncia una revolución cultural, la alcaldesa Verónica Delgadillo presume una inversión de 450 millones de pesos —en conjunto con el gobierno estatal— para convertir el primer cuadro de la ciudad en “el corazón más bonito de México”.

Lo que no dice es que, mientras se cambian adoquines, se instalan luminarias artísticas y se dan charlas con los boleros del Teatro Degollado, hay colonias como Oblatos, Santa Cecilia y Balcones del Cuatro donde las calles se convierten en ríos negros cada vez que llueve, donde los vecinos viven entre aguas servidas, y donde el agua potable escasea con la misma frecuencia con la que se inauguran fuentes danzantes en la Plaza Tapatía.

No es casual: es modelo de ciudad. Una ciudad dividida no por el río Atemajac ni por la barranca de Huentitán, sino por el abismo entre quienes pueden pagar el relumbrón y quienes apenas sobreviven al derrumbe.

Dice El Informador – el pasado sábado- que, “Según datos del propio SIAPA, obtenidos vía transparencia, en 2024 se atendieron dos mil 832 socavones en la Zona Metropolitana de Guadalajara. Ocho hoyos al día”. Ocho advertencias que no se escuchan. Y mientras tanto, el presupuesto para embellecer la ciudad —solo el que se ha anunciado públicamente— rebasa los 500 millones de pesos. Para prevención de inundaciones, apenas se destinan 20 millones.

“Es una simulación institucionalizada”, acusó con severidad el regidor Juan Alberto Salinas, de Morena. Y tiene razón. Porque la negligencia dejó de ser accidente y se convirtió en método. Porque hay un plan municipal de desarrollo que apenas menciona el riesgo hidrológico. Porque hay una partida de 560 millones en “contingencias” que se usa para patrullas, camiones y otros caprichos, mientras las verdaderas emergencias se entierran en la burocracia.

Y no es solo Guadalajara. Es el modelo metropolitano que se reproduce como virus entre colonias y municipios. El investigador José Arturo Gleason lo advirtió con datos duros: el colector San Juan de Dios tiene más de 100 años, y hay riesgo de colapso en varios puntos.

Pero ni el gobierno municipal ni el estatal han querido hacer el diagnóstico profundo que urge. Ni siquiera saben —o fingen no saber— cuán comprometida está la red que transporta los desechos y desagües de cinco millones de personas.

Eso sí, ya planearon pasos peatonales para no interrumpir el comercio en el centro, ya negociaron con el Poder Judicial y los artistas urbanos, ya eligieron el tono de las luces LED que decorarán las plazas fundacionales. Pero no hay un plan serio para evitar que más gente termine debajo del pavimento. No hay dinero para la prevención, porque el aplauso está en la fachada.

La ciudad se divide en dos: la de los reflectores y la de las fisuras. La de la Fuente de los Niños Miones, recién restaurada, y la de los menores que viajan en un vehículo familiar hasta que el asfalto los devora. Y en esa división, la política juega su peor papel: el de la coreografía. Todo es una puesta en escena, inauguración, promesa, hashtag.

“Estamos proyectando el Centro Histórico para los próximos 40 o 50 años”, dijo la alcaldesa. ¿Y quién proyecta los colectores, las bombas de desagüe, las líneas de conducción, las casas que se inundan, los carros que se hunden, las personas que sobreviven?

La oposición ha prometido presentar una reasignación presupuestal para blindar el fondo de contingencias y atender al menos a las 400 familias afectadas hasta ahora. Exigen intervención integral del sistema hidrosanitario, un verdadero plan urbano y no solo retoques de escaparate.

Pero el verdadero problema es estructural. Guadalajara es rehén de su propia narrativa: la de la ciudad de los eventos, la de la capital de la innovación, la que sueña con ser metrópoli europea mientras le falla el drenaje más básico. Y esa narrativa se alimenta con dinero público, con simulaciones y con olvido.

El poder, decía uno de los llamados “señores del agua” de los 80, no se demuestra con discursos, sino con drenajes que funcionan. Mientras la élite política decide cuántas jardineras habrá en la Plaza Fundadores, hay un subsuelo que grita, que colapsa, que hunde.

La ciudad bonita de día se vuelve trampa mortal cuando llueve. Y mientras tanto, el ciudadano sigue caminando sobre tierra quebradiza, sin saber cuándo será su turno de caer. Porque en Guadalajara, el verdadero socavón no está en la calle Malecón. Está en el gobierno.

Por cierto, la preocupación más patética de este temporal de lluvia es, ¿Qué pasará el año que entra si los visitantes al Mundial se dan cuenta de que nuestra ciudad cada día se inunda más?

En X @DEPACHECOS

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JALISCO

Impunidad selectiva

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

La aprehensión de Julio César Chávez Jr., además de lamentable y de ocupar primeras planas, es la muestra de que los norteamericanos tienen mejor información sobre lo que sucede en nuestro país, incluso que la mismísima presidente Sheinbaum.

Al menos así quedó establecido cuando le preguntaron a la titular del Ejecutivo si sabía de la orden de aprehensión que desde varios años atrás se le había girado y contestó que no.

Aunque AMLO afirmó en varias ocasiones que son mentiras que un presidente ignore o no sepa o no tenga información sobre todo lo que ocurre en el país, seguramente es casi imposible que millones de acontecimientos sean conocidos por los titulares del Poder Ejecutivo, de cualquier país, pero los más importantes, los trascendentales…esos no deben ser motivo de ignorancia, porque se puede pensar mal sobre los verdaderos motivos para no darlos a conocer o fingir demencia.

Hay situaciones y hechos que o no se revelan, se esconden o incluso se encubren por los gobernantes, aludiendo que se ocultan, “por el bien de todos”. Sobre todo, si los involucrados en estos hechos o acontecimientos, negativos siempre, involucran a “personalidades” o miembros y protegidos del poder político y gubernamental.

¿Por qué los estadounidenses sí sabían de la citada orden de aprehensión en contra del boxeador? ¿Por qué no se le había capturado a pesar de que son varios años de la expedición de la orden?

Los delitos de que se le acusa no son menores: Tráfico de armas; golpeador del Cártel de Sinaloa y asociación delictuosa.

No es gratuito que personajes de la vida pública, deportistas, científicos e intelectuales gocen en no pocas ocasiones de favores o preferencias por parte de los gobernantes que, magnánimos que son, “ayudan” con sus palancas a llevar al cabo ilegalidades e ilícitos, que parece lo mismo, pero no es igual.

Ante la notoriedad de la captura de Julio César Chávez Jr., al gobierno mexicano no le quedará otra que traerlo al país y llevar al cabo un juicio donde se determine si es o no culpable de los delitos que se le imputan. Eso es harina de otro costal.

Ahora que la 4T desapareció por sus pistolas legislativas a los organismos de transparencia, menos se sabrán informaciones, datos, cuentas que las dependencias gubernamentales estaban obligadas a proporcionar, mediante un protocolo, a Juan Pueblo.

¿Cuántas cloacas más tendrán que destaparse vía norteamericana? ¿Cuánta información tienen las agencias de inteligencia gringas sobre la sombra delincuencial que oscurece a nuestra nación?

Ahí está el meollo del asunto: Los que manejan la información delincuencial de manera subterránea no lo hacen por un “interés público”. Atienden a instrucciones “de arriba” sean gubernamentales o de los “patrones”. La impunidad se genera en la desinformación, en la corrupción y en la complicidad.

Este caso en particular da visos de que: La presidente no es informada adecuadamente; hay impunidad selectiva; y seguimos en la etapa del emisario del pasado que impuso los “abrazos no carcelazos” a la delincuencia.

Mientras tanto, acá en Jalisco, no se cantan mal las vernáculas. Aunque no del mismo tipo, se descubrió que una señora que trabaja como conductora de programas en televisión, era “aviadora” en el SIAPA con un sueldo que ofende a los trabajadores del organismo, pues por no hacer materialmente nada cobraba nada más y nada menos que 73 mil pesos mensuales, aparte aguinaldos, bonos y etc.

Aquí opera aquello de que “no tiene la culpa la conductora, sino quien la hizo aviadora”.

Porque “Lady SIAPA”, así la nominaron en las redes sociales, no tenía un mes o un año sobrevolando la dependencia. No… tenía años. Y algo muy significativo es que presume una relación cercana con el actual gobernador, Pablo Lemus Navarro, a quien se le ve muy contento en reuniones con la susodicha.

Los malpensados podrían asumir que ese puestazo se lo obsequió “alguien” con gran influencia que le consiguió esa “aviaduría”.

¿Se comprende ahora por qué le urge dinero al SIAPA? Porque ese es un caso, pero los mismos “siapenses”, soto voce, indican que como ese hay no uno, sino decenas de “favorecidos” y que hay sueldazos para una élite.

Viene aquí un poco de historia: cuando el SIAPA se conformó comenzó como una solución al problema del abasto de agua potable y la instalación de redes de alcantarillado, principalmente.

Uno de sus administradores, don Arnulfo Villaseñor Saavedra, construyó bases sólidas de eficiencia y eficacia del organismo. Pero el SIAPA degeneró en lo que hoy es: una institución deplorable, ineficiente, lamentable y hasta patética, malversada, saqueada y con argumentos cínicos que sus directivos han esgrimido de unos 25 años a la fecha, “refinados” los últimos seis años, por las ineficiencias evidentes.

Jamás habíamos padecido un SIAPA tan desordenado, desorganizado, desfalcado, “burrocrático” y llenos de “aeropistas”.

Sabrá Dios qué se halle de nuevo respecto a la pésima administración en este organismo. Lo que sí urge es que los diputados, que son quienes tienen las facultades, ordenen auditorías hasta de los tornillos que compran y revisen la nómina minuciosamente. O pasarán a la historia como cómplices del desbarajuste del SIAPA.

 

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JALISCO

Entre lluvias y socavones

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Opinión, por Miguel Anaya //

El socavón que se abrió esta semana en la avenida Malecón, a la altura de la colonia El Bethel, dejó algo más que un vacío en el pavimento. Dejó al descubierto una serie de omisiones, tiempos postergados y una realidad que, aunque subterránea, tarde o temprano, emerge: la infraestructura de la ciudad requiere atención urgente.

El hundimiento, que afectó a varios vehículos y dejó personas lesionadas, entre ellas una recién nacida, no es un caso aislado ni un accidente fortuito. Según datos oficiales, el SIAPA detecta al menos 8 hoyancos al día en las vialidades de la Zona Metropolitana de Guadalajara. El patrón es claro: redes de drenaje envejecidas, fisuras no atendidas, fugas prolongadas que erosionan el terreno. El resultado: el suelo cede.

La autoridad ha reaccionado de forma inmediata, como debe ser, asegurando la zona, revisando el subsuelo con herramientas especializadas y activando protocolos de reparación. Sin embargo, vale la pena preguntarse y preocuparse por lo siguiente: ¿Cuánto de lo que hoy se repara pudo haberse evitado? ¿Qué tanto se ha dejado de hacer en términos de mantenimiento preventivo? ¿Qué hace el SIAPA contratando asesores inexpertos que cuestan decenas de miles mensuales antes de prevenir y mantener las redes hidráulicas?

No es la primera vez que ocurre algo así. El año pasado, el colapso de un colector en la avenida López Mateos, una de las arterias más importantes de la ciudad, provocó semanas de caos vial, afectó a miles de tapatíos y nos costó más de 100 millones de pesos. Aquella experiencia encendió las alertas. Se prometieron diagnósticos, monitoreo y acciones preventivas. Pero un año después, los eventos se repiten.

El problema va más allá del colector que se fractura. Es un reflejo de una lógica institucional en la que lo que no se ve, tiende a postergarse. Las obras subterráneas, aunque fundamentales, no generan titulares ni cortes de listón. Sin embargo, son las que sostienen la vida urbana: drenajes, redes de agua e infraestructura pluvial. Ignorarlas tiene consecuencias.

Los socavones afectan mucho más que la movilidad. Comprometen la seguridad de las personas, generan pérdidas económicas y alimentan una sensación creciente de vulnerabilidad. Para quienes viven cerca de zonas con infraestructura antigua, cada temporada de lluvias viene acompañada del temor legítimo a un colapso más, a la pérdida de su patrimonio. En el caso de las personas afectadas por el reciente socavón, el incidente puso en riesgo su vida.

Desde luego, no se trata de señalar culpables de manera ligera. Las ciudades crecen, envejecen y se transforman, y el mantenimiento urbano es un reto constante. Pero también es cierto que la prevención exige voluntad, recursos, continuidad en las políticas públicas y mucha, mucha responsabilidad, no solo respuesta ante la emergencia.

Es momento de mirar con seriedad lo que ocurre bajo nuestros pies. No se trata solo de reparar una calle dañada, sino de revisar, diagnosticar y renovar una red urbana que lleva años cargando con más de lo que puede sostener. El esfuerzo no debe ser únicamente técnico, sino también institucional. Invertir en lo que no se ve, puede parecer poco atractivo a corto plazo, pero es lo que realmente previene tragedias.

El socavón de Malecón debe ser una advertencia, no un episodio más en una lista creciente. Guadalajara necesita una agenda pública que atienda lo invisible con la misma urgencia con que se promociona lo evidente. Porque en temas de infraestructura, lo que se pospone, tarde o temprano se hunde.

 

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