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Renace el sueño americano: Biden va por la enchilada completa en migración

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Cuando era adolescente criticaba mucho a los connacionales que abandonaban México para irse a los EEUU. Me molestaba pensar que podían llegar a querer a otra tierra, a otra bandera a otro país, en mi ignorancia lo veía como una traición o una infidelidad.

Cuando tenia unos 20 años de edad, tuve la oportunidad de ir a estudiar a dicho país y poco a poco entendí la razón de esos que sin nada aquí, se habían arriesgado para ir a buscar un sueño que con dificultades y muchos sacrificios se les hacía realidad, consiguiendo satisfactores para ellos y para su familia, mismos que aquí les serían casi imposibles.

Desde esa edad comprendí el significado de esos migrantes y sus admirables esfuerzos, pero también valoré los retos que para cada país esto representaba. Por un lado, para México la pérdida de gente emprendedora y dispuesta a salir adelante casi todos ellos trabajadores y con la intención de seguir las leyes. Claro hay manzanas podridas que se aprovechan de la situación y manchan la imagen de la mayoría.

Años después entendí el doble discurso de nuestros gobiernos que por un lado pedían respeto a nuestros migrantes, pero por otro no se les daba ni la más mínima atención desconociendo incluso en México las llamadas “matrículas consulares” que son emitidas por nuestros consulados como medios de identificación en el extranjero, pero no se reconocían por las autoridades mexicanas para trámites en nuestro propio país. Fue hasta hace apenas unos años que dichas “matrículas” fueron reconocidas por nuestro propio gobierno, que es quien las emite y vende a los migrantes.

Las remesas de esos migrantes a los que muchos en México ven como indignos, han salvado en más de una ocasión a nuestra economía y me atrevo a decir que han salvado o evitado problemas sociales en las comunidades de muchos Estados que prácticamente comen, visten, se educan y se atienden médicamente con las mismas, incluso hay municipios o Estados en México o países como El Salvador y Honduras, que tienen gran parte de sus ingresos a consecuencia de la derrama económica que generan dichos envíos.

De hecho, en el 2020, a pesar del Covid19 o de lo que se diga de la economía en la era Trump, las remesas casi alcanzaron el inimaginable monto de $40 mil millones de dólares, siendo las más altas en toda la historia de nuestro país y me atrevería a pensar que del mundo.

Muchos de esos migrantes viven en la incertidumbre migratoria desde hace años, siendo usados por los dos partidos que gobiernan en Estados Unidos. Pero cada año se suman cientos de miles de personas a dicha incertidumbre que es menor a la incertidumbre del hambre o la inseguridad pública que les amenaza en muchos pueblos y ciudades de nuestros propios países.

Uno puede estar a favor o en contra de la inmigración indocumentada, misma que también tiene sus pros y sus contras en las economías de los americanos, pero ese no es el punto de este día. El punto es advertir que de darse la propuesta migratoria Biden cambiará el mapa político de EUA para siempre, pero de no darse generará un rencor por parte de los que se la jugaron con los demócratas para resolver la situación de sus familiares inmigrantes y nuevamente fueron engañados.

BIDEN POR LA “ENCHILADA” COMPLETA

A inicios del milenio el Presidente Mexicano Vicente Fox decía que había que tratar de conseguir “la enchilada completa” al referirse al tema de los migrantes mexicanos en el país del “tío Sam”. Pues la propuesta de Joe es así de ambiciosa y no hay pretexto para que no se apruebe, los demócratas controlan la mayoría en las dos Cámaras del Congreso americano. Por eso digo que sí quieren pueden hacerlo.

La propuesta daría un camino seguro para que cuando menos 11 millones –creo que son como 15- de personas obtengan primero la residencia legal y en 8 años es decir en dos elecciones federales, la ciudadanía.

Esos 11 millones de votos casi darían la seguridad electoral al Partido Demócrata en las elecciones federales de décadas por venir y seguro rescatarían los gobiernos locales de cuando menos Florida, Texas y Arizona. La regularización de los migrantes sería la “enchilada completa” para el Partido Demócrata que en la elección del pasado 2020 disminuyó de manera importante el voto latino que prefirió votar por Trump y sus resultados económicos.

El proyecto Biden “Enchilada Completa”, daría documentos migratorios temporales a todos los que hayan entrado a EUA antes del día 1 de enero del 2021 y les impondría obligaciones simples como el pago de impuestos y otros tramites menores para que en 5 años pudiesen acceder a la ciudadanía.

El proyecto daría documentos de residencia permanente inmediata –“greencard”- a los trabajadores del campo y a los inmigrantes llamados “Dreamers” y la consecuente posibilidad de ser ciudadanos en 5 años.

La crítica más fuerte a la propuesta se basa en que la misma alentaría mano de obra barata en competencia de la mano de obra de los millones de ciudadanos desempleados especialmente minorías que hay sido despedidos por los encierros económicos durante el Covid19.

LA VÁLVULA DE ESCAPE SOCIAL

En los 80´s miles de inmigrantes latinoamericanos se arriesgaron a cruzar sin documentos al saber que Reagan daría documentos migratorios a cualquiera que pudiese demostrar que había entrado a ese país antes de que la propuesta entrase en vigor. “IRCA”, la llamada amnistía propuesta y firmada por el entonces Presidente Republicano, regularizó a millones de mexicanos y a sus familias a lo largo de 40 años, y fue aprobada por los republicanos y demócratas, pero tenía una trampa. Dicha ley creó el “castigo” en contra de los empleadores que de ahí en delante contratasen a personas indocumentadas.

Naturalmente miles de personas compraron documentos laborales o cartas de reconocimiento para poder ser parte de la “amnistía a pesar de no haber estado en el país antes de que entrase en vigor, pero esto era de esperarse y también lo es ahora, lo que no era de esperarse es que la próxima generación de trabajadores populares tanto legales como indocumentados que siguieron llegando a EUA fuesen ganando cada vez menos, ya que los patrones les ofrecían menos a los nuevos indocumentados y si estos se quejaban, pues simplemente aparecía la migra y se acababa el problema.

Con la nueva amnistía se generará una ola de inmigración muy importante, y claro veremos cuáles son las consecuencias en ese país. Para México y Centroamérica es la forma mediante la cual podemos sacar presión social, “exportando” personas que de otra manera se sumarian a los millones de desempleados o de personas en la economía informal.

Entre otros puntos importantes la propuesta elimina los llamados “castigos” de 3 y 10 años a los extranjeros que hayan sido detenidos sin documentos migratorios o que habiéndolos tenido han violentado el visado que les permitió entrar legalmente, en ese caso están los que viajando con visa de turista se van a trabajar. En la nueva propuesta los que sean deportados por entrar sin papeles o por mal uso de su visa ya no tendrán que esperar esos años para poder aplicar por visas para entrar nuevamente al territorio norteamericano.

Para todos hay en la propuesta de inmigración. También se aumenta a casi el doble el numero de visas para refugiados que en su mayoría arriban de los países musulmanes, ellos se asientan en los Estados de la zona de los grandes lagos, mismos que Biden ganó con estrecho margen y en los cuales Trump tuvo apoyo decisivo en el 2016.

LUCHA CONTRA CORRUPCIÓN

La propuesta de Biden para dar ciudadanía a millones de hispanos y de cientos de miles de musulmanes, viene con $4 mil millones de dólares para “luchar” en contra de la corrupción en nuestros países. Es decir, ahora además de certificar a los países por la lucha contra las drogas, parece que se nos certificará por la lucha en contra de la corrupción. Ojalá y esta nueva certificación sean más eficiente que las que se aplican en el tema de drogas, porque ha sido evidente que dicha certificación no muestra la realidad de los países, sino que es una herramienta política de Washington para presionar a los Presidentes de la región.

También autoriza “ampliar” las operaciones policiacas en el extranjero. Eso seguro será un éxito político para los usos de operaciones mixtas encubiertas como en la que se detuvo al Chapo Guzmán, pero habrá que saber si los policías americanos estarán armados o solo vendrán como observadores. De todos modos, harán lo que quieran, que para eso pagan enviando dinero directo en programas como el llamado “Mérida” o indirecto como en las famosas remesas. ¿Qué tan caro es que nos ayuden a resolver nuestros problemas?

¿Hasta cuándo deberemos estar a expensas de que otros países resuelvan nuestros problemas?, ¿cuál es el precio que debemos soportar los países “beneficiados”, porque otro país, admita a nuestros connacionales y nos resuelva una gran parte del tema de pobreza extrema?, ¿cuál es el limite de las operaciones policiacas en el extranjero que se plantea Biden?

Veremos si el habitante de la Casa Blanca logra su enchilada completa y de ser así cuáles son los efectos electorales en el 2022 y en el 2024 y cuáles son los efectos de esa política en nuestros flujos migratorios tanto de mexicanos dejando el país, como de centro americanos pasando por el nuestro.

Por lo pronto, millones de ciudadanos del mundo, muchos ya en EUA y otros en sus países natales, esperan ansiosos ver si el “tren Biden” les cumple su sueño americano. Desde las principales ciudades de EUA ya se envían recursos para que los parientes paguen o de menos aparten los “pasajes” del tren llamado “La Bestia” y todas sus “caravanas”, que ya están subiendo de precio ante la posible apertura del “sueño americano” y los traficantes alistan su agosto, en tanto que miles de centroamericanos se preparan para subirse al tren del destino en busca del sueño que para muchos se puede convertir en pesadilla.

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¿Por qué gana el populismo?

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Opinión, por Miguel Anaya //

En los últimos años alrededor del mundo se ha dado una ola de populismo qué ha inundado a las democracias occidentales, este fenómeno no distingue entre países desarrollados, en vía de desarrollo o con gobiernos poco consolidados; tampoco hace diferencia entre partidos de derecha, centro o izquierda.

Ejemplos hay de todo tipo: en Estados Unidos, Donald Trump, ha consolidado una corriente muy competitiva, en Francia, Marine Le Pen, a pesar de su última derrota, cuenta con un capital político realmente importante, en Argentina, el discurso estridente de Javier Milei, convenció a la mayoría de ciudadanos, en Bolivia, presidentes populistas de izquierda llevan años logrando triunfos electorales, lo mismo podemos decir de Venezuela, en España hay populistas de izquierda (Podemos) y derecha (Vox). En fin, enumerarlos llevaría toda la columna.

Pero ¿por qué a presidentes y movimientos tan distintos se les tacha de populistas? Bueno, para poder comprender el concepto de populismo primero deberíamos entender qué es el populismo o para que sirve, y aunque el concepto es muy utilizado no es sencillo de explicar.

Benjamin Moffitt, autor del libro “El auge global del populismo” explica que el líder populista es aquel que construye un discurso mesiánico en el que dice representar a la mayoría, al verdadero pueblo y para dar más peso a esto, el líder señala y construye un enemigo minoritario – a veces imaginario- que puede ser representado por una élite de empresarios, el régimen, los medios de comunicación, los inmigrantes, miembros de una cierta religión, el país vecino o a cualquiera que sirva para sostener su narrativa.

En un mundo dominado por el consumo de información rápida, incompleta y muchas veces falsa es fácil confundir a las personas, por esto es que en los últimos años los populistas viven su mayor auge, ya que es más fácil presentar culpables que buscar soluciones de fondo para los problemas que nos atañen. Al señalar a una minoría muchas veces nos olvidamos de la responsabilidad de aquellos que ejercen el poder.

¿Por qué el populismo ha permeado en las cúpulas políticas? Porque la construcción de esta narrativa facilita la llegada al poder y muchas veces permite sostenerse en él, sin embargo, es un arma de doble filo ya que el buscar un constante enemigo, señalar de los errores propios al de enfrente provoca que la visión del Estado se nuble, que se permitan excesos y que el pueblo esté en constante irritación, pues los populistas tienen que promover la división entre “buenos y malos” evitando la cooperación entre unos y otros, pues finalmente el enemigo señalado también es pueblo.

Así pues, el populismo en muchos casos crea una burbuja que tarde o temprano se romperá, pues de un momento a otro el pueblo resentirá los efectos negativos de avivar la división, de no promover la cooperación, de la simulación qué no genera fuentes de empleo, que no da seguridad, que lastima y empeora día a día la situación del ciudadano de a pie.

Los partidos y las cúpulas políticas pueden evitar la llegada de más populistas, de aquellos improvisados que antes de tener capacidades y experiencia gubernamental solo promueven y repiten un discurso que de momento genera cierta rentabilidad electoral pero que daña a largo plazo.

El populismo se combate con preparación, con escuelas de cuadros que promuevan perfiles que entiendan lo que sucede tanto en la calle como en un mundo globalizado que está interconectado, hipercomunicado e hipertecnologizado, con planteamientos de construcción de un país a 30 o 50 años y no con la pobre visión de solo ganar una elección o de subirse a la tendencia en las redes sociales.

En este planteamiento hay que decir que la política se parece al fútbol, si se tiene buena cantera, al paso de 5 o 6 años seguramente se contará con un equipo competitivo que aspire a ganar y con perfiles altamente identificados con la institución que los promovió, de no trabajar desde las bases, el equipo está condenado a ser uno más del montón y/o a contratar perfiles de otro lado que mercantilicen la ecuación, imponiendo la rentabilidad económica antes que el bienestar del equipo. Así las cosas.

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El peso de un poder silencioso: Elon Musk y su influencia en la elección de 2024

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En el año 1871, cuando Otto von Bismarck estaba consolidando el poder del recién unificado Imperio Alemán, el “Canciller de Hierro” comprendió que la política no se trataba solo de fuerza militar o discursos memorables; también era el arte de influir sin ser visto, de mover las piezas desde las sombras.

Un siglo y medio después, esa misma noción parece haberse materializado en la figura de Elon Musk. Aunque Musk no es un político en el sentido estricto de la palabra, su presencia en la elección de 2024 en Estados Unidos recuerda cómo los grandes actores económicos y tecnológicos se convierten en poderes por derecho propio, capaces de influir en el curso de naciones, o incluso de redefinir el “orden mundial.”

En esta elección, la participación de Elon Musk a favor de Donald Trump ha alcanzado niveles sin precedentes para un empresario tecnológico. Más allá de emitir un respaldo, Musk ha puesto a disposición de la campaña del expresidente sus redes, sus eventos y cantidades significativas de dinero. Su influencia se extiende incluso al espacio digital, donde controla una plataforma de redes sociales ampliamente utilizada, algo que, en la era de la información, se traduce en poder directo sobre la opinión pública.

La imagen de Trump ha evolucionado en esta campaña, cargándose de una narrativa en la que se celebra lo disruptivo y desafiante. Musk, en su papel de “campeón de la libertad de expresión” y defensor de la innovación radical, encaja en este esquema de lo políticamente incorrecto. Pero esta alianza va más allá de simpatías ideológicas. En política, ningún apoyo es gratis, y pocas lealtades se sustentan solo en ideales. En el fondo, el interés de Musk probablemente no se basa solo en un respaldo personal a Trump, sino en una visión de poder y posición para sus negocios y su influencia global.

Estados Unidos sigue siendo el centro neurálgico del mundo en términos políticos, económicos y culturales. Lo que sucede en Washington y en Wall Street repercute en todo el planeta, y la posición que Musk tome en esta elección indica su intención de influir directamente en la dirección futura de ese poder. Como empresario y dueño de empresas tecnológicas y aeroespaciales de enorme influencia, Musk probablemente tenga una visión concreta sobre el rumbo que debe tomar la administración estadounidense en temas que afectan directamente a sus negocios.

En ese orden de ideas, uno de los temas más relevantes que podrían definirse con un regreso de Trump, impulsado en parte por Musk, sería la postura hacia China. Bajo la administración de Joe Biden, las relaciones comerciales con China han sido tensas pero equilibradas. Sin embargo, un segundo mandato de Trump, respaldado por un Musk interesado en proteger su dominio en el mercado de automóviles eléctricos, podría reactivar una guerra comercial abierta contra China. La competencia con la marca automotriz BYD, que ha emergido como un competidor significativo de Tesla, da pie a la especulación de que Musk podría influir para endurecer las políticas contra el gigante asiático, fortaleciendo el mercado estadounidense en favor de Tesla.

Una guerra comercial, aunque costosa, podría beneficiar a Musk al cerrar el mercado estadounidense a competidores extranjeros en su sector y mantener la hegemonía de Tesla. Este movimiento, con todo y sus posibles consecuencias, repercutiría en toda la economía global y pondría a México en una posición delicada, al depender en gran medida de sus exportaciones y de su relación comercial tanto con Estados Unidos como con China.

En este contexto, México tendrá que adaptarse a las nuevas dinámicas impuestas por una posible administración Trump-Musk. Desde que Trump asumió el cargo en 2016, el país fue puesto en una posición de sumisión en temas migratorios, comerciales y de seguridad.

Ahora, con Musk en la ecuación, se abren otros desafíos y oportunidades para México. Si Estados Unidos decide endurecer las políticas comerciales con China, México podría beneficiarse al fortalecerse como una alternativa manufacturera para el mercado estadounidense. Aun así, dependerá de la habilidad del gobierno mexicano para negociar con la administración estadounidense y captar las oportunidades que esta guerra comercial pudiera dejar sobre la mesa.

Además, Elon Musk ha demostrado interés en México como un país con gran potencial en términos de inversión, sobre todo en la industria automotriz y de tecnología. Tesla ya cuenta con una planta en México, y una administración afín podría representar una oportunidad de oro para el país en términos de generación de empleo e inversión extranjera. Con todo, esta aparente oportunidad trae consigo también una dependencia potencialmente riesgosa: si la economía mexicana queda anclada al beneficio de Musk y sus decisiones estratégicas, cualquier cambio en sus prioridades o intereses podría afectar profundamente al país.

El apoyo de Musk a Trump plantea preguntas profundas sobre la naturaleza del poder en el siglo XXI. En la era de la información y la tecnología, el poder no se limita a gobiernos y políticos; se ha expandido hacia empresarios y tecnócratas cuya capacidad de influir en las decisiones de un país es tan relevante como la de cualquier líder electo. Musk, en esta elección, se presenta no solo como un empresario, sino como un actor político con una visión del mundo y del lugar que Estados Unidos debe ocupar en él.

Su presencia en esta campaña refleja un cambio en el “orden mundial,” donde las decisiones económicas y geopolíticas están cada vez más influenciadas por intereses privados. Al igual que Bismarck en el siglo XIX, Musk parece estar trazando un plan desde las sombras, influenciando el futuro de la nación más poderosa del mundo en beneficio de sus propios intereses y de su visión de futuro.

La participación de Elon Musk en el proceso electoral de Estados Unidos en 2024 marca un precedente en el que la política y los negocios se fusionan en una era de influencia tecnológica sin precedentes. Su apoyo a Donald Trump no es solo una muestra de simpatía o afinidad política; es un movimiento calculado dentro de un ajedrez geopolítico y económico que define el rumbo no solo de Estados Unidos, sino también de países como México y del equilibrio global. En este nuevo escenario, figuras como Musk redefinen el papel de los poderosos en la sociedad, y nos recuerdan que, al final, los grandes actores no necesitan un cargo político para ser quienes decidan el rumbo de nuestras naciones.

 

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Elección presidencial en EUA: ¿Kamala o Trump? ninguno merece ganar…

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Demos vuelta a la página porque la democracia está en la línea, es el mensaje de Kamala para los electores indecisos horas antes de la elección. Kamala y Joe lo rompieron, pero yo lo arreglaré dice Trump sobre la economía y la seguridad en los últimos minutos de campaña de su vida.

 Como usted sabe el martes, son las elecciones en los EUA. Pero en los últimos años el proceso de ese país se ha venido convirtiendo en un arguende que ya se veía venir cuando Bush Jr. le ganó en tribunales a Al Gore en el año 2000.

 Pero este año no solo los asuntos jurídicos, que son ya cotidianos en esos procesos basados más que nada en la confianza de que los que participan no hagan trampas. Sino que son los propios partidos, los dos han hecho campañas plagadas de errores que en un proceso cotidiano serían causa de perder la elección.

En una semana podremos analizar cuáles errores fueron los que dieron el triunfo al candidato que se levante con la victoria, pero ya de desde hoy les anticipo que por la falta de buenas leyes electorales en el país del Tío Sam, puede que los conteos se tarden semanas en Estados clave como Arizona, California, Wisconsin o Pensilvania. Esto es una pena porque hay Estados con mucha gente que tienen resultados el mismo día incluso horas después de cerrada la jornada.

El país más poderoso del mundo quien basa su influencia ideológica en las demás naciones, en ser garante de libertad y democracia, tiene un sistema de votos basado casi enteramente en la confianza del que se registra para votar sin identificaciones especiales o complicados procesos para depurar el padrón electoral. Así las cosas, desde Al Gore vs Bush se veía que se debían arreglar los procesos y sin quitar la facilidad para el acceso al voto, se debían, poner reglas más equitativas y con candados de seguridad para todos.

Como usted sabe en EUA no hay un órgano electoral nacional, sino 50 órganos estatales y leyes para cada Estado. Por si esto fuera poco, cada estado permite a sus condados determinar reglas especiales para el día de la elección. Así tienen Estados que permiten votar por correo al 100% de los ciudadanos y los partidos políticos recoger a domicilio las boletas en un periodo llamado de voto anticipado.

Otros estados son menos laxos y solo permiten votar por correo a los que tienen una causa como enfermedad o servicio militar o médico o trabajo fuera del Estado. Estas diferencias y potenciales cambios a las reglas por parte de condados y municipios incluso un par de meses antes de la elección, fueron la causa del conflicto Gore vs Bush y del más reciente y escandaloso Trump Vs Biden.

Más allá de quiénes hayan tenido la razón, si Biden y Bush o Trump y Gore, la verdad es que los partidos que ganaron esas dos elecciones no hicieron nada y de hecho bloquearon cualquier idea de cambios electorales. Ni Bush ni Biden cuando ganaron hicieron nada por evitar que el conflicto previo se repitiera en el futuro. Ellos los políticos son los que por mantener condiciones para sus triunfos individuales no ofrecieron una reforma que ayudara a los ciudadanos a mantener la confianza en sus instituciones. Bush fallo en eso cuando derrotó a Gore, Biden falló cuando derrotó a Trump y dicha sea la verdad los estados en manos de ambos partidos en aquel entonces con Bush los Republicanos en el 2000 y ahora con Biden los Demócratas no arreglaron los errores del 2020.

Por lo pronto en la semana de cierres de campaña los dos partidos han reiterado sus fortalezas y sus errores. Kamala se ha equivocado varias veces al hablar sin guion con lo que sus críticos recuerdan que no tiene mensaje sino solo ensaladas de palabras. Ella ha llamado a la unidad del país ofreciendo que gobernará para todos, pero al mismo tiempo y a veces durante el mismo discurso ella y/o sus voceros como Obama, Mark Cuban y Joe Biden insultan a los hombres, mujeres y ciudadanos que voten por Trump llamándolos fascistas, nacistas, basura, sexistas y racistas.

Por su lado Trump no cambia su mensaje de éxito económico y de control migratorio, mezclado con lenguaje vulgar e insultos de él o de sus voceros como un cómico que en el cierre de campaña en Nueva York dijo que Puerto Rico era una isla de basura flotando en el pacífico o como Trump diciendo que los judíos o católicos que voten por Kamala deberían ser analizados por siquiatras.

A pesar de esto la elección está tan cerrada que candidatos del Partido Demócrata al senado y a otros cargos en Pensilvania, Ohio y otros Estados han sacado anuncios diciendo que ellos trabajarían con Trump sin mencionar a Kamala y otros republicanos hacen campaña como independientes esperando ganar algunos votos que por su carácter Trump repele.

Kamala propone dar la vuelta a la página de 10 años de Trump, pero admite que la administración a la que ella pertenece no ha logrado bajar los precios de productos básicos y Trump asegura que la economía y la lucha por las clases populares es su causa.

El 75% de los electores dicen que el país va en la ruta equivocada y la economía se percibe como el principal problema, seguido por la migración indocumentada, temas en los que Trump llevaba una ventaja arrolladora sobre Biden en agosto y aún mantiene una ligera ventaja sobre Kamala. Hablando de Joe es el presidente menos popular en la historia moderna de EUA y cada vez sale menos para evitar sus constantes errores. Pero mucha gente se pregunta por qué si está tan mal no lo sacaron de la presidencia y por qué Kamala lo cubrió hasta que fue imposible.

Por su lado el 4º y 5º asunto más importante para los electores el aborto y la democracia. En estos puntos Kamala goza de una gran ventaja vs Trump. Si vemos el voto por genero las están a favor de Kamala por un margen de 15% mientras que los hombres están a favor de Trump por un 12%. Dicen que las mujeres votan más que los hombres, esto debería dar la victoria a la Vicepresidenta, pero hay una gran cantidad de musulmanes, de latinos y de negros que por lo general votan por el Partido Demócrata, pero en este año se han ido sumando a Trump bajo el argumento de que hace 4 años la economía estaba mucho mejor y de que no quieren a hombres en deportes de mujeres.

Sea como sea, creo que al menos en nuestra vida y las de los que tengan uso de razón, no veremos otra campaña igual a esta que decidirá a quien tomará el control del país vecino. Los tres candidatos, es decir Joe, Kamala y Trump son los menos populares en la historia moderna. El cambio de Joe vía fax y Twitter, los arrestos y juicios vs Trump, la llegada de Kamala sin proceso interno, los números falsos de creación de empleos que se corrigen 48hrs antes de la elección, las guerras y los insultos de ida y regreso serán algo que en su conjunto no se verá nuevamente.

Si gana Trump se dirá que fue machismo, racismo, pero no se dirá que la gente estaba molesta con la economía, las guerras, los temas de transexuales y que Kamala no respondió con firmeza qué habría hecho distinto a Joe Biden. Se dirá que los insultos y errores de Joe Biden, de Obama y de Clinton en estos días en contra de los republicanos le costaron la presidencia, pero no se dirá que su compañero Waltz a quien escogió por ser muy parecido físicamente a los agricultores y trabajadores güeros y ser gobernador del estado con más musulmanes en EUA, dejó arder su estado por las protestas del 2020 y promovió que se instalaran tampones en baños de niños y el acceso de hombres a regaderas y baños de niñas y mujeres.

Por su lado si Trump pierde claro que dirá que hubo trampa, pero se dirá que perdió por la lana que le metieron los empresarios de la guerra y los indicados de empleados de gobierno a la campaña de Kamala, pero no se dirá que Trump escogió a un abogado que es bueno en debate pero que no le sumó casi votos, dejando en el camino a otros posibles candidatos que le habrían asegurado el gane como las Gobernadoras Niky Helly o Naomi, la ex demócrata Tulsi Gabbard o el senador Cotton. Todos estos le habrían sumado votos de minorías, de mujeres o de independientes.

Tal vez el mayor error de los dos sea su compañero de fórmula. El error de Trump no haber aprovechado el atentado para sumar a independientes. El error de Kamala no haber podido decir qué haría diferente a Biden cuando las políticas de su gobierno fueron muy impopulares. Por eso digo que ninguno de los dos merece ganar, los dos se aferraron a su macho y por eso si uno gana el otro dirá que no es legítimo.

Así las cosas, la encuesta del sábado daba a Kamala con un empate nacional, pero recordemos que en EUA la elección es a través del llamado colegio electoral en donde el que obtenga 271 votos gana. Cada estado tiene un número determinado de integrantes de ese colegio, que a su vez se eligen por voto popular el martes. En el 2016 Trump estaba 3 puntos por debajo de Hilary y en el 2020 Trump iba 7% por debajo de Joe quien ganó por menos de 2%.

En esta elección están a menos de 0.3% de diferencia.  Si los sindicatos y las mujeres hacen su trabajo Kamala debe ganar por mayoría popular y sin problema los estados necesarios, pero si la base de Trump y las minorías de latinos, negros, musulmanes, judíos e independientes que están desencantados con Joe y Kamala votan por la economía y la seguridad Trump ganará los estados necesarios y tal vez hasta el voto popular.

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