MUNDO
Signos de recuperación económica: La ilusión económica del presidente Biden
Economía Global, por Alberto Gómez-R. //
Al parecer la economía de los Estados Unidos se está recuperando milagrosamente de la espiral inflacionaria y el desempleo que amenaza o “amenazaba” con acelerar la inevitable caída de su economía y la hegemonía del dólar estadounidense.
Sin embargo, hay varios factores a considerar con detenimiento, y uno de ellos es la cercanía de las elecciones intermedias en Estados Unidos que se llevarán a cabo el próximo noviembre.
La economía de los Estados Unidos se encuentra en un lugar extraño en este momento. El crecimiento del empleo se está desacelerando, pero la demanda de trabajadores es fuerte. La inflación es alta (pero no tanto como la primavera pasada). Los consumidores están gastando más en algunas áreas, pero recortando en otras. Las ofertas de trabajo son altas pero están cayendo, mientras que los despidos son bajos y… bueno, depende del indicador que se observe.
Incluso, en el mejor de los casos, puede ser difícil hacerse una idea de lo que sucede en una economía con 150 millones de trabajadores y una producción anual valorada en 20 billones de dólares. Y estos están lejos de ser los mejores tiempos. La pandemia y sus efectos dominó continúan interrumpiendo las cadenas de suministro globales y manteniendo a millones de estadounidenses sin trabajo. La guerra en Ucrania ha hecho subir los precios de la gasolina y los alimentos, y ha añadido una nueva fuente de incertidumbre. La Reserva Federal está tratando de hacer retroceder la inflación más rápida en décadas y amenaza con causar una recesión en el proceso. (nytimes.com)
Según una definición común en economía, Estados Unidos ya está en recesión, porque el producto interno bruto ha disminuido durante dos trimestres consecutivos. La mayoría de los economistas consideran que esa definición es demasiado simplista y prefieren observar una gama más amplia de indicadores en una variedad de categorías. También dicen que para entender cómo va la economía, es importante considerar tanto los niveles como las tasas de cambio. Importa, por ejemplo, no solo si el desempleo es bajo o alto, sino también si está aumentando o disminuyendo.
Si hay una parte de la economía que claramente está funcionando bien en este momento, es el mercado laboral. Los empleadores agregaron casi seis millones de puestos de trabajo el año pasado, y la tasa de desempleo recientemente alcanzó un mínimo de 50 años. Los empleadores contratarían aún más trabajadores si pudieran encontrarlos: había más de 11 millones de vacantes a fines de julio. (nytimes.com)
Aun así, no todo es color de rosa. La proporción de adultos que trabajan o buscan trabajo activamente todavía está muy por debajo de su nivel previo a la pandemia, lo que ayuda a explicar las frecuentes quejas de las empresas de que no pueden encontrar suficientes trabajadores.
Los trabajadores han visto aumentar su salario significativamente en los últimos dos años, ya que el mercado laboral activo les ha dado a los trabajadores la palanca para exigir aumentos. Otros tipos de ingresos, incluidos los de negocios e inversiones, también han aumentado. El problema es que los precios han estado subiendo igual de rápido o, en algunos casos, incluso más rápido.
La Oficina Nacional de Investigación Económica, el árbitro semioficial de las recesiones en los Estados Unidos, se enfoca en el ingreso personal que se ajusta a la inflación y excluye los beneficios por desempleo y otros pagos de transferencia del gobierno. Ese indicador sigue aumentando, en parte porque mide los ingresos en conjunto, es decir, no cuánto gana la persona promedio, sino cuánto ganan todos, colectivamente. Cuando hay más personas trabajando, los ingresos generales aumentan.
Los indicadores económicos pueden apuntar en diferentes direcciones, pero hay algo claro: los estadounidenses se sienten pesimistas con respecto a su economía en este momento. La confianza del consumidor, medida por una encuesta de larga duración de la Universidad de Michigan, alcanzó recientemente un mínimo histórico, incluso más bajo que en las primeras semanas de la pandemia del covid19, cuando decenas de millones de personas perdieron sus trabajos de la noche a la mañana.
En el pasado, la caída de la confianza del consumidor ha sido un indicador de recesión bastante confiable. El gasto del consumidor representa alrededor del 70 por ciento del PIB, por lo que cuando las personas dejan de gastar, es casi seguro que la economía atravesará tiempos difíciles. Sin embargo, hasta ahora, los estadounidenses no han actuado de acuerdo con su adusto estado de ánimo recortando gastos. Incluso frente a los altos precios, la gente ha seguido pagando billetes de avión, comidas en restaurantes y otros pequeños lujos. Y ahora la confianza del consumidor muestra algunos signos de mejora a medida que caen los precios de la gasolina.
El incremento en el consumo, a pesar de la confianza en el consumidor también se puede interpretar como reacción o consecuencia de casi dos años de encierro debido a la pandemia; la gente busca salir, divertirse, vivir su día porque no saben lo que el mañana les depare. Esto parece estarse replicando en la mayoría de los países occidentales, América Latina incluida.
Sin embargo, interpretar la economía de consumo es difícil en este momento debido a cómo la pandemia interrumpió los patrones y hábitos de gasto-consumo. Muchas personas están ansiosas por ponerse al día con los viajes y experiencias diferidos, incluso si tienen que pagar más por ellos, lo que podría hacer que el gasto en servicios como estos se detenga incluso si la economía se desacelera. Mientras tanto, el gasto en bienes se disparó en la pandemia, ya que las personas intercambiaron membresías de gimnasios por equipos de ejercicio en el hogar. El gasto en bienes ahora ha comenzado a desacelerarse. Pero los enredos de la cadena de suministro han complicado el panorama: el aumento de las ventas de automóviles, por ejemplo, podría significar que la demanda es fuerte, pero también podría significar que los problemas de producción se están aliviando y que finalmente hay más vehículos disponibles para comprar.
Hay un sector que, inequívocamente, se está comportando como si la economía estadounidense –y otras por igual- se dirigieran a una recesión: la vivienda. Desde que la Reserva Federal comenzó a subir las tasas de interés este año, los constructores han reducido la construcción y los posibles compradores se han retirado del mercado. Sin embargo, hasta ahora, hay pocas señales de un aumento en las ejecuciones hipotecarias o de las tensiones financieras causadas por la última crisis inmobiliaria.
Para el ilusorio presidente Joe Biden y los demócratas, el panorama no es nada favorable de frente a las elecciones de noviembre, a pesar de que la Casa Blanca se empecina en comunicar al electorado que la economía va bien y sobre ruedas.
Biden se reunió con los principales líderes demócratas en la Casa Blanca el martes pasado para celebrar su lucha contra la inflación en un momento inoportuno, ya que un nuevo informe mostró cuán lejos aún tiene que llegar la economía para controlar el aumento de los precios al consumidor.
Mostró que la inflación no se había enfriado como esperaban los economistas de la Casa Blanca y otros pronosticadores, y que los trabajadores habían perdido poder adquisitivo durante el último año debido a que los precios aumentaron más rápido que los salarios.
Pero quizás la parte más complicada para Biden es que se ostentó como el presidente que iba a disminuir la brecha entre ricos y pobres, pero… está sucediendo exactamente lo opuesto, la diferencia es ahora mucho mayor y en aumento.
“Lo más notable de dónde estamos ahora es la resiliencia de la recuperación del mercado laboral, la resiliencia de los consumidores y hogares estadounidenses, y que estamos comenzando a ver algunas señales de que los precios pueden estar moderándose”, Brian Deese, director de Consejo Económico Nacional del Sr. Biden, dijo en una entrevista esta semana.
“Hay más trabajo por hacer”, dijo Deese. “Pero creo que eso es una señal de que las decisiones económicas que ha tomado este presidente están dando sus frutos”.
Pero las encuestas continúan mostrando que la inflación está perjudicando a Biden y su partido en un momento crucial, cuando los demócratas buscan retener el control de la Cámara y el Senado. Los altos precios se perfilan como el tema principal para los votantes en las encuestas de opinión nacionales, y los estadounidenses dicen que confían más en los republicanos para manejar la inflación y la economía en general que en los demócratas. (nytimes.com)
Una desaceleración que se limita a uno o dos sectores no constituye una recesión, que por definición implica una disminución sostenida de la actividad en una amplia franja de la economía. Puede que no sea obvio de inmediato, pero cuando llega una recesión, aparecerá en prácticamente todos los indicadores principales.
JALISCO
«No necesitamos un país que sea autocracia del partido hegemónico, donde el poder real e inmenso lo ejerza un caudillo»: Ernesto Zedillo
CIERTO O FALSO
«No necesitamos un país que sea autocracia del partido hegemónico, donde el poder real e inmenso lo ejerza un caudillo instalado, oculto, en la oficina anexa a la Presidencia de la República. Queremos una Presidenta de verdad»
ERNESTO ZEDILLO / EX PRESIDENTE DE MÉXICO
“Va a ser muy difícil que superemos los retos económicos y geopolíticos que se avecinan desgraciadamente, pues lo que hemos visto es que la apuesta se ha doblado por esa transformación de democracia en tiranía”
ERNESTO ZEDILLO / EX PRESIDENTE DE MÉXICO
FUEGO CRUZADO
Donald Trump anuncia que intentará “cambiarle el nombre del Golfo de México por Golfo de Estados Unidos, un nombre que suena más bonito”
DONALD TRUMP / PRESIDENTE ELECTO DE EEUU
“¿Por qué no le llamamos América Mexicana? Se oye bonito, ¿no? (…) El Golfo de México es y siempre será un símbolo de nuestra identidad y soberanía. No permitiremos que se borre nuestra historia ni que se minimice nuestra contribución al continente americano”
CLAUDIA SEHINBAUM / PRESIDENTA DE MÉXICO
VOZ ALTA
No se equivoquen
Con responsabilidad y firmeza Pablo Lemus, se conducirá como gobernador y responsabilidad es lo que les pide a sus funcionarios, al leerles la cartilla en la encerrona que tuvo este fin de semana en Ajijic. Conforme publicó la periodista Elsa Martha Gutiérrez, al final les advirtió: “Quien la hace la paga, así de sencillo (…) Y que si se equivocan no habrá perdón”. O sea, no habrá contemplaciones con aquellos que abusen de poder, que no entiendan lo que es el servicio público. No tolerará actos de soberbia y prepotencia, lo cual es un buen principio.
PABLO LEMUS. Advertencia a sus funcionarios. Ni tráfico de influencias, ni corrupción
Alta aprobación
Al cumplirse los primeros cien días del gobierno e la presidenta Claudia Sheinbaum, sorprende que alcance mayor aprobación que su antecesor en la jefatura federal , de acuerdo a la encuesta de Buendía & Márquez para El Universal. El sector que más la respalda son los adultos mayores. Conforme a los datos, 80% de los adultos mayores de 60 años avalan su gestión; le siguen jóvenes de 18 a 29 años, con un 79%. En tercer lugar quedaron las personas de 30 a 45 años quienes le dieron un 77% y finalmente aquellos y aquellas de 46 a 59 años, quienes aprobaron su gestión con un 72%.
PRESIDENTA CLAUDIA SHEINBAUM. Adultos mayores y jóvenes los que más la aprueban.
¡Vuela alto!
Un hombre generoso que sembró en tierra fértil fue Don Fernando Romo González, quien el pasado sábado a sus 99 años dejó este mundo. Originario de Atotonilco, fue fundador del diario El Jalisciense. Era el decano del periodismo en Jalisco. Fue empresario del transporte público y miembro de la Alianza de Camioneros y tesorero de la Línea Oblatos. Se introdujo en el mundo de las artes gráficas con una imprenta que instaló en Tlaquepaque y en la década de los 80’s decidió incursionar en el mundo del periodismo.
DON FERNANDO ROMO. ¡Descanse en paz!
CARTÓN POLÍTICO
Nos necesitamos
MUNDO
Dos visiones tras un objetivo similar
Opinión, por Miguel Anaya //
La relación bilateral entre México y Estados Unidos ha sido un tema de constante análisis, especialmente en un contexto actual marcado por la llegada de Donald Trump a la presidencia y la visión política y social de Claudia Sheinbaum. Si bien los retos son notorios, es crucial resaltar las vastas oportunidades que se presentan para México en el ámbito económico y en la lucha contra la desigualdad.
Desde la anterior administración de Trump, se han implementado políticas que han desafiado el status quo del comercio entre ambos países. Sin embargo, esta situación también ha impulsado a México a redefinir su papel en la economía regional.
La renegociación del Tratado de Libre Comercio, que culminó en el T-MEC, no solo representó un esfuerzo por mantener el acceso a un mercado vital, sino que también abrió la puerta a la modernización de sectores clave, brindando a México la oportunidad de convertirse en líder de la manufactura avanzada y procesos de innovación, misma que aún falta por ser mejor aprovechada.
La interdependencia económica entre México y Estados Unidos es una realidad innegable. Ambos países se benefician de un comercio robusto que impulsa sus economías. La manufactura mexicana en sectores como el automotriz y la electrónica, es un pilar fundamental que permite a las empresas estadounidenses optimizar costos y mejorar su competitividad. Esta sinergia es una oportunidad dorada para que México fortalezca su posición en la cadena de suministro de América del Norte, convirtiéndose en el aliado preferido de un mundo cada vez más interconectado.
Adicionalmente, la escasez de mano de obra en Estados Unidos en sectores como la agricultura y la construcción abre una ventana de oportunidad para que México colabore en la provisión de talento. La creación de políticas migratorias que faciliten la movilidad laboral puede ser beneficiosa para ambos países, garantizando que los sectores más necesitados en Estados Unidos cuenten con la mano de obra necesaria, al tiempo que se generan ingresos y oportunidades para los mexicanos, pero esto solo es posible si antes, nuestro país genera ciertas condiciones como reducir la pobreza y los altos índices de violencia.
Si el gobierno de Claudia Sheinbaum logra reducir la pobreza, logrará un triunfo clave en la narrativa, pues conseguir un país más equitativo no solo es un objetivo ético, sino una estrategia pragmática que fortalecería la estabilidad social y política de México. Invirtiendo en educación y capacitación, mejorará la movilidad social y la competitividad del país. Esta visión inclusiva puede ser un atractivo poderoso para los inversionistas que buscan no solo la rentabilidad momentánea, sino también objetivos a largo plazo en sus decisiones de inversión.
Asimismo, el combate al crimen organizado y la violencia es fundamental para garantizar el libre desarrollo de los mexicanos y claro, un entorno seguro y propicio para los negocios. Más allá de las declaraciones estridentes de Donald Trump es evidente y alarmante el crecimiento de las células delincuenciales en el país y también lo es que las autoridades nacionales deberán construir una relación de confianza con el vecino del norte.
Pensando en esto, habrá que prestar atención en la petición de Estados Unidos de combatir al crimen organizado de origen mexicano con sus fuerzas armadas; aunque este no es el plan preferido del gobierno mexicano, seguramente habrá puntos de acuerdo, pues la reducción de la violencia es una necesidad urgente para ambas naciones.
Finalmente, no podemos pasar por alto la reciente dimisión del líder canadiense Justin Trudeau, en una nación que muestra una clara tendencia a instaurar un nuevo gobierno de derecha que pondere el desarrollo económico antes de la inclusión social o la política de fronteras abiertas.
En conclusión, a pesar de los desafíos que presenta la relación bilateral con Estados Unidos las oportunidades son vastas y prometedoras, los puntos clave de comercio, seguridad y migración tienen soluciones multifactoriales donde convergen la educación, los valores, la cultura y, sobre todo, la aplicación de un estado de derecho fuerte y eficiente.
La capacidad de ofrecer dichas soluciones y aprovechar el crisol de oportunidades que se presentan dependerá de la voluntad de las y los líderes involucrados y la capacidad para trabajar juntos, caminado hacia una región más próspera, equitativa y sostenible. El futuro de México y Norteamérica está en sus manos.
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