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Podrán jugar con público en el Estadio de los Charros; en Grandes Ligas comienzan a perfilarse equipos para playoffs

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Vuelacercas, por Salvador Cosío Gaona //

Faltando ya pocos cotejos para completar la agenda ordinaria en esta singular campaña 2020 de la Major League Baseball (MLB), ya se puede advertir un pelotón de equipos que levantan la mano con seguridad para avanzar a la fase de playoffs, así como otros que todavía tendrán que sufrir hasta el último juego para definir si acceden de manera directa a la postemporada y quedando también por conocer cuáles habrán de concursar en el repechaje por un lugar para llegar a la fiesta grande del rey de los deportes.

Lo que lo que suceda en los próximos 15 días habrá de consolidar liderazgos sin dejar de advertir que aún hay margen para nuevos escenarios, previéndose cotejos de alta competitividad y pudiéndose aún generar sorpresas.

De manera que faltando prácticamente un promedio de 15 cotejos por equipo de los 60 programados antes de la postemporada que arranca en octubre, es posible tener una prospectiva de cuáles serían los conjuntos más abocados a coronarse en cada una de las divisiones de la antigua y la moderna liga. 

Así pues, en la Liga Americana comanda la División Este el equipo de Mantarrayas de Tampa Bay, quien va con cierta ventaja sobre el segundo lugar, los Yankees de Nueva York, que a su vez han tomado ya bastante distancia sobre Azulejos de Toronto. En tanto, la División Central es comandada por los Medias Blancas de Chicago que llevan un buen paso ligeramente arriba de los Mellizos de Minnesota, quienes están con una buena diferencia sobre el siguiente equipo ubicado en la tabla que son los Indios de Cleveland. Y en la División Oeste marchan en punta los Atléticos de Oakland con una distancia importante sobre su más cercano perseguidor los  Astros de Houston que mantienen holgada diferencia sobre el siguiente en el standing que es Marineros de Seattle. 

Cabe mencionar que además de estos equipos que se han mencionado que pudieran ser los líderes al final de la gesta ordinaria en cada una de las divisiones que serían Tampa Bay, Medias Blancas y Atléticos podrían calificar como los segundos mejores de las divisiones Yankees de Nueva York, Mellizos de Minnesota y Astros de Houston y estarían peleando la lucha por el comodín los Marineros de Seattle, Indios de Cleveland y Azulejos de Toronto.

En la Liga Nacional, encabeza la División Este Bravos de Atlanta, con una diferencia mediana sobre los Marlines de Miami que superan por muy ligero margen a los Filis de Filadelfia. En la División Central Cachorros de Chicago encabeza la tabla con una diferencia importante sobre Cardenales de San Luis quienes están solamente a escasa distancia arriba de Cerveceros de Milwaukee y a la vez con muy poco margen sobre el siguiente en el estanding que son los Rojos de Cincinnati. En la División Oeste el liderazgo pertenece a Dodgers de Los Ángeles que es el mejor equipo hasta ahora en ambas ligas, en segundo sitio están los Padres de San Diego y muy atrás de ellos los Gigantes de San Francisco.

Pero hay que observar que todo puede pasar en las dos semanas que aún restan de cotejos; rachas buenas o de fracasos que puede enfrentar cualquier equipo, podrían marcar la diferencia entre los 16 equipos (8 de cada liga) que llegarán a la etapa de playoffs y los que se quedarán en el camino.  

De ahí la importancia de lo que acontecerá en la penúltima semana de la agenda ordinaria; hay posibilidades para que algunos equipos que hoy están ubicados a media tabla en su división puedan colarse y llegar a la postemporada donde cualquiera puede aspirar a ser campeón de alguna de las ligas y buscar la corona de la Serie Mundial en una campaña suigéneris, recortada y con altibajos, en la que salvo algunas excepciones, los conjuntos tuvieron desempeños apenas regulares aunque están esperanzados a pasar a la postemporada y ser en esta parte en la cual impongan su mejor esfuerzo.

En otro asunto, hasta ahora no se ha generado la posibilidad de que exista público presente en los estadios,  pero siendo que ya inició la temporada de la NFL del fútbol americano y que ha comenzado -aún siendo poco- con presencia de aficionados en los estadios, existe cierta  esperanza todavía para los aficionados al béisbol en cuanto a que se les permita acceso en postemporada y especialmente en la Serie Mundial.

LIGA MEXICANA DEL PACÍFICO CON PÚBLICO 

En donde sigue creciendo la esperanza de ver estadios beisboleros con presencia de aficionados es en la Liga Mexicana del Pacífico (LMP) el máximo circuito beisbolero profesional jugándose en otoño-invierno, luego de que la Liga circulara un comunicado a través del cual ha confirmado que las plazas de Sinaloa (Mazatlán, Culiacán, Guasave y Los Mochis) recibieron luz verde por parte de su gobernador Quirino Ordaz, para abrir sus estadios al público siempre y cuando cumplan los protocolos de sanidad y con aforo no máximo, por ahora, de 40 por ciento. 

En el caso de Jalisco, como ya lo habíamos adelantado, se perfila a ser otro de los estados del país que podrá tener público presente aunque con aforo reducido en su estadio de béisbol en Zapopan cuando Charros de Jalisco reciba la visita de Tomateros de Culiacán el 20 de octubre próximo en lo que será su primera serie jugándose en casa en el marco de la temporada 2020-2021 de la LMP. 

Lo que sabemos hasta ahora es que habría la misma permisividad y casi los mismos términos como se ha señalado ocurrirá en Sinaloa.

Sin embargo, lo que podría marcar un giro en la decisión de apertura al público es el comportamiento de la propia pandemia en la entidad, de ahí que habrá que estar expectantes a lo que ocurra en los próximos días en relación a contagios y determinaciones de las autoridades.

Por ello preocupa el hecho de que Jake Barrett, el relevista californiano recientemente adquirido por  Charros haya dado positivo a la prueba COVID-19 que les fue practicada a finales de la semana pasada a los 48 peloteros que ya han reportado con la escuadra albiazul jalisciense. Si bien se ha dicho que el jugador es asintomático, deberá cumplir una cuarentena, para después de un puntual seguimiento médico le realicen nuevas pruebas a fin de autorizar su reincorporación al equipo.  

Así las cosas, se espera que a poco más de un mes de que se juegue el primer encuentro en el estadio de los caporales albicelestes, las condiciones de la afectación por pandemia en la gran urbe capitalina jalisciense sean más propicias y ello genere esa gran posibilidad de que sí se permita la asistencia del público. Habrá que esperar que esto suceda.

En otro orden de ideas, se menciona que el experimentado capitán del conjunto jalisciense José Manuel “Manny” Rodríguez Espinosa, de quien habíamos comentado tenía dificultades para firmar por esta temporada con Charros principalmente por su temor a contraer la infección de covid 19, -como ha ocurrido con peloteros ligamayoristas que incluso se negaron a jugar esta temporada en la Gran Carpa-, fuentes confiables aseguran que el líder del vestidor de los caporales está muy cerca de llegar a un arreglo con los dirigentes del club y pronto estará estampando su firma en el contrato. 

Así pues, Charros sigue delineando su roster, al tiempo que desde el pasado viernes ha puesto en marcha sus entrenamientos de pretemporada con miras al arranque de la campaña el próximo 15 de octubre en que habrá de visitar el palacio sultán para enfrentar a la escuadra de Monterrey en lo que será su primera serie del torneo en el cual  una vez más estará en posibilidad de buscar la corona del certamen. 

E-mail: opinión.salcosga@hotmail.com

Twitter: @salvadorcosio1

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La hazaña para la historia de Ronnie Camacho: 27 jonrones hace 62 años en la Liga del Pacífico

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Por Gabriel Ibarra Bourjac //

El sol se alzaba implacable sobre Empalme, Sonora, aquel febrero de 1963, tiñendo de dorado las calles polvorientas que conducían al estadio de los Rieleros. Ronaldo “Ronnie” Camacho, el “roperón de Empalme”, caminaba hacia el diamante con el peso de su pueblo sobre los hombros.

En su mirada se mezclaban la determinación y el nerviosismo: sabía que la penúltima serie del rol regular en la Liga Mexicana del Pacífico sería su prueba de fuego.

Los Naranjeros de Hermosillo, líderes de la liga, llegaban a retarlo, y con ellos, dos titanes del bateo, Héctor Espino, el “Supermán de Chihuahua”, y Saúl Villegas. Ronnie cargaba 24 jonrones; Espino y Villegas, empatados con 23, acechaban su corona. El aire vibraba con la expectativa de 15 mil fanáticos que abarrotaban las gradas, ansiosos por presenciar una batalla que pasaría a la historia.

Desde el primer juego, el estadio se convirtió en un caldero de emociones. Ronnie, con su bat al hombro, sentía cada mirada mientras se paraba en la caja de bateo. El pitcher de los Naranjeros lanzó una recta alta, y el sonido del impacto resonó como un trueno: jonrón 25. La multitud estalló en un rugido que hizo temblar las gradas de madera.

Al día siguiente, en el segundo juego, otro cuadrangular surcó el cielo, el 26, y la afición ya soñaba con la gloria. Pero fue en el cuarto y último juego de la serie cuando Ronnie selló su leyenda. Con un swing poderoso, la bola voló más allá de las bardas, marcando su jonrón 27. El récord estaba hecho, y Empalme se rindió a sus pies. Ese récord, implantado hace 61 años, sigue intacto, solo igualado por Bob Darwin en 1971-1972 con Hermosillo.

El sonido que nunca se olvida

Días atrás, sentado frente a mí en una tarde cálida de junio de 2025, le pregunté a Ronnie cuál de esos jonrones había gozado más. Sus ojos, cargados de nostalgia, se iluminaron mientras respondía: “Nada es más hermoso que escuchar el sonido del impacto del bat con la bola y verla viajar arriba de las bardas”. Su voz temblaba al recordar aquel invierno del 63, cuando en su tierra natal, con los Rieleros, superó a Espino y Villegas para conquistar la corona de jonrones. “Fue una emoción inmensa”, añadió, “sentir que no le fallé a mi gente”.

Ronnie, junto a Espino, fue uno de los bateadores más temidos de México, un bombardero que acumuló 457 jonrones en su carrera: 317 en la Liga Mexicana de Béisbol (LMB) y 140 en la del Pacífico, un poder que aún resuena en la memoria colectiva.

Una vida dedicada al diamante

Ronnie Camacho nació el 26 de octubre de 1935 en Empalme, un pueblo ferroviario de Sonora donde el béisbol era más que un deporte: era un rito. A los 17 años, en 1953, debutó con Fresno en la Liga de California, sucursal de los Cardenales de San Luis, siendo el más joven del equipo. En 1958, ya con los Rieleros, ganó la triple corona de bateo en la Liga Invernal de Sonora, preludio de lo que sería su gloriosa carrera.

Durante más de 20 años y 2,200 juegos, Ronnie brilló en México y Estados Unidos, jugando para equipos como Águilas de Mexicali, Tecolotes de Nuevo Laredo y Pericos de Puebla, hasta su retiro en 1975 con Aguascalientes. En 1983, su nombre ingresó al Salón de la Fama del Béisbol Profesional de México, un reconocimiento a su legado inmortal.

Un homenaje que une pasiones

El eco de sus hazañas llegó hasta Guadalajara, donde tuve el privilegio de rendirle homenaje en el Palacio Municipal, durante el último año de la administración de Enrique Alfaro, con Enrique Ibarra como alcalde interino.

Como relató Diego Morales Heredia en Conciencia Pública, destaqué a Ronnie como un ícono mexicano, un ejemplo de profesionalismo y entrega que inspira a la juventud. “Cuando hay talento, pasión y vocación, se puede lograr”, dije, emocionado, mientras recordaba mis inicios en el periodismo, nacidos de mi amor por el béisbol.

Rodeado de la peña beisbolera más apasionada del occidente, con 150 miembros, celebramos a este sonorense que encarna la grandeza del rey de los deportes. Su récord de 27 jonrones en la Liga del Pacífico, y los 39 en la LMB, lo convierten en el protagonista de las mayores proezas cuadrangulares del béisbol mexicano, un legado que sigue motivando a generaciones.

Un faro para los nuevos peloteros

Ronnie Camacho no es solo un nombre en los libros de récords; es un faro para las nuevas generaciones de peloteros que sueñan con el éxito. Su historia enseña que el talento, forjado con disciplina y amor por el juego, puede romper barreras y conquistar hazañas eternas.

En cada swing de un joven bateador, en cada grito de la afición, resuena el eco de aquellos 27 jonrones de 1963, un recordatorio de que, con pasión y entrega, el diamante siempre recompensa a quienes lo honran. Ronnie, el “roperón de Empalme”, sigue siendo la chispa que inspira a los futuros campeones del béisbol mexicano.

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Julio Urías y el sueño guinda: ¿Un regreso triunfal a Tomateros?

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Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

¿Es posible que en octubre veamos a Julio Urías, el talentoso pitcher mexicano, lanzar con los Tomateros de Culiacán en la Liga Arco Mexicana del Pacífico? ¿O es solo un anhelo de los aficionados que soñamos con ver al monticulista sinaloense retomar su carrera tras la sanción impuesta por la MLB, que concluirá el 17 de julio de 2025, después del Juego de Estrellas?

La afición guinda, reconocida como una de las más apasionadas de México, vibraría con el regreso de su hijo pródigo al montículo. Urías podría encabezar un roster estelar junto a ex grandes ligas como el relevista Víctor González y el poderoso Joey Meneses, formando un equipo competitivo que elevaría el espectáculo de la Liga Arco y atraería a más aficionados al estadio.

A sus 28 años, Julio Urías sigue siendo un talento excepcional. Su recta, que supera las 97 millas por hora, y su variado repertorio de pitcheos lo consolidaron como una pieza clave en la Serie Mundial de 2020 con los Dodgers de Los Ángeles. Sin embargo, su carrera se vio opacada por un caso de violencia doméstica que derivó en cinco cargos menores en Los Ángeles. Aunque la Fiscalía del Condado no presentó cargos graves, Urías se declaró no culpable a uno de los delitos, mientras que los otros cuatro fueron desestimados tras aceptar un programa de tratamiento de un año.

La MLB, tras su investigación, determinó que Urías violó la Política Conjunta de Violencia Doméstica, Agresión Sexual y Abuso Infantil, imponiéndole una suspensión que finalizará a mitad de la temporada 2025. Aunque esto le permitirá recuperar su elegibilidad, el estigma y el «pacto no escrito» entre los dueños de equipos de Grandes Ligas podrían complicar su retorno al béisbol estadounidense.

Aquí es donde surge la posibilidad de verlo en la Liga Arco con los Tomateros, el equipo de sus amores desde niño. Vestir el uniforme guinda en Culiacán, su ciudad natal, sería más que un regreso al béisbol: sería una oportunidad para reconectar con sus raíces, donde brilló en categorías infantiles y juveniles antes de ser firmado por los Dodgers a los 16 años.

La afición culichi, conocida por su lealtad, recibiría a Urías con los brazos abiertos, ofreciéndole el apoyo que necesita tras los momentos difíciles. Este retorno cumpliría un sueño que el propio pitcher expresó en 2021: jugar con el equipo de su tierra. Más allá de lo deportivo, sería un capítulo de redención personal, un mensaje de que los errores no definen el futuro de un talento generacional.

Si Urías demuestra un cambio genuino y compromiso, su incorporación a los Tomateros no solo revitalizaría su carrera, sino que también inspiraría a peloteros y aficionados, mostrando que la perseverancia puede superar los tropiezos. Su llegada sería un hito para la Liga Arco, un impulso para el béisbol mexicano y una narrativa de superación que combina datos, pasión y emoción.

Aunque no hay certeza de que Urías juegue con los Tomateros, la posibilidad existe. Todo dependerá de si un equipo de MLB lo contrata tras el fin de su sanción o si decide regresar a casa para escribir un nuevo capítulo en su historia. La pelota está en el aire, y los aficionados guindas ya sueñan con verla cruzar el plato.

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Lecciones del diamante: La redención de Urías y Osuna

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Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

Será el El 17 de julio de 2025, cuando el comisionado de las Grandes Ligas, Rob Manfred, levantará la suspensión impuesta al lanzador sinaloense Julio Urías por violar la política de violencia doméstica de la MLB. Esta decisión abre la puerta para que “El Culichi” pueda ser firmado por cualquier equipo de la Gran Carpa, pero su camino de regreso al estrellato está lejos de ser claro.

Hace apenas unos años, hablábamos de un talento generacional, un pitcher mexicano que lideró la Liga Nacional en victorias (2021) y efectividad (2022), y que se perfilaba para firmar un contrato histórico cercano a los 200 millones de dólares, un hito para un pelotero latinoamericano. Sin embargo, su comportamiento fuera del diamante ha opacado su brillo en el montículo.

Urías, quien fue clave en el título de los Dodgers en 2020, ha demostrado ser un diamante en bruto desde los 16 años, cuando Los Ángeles lo firmó. Su talento es innegable: una recta que roza las 97 millas, un cambio y curva devastadores, y una habilidad para el pickoff que lo hizo destacar desde su debut en 2016. Pero las decisiones personales han sido su talón de Aquiles.

Dos incidentes de violencia doméstica, el primero en 2019 y el segundo en 2023, lo llevaron a ser el primer jugador suspendido dos veces bajo la política de la MLB. El video de 2023, donde se le ve agrediendo a su pareja, fue un golpe duro para su imagen y su carrera. La sanción hasta el Juego de Estrellas de 2025 refleja la gravedad de sus acciones, pero también le da una nueva oportunidad.

¿Qué sigue para Julio Urías?

La pregunta no es solo si un equipo apostará por su brazo, sino si él ha aprendido de sus errores. En 2022, escribí que un contrato de 200 millones estaba al alcance de su mano, pero advertí que su futuro dependía de mantener el enfoque dentro y fuera del campo.

Hoy, esa proyección parece lejana. Equipos como los Yankees o los Mets podrían considerar su talento, pero el riesgo reputacional es alto, como lo demuestra el caso de Trevor Bauer, quien tras una suspensión similar no ha regresado a MLB y ha optado por ligas en Japón y México. Urías, a sus 28 años, aún tiene tiempo para redimirse, pero deberá cumplir con el programa de tratamiento ordenado por la MLB y demostrar un cambio genuino.

En México, especialmente en Culiacán, esperan que “El Culichi” retome el camino. Los Tomateros de Culiacán podrían ser una opción para mantenerse activo si la MLB no le abre las puertas de inmediato. Pero más allá del béisbol, Urías debe sanar como persona. Su historia es un recordatorio de que el talento no basta si no va acompañado de responsabilidad. Ojalá, por el bien del béisbol mexicano y de él mismo, que esta segunda oportunidad no sea la última.

Son dos grandes talentos mexicanos que pareciera haber tropezado con la misma piedra para truncar sus carreras en el mejor beisbol del mundo. Los dos son sinaloenses. En su momento fueron considerados entre los mejores cinco lanzadores de Grandes Ligas, uno como inicialista y el otro como relevista.

Roberto Osuna, con su recta de fuego, ostentaba 39 salvamentos con Toronto en 2017 y parecía destinado a ser el mexicano con más juegos salvados en la historia. Sin embargo, sus errores fuera del campo los llevaron al ostracismo, dejando lecciones cruciales para los jóvenes peloteros que sueñan con brillar en la MLB.

¿Qué salió mal?

Ambos sucumbieron a la presión de un sistema ferozmente competitivo, como señaló el periodista Mario Villagrán: la MLB es una maquinaria que exprime no solo el físico, sino también la mente y el carácter.

Osuna, acusado de agresión a su pareja en 2018, fue suspendido 75 juegos y, tras una lesión en 2020, no volvió a la MLB, encontrando refugio en Japón. Sus actos no solo mancharon su reputación, sino que cerraron puertas que su talento había abierto de par en par.

La lección para las nuevas generaciones es clara: el éxito en la MLB no se mide solo en ponches o salvamentos, sino en la capacidad de administrar la fama, el dinero y las tentaciones. Urías y Osuna, con contratos millonarios en el horizonte, dejaron que decisiones personales los traicionaran.

Como escribí en 2021, cuando Urías alcanzó 20 victorias, el talento debe ir acompañado de madurez. La presión de ser figura pública, como señaló Esteban Loaiza, es inmensa, y los errores se magnifican bajo la lupa de los medios y los aficionados. Los jóvenes como Alejandro Osuna, quien debutó con Texas en 2025, o Isaac Paredes, estrella en ascenso, deben aprender a navegar este entorno.

Primero, la disciplina personal es innegociable. La MLB tiene una política estricta contra la violencia doméstica desde 2015, y casos como los de Urías, el primero en ser suspendido dos veces, muestran que no hay excepciones. Segundo, rodearse de un círculo de apoyo sólido es vital. Urías contó con su padre, Carlos, como guía en sus inicios, pero las malas decisiones lo alejaron de ese respaldo.

Osuna, por su parte, habló de ansiedad en 2017, un tema que los prospectos deben abordar con profesionales para no derrumbarse bajo presión. Tercero, entender que el béisbol mexicano depende de sus embajadores.

Cada error de un pelotero azteca no solo afecta su carrera, sino la percepción de los prospectos mexicanos en la Gran Carpa.

Para los jóvenes que hoy entrenan en Culiacán, Hermosillo o Tijuana, el mensaje es contundente: el talento los llevará a la puerta de la MLB, pero solo la integridad los mantendrá dentro (…) Urías y Osuna son un espejo donde los prospectos deben mirarse: no para imitar sus errores, sino para aprender de ellos.

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