MUNDO
Hay cientos de muertos palestinos: Israel-Palestina, puede generar un conflicto de orden mundial
Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
Aunque no podemos cerrarnos a la historia de confrontaciones individuales y oficiales entre Palestina e Israel, tendríamos que añadir el efecto mental traumático post Covid19 que impera en la mayoría del mundo en el que los ánimos y la frustración han causado presiones y daños mentales a millones de personas por los encierros, las vacunas y la crisis económica que se inicia con la falta de empleo y la inflación.
En menos de tres días la organización terrorista-política llamada Hamas lanzó dos mil cohetes desde palestina en contra de Israel. Pero, ¿cómo llegamos a esto?
¿DÓNDE ESTÁ PALESTINA?
Desde que era niño he escuchado de “Palestina” y de “Gaza”, pero pocos sabemos que dicho territorio no es continuo y que de hecho fue delimitado con referencias históricas pero de forma abrupta por una resolución de la “Liga de las Naciones” –antecesora de la ONU- en 1920 como resultado de la Primera Guerra Mundial.
El llamado territorio de Palestina que tiene una forma alargada de Sur a Norte y con poca distancia de Este a Oeste, se extendía desde la frontera sur de Líbano hasta la entonces frontera norte de Egipto con el Mar Mediterráneo al Poniente y Siria y Jordania por el Este. Las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial decidieron dar a Inglaterra el control de dicha zona “en tanto que la misma pudiese desarrollar un gobierno propio”. La idea era crear un país, pero de momento se creó una colonia que duró por más de 30 años hasta que al final de la Segunda Guerra Mundial la ONU decretó -1948- que dichos territorios fuesen entregados a sus habitantes para que ellos formasen sus propios gobiernos con la consigna de que uno de ellos fuese el nuevo Estado de Israel y el otro un Estado Árabe llamado Palestina.
Al norte de Palestina se encuentra Nazaret, al centro Jerusalén, al nororiente se encuentran los llamados “West Banks”, al centro-sureste Belén y al Sur Poniente se encuentra Gaza. El proyecto de división para árabes y judíos era un “tétrix” muy complicado de 6 mini territorios mezclados entre sí.
En dicho “acuerdo” se dejaba a Jerusalén como una zona neutra que sería controlada por una coalición internacional y se decía que Inglaterra debería dejar el territorio a más tardar en septiembre de ese 1948. Los representantes árabes y judíos no estaban de acuerdo con la partición de los territorios, incluso poco práctica para fines administrativos y de defensa más allá de las razones históricas de la ciudad de Jerusalén que es deseada por todos.
Al final los judíos de inmediato aceptaron la resolución y formaron un Gobierno desde Tel-Aviv pero los países árabes rechazaron dicha propuesta de formar un país en parte de Palestina por varias razones, entre las cuales la principal era el asunto de Jerusalén. Con un Gobierno electo los israelitas iniciaron su desarrollo económico y miles de judíos comenzaron a enviar apoyo e incluso a familiares a “repoblar la tierra prometida” que como sabemos es la región que se identifica en la Biblia como “cananitas” en donde nuestro padre Abraham falleció y está presuntamente sepultado.
En defensa de los pobladores árabes-musulmanes y líderes locales palestinos, ellos sí querían aceptar el acuerdo para la creación de estos dos Estados a pesar de sus complicaciones territoriales, pero los líderes de los países árabes más poderosos se reusaron y en cuanto Israel fue creado e Inglaterra dejó el territorio, una coalición de Egipto, Jordania y Siria declararon la guerra en 1949 y trataron por el norte, por el sur y por el este de ocupar todo ese territorio desconociendo a Israel.
Esta guerra terminó con la victoria de Israel quien consolidó un territorio continuo desde Líbano hasta el sur dejando la parte de Gaza en manos de Egipto y creando una zona de influencia en lo que se llaman los “West Banks” que es la tierra al Este que divide Jordania de Israel y al noreste los altos de “Golán” frontera con Siria. Es decir, Israel fue invadido y al ganar reclamó territorios extras para poder proteger sus fronteras originales.
Después tanto Egipto como otros países dejaron sus intereses directos y la llamada Organización para la Liberación de Palestina se encargó de realizar elecciones, finalmente los habitantes apelaron a la ONU reconociendo tardíos –en 1968- el derecho a la creación de su Estado y de ahí a la fecha muchos intereses externos han seguido creando y financiando el caos y la guerra en la que los perdedores han sido los civiles que habitan la región, en especial los árabes-musulmanes palestinos quienes han tenido la peor parte por culpa de sus líderes fanáticos y de otros países como Irán que por odio a Israel los usan como carne de cañón, escudos o rehenes en su propia tierra.
No fue sino hasta 1994 que los locales palestinos e Israel se pusieron de acuerdo y se reconocieron mutuamente, pero organizaciones como Hamas que buscan la implantación de sistemas políticos por medio de la fuerza han patrocinado múltiples ataques en varias partes del mundo, pero especialmente en la zona de Gaza o desde los “West Banks”.
Hamas también patrocina elecciones en varios países como Líbano en donde han perpetrado actos. Actualmente Gaza está bajo un gobierno controlado por dicha organización quienes ganaron las pasadas elecciones.
La riqueza natural de Gaza es importante y su acceso al mar muy codiciado pero a pesar de todo esto, la población vive en una situación muy deplorable. Las malas decisiones de sus líderes y la falta de visión de sus pobladores la han mantenido al margen del desarrollo que tiene su vecino Israel, lo mismo sucede con otras regiones en donde podemos ver una Jerusalén muy pobre y otra muy rica dividida por fanatismos y arruinada por malas decisiones.
EL MARCO DE LA EDICIÓN 2021 DEL CONFLICTO EN GAZA
Como todos sabemos el 2020 acarreó una serie de problemas, pero la energía acumulada por los encierros “explotó” recientemente, fechas en las que coincidieron el fin de las fiestas religiosas musulmanas del Ramadán con las de la creación del Estado de Israel, ambas celebradas durante la semana pasada.
Los ánimos en la calle se desbordaron por las restricciones impuestas por la policía de Israel a los accesos multitudinarios a la famosa Mezquita Al-Aqsa. Dicho templo puede recibir hasta cinco mil personas y otros muchos más afuera, el gobierno de Israel que controla la zona impuso un límite para congregar únicamente a 10 mil personas, lo que es mucha gente, pero este límite fue tomado por los pobladores como un atentado en contra de su religión y Hamas logró incitar a cientos jóvenes a manifestarse y a aventar piedras en contra de la policía, lo que desencadenó un enfrentamiento.
El enfrentamiento fue llamado represión, por lo que Hamas emitió un ultimátum amenazando a Israel con ataques si no se retiraban las restricciones y la policía de la zona. Obvio, esto no fue aceptado por Israel y Hamas inició un bombardeo que al sábado pasado había dejado cientos de muertos principalmente palestinos. Desde Palestina se lanzaron más de dos mil cohetes, varios de estos artefactos cayeron en territorio palestino afectando a sus propios pobladores, la mayoría de los proyectiles fueron interceptados por las defensas aéreas israelíes, pero algunos pasaron destruyendo transportes públicos, casas y edificios de todo tipo. Por su parte Israel lanzó ataques aéreos desde más de 140 aviones militares que bombardearon también instalaciones de todo tipo, desde donde Hamas habría lanzado o coordinado los ataques.
Como buenos terroristas Hamas usa edificios civiles, escuelas, hospitales, incluso edificios de medios de comunicación internacionales que resultan ser “escudos o rehenes”, quienes sufren las consecuencias de los ataques en contra de los terroristas y aunque Israel envía alertas a los celulares y a los edificios antes de destruirlos, esto no evita que haya muertos colaterales, mismos que sirven a la causa de Hamas quien denuncia que niños o inocentes mueren a manos del ejercito Israelí.
Como hemos dicho Palestina e Israel son usados para pelear guerras de terceros. EUA mismo ha financiado armamento a ambos países y a través de Irán a dado recursos que terminan en las manos de Hamas. Irán quien ha sido apoyado por los Demócratas desde hace años e Israel que ha sido apoyado por los Republicanos, padecen las consecuencias de una guerra interminable que sólo había tenido un respiro durante los tres últimos años.
EL CONFLICTO PODRÍA LLEGAR A MÁS
La propia ONU teme que este conflicto puede desencadenar una guerra multinacional. En las calles de Israel y de EUA civiles y políticos se han manifestado a favor o en contra, llegando incluso a enfrentamientos verbales y físicos entre los asistentes a dichas protestas. Ya ha habido muertos a consecuencia de estos pleitos “callejeros”.
El pasado jueves el Presidente israelí dijo que podría desatarse una “guerra civil” ya que los ciudadanos musulmana y judíos estaban siendo “incitados” por fanáticos para cometer actos de violencia en contra unos de otros.
Mientras que en Washington algunos congresistas demócratas culpan a Israel, los congresistas republicanos piden al Presidente Biden que deje las pláticas con Irán al que culpan de estar financiando los armamentos con los que Hamas atacó esta semana. Incluso se dice que si Irán logra obtener armas nucleares, éstas serían utilizadas por Hamas de inmediato.
Dichas amenazas no has sido tomadas a la ligera por Israel quien ha dicho que “no permitirá” a un Irán con armas nucleares.
A 70 AÑOS
Israel marca una clara diferencia con sus vecinos musulmanes. En Israel las elecciones y los derechos son universales para hombres, mujeres y jóvenes sin distinción de su orientación sexual o de su religión, se ha vacunado a todo el que ha querido, lo que no pasa en Palestina, ni en la mayoría de los países de la región en donde aún se discrimina e incluso mata por razón de sexo, preferencia sexual o religión.
Tristemente a final de cuentas, los pueblos tenemos los gobiernos que nos merecemos ya sea por dejarnos presionar, enajenar o engañar o por no participar.
El gran perdedor de todo esto ha sido el pueblo musulmán de Palestina, quien a 70 años de que pudo haber tenido su propio país, sigue peleando por el reconocimiento internacional y por un desarrollo económico sostenido que obviamente no tiene. Con sus muertos y problemas, el gran ganador ha sido Israel que ha creado un país sólido con un territorio que ha ido aumentando hasta ser ya de tres veces el tamaño de su delimitación concedida en 1947, pero con la zozobra de vivir todos los días ante el riesgo de ataques terroristas o de cohetes lanzados desde la zonas “palestinas” que están al sur y al norte.
MUNDO
El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?
Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //
La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.
Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.
Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.
En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.
El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.
La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.
El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.
E-mail: samcg2002@gmail.com
MUNDO
Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.
Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.
Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.
Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.
El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.
La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.
En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.
Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.
Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.
Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.
Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.
Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.
MUNDO
En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.
La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.
LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN
La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.
Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.
El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.
DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA
El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.
La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.
En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.
FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN
La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.
Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.
La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.
RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES
Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.
Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.
El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.
El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.
EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE
El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.
El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.
En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.
El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.
Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.
Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.
El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.
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