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MUNDO

Hay cientos de muertos palestinos: Israel-Palestina, puede generar un conflicto de orden mundial

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Aunque no podemos cerrarnos a la historia de confrontaciones individuales y oficiales entre Palestina e Israel, tendríamos que añadir el efecto mental traumático post Covid19 que impera en la mayoría del mundo en el que los ánimos y la frustración han causado presiones y daños mentales a millones de personas por los encierros, las vacunas y la crisis económica que se inicia con la falta de empleo y la inflación.

En menos de tres días la organización terrorista-política llamada Hamas lanzó dos mil cohetes desde palestina en contra de Israel. Pero, ¿cómo llegamos a esto?

¿DÓNDE ESTÁ PALESTINA?

Desde que era niño he escuchado de “Palestina” y de “Gaza”, pero pocos sabemos que dicho territorio no es continuo y que de hecho fue delimitado con referencias históricas pero de forma abrupta por una resolución de la “Liga de las Naciones” –antecesora de la ONU- en 1920 como resultado de la Primera Guerra Mundial.

El llamado territorio de Palestina que tiene una forma alargada de Sur a Norte y con poca distancia de Este a Oeste, se extendía desde la frontera sur de Líbano hasta la entonces frontera norte de Egipto con el Mar Mediterráneo al Poniente y Siria y Jordania por el Este. Las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial decidieron dar a Inglaterra el control de dicha zona “en tanto que la misma pudiese desarrollar un gobierno propio”. La idea era crear un país, pero de momento se creó una colonia que duró por más de 30 años hasta que al final de la Segunda Guerra Mundial la ONU decretó -1948- que dichos territorios fuesen entregados a sus habitantes para que ellos formasen sus propios gobiernos con la consigna de que uno de ellos fuese el nuevo Estado de Israel y el otro un Estado Árabe llamado Palestina.

Al norte de Palestina se encuentra Nazaret, al centro Jerusalén, al nororiente se encuentran los llamados “West Banks”, al centro-sureste Belén y al Sur Poniente se encuentra Gaza. El proyecto de división para árabes y judíos era un “tétrix” muy complicado de 6 mini territorios mezclados entre sí.

En dicho “acuerdo” se dejaba a Jerusalén como una zona neutra que sería controlada por una coalición internacional y se decía que Inglaterra debería dejar el territorio a más tardar en septiembre de ese 1948. Los representantes árabes y judíos no estaban de acuerdo con la partición de los territorios, incluso poco práctica para fines administrativos y de defensa más allá de las razones históricas de la ciudad de Jerusalén que es deseada por todos.

Al final los judíos de inmediato aceptaron la resolución y formaron un Gobierno desde Tel-Aviv pero los países árabes rechazaron dicha propuesta de formar un país en parte de Palestina por varias razones, entre las cuales la principal era el asunto de Jerusalén. Con un Gobierno electo los israelitas iniciaron su desarrollo económico y miles de judíos comenzaron a enviar apoyo e incluso a familiares a “repoblar la tierra prometida” que como sabemos es la región que se identifica en la Biblia como “cananitas” en donde nuestro padre Abraham falleció y está presuntamente sepultado.

En defensa de los pobladores árabes-musulmanes y líderes locales palestinos, ellos sí querían aceptar el acuerdo para la creación de estos dos Estados a pesar de sus complicaciones territoriales, pero los líderes de los países árabes más poderosos se reusaron y en cuanto Israel fue creado e Inglaterra dejó el territorio, una coalición de Egipto, Jordania y Siria declararon la guerra en 1949 y trataron por el norte, por el sur y por el este de ocupar todo ese territorio desconociendo a Israel.

Esta guerra terminó con la victoria de Israel quien consolidó un territorio continuo desde Líbano hasta el sur dejando la parte de Gaza en manos de Egipto y creando una zona de influencia en lo que se llaman los “West Banks” que es la tierra al Este que divide Jordania de Israel y al noreste los altos de “Golán” frontera con Siria. Es decir, Israel fue invadido y al ganar reclamó territorios extras para poder proteger sus fronteras originales.

Después tanto Egipto como otros países dejaron sus intereses directos y la llamada Organización para la Liberación de Palestina se encargó de realizar elecciones, finalmente los habitantes apelaron a la ONU reconociendo tardíos –en 1968- el derecho a la creación de su Estado y de ahí a la fecha muchos intereses externos han seguido creando y financiando el caos y la guerra en la que los perdedores han sido los civiles que habitan la región, en especial los árabes-musulmanes palestinos quienes han tenido la peor parte por culpa de sus líderes fanáticos y de otros países como Irán que por odio a Israel los usan como carne de cañón, escudos o rehenes en su propia tierra.

No fue sino hasta 1994 que los locales palestinos e Israel se pusieron de acuerdo y se reconocieron mutuamente, pero organizaciones como Hamas que buscan la implantación de sistemas políticos por medio de la fuerza han patrocinado múltiples ataques en varias partes del mundo, pero especialmente en la zona de Gaza o desde los “West Banks”.

Hamas también patrocina elecciones en varios países como Líbano en donde han perpetrado actos. Actualmente Gaza está bajo un gobierno controlado por dicha organización quienes ganaron las pasadas elecciones.

La riqueza natural de Gaza es importante y su acceso al mar muy codiciado pero a pesar de todo esto, la población vive en una situación muy deplorable. Las malas decisiones de sus líderes y la falta de visión de sus pobladores la han mantenido al margen del desarrollo que tiene su vecino Israel, lo mismo sucede con otras regiones en donde podemos ver una Jerusalén muy pobre y otra muy rica dividida por fanatismos y arruinada por malas decisiones.

EL MARCO DE LA EDICIÓN 2021 DEL CONFLICTO EN GAZA

Como todos sabemos el 2020 acarreó una serie de problemas, pero la energía acumulada por los encierros “explotó” recientemente, fechas en las que coincidieron el fin de las fiestas religiosas musulmanas del Ramadán con las de la creación del Estado de Israel, ambas celebradas durante la semana pasada.

Los ánimos en la calle se desbordaron por las restricciones impuestas por la policía de Israel a los accesos multitudinarios a la famosa Mezquita Al-Aqsa. Dicho templo puede recibir hasta cinco mil personas y otros muchos más afuera, el gobierno de Israel que controla la zona impuso un límite para congregar únicamente a 10 mil personas, lo que es mucha gente, pero este límite fue tomado por los pobladores como un atentado en contra de su religión y Hamas logró incitar a cientos jóvenes a manifestarse y a aventar piedras en contra de la policía, lo que desencadenó un enfrentamiento.

El enfrentamiento fue llamado represión, por lo que Hamas emitió un ultimátum amenazando a Israel con ataques si no se retiraban las restricciones y la policía de la zona. Obvio, esto no fue aceptado por Israel y Hamas inició un bombardeo que al sábado pasado había dejado cientos de muertos principalmente palestinos. Desde Palestina se lanzaron más de dos mil cohetes, varios de estos artefactos cayeron en territorio palestino afectando a sus propios pobladores, la mayoría de los proyectiles fueron interceptados por las defensas aéreas israelíes, pero algunos pasaron destruyendo transportes públicos, casas y edificios de todo tipo. Por su parte Israel lanzó ataques aéreos desde más de 140 aviones militares que bombardearon también instalaciones de todo tipo, desde donde Hamas habría lanzado o coordinado los ataques.

Como buenos terroristas Hamas usa edificios civiles, escuelas, hospitales, incluso edificios de medios de comunicación internacionales que resultan ser “escudos o rehenes”, quienes sufren las consecuencias de los ataques en contra de los terroristas y aunque Israel envía alertas a los celulares y a los edificios antes de destruirlos, esto no evita que haya muertos colaterales, mismos que sirven a la causa de Hamas quien denuncia que niños o inocentes mueren a manos del ejercito Israelí.

Como hemos dicho Palestina e Israel son usados para pelear guerras de terceros. EUA mismo ha financiado armamento a ambos países y a través de Irán a dado recursos que terminan en las manos de Hamas. Irán quien ha sido apoyado por los Demócratas desde hace años e Israel que ha sido apoyado por los Republicanos, padecen las consecuencias de una guerra interminable que sólo había tenido un respiro durante los tres últimos años.

EL CONFLICTO PODRÍA LLEGAR A MÁS

La propia ONU teme que este conflicto puede desencadenar una guerra multinacional. En las calles de Israel y de EUA civiles y políticos se han manifestado a favor o en contra, llegando incluso a enfrentamientos verbales y físicos entre los asistentes a dichas protestas. Ya ha habido muertos a consecuencia de estos pleitos “callejeros”.

El pasado jueves el Presidente israelí dijo que podría desatarse una “guerra civil” ya que los ciudadanos musulmana y judíos estaban siendo “incitados” por fanáticos para cometer actos de violencia en contra unos de otros.

Mientras que en Washington algunos congresistas demócratas culpan a Israel, los congresistas republicanos piden al Presidente Biden que deje las pláticas con Irán al que culpan de estar financiando los armamentos con los que Hamas atacó esta semana. Incluso se dice que si Irán logra obtener armas nucleares, éstas serían utilizadas por Hamas de inmediato.

Dichas amenazas no has sido tomadas a la ligera por Israel quien ha dicho que “no permitirá” a un Irán con armas nucleares.

A 70 AÑOS

Israel marca una clara diferencia con sus vecinos musulmanes. En Israel las elecciones y los derechos son universales para hombres, mujeres y jóvenes sin distinción de su orientación sexual o de su religión, se ha vacunado a todo el que ha querido, lo que no pasa en Palestina, ni en la mayoría de los países de la región en donde aún se discrimina e incluso mata por razón de sexo, preferencia sexual o religión.

Tristemente a final de cuentas, los pueblos tenemos los gobiernos que nos merecemos ya sea por dejarnos presionar, enajenar o engañar o por no participar.

El gran perdedor de todo esto ha sido el pueblo musulmán de Palestina, quien a 70 años de que pudo haber tenido su propio país, sigue peleando por el reconocimiento internacional y por un desarrollo económico sostenido que obviamente no tiene. Con sus muertos y problemas, el gran ganador ha sido Israel que ha creado un país sólido con un territorio que ha ido aumentando hasta ser ya de tres veces el tamaño de su delimitación concedida en 1947, pero con la zozobra de vivir todos los días ante el riesgo de ataques terroristas o de cohetes lanzados desde la zonas “palestinas” que están al sur y al norte.

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El Capitán América y la batalla ideológica

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

El cómic del Capitán América nació con un objetivo claro y acorde a un momento histórico muy concreto. El Nº1 de la serie apareció en los puestos de revistas estadounidenses en marzo de 1941, en su portada mostraba a un musculoso hombre enmascarado que portaba un traje lleno de barras y estrellas, mismo que propinaba un golpe en la mandíbula a Adolf Hitler. Este primer número vendió más de un millón de ejemplares.

Cuando se publicó el cómic, Estados Unidos aún no había entrado en la Segunda Guerra Mundial pero la situación era cada vez más tensa con las fuerzas del Eje y el gobierno ya estaba preparado para lo que podía suceder.

En diciembre de ese año, Pearl Harbor fue bombardeado por aviones japoneses y entonces EEUU se unió a los aliados. El Capitán América, que había conquistado el corazón de los jóvenes lectores, se sumó a la lucha difundiendo mensajes patrióticos o apareciendo en campañas propagandísticas.

El origen del Capitán América decía bastante de él: Steve Rogers era un joven que intentó alistarse en el ejército llevado por el compromiso que sentía hacia su país, pero que fue rechazado debido a su mala condición física. Sin embargo, su valentía y valores llamaron la atención de un grupo de científicos que lo eligieron para ser el primer “supersoldado” de la historia inyectándole un suero especial.

Si bien es cierto que lo que hace a Steve un héroe es el resultado de la inyección del suero (fuerza sobrehumana, súper reflejos, etc.), sus habilidades son una consecuencia de los valores que ya tenía. Es decir, que Steve era tan importante cómo el capitán. Los propagandistas gringos tenían claro lo que querían comunicar: cualquier estadounidense puede ser un héroe para su nación.

El panorama que enfrenta Estados Unidos en pleno 2024 es diametralmente distinto al que se tenía previo a la segunda guerra mundial. Los jóvenes ya no creen en lo que hace el gobierno, piensan que la guerra contra el Estado Islámico y Hamás es incorrecta y aquel sentimiento patriótico que llevó a Estados unidos a ser lo que es, se desvanece.

Los jóvenes estadounidenses, empujados por una serie de ideas que ven en redes sociales y por un pensamiento propio que critica a las instituciones, han salido a protestar en sus campus universitarios. Los manifestantes exigen a los centros educativos que rompan vínculos con cualquier proyecto que beneficie al Gobierno israelí o a las empresas que financian el conflicto entre Israel y Palestina.

La primera manifestación se dio en la Universidad de Columbia. Decenas de estudiantes instalaron una zona de tiendas de campaña en el campus y en días pasados, la policía intentó desalojar el campamento, cuando arrestó a más de 100 personas.

El fin de esta historia es de pronóstico reservado, pues parece increíble que hoy los jóvenes salgan a protestar contra un gobierno que de una u otra manera garantiza su expresión y su desarrollo personal para en cambio, defender ideas de aquellos que han buscado destruirlos. Algo de razón tendrán los jóvenes, pero, de seguir adelante con esto, ponen en riesgo a las instituciones que les brindan una serie de privilegios que pocos tienen en el mundo; pareciera que viven el síndrome de Estocolmo.

México, con diferencias de fondo, vive una situación similar. La admiración a la delincuencia organizada y a lo que representa, lleva a los jóvenes aspirar a ser como aquellos que generan inseguridad en el país, a compartir sus ideas, escuchar su música, replicar su vestimenta y a llevar a cabo acciones similares a las de que aquellos que tanto dañan a la sociedad.

Tal vez la guerra ideológica se perdió cuando faltaron líderes positivos a quien admirar, cuando se inició una guerra y el estado se mostró débil, cuando la pobreza y marginación llevaron a los jóvenes a buscar salir de esa situación a cualquier costo o cuando se propuso que a los delincuentes se le debían dar abrazos.

Estados Unidos y México comparten el problema de la falta de credibilidad de sus jóvenes hacia el gobierno. En ambos casos, parece que la batalla ideológica está perdida. ¿Qué hacer para recuperar la admiración y el respeto de los jóvenes por el país que los vio nacer?

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El radicalismo viene de la izquierda

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Opinión, por Fernando Núñez de la Garza Evia //

“La estabilidad lo es todo”, dice un antiguo proverbio chino. Pronto nos daremos cuenta de su sabiduría al quedar atrás la relativa estabilidad vivida en el país y el mundo durante los últimos treinta años. Además del regreso de las rivalidades geopolíticas, del desafío del calentamiento global y los riesgos de las nuevas tecnologías, tendremos que añadir el regreso del radicalismo político. En ciertos países proviniendo de la derecha, mientras que en otros de la izquierda.

Ha habido un debilitamiento de la democracia ante una creciente radicalización política. En Estados Unidos, una parte de la izquierda se ha vuelto más fundamentalista con la cultura del woke, aunque se ha mantenido en los márgenes partidistas. En la derecha, sin embargo, la radicalización se ha normalizado al llevar al extremo los principios del libre mercado, la negación del calentamiento global y la militarización de la política exterior.

Asimismo, en Europa ha sido la derecha política la que se ha tornado más extremista, llegando inclusive al poder en países tan relevantes como Italia. Pero, ¿por qué es la derecha la que ha llevado la delantera radical? Fundamentalmente, por la migración masiva y sus crecientes problemas culturales. Y un problema mayúsculo es que ese extremismo no solo es a nivel de las élites, sino también de las poblaciones.

La derecha en México no se ha radicalizado, al menos no aún. Porque no ha hecho suyas las políticas de mano dura contra la inseguridad, como la derecha salvadoreña. Porque no tiene una dura retórica anti-migrante, como la derecha europea. Y porque no niega el calentamiento global ni ha hecho suyo el dogma del libre mercado, como la derecha estadounidense. Además, la derecha mexicana es democrática, porque cree en los canales institucionales, la negociación partidista y las elecciones populares como mecanismos fundamentales para resolver los problemas políticos nacionales.

Sin embargo, su problema fundamental estriba en su falta de cuadros políticos, tanto así, que una persona sin militancia partidista será su candidata a la presidencia de la República, y lanzaron a una ex-Miss Universo para tratar de recuperar su otrora joya de la corona en el norte del país: Lupita Jones en Baja California.

La izquierda en México es la que se ha radicalizado. Tiene sentido: si en Occidente la derecha lo ha hecho a raíz de la migración masiva y sus choques culturales, en México ha sido la izquierda derivada de un contexto de pobreza y desigualdad, y de la desconfianza social que inevitablemente generan.

Las políticas del populismo de izquierda están ahí: militarización de la vida pública, exclusión del calentamiento global y los temas medioambientales, una profunda aversión a la ciencia y la tecnología, reparto de dinero sin condicionantes de por medio, adelgazamiento continuo de las capacidades del Estado, y un largo etcétera. Ni hablar de su manifiesto autoritarismo y sus políticas que podrían llevar al fin de la democracia-liberal en el país.

La izquierda y la derecha son dos lados de la misma moneda ideológica. Sin embargo, ha sido la izquierda política la que se ha radicalizado en México, tomada por el populismo lopezobradorista. La buena noticia es que la radicalización ha ocurrido más a nivel de las élites, sin haber permeado del todo entre la población. Por ahora.

  • Fernando Nuñez es analista político con estudios en derecho, administración pública y política pública, y ciencia política por la Universidad de Columbia en Nueva York

E-mail: fnge1@hotmail.com

En X: @FernandoNGE

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Abordando la desigualdad económica: El papel esencial del gobierno en las políticas de redistribución

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En la actualidad, la desigualdad económica es un tema candente que suscita debates y preocupaciones en todo el mundo. Esta disparidad en la distribución de la riqueza y los recursos económicos no solo es un fenómeno presente en economías en desarrollo, sino que también afecta a las naciones más industrializadas.

Mientras algunos defienden el valor de la meritocracia y la libre empresa, argumentando que el éxito económico debería ser el resultado del esfuerzo y el talento individual, otros señalan la creciente brecha entre ricos y pobres como una injusticia fundamental que requiere atención urgente.

La idea de que cada individuo debe tener la oportunidad de prosperar según su mérito es una piedra angular de muchas sociedades modernas, pero en la práctica, esta promesa de igualdad de oportunidades puede ser inalcanzable para muchos debido a barreras estructurales y desigualdades sistémicas.

En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿Cuál es el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica? Si bien algunos abogan por una intervención mínima del Estado en los asuntos económicos, argumentando que el mercado libre eventualmente corregirá cualquier desequilibrio, la realidad es que la desigualdad económica persiste y se profundiza en muchas sociedades.

Esto plantea la necesidad de una evaluación cuidadosa del papel que el gobierno puede y debe desempeñar en la promoción de la equidad económica y la justicia social. La cuestión no es solo una de moralidad, sino también de estabilidad social y cohesión comunitaria. Una sociedad profundamente dividida por la desigualdad económica corre el riesgo de enfrentar tensiones sociales y políticas que pueden socavar la estabilidad y el progreso a largo plazo

En este contexto, el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica es crucial, ya que a través de ella, y con debida perspectiva social, se pueden implementar políticas de redistribución que promuevan una distribución más equitativa contribuyendo así a una sociedad más justa y próspera.

Lo anterior cobra relevancia ya que en un sistema económico basado en la libre empresa, a menudo se promueve la idea de que el gobierno debe tener una mínima intervención en la economía, dejando que el mercado se autorregule.

Sin embargo, esta perspectiva puede pasar por alto el importante papel que el gobierno puede desempeñar en la reducción de la desigualdad económica a través de políticas de redistribución las cuales no necesariamente implican una intervención directa en la economía, sino más bien un enfoque en la redistribución equitativa de la riqueza y los recursos para garantizar un mayor equilibrio social y económico.

Por otro lado, en esta tesitura, el gobierno puede adoptar medidas para fortalecer la seguridad social, proporcionando una red de seguridad para los ciudadanos más vulnerables lo que puede incluir programas de asistencia social, como seguro de desempleo, subsidios alimentarios y programas de vivienda asequible, que ayudan a proteger a los individuos y familias de caer en la pobreza extrema debido a circunstancias adversas.

Asimismo, es fundamental invertir en infraestructuras sociales, como educación pública de calidad y acceso equitativo a oportunidades de desarrollo profesional. Al proporcionar a todos los ciudadanos las herramientas y habilidades necesarias para tener éxito en la economía moderna, se puede reducir significativamente la desigualdad económica y promover una mayor movilidad social.

No podemos perder de vista que, si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, el gobierno tiene un papel vital que desempeñar en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución equitativa de la riqueza y los recursos. Estas políticas no solo promueven la justicia social, sino que también pueden contribuir a un mayor crecimiento económico y estabilidad social a largo plazo.

A pesar de ello, la realidad es que un enfoque equilibrado es necesario. Mientras que el exceso de intervención del gobierno puede tener efectos negativos en la innovación y la eficiencia económica, la falta de intervención puede exacerbar la desigualdad y crear tensiones sociales insostenibles. Por lo tanto, es importante que el gobierno encuentre el equilibrio adecuado, implementando políticas de redistribución que sean efectivas y eficientes sin socavar el espíritu emprendedor y la vitalidad económica.

Es evidente que la desigualdad económica es un desafío significativo que enfrentan muchas sociedades modernas, tanto que este desafío constantemente nos genera la necesidad de plantear preguntas difíciles, pero cuyas respuestas son necesarias.

Si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, no puede garantizar por sí sola una distribución justa y equitativa de la riqueza y los recursos. En este sentido, el gobierno puede desempeñar un papel crucial en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución que promuevan un mayor equilibrio social y económico.

Al considerar estas políticas de redistribución, es importante tener en algunas de las ideas planteadas por Michael Sandel en su libro «La tiranía del mérito».

Sandel argumenta que la meritocracia, la idea de que el éxito se debe exclusivamente al mérito individual, ha contribuido a la creciente desigualdad económica al glorificar el éxito personal mientras denigra a aquellos que no tienen éxito. Esta narrativa del mérito puede llevar a la creencia de que aquellos que están en la parte inferior de la escala económica merecen su situación, lo que socava la solidaridad social y perpetúa la desigualdad.

Por lo tanto, las políticas de redistribución deben ir más allá de simplemente corregir las desigualdades económicas y también abordar las injusticias subyacentes en el sistema. Esto puede implicar cambiar la forma en que valoramos el éxito y reconocer que el mérito individual no es el único determinante del éxito económico. En su lugar, debemos adoptar un enfoque más colectivista que reconozca la contribución de todos los miembros de la sociedad y garantice que todos tengan acceso a oportunidades y recursos básicos para prosperar.

La lucha contra la desigualdad económica requiere un enfoque integral que combine políticas de redistribución efectivas con un cambio en nuestra concepción del mérito y el éxito. Al hacerlo, podemos trabajar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial independientemente de su origen socioeconómico.

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