MUNDO
Un nuevo orden mundial: COVID-19 crea dos mundos; lo viven Australia y EEUU

Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
A 18 meses de iniciadas las medidas extremas para controlar el Covid-19 los países y los ciudadanos se enfrentan a un “nuevo orden mundial”.
Esta frase la hemos escuchado en muchas ocasiones pero por primera vez es admitida como un mandato o destino manifiesto por una política importante de un país occidental. La expresión fue de la Premier Berejiklian, gobernadora de New South Wales en Australia, quien ha dicho que deberemos aprender a vivir con estas reglas de rastreo a contagios viendo como se coordina la comunidad internacional en este “nuevo orden mundial”.
Al interior de sus fronteras, Australia ha enfrentado de manera muy distinta el Covid19, los diversos estados gozan de cierta autonomía por lo que el Estado llamado Australia del Oeste (WA) decidió cerrar sus fronteras no únicamente a los viajes internacionales, sino también a los viajes locales entre Estados vecinos como New South Wales en donde está Sydney, que a pesar de sus medidas muy severas de encierros e incluso arrestos por caminar sin máscara, tiene mucho mayor número de casos de Covid19 que en Australia del Oeste en donde las semanas pasan con 5 casos al mes. ¡Así es, casi nadie! Ahí las cosas están abiertas, bares, conciertos, partidos de rugby con 15 mil aficionados y como si nada. El índice de vacunación general no llega ni al 50% pero su Gobernador el Premier Mark McGowan ha mantenido una postura interesante para controlar la pandemia que no ha dejado de ser controvertida.
Su política consiste básicamente en que no deja que la gente entre al Estado, y si entran deben mantenerse en cuarentena. Su lógica es simple, si su región está limpia ¿por qué importar el virus? cuestionó en un mensaje público el pasado fin de semana.
Naturalmente los Estados vecinos y el Gobierno Federal de Australia le presionan para permitir el libre tránsito y lo acusan de divisionista, pero sus números de infectados son de envidia y la mayoría de su población está contenta salvo por la añoranza de ver a familiares o amigos que viven más allá de la región, pero que padecen encierros y medidas severas. Incluso, el Procurador General australiano ha insinuado que tomaría medidas legales para forzarles a reabrir sus fronteras, pero esto fue rápidamente desmentido o aclarado por el Primer Ministro quien dijo que respetará las decisiones de las regiones, asegurando que si algún ciudadano australiano viaja al extranjero naturalmente le permitirá el regreso aunque sea a otra región de dicho país, en tanto el Australia del Oeste abre sus accesos nuevamente.
El resto de Australia ha mantenido sus fronteras internacionales cerradas al turismo extranjero por 18 meses, sin embargo, sus ciudadanos han viajado y con ellos el virus ha regresado, incluyendo la nueva variante Delta. Este fin de semana el Primer Ministro informó que su país se reabrirá al tráfico de pasajeros internacionales antes de las fiestas decembrinas.
Imagine que aquí al inicio de la pandemia o ahora con los índices de infección y vacunación tan variados que un Estado decidiese no dejar entrar a los que saliesen o a visitantes. ¿Qué sucedería? ¿Usted qué haría o qué opina?
¿Qué es este nuevo orden mundial? ¿Vacunas nuevas cada cuatro meses? ¿Pasaportes de vacunación o de opinión? Algo interesante sucede en los países con vacunas de sobra, muchos de los servidores de la salud no quieren vacunarse, ese es el caso de Australia en donde se han visto marchas de 20 pro vacunas y 200 antivacunas. El Premier de Australia del Oeste ha prometido que abrirá las de su región al resto del país, cuando la población alcance el 80% de vacunación, pero eso parece ser poco realista, en especial cuando una parte importante de la gente no quiere vacunarse. Por lo pronto su región está casi limpia del Covid19.
LAS VACUNAS DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL
En los EEUU un país que desde el inicio tiene una cantidad muy importante de vacunas disponibles el problema es que más del 30% de la población no se quiere vacunar. Ante esto como usted sabe el tio Joe ha iniciado un programa de presión a empresas y a empleados de gobierno para obligar la vacunación o perder el trabajo o el acceso a clases.
Según las encuestas de ese país la mayoría de los afroamericanos y de los hispanos no se quieren vacunar, también esas encuestas nos dicen que la mayoría de los electores de color o latinos votaron por Biden. Es decir, la idea de que los Trumpistas son los que no se quieren vacunar no aguanta la prueba de las matemáticas. En efecto una parte importante de Trumpistas no se quiere vacunar pero es igual de grande que la de los Bidenistas. El pasado jueves en Nueva York sucedió algo que debería quedar registrado en la historia de la grilla mundial.
Una manifestación de Trumpistas y de los “Black Lives Matter” (BLM), marchando unidos por las calles en contra de las vacunaciones forzadas. ¡Aunque usted no lo crea! Caminando con al grito de “mi cuerpo, mi decisión” canto de las mujeres en pro del derecho a decidir sobre el aborto. ¿Será que esto tenga consecuencias electorales en el 2022? Por lo pronto los que hace 8 meses abucheaban a Trump hoy gritan racista a Biden y a Di Blasio alcalde de NY y en los estadios de futbol se escuchan gritos y chiflidos insultando al mandatario.
ATLETAS DE LA NBA SE SUMAN AL RECHAZO
Nuevamente esta postura nos hace replantear lo que nos habían venido diciendo sobre los pro vacunas y los antivacunas. El pasado viernes el famoso basquetbolista James LeBron se pronunció en contra de las vacunas obligadas. Ese jugador de los Lakers de Los Ángeles ha sido uno de los promotores del grupo Black Lives Matter y de los más fervientes críticos de Trump, pero ahora suena a Trumpista, si es que creemos que los de ese grupo son los únicos que no se quieren vacunar.
La campaña de los atletas de color en contra de la vacunación forzada en EEUU se desencadenó tras las declaraciones de la muy famosa cantante de rap Nicki Minaj´s, quien se quejó de que se estuviese obligando en ese país a la gente a tomar una medicina, sin dar la oportunidad de considerar sus propias decisiones. La artista tiene 22 millones de seguidores en Twitter y de inmediato fue censurada, lo que causó furor entre algunos de sus seguidores casi todos ellos habrían votado por Biden, por lo que se ve de otros que pensaban como ella pero que no se habían atrevido a hablar. Veremos en qué acaba el asunto.
El Covid19 no sólo ha expuesto divisiones internacionales sino que ha creado divisiones nacionales por miedo, por fobia o por ridículos y por las mismas razones también ha generado políticas ridículas basadas en la aplicación del poder y con una ciencia cuestionable como lo era en su época la aplicación de sanguijuelas. Por ejemplo, ahora resulta que Pfizer está desarrollando una medicina basada en la Ivermectina. ¡Así es!, esa que nos dijeron que no servía para combatir el Covid19 y que éramos unos animales si la tomábamos, ahora estará como parte de los fármacos mundiales oficiales y seguro también habrá otras medicinas, pero por lo pronto hay que esperar a que baje la euforia con el tema de vacunas, pasaportes y cierres generales.
LA PANDEMIA ACABA CON GOBIERNOS
Según varios analistas políticos internacionales la derrota de Trump fue en gran parte por el manejo mediático de la pandemia, es irónico que ahora uno de los grupos que causó su derrota se sume en las calles a protestar en contra de las medidas que él no quiso aplicar y que su opositor ahora enarbola.
Lo mismo parece haber sucedido en Alemania y en Japón. En la tierra de la cerveza la muy popular Ángela Merkel no pudo hacer que su partido ganase la mayoría simple de los espacios en el parlamento por lo que ahora le corresponderá al partido de izquierda opositor a ella formar un gobierno que también deberá ser de coalición porque ninguno de los partidos logró la mayoría absoluta es decir 51% del total.
A pesar de la popularidad de Merkel el partido que ella encabezó por 20 años, había venido perdiendo escaños en las últimas dos elecciones y en la pasada no logró mantener su mayoría simple, por lo que un nuevo gobierno de corte izquierdista llegará al poder germano. Parece que las medidas del covid19 no fueron lo suficientemente exitosas como para mantener a sus promotores en el poder. Recordemos que las pandemias sólo aceleran el ritmo de las cosas y la popularidad y carisma de la Cancillereza no se pudieron heredar a su candidato quien perdió la mayoría parlamentaria que Ángela mantuvo desde el año 2005.
Lo mismo pasó en Japón en donde hace un año el Primer ministro Abe quien gobernó por décadas y que veía venir la debacle, decidió prudentemente dejar el cargo por razones supuestamente médicas, entregando las riendas de su partido a Mr. Suge quien después de 12 meses de Covid19 ha perdido tanta popularidad que este fin de semana fue retirado por las urnas del cargo de líder de su partido y en consecuencia como sucede en los regímenes parlamentarios, dejará de ser Primer Ministro este lunes. Hoy se elige a un nuevo Jefe del Gobierno japonés, quien será Mr. Kishida, recientemente electo líder del partido en el poder, quien deberá buscar mantener su mayoría en las elecciones nacionales del 2022, lo que está en riesgo por las medidas tomadas durante el Covid19.
Así las cosas, en la mayoría de los países, incluso en los que los electores ven bien a sus presidentes, el covid19 ha dado presión suficiente como para hacer cambios importantes apresurados por la presión económica, mediática, social y psicológica causada por la pandemia. Podemos asegurar que la pandemia del 2020 trazó la creación del “nuevo orden mundial” la pregunta es, ¿qué papel le tocará a nuestro México?
MUNDO
Nominar a Trump, la devaluación del Premio Nobel de la Paz

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
¿Hay similitudes entre Donald Trump, la Madre Teresa y Nelson Mandela?
La pregunta, lanzada con sarcasmo por un colega, apuntaba a la reciente nominación de Trump al Premio Nobel de la Paz. La respuesta: Trump podría unirse a este selecto grupo.
La idea me dejó atónito. ¿Ha caído tan bajo la credibilidad de este galardón como para premiar a un líder cuya retórica se nutre de confrontación, cuya política persigue a migrantes y carece de un ápice de humanismo?
Hoy martes este debate resuena mientras el mundo observa el conflicto Israel-Irán, donde la autoproclamación de Trump como nominado expone las tensiones geopolíticas y mediáticas.
La nominación, promovida por congresistas republicanos como Buddy Carter y respaldada por Pakistán, parece más un ejercicio de autopromoción que un reconocimiento genuino.
En redes sociales, como X, las reacciones son polarizadas: partidarios de Trump celebran el “logro” con hashtags como #TrumpForPeace, mientras críticos lo tildan de “cínico” y “absurdo”, citando su historial belicista.
Trump prometió evitar “guerras eternas” tras su victoria en 2024, pero autorizó ataques a instalaciones nucleares iraníes el pasado sábado, usando B-2 y misiles Tomahawk. Este acto contradice su discurso, y el supuesto “acuerdo de alto el fuego” con Irán, presentado como mérito, ya muestra fisuras, según posts en X que reportan nuevos enfrentamientos.
La nominación parece un intento de blanquear su imagen tras decisiones controvertidas.
El Nobel de la Paz, históricamente un bastión de humanitarismo, ha perdido brillo. La entrega a Barack Obama en 2009, sin resultados concretos en paz, marcó un precedente de devaluación. Nominar a Trump, conocido por su retórica agresiva y políticas antiinmigrantes, refuerza la idea de que el premio se ha convertido en una herramienta de legitimación política. En X, usuarios ironizan: “¿El Nobel para Trump? ¡Solo falta nominar a Kim Jong-un por sus sonrisas!”.
Esta percepción se agrava por el contexto: el ataque a Irán, justificado por la supuesta inminencia de una bomba nuclear, evoca el engaño de Irak en 2003 bajo Bush, cuestionando la transparencia de EEUU.
Los méritos alegados incluyen el “acuerdo de alto el fuego” y su giro diplomático con Corea del Norte en 2018-2019, aunque este último colapsó. Sin embargo, su intervención en Irán, alineada con Israel, sugiere una agenda de poder más que de paz. En redes, analistas como
@GeoPoliticaMX destaca que la nominación coincide con la presión de Trump para reafirmar la hegemonía estadounidense ante China y Rusia, aliados cautelosos de Irán.
La posibilidad de que Donald Trump reciba el Premio Nobel de la Paz, pese a su retórica de combate y confrontación, plantea un dilema ético y simbólico que erosiona la esencia del galardón. Este escenario no solo reflejaría una devaluación histórica del premio, sino que legitimaría una narrativa donde el poder y la autopromoción prevalecen sobre los principios humanitarios que han definido a figuras como Mandela o la Madre Teresa.
Si el Nobel cae en manos de un líder cuya trayectoria contradice la paz, el desafío será redescubrir su propósito original, promoviendo un diálogo global que priorice la humanidad sobre la hegemonía. Solo así se podrá contrarrestar la ironía de un mundo al revés, donde la confrontación se corona como virtud.
MUNDO
Sensacionalismo mediático: Alimentando el miedo a una Tercera Guerra Mundial

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
El sábado pasado, el mundo despertó con la noticia de que Estados Unidos bombardeó instalaciones nucleares cerca de Teherán, utilizando bombarderos furtivos B-2, bombas antibúnker GBU-57 y misiles Tomahawk lanzados desde submarinos y destructores.
Este ataque a tres puntos estratégicos intensificó la tensión global en un contexto ya marcado por la incertidumbre del gobierno de Donald Trump. Sus políticas, desde aranceles arbitrarios hasta conflictos comerciales con aliados como México y Canadá, han generado inestabilidad, amplificada por medios sensacionalistas que, a través de redes sociales, alimentan el miedo a una tercera guerra mundial entre audiencias influenciables.
El conflicto comenzó con ataques israelíes contra Irán, basados en la supuesta inminencia de una bomba nuclear iraní. Irán respondió impactando misiles en el complejo militar Kirya en Tel Aviv, exponiendo la vulnerabilidad del sistema defensivo israelí, incluida su Cúpula de Hierro.
Trump, alineándose con Israel, decidió intervenir sin pruebas claras que justifiquen la acción, evocando el precedente de George W. Bush, quien en 2003 invadió Irak con falsas acusaciones sobre armas de destrucción masiva. Esta repetición de tácticas imperiales para preservar la hegemonía estadounidense genera escepticismo global. ¿Quién confía en Trump, cuya facilidad para distorsionar la verdad es bien conocida?
Tras ganar las elecciones en noviembre de 2024, Trump prometió evitar “guerras eternas”, pero su retórica belicosa, incluyendo amenazas contra el líder supremo iraní Ali Khamenei, contradice esa postura. Su decisión arriesga un conflicto de consecuencias impredecibles, especialmente si Irán contraataca bases estadounidenses en la región.
Los medios sensacionalistas, amplificados por plataformas digitales, convierten esta crisis en un espectáculo de paranoia, presentando el conflicto como el preludio de una guerra global. Sin embargo, un análisis racional sugiere que las condiciones para una escalada de esa magnitud son limitadas, particularmente por la postura de China y Rusia, aliados históricos de Irán.
CHINA: CAUTELA ESTRATÉGICA
China ha optado por posicionarse como mediador, proyectando una imagen de actor responsable en la escena global. Los aviones chinos detectados rumbo a Irán probablemente buscaban evacuar personal, no brindar apoyo militar. Una guerra prolongada elevaría los precios del petróleo, afectando la economía china, que depende de la estabilidad energética.
Pekín podría recurrir a presión diplomática o sanciones económicas contra Estados Unidos, pero una intervención militar es improbable, dado el riesgo de desestabilizar sus relaciones con Occidente. Los medios sensacionalistas, sin embargo, exageran el rol de China, generando temor infundado entre quienes consumen titulares alarmistas sin cuestionarlos.
RUSIA: OPORTUNISMO LIMITADO
Rusia, enfrascada en su conflicto con Ucrania, ve en la crisis una oportunidad para distraer a EEUU y debilitar su apoyo a Kiev. Sin embargo, su respaldo a Irán ha sido mínimo, sin evidencia de asistencia militar directa. Moscú podría negociar beneficios, como alivio en sanciones por Ucrania, a cambio de mantenerse al margen. Aunque podría ofrecer inteligencia o logística a Irán si el conflicto escala, una intervención activa es poco probable.
Los titulares que predicen una coalición Rusia-Irán son exageraciones mediáticas que alimentan la paranoia de una guerra global, ignorando los cálculos estratégicos de Moscú.
FACTORES QUE LIMITAN LA ESCALADA
Irán ha advertido que la intervención de EE. UU. podría desencadenar una “guerra total”, pero su capacidad militar está mermada tras los ataques israelíes a sus defensas aéreas y sitios nucleares. China y Rusia priorizan su estabilidad interna y económica, evitando un enfrentamiento directo con EE. UU. e Israel. Ambos países podrían buscar influencia mediante soluciones diplomáticas, no militares. Los medios sensacionalistas, sin embargo, capitalizan el miedo, magnificando la amenaza y omitiendo el contexto geopolítico que desinfla la narrativa de una guerra mundial inminente.
IMPLICACIONES PARA MÉXICO
Para México, el conflicto tiene repercusiones económicas y políticas significativas. Un aumento en los precios del petróleo por la guerra beneficiaría temporalmente a Pemex, pero elevaría los costos de combustibles, impactando la inflación y el bienestar de los mexicanos. Además, la presión de EEUU para alinear a México en su agenda podría complicar la política de no intervención del país, un principio histórico de su diplomacia.
La intervención de Estados Unidos en Irán es un movimiento arriesgado de Trump para reafirmar la hegemonía estadounidense, sin evidencia sólida que lo respalde. Los medios sensacionalistas, amplificados por redes sociales, convierten esta crisis en un espectáculo de miedo, exagerando las probabilidades de una tercera guerra mundial y generando paranoia entre audiencias poco críticas.
China y Rusia, con posturas cautelosas, difícilmente escalarán militarmente, optando por maniobras diplomáticas para proteger sus intereses. En México, el conflicto amenaza con impactos económicos y diplomáticos, lo que exige un periodismo responsable que desmantele el alarmismo y fomente un análisis racional.
La ciudadanía merece información veraz, no narrativas que lucren con el temor.
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