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MUNDO

Un nuevo orden mundial: COVID-19 crea dos mundos; lo viven Australia y EEUU

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

A 18 meses de iniciadas las medidas extremas para controlar el Covid-19 los países y los ciudadanos se enfrentan a un “nuevo orden mundial”.

Esta frase la hemos escuchado en muchas ocasiones pero por primera vez es admitida como un mandato o destino manifiesto por una política importante de un país occidental. La expresión fue de la Premier Berejiklian, gobernadora de New South Wales en Australia, quien ha dicho que deberemos aprender a vivir con estas reglas de rastreo a contagios viendo como se coordina la comunidad internacional en este “nuevo orden mundial”.

Al interior de sus fronteras, Australia ha enfrentado de manera muy distinta el Covid19, los diversos estados gozan de cierta autonomía por lo que el Estado llamado Australia del Oeste (WA) decidió cerrar sus fronteras no únicamente a los viajes internacionales, sino también a los viajes locales entre Estados vecinos como New South Wales en donde está Sydney, que a pesar de sus medidas muy severas de encierros e incluso arrestos por caminar sin máscara, tiene mucho mayor número de casos de Covid19 que en Australia del Oeste en donde las semanas pasan con 5 casos al mes. ¡Así es, casi nadie! Ahí las cosas están abiertas, bares, conciertos, partidos de rugby con 15 mil aficionados y como si nada. El índice de vacunación general no llega ni al 50% pero su Gobernador el Premier Mark McGowan ha mantenido una postura interesante para controlar la pandemia que no ha dejado de ser controvertida.

Su política consiste básicamente en que no deja que la gente entre al Estado, y si entran deben mantenerse en cuarentena. Su lógica es simple, si su región está limpia ¿por qué importar el virus? cuestionó en un mensaje público el pasado fin de semana.

Naturalmente los Estados vecinos y el Gobierno Federal de Australia le presionan para permitir el libre tránsito y lo acusan de divisionista, pero sus números de infectados son de envidia y la mayoría de su población está contenta salvo por la añoranza de ver a familiares o amigos que viven más allá de la región, pero que padecen encierros y medidas severas. Incluso, el Procurador General australiano ha insinuado que tomaría medidas legales para forzarles a reabrir sus fronteras, pero esto fue rápidamente desmentido o aclarado por el Primer Ministro quien dijo que respetará las decisiones de las regiones, asegurando que si algún ciudadano australiano viaja al extranjero naturalmente le permitirá el regreso aunque sea a otra región de dicho país, en tanto el Australia del Oeste abre sus accesos nuevamente.

El resto de Australia ha mantenido sus fronteras internacionales cerradas al turismo extranjero por 18 meses, sin embargo, sus ciudadanos han viajado y con ellos el virus ha regresado, incluyendo la nueva variante Delta. Este fin de semana el Primer Ministro informó que su país se reabrirá al tráfico de pasajeros internacionales antes de las fiestas decembrinas. 

Imagine que aquí al inicio de la pandemia o ahora con los índices de infección y vacunación tan variados que un Estado decidiese no dejar entrar a los que saliesen o a visitantes. ¿Qué sucedería? ¿Usted qué haría o qué opina?

¿Qué es este nuevo orden mundial? ¿Vacunas nuevas cada cuatro meses? ¿Pasaportes de vacunación o de opinión?  Algo interesante sucede en los países con vacunas de sobra, muchos de los servidores de la salud no quieren vacunarse, ese es el caso de Australia en donde se han visto marchas de 20 pro vacunas y 200 antivacunas. El Premier de Australia del Oeste ha prometido que abrirá las de su región al resto del país, cuando la población alcance el 80% de vacunación, pero eso parece ser poco realista, en especial cuando una parte importante de la gente no quiere vacunarse. Por lo pronto su región está casi limpia del Covid19. 

LAS VACUNAS DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL

En los EEUU un país que desde el inicio tiene una cantidad muy importante de vacunas disponibles el problema es que más del 30% de la población no se quiere vacunar. Ante esto como usted sabe el tio Joe ha iniciado un programa de presión a empresas y a empleados de gobierno para obligar la vacunación o perder el trabajo o el acceso a clases.

Según las encuestas de ese país la mayoría de los afroamericanos y de los hispanos no se quieren vacunar, también esas encuestas nos dicen que la mayoría de los electores de color o latinos votaron por Biden. Es decir, la idea de que los Trumpistas son los que no se quieren vacunar no aguanta la prueba de las matemáticas. En efecto una parte importante de Trumpistas no se quiere vacunar pero es igual de grande que la de los Bidenistas. El pasado jueves en Nueva York sucedió algo que debería quedar registrado en la historia de la grilla mundial.

Una manifestación de Trumpistas y de los “Black Lives Matter” (BLM), marchando unidos por las calles en contra de las vacunaciones forzadas. ¡Aunque usted no lo crea! Caminando con al grito de “mi cuerpo, mi decisión” canto de las mujeres en pro del derecho a decidir sobre el aborto. ¿Será que esto tenga consecuencias electorales en el 2022? Por lo pronto los que hace 8 meses abucheaban a Trump hoy gritan racista a Biden y a Di Blasio alcalde de NY y en los estadios de futbol se escuchan gritos y chiflidos insultando al mandatario.

ATLETAS DE LA NBA SE SUMAN AL RECHAZO

Nuevamente esta postura nos hace replantear lo que nos habían venido diciendo sobre los pro vacunas y los antivacunas. El pasado viernes el famoso basquetbolista James LeBron se pronunció en contra de las vacunas obligadas. Ese jugador de los Lakers de Los Ángeles ha sido uno de los promotores del grupo Black Lives Matter y de los más fervientes críticos de Trump, pero ahora suena a Trumpista, si es que creemos que los de ese grupo son los únicos que no se quieren vacunar.

La campaña de los atletas de color en contra de la vacunación forzada en EEUU se desencadenó tras las declaraciones de la muy famosa cantante de rap Nicki Minaj´s, quien se quejó de que se estuviese obligando en ese país a la gente a tomar una medicina, sin dar la oportunidad de considerar sus propias decisiones. La artista tiene 22 millones de seguidores en Twitter y de inmediato fue censurada, lo que causó furor entre algunos de sus seguidores casi todos ellos habrían votado por Biden, por lo que se ve de otros que pensaban como ella pero que no se habían atrevido a hablar. Veremos en qué acaba el asunto.

El Covid19 no sólo ha expuesto divisiones internacionales sino que ha creado divisiones nacionales por miedo, por fobia o por ridículos y por las mismas razones también ha generado políticas ridículas basadas en la aplicación del poder y con una ciencia cuestionable como lo era en su época la aplicación de sanguijuelas. Por ejemplo, ahora resulta que Pfizer está desarrollando una medicina basada en la Ivermectina. ¡Así es!, esa que nos dijeron que no servía para combatir el Covid19 y que éramos unos animales si la tomábamos, ahora estará como parte de los fármacos mundiales oficiales y seguro también habrá otras medicinas, pero por lo pronto hay que esperar a que baje la euforia con el tema de vacunas, pasaportes y cierres generales.

LA PANDEMIA ACABA CON GOBIERNOS

Según varios analistas políticos internacionales la derrota de Trump fue en gran parte por el manejo mediático de la pandemia, es irónico que ahora uno de los grupos que causó su derrota se sume en las calles a protestar en contra de las medidas que él no quiso aplicar y que su opositor ahora enarbola.

Lo mismo parece haber sucedido en Alemania y en Japón. En la tierra de la cerveza la muy popular Ángela Merkel no pudo hacer que su partido ganase la mayoría simple de los espacios en el parlamento por lo que ahora le corresponderá al partido de izquierda opositor a ella formar un gobierno que también deberá ser de coalición porque ninguno de los partidos logró la mayoría absoluta es decir 51% del total.

A pesar de la popularidad de Merkel el partido que ella encabezó por 20 años, había venido perdiendo escaños en las últimas dos elecciones y en la pasada no logró mantener su mayoría simple, por lo que un nuevo gobierno de corte izquierdista llegará al poder germano. Parece que las medidas del covid19 no fueron lo suficientemente exitosas como para mantener a sus promotores en el poder. Recordemos que las pandemias sólo aceleran el ritmo de las cosas y la popularidad y carisma de la Cancillereza no se pudieron heredar a su candidato quien perdió la mayoría parlamentaria que Ángela mantuvo desde el año 2005.

Lo mismo pasó en Japón en donde hace un año el Primer ministro Abe quien gobernó por décadas y que veía venir la debacle, decidió prudentemente dejar el cargo por razones supuestamente médicas, entregando las riendas de su partido a Mr. Suge quien después de 12 meses de Covid19 ha perdido tanta popularidad que este fin de semana fue retirado por las urnas del cargo de líder de su partido y en consecuencia como sucede en los regímenes parlamentarios, dejará de ser Primer Ministro este lunes. Hoy se elige a un nuevo Jefe del Gobierno japonés, quien será Mr. Kishida, recientemente electo líder del partido en el poder, quien deberá buscar mantener su mayoría en las elecciones nacionales del 2022, lo que está en riesgo por las medidas tomadas durante el Covid19.

Así las cosas, en la mayoría de los países, incluso en los que los electores ven bien a sus presidentes, el covid19 ha dado presión suficiente como para hacer cambios importantes apresurados por la presión económica, mediática, social y psicológica causada por la pandemia. Podemos asegurar que la pandemia del 2020 trazó la creación del “nuevo orden mundial” la pregunta es, ¿qué papel le tocará a nuestro México?

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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MUNDO

Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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