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NACIONALES

El presidente y la reforma judicial

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Opinión, por Iván Arrazola //

La recta final del sexenio de López Obrador comienza a asomarse y con ello es necesario hacer una revisión de qué tanto los cambios prometidos se han cumplido. El cambio en la presidencia de la Corte parece avizorar una relación mucho más equilibrada entre el presidente y el poder judicial.

La relación entre el presidente y la Corte no es un asunto menor, de alguna forma la 4T impuso un ritmo vertiginoso a los cambios constitucionales y los cambios a leyes secundarias, lo que puso en una situación particularmente compleja al poder judicial que ha tenido que decidir sobre temas fundamentales para el país.

Basta con observar temas como el de las consultas populares, la revocación de mandato o la constitucionalidad de la reforma eléctrica, por solo mencionar algunos, en los que la Corte ha jugado un papel fundamental, aunque al mismo tiempo López Obrador ha señalado que los cambios al poder judicial se tienen que seguir profundizando, por ejemplo, para normar la actuación de jueces y magistrados y enmendar acciones que son contrarias a la impartición de justicia. Las quejas por liberar a los delincuentes por integrar mal los expedientes o por liberar a cualquier delincuente por lo que él califica como “excusas”, es una de las quejas recurrentes del mandatario en sus conferencias mañaneras

En ese sentido las críticas al Poder Judicial no varían con relación a los antecesores de López Obrador, que ven en los jueces y magistrados obstáculos para cumplir con la ley y la impartición de justicia, sin embargo, poco se habla de las instancias encargadas de la procuración de justicia, que siguen siendo apéndices de los poderes ejecutivo a nivel federal y estatal.

Quizás el principal problema que AMLO está tenido en su relación con el poder judicial es la cercanía que ha tenido con algunos miembros de la Corte. El intento por prorrogar el mandato del ministro Arturo Zaldívar fue interpretado como un intento abierto por invadir la autonomía de otro poder como es el judicial.

Al ministro Zaldívar se le percibió como un cercano al presidente, como una persona que operó y zanjó el camino para que importantes iniciativas del presidente no tuvieran dificultades en su discusión en la Corte. Inclusive el asunto tan polémico de la aprobación de la consulta popular se consideró un asunto en el que el Poder Judicial estiró la liga, en un tema en el que a todas luces en los términos originalmente planteados el Poder Judicial no la podía aprobar, al final el ejercicio resultó confuso para la ciudadanía por la forma en la que se elaboró la pregunta por parte de la Corte y lo poco atractivo que resultó el ejercicio para la ciudadanía.

Por otro lado, el presidente ha hecho evidente que las personas que él ha propuesto para integrar la Corte le deben el puesto a él, por lo tanto, deben de actuar como subordinados, sin ningún tipo de independencia. El caso emblemático es el de Yasmin Esquivel, ministra a la que el mandatario ha defendido públicamente.

Dice el presidente sobre la ministra: “Cuando todos estaban en contra de la Ley Eléctrica, ella defendió nuestra postura y ha votado en contra de todo lo que quieren declarar como inconstitucional”. El presidente además valora la constancia con la que la ministra vota las resoluciones en la Corte.

Esa lealtad es la que la hizo merecedora para ser la candidata favorita del presidente para presidir la Corte en sustitución de Arturo Zaldívar, pero el escándalo del plagio de la tesis de licenciatura de la ministra alteró los planes. Aún con el escándalo el presidente siguió defendiéndola “Pero Esquivel ha sido consecuente, por eso los del conservadurismo tienen mucho miedo de que pueda ser presidenta, porque está de acuerdo con la transformación del país”.

El presidente fiel a su dicho de que su pecho no es bodega, dice lo que piensa de forma abierta, sin darse cuenta que con sus dichos socava la independencia y la credibilidad de las personas que él propone para integrar la Corte.

Ante este escenario se ve cada vez más alejada la posibilidad de tener verdaderamente un Poder Judicial más autónomo, más independiente de los intereses presidenciales, más eficiente, más transparente, la posibilidad de sacar adelante una reforma judicial quedará en el olvido y mientras tanto buena parte de la población tendrá que seguir padeciendo un sistema injusto, lento, burocrático, perverso, que mantiene a muchas personas inocentes en la cárcel.

El sexenio parece haber llegado a su fin y en términos de justicia terminará entregando los mismos resultados que las administraciones pasadas, altos niveles de impunidad, desconfianza en el sistema, parece que el único interés real del régimen se basó en impulsar aquellas reformas que políticamente le beneficiaban, como ampliar el catálogo de delitos por los que un presidente puede ser encarcelado o hacer una férrea defensa sobre el uso de la prisión preventiva.

Tuvieron la oportunidad para hacer cambios de mayor envergadura al sistema judicial porque en algún momento tuvieron la mayoría en el Congreso, pero un gobierno que se dice de izquierda prefirió mantener una visión punitiva de la justicia antes de heredar al país un sistema de justicia más eficiente.

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ENTREVISTAS

Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

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Por Francisco Junco //

“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.

Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.

Un camino desde abajo

Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.

“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.

Retos de una elección sin precedentes

En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.

Dilemas judiciales

Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.

“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.

Una justicia humana y equitativa

Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.

Propuestas claras

¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:

“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.

Deuda histórica con las víctimas

Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.

El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.

En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.

En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.

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CARTÓN POLÍTICO

Herida abierta

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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