NACIONALES
Lo que dejó el juicio de García Luna

Opinión, por Iván Arrazola //
En unos cuantos días se definirá el futuro de Genaro García Luna, director de la AFI con Vicente Fox y Secretario de Seguridad Pública en el sexenio de Felipe Calderón, como pocos funcionarios a García Luna le tocó observar como el crimen organizado expandía sus operaciones y formó parte del primer frente de batalla para tratar de combatir al crimen organizado.
En Estados Unidos, en una corte en Nueva York, se le está juzgando por cinco cargos: conspiración para la distribución internacional de cocaína, conspiración para la distribución y posesión de cocaína, conspiración para importar cocaína, delincuencia organizada y falsedad de declaraciones.
La pena que podría alcanzar García Luna en caso de ser encontrado culpable podría ir desde los 10 años de prisión hasta la cadena perpetua, el juicio deja sobre la mesa otros temas además de la condena que podría alcanzar el funcionario.
Durante el juicio se explicó el proceder de las autoridades mexicanas, el poder que las instancias de seguridad federal que concentran en información y la forma en que se toman decisiones, todo esto en un ambiente de total opacidad. Muchos de los relatos de los testigos que declararon en contra de García Luna, hablan de los sobornos que recibió el funcionario y de los pactos entre altos funcionarios del gobierno y los líderes de los carteles.
La prueba más evidente del poder que han alcanzado estos grupos del crimen organizado es el número de homicidios que se han registrado en el país, los 120 mil de Calderón, los 157 mil de Peña Nieto y los más de 130 mil que van hasta el momento con López Obrador, hablan de la estela de muerte y de sufrimiento que han dejado estos grupos en México, de cómo han proliferado las organizaciones del crimen organizado, todo esto con la complicidad o la ineptitud de los cuerpos de seguridad para atender el problema de la inseguridad.
Uno de los aspectos más cuestionables del juicio es el papel de algunos de los testigos que declararon en contra de García Luna, Edgar Veytía, ex fiscal de Nayarit, es uno de los personajes más obscuros de la última administración priista que gobernó ese estado, detenido en Estados Unidos por tráfico de drogas, declaró que recibió la instrucción del gobernador de proteger a uno de los grupos del crimen organizado a petición de García Luna.
El testigo declaró que asesinó a personas estando al frente de la seguridad de su estado, torturó e inclusive despojó a personas de sus bienes, abusando del poder que le confería el cargo de fiscal. Ese personaje actualmente enfrenta una condena de 20 años y con su declaración en el juicio de García Luna espera una reducción de su pena.
La justicia funciona de manera extraña en algunos casos; al exfuncionario le espera una reducción de su condenada después de colaborar en el juicio y seguramente una vida en libertad en Estados Unidos a pesar de las atrocidades cometidas en México.
Y como ese ejemplo, hay otros, en los cuales los testigos que han declarado en el juicio, son delincuentes confesos, que hoy viven en Estados Unidos en libertad o se les han reducido las penas por colaborar con la justicia estadunidense, mientras en México las autoridades son incapaces de poder hacer que esos testigos paguen por los crímenes que cometieron en el país.
Más cuestionable aún, es la actitud del gobierno mexicano sobre el juicio de García Luna, antes de que el jurado emita un fallo, para el presidente López Obrador y para la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, García Luna es culpable y la prueba son los testimonios de delincuentes confesos, que lo único que ofrecen es su palabra y que en todos los casos buscan obtener algún tipo de beneficio legal.
El presidente mantiene el discurso que de que esa es la prueba fiel de la descomposición del régimen antes de que él llegará al poder, cuando el abogado defensor de García Luna preguntó a Reynaldo Zambada si había aportado dinero para la campaña electoral de 2006 del presidente López Obrador, el presidente reaccionó molestó mencionando que Zambada es más “derecho” que el abogado de García Luna.
Una realidad es que en este caso nadie se puede sentir libre de responsabilidad, ni los expresidentes Fox y Calderón que nombraron como colaborador cercano a García Luna, ni el presidente López Obrador, pero en el caso de este último busca hacer del juicio de García Luna un show, no busca llegar ni a la verdad ni hacer justicia, lo único que se busca es exhibir, sin que el problema de la violencia se haya resuelto. El número de muertes en el actual sexenio va en aumento sin que las políticas de abrazos no balazos ni los programas sociales hayan tenido un impacto significativo en la reducción de la violencia.
El juicio de García Luna dejará un sabor amargo con independencia de la absolución o culpabilidad del acusado, un país que día con día sigue llorando a sus muertos y desaparecidos, y con una clase gobernante cegada por su lucha por el poder que ante las evidencias prefiere voltear a otro lado o culpar a los demás.
ENTREVISTAS
Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

Por Francisco Junco //
“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.
Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.
Un camino desde abajo
Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.
“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.
Retos de una elección sin precedentes
En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.
Dilemas judiciales
Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.
“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.
Una justicia humana y equitativa
Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.
Propuestas claras
¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:
“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.
Deuda histórica con las víctimas
Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.
El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.
En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.
En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.
CARTÓN POLÍTICO
Herida abierta
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
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