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Política Global: Rusia-Europa: estratega alemán propone una relación constructiva

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Por Elisabeth Hellenbroich (MSIa Informa)

En su edición del 9 de marzo, la revista alemana Der Spiegel publicó una importante entrevista con el Profesor Horst Teltschick, uno de los mejores estrategas alemanes de la actualidad.

En la entrevista, Teltschick del presidente ruso Vladimir Putin dice ser un hombre “encantador” y de “mente abierta”, habiéndolo conocido en Moscú, en 2001. En ese entonces, ocupando la presidencia de la MSC, él tenía la intención de invitarlo a participar en la conferencia anual de la entidad, con la condición de que se involucrara en una “discusión franca con el público”. Teltschick resaltó que, “para Putin esto era algo sobre entendido, no como el vicepresidente de los EUA, (Mike) Pence, quien, en la conferencia de este año hace apenas algunas semanas, pronunció un discurso anunciando lo que era la política de los EUA y lo que el gobierno de su país esperaba de nosotros y, después, se marchó” (sin discusión alguna, dejando al público perplejo).

Teltschick subrayó que no fue su único encuentro con Putin, quien, en su primer mandato presidencial (2000-08), invitó regularmente a un grupo de especialistas alemanes a mantener un diálogo sobre política internacional, recordando también su histórico discurso en el Parlamento alemán en 2001. “En aquella época, Putin estaba abierto al establecimiento de relaciones estrechas con la Unión Europea (UE), incluso estaba listo para hablar sobre una participación en la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). Claro que no como parte de la organización militar de la OTAN. Su ministro de defensa de la época me dijo que no esperaba que el Ejército alemán, en caso de crisis, defendiera a Rusia en la frontera china”, aseveró.

Según Teltschick, Occidente cometió grandes errores en relación a Ucrania y Rusia, quienes históricamente siempre tuvieron una relación especial. Cuando Europa y los EUA comenzaron a pensar la manera de lidiar con Ucrania, incluyendo una adhesión a la UE y a la OTAN, “debieron de haber hecho ofertas a Rusia, incluyendo un acuerdo de libre comercio europeo, pero no ofrecimos nada a Rusia”.

Teltschick fue enfático al afirmar que “Putin no es un adversario de Europa. Él busca alternativas. Se siente eliminado por los europeos. Y lo que realmente lo lastimó fue la afirmación del presidente estadounidense Barack Obama, cuando dijo que Rusia era una potencia regional.

La referencia fue en la cumbre tripartita ruso-china-india, en 2014, donde Putin, esencialmente, señaló que “ellos rechazaban un orden mundial unipolar y se concebían como actores en un mundo multipolar, cuya existencia Obama puso en cuestión”. Él también se refirió a la Carta de París de 1990, la cual acabó con la Guerra fría. En este acuerdo, había una referencia a “una seguridad para toda Europa, donde todos, incluyendo a Rusia, tenían seguridad igual en la Casa Común de Europa”.

SEGURIDAD, CHECHENIA Y CRIMEA 

Teltschick enfatizó que, desde el punto de vista de Rusia, el factor más importante es la “seguridad”. Habiendo solicitado un comentario sobre la observación de Putin, de que la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX sea el colapso de la Unión Soviética, Teltschick hizo referencia a las negociaciones con Rusia en 1989-90, en las cuales estaba involucrado. “Nuestra oferta de que una Alemania unificada daría garantías de políticas de seguridad fue lo que garantizó el avance.

Cuando Putin llegó a la presidencia, estaba preocupado de que Rusia pudiera desintegrarse. Por eso reprimió brutalmente a Chechenia, con el fin de demostrar lo que consideraba una ‘línea roja’. Solamente con este telón de fondo se puede entenderlo”.

Con respecto a la anexión de Crimea, Teltschick recordó una discusión que tuvo con Putin sobre Ucrania, en la cual el presidente le dijo que todos los presidentes ucranianos era unos bribones. “Esta en lo cierto. Si usted observa los actuales candidatos a la Presidencia, verá que siguen los trucos sucios”. La tendencia de la prensa, principalmente la de Alemania, a describir a Putin como un “hombre maligno y omnipotente” es capciosa, afirma, atribuyéndola a una “herencia de la Guerra Fría”.

Teltschick pide una “perspectiva constructiva” para bregar con Rusia. Recuerda que el ex canciller Willy Brandt (1969-1974), después de los eventos de la Primavera de Praga de 1968, aceptó la propuesta de la unión Soviética para una conferencia sobre seguridad europea. Él negoció el ‘Tratado de Moscú’ (el comienzo de una nueva Ostpolitik constructiva bajo el gobierno de Brandt, basado en entendimiento para la resolución pacífica de conflictos entre la URSS y Alemania) y Brandt llegó a nadar con el presidente Leonid Brezhnev”.

Para Teltschick, la clave para llegar a un entendimiento mutuo es la necesidad de comprender los “motivos del adversario”. “En 1982-83, tuvimos que enfrentar a Yuri Andropov (ex jefe de la KGB y entonces secretario general del PCUS y líder de la URSS) en el Kremlin. Cuando Helmut Kohl llegó a la Cancillería, le sugerí, ‘escriba una carta a Andropov y explique que quiere desarrollar relaciones de una manera positiva’. Y, en el verano de 1983, estábamos en Moscú, a pesar de las amenazas de Andropov”.

En la actualidad, una perspectiva constructiva con Rusia involucra todos los niveles, no solamente un diálogo militar y estratégico, sino también un amplio intercambio cultural y científico, defiende Teltschick pór eso sugiere “promover un intercambio”. Como ejemplo, citó al actual director de la orquesta Filarmónica de Munich, Valery Gergiev, amigo íntimo de Putin, quien dirigió un concierto en Palmira, Siria, después de la liberación de la ciudad de las garras del Estado Islámico. “Rusia no es la URSS, no hay más ideologías y 40 millones de ciudadanos rusos nacieron después del fin de la URSS ¿Por qué no concedeos la exención de visa a todos aquellos menores de 25 años? ¿Por qué no promovemos el intercambio de estudiantes?”, preguntó.

Recordando el discurso del canciller ruso Sergei Lavrov en la edición de este año del MSC, en el cual defendió nuevamente la idea de un arreglo de seguridad europea de Lisboa a Vladivostok, Teltschick lamentó que este podría haber sido un asunto para discutirse en el Consejo OTAN-Rusia, el cual en os últimos años solamente se ha reunido a nivel de embajadores, en lugar de reunirse y discutir los conflictos Este-Oeste a nivel de jefes de gobierno, cancilleres y ministros de Defensa. Para él, una de las razones por las cuales esto no se ha hecho tiene que ver con la “supuesta amenaza rusa” contra Polonia y los Países Bálticos.

A propósito, recordó una discusión que tuvo con el ex ministro de Defensa ruso Sergei Ivanov que le dijo: “Nosotros no somos suicidas. Si hiciéramos algo en los países Bálticos, tendríamos que enfrentar inmediatamente a la OTAN”. Teltschick completó: “Yo no creo que los rusos sean tan estúpidos para atacar a la OTAN”. Además, observó, Rusia tiene una larga experiencia histórica con invasiones. “Siempre fue el Occidente quien atacó a Rusia. Carlos XII, Napoleón, Adolf Hitler, ellos perdieron 27 millones de personas durante la guerra. Los intereses de Rusia son esencialmente defensivos”.

Evidentemente, observó, Polonia ve las cosas de manera diferente, y es por esto que quieren ver tropas de la OTAN movilizadas en Europa Oriental. Pero para ilustrar la manera de ver el problema, Teltschick comentó: “¿Cómo se siente un ciudadano común ruso cuando oye noticias de que soldados alemanes están nuevamente en la frontera con Rusia?”

Teltschick recordó un comentario de un veterano ruso en el Cáucaso en julio de 1990, después de la conclusión de las negociaciones entre Kohl y el presidente ruso Mikhail Gorbachov. En la ocasión, durante una conferencia de prensa con ambas delegaciones, el veterano se le aproximó y le dijo que “rusos y alemanes deben ser amigos”.

UNA NUEVA OSTPOLITIK Y

En este contexto, Teltschick destacó la espiral de escalada militar sin sentido, donde un lado (OTAN) está involucrada en maniobras militares que son inmediatamente respondidas por el otro lado (Rusia), en igualdad de condiciones. Por esto, alertó de manera enfática que “estamos enfrentando un juego realmente peligroso. Tenemos muchas posibilidades, pero no hacemos nada”.

El drama de todo esto, en su visión, es que la canciller alemana Angela Merkel es la única líder occidental que tiene acceso directo a Putin en cualquier momento, por teléfono o personalmente.

Durante la crisis en Ucrania, “ella fue a ver a Putin con el entonces presidente francés (Francois Hollande) y los tres se dirigieron a Minsk”. Sin embargo, según Teltschick, el problema es que “si Merkel estuviera determinada, podría conseguir un acuerdo. El ex canciller Kohl intentaría establecer una relación personal con Putin. Usted puede ver con el ex canciller (Gerhard) Schröeder (actualmente, presidente del consejo de la empresa ruso-alemana Nord Stream AG y de la rusa Rosneft), como funciona esto. No sé si Merkel recurre a Schröeder, pero yo lo haría. Cuando fui consejero de Egon Bahr (ministro de Asuntos Especiales de Willy Brandt y negociador clave de la Ostpolitik), antes de viajar hacia Moscú, él llegó a procurarme y ofrecer ayuda. Le dijimos donde estaban los problemas y, siempre que él iba, él ayudaba”.

No obstante, para Teltschick, la debilidad de Merkel es que ella, “realmente, no confía en Putin y ella no es alguien que guste de ser líder”, como demuestra su comportamiento con el presidente francés Emmanuel Macron. Helmut Kohl, dice él, “habría viajado inmediatamente a París, después de escuchar el discurso de Macron sobre el futuro de Europa, lo habría abrazado y dicho ‘vamos’” En 2007, Merkel propuso desarrollar mejor las relaciones entre Rusia y la OTAN, pero ella nunca concretó la intención, aunque aquel fuera el momento oportuno.

Por consiguiente, Teltschick aconseja a la nueva presidente del CDU (partido de Merkel) y potencial futura canciller federal, Annegret Kramp-Karrenbauer, quien no tiene experiencia con el Este, a involucrarse en discusiones con representantes de Rusia, independientemente de si le gusta o no: “La confianza solamente puede construirse paso a paso. Y para hacer esto, necesitamos realmente platicar y platicar”.

AUTOR DEL LIBRO “RULETA RUSA, DE LA GUERRA FRÍA A LA PAZ FRÍA”

Ex asesor del canciller Helmut Kohl (1982-1998), Teltschick desempeñó un activo papel en las negociaciones que condujeron a la reunificación alemana en 1989-1990. De 1999 a 2008, fue presidente de la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC, siglas en inglés), unos de los principales centros de discusión de alto nivel en Europa. Acaba de publicar el libro “Ruleta rusa: de la Guerra Fría a la Paz Fría) (Russisches Roulette: Vom Kalten Krieg zum Kalten Frieden, C.H. Beck Verlag, 2019), en el cual hace una revisión de la Ostpolitik (política hacia el Este) alemana, e identifica los actuales errores cometidos por lo lideratos políticos occidentales en relación a Rusia.

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El Capitán América y la batalla ideológica

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

El cómic del Capitán América nació con un objetivo claro y acorde a un momento histórico muy concreto. El Nº1 de la serie apareció en los puestos de revistas estadounidenses en marzo de 1941, en su portada mostraba a un musculoso hombre enmascarado que portaba un traje lleno de barras y estrellas, mismo que propinaba un golpe en la mandíbula a Adolf Hitler. Este primer número vendió más de un millón de ejemplares.

Cuando se publicó el cómic, Estados Unidos aún no había entrado en la Segunda Guerra Mundial pero la situación era cada vez más tensa con las fuerzas del Eje y el gobierno ya estaba preparado para lo que podía suceder.

En diciembre de ese año, Pearl Harbor fue bombardeado por aviones japoneses y entonces EEUU se unió a los aliados. El Capitán América, que había conquistado el corazón de los jóvenes lectores, se sumó a la lucha difundiendo mensajes patrióticos o apareciendo en campañas propagandísticas.

El origen del Capitán América decía bastante de él: Steve Rogers era un joven que intentó alistarse en el ejército llevado por el compromiso que sentía hacia su país, pero que fue rechazado debido a su mala condición física. Sin embargo, su valentía y valores llamaron la atención de un grupo de científicos que lo eligieron para ser el primer “supersoldado” de la historia inyectándole un suero especial.

Si bien es cierto que lo que hace a Steve un héroe es el resultado de la inyección del suero (fuerza sobrehumana, súper reflejos, etc.), sus habilidades son una consecuencia de los valores que ya tenía. Es decir, que Steve era tan importante cómo el capitán. Los propagandistas gringos tenían claro lo que querían comunicar: cualquier estadounidense puede ser un héroe para su nación.

El panorama que enfrenta Estados Unidos en pleno 2024 es diametralmente distinto al que se tenía previo a la segunda guerra mundial. Los jóvenes ya no creen en lo que hace el gobierno, piensan que la guerra contra el Estado Islámico y Hamás es incorrecta y aquel sentimiento patriótico que llevó a Estados unidos a ser lo que es, se desvanece.

Los jóvenes estadounidenses, empujados por una serie de ideas que ven en redes sociales y por un pensamiento propio que critica a las instituciones, han salido a protestar en sus campus universitarios. Los manifestantes exigen a los centros educativos que rompan vínculos con cualquier proyecto que beneficie al Gobierno israelí o a las empresas que financian el conflicto entre Israel y Palestina.

La primera manifestación se dio en la Universidad de Columbia. Decenas de estudiantes instalaron una zona de tiendas de campaña en el campus y en días pasados, la policía intentó desalojar el campamento, cuando arrestó a más de 100 personas.

El fin de esta historia es de pronóstico reservado, pues parece increíble que hoy los jóvenes salgan a protestar contra un gobierno que de una u otra manera garantiza su expresión y su desarrollo personal para en cambio, defender ideas de aquellos que han buscado destruirlos. Algo de razón tendrán los jóvenes, pero, de seguir adelante con esto, ponen en riesgo a las instituciones que les brindan una serie de privilegios que pocos tienen en el mundo; pareciera que viven el síndrome de Estocolmo.

México, con diferencias de fondo, vive una situación similar. La admiración a la delincuencia organizada y a lo que representa, lleva a los jóvenes aspirar a ser como aquellos que generan inseguridad en el país, a compartir sus ideas, escuchar su música, replicar su vestimenta y a llevar a cabo acciones similares a las de que aquellos que tanto dañan a la sociedad.

Tal vez la guerra ideológica se perdió cuando faltaron líderes positivos a quien admirar, cuando se inició una guerra y el estado se mostró débil, cuando la pobreza y marginación llevaron a los jóvenes a buscar salir de esa situación a cualquier costo o cuando se propuso que a los delincuentes se le debían dar abrazos.

Estados Unidos y México comparten el problema de la falta de credibilidad de sus jóvenes hacia el gobierno. En ambos casos, parece que la batalla ideológica está perdida. ¿Qué hacer para recuperar la admiración y el respeto de los jóvenes por el país que los vio nacer?

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El radicalismo viene de la izquierda

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Opinión, por Fernando Núñez de la Garza Evia //

“La estabilidad lo es todo”, dice un antiguo proverbio chino. Pronto nos daremos cuenta de su sabiduría al quedar atrás la relativa estabilidad vivida en el país y el mundo durante los últimos treinta años. Además del regreso de las rivalidades geopolíticas, del desafío del calentamiento global y los riesgos de las nuevas tecnologías, tendremos que añadir el regreso del radicalismo político. En ciertos países proviniendo de la derecha, mientras que en otros de la izquierda.

Ha habido un debilitamiento de la democracia ante una creciente radicalización política. En Estados Unidos, una parte de la izquierda se ha vuelto más fundamentalista con la cultura del woke, aunque se ha mantenido en los márgenes partidistas. En la derecha, sin embargo, la radicalización se ha normalizado al llevar al extremo los principios del libre mercado, la negación del calentamiento global y la militarización de la política exterior.

Asimismo, en Europa ha sido la derecha política la que se ha tornado más extremista, llegando inclusive al poder en países tan relevantes como Italia. Pero, ¿por qué es la derecha la que ha llevado la delantera radical? Fundamentalmente, por la migración masiva y sus crecientes problemas culturales. Y un problema mayúsculo es que ese extremismo no solo es a nivel de las élites, sino también de las poblaciones.

La derecha en México no se ha radicalizado, al menos no aún. Porque no ha hecho suyas las políticas de mano dura contra la inseguridad, como la derecha salvadoreña. Porque no tiene una dura retórica anti-migrante, como la derecha europea. Y porque no niega el calentamiento global ni ha hecho suyo el dogma del libre mercado, como la derecha estadounidense. Además, la derecha mexicana es democrática, porque cree en los canales institucionales, la negociación partidista y las elecciones populares como mecanismos fundamentales para resolver los problemas políticos nacionales.

Sin embargo, su problema fundamental estriba en su falta de cuadros políticos, tanto así, que una persona sin militancia partidista será su candidata a la presidencia de la República, y lanzaron a una ex-Miss Universo para tratar de recuperar su otrora joya de la corona en el norte del país: Lupita Jones en Baja California.

La izquierda en México es la que se ha radicalizado. Tiene sentido: si en Occidente la derecha lo ha hecho a raíz de la migración masiva y sus choques culturales, en México ha sido la izquierda derivada de un contexto de pobreza y desigualdad, y de la desconfianza social que inevitablemente generan.

Las políticas del populismo de izquierda están ahí: militarización de la vida pública, exclusión del calentamiento global y los temas medioambientales, una profunda aversión a la ciencia y la tecnología, reparto de dinero sin condicionantes de por medio, adelgazamiento continuo de las capacidades del Estado, y un largo etcétera. Ni hablar de su manifiesto autoritarismo y sus políticas que podrían llevar al fin de la democracia-liberal en el país.

La izquierda y la derecha son dos lados de la misma moneda ideológica. Sin embargo, ha sido la izquierda política la que se ha radicalizado en México, tomada por el populismo lopezobradorista. La buena noticia es que la radicalización ha ocurrido más a nivel de las élites, sin haber permeado del todo entre la población. Por ahora.

  • Fernando Nuñez es analista político con estudios en derecho, administración pública y política pública, y ciencia política por la Universidad de Columbia en Nueva York

E-mail: fnge1@hotmail.com

En X: @FernandoNGE

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Abordando la desigualdad económica: El papel esencial del gobierno en las políticas de redistribución

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En la actualidad, la desigualdad económica es un tema candente que suscita debates y preocupaciones en todo el mundo. Esta disparidad en la distribución de la riqueza y los recursos económicos no solo es un fenómeno presente en economías en desarrollo, sino que también afecta a las naciones más industrializadas.

Mientras algunos defienden el valor de la meritocracia y la libre empresa, argumentando que el éxito económico debería ser el resultado del esfuerzo y el talento individual, otros señalan la creciente brecha entre ricos y pobres como una injusticia fundamental que requiere atención urgente.

La idea de que cada individuo debe tener la oportunidad de prosperar según su mérito es una piedra angular de muchas sociedades modernas, pero en la práctica, esta promesa de igualdad de oportunidades puede ser inalcanzable para muchos debido a barreras estructurales y desigualdades sistémicas.

En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿Cuál es el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica? Si bien algunos abogan por una intervención mínima del Estado en los asuntos económicos, argumentando que el mercado libre eventualmente corregirá cualquier desequilibrio, la realidad es que la desigualdad económica persiste y se profundiza en muchas sociedades.

Esto plantea la necesidad de una evaluación cuidadosa del papel que el gobierno puede y debe desempeñar en la promoción de la equidad económica y la justicia social. La cuestión no es solo una de moralidad, sino también de estabilidad social y cohesión comunitaria. Una sociedad profundamente dividida por la desigualdad económica corre el riesgo de enfrentar tensiones sociales y políticas que pueden socavar la estabilidad y el progreso a largo plazo

En este contexto, el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica es crucial, ya que a través de ella, y con debida perspectiva social, se pueden implementar políticas de redistribución que promuevan una distribución más equitativa contribuyendo así a una sociedad más justa y próspera.

Lo anterior cobra relevancia ya que en un sistema económico basado en la libre empresa, a menudo se promueve la idea de que el gobierno debe tener una mínima intervención en la economía, dejando que el mercado se autorregule.

Sin embargo, esta perspectiva puede pasar por alto el importante papel que el gobierno puede desempeñar en la reducción de la desigualdad económica a través de políticas de redistribución las cuales no necesariamente implican una intervención directa en la economía, sino más bien un enfoque en la redistribución equitativa de la riqueza y los recursos para garantizar un mayor equilibrio social y económico.

Por otro lado, en esta tesitura, el gobierno puede adoptar medidas para fortalecer la seguridad social, proporcionando una red de seguridad para los ciudadanos más vulnerables lo que puede incluir programas de asistencia social, como seguro de desempleo, subsidios alimentarios y programas de vivienda asequible, que ayudan a proteger a los individuos y familias de caer en la pobreza extrema debido a circunstancias adversas.

Asimismo, es fundamental invertir en infraestructuras sociales, como educación pública de calidad y acceso equitativo a oportunidades de desarrollo profesional. Al proporcionar a todos los ciudadanos las herramientas y habilidades necesarias para tener éxito en la economía moderna, se puede reducir significativamente la desigualdad económica y promover una mayor movilidad social.

No podemos perder de vista que, si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, el gobierno tiene un papel vital que desempeñar en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución equitativa de la riqueza y los recursos. Estas políticas no solo promueven la justicia social, sino que también pueden contribuir a un mayor crecimiento económico y estabilidad social a largo plazo.

A pesar de ello, la realidad es que un enfoque equilibrado es necesario. Mientras que el exceso de intervención del gobierno puede tener efectos negativos en la innovación y la eficiencia económica, la falta de intervención puede exacerbar la desigualdad y crear tensiones sociales insostenibles. Por lo tanto, es importante que el gobierno encuentre el equilibrio adecuado, implementando políticas de redistribución que sean efectivas y eficientes sin socavar el espíritu emprendedor y la vitalidad económica.

Es evidente que la desigualdad económica es un desafío significativo que enfrentan muchas sociedades modernas, tanto que este desafío constantemente nos genera la necesidad de plantear preguntas difíciles, pero cuyas respuestas son necesarias.

Si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, no puede garantizar por sí sola una distribución justa y equitativa de la riqueza y los recursos. En este sentido, el gobierno puede desempeñar un papel crucial en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución que promuevan un mayor equilibrio social y económico.

Al considerar estas políticas de redistribución, es importante tener en algunas de las ideas planteadas por Michael Sandel en su libro «La tiranía del mérito».

Sandel argumenta que la meritocracia, la idea de que el éxito se debe exclusivamente al mérito individual, ha contribuido a la creciente desigualdad económica al glorificar el éxito personal mientras denigra a aquellos que no tienen éxito. Esta narrativa del mérito puede llevar a la creencia de que aquellos que están en la parte inferior de la escala económica merecen su situación, lo que socava la solidaridad social y perpetúa la desigualdad.

Por lo tanto, las políticas de redistribución deben ir más allá de simplemente corregir las desigualdades económicas y también abordar las injusticias subyacentes en el sistema. Esto puede implicar cambiar la forma en que valoramos el éxito y reconocer que el mérito individual no es el único determinante del éxito económico. En su lugar, debemos adoptar un enfoque más colectivista que reconozca la contribución de todos los miembros de la sociedad y garantice que todos tengan acceso a oportunidades y recursos básicos para prosperar.

La lucha contra la desigualdad económica requiere un enfoque integral que combine políticas de redistribución efectivas con un cambio en nuestra concepción del mérito y el éxito. Al hacerlo, podemos trabajar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial independientemente de su origen socioeconómico.

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