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MUNDO

Protestas golpean al turismo y economía: Racismo y deterioro social en Francia, un polvorín

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Economía Global, por Alberto Gómez-R. //

Francia es un verdadero polvorín en estos momentos. Cada día se agrava más la tensa situación socio política en el país galo, sobre todo después del asesinato de un joven de origen migrante. Esto encendió la llama que hace visible el odio racial y el resquebrajamiento más que evidente de las estructuras sociales francesas, y de la Unión Europea.

Sin embargo, la violencia de los cuerpos del “orden” contra jóvenes no es algo reciente, pero lo que llama la atención es el porqué un hecho en apariencia aislado, haya logrado encender la llama de protestas violentas no sólo en Nanterre -donde sucedió el crimen en contra del joven Nahel, de 17 años de edad- sino en toda Francia, y que al parecer están fuera de control.

Francia, una nación con una rica historia, ha tenido un papel significativo en el desarrollo del colonialismo a lo largo de los siglos. Desde la expansión de sus fronteras en Europa hasta la formación de un vasto imperio ultramarino, el colonialismo francés dejó un impacto duradero tanto en la metrópolis como en las regiones colonizadas.

El colonialismo francés se inició en los siglos XV y XVI con la exploración y la expansión en las Américas y África. A través de exploradores como Jacques Cartier y Samuel de Champlain, Francia establecieron colonias en Canadá y el Caribe. Sin embargo, fue durante los siglos XVIII y XIX cuando el imperio colonial francés alcanzó su máxima extensión.

Durante el siglo XIX, Francia se involucró activamente en el imperialismo en África y Asia. La expansión en África se realizó en gran medida a través de la conquista militar, lo que llevó a la creación de vastas colonias en Argelia, Senegal, Costa de Marfil, Madagascar y otros territorios. En Asia, Francia adquirió el control de Vietnam, Laos y Camboya, formando la Indochina francesa.

El colonialismo francés tuvo un profundo impacto en las sociedades colonizadas. Las políticas coloniales promovieron la explotación de recursos naturales y el trabajo forzado, lo que llevó al empobrecimiento y a la pérdida de identidad cultural en muchas comunidades coloniales. Además, la imposición de la cultura y el idioma francés contribuyeron a la marginación de las culturas locales.

Durante los siglos XVII al XX, Francia estableció colonias en diferentes regiones del mundo, utilizando su poderío militar y económico para expandir su influencia. Estas colonias fueron explotadas para el beneficio económico y político de Francia, y se llevaron a cabo prácticas como la extracción de recursos naturales, el establecimiento de sistemas de plantaciones y la imposición de un gobierno y cultura francesa sobre las poblaciones locales.

A medida que avanzó el siglo XX, se produjeron cambios significativos en la visión y la política colonial de Francia. Las luchas por la independencia en las colonias francesas, como la Guerra de Independencia de Argelia (1954-1962), y el reconocimiento de los derechos de los pueblos colonizados llevados a la descolonización de muchos territorios.

A medida que el colonialismo francés se extendió, también aumentó la resistencia local. Los líderes y movimientos anticoloniales, como Amílcar Cabral en Guinea-Bissau y Ho Chi Minh en Vietnam, lucharon por la independencia de sus países. A pesar de la feroz oposición, muchas colonias finalmente obtuvieron su independencia después de la Segunda Guerra Mundial.

La descolonización no fue un proceso fácil, y en muchos casos, las antiguas colonias enfrentaron dificultades para construir naciones independientes y estables. La herencia del colonialismo, documentos oficiales débiles, fronteras artificiales y conflictos étnicos que aún persisten en la actualidad.

Aunque la mayoría de las colonias adquirieron su independencia, las relaciones entre Francia y las excolonias han sido complejas. Algunos países mantienen lazos cercanos con Francia debido a acuerdos económicos y culturales, mientras que otros han experimentado tensiones ya sea la inercia del imperialismo de mantener privilegios en las tierras que antes fueron sus colonias, o bien por instigar desde fuera, apoyando a movimientos sociales y grupos políticos opositores a los gobiernos democráticamente electos.

En el siglo XXI, Francia ya no es considerada una potencia colonial en el sentido clásico del término. Sin embargo, es importante destacar que el colonialismo francés en el pasado ha tenido un impacto significativo en muchas partes del mundo, especialmente en África, Asia y el Caribe.

Aunque Francia ya no tiene colonias formales, persisten relaciones complejas y asimétricas con antiguas colonias y territorios de ultramar. Algunas de estas relaciones se rigen por acuerdos políticos y económicos, pero también han surgido tensiones y conflictos debido a cuestiones como los derechos humanos, la autodeterminación y la influencia económica.

Por ejemplo, en la actualidad, la relación entre Francia y sus territorios de ultramar, como la Guayana Francesa y las Islas del Caribe, sigue siendo objeto de debate debido a desafíos socioeconómicos y políticos. Además, en el caso de África, existen críticas y debates sobre las relaciones neocoloniales, donde se argumenta que Francia mantiene una influencia significativa en la política, la economía y los asuntos militares de algunos países africanos.

Es importante destacar que las opiniones sobre el colonialismo francés en el siglo XXI son diversas y pueden variar según la perspectiva de cada persona. Mientras algunos argumentan que Francia ha avanzado hacia la cooperación y el respeto mutuo en sus relaciones con antiguas colonias, otros señalan que persisten formas sutiles de influencia y explotación. La comprensión completa de esta compleja dinámica requiere un análisis detallado de las relaciones históricas, políticas y económicas entre Francia y los territorios afectados por su pasado colonial.

Recientemente, Francia ha experimentado una serie de desafíos relacionados con el racismo y las protestas sociales que han surgido en respuesta a estos problemas. Es importante tener en cuenta que el racismo existe en diferentes formas y niveles en la sociedad francesa, y las opiniones y experiencias pueden variar considerablemente.

El racismo en Francia se manifiesta en varios alrededores, como la discriminación en el empleo, la vivienda, la educación y la justicia. Existen barreras estructurales y prejuicios arraigados que se rompen desproporcionadamente a las comunidades minoritarias, incluyendo a las personas de ascendencia africana, magrebí, asiática y otras.

Un tema importante en relación con el racismo en Francia es el debate sobre el concepto de laicidad o secularismo. La idea de laicidad en Francia tiene como objetivo garantizar la neutralidad del Estado en asuntos religiosos y promover la igualdad entre los ciudadanos. Sin embargo, en ocasiones se ha argumentado que estas políticas pueden llevar a la discriminación contra las minorías religiosas, particularmente las personas musulmanas, en el contexto de restricciones en el uso de símbolos religiosos en espacios públicos, como el velo islámico.

En los últimos años, ha habido un aumento de las protestas sociales relacionadas con el racismo en Francia. Por ejemplo, el movimiento «Black Lives Matter» ha tenido repercusiones en el país, presentando manifestaciones y debates sobre la brutalidad policial, la discriminación racial y la desigualdad sistémica. Estas protestas han destacado casos de violencia policial contra personas de origen africano y otras minorías étnicas, así como cuestionamientos sobre el trato y la representación de estas comunidades en la sociedad francesa.

Es importante reconocer que las opiniones sobre el racismo en Francia y las protestas sociales son diversas y a menudo generan intensos debates. Algunos argumentan que el racismo es un problema subestimado que requiere un mayor reconocimiento y acción, mientras que otros sostienen que la situación no es tan grave o que se exageran los casos de discriminación. La comprensión completa de estas cuestiones requiere una evaluación cuidadosa de las experiencias y perspectivas de las comunidades afectadas, así como de los diversos debates en curso en la sociedad francesa.

La afectación de las protestas sociales en Francia han afectado ya fuertemente a su de por si vapuleada economía, y alejado al turismo, una de sus principales entradas de divisas. Sin embargo, poco parece preocuparle a Emmanuel Macron, quien cumple con la agenda impuesta por quienes aún son sus patrones: los Rothchild.

Francia puede ser el inicio de un fuego de grandes proporciones en toda Europa, avivado por la guerra en Ucrania, que parece no tener salida pacífica, y a la que los países miembros de la OTAN continúan alimentando con enormes cantidades de armamento y dinero, otro factor que los ciudadanos europeos ya no están dispuestos a soportar, mientras sus condiciones de vida se deterioran día tras día. Sólo hay que observar a quiénes ha favorecido toda esta situación…

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MUNDO

La transformación del poder en Alemania

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Opinión, por Víctor Hugo Celaya Celaya //

Las recientes elecciones federales en Alemania reflejan una tendencia que se ha venido repitiendo en varias partes del mundo: el resurgimiento de visiones conservadoras y el debilitamiento de la izquierda populista.

Este fenómeno no es exclusivo de Europa; en América Latina también hemos visto un desgaste progresivo de los proyectos de izquierda que, incapaces de responder a las necesidades urgentes de la ciudadanía—empleo, ingreso y seguridad—, están perdiendo terreno ante opciones más pragmáticas y tradicionales.

El pasado 23 de febrero de 2025, Alemania celebró sus elecciones parlamentarias federales con un resultado contundente: la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y su aliado bávaro, la Unión Social Cristiana (CSU), obtuvieron la mayoría de los votos, asegurando a Friedrich Merz la cancillería hasta 2029, salvo que se produzca una moción de censura en el Bundestag.

Uno de los datos más relevantes de la jornada electoral fue el ascenso de Alternativa para Alemania (AfD), partido de extrema derecha, que se consolidó como la segunda fuerza política nacional, desplazando al Partido Socialdemócrata (SPD) al tercer lugar. Alianza 90/Los Verdes y La Izquierda completaron el mapa electoral con un respaldo menor.

Más allá de Alemania, esta elección tiene repercusiones geopolíticas profundas. La consolidación del conservadurismo y la extrema derecha en un país clave para la Unión Europea reconfigura el equilibrio de poder en el continente y coincide con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, un factor que redefinirá las relaciones internacionales.

Desde el fortalecimiento de políticas proteccionistas y arancelarias en EE.UU. hasta las tensiones dentro de la OTAN, el liderazgo de Merz se enfrenta a desafíos complejos. Alemania, como la economía más fuerte de Europa y uno de los pilares de la Alianza Atlántica, tendrá que reposicionarse en un mundo en constante transformación.

Friedrich Merz y Ángela Merkel comparten partido, pero no ideología. Aunque Merkel simbolizó una CDU más pragmática y centrista, receptiva a los acuerdos y políticas avanzadas en asuntos como la inmigración y el cambio climático, Merz representa un cambio a la derecha con una perspectiva más conservadora y liberal en términos económicos.

Merz, quien se retiró de la política en 2009 tras perder influencia dentro del partido, regresó con fuerza luego de la derrota de la CDU en 2021. Durante su juventud fue un firme defensor del anticomunismo, una doctrina central en la Alemania Occidental y en la CDU durante las décadas de 1970 y 1980.

Su libro “Mehr Kapitalismus wagen” (“Atreverse a más capitalismo”) aboga por el liberalismo económico. También se desempeñó en el sector privado, donde tuvo una exitosa carrera empresarial antes de volver a la política activa. Ahora, como canciller, busca diferenciarse de la era Merkel con políticas más rígidas en inmigración, una mayor independencia de EE.UU. en política exterior y un enfoque más agresivo en el desarrollo económico nacional.

Su postura en temas clave es clara: defiende un control más estricto de las fronteras y ha propuesto rechazar solicitantes de asilo directamente en la frontera, alineándose con las recientes políticas migratorias de EE.UU. bajo Trump. En el ámbito energético, ha criticado la eliminación de la energía nuclear en Alemania, considerándola un «grave error estratégico».

Aunque reconoce el cambio climático, cree que ha sido sobredimensionado en el debate político. En defensa y relaciones internacionales, promueve una Europa más independiente en materia de defensa, planteando la posibilidad de compartir la fuerza nuclear francesa como alternativa a la protección tradicional de EE.UU.

La llegada de Merz al poder podría modificar significativamente la dinámica en Europa y el mundo. Alemania podría impulsar una OTAN reformada y un fortalecimiento de las capacidades de defensa de la UE, reduciendo la dependencia de EE.UU. Además, si Washington mantiene su política aislacionista, Berlín buscará nuevas alianzas estratégicas para garantizar su seguridad y estabilidad económica. A esto se suma un posible endurecimiento de las políticas migratorias, que podría generar un efecto dominó en otros países europeos, promoviendo un giro hacia posturas más restrictivas en toda la región.

Estos resultados electorales confirman una tendencia global: la búsqueda de gobiernos con mayor responsabilidad social, alejados del populismo y el autoritarismo. No obstante, el desafío para estos nuevos liderazgos será demostrar que pueden equilibrar el crecimiento económico con estabilidad social, sin caer en excesos nacionalistas o proteccionistas.

Alemania, una de las naciones más influyentes del mundo, está trazando una nueva ruta política. Su éxito o fracaso será un referente para muchas democracias en crisis, incluidas las de América Latina, que buscan modelos viables de independencia, soberanía y desarrollo sostenible. En este nuevo escenario, ¿será Alemania un faro de estabilidad o una advertencia de los riesgos del giro conservador? Solo el tiempo dirá.

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MUNDO

La crisis de Alemania: Economía, política y ascenso de la ultraderecha

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos años, Alemania, considerada históricamente como el motor económico de Europa, ha enfrentado un declive acelerado que ha sacudido los cimientos de su estabilidad y, por extensión, ha generado repercusiones significativas en el resto del continente.

Este fenómeno no solo ha expuesto las vulnerabilidades internas de la economía alemana, sino que también ha puesto en evidencia las tensiones políticas y sociales que amenazan con reconfigurar el panorama europeo.

A ello se suma el reciente fortalecimiento de la ultraderecha radical, cuyo ascenso en las elecciones del 23 de marzo de 2025 ha añadido un nuevo factor de incertidumbre en un contexto ya de por sí complejo.

EL DECLIVE ECONÓMICO: FACTORES Y CONSECUENCIAS

Alemania, conocida por su robusta industria manufacturera, su superávit comercial y su capacidad para liderar proyectos de integración europea, ha experimentado un deterioro económico notable desde principios de la década de 2020. Varios factores han contribuido a esta situación, entre los que destacan la desaceleración global, la transición energética, la dependencia de las exportaciones y los desafíos demográficos.

Uno de los elementos más críticos ha sido la transición energética. La decisión de Alemania de abandonar la energía nuclear y reducir su dependencia de los combustibles fósiles, acelerada por la guerra en Ucrania y la crisis energética de 2022, ha tenido un impacto profundo en su sector industrial.

Aunque el país ha invertido fuertemente en energías renovables, la infraestructura aún no es suficiente para cubrir la demanda de una economía altamente industrializada. Esto ha llevado a un aumento en los costos de producción, lo que ha erosionado la competitividad de las empresas alemanas en el mercado global.

Además, la dependencia de las exportaciones ha sido un arma de doble filo. Si bien este modelo permitió a Alemania consolidarse como una potencia económica, la desaceleración de la economía china y las tensiones comerciales con Estados Unidos han reducido la demanda de productos alemanes.

La industria automotriz, un pilar de la economía, ha sido particularmente afectada por la transición hacia los vehículos eléctricos, en la que Alemania ha perdido terreno frente a competidores como China y Estados Unidos.

Las grandes marcas automotrices alemanas enfrentan ahora graves problemas que ponen en riesgo su viabilidad financiera a mediano plazo. Muchos expertos afirman que la industria no supo adaptarse y sigue anclada en un viejo modelo industrial mecánico que ya no funciona. Y es que la mayor parte del valor de los automóviles eléctricos modernos reside en el software y la batería, y no tanto en las piezas de ingeniería que dieron fama a los vehículos germanos.

Además, sus directivos tardaron en reconocer el cambio hacia los vehículos eléctricos y ahora tienen dificultades para competir con nuevos participantes como Tesla y los fabricantes chinos.

Sin ir muy lejos Volkswagen, que tiene en México hasta 5 sitios de producción, anunció en septiembre pasado que estaba preparando un drástico plan de ahorro, con el objetivo de reducir en varios miles de millones de euros los costos en sus fábricas alemanas.

La empresa justifica la medida porque necesita reducir los costos para volver a ser competitiva, dijo en un comunicado. Pero la decisión viene marcada también por una caída del 64% en las ganancias del tercer trimestre de 2024. (BBC.com)

La semana pasada, Porsche anunció que despediría a 1.900 trabajadores cuando la garantía de empleo expirara, y el fabricante de porcelana Rosenthal anunció que cerraría una de sus dos fábricas a finales del próximo año.

En general, desde el inicio de la pandemia de COVID-19, Alemania ha perdido casi un cuarto de millón de empleos en el sector manufacturero, según el Financial Times.

«El desempleo lleva meses aumentando y esta evolución continuará en los próximos meses, por lo que, probablemente, superaremos la barrera de los tres millones de desempleados», afirma Klaus Wohlrabe, investigador del Centro Ifo de Macroeconomía y Encuestas, de Múnich, en entrevista con DW.

Las empresas alemanas tienen muchos problemas. «Uno de los mayores problemas en este momento es la incertidumbre», precisa Wohlrabe, de Ifo. El país se encuentra en medio de una transición de gobierno y nadie sabe cómo será la próxima agenda económica. Las compañías han suspendido temporalmente sus inversiones, y los consumidores son más cuidadosos con sus gastos, explica el experto.

Aunque el próximo gobierno alemán pueda reflotar la economía, las alianzas políticas globales sufren cambios profundos. Nadie sabe lo que está planeando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con su política de «Estados Unidos primero”. ¿Impondrá aranceles a todo lo que ingrese al país para golpear a determinados países o industrias, como al sector automovilístico alemán? (DW.com)

Por otro lado, el envejecimiento de la población y la escasez de mano de obra calificada han limitado el crecimiento potencial del país. A pesar de los esfuerzos por atraer talento extranjero, las políticas migratorias tan restrictivas y la falta de integración de los migrantes han dificultado la resolución de este problema. Esto ha generado una presión adicional sobre el sistema de bienestar social, que ya enfrentaba desafíos financieros.

LA CRISIS POLÍTICA Y EL ASCENSO DE LA ULTRADERECHA

El declive económico ha tenido un impacto directo en la estabilidad política de Alemania. La insatisfacción ciudadana con las políticas gubernamentales, especialmente en lo que respecta a la gestión de la crisis energética y la migración, ha alimentado el descontento hacia los partidos tradicionales. Este malestar se ha traducido en un apoyo creciente a opciones políticas radicales, particularmente a la ultraderecha.

En las elecciones del domingo 23 de febrero de 2025, el partido Alternativa para Alemania (AfD), conocido por su retórica antiinmigración, euroescéptica y nacionalista, logró un avance significativo, consolidándose como la segunda fuerza política del país. Este resultado ha generado una conmoción en el panorama político alemán y europeo, ya que representa un desafío sin precedentes para el consenso liberal y pro europeo que ha dominado en las últimas décadas.

Los conservadores de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) ganaron las elecciones en Alemania con el 28,6% de los votos, según los resultados oficiales.

Cumpliendo con las expectativas de analistas y encuestas, la CDU fue el partido que más votos recibió y se espera que Friedrich Merz se convierta en el próximo canciller de Alemania tras unas elecciones en las que la la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) obtuvo su mejor resultado histórico con más del 20%, lo que le sitúa como la segunda fuerza política del país.

El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) del actual canciller, Olaf Sholz, queda en el tercer lugar, solo con un 16%, seguido por el Partido de los Verdes, que lograron un 11,6%.

El auge de la extrema derecha se vio reforzado por una serie de atentados mortales presuntamente perpetrados por migrantes en varias partes del país y por la ansiedad que genera en muchos alemanes la llegada de migrantes los últimos años, algo que ha sido explotado y alimentado por AfD, que aboga por políticas duras de deportación y límites férreos a la llegada de extranjeros.

Diez días antes de las elecciones, una madre y su hija de 2 años murieron cuando un vehículo atropelló a una multitud. Un ciudadano afgano fue acusado por el incidente. (bbc.com)

El ascenso de la AfD no es un fenómeno aislado, sino que forma parte de una tendencia más amplia en Europa, donde partidos de ultraderecha han ganado terreno en países como Francia, Italia y España. Sin embargo, el caso alemán es particularmente preocupante debido al papel central que el país ha desempeñado en la Unión Europea (UE). La posibilidad de que un partido euroescéptico llegue al poder en Alemania podría tener consecuencias devastadoras para el proyecto europeo, ya que pondría en duda el compromiso del país con la integración y la estabilidad regional.

IMPACTO EN LAS ECONOMÍAS EUROPEAS

La crisis alemana ha tenido un efecto dominó en el resto de Europa. Como principal economía de la Unión Europea, Alemania ha sido un motor de crecimiento para muchos países, especialmente aquellos de la eurozona. La desaceleración económica alemana ha reducido la demanda de importaciones, lo que ha afectado a países exportadores como Italia, España y los países de Europa del Este.

Además, la incertidumbre política en Alemania ha generado tensiones en los mercados financieros europeos. Los inversores, preocupados por la posibilidad de un giro radical en la política económica alemana, han comenzado a retirar capitales de los países más vulnerables de la eurozona.

Esto ha aumentado el costo del financiamiento para estos países y ha exacerbado las diferencias económicas dentro de la UE, así como los sentimientos y discursos nacionalistas, ganando terreno para los partidos políticos de extrema derecha, cuyo discurso se centra en que Alemania no tiene porqué continuar financiando a las economías más débiles de la eurozona sin antes resolver sus propios problemas.

Por otro lado, el fortalecimiento de la ultraderecha en Alemania ha alimentado movimientos similares en otros países, lo que ha dificultado la coordinación de políticas a nivel europeo. La falta de consenso en temas clave, como la migración, la política energética y la reforma fiscal, ha debilitado la capacidad de la UE para responder a los desafíos actuales.

ESCENARIOS FUTUROS A MEDIANO PLAZO

A mediano plazo, el futuro de Alemania y Europa dependerá en gran medida de la capacidad de los líderes políticos para abordar las causas subyacentes de la crisis. En el caso de Alemania, será fundamental implementar reformas estructurales que permitan modernizar la economía, reducir la dependencia de las exportaciones y abordar los desafíos demográficos. Además, será necesario encontrar un equilibrio entre la transición energética y la competitividad industrial.

Sin embargo, el ascenso de la ultraderecha complica este panorama. Si la AfD logra consolidar su posición y eventualmente llegar al poder, es probable que se produzca un giro hacia políticas nacionalistas y proteccionistas. Esto podría llevar a un distanciamiento de Alemania respecto a la Unión Europea y a un debilitamiento de las instituciones europeas. En el peor de los casos, podría desencadenar una crisis existencial para la UE, similar a la provocada por el Brexit en 2016.

Por otro lado, si los partidos tradicionales logran recuperar el apoyo ciudadano y contener el avance de la ultraderecha, es posible que Alemania y Europa encuentren una salida a la crisis actual. Sin embargo, esto requerirá un esfuerzo concertado para abordar las preocupaciones de la población, especialmente en lo que respecta a la desigualdad económica, la migración y la seguridad.

En cualquier caso, el futuro de Alemania y Europa estará marcado por la incertidumbre. La combinación de desafíos económicos, políticos y sociales ha creado un escenario complejo que requerirá liderazgo, visión y cooperación para superarlo. El camino que tome Alemania en los próximos años no solo definirá su propio destino, sino que también tendrá un impacto profundo en el futuro de Europa y del mundo.

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MUNDO

Un nuevo país como Corea y Alemania Oriental: Ucrania perdió la guerra, será dividida entre el invasor y los salvadores

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Cuando la nueva etapa de la guerra de Rusia vs Ucrania empezó allá por el 2022, dijimos que el país de Zelenski ya había perdido y China ganado, que solo faltaba ver si Rusia o EUA ganaban algo o perdían todo.

De Trump todos hablamos y claro, es el villano favorito. Pero le recomiendo ver el evento de 49 minutos del pasado viernes en el que estalló el pleito entre Zelenski y el vicepresidente estadounidense, JD Vance, a quien secundó Trump. Trataremos de hacer un resumen, pero, sobre todo, trataremos de explicar qué sucedió detrás de cámaras y los días previos a este encuentro.

Cuando Rusia invadió Ucrania en el 2014 el presidente de EUA, Barack Obama les envió cobijas para proteger a sus ciudadanos refugiados que corrieron al oeste del país. Cuando Trump fue presidente le envió misiles para destruir tanques y cuando Biden fue presidente, Rusia atacó de nuevo y la OTAN le envió más de 500 mil millones de dólares en ayuda, de los cuales 350 mil fueron de Estados Unidos. Mucha de esa ayuda es militar, pero otra es financiera, incluso para pagar salarios y pensiones de servidores públicos en ese país.

Trump ha dicho varias veces que él no quiere una guerra militar con nadie, pero en especial contra Rusia o China. Pero los intereses militares de las empresas y los políticos de Europa y de EUA han llevado a la guerra en más de una ocasión. Eso pasó con Kennedy en Vietnam y ahora con Biden en Ucrania.

El viernes pasado todo iba bien, de hecho, dos días antes habían ido a visitar a Trump el presidente de Francia y el primer ministro de Inglaterra. Ambos líderes habían asegurado que la propuesta de Trump era la forma de acabar con la guerra y asegurar una paz duradera. Trump ha dicho que insultar a Putin y luego llamarle para acabar la guerra no era lo mejor.

Como dije, el viernes todo iba bien. Trump salió muy sonriente a recibir a Zelenski cuando este último llegó a la Casa Blanca. De ahí pasaron a la Oficina Oval y, por largos 38 minutos de preguntas y respuestas, todo parecía ir muy bien. Trump apoyó a Zelenski en varios comentarios y este dijo que Trump sería un presidente histórico. Los periodistas hacían bromas y casi todo iba perfecto. Hemos de decir que la postura física de Zelenski era poco relajada. Se veía nervioso y, a cada pregunta, trataba de meter una nueva queja o duda.

Pero todo iba bien, estaban por firmar el acuerdo para permitir la inversión de EUA, Francia e Inglaterra en Ucrania para extraer minerales raros y crear una zona económica entre las tierras rusas y las de ucrania. EUA no pondría soldados, sino el dinero, mientras que Francia e Inglaterra pondrían soldados, pero de facto esa zona sería como una protección vs Rusia quien también tendría negocios del otro lado.

Como sucedió al final de la guerra con Alemania o con tantos otros, los poderosos dividirán el país en dos y se repartirán los bienes como en Corea o en su momento Alemania. El plan de Trump es lograr la paz con Rusia por tener intereses económicos de ambos en la región. De paso Europa, de manera oficial, se quedará con los recursos naturales del 70% de Ucrania y el resto para Rusia.

Como lo dije, Zelenski estaba visiblemente raro, sentado en la orilla de la silla y no dejaba de frotar las manos o cruzar los brazos. También podemos decir que Marco Rubio, el secretario de Estado de EUA, estaba muy muy serio y “carón”. Todos los demás incluido Trump y hasta muchos de los periodistas, estaban de buenas, riendo y comentando aspectos favorables.

Al llegar al minuto 39 todo se fue al “carajo”. Vance dijo que Trump a diferencia de otros, hacía verdadera diplomacia, no de palabras, sino de hechos. La declaración del vicepresidente JD Vance fue hecha en voz alta para los periodistas presentes.

Como de costumbre, Zelenski se metió y en lugar de declarar a los medios que debía haber garantías para evitar que Putin repitiera su ataque en un par de años, se dirigió al vicepresidente Vance, cuestionándole casi de manera grosera e inoportuna: “JD, de qué tipo de diplomacia hablas”. Y de ahí siguió alegando que Ucrania había enfrentado a Rusia sola desde el principio, alegando que desde Obama hasta la fecha nadie había podido parar a Putin en sus invasiones hacia el Oeste.

Eso provocó que Vance le dijera “mister president”, es decir, ahora sí se dirigió a él en respuesta a su cuestionamiento directo y a que Zelenski le llamó JD y no “mister Vance” o “vice president”, que sería lo apropiado en un evento público.

Ya en ese tono, Vance siguió y le recordó al invitado que debería estar agradecido de que Trump estaba tratando de salvar a su país, pero que desde que había llegado y no había dado las gracias ni reconocido que le estaban ayudando, a pesar de que, en octubre pasado, él había hecho campaña en Pennsylvania a favor de la demócrata Kamala Harris.

Entrados en gastos, Trump tomó la palabra y le dijo que estaba siendo muy malagradecido y que se le olvidaba que con ellos -EUA- Ucrania tenía cartas para salvar a su país, pero que su actitud no estaba ayudando.

Le recordó que EUA le había dado más dinero que toda Europa y que si no entendía eso, entonces no estaba listo para llegar a un acuerdo. Le advirtió que su juego costaba miles de vidas en su país y que podía llevar a la Tercera Guerra Mundial.

Así y con 8 minutos de dimes y diretes se acabó el evento y claro, no se firmó nada, de hecho, hasta la comida con los dos presidentes fue cancelada y Zelenski fue invitado a irse de la Casa Blanca. Poco después, Trump dijo que recibiría al líder de Ucrania cuando estuviera listo para firmar, pero que de momento Zelenski parecía no querer lograr un cese al fuego. Trump insistió en que los medios de comunicación y el invitado querían que él se pusiera del lado de Ucrania vs. Rusia, pero que él estaba en medio y solo del lado de los intereses de EUA.

De ahí todo es historia. Los medios de EUA y un par de líderes en Europa de inmediato culparon a Trump y de ahí a Vance. Horas después, Zelenski visitó Inglaterra y las fotos indican que el primer ministro le dijo que le bajara de tono y solo permitieron un minuto de fotos y un pequeño mensaje de Zelenski sin preguntas ni comentarios del primer ministro de Inglaterra.

Parece que Zelenski ya quiere regresar a EUA, pero veremos cuánto cuesta este show. Si Trump cede o si el presidente de Ucrania paga algo más por su arrebato que con o sin razón es absurdo y muy poco oportuno para su país.

Según el acuerdo para apoyar a Ucrania, minerales de alto valor serán entregados a Estados Unidos como pago por el dinero que han aportado, pero hay otros dos puntos que podrían estar poniendo nervioso a Zelenski. Primero es que Zelenski ha silenciado a opositores y evitado la realización de elecciones con base en una ley que él mismo creó en el 2019 para tiempos de guerra.

Dicha ley está apoyada en otra ley del 2015, cuando Rusia invadió Crimea, pero a pesar de la cual el entonces presidente Poroshenko, no se quedó en la silla, sino que dio paso a elecciones. Por eso llegó Zelenski quien de inmediato lo sometió a proceso penal, lo sancionó a él y también a sus seguidores.

Ha habido varios comentarios en EUA y en Ucrania sobre posibles actos de corrupción del equipo de Zelenski. De inmediato, él y los medios occidentales los desestiman diciendo que quienes pidan elecciones o acusen corrupción son traidores a la patria y agentes de Putin.

¿Será que Zelenski busca no solo garantías para su país, el cual ya regaló a los europeos y a los estadounidenses, sino para su persona y para su equipo? Como lo dije, Ucrania perdió y ahora será repartida entre el invasor y los salvadores. Una tristeza no solo por los muertos, sino porque las sanciones y las acciones de ambos lados generaron muchos efectos económicos en Europa cuyos ciudadanos también pagaron los platos rotos.

Creo que Zelenski corre el riesgo de ser acusado por corrupción por millones de dólares, pero habrá que ver si la paz se logra con él o si es una de las condiciones de Rusia para dejar de pelear. Por lo pronto, obvio, la OTAN no incluirá a Ucrania y seguramente Putin pedirá que esto sea oficial, incluso para toda la región. Pero las fuerzas militares de Reino Unido y Francia servirán como garantes de la paz en la región hasta que haya una guerra mayor que rompa el status quo.

Por otra parte, primero habría que aclarar si ese dinero que enviaron los de la OTAN fue al destino correcto. De hecho, el propio Zelenski ha declarado que solo recibió el 60% del dinero; lo demás fue en especie. Si esto fue así, ¿quién gastó ese dinero? Por la noche, ya menos acelerado, Zelenski envió un mensaje dando las gracias a Trump y a EUA por su apoyo, pero no dio una disculpa por el pleito que él generó minutos antes de firmar. Si alguien saboteó la firma, fue Zelenski; basta ver el video.

Y estamos a unos días de que la Organización de Estados Americanos (OEA) celebre sus elecciones para saber quién será el nuevo líder de dicha organización. Estados Unidos y China disputan la silla para sus candidatos, donde hay uno favorable a los intereses estadounidenses (Rubén Darío Ramírez Lezcano, de Paraguay) y otro cargado hacia China (Albert Ramchand Ramdin, de Surinam). Ya veremos el resultado de dicha elección que se dará el lunes próximo. Por lo pronto, el show que se escribe con sangre en Ucrania sigue su cauce.

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