MUNDO
Las teorías de la conspiración: COVID-19, la muerte que vino del murciélago o del laboratorio

Por Mario Ávila //
China y Estados Unidos, son las grandes potencias mundiales que saben más del nacimiento, gestación o transmisión del nuevo coronavirus, formalmente llamado SARS (Síndrome Agudo Respiratorio Severo) 2019-nCoV. Solo ellas y muy probablemente los tribunales internacionales son los que habrán de definir si se trata de un contagio llegado al ser humano a través de animales o bien se trata de una creación exprofeso en un laboratorio.
Estas dos hipótesis son las versiones más repetidas que han surgido alrededor del surgimiento del coronavirus, como una explicación para tratar de justificar las distintas ópticas sobre el origen, de lo que hoy es una pandemia, la última gran tragedia de la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial.
EL MURCIÉLAGO EL PRINCIPAL SOSPECHOSO
Aunque todavía no se sabe a ciencia cierta qué animal es el vector del brote de coronavirus que surgió en la ciudad china de Wuhan, y ya ha infectado a más de 1.6 millones de personas en todo el mundo, todas las miradas apuntan al murciélago.
Estos animales -los únicos mamíferos capaces de volar-, ya habían sido el origen de otras epidemias de coronavirus. A comienzos de este siglo, fueron causantes de la transmisión del Síndrome Respiratorio Agudo Severo, más conocido como SARS, que infectó a más de 8 mil personas, 800 de las cuales fallecieron.
A mediados de la década de 2010 fueron el origen de otra enfermedad respiratoria similar al SARS: el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente (MERS por sus siglas en inglés), que afectó a menos gente (unas 2 mil 500) pero fue más letal, matando a más de 850 personas.
En cuanto a este nuevo coronavirus -formalmente llamado 2019-nCoV-, las autoridades chinas creen que se originó en un mercado de Wuhan que vendía mariscos y carne de animales salvajes, incluyendo a murciélagos y víboras.
“UNA BOMBA DE RELOJERÍA”
De acuerdo a portal internacional de noticias de salud, Infosalus, un estudio efectuado en octubre del 2007 en la Universidad de Hong Kong advirtió que los coronavirus de los murciélagos eran una “bomba de relojería” en China, para la ampliación de nuevos virus similares. La causa: La presencia de un gran reservorio de virus como el SARS-CoV -2, causante de la enfermedad Covid-19 en murciélagos de herradura (rinolófidos), junto con la cultura de comer mamíferos exóticos en el sur de China.
“Los coronavirus se someten a una recombinación genética, lo que puede dar lugar a nuevos genotipos y brotes. No debe ignorarse la posibilidad de que el SARS y otros nuevos virus aparezcan en animales o laboratorios y, por consiguiente, la necesidad de estar preparados”, alertaban los investigadores en el 2007 en un trabajo que también fue publicado en la revista Clinical Microbiology Reviews.
Se recuerda en la publicación, que el coronavirus del SARS, conocido como SARS-CoV, causó la primera gran pandemia de este siglo, provocando un brote en 2003 que afectó a 8 mil 098 personas y mató a 774 principalmente en China, con una tasa de mortalidad bruta de 10%.
Su capacidad para la transmisión de persona a persona, la falta de conciencia en el control de infecciones hospitalarias y los viajes aéreos internacionales facilitaron la rápida difusión mundial de este virus, de una forma similar al del Covid-19.
Sobre el por qué los coronavirus de murciélagos son tan agresivos, una explicación la da un estudio realizado en febrero del 2020 por la Universidad de California en Berkeley, en donde se concluye que la feroz respuesta inmunológica de los murciélagos a los virus, podría hacer que se repliquen más rápidamente, de modo de que cuando saltan a los mamíferos con sistemas inmunológicos normales, como los humanos, los virus causan estragos de mayor daño.
En su trabajo publicado en la revista “eLife”, los investigadores californianos explican que “no es coincidencia que algunos de los peores brotes de enfermedades virales de los últimos años, como el SARS, MERS, ébola y el recién llegado coronavirus, se originaron en murciélagos”.
LA SEGUNDA VERSIÓN: VIRUS DE LABORATORIO
Sin embargo, también desde China salió una segunda versión como probable origen del virus, cuando el portavoz del Ministerio Chino de Exteriores, Zhao Lijian, en una rueda de prensa efectuada el pasado 7 de abril reafirmó que el coronavirus fue introducido por Estados Unidos en Wuhan y rechazó que Washington se refiera a la COVID-19 como un “virus chino”.
Y precisó: “Mis tuits fueron una reacción a algunos políticos estadounidenses que estaban estigmatizando a China, al vincular al gigante asiático con el nuevo coronavirus, denominado COVID-19”.
El diplomático chino ha asegurado que sus afirmaciones contra el gobiernoe estadounidense “reflejan la rabia de muchos ciudadanos chinos por el estigma ejercido hacia ellos». Al desarrollar su postura, Zhao ha indicado que la COVID-19 «no conoce fronteras ni etnias», sino que es un «enemigo común para todos los seres humanos».
EE.UU. recurre a cualquier mecanismo -dijo-, incluidas las armas biológicas, para hundir a sus rivales como China y salir así indemne de los conflictos que está inmerso.
En este mismo sentido, ha enfatizado que la tarea urgente que tienen por delante todos los países es vencer a esta nueva enfermedad mediante la cooperación. “Nos oponemos a la estigmatización”, ha agregado.
El surgimiento del brote de infección ha generado una nueva escalada en las tensiones entre Pekín y Washington; este último, trata de afianzar la idea de que el patógeno es un “virus chino”. Además, varios responsables del gigante asiático plantearon una conspiración estadounidense, como la teoría que respalda cómo surgió la COVID-19. “Incluso, desde EE.UU. han avisado que el nuevo coronavirus podría ser obra de los laboratorios biológicos de Washington”, dicen funcionarios chinos.
SE EXPANDE POR LAS AMÉRICAS
Este virus al día domingo 12 de abril, ha cobrado la vida de más de 109 mil personas en el mundo y ha ocasionado más de 1.7 millones de contagios, sin duda tendrá un impacto severo en la geopolítica y la geoeconomía mundial, en el futuro inmediato.
A la fecha, Estados Unidos ha sido el país más afectado del mundo al acumular hasta el momento más de medio millón de personas contagiadas con más de 20 mil muertes; cifras que contrastan con lo que ocurrió en China, el país epicentro del brote, en donde se tiene el registro de 81 mil 907 casos, con un total de 3 mil 336 muertes.
Estos números hablarán por sí solos, acerca del origen de este virus nacido en la ciudad china de Wuhan y desde donde se dispersó por decenas de países en los cinco continentes, causando los mayores estragos hasta el momento, en territorio norteamericano, casualmente el país considerado el enemigo político y económico número uno de China.
Por lo que toca a Europa, España es el segundo país del mundo de personas contagiadas por coronavirus con más de 166 mil y más de 17,100 muertos; Italia en tercer lugar mundial con 152 mil 271 casos y 19 mil 468 muertes. Francia ya está entre los países del mundo con más muertos por coronavirus al registrar este domingo 12 de abril 13 mil 815 fallecidos y más de 93 mil casos confirmados, en tanto Alemania ha registrado 2,871 muertes con 124 mil 288 casos; Suiza acumula 1,036 muertes y más de 25 mil casos.
En el caso de Asia, después de China, hasta el pasado 10 de abril Irán con 68 mil 192 casos de contagio confirmados, es el país con mayor número de víctimas mortales, después de China, la mayoría de los casos se concentran en la provincia de Teherán, pero también hay en Markazí y el norte del país. La situación es «grave» para las autoridades, que han cerrado escuelas y universidades y han suspendido eventos deportivos, culturales, religiosos y reuniones políticas.
Corea del Sur (10 mil 450 casos y 208 muertes), su vecina del norte, ha logrado contener la expansión de la enfermedad a base de análisis masivos y responsabilidad ciudadana. En Japón se han contabilizado 5 mil 530 casos y 105 muertes. Además, hay 712 casos confirmados del crucero Diamond Princess, donde se han producido 11 fallecimientos.
En Malasia (4 mil 346 casos y 70 muertes), las autoridades han cerrado temporalmente sus fronteras a los pasajeros procedentes de China y Corea del Sur. Filipinas fue el primer país en registrar una muerte con Covid-19 fuera de China a principios de febrero, y ha diagnosticado 4 mil 195 casos y 221 muertes; mientras que Tailandia tiene 2mil 473 casos y 33 muertes e India, 6 mil 725 casos confirmados y 229 defunciones. En Indonesia hay 3 mil 512 positivos y 306 muertes. Singapur tiene 2 mil 108 casos y siete muertes. Y destacan también los 4 mil 695 casos y 66 muertes en Pakistán.
En África, Egipto (1 mil 794 casos y 135 muertes) y Sudáfrica (2 mil 003 y 24 muertes) son los países con más contagios. El Gobierno egipcio fue el primero en reportar el Covid-19 en el continente africano. Argelia ha informado de 1 mil 761 casos y 256 muertes, mientras que Marruecos -que ordenó el confinamiento domiciliario durante un mes, hasta el 20 de abril- ha registrado 1 mil 448 infecciones y 107 decesos. Túnez tiene 671 casos y 25 muertes. Libia, un país deshecho por la guerra, de momento solo ha dado cuenta de 24 casos y una muerte.
En Oceanía, en particular en Australia (6 mil 204 casos y 54 muertes), el primer ministro, Scott Morrison, ha anunciado que impondrá el aislamiento obligatorio durante 14 días para todos aquellos pasajeros que lleguen al país desde el extranjero; Nueva Zelanda registra 1 mil 283 casos y dos muerte y Guam, 130 contagios y cuatro muertes.
Por lo que toca a América, el país que más preocupa en el continente es Estados Unidos, que al acumular más de medio millón de casos y más de 20 mil muertes, se ha convertido en el país más afectado del mundo. La Administración Trump ha suspendido los vuelos procedentes de Europa durante un mes. El presidente ha declarado la emergencia nacional para combatir el virus y ha ampliado hasta el 30 de abril las medidas contra el Covid-19.
Canadá es el segundo país con mayor número de casos: 23 mil 243 casos y 702 muertes. Su primer ministro, Justin Trudeau, se ha aislado y se ha sometido a la prueba porque su esposa ha dado positivo.
BRASIL, CON MÁS CASOS EN AMÉRICA LATINA
El Covid-19 también se ha propagado por América Latina. El país más extenso del subcontinente, Brasil, tiene 19 mil 638 casos y 1 mil 057 muertes. Chile, con 6 mil 501 casos y 65 fallecidos, ha declarado el estado de excepción ante el virus, y Ecuador registra 7 mil 161 casos y 297 muertes.
México tiene 3 mil 844 pacientes y 233 muertes y el gobierno ha declarado la emergencia sanitaria y alargado hasta el 30 de abril la suspensión de actividades no esenciales. Perú registra 5 mil 897 casos y 169 muertes. Colombia tiene 2 mil 223 casos y 69 muertos, Venezuela, 171 y nueve muertes. Argentina, que decretó el confinamiento de su población y lo ha ampliado hasta el final de Semana Santa, suma 1 mil 894 casos y 81 muertes. Uruguay acumula 473 casos confirmados y siete muertes. En Paraguay se han registrado 129 casos y cinco fallecidos.
En América Central, destacan los 2 mil 620 casos y 126 fallecidos en la República Dominicana; Panamá tiene 2 mil 974 casos y 74 muertes (incluyendo los nueve casos y dos fallecidos del crucero Zaandam). Costa Rica tiene 558 casos y tres muertes. Puerto Rico alcanza los 725 casos y 39 muertes; Honduras, 382 casos y 23 decesos. Cuba tiene 564 casos y 15 muertos, Jamaica, 63 y tres muertos, y El Salvador, 117 casos y cinco muertes.
MUNDO
Bojayá y la esperanza de paz

Opinión, por Miguel Anaya //
A finales de los años noventa y principios de los 2000, Colombia vivió una crisis de violencia que superaba a la que actualmente enfrenta México. Uno de los departamentos más afectados fue el de Chocó, donde operaban las FARC, grupos delictivos y autodefensas.
El 2 de mayo de 2002, la pequeña comunidad de Bojayá se convirtió en el escenario de una de las tragedias más devastadoras del conflicto armado. En medio de intensos enfrentamientos entre las FARC y grupos paramilitares, cientos de habitantes buscaron refugio en la iglesia del pueblo, confiando en que sus paredes consagradas los protegerían del horror que se vivía afuera.
Alrededor de las 3 de la tarde, un cilindro-bomba impactó directamente en el templo, causando la muerte instantánea de 79 personas, entre ellas 48 niños. Los cuerpos quedaron mutilados y las paredes de la iglesia manchadas de sangre. Días después, el número de víctimas fatales alcanzó las 119, ya que muchos no sobrevivieron a las heridas.
Este acto brutal puso de manifiesto la vulnerabilidad de las comunidades atrapadas entre las fuerzas violentas. A raíz de este y otros eventos que conmocionaron al país, Colombia emprendió un camino hacia la pacificación y la reconstrucción social. Las políticas implementadas, que combinaban estrategias de seguridad con inversión social y económica, comenzaron a dar frutos en las dos décadas siguientes.
Según datos del Banco Mundial, la tasa de homicidios en Colombia pasó de 70 por cada 100 mil habitantes en 2002 a 25 en 2022. En ese contexto, la ciudad de Medellín llegó a tener una tasa alarmante de 380 homicidios por cada 100 mil habitantes.
El entonces gobierno colombiano aplicó la estrategia de ‘Seguridad Democrática’. Esta política implicó el despliegue masivo de fuerzas de seguridad para recuperar el control territorial, fortalecer las capacidades de inteligencia y aumentar la presencia del Estado en zonas rurales, donde guerrillas y grupos paramilitares habían establecido su dominio. La creación de redes de informantes y la colaboración con las comunidades fueron fundamentales para desmantelar estructuras criminales y reducir los enfrentamientos armados.
Tras el debilitamiento militar de las FARC, el gobierno reconoció que la violencia era también un efecto de problemas estructurales como la pobreza y la falta de oportunidades en las regiones rurales.
En respuesta, se implementaron programas de desarrollo rural que incluyeron la construcción de infraestructura, carreteras y electrificación, con el fin de conectar comunidades aisladas con el resto del país.
Además, se promovieron programas de acceso a créditos para pequeños agricultores y cooperativas rurales, incentivando la sustitución de cultivos ilícitos por productos agrícolas comerciales.
En el ámbito social, las políticas de reparación y reconciliación jugaron un papel central. La creación de una Unidad para las Víctimas permitió que quienes sufrieron violencia fueran reconocidos y compensados, generando un proceso de catarsis social.
La inversión en educación y salud fue un eje central: entre 2002 y 2022, el acceso a la educación secundaria aumentó en un 20 por ciento, mientras que la cobertura de salud pública se amplió significativamente en las zonas rurales. A pesar de que aún persisten desafíos en materia de seguridad, el avance en Colombia ha sido notable.
Esta experiencia ofrece lecciones valiosas para México. La implementación de políticas que fortalezcan instituciones, promuevan el desarrollo económico, social y fomenten la cohesión social son esenciales para revertir la tendencia de violencia.
La profesionalización de las fuerzas de seguridad, la recuperación del control territorial y la implementación de programas sociales en zonas marginadas son pasos fundamentales para reconstruir el tejido social. Políticas de desarrollo rural, como las aplicadas en el país sudamericano, podrían replicarse en México para incentivar la economía local, alejar a los jóvenes de las dinámicas del crimen organizado y generar alternativas económicas en comunidades atrapadas en el ciclo de la violencia.
En conclusión, la trágica masacre de Bojayá simboliza el profundo sufrimiento que la violencia puede infligir a una nación. Sin embargo, también demuestra que por muy cruda que sea la realidad violenta que nos rodea, esta puede cambiar con voluntad política y estrategias integrales adecuadas.
El caso de Teuchitlán debe ser un llamado a la acción colectiva. Debemos abrir los ojos y encontrar en la experiencia de otros países una guía para diseñar e implementar políticas efectivas que conduzcan a un futuro más seguro y próspero.
MUNDO
La cumbre no es eterna: El peso del poder y la caída inevitable

A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
La historia está repleta de ejemplos de líderes que, enceguecidos por la ambición, olvidaron la fragilidad de su posición. Luis XVI, convencido de que su linaje era suficiente para sostener su trono, ignoró las señales del descontento popular hasta que el filo de la guillotina le enseñó lo contrario. Napoleón, tras haber conquistado media Europa, creyó que Rusia sería otra joya en su corona, solo para encontrar en la crudeza del invierno su Waterloo anticipado.
El ascenso y la caída de los poderosos no es un fenómeno reciente ni exclusivo de una geografía en particular. Desde la antigüedad, los imperios han crecido con el ímpetu de la ambición y se han desplomado con la misma rapidez con la que olvidaron los límites de su propio poder.
Alejandro Magno conquistó medio mundo, pero murió sin dejar un heredero capaz de sostener su imperio. Julio César creyó que su popularidad y victorias militares lo hacían intocable, hasta que sus propios aliados decidieron que representaba una amenaza mayor que un beneficio. La política, como la historia, es una danza peligrosa entre la gloria y la ruina, donde el exceso de confianza suele ser el último paso antes de la caída.
El mito de Ícaro nos recuerda precisamente esto: el peligro de volar demasiado alto sin medir las consecuencias. Ícaro, fascinado por su recién adquirida capacidad de volar, olvidó la advertencia de su padre y ascendió hacia el sol, hasta que el calor derritió la cera de sus alas y cayó al mar.
La política, como la vida misma, requiere de equilibrio. Quien se eleva sin mesura, sin comprender la delgada línea que separa el éxito de la caída, está condenado a desplomarse con mayor fuerza. El poder tiene un peso que pocos pueden sostener sin perder la compostura. No se trata solo de alcanzar alturas, sino de saber mantenerse en ellas.
Pero si Ícaro es el ejemplo de la caída, Sísifo representa la otra cara de la moneda: el castigo de quienes están atrapados en una lucha interminable. Su condena consistió en empujar una roca cuesta arriba solo para verla rodar de nuevo al punto de partida. En la política, muchas veces la lucha es constante y el esfuerzo parece nunca rendir frutos.
Sin embargo, el verdadero peligro no está en la repetición del intento, sino en la ilusión de que la cima es un lugar permanente. Muchos políticos creen que el poder les pertenece, que su ascenso es definitivo y que su esfuerzo no necesita ajustes. Pero la realidad es que la piedra siempre caerá, y lo único que define a los grandes es cómo afrontan la inevitable repetición del ciclo.
No hay imperio ni liderazgo que sea eterno. La historia es cíclica, y los excesos suelen conducir al mismo desenlace. En México y en el mundo, las trayectorias políticas están marcadas por ascensos meteóricos y caídas estrepitosas. Basta con observar cómo en cada sexenio surgen figuras que, creyendo haber conquistado la cima, terminan en el olvido o el descrédito. Quienes llegan al poder suelen olvidar que su estancia en la cúspide es efímera, que la rueda del destino sigue girando y que lo que hoy es gloria mañana puede ser polvo.
El sistema político parece diseñado para producir nuevos Sísifos, figuras condenadas a empujar sus delitos cuesta arriba, solo para verlos rodar nuevamente cuando cambian las administraciones. Cada sexenio, cada legislatura, cada relevo de poder trae consigo un ajuste de cuentas disfrazado de justicia o renovación, donde los caídos de ayer se convierten en los verdugos de hoy y los actuales intocables pronto serán las nuevas piezas sacrificables. La impunidad no es eterna, pero sí cíclica, y quienes creen haber asegurado su permanencia descubren, tarde o temprano, que la roca siempre vuelve a caer.
Las reformas, los cambios de gobierno y los giros políticos no son más que un nuevo acto en esta obra repetitiva, donde las promesas de castigo a la corrupción se mezclan con la selectividad de la justicia. Los escándalos que hoy cimbran las instituciones terminan convertidos en anécdotas cuando el tiempo y la indiferencia los diluyen, hasta que nuevos nombres ocupan los titulares y el proceso vuelve a empezar. En este juego de relevos, algunos consiguen deslizarse entre las grietas del sistema, mientras que otros terminan aplastados por el peso de sus propias ambiciones.
Y así, en un ciclo interminable, la historia se repite de forma tal que la pregunta no es si caerán, sino cuándo y con qué consecuencias. Algunos lo harán con estrépito, arrastrando consigo estructuras enteras y exhibiendo las miserias del sistema; otros, con sigilo, desaparecerán en la sombra de negociaciones y pactos que les garanticen una caída suave. Pero la constante es ineludible: nadie se mantiene en la cumbre para siempre, y aquellos que creen haber burlado el destino solo están posponiendo lo inevitable.
La enseñanza es clara: la política requiere mesura, prudencia y un entendimiento profundo de la transitoriedad del poder. Nadie es eterno en el cargo, y quienes lo olvidan terminan consumidos por el peso de sus propias decisiones.
En la vida, como en la política, el equilibrio lo es todo. El dinero, el éxito y la influencia pueden convertirse en espejismos que hacen olvidar el propósito inicial. La historia nos ha enseñado que aquellos que se ven a sí mismos como intocables, como dueños de un destino inalterable, terminan siendo arrastrados por la corriente de su propia soberbia. La verdadera habilidad no está en acumular poder, sino en administrarlo sin perder el sentido de la realidad.
El desafío es claro: no ser Ícaro ni Sísifo, sino aprender a volar sin olvidar que siempre habrá una caída, y a empujar la piedra con la consciencia de que el esfuerzo nunca es definitivo. Porque en la política, como en la vida, nadie es eterno en la cumbre, y solo aquellos que lo entienden logran caer con dignidad y levantarse con sabiduría.
MUNDO
Los narcos gringos, primera parte

Opinión, por Gerardo Rico //
“La violencia urbana en Estados Unidos, que en ciudades como Chicago, Baltimore, Los Ángeles y Nueva York arroja estadísticas preocupantes de por lo menos una persona asesinada a diario, está directamente ligada a la venta de drogas y por ende al narcotráfico mexicano.
Sin embargo, en una sociedad como la estadounidense, con su gobierno acostumbrado a buscar fuera de sus fronteras a los culpables del problema de la demanda y el consumo de drogas, los asesinatos cometidos todos los días por pandilleros o entre pandillas no son algo que valga la pena resaltar a nivel nacional; es más, si el muerto o los muertos son afroamericanos o hispanos, el gobierno hace todo lo posible por meter el asunto debajo de la alfombra”.
En la Unión Americana no existen estructuras lineales en las organizaciones del narco, como las hay en México y otras naciones latinoamericanas. Los narcos gringos trabajan con cualquier cártel y con varios al mismo tiempo cuando es posible. Son operadores que se encargan de la logística para transportar, distribuir y vender drogas. Su tajada se reparte entre muchos, son como una cadena de trabajadores independientes que prestan sus servicios a los narcos extranjeros.
“Lo que no hay en Estados Unidos son cárteles, no hay una estructura piramidal de capos entre los narcos gringos, menos aún un narcotraficante estadounidense destacado en comparación con los logros criminales alcanzados por delincuentes como Pablo Escobar Gaviria, Rafael Caro Quintero o el Chapo Guzmán”.
Este es apenas un bosquejo del libro “Los narcos gringos”, una radiografía inédita del tráfico de drogas en Estados Unidos, que fue escrito por el periodista Jesús Esquivel, corresponsal de la revista Proceso desde 1989 en Washington D.C., acreditado ante la Casa Blanca, el Congreso Federal y el Departamento de Estado de Estados Unidos. Hay que destacar que el libro fue editado en el 2016 y los derechos de edición son de Penguin Random House.
Ante las medidas del presidente Donald Trump, quien declaró como grupos terroristas a los cárteles de la droga en México, y las advertencias de funcionarios de su administración que podrían intervenir militarmente en nuestro país para terminar con estos, se me hizo muy interesante realizar una reseña de este libro que describe cómo opera el narco en el vecino país del norte.
“Las narcas gringas no son como las buchonas sinaloenses ni andan subiendo fotos al Facebook acompañadas de “su hombre” o ataviadas con joyas y vestidos de diseñador; son casi imperceptibles: están en todos lados, pero no se ven. Viven en grandes urbes como Nueva York, visten como ejecutivas y en algunos casos lo son, pero están más concentradas en hacer dinero fácil”.
En la Gran Manzana no llama la atención ver a una mujer blanca caminando por Park Avenue vestida con un traje sastre y con un portafolios en la mano: alguien así se puede considerar una más de las abogadas, empresarias o vendedoras de acciones financieras en Wall Street.
La lucha contra la violencia urbana es la guerra del gobierno estadounidense contra sus narcotraficantes y contra el comercio de drogas, pero aquel no lo admite y prefiere mantenerla disfrazada como “lucha contra la violencia”. En la DEA se desarrolló la Estrategia de ahogamiento, concentrada en su totalidad a combatir el tráfico de drogas al nivel de los pandilleros.
El objetivo de esta estrategia fue el identificar a los intermediarios estadounidenses de los cárteles mexicanos, personajes que se encargan de establecer la relación directa de un cártel con las pandillas de Estados Unidos. Los intermediarios son los que reclutan a los pandilleros y uno de los lugares favoritos para este objetivo es el sistema carcelario a nivel estatal y local.
Con cifras de hace nueve años, el autor del libro precisa que “para tener una idea del problema solo hay que mirar lo que sucede en Chicago: tiene el sistema carcelario municipal más grande de Estados Unidos y del mundo, el cual alberga entre 9,000 y 13,000 presos, de los cuales más del 80% purgan condenas por delitos relacionados con la violencia urbana pandillera y la venta de narcóticos”.
“La gravedad y el tamaño de la epidemia del consumo de drogas en Estados Unidos es auténticamente una calamidad; la muerte de jóvenes estadounidenses por sobredosis de narcóticos parece un hoyo negro sin fondo. Desde el gobierno federal de este país, la mejor práctica para enfrentar el problema del tráfico internacional de narcóticos sigue siendo buscar responsables fuera de sus fronteras; en este contexto de irresponsabilidad y de delegar a otros las culpas y las consecuencias de sus problemas de salud pública y educación, se augura que México seguirá siendo el villano favorito de la Casa Blanca y del Capitolio”.
Los Narcos Gringos, de Jesús Esquivel, además de ser una lectura amena, describe cómo operan los brókers, los narco motociclistas y narco camioneros, las narco pandillas los informantes y la narco corrupción gringa, entre otros capítulos por demás interesantes y que no pierden actualidad.
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