MUNDO
Donald Trump, ¿villano o redentor?

Desde los Campos del Poder, por Benjamín Mora Gómez //
En la escuela, tuve grandes maestros. Ya en la preparatoria, con los hermanos maristas, el maestro Salvador Flores Meyer me hizo amar la historia. Recuerdo cuando nos dijo: “La historia nos ayuda a proteger nuestro pasado común”. Sus clases eran una delicia.
Este 20 de enero, Donald Trump empezará a actuar con todo el poder de su triunfo electoral arrollador.
En 1846, México fue invadido por el ejército norteamericano tras la declaración de guerra que ordenó el gobierno norteamericano del presidente James K. Polk, en un ambiente de inestabilidad en México y expansionismo estadounidense, bajo la excusa de que habíamos agredido a norteamericanos en su propio territorio; afirmación que puso en duda Abraham Lincoln, siendo representante en el estado de Ilinios.
Hoy, vivimos iguales condiciones: México se encuentra peligrosamente dividido y Donald Trump sueña con expandir el territorio gringo hacia Groenlandia y Canadá, comprando el primero a Dinamarca y anexando al segundo, e invadirnos al declarar terroristas a los narcotraficantes, cambiar el nombre del Golfo de México, y recuperar el control del Canal de Panamá.
En 1846, Antonio López de Santana fue el mayor responsable de la inestabilidad política mexicana; hoy, Claudia Sheinbaum se advierte como su principal causante, aunque su herencia Lopezobradorista sería su origen profundo.
El 1 de septiembre de 1939, la Alemania nazi de Adolf Hitler invadió Polonia. En respuesta, Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania, sentando las bases de la Segunda Guerra Mundial.
La invasión a Polonia, ordenada por Hitler, tuvo su causa social más fuerte en el resentimiento del pueblo alemán por el hecho de que Polonia se había anexado las provincias alemanas de Prusia Occidental, Poznan y la Alta Silesia después de la Primera Guerra Mundial, según el Tratado de Versalles. Hoy, “México es el peligro más evidente para la seguridad y la economía del pueblo norteamericano” según ha hecho creer el propio Trump.
Hoy, ambas historias se podrían entrelazar y repetir con Donald Trump ya como presidente de EEUU. Se advierte un gran peligro para Canadá, México, Dinamarca, Panamá y el mundo; Hitler no es cosa solo del pasado: Ucrania, Jordania y Líbano con Putin en Rusia y Netanyahu en Israel son evidencia.
El presidente Trump parece no mirar los peligros que podría enfrentar su pueblo si, desde el norte y sur de sus fronteras territoriales, se abriera el paso a terroristas de países enemigos de Estados Unidos como parte de una estrategia de guerra. Antes, con el derribo de las torres gemelas en Nueva York y, hoy, con la entrada del fentanilo a territorio norteamericano, vemos sus debilidades internas.
Frente a las amenazas invasoras de Donald Trump en nuestra contra, Claudia Sheinbaum hizo referencia a nuestro Himno Nacional y hubo quiénes la juzgaron con mofa sin medir sus atrevimientos entreguistas. Su miopía política no les ha permitido mirar el caso de Ucrania ante la invasión rusa; la valentía del pueblo y gobierno ucraniano ha detenido a Putin y su gran poderío militar. ¿Acaso somos menos que los ucranianos?
En México, Claudia Sheinbaum debe cambiar su estrategia política exclusivista a favor de quienes le juran amor y lealtad a López Obrador, ella misma y Morena, y ganarse a los que ella ha segregado, hostigado y perseguido. A ella, y solo a ella, le corresponde cambiar. Debe aprender de nuestra historia. No sé qué la guiará o dominará, si su inteligencia o su soberbia.
Es hora de que Claudia Sheinbaum muestre oficios diplomáticos con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, así como con la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederikse, y con el presidente de Panamá, José Raúl Mulino. No puede seguir en la soledad de los pasillos de Palacio Nacional.
Claudia Sheinbaum debe entender que en las cosas del poder hay conveniencias e intereses que deben negociarse y equilibrarse, y que, aun los más débiles de entre los mexicanos que perdieron en 2024, hay fortalezas que a ella y a su gobierno podrían costarles caro.
En el imaginario colectivo opositor hay la seguridad de que el triunfo presidencial de Sheinbaum fue mañoso y que las urnas electorales fueron violentadas con votos no emitidos por ciudadanos. Esto la deslegitima y alimenta resentimientos sociales… la declaratoria de su triunfo presidencial, a millones de mexicanos aun no convence. Así los sentimientos, podría haber quiénes crean que Donald Trump le debería poner “un estate quieta Claudia” para bien de las (sus) libertades en México; aunque ello lo miro imposible si solo se trata de nuestras libertades.
Es el momento de asumir que el rencor es “un abismo sin fondo” tal cual dijera Miguel Gutiérrez; sentimiento que han alimentado Donald Trump y Claudia Sheinbaum en sus pueblos. Chairos y fifís estamos llamados a liberarnos de los grilletes de los resentimientos, los odios y las falsas esperanzas meta fronterizas que nos impiden remontar el vuelo del éxito para México.
CARTÓN POLÍTICO
Destapa la hipocresía
MUNDO
La personalidad de Donald Trump

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Donald Trump, con Tony Schwartz, escribieron el libro “El arte de la negociación”. De la edición del 26 de octubre de 2019 de Epublibre provienen estas frases entresacadas del texto para ilustrar con quién está lidiando el mundo.
“No lo hago por dinero. Tengo mucho dinero; más del que necesitará jamás. Lo hago ‘por amor al arte’. La negociación yo la entiendo como un arte. Que otros pinten magníficas telas o escriban poesías maravillosas. A mí me gusta hacer negocios, preferiblemente grandes negocios. Esa es mi vocación”.
Trump, el empresario, se ganó su reputación en Estados Unidos de Norteamérica por sus millonarios negocios inmobiliarios. “En contra de lo que muchos creen, no me gusta salir en periódicos; no soy partidario de hablar de mi vida privada. Sin embargo, tener una cobertura en los medios de información puede ser muy útil en los negocios”.
“Cuando concedo entrevistas procuro ser muy breve. Me protejo a mí mismo procurando permanecer flexible. Nunca me ato a un solo planteamiento; en mis malabarismos mantengo muchas bolas en el aire al mismo tiempo, porque muchos negocios fracasan, por muy prometedores que hayan parecido al principio.
“Lo peor que puede pasarle a uno en un negocio es tener una necesidad desesperada de hacerlo. Lo mejor es negociar desde una posición de fuerza, porque la posición más fuerte es la que encierra una ventaja. En los negocios, la ventaja se define como ‘tener algo que el otro quiere’, o que necesita; o, mejor aún, que no puede pasar sin lo que uno tiene. Muchas veces la ventaja demanda imaginación y labia vendedora; dicho de otra manera: hemos de convencer a nuestro oponente de que su propio interés está en cerrar el trato.
“La clave última de mi estilo promocional es la osadía. Juego con las fantasías de la gente. Muchos, aunque no sepan pensar a lo grande, sí que pueden emocionarse con las grandes ideas de otros. Por eso nunca está de más un poco de hipérbole. A la gente le gusta creer que tal o cual cosa es la más grande, la más atrevida o la más espectacular. Exagerar no es mentir; es decir, la exageración en su variedad inocente, que es, además, una forma de promoción muy eficaz.
“Aunque siempre conviene destacar lo positivo, en ocasiones la única opción es el enfrentamiento. Mi carácter es muy llevadero, me porto bien con los que se portan bien conmigo. Pero si alguien me trata mal o injustamente o pretende aprovecharse de mí, entonces peleo con la máxima dureza; no recomiendo ese género de reacción a todo el mundo, pero –según mi experiencia- cuando uno lucha por lo que cree, las cosas siempre terminan por arreglarse para bien (aunque en el camino se pierdan algunos que consideraba amigos)”.
“No se puede engañar a todo el mundo, todo el tiempo. Se puede crear expectación, montar una promoción estupenda y conseguir que los medios publiquen sus declaraciones (que usted no habrá de sazonar con una buena dosis de hipérbole; pero, al final, debe servir la ‘mercancía’ o la gente se sentirá engañada)”.
“Jimmy Carter poseía el atrevimiento, la osadía y los tamaños para osar lo extraordinario. Esa cualidad, por encima de todas las demás, le ayudó a llegar hasta la presidencia; pero luego, como es natural, el pueblo no tardó en darse cuenta de que Carter no estaba capacitado para la primera magistratura del país y por eso fue derrotado por amplia mayoría y perdió la reelección”.
“Ronald Reagan era un actor tan hábil y tan eficaz que supo conquistar por completo al pueblo estadounidense. Luego de terminar su presidencia, la gente se preguntó qué había detrás de su sempiterna sonrisa. La vida es muy frágil y eso no puede remediarlo ni el éxito; si acaso la hace más frágil, todavía”.
“Todo puede cambiar sin previo aviso y por eso procuro no tomarme demasiado en serio nada de lo ocurrido a la fecha. El dinero nunca ha representado un móvil muy importante para mí…a no ser como estímulo. La verdadera emoción consiste en jugar la partida. No pierdo el tiempo en meditar si debería haber obrado de tal o cual forma o sobre lo que pasará después. Por eso respondo que me divierto mucho con lo que hago”.
“En el vecindario fui una especie de caudillo…como sigue ocurriendo actualmente. Concitaba adhesiones incondicionales o antipatías similares. Era muy apreciado en nuestra pandilla, de la que tendía a ser el jefe; en la adolescencia fui muy bullicioso; por algún motivo me gustaba crear agitación y poner a prueba a los demás. Arrojaba bolsas llenas de agua al patio y bombas fétidas en el salón; armaba grandes follones en las fiestas del colegio. No por malicia, sino por mi agresividad, la que aprendí a canalizar cuando mi padre me inscribió en la Escuela Militar de Nueva York”.
“A veces, para hacerse de un negocio, no hay más remedio que denigrar a los rivales”.
Saque usted sus conclusiones sobre la personalidad y manera de actuar del actual presidente de los Estados Unidos de Norteamérica y cambie negocios por política, para que cuadre la radiografía.
MUNDO
Carteles terroristas

Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //
A la señora presidente Claudia Sheinbaum no le agrada que el gobierno de Estados Unidos determine que los carteles criminales sean catalogados como terroristas. Al parecer a la opinión pública tampoco, pues según encuesta publicada en El Financiero el 6 de febrero, el 68% de los mexicanos ven mal y muy mal que el gobierno norteamericano los clasifique como tales.
Ambas cosas le han importado un rábano al presidente Donald Trump, que los considera una amenaza a la seguridad nacional de su país y los ha declarado formalmente como terroristas. Igual paso dio el gobierno canadiense que incluso creó la figura del Zar anti-fentanilo.
El rechazo del gobierno mexicano a tal manifestación no puede ni debe desvincularse de la grave acusación lanzada desde la Casa Blanca dentro del texto que anunció la imposición de aranceles en la que, textualmente, acusó al gobierno de México de tener alianzas con organizaciones criminales. Tal afirmación fue y ha sido soslayada por la presidente Sheinbaum que respondió, diciendo que la alianza existía con los vendedores de armas en EU a los grupos criminales, y que en el combate a los carteles debieran empezar por su propio territorio.
Esto último en correspondencia a los actos de la fiscal general, Pam Bondi, que ha emitido un memorándum titulado “Total Elimination of Cartels and Transnational Criminal Organizations” que busca eliminar las trabas burocráticas para facilitar la investigación y persecución de organizaciones criminales utilizando la legislación más potente con que cuente el sistema judicial. Es decir, no quitan ni quitarán el dedo del renglón y van en serio contra ellos y sus aliados tanto gubernamentales como empresariales.
Este memorándum se inscribe en la estrategia que ha delineado Donald Trump desde su campaña y que ha venido cumpliendo con sus órdenes ejecutivas. Dicha estrategia engloba acciones tales como: reforzar la patrulla fronteriza y restaurar políticas migratorias estrictas; bloqueo de rutas marítimas de transporte e intercepción de embarcaciones sospechosas en aguas internacionales; despliegue de fuerzas especiales en operaciones directas; bloqueo del acceso al sistema bancario internacional; exigir colaboración de países vecinos para combatir la corrupción y sancionar a funcionarios que colaboren con carteles, entre otras más que incluyen modificar su legislación para incluso imponer la pena capital a los capos y colaboradores.
El gobierno mexicano debe entender que esto dejó de ser un discurso de campaña y que se trata de una política de especial interés para el gobierno norteamericano y dejar de lado medidas cosméticas para hacer como que se coopera y como que se cumplen los compromisos.
Claudia Sheinbaum había sido cauta y prudente en sus declaraciones, sin apartarse del discurso de colaboración no subordinación, más defensa de la soberanía e integridad del territorio nacional. Consiguió una prórroga de un mes para evitar la fijación de aranceles, pero a cambio ha recibido algunas advertencias que no debiera desestimar. La presencia de embarcaciones militares frente a las costas mexicanas y el sobrevuelo de aviones espías confirman que, de no ser satisfactoria la respuesta a las demandas norteñas, ellos están en posibilidades y disposición para intervenir directamente.
Algo tendrá que hacer además de incrementar la detención de peces menores de la estructura criminal, el decomiso de armas y fentanilo y el envío de tropas a la frontera. La operación Enjambre en el Estado de México y Chiapas, se antojan insuficientes para responder a tan serio cuestionamiento contenido en el anuncio arancelario. Especialmente, cuando todo un estado, Sinaloa, tiene cinco meses siendo rehén de grupos criminales, cuando en Chiapas sigue el dominio territorial de otros más y en Tabasco se hace evidente que no hay control; ni cesan tampoco las denuncias en Michoacán, Jalisco y otros estados por la extorsión a productores y comerciantes.
Existen además señalamientos puntuales sobre gobernadores en funciones y gobernantes anteriores acerca de sus acercamientos con organizaciones criminales. Los ojos de la inteligencia norteamericana tienen tiempo atentos al desenvolvimiento político de nuestro país. La extensa frontera compartida hace que la estabilidad en la misma se vuelva una prioridad para la seguridad nacional estadounidense.
Por el rumbo que está tomando el dialogo entre las dos naciones, es previsible que la revisión del Tratado de Libre Comercio, cuya fecha ya han solicitado que se adelante, tenga más ingrediente político y de seguridad que de requerimientos comerciales, que siempre serán, como se vislumbra, solo instrumentos para negociar otras condiciones.
A juicio de nuestros vecinos pesan más los muertos por fentanilo, la desestabilización que significa la presencia y el avance de las organizaciones criminales y el debilitamiento del estado de derecho que el déficit comercial. Sin olvidar que quieren cerrar el continente a la presencia china. Como se ve, son diferentes prioridades y la nuestra debiera ser sobrevivir económicamente y ganar la paz, no elecciones. El costo de las omisiones y diferencias estará por verse.
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