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JALISCO

Lo que esperamos del 2024

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Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

Esta es la última edición del año de Conciencia Pública, el Gran Semanario de Jalisco. Regresamos a la actividad el 8 de enero y van nuestros mejores deseos para que el próximo año sea alcancen los propósitos que nos permitan lograr generar mejores condiciones de vida tanto para nosotros, como nuestra familia, los seres queridos, todo en la construcción de una mejor sociedad, desde la conciencia de ser un mejor ciudadano, un mejor padre, un mejor esposo, un mejor hijo, hermano, hermana, amigo, amiga, etc.

El año 2023 que está a pocos días de pasar a mejor vida, ha sido un año intenso en el que luchamos para recuperar el rezago que nos generó la pandemia del Covid-19 que vino a paralizar al mundo por cerca de 18 meses y que por fortuna el pasado año 2022 ésta quedó superada después de los grandes estragos que generó en el mundo con casi 15 millones de fallecimientos, conforme lo dio a conocer la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en México poco más de 500 mil fallecimientos (estas ultimas son estimaciones de expertos).

Lo bueno es que en estas fiestas navideñas y de fin de año no tendremos el temor de contagiarnos, como sucedió en el 2021; es un encuentro más tranquilo con la familia, la oportunidad propicia para dar gracias por el hecho de que aquí estamos y seguimos luchando, dar gracias a Dios -los que somos crecientes- y a la vida los que tienen otras creencias.

Son días de reflexión, de introspección serena que nos permita estar con nuestra conciencia para hacer ajustes en nuestra vida, nuestros actos, estilo de vida y valoremos lo bueno que tenemos, empezando por nuestros seres queridos, nuestros amigos y amigas, lo cual dejamos de lado por estar en esa dinámica de correr por aquí y por allá, olvidando lo que verdaderamente vale.

Hay tiempos y momentos que nos subimos al ladrillo, sufrimos mareo de montaña al ganarnos la soberbia. Y esto es común que le pase a los que andan en la política, en el mundo de los negocios, pero también nos puede suceder o nos sucede a nosotros al sentirnos superior a los demás, cuando la grandeza de la persona está en la humildad, en la sencillez y no en las poses maximalistas que suelen asumir aquellos que tienen aparentemente una auto estima muy alta y que pareciera tienen hambre de reconocimiento cuando en cada frase y actitud quieren demostrar que son Juan Camaney, con su yo-yo-yo…

¿QUÉ ESPERAR DEL 2024?

El año que por iniciar estará enmarcado en lo local y nacional por la lucha por el poder con la renovación del gobierno federal, de nueve gubernaturas y del Congreso de la Unión con la elección de presidente de México, así como 500 diputados (300 por mayoría y 200 plurinominales o de partido), así como 128 senadores, 64 de ellos de mayoría, 32 por principio de primera minoría y 32 por el principio de representación proporcional, mediante una lista nacional.

Dominará en el escenario la lucha por la presidencia de a República y la decisión de los mexicanos quedará plasmada en las votaciones del domingo 2 de junio donde los ciudadanos decidirán si hay continuidad o cambio.

El panorama político en estos últimos meses se ve muy favorable a nivel nacional para Morena y aliados, cuya precandidata presidencial Claudia Sheinbaum registra una ventaja de acuerdo a la mayoría de los estudios de opinión pública superior a los 20 puntos sobre la candidata del Frente Amplio denominada la Coalición “Fuerza y Corazón por México” que postula a Xóchitl Gálvez, cuya candidatura no acaba de cuajar.

El proceso electoral se dará en un escenario de una fuerte polarización nacional con marcadas visiones de blanco y negro entre los obradoristas y los anti-obradoristas (las izquierdas contra las derechas), cada quien tiene su cosmovisión del mundo, con sus visiones maniqueas de corte dogmático de buenos y malos, de chairos y fifís en el que quisieran la aniquilación del contrario.

En medio de esas descalificaciones y ataques en el país se agudiza la violencia, las masacres con gobiernos complemente rebasados por la criminalidad sin que exista voluntad política de hacer un cambio sustantivo. Ese es el principal problema que enfrenta México, pero los políticos de todos los colores e ideologías, simplemente le sacan la vuelta al tema.

Las masacres y desapariciones es la noticia de todos los días. Para quienes han sido postuladas y postulados el tema lo abordan de ladito por lo que no se vislumbra que este escenario de violencia e impunidad vaya a cambiar a mediado plazo, por los gobiernos que tenemos de patear el bote y los que vienen se vislumbran muy similares.

Lo mismo sucede a nivel local que nacional mientras las familias de las víctimas andan buscando a sus desaparecidos, lo que además de doloroso es penoso y desesperanzador cuando la mayor parte de la población se acostumbró a estos sucesos como parte del escenario cotidiano.

Vamos a ver qué sorpresas nos depara el 2024; habrá que ver las propuestas que nos presentan los candidatos y las candidatas, el nuestro debe ser un voto reflexivo, hay que darle valor al mismo. El voto debe ser para calificar a un gobierno, si hay resultados que nos satisfacen, hay que seguir dándole la confianza, pero si no se está de acuerdo, porque no cumplieron lo que prometieron pues e oportunidad para ponerle tache.

Van, pues, vuestros mejores deseos en este nuevo año al que pronto llegaremos: “Lo mejor de la vida, la vida misma”, como decía un locutor muy querido de la tierra en que nacimos, Fausto Soto Silva.

¡Qué el 2024 sea mejor que el 2023!

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JALISCO

El horror de Teuchitlán alcanza a Alfaro

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De Frente al Poder, por Óscar Ábrego //

La primera semana de diciembre del año pasado escribí en este espacio una colaboración que titulé “Alfaro y el karma de la vida”.

En esa ocasión afirmé:

Enrique Alfaro deja con su adiós una larga estela de agravios.

“Durante su estancia en el poder siempre privilegió satisfacer su apetito egocéntrico.

“Se sabe muy bien que con el tiempo creció su agrado por la sumisión absoluta de sus colaboradores.

“El control férreo fue su sello particular.

“Incluso algunos de sus chiqueados más cercanos admitían en lo corto que sus furiosas reacciones no eran más que una proyección de su personalidad soberbia e intolerante.

“Se dice del karma que toda acción tiene una consecuencia y que todo lo que se envía al universo volverá a nosotros.

“Si atendemos esto, entonces quizás el ahora ex gobernador de Jalisco debe prepararse para carear las consecuencias de esta ley inevitable”.

No pasó mucho tiempo para que el horror de Teuchitlán lo alcanzara.

Lo que son las cosas, mientras disfrutaba de lo lindo en Europa, se le apareció el rostro macabro de lo que fue su sexenio en materia de desaparecidos.

Las consecuencias serán muchas.

Por lo pronto, me aseguran que Pablo Lemus ni siquiera tiene ganas de responderle las llamadas y que derivado de este y otros asuntos, emprenderá una serie de medidas para despojar a Jalisco y a su gobierno de todo aquello que huela a alfarismo.

Tomar el control de partido MC sería una de sus primeras acciones.

Por cierto, en el centro del drama heredado por Alfaro Ramírez, es pertinente colocar el nombre de quien fue la mente perversa de la pasada gestión: Hugo Luna.

Sabemos que al margen de haber sido el zalamero más cercano, toda decisión institucional pasaba por su aduana, de tal modo que en la mira del actual gobierno su persona se vuelve un objetivo prioritario.

El fuero es un tema que ya está en revisión.

Al respecto, no sé si la justicia se encargará de estos dos personajes; sin embargo tengo fe en que el veredicto de la historia los colocará en el lugar que se merecen, porque ambos –hay que decirlo con toda claridad- se comportaron como unos miserables con los colectivos de padres y madres buscadoras.

Les ignoraron, descalificaron y re-victimizaron.

Por eso creo que podrán escapar de la ley, pero del karma, jamás.

En X: @DeFrentealPoder

*Óscar Ábrego es empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor y analista

político.

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CARTÓN POLÍTICO

¿Dormirá tranquilo en Madrid?

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JALISCO

La justicia, un privilegio inalcanzable: Teuchitlán, la negación como crimen de Estado

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

Hay maneras múltiples de negar un crimen, formas infinitas de enterrar un cuerpo, procedimientos diversos para desaparecer personas, ideas, realidades. En México, especialmente en Jalisco, el gobierno parece haberlas aprendido todas. El más reciente y grotesco episodio de negación oficial se escenifica alrededor de un rancho en Teuchitlán, cuyo nombre, «Izaguirre», se volvió sinónimo del horror: fosas, huesos quemados, restos calcinados, zapatos sin dueño.

Pero, según la fiscalía general del Estado, allí nunca hubo hornos crematorios. Así lo dijeron, con palabras oficiales, tranquilas, demasiado tranquilas, con la frialdad de quien niega para no actuar.

Héctor Flores, vocero del colectivo Luz de Esperanza, habla con el tono cansado de quien ya conoce todas las versiones oficiales. «Quieren minimizar la crisis, callar lo que dicen las familias y los medios», señala. No habla desde la teoría; lo suyo es la práctica cotidiana de una búsqueda desesperada, un intento de hacer justicia con propias manos, mientras el Estado responde con burocracia y negaciones. Y no habla solo de Teuchitlán, sino de una realidad que atraviesa todo México: más de 15,000 desaparecidos solo en Jalisco y decenas de miles más en todo el país. Números que aumentan, cifras que no despiertan acción sino indiferencia.

«La confianza está en las familias, no en las instituciones», sentencia Flores. Las palabras golpean con fuerza porque reflejan una verdad ya inocultable: el Estado ha dejado hace tiempo de ser garante de seguridad para convertirse en cómplice por omisión, por negligencia, por indiferencia. Flores lo explica sencillo, pero la simplicidad de su denuncia encierra toda la complejidad del fracaso institucional: «La federación no puede lavarse las manos echándole la culpa a los estados. La delincuencia organizada es competencia federal y tienen que actuar».

Pero México es el país donde los gobiernos siempre encuentran razones para no actuar. La Fiscalía argumenta que necesita denuncias formales para iniciar carpetas de investigación. Las familias responden que denunciar es ponerse en peligro, es exponerse a la violencia del crimen organizado, protegido por autoridades corruptas. La paradoja es brutal: se exige que las víctimas, ya violentadas, vulnerables, amenazadas, sean quienes se arriesguen aún más para hacer el trabajo que el Estado rechaza.

La negativa oficial sobre los hornos de Teuchitlán no solo busca invisibilizar la tragedia, sino evitar las consecuencias internacionales que podría acarrear el reconocimiento de un crimen que claramente constituye una violación masiva de derechos humanos. Flores apunta hacia organismos internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos o la Corte Penal Internacional, advirtiendo que esta crisis, de ocurrir en cualquier país europeo, sería inmediatamente calificada como una emergencia global. Pero ocurre en México, donde los muertos pesan menos, donde los desaparecidos son culpables antes que víctimas.

La negación no es solo federal, es también local. Enrique Alfaro, gobernador saliente de Jalisco, dejó en herencia un récord macabro: pasó de 5,000 a más de 15,000 desaparecidos durante su mandato. Colectivos como «Por Amor a Ellxs» recuerdan cómo Alfaro prometió diálogo y puertas abiertas, pero solo entregó indiferencia y abandono. María del Refugio Torres resume así el gobierno de Alfaro: «ineficaz, lleno de omisiones y deficiencias».

Ahora la responsabilidad recae en Pablo Lemus, sucesor político que, al parecer, ante esta prueba está actuando a destiempo. En reuniones en noviembre del año pasado, previas a la toma de poder, Salvador Zamora, quien ahora es secretario general de Gobierno, asistió solo para sacarse la foto. No escuchó, no conversó, no actuó, en esta crisis, no ha aparecido.

La crisis institucional no se detiene en el Ejecutivo. Jonathan Ávila, del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (Cepad), denunciaba al finalizar la administración de Enrique Alfaro que no había ni siquiera un programa estatal de búsqueda en Jalisco y que el rezago en el Servicio Médico Forense alcanzaba niveles vergonzosos: más de 9,400 cuerpos sin identificar.

Mientras las autoridades siguen negando la realidad, las familias se organizan y protestan. Este sábado pasado, frente al Palacio de Gobierno de Jalisco, más de dos mil personas gritaron consignas claras y dolorosas: «El Estado sí sabía, Alfaro sí sabía». Lo sabían porque es imposible no saberlo, porque los campos del horror no nacen en secreto sino bajo el amparo de complicidades. Daniela Gómez, quien busca a su hermano desaparecido, resume el sentimiento común: «No es posible que haya más de 18,000 desaparecidos y solamente seis buscadores en el gobierno».

La vigilia del sábado fue otra demostración del dolor transformado en resistencia. Héctor Águila Carvajal, padre de otro desaparecido, pidió unidad: «Sigamos uniendo fuerzas, el dolor no cesa». Y no cesa porque la respuesta oficial sigue siendo mínima, burocrática, cínica.

Y lo de que Teuchitlán no se trata de un caso aislado. La lista de sitios donde se repite la tragedia es dolorosamente extensa: desde la macabra «Gallera» en Veracruz hasta los cuerpos disueltos en ácido por el infame «Pozolero» de Tijuana, pasando por la escalofriante cifra de restos en «La Bartolina», Tamaulipas. Un catálogo infernal de barbaries toleradas, acaso protegidas, por autoridades que prefieren mirar hacia otro lado.

Esta crisis no puede seguir siendo escondida bajo excusas burocráticas ni minimizada con comunicados oficiales. Los colectivos lo denuncian: Teuchitlán no es un caso aislado, sino un símbolo más de la impunidad institucionalizada. Héctor Flores alerta sobre al menos seis puntos más similares en Jalisco, que nadie quiere investigar porque nadie quiere reconocer lo evidente.

Desde Madrid hasta Nueva York, mexicanos en el exilio exigen lo básico: reconocer el término «sitios de exterminio», proteger efectivamente a las buscadoras, garantizar justicia y reparación. Es un grito desesperado, es una demanda urgente, y es, sobre todo, una advertencia: la negación no borrará los muertos, solo prolongará el sufrimiento.

Negar lo evidente es una forma más de violencia. México merece más que excusas. Las víctimas merecen más que palabras. Y la justicia, que debería ser obvia, hoy parece un privilegio inalcanzable.

En X @DEPACHECOS

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