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OPINIÓN

El aula invertida para el ciclo 2020-2021

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Educación, por Isabel Venegas //

Estamos a unos días de cerrar el ciclo 2019-2020, año escolar que nadie pudo imaginar y que lleva desde la segunda quincena de marzo las clases a distancia; el cierre de calificaciones agota a todos porque no queda claro cómo hacer evidentes los avances y logros dentro de un formato que parece ser tan laxo para comprender a aquellos que no tienen acceso a internet, computadora, asesoría por parte de sus tutores, como estricto para cumplir metas, estándares y reportes administrativos.

Igual que los alumnos, los profesores, seres humanos que también se encuentran ante una incertidumbre atroz (muchos de ellos pertenecientes al ámbito privado), no saben si serán re-contratados para el siguiente periodo, al tiempo que son conscientes de que no recibirán un pago durante el periodo de vacaciones.  Hay colegios que aperturan cursos de verano o talleres especiales, de forma que los profesores pueden tener el espacio para seguir recibiendo un ingreso, sin embargo hoy todo está cerrado y las posibilidades para este sector son casi nulas.

Con todo y con lo que se complica, es evidente que han hecho su mayor esfuerzo en esta contingencia; es natural que se hayan cometido errores, pero es justo también que se reconozca todo el aprendizaje que ha dejado una experiencia en la que los docentes aportaron una inversión extra en el esfuerzo por adentrarse de la noche a la mañana en el manejo de plataformas, en la construcción de videos, en el dominio de las estrategias para las videoconferencias, máxime si les tocaron escuelas en donde los salones tienen entre 50 o 60 alumnos o incluso más, no obstante lo que diga el Secretario Esteban Moctezuma, esa es la realidad de muchos planteles. 

Hoy los chicos que están terminando su educación básica no tendrán un acto académico; los egresados del nivel medio superior o del superior no van a hacer esa fiesta que tanto esperaban.  Solo queda la reflexión y la esperanza de que en otro momento, en algún espacio tal vez diferente, nos volvamos a reunir para retomar el festejo.

Es cierto que hay maestros que no trabajaron, que se esperaron hasta el final creyendo que tendrían oportunidad de calificar las tareas “como ellos ya saben hacerlo”, que prefirieron no entrarle al tema del internet, o que aunque lo intentaron tiraron la toalla por no entender; en el análisis se deben reconocer todas las realidades, asumir que se tiene un problema no se centra en la cantidad de situaciones sino en el abordaje para poderlo atender, similar al caso de los chicos que desde el primer y el segundo periodo que estuvieron en la escuela no entendían cuál era el valor de su aprendizaje reduciéndolo todo a pasar una materia, a juntar los puntos mínimos necesarios para no tener que presentar un extraordinario y no perder la matrícula, esos estudiantes que no por carecer de la tecnología suficiente decidieron no hacer nada, esperando que el mismo sistema fuera tan piadoso como para no reprobar a alguien en plena pandemia.

Dadas las lecciones de estos meses, y pensando en lo que podemos enfrentar para el ciclo que viene, es prioritario hablar sobre la construcción de una comunidad sólida; quienes transitan por el sistema educativo saben que al interior de las escuelas se forma una conjunción de cariños, soportes y acompañamiento que no puede ser sustituido por ninguna herramienta tecnológica. Esos lazos de fraternidad nos enseñan a asumir la personalidad única, tanto propia, como la de cada uno de los que nos rodean, nos debe formar en la tolerancia y el respeto real, es decir, el encuentro cercano y cotidiano armónico.

¿Cómo retomar la vida académica? ¿Cómo volver a abrir los centros educativos? Si sabemos que en educación no hay una correlación entre la cantidad de clases y la calidad educativa, es mejor ver menos días a los alumnos en grupos reducidos, en lugar de mantener la dinámica de hacinamiento cotidiano que no resulta propicia pedagógica, ni salubremente, incluso hasta la ecología podría verse beneficiada.

En las escuelas de educación básica, se puede citar a los estudiantes por ejemplo en grupos de 20 alumnos los lunes y martes, otros miércoles y jueves, y el viernes trabajar con aquellos que muestren rezago (suponiendo planteles que cumplen el ideal de no más de 40 chicos por aula). El resto de la semana los estudiantes pueden avanzar con trabajos guiados en línea y con ello tener modelos como el del “aula invertida”.

La metodología semi presencial propone acercar a los alumnos un reto, una situación problematizadora o un ejercicio y se le invita a que indague, consulte, busque respuestas y de acuerdo a su lógica y criterios, establezca una propuesta para resolver de manera que al volver al salón, en compañía de su profesor y de sus compañeros se evalúan las respuestas, contrastan los análisis, se completa, se corrige y de ello resultan las experiencias más enriquecedoras porque:

  • El estudiante hace una búsqueda por sí mismo y luego defiende sus argumentos (repasa y se apropia de su discurso)

  • Desarrolla habilidades que va puliendo con el paso del tiempo, sobre el manejo de la tecnología para consultar en fuentes sólidas (identificar cuáles no son buenos referentes y cuáles sí lo son), e identificar aquellos sitios de consulta cuya construcción está en función de la participación comuntaria como Wikipedia, por ejemplo.

  • Ejercita también estrategias de debate, discusión y análisis grupal.  Su zona de desarrollo próximo se fortalece y con ello construye también una personalidad de ciudadano participativo, y no de ser pasivo ante mecanismos reproductivos de conocimiento, que en gran medida son un factor determinante en la reprobación y deserción escolar.

Muchas escuelas privadas que tienen grupos reducidos saben que la problemática de la enseñanza es un fenómeno sistémico que no se elimina con tener 10 o 15 chicos en clase, todos con tablet en mano, acceso a internet y hermosas instalaciones. La falta de habilidades para enfrentar situaciones complejas del mundo que les toca vivir, problemáticas familiares o el poco deseo por descubrir cosas y enriquecerse a ellos mismos a través del conocimiento, son variables que se manifiestan en casi todos los sistemas educativos, pero que pueden ser abordados de mejor manera cuando se fortalecen vínculos más sanos entre los profesores y sus alumnos, lazos que son seriamente descuidados por la sobrepoblación tan común.

Para la escuela pública el reto implica una gran reingeniería puesto que los profesores a partir de secundaria tienen nombramientos de asignatura y suelen asistir por horas; eso significa una reconfiguración de horarios y reasignación de grupos que si bien representa un enorme reto, valdrá la pena considerar para aprovechar esta emergencia sanitaria y cambiar ahora sí, el modelo educativo. Nuestro país ha adoptado propuestas de otros lugares sin observar las características propias, y por eso ya llevamos muchos años simulando trabajar por ejemplo, el modelo “por competencias”, con grupos dispuestos en butacas formadas por filas preferentemente según los números de lista con los que están registrados.

El cambio paradigmático no es fácil pero perder la oportunidad que hoy la crisis nos otorga, será ponernos a merced del siguiente virus, de la siguiente catástrofe porque si algo hoy queda claro, es que la fragilidad del ser humano no desaparece por el avance tecnológico y que por el contrario, los valores de solidaridad, humanidad, generosidad y pensamiento crítico son la clave para salir adelante en situaciones como esta. La delincuencia, la violencia y la inseguridad solo pueden ser atacadas de manera preventiva por un buen sistema de educación, de lo contrario, solo son gastos públicos que cada vez pierden más su sentido.

Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar

E-mail: isa venegas@hotmail.com

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JALISCO

El choque de Lemus y la UdeG, un juego de equilibrios y reflexiones

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Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

El reciente enfrentamiento entre el gobernador Pablo Lemus Navarro y la Universidad de Guadalajara (UdeG) por la propuesta de corresponsabilidad en materia de seguridad es un capítulo más en la larga saga de tensiones entre el poder político y la máxima casa de estudios de Jalisco.

La propuesta de Lemus, que sugería destinar 200 millones de pesos del presupuesto universitario para mejorar la infraestructura de seguridad en los entornos de los planteles de la UdeG, desató una reacción contundente: un desplegado del Consejo de Rectorías que, con firmeza, recordó que la seguridad pública es una obligación constitucional del Estado, no de la universidad. Sin embargo, el desenlace —una mesa de diálogo que parece haber superado las diferencias— deja un terreno fértil para reflexionar sobre los actores, sus estrategias y las lecciones que este episodio deja para Jalisco.

Un gobernador con prisa y una universidad vigilante

Pablo Lemus, emanado de Movimiento Ciudadano, ha mostrado desde su llegada al gobierno un estilo pragmático, pero también ambicioso, que busca diferenciarse de su antecesor, Enrique Alfaro, con quien la UdeG mantuvo una relación de enfrentamientos abiertos.

Lemus, consciente de la deuda histórica en materia de seguridad —con Jalisco liderando las cifras de desapariciones en el país (15,348 casos al 31 de octubre de 2024)— propuso una solución que, en teoría, buscaba sumar esfuerzos. Sin embargo, su planteamiento de involucrar el presupuesto universitario tocó una fibra sensible: la autonomía de la universidad pública, un bastión defendido con celo por sus liderazgos.

La respuesta de la UdeG, liderada por la rectora Karla Planter, no se hizo esperar. El desplegado no solo rechazó la propuesta como una injerencia indebida, sino que subrayó que la universidad ya invierte significativamente en seguridad interna (más de mil millones de pesos desde 2013 y 222 millones aprobados para 2025). Este intercambio evidenció una vez más la capacidad de los universitarios para movilizar su autoridad moral y política, recordándole al gobierno que la universidad no es un actor subordinado, sino un contrapeso con peso propio.

El diálogo: ¿Reconciliación o tregua estratégica?

La mesa de diálogo, que incluyó a la rectora Planter, la presidenta de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), Zoé García, y el propio Lemus, logró apaciguar las aguas. Se acordó trabajar en conjunto para fortalecer los protocolos de seguridad, retomar el programa Senderos Seguros y diseñar campañas preventivas contra las desapariciones.

Este desenlace, aunque positivo, no debe leerse como una victoria absoluta de uno u otro bando, sino como un ejercicio de pragmatismo político. Lemus, que se ha presentado como un gobernante abierto al diálogo, evitó escalar un conflicto que pudo haberle costado caro en términos de capital político.

Los Leones Negros, por su parte, reafirmaron su autonomía, pero aceptaron sentarse a la mesa, conscientes de que la seguridad de sus estudiantes es un tema que no pueden ignorar.

Poder, autonomía y la sombra de Alfaro

Este episodio deja varias lecciones. Primero, la propuesta de Lemus, aunque bienintencionada en su objetivo de proteger a los estudiantes, fue políticamente desacertada. Pretender involucrar el presupuesto universitario sin una negociación previa, subestima la historia de la UdeG como un actor político que ha enfrentado y sobrevivido a múltiples gobernadores.

Desde los tiempos de Raúl Padilla, la universidad ha sabido posicionarse como un contrapeso que no se doblega fácilmente. Lemus, aun en los primeros meses de su gestión, debe aprender que en Jalisco no se puede gobernar sin considerar a la máxima casa de estudios de Jalisco como un interlocutor clave.

Segundo, el desplegado de la UdeG no solo defendió su autonomía, sino que expuso una verdad incómoda: el Estado ha fallado en garantizar la seguridad pública, un problema que no puede transferirse a otras instituciones. La universidad, al destacar sus propias inversiones en seguridad, puso en evidencia las carencias del gobierno estatal, obligando a Lemus a recalibrar su discurso y pasar de la confrontación al diálogo.

Tercero, este choque refleja la sombra de Enrique Alfaro, cuyo enfrentamiento con la universidad por el recorte de 140 millones de pesos al Museo de Ciencias Ambientales marcó un precedente de tensión. Lemus, aunque ha prometido una relación respetuosa con la universidad, parece haber tropezado con un eco de ese conflicto. La pregunta es si este episodio será un aprendizaje para construir una relación más sólida o si, como en el pasado, las tensiones resurgen ante nuevas pugnas presupuestales o políticas.

¿Y ahora qué?

El diálogo alcanzado es un paso adelante, pero no garantiza una relación sin fricciones. La Universidad de Guadalajara, con su capacidad de movilización y su influencia en la opinión pública, seguirá siendo un actor vigilante. Lemus, por su parte, deberá demostrar que su discurso de “puertas abiertas” no es solo retórica.

La seguridad en Jalisco, especialmente en el contexto de las desapariciones, requiere una coordinación efectiva entre el gobierno estatal, el federal y la sociedad civil, incluyendo a la universidad. Sin embargo, esta coordinación debe respetar los roles institucionales y evitar cualquier percepción de intromisión en la autonomía universitaria.

En el ajedrez político de Jalisco, este episodio es una jugada que no termina en jaque mate, sino en un movimiento que reconfigura el tablero. Lemus ha mostrado voluntad de rectificar, pero la UdeG ha dejado claro que no cederá en su defensa de la autonomía. Mientras tanto, los estudiantes, el verdadero centro de esta discusión, esperan resultados concretos: entornos más seguros y una universidad que siga siendo un faro de conocimiento y resistencia. Jalisco, como siempre, observa expectante.

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Beisbol

Edwin Díaz se despide como un grande: Charros arrasa a los Dorados y enciende la pasión en el Panamericano

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Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

Los Charros de Jalisco han encontrado su ritmo en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) y lo demostraron con una contundente barrida ante los Dorados de Chihuahua en el Estadio Panamericano. Bajo la batuta de Benjamín Gil, “El Matador”, el equipo ha transformado su estilo de juego, convirtiéndose en una máquina de espectáculo que combina velocidad, estrategia y garra. Esta serie no solo marcó un punto de inflexión en la temporada, sino que también hizo vibrar a la afición jalisciense, que se rindió ante la entrega de sus caporales.

El fin de semana fue un despliegue de emociones. Charros, que venía de menos a más, consolidó su ascenso con una actuación histórica. Hace apenas unas semanas, el equipo rompió récords al robar 12 bases en un solo juego, superando la marca centenaria de 9 hurtos y demostrando que la velocidad es su nueva carta fuerte. Este ímpetu se trasladó al enfrentamiento contra Chihuahua, donde los albiazules no solo ganaron, sino que humillaron a sus rivales con un juego vibrante y una remontada épica que quedará grabada en la memoria de los aficionados.

El segundo juego de la serie, el sábado por la noche en Zapopan, fue el clímax de la hazaña. Con un marcador adverso de 0-6, los Charros se negaron a rendirse. La afición, al borde de sus asientos, fue testigo de una remontada electrizante que culminó en la novena entrada. Fue entonces cuando el puertorriqueño Edwin Díaz, en su despedida de la temporada con Jalisco tras ser convocado por los Astros de Houston, conectó un batazo decisivo para dejar en el terreno a los Dorados con un apretado 11-10. El hit no solo aseguró la serie, sino que selló una noche mágica para Díaz, quien se fue de 3-3, con dos remolcadas, dos anotadas y un par de bases por bolas, despidiéndose como héroe.

La barrida a Chihuahua no fue solo un triunfo deportivo, sino una declaración de intenciones. Bajo el liderazgo de Gil, los Charros están redefiniendo su identidad: un equipo que combina talento joven, como el de Díaz, con una estrategia agresiva que pone en jaque a cualquier rival. La afición, entregada, respondió con un rugido que retumbó en el Panamericano, recordándonos por qué el beisbol es el deporte rey en Jalisco. Este equipo, que apenas comienza a escribir su historia en la temporada, ya nos hace soñar con la gloria en la LMB.

Mientras Edwin Díaz se prepara para brillar en las Grandes Ligas, los Charros de Jalisco se consolidan como un contendiente serio. La barrida a Dorados es un aviso: este equipo no solo juega, sino que enamora, pelea y, sobre todo, gana. Que siga el espectáculo, porque en Zapopan la pelota está más viva que nunca.

CHARROS LLEGA A MEDIA TABLA

Los Charros están encendiendo la pasión en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), consolidándose como un equipo que, de menos a más, ha encontrado su ritmo bajo la dirección de Benjamín Gil, “El Matador”. Este lunes, los albiazules amanecen en el quinto lugar de la Zona Norte con un récord de 14 victorias y 13 derrotas, a solo 4.5 juegos del líder Sultanes de Monterrey (18-8). Con Acereros (15-11), Tecos (14-11) y Toros (15-12) por encima, los jaliscienses han superado a Algodoneros, posicionándose en la pelea por un codiciado boleto a los playoffs.

El ascenso de Charros no ha sido casual. Los ajustes estratégicos de Gil y la directiva, especialmente en el cuerpo de pitcheo, han dado frutos, transformando a un equipo que ahora combina garra ofensiva con una defensa más sólida. Sin embargo, el pitcheo sigue siendo el talón de Aquiles de los caporales. Tanto los lanzadores inicialistas como el relevo han mostrado altibajos, y la afición espera que las recientes modificaciones permitan al equipo mantener el impulso en esta etapa crucial de la temporada.

La próxima semana será una prueba de fuego en el Estadio Panamericano, cuando Charros reciba a los Sultanes de Monterrey, líderes indiscutibles de la Zona Norte. Este enfrentamiento pondrá a prueba la capacidad de los lanzadores jaliscienses para contener a una ofensiva poderosa que ha dominado la liga. La serie no solo es una oportunidad para medir el progreso de los Charros, sino también para enviar un mensaje claro: los albiazules están listos para competir con los gigantes de la LMB.

La afición, siempre fiel, espera que el Panamericano se convierta en un fortín donde los Charros demuestren que su ascenso no es pasajero. Con el liderazgo de Gil y el apoyo de Zapopan, el equipo tiene todo para dar la sorpresa y acercarse aún más a la postemporada. Que retumbe el estadio, porque los Charros están decididos a seguir escalando en el “deporte rey”.

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JALISCO

Revictimización en tiempo real: El asesinato de Valeria Márquez y la simulación de la justicia digital

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

Un disparo, dos palabras y una pantalla en negro. “¿Tú eres Valeria?”, preguntó el asesino. “Sí”, respondió ella. Luego vino el silencio digital, pero también el estruendo mediático. Así murió Valeria Márquez, influencer de 23 años, frente a miles de espectadores en TikTok. No fue una muerte íntima, ni siquiera clandestina. Fue una ejecución pública, transmitida en tiempo real desde su salón de belleza, con la fría lógica de un espectáculo contemporáneo: la violencia como contenido, el crimen como clip, el morbo como algoritmo.

Lo que siguió fue el guion ya conocido de la tragedia mexicana: un fiscal que promete “indagar”, sospechosas públicas sin pruebas, “amigas” que se convierten en tendencia y un video que se replica sin cesar, sin ética, sin ley. Las redes sociales convirtieron el asesinato en un trending topic. Mientras la Fiscalía de Jalisco, en voz de Salvador González, declaraba que “se están haciendo entrevistas”, la opinión pública ya tenía culpables, móviles y teorías. La justicia, como siempre, llegó tarde. Y sin dientes.

Este no es un caso aislado. Es el reflejo de una constante nacional: la combinación letal entre violencia de género, impunidad institucional y exposición digital. Valeria no solo fue asesinada. Fue revictimizada. Su muerte fue reproducida, analizada, editada y compartida como si se tratara de un episodio más en la serie criminal que es la realidad cotidiana de este país.

UNA LEY DE NOMBRE BONITO Y APLICACIÓN NULA

¿Dónde está la Ley Ingrid? Esa que, tras el brutal feminicidio de Ingrid Escamilla, prometía castigar con cárcel a quien difundiera imágenes o videos violentos de mujeres asesinadas. Esa que fue aplaudida en tribuna y aplaudida por funcionarios que hoy guardan silencio. Esa que, en los hechos, no existe en la mayoría de los estados. Jalisco, por ejemplo, no la ha implementado en su Código Penal. ¿Qué clase de Estado crea leyes simbólicas que no puede o no quiere aplicar?

En teoría, la Ley Ingrid sanciona la difusión de imágenes o videos violentos. Pero hay dos condiciones que la vuelven inútil en casos como el de Valeria: uno, que el material provenga de servidores públicos, y dos, que el estado en cuestión haya armonizado su legislación local. Nada de eso ocurrió aquí. El video se generó desde su propia cuenta de TikTok. Y Jalisco, aunque presentó una iniciativa en 2021, no ha aprobado nada.

La abogada feminista Leslie Jiménez lo resume con claridad en una entrevista al portal lacaderadeeva.com: “No hay un delito que se tenga que investigar porque no está en el Código Penal de Jalisco”. Así de simple. La justicia depende del código postal.

DE LA INDIGNACIÓN AL ESPECTÁCULO

No deja de ser cínico que mientras el crimen organizado ejecuta a mujeres jóvenes con la misma facilidad con que comparte “narcocorridos” en plataformas digitales, la sociedad mexicana —esa masa morbosamente conectada— consuma los asesinatos como parte de su dieta diaria de entretenimiento. Lo vimos con Ingrid Escamilla. Lo vivimos hoy con Valeria Márquez.

En redes sociales, el dolor se convierte en carne de cañón para influencers, páginas de “noticias” y tuiteros de ocasión. El asesinato es apenas el pretexto para subir seguidores, comentarios, monetización. No se busca justicia, sino visibilidad. No se exige un Estado funcional, sino una teoría que entretenga.

Y mientras tanto, las autoridades fingen que trabajan. Se limitan a pedir “respeto”, a prometer “líneas de investigación abiertas” y a deslindarse de la viralización del contenido. Pero ¿dónde están las órdenes para eliminar esos videos? ¿Dónde están las sanciones a medios que revictimizaron a Valeria? ¿Dónde está la famosa Comisión Calificadora de Publicaciones de la Secretaría de Gobernación?

Según información oficial, entre noviembre de 2023 y noviembre de 2024 no se ha iniciado ni una sola carpeta de investigación bajo la Ley Ingrid. Ni una. El mensaje es claro: el feminicidio sí se puede viralizar, no pasa nada. La ley existe solo en el boletín de prensa.

Por supuesto, las redes sociales tienen responsabilidad. TikTok, Facebook, X (antes Twitter), Instagram: todas han permitido la reproducción del video del asesinato de Valeria. Algoritmos que no detectan violencia explícita, sistemas de denuncia ineficaces y políticas ambiguas permiten que estos contenidos circulen impunemente.

Estas plataformas son empresas privadas con poder global, pero en México operan como si no tuvieran obligación alguna con los derechos humanos. No hay transparencia, no hay auditorías, no hay sanciones. Tampoco hay voluntad política para regularlas con eficacia. Ni el IFT ni la Segob ni el Congreso se atreven a tocarlas. La censura preocupa más que la impunidad.

El asesinato de Valeria Márquez nos recuerda que en México el cuerpo de las mujeres es territorio de conquista: física, simbólica, económica. Se les asesina y luego se les monetiza. La violencia no termina con el disparo: continúa en el clic, en la réplica, en el consumo.

Mientras los fiscales y legisladores siguen discutiendo competencias, las mujeres siguen cayendo. Y cuando una de ellas tiene cámara, seguidores y estética propia, el crimen adquiere rating. La línea entre la denuncia y el espectáculo se vuelve tan delgada como la ética de quienes lucran con el dolor ajeno.

En la historia de este país, pocas veces se ha hecho justicia a las víctimas de feminicidio. Y en el entorno digital, la impunidad se duplica. No basta con sancionar al asesino: hay que frenar el sistema que reproduce la violencia con cada reproducción, con cada compartido.

Lo que sigue, si todo permanece como hasta ahora, es la repetición. Otra mujer será asesinada. Otro video se hará viral. Otra ley será redactada, aprobada y engavetada. Y la opinión pública, adicta al horror, pedirá justicia con un tuit mientras comparte el video que alimenta al mismo monstruo que dice combatir.

Valeria Márquez no fue sólo víctima de un feminicidio. Fue víctima de una cultura que ha normalizado la muerte de mujeres como si fuera parte del espectáculo. Su caso es espejo y síntoma: de un Estado ineficaz, de una sociedad desensibilizada, de una justicia que no actúa y de una tecnología que reproduce violencia sin freno.

Y mientras no cambiemos ese ecosistema, no habrá ley —ni Ingrid ni ninguna— que nos salve. Porque las leyes sin voluntad, sin sistema judicial funcional y sin ética pública son sólo tinta muerta. Como tantas otras promesas rotas en este país donde morir mujer, y en vivo, sigue siendo una noticia que nadie quiere atender… salvo para verla repetida una y otra vez.

En X @DEPACHECOS

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