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MUNDO

El coronavirus chino se extiende por el mundo: Desata emergencia internacional de primer orden

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Por Francisco Herranz (Sputnik Mundo)

Eso de que la realidad copia a la ficción ya no es una falacia. Una novela de suspenso titulada ‘The Eyes of Darkness’ (Los Ojos de la Oscuridad), editada en 1981 y escrita por el estadounidense Dean R.Koontz, ya hablaba entonces de un virus llamado ‘Wuhan-400’ que transmitía una neumonía muy contagiosa y que se había originado en esa ciudad china.

Si echamos un vistazo a la obra en inglés, veremos que el autor «presagiaba» incluso que la epidemia ocurriría en 2020. Increíble.

Por desgracia, el alcance de la neumonía causada por el nuevo coronavirus y bautizada como COVID-19 no es el argumento de ningún libro. Es real. La infección surgió en territorio chino hace un mes y ya se ha extendido por algunos estados de Asia, Europa y América del Norte. En total son más de 30 los países afectados. El riesgo de una pandemia resulta evidente.

En China ya han muerto más de 2.660 personas y hay más de 77.650 contagiados (el 97% del total mundial), pero también es cierto que 24.700 pacientes han sido dados de alta allí. Otros casos se han producido en Corea del Sur, en el crucero Diamond Princess que estuvo amarrado y en cuarentena dos semanas en el puerto japonés de Yokohama y en Italia. El virus ha saltado de continente y amenaza a todo el planeta.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado la crisis de «emergencia internacional de primer orden», pero no la ha catalogado como pandemia, por el momento, pues eso implicaría la adopción de medidas de control sanitario muy severas entre países, que podrían incluir el cierre de fronteras y el freno de la actividad comercial, fomentando así una recesión mundial.

Los efectos económicos serán adversos indudablemente pero todavía no son cuantificables. El escenario ha cambiado rápidamente en pocos días. Se ha pasado de contemplar cómo los casos en China parecían contenerse e incluso descender y cómo en el resto del mundo los contagios eran escasísimos a ver ahora brotes descontrolados en Italia, Corea del Sur e Irán. La OMS teme que el COVID-19 pueda llegar a África, donde el sistema sanitario es más deficiente, no por la menor calidad de sus médicos sino por la falta de recursos materiales. El virus tampoco ha alcanzado (todavía) a Latinoamérica.

CHINA EN EL CENTRO DEL PROBLEMA

La situación es «sombría y compleja», admitió el presidente chino, Xi Jinping, en el transcurso de una videoconferencia celebrada el 23 de febrero en la que participaron 170.000 cargos, desde los 200 miembros del Comité Central hasta los funcionarios del Partido Comunista a nivel comarcal. Xi subrayó que la emergencia sanitaria es la más grave que sufre el país desde 1949, es decir, desde la fundación de la República Popular China.

China ha logrado un progreso excepcional en la construcción en un tiempo récord —¡10 días!— de dos hospitales de emergencia en Wuhan, en la provincia de Hubei, epicentro del brote de coronavirus reportado. Según las autoridades chinas, el hospital Huoshenshan, de 1.000 camas, y el hospital Leishenshan, de 1.600 camas, fueron levantados siguiendo el modelo del hospital Xiaotangshan, una instalación temporal construida en Pekín para tratar el brote de otro coronavirus, el SARS, en 2003. A partir del 2 de febrero, China ha establecido 13 hospitales de campaña, ha enviado a Wuhan a más de 8.000 médicos y personal sanitario desde otros puntos del país y se ha gastado más de 5.400 millones de yuanes (alrededor de 800 millones de dólares) en atajar la epidemia.

La construcción a toda velocidad de estos dos centros hospitalarios representa el signo más visible de la extrema urgencia que supone esta crisis para el Gobierno chino, capaz de una impresionante movilización nacional desde arriba hacia abajo. La actividad económica está allí casi paralizada tras la imposición de una serie de duras pero necesarias medidas de cuarentena adoptadas a partir del 23 de enero, al inicio de las fiestas del Año Nuevo Chino, lo que supuso aislar ciudades enteras en la provincia de Hubei, afectando a cientos de millones de personas.

Existen ciertos motivos para el optimismo, basados en algunos detalles médicos y científicos. Primero, no ha habido una mutación significativa del coronavirus, según los datos recogidos en 104 secuencias de genes. Esa información la avala la Misión Conjunta China/OMS. También se ha sabido que se ha creado el primer mapa en tres dimensiones a escala atómica del virus, parte clave para el desarrollo de una vacuna y de un tratamiento eficaz.

La empresa farmacéutica Moderna ya ha elaborado una vacuna experimental que a finales de abril empezará su fase de ensayo clínico entre personas sanas. Quedan pues semanas sino meses hasta que se encuentre una cura. En Italia, donde hay más de 280 contagiados y hasta siete fallecidos, los médicos ya están empleando terapias experimentales, un cóctel de retrovirales que incluye algunos fármacos prescritos para combatir el VIH.

Según la Revista China de Epidemiología, el índice de mortalidad del coronavirus sólo supera el 1% en personas mayores de 50 años. El COVID-19 es más mortífero cuanta más edad tiene el enfermo, quien normalmente sufre otras patologías anteriores. Una buena noticia es que la situación no se ha descontrolado en Wuhan, que el tiempo de recuperación oscila entre las dos semanas de los pacientes más leves a las entre tres y seis de los más graves.

MUCHOS MEDIOS

Otro elemento que subyace en este delicado asunto es la histeria colectiva. Este sentimiento incontrolado logró que se cancelara el Mobile World Congress de Barcelona, el más importante del mundo del sector de los teléfonos móviles, previsto del 24 al 27 de febrero. O que cundiera el pánico en la Lombardía italiana y la gente corriera a los supermercados tras conocerse que allí se habían producido varias infecciones y era preciso aislar a 50.000 personas.

Los medios de comunicación tienen la enorme responsabilidad de no alarmar a la población e informar con serenidad y objetividad sin buscar la complacencia ni el sensacionalismo fácil y barato. Por ejemplo, una buena idea sería comparar el porcentaje de muertes que provoca este maldito coronavirus con el de la gripe común. Esas cifras ofrecerían una visión más realista de los hechos.

(*) Cortesía de Sputnik Mundo

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK

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MUNDO

México en el mundo

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Por Miguel Anaya //

El mundo se ha agitado más de lo normal en los últimos días. Después de que el aún presidente estadounidense Joe Biden diera luz verde a Ucrania para utilizar misiles de origen británico en Rusia, el presidente ucraniano no dudo en comenzar a utilizar armamento de los países miembros de la OTAN para contrarrestar la invasión de Rusia en su territorio.

Evidentemente hubo una reacción rusa, quien a través de su presidente Vladimir Putin declaró que no buscaban escalar la guerra pero que, de seguir recibiendo ataques con armamento occidental, consideraría entrar en conflicto con los países proveedores de dicho material, entiéndase la OTAN.

La situación no es menor, pues supone el riesgo de una guerra de proporciones inmensas ya que se verían involucrados países como el mismo Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Rusia, entre otros; además, habría que esperar las reacciones de los países islámicos que arrecian su presión contra Israel y por supuesto se tendría que ver el papel de China. Un conflicto que afectaría a la paz y economía mundial.

México tiene que jugar un papel internacional mientras internamente enfrenta la escalada de violencia que se vive después de la detención de uno de los mayores líderes de la delincuencia organizada por parte del gobierno estadounidense, esto desató muchas suspicacias, temores y la fragmentación de grupos delincuenciales provocando una ola violenta alrededor de todo el país.

Si este tema no bastara, las recientes reformas aprobadas por el Congreso de la Unión han llevado a encender las alarmas económicas en el país pues suponen la falta de certeza para inversionistas locales y extranjeros, las reacciones no se han hecho esperar y tanto representantes de los gobiernos canadienses y estadounidenses han comenzado a ejercer presión amenazando con disolver los tratados económicos con nuestro país.

Ante un escenario tan complejo las acciones de la Cancillería mexicana deben ser más cuidadosas que de costumbre. Recordemos la política exterior de México durante la Segunda Guerra Mundial.

Para contextualizar la guerra, habrá que recordar que el mundo venía de la gran depresión de 1929 y que México había terminado recientemente su revolución y pasaba por un periodo de asentamiento. Un año antes de estallar la guerra, se llevó a cabo la expropiación petrolera ordenada por Lázaro Cárdenas, buscando la soberanía energética y seguramente llevada por presiones internacionales pues precisamente se dio en el preámbulo del estallido de la guerra en 1939.

Las condiciones creadas por la guerra fueron llevando a México a una profunda vinculación económica y a una cooperación abierta y formal con su vecino del norte, misma que nos resultó ventajosa pues debido a las necesidades por parte de los gringos, se favoreció la migración y la importación de productos mexicanos.

Al resultar vencedor de la guerra y declararse líder mundial, Estados Unidos se convirtió en un monstruo económico del cual México obtuvo algunas ventajas, aunque faltó aprovechar al máximo esta situación, por condiciones territoriales, de seguridad, económicas y culturales ambos países se convirtieron en socios dentro de una relación de amor odio que ha dejado números positivos para ambos.

Actualmente, las declaraciones estridentes por parte de representantes de los gobiernos norteamericanos llevan a replantear la política exterior del país y las reformas constitucionales ya que, ante un momento tan delicado en el mundo, México no puede tomar decisiones de manera aislada, pues por territorio, economía y población somos un país estratégico que jugara un papel en la guerra ideológica y económica que vive el mundo.

El Canciller De La Fuente y la presidenta Sheinbaum deberán mostrar la capacidad de mantener una buena relación con los países de occidente pues es donde compartimos la mayor parte de nuestros valores, mirar hacia otro lado sería un error geográfico, político y monetario.

La guerra nunca es un escenario deseable, pero a pesar de ella se deben encontrar condiciones para que el país crezca y mejore, los conflictos también son una oportunidad y nuestros gobernantes tienen la encomienda de tomar decisiones para llevarnos a buen puerto. Sin olvidar nuestras raíces y vinculaciones históricas, nuestros representantes deberán ser pragmáticos para lograr lo mejor para un país que vive constantes colisiones.

 

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MUNDO

La trampa de la desinformación: El canto de las sirenas digitales

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En La Odisea de Homero, Ulises nos deja una lección que, siglos después, sigue siendo asombrosamente actual. Durante su travesía de regreso a Ítaca, Ulises y su tripulación enfrentan el peligro de las sirenas, criaturas que con sus voces irresistibles atraen a los navegantes hacia un destino fatal.

La solución de Ulises no fue intentar silenciar el canto de las sirenas, sino prepararse para resistirlo. Se hizo atar al mástil de su barco, mientras su tripulación, con los oídos bloqueados por cera, continuaba remando. Ulises pudo escuchar el canto sin sucumbir a su seducción, y así evitó el naufragio.

Hoy, en nuestra era digital, las sirenas han adoptado nuevas formas. Sus cantos no provienen de islas remotas, sino de las pantallas de nuestros dispositivos, en forma de fake news y desinformación. La promesa sigue siendo la misma: verdades ocultas, revelaciones sorprendentes, un conocimiento especial al que pocos tienen acceso. Y al igual que en la mitología, la seducción de este canto puede ser devastadora, no solo para quienes lo escuchan, sino para sociedades enteras que se enfrentan a un naufragio colectivo en el mar de la mentira.

El atractivo de las noticias falsas no es casual. La desinformación es diseñada cuidadosamente para captar nuestra atención, provocar una reacción emocional y, sobre todo, para ser compartida. Las redes sociales han amplificado este fenómeno, convirtiéndolo en una epidemia global. Un titular alarmante, una imagen manipulada o una narrativa conspirativa tienen el poder de viajar más rápido que la verdad.

Esto no es solo una observación anecdótica; un estudio publicado en Science demostró que las noticias falsas se comparten con mayor rapidez y alcance que las verdaderas. Esto ocurre porque las mentiras suelen ser más novedosas, impactantes y emocionales, mientras que la verdad, con su carácter sobrio y a menudo complejo, carece del mismo atractivo inmediato.

El problema de la desinformación no es nuevo, pero en el mundo hiperconectado en el que vivimos, sus efectos son más visibles y peligrosos. Hemos visto cómo las fake news han influido en procesos electorales, como las elecciones presidenciales en Estados Unidos en 2016 y 2020, donde las teorías conspirativas y las mentiras deliberadas no solo polarizaron a la sociedad, sino que incluso llevaron al asalto al Capitolio. Las sirenas digitales cantaron con fuerza, y muchos sucumbieron al encanto de un relato que ofrecía certezas simples en medio de un panorama complejo.

El impacto de la desinformación también se hizo evidente durante la pandemia de COVID-19. Desde teorías absurdas que vinculaban las vacunas con microchips, hasta remedios caseros sin fundamento que prometían curas milagrosas, la desinformación costó vidas. Lo más alarmante es que muchas de estas narrativas no surgieron de la ignorancia, sino de estrategias deliberadas para desviar la atención, sembrar desconfianza en las instituciones y dividir a las comunidades. La pandemia nos mostró que la desinformación no es solo un problema de percepción o debate; tiene consecuencias tangibles, letales incluso.

En este contexto, las redes sociales han jugado un papel crucial. Plataformas como Facebook, Twitter (ahora X) y TikTok se han convertido en los nuevos escenarios donde las sirenas digitales despliegan su canto. Su modelo de negocio, basado en maximizar la atención del usuario a través de algoritmos, ha demostrado ser terreno fértil para la propagación de desinformación. Cuanto más polémico o impactante sea el contenido, mayor será su alcance, y con ello, mayor será el beneficio económico para las plataformas. Así, la verdad queda relegada mientras el ecosistema digital premia la mentira.

No obstante, culpar únicamente a las plataformas sería simplista. La desinformación encuentra eco porque apela a nuestras emociones más básicas: el miedo, la ira, la indignación. Somos, en muchos sentidos, cómplices involuntarios. Compartimos noticias sin verificarlas, reaccionamos impulsivamente ante titulares llamativos y, al hacerlo, nos convertimos en eslabones de la cadena que perpetúa las mentiras. En un mundo donde la información viaja a la velocidad de un clic, la responsabilidad individual se vuelve más crucial que nunca.

¿Qué podemos aprender de Ulises para enfrentar este problema? Su estrategia nos ofrece una metáfora poderosa. En primer lugar, reconoció el peligro. No subestimó a las sirenas ni confió en su capacidad para resistirlas sin preparación. Esto es algo que debemos adoptar como sociedad: aceptar que todos somos vulnerables a la desinformación y que combatirla requiere un esfuerzo deliberado.

La cera en los oídos de la tripulación podría interpretarse como el pensamiento crítico y la alfabetización mediática, herramientas esenciales para navegar el mar de la información. Sin embargo, estas herramientas deben ser accesibles para todos. La educación en medios y la capacidad de distinguir entre fuentes confiables y dudosas deberían ser prioridades en nuestras políticas educativas.

El mástil al que Ulises se ató representa un compromiso con la verdad. Como ciudadanos, necesitamos construir ese mástil a través del fortalecimiento de los medios independientes, el apoyo al periodismo ético y la promoción de un diálogo público basado en hechos. Sin embargo, este compromiso también debe extenderse a las plataformas digitales, que tienen la responsabilidad de regular el contenido que difunden y de priorizar la veracidad sobre la viralidad.

La lucha contra la desinformación no será fácil. Las sirenas digitales seguirán cantando, perfeccionando su melodía para seducirnos. Pero como en el mito de Ulises, el objetivo no es silenciarlas, sino aprender a resistirlas. Esto requiere un esfuerzo colectivo, un compromiso con la verdad y la disposición para enfrentar la complejidad de los problemas en lugar de sucumbir a soluciones simplistas.

El naufragio que enfrentamos no es inevitable. Si algo nos enseña la historia de Ulises es que, con previsión y determinación, podemos superar incluso los desafíos más seductores. Pero el tiempo apremia. Cada día que permitimos que las fake news se propaguen sin control, cada vez que compartimos un contenido sin verificarlo, nos alejamos más de la verdad y nos acercamos al caos.

Hoy, más que nunca, necesitamos líderes que, como Ulises, tengan la valentía de enfrentar el canto de las sirenas sin perder el rumbo. Necesitamos ciudadanos dispuestos a remar contra la corriente, conscientes de que la verdad no siempre es atractiva, pero es imprescindible. Y necesitamos un compromiso colectivo para construir un mástil lo suficientemente fuerte como para resistir las tormentas de la desinformación. Porque, al final, nuestra travesía depende de ello.

 

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MUNDO

Participación de México en la cumbre del G20: Claudia Sheinbaum, una presidenta de clase mundial

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Opinión, por Pedro Vargas Ávalos //

México acrecentó su presencia en nivel internacional el pasado lunes 18 de noviembre, cuando la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo (CSP), participó brillantemente en el Grupo de los 20 -G20- la junta multilateral más importante sobre economía en el mundo.

Ese foro intergubernamental especializado en coordinación económica y financiera mundial tiene repercusión en temas de variada naturaleza, entre otros tópicos además de lo económico. En efecto, sus acuerdos inciden en el ámbito ambiental, político, migratorio, social y de lucha contra diversas desigualdades que flagelan a la humanidad. Así pues, todas sus acciones tienen como objetivo contribuir al logro de soluciones para resolver o al menos atenuar los rompecabezas más agudos de la problemática intercontinental.

El G20 es el escenario donde se reúnen -anualmente- las economías que representan al 85% del Producto Interno Bruto (PIB) del mundo, el 80% de la inversión, el 75% del comercio mundial y el 66% de la población mundial. También asisten instituciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Internacional del Trabajo”, entre otras. (Lidia Arista, Expansión Política, 18-XI-2024).

En su periodo presidencial, Andrés Manuel López Obrador salió muy poco y el excanciller Marcelo Ebrard, lo representó en diversos eventos internacionales y sobre todo en las ediciones de la Cumbre del G20; y el papel de Ebrard fue más que bueno, pero no era el mandatario nacional, lo cual marca gran diferencia. Ahora que se convocó al G20 para dialogar los días 18 y 19 de este mes de noviembre en Río de Janeiro, Brasil, nuestra flamante primera magistrada acudió y su participación fue excelente.

Desde su salida de la capital azteca, la abanderada de México dio muestras de que lo que pregona lo practica; de esa manera, dejando atrás el fausto y derroche de los exgobernantes nacionales anteriores al 2018, cuyos viajes costaban al país verdaderas fortunas, ella, ceñida a la austeridad republicana que sostiene, abordó aeronave comercial y con escala en Panamá, que solo costó catorce mil pesos, arribó a la bulliciosa sede del cónclave de los 20.

Al día siguiente, en primera plana, la prensa publicó que en la Cumbre del G20, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo destacó que México es un país de democracia y libertades, presentando palmariamente la reforma judicial que permitirá la elección popular de jueces, magistrados y ministros de la SCJN en 2025, lo que es un parteaguas en tal materia en todo el orbe. (24 Horas, La Razón, Reporte Índigo, El Financiero, etc.). Al respecto hemos de anotar que también enalteció las reformas sobre pueblos indígenas y afroamericanos, así como la igualdad integral entre mujeres y hombres.

Las primeras planas de diarios como Reforma, El Universal, El Economista, La Jornada, El Heraldo y La Crónica informaron sobre la participación de la presidenta, enfatizando la propuesta de emplear el uno por ciento del gasto militar global para abatir la pobreza y redoblar la reforestación; en este sentido, Milenio, Excélsior y Diario de México destacaron las coincidencias de cooperación entre Sheinbaum, el canadiense Trudeau y el estadounidense Joe Biden, en temas migratorios y de seguridad.

Nuestro vecino yanki, el presidente Biden, “expresó sus felicitaciones por su reciente elección y reafirmó el compromiso de Estados Unidos de construir una América del Norte próspera con empleos bien remunerados», según afirmó un comunicado de la Casa Blanca. En su diálogo con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ambos mandatarios coincidieron con el buen resultado del Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) para la región de América del Norte. Aunado a que conversaron sobre la buena relación que hay entre los pueblos de ambas naciones y sus gobiernos.

En reunión con el presidente de China, Xi Jinping, agradeció el apoyo de este país en la recuperación de Acapulco a través de la producción y entrega de enseres domésticos, tras las afectaciones que sufrió dicho municipio por fenómenos meteorológicos. Con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, acordaron cooperar en temas de agua, salud e infraestructura, así como impulsar desde ambas naciones la igualdad de género. Con el primer ministro de Vietnam, Pham Minh Chinh, la jefa del Ejecutivo Federal acordó estrechar la relación cultural con el pueblo vietnamita.

Como el tiempo es oro, Sheinbaum conversó y afirmó la relación de nuestra patria con los grandes países sudamericanos, distinguidos por tener los líderes progresistas de América Latina, Brasil, Colombia y Chile, consolidando la unión de estos países fraternos. Pero no dejó de hablar también con los miembros de MIKTA, la comunidad que México forma con Indonesia, República de Corea, Turquía y Australia.

La reportera de La Jornada, Alma Muñoz, hizo el mismo día 19 una excelente relatoría de la actuación de esta científica ahora Presidenta de la República: “Frente a los lideres de las principales economías del planeta, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo propuso establecer un fondo al que se destine «uno por ciento del gasto militar de nuestros países», equivalente a unos 24 mil millones de dólares al año, para replicar a nivel mundial el programa Sembrando Vida, esquema emblema de la Cuarta Transformación en México, y convertirlo en el plan de reforestación más grande de la historia a escala mundial. Con ello, mitigar el calentamiento global y restaurar el tejido social, «ayudando a las comunidades salir de la pobreza».

Ese fondo que representa 12 veces más de lo que México destina a ese programa sería para apoyar a 6 millones de sembradores de árboles que «reforestarían 15 millones de hectáreas, algo así como cuatro veces la superficie de Dinamarca, toda la de Guatemala, Belice y el Salvador juntos, o 30 por ciento de la de Suecia», planteó la presidenta al participar por primera vez en la cumbre del G-20. La propuesta es «dejar de sembrar guerras; sembremos paz y vida», sostuvo la mandataria mexicana, flanqueada durante su exposición por el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Atrás de ella estaba el secretario de Estado estadunidense, Antony Blinken.

Y a dos sillas de su lugar, apenas separada por Macron, el mandatario de Estados Unidos, Joe Biden, quien usó traductor para escuchar el mensaje de su par mexicana. En la misma sesión se encontraba el presidente de China, Xi Jinping, y una delegación de Rusia, tres países que, de acuerdo con el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, forman parte de las 10 naciones que más gastaron en armas en 2023”.

Singulares fueron las frases y reflexiones que con certeza manifestó la distinguida mexicana quien dignamente enarbola nuestro emblema nacional, ante un foro de inigualable importancia. Allí les dijo: “¿Qué está pasando en nuestro mundo que en tan solo dos años el gasto en armas creció casi el triple que la economía mundial? ¿Cómo es que la economía de la destrucción alcanzó un gasto de 224 billones de dólares? ¿Cómo es que 700 millones de personas en el mundo aún viven en pobreza extrema?

Como taladrante instrumento, prosiguió CSP: “Resulta absurdo, sinsentido, que haya más gasto en armas que atender la pobreza o el cambio climático. Reduciríamos migración, el hambre, si tan solo elevamos la palabra “amor” por encima del odio; la generosidad de la persona humilde y desposeída, por encima de la avaricia y el deseo de dominación. Me niego a pensar que somos capaces de crear la inteligencia artificial e incapaces de dar la mano al que se quedó atrás”.

Luego, les recordó a quienes representa y por quienes habla: “Vengo a nombre de un pueblo, generoso, solidario y sabio, a hacer un llamado a las grandes naciones a construir y no a destruir; a forjar la paz, la fraternidad y la igualdad. Llámenos “idealistas”, pero lo prefiero, a ser conformistas”. Y tras plantear los remedios concretos que ayudarían al desarrollo de los pueblos más necesitados, les subrayó a sus atentos oyentes que se decidieran a dejar de sembrar guerras, para en su lugar sustentar la paz, cosechar prosperidad y enaltecer la vida.

Y así, Claudia Sheinbaum Pardo, científica, ama de casa, política orgullosamente mexicana, demostró que es una presidenta con talla de figura mundial.

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