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MUNDO

Guerra Rusia-Ucrania: Como anillo al dedo para Biden

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

En la guerra de Ucrania hay más de un ganador. Los muertos invasores y los muertos de los invadidos son un precio que Putin está dispuesto a pagar. Pero Occidente no se queda muy atrás. Hace menos de tres semanas y aún sin la invasión rusa en contra de Ucrania, Estados Unidos ya enfrentaba una de sus crisis económicas más severas y la peor desde los setentas.

Las medidas económicas y políticas de la administración Biden habían afectado los bolsillos de millones de sus compatriotas quienes ya le estaban pasando la factura al gobierno en un año electoral.

En el 2022 EEUU renovará la totalidad de su Cámara Baja y una parte del Senado. En este contexto la popularidad del Presidente y de su partido se vuelven muy relevantes. La opinión pública ubicaba a Biden con menos de un 37% de personas con una buena impresión de su mandato y en el aspecto económico con menos del 28%. Es decir que una amplia mayoría de encuestados rechazaba sus medidas y de una forma u otra culpaban al recientemente electo Joe Biden como responsable de la crisis económica que ya estaba viviendo EEUU previo a la guerra Ruso-Ucraniana.

La guerra empeorará las condiciones económicas en ese país y en el mundo, pero ahora ya hay un culpable extranjero, una fuerza ajena a la que le podemos responsabilizar de todos los males. Por eso la guerra de Ucrania le cae a Biden como anillo al dedo, así como a George Bush le benefició el ataque a las torres gemelas.

Prepárese para escuchar en los medios internacionales que todos los problemas del mundo son porque Putin invadió Ucrania. Si su gobernante local sigue esta misma línea discursiva, no lo culpe, él o ella, sólo sigue lo que le dicen los guiones de Washington. Muchos se preguntan qué pasó con los muertos de Iraq, de Afganistán y de tantos más que incluso hoy en día siguen siendo asesinados en varias partes del mundo bajo otros pretextos.

¿MATÓ RUSIA AL COVID19?

La adicción mediática y seamos francos, el negocio de las empresas como Facebook y Twitter se venía desmoronando con forme la gente trataba de regresar a la normalidad y poco a poco las medidas restrictivas se iban levantando en todo el mundo ya sea por protestas ciudadanas o por que los gobernantes cambiaban de postura con respecto a la lucha contra el Covid19. Los grandes medios internacionales necesitaban una salida, un nuevo modelo para cambiar el tema y para mantener a las audiencias pegadas a sus noticieros y programas.

El covid19 estaba agotando su vuelo y gracias a Satán, a la ambición y al miedo, ahora tenemos un nuevo programa, un nuevo “reality show” en el que todos podemos participar con opiniones, sugerencias u odio y al menos por ahora solo nos afecta en la cartera. De verdad el “espectáculo” de los muertos y de los exiliados es terrible y pensar que esto ha sido tan común en la historia de la humanidad pero ahora lo podemos ver en tiempo real sin padecer. Muy triste y penoso de verdad. Mea culpa, casi con un interés morboso estamos atentos a los acontecimientos en Ucrania.

GASOLINA CARA

Para algunos poderosos y para muchos ricos, la solución a la carestía de un producto es usar otro. Esto es normal claro si algo está caro uno debe buscar alternativas, pero cuando la alternativa es aún más cara, el decir esto es francamente imbécil o demagógico. La semana pasada escuché con asombro declaraciones de la Secretaria de Energía y del Secretario de Transporte de Estados Unidos diciendo que para no sufrir el alza de la gasolina y no enojarse, ellos recomendaban a los estadounidenses cambiar sus autos de combustión interna por eléctricos. Esa es la reacción natural de alguien que no sabe que el mundo no tiene dinero ni baterías suficientes para hacer eso de la noche a la mañana.

Parece que algunos de los gigantes de las empresas y de los políticos neoliberales del mundo quieren que los menos favorecidos económicamente paguen las consecuencias de sus caprichos. El tema del petróleo es uno, pero que le parece saber que ahora el precio del maíz, del trigo y de los fertilizantes subirán también por causa de la guerra. Esto es, no solo por el costo del petróleo y el trasporte sino porque Ucrania y Rusia en conjunto, son los principales proveedores de esos tres insumos a nivel mundial.

DE ENEMIGOS A SALVADORES

La administración Biden desde su llegada declaró la guerra a los combustibles fósiles, pero al mismo tiempo aumentó sus compras de petróleo y de gas a países que son sus enemigos. Del 2020 al 2021 EEUU disminuyó su producción de petróleo en más de un millón y medio de barriles diarios. Pero al mismo tiempo y al arranque post covid19 aumentó el consumo de dichos energéticos. Lo anterior obligó a dicho país a comprar petróleo a Rusia y a otros actores en Oriente Medio. Como usted sabe hace unos días EEUU y varios países, excepto Alemania declararon que ya no usarán el combustible ruso por la guerra.

En esta decisión EEUU pidió a sus diplomáticos buscar un acercamiento con Maduro en Venezuela y con los líderes de Irán para que juntos le puedan vender a ellos y a los aliados de Occidente el petróleo que Rusia les vendía hasta hace unos días.

Todo suena muy bien, salvo que tanto Irán como Venezuela son enemigos de EEUU, en particular Irán fomenta ataques terroristas en donde puede bajo el canto de “muerte a Israel y muerte a EEUU” y sobre Venezuela podemos decir que Obama y Trump trataron de remover incluso por la vía del asesinato a Maduro.

Por su lado EEUU parece no querer aumentar su producción interna de petróleo o gas, ni siquiera para dejar de depender de sus enemigos, ni tampoco pide ayuda a sus dos vecinos. Hasta el sábado pasado ni México ni Canadá habían recibido la solicitud de Washington para aumentar la producción y exportación de petróleo.

¿Por qué Biden no fomenta el aumento de la producción nacional de su país? ¿Por qué EEUU no pide ayuda a México o a Canadá y prefiere ir a rogar a Venezuela y a Irán? Más aun, EEUU ha prácticamente prohibido a los bancos de su país apoyar a empresas nacionales o a otros países en inversiones relacionadas con petróleo o gas, incluso bloqueó hace unos meses el gasoducto que traería gas de Israel y Palestina vía el Mediterráneo y Chipre a Europa lo que aligeraría la dependencia europea con respecto a Rusia. Algo no cuadra.

IGLESIA ORTODOXA UCRANIANA PIDE ARMAS

En un mensaje dirigido a todos los ucranianos ortodoxos del mundo, el líder de su iglesia pide a sus fieles enviar no solo ayuda económica o comida sino también armas y municiones para el combate. El pasado jueves el líder de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana el Patriarca Filaret dio una rueda de prensa durante su gira por Washington después de una reunión con congresistas de ese país. El Patriarca que separó a la Iglesia Ortodoxa Ucraniana de la rusa hace algunos años pidió a los feligreses de su congregación en el mundo oraciones y armas para combatir la invasión. Por su lado el líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa, el Patriarca Kirill ha dicho que la guerra está justificada porque Ucrania y su iglesia estaban degenerados.

ESTAMOS EN GUERRA CON EEUU

Según algunos refugiados los soldados rusos dicen que en realidad ellos están peleando contra EEUU y no contra Ucrania. Esto infiere que para los soldados pro Putin que apoyan la guerra, la invasión es un hecho en el que Rusia debía defenderse de EEUU por la amenaza de la OTAN, por las armas que la alianza está proporcionando a Ucrania para su defensa y ahora por las sanciones. Como lo escribí hace meses, Ucrania es un peón en el ajedrez geopolítico y ahora como si fuese la edad media, su tierra es el escenario en donde las potencias se enfrentan y prueban su suerte.

Es muy triste y doloroso ver a los civiles víctimas de esta masacre, pero el dolor obviamente no es igual verlo por tele que padecerlo. Pero hay otras víctimas del conflicto que no están en Ucrania, me refiero a los individuos de sangre o lengua rusa, incluso a los que son ruso-ucranianos y que en varias partes del mundo están siendo víctimas de una persecución racial por el simple hecho de hablar ruso o de tener negocios con nombres rusos. Pequeños cafés o restaurantes que han sido víctimas de amenazas o de sabotajes a pesar de que ellos mismos denunciaron la invasión y de que en su momento huyeron de Rusia por no estar de acuerdo con Putin o con la URSS. Rusia y Ucrania son naciones hermanas y la invasión es en lo general un fratricidio.

A la defensa de Ucrania acuden ya más de 60 mil ciudadanos de otros países quienes se alistaron en la llamada “legión extranjera ucraniana” y se dirigen a ese país a combatir al ejército ruso. Por su lado Putin presume que hay más de 16 mil extranjeros que han pedido sumarse en apoyo del Ejercito ruso.

En cierto sentido ésta ya es una guerra multinacional cuando países de occidente aportan gente y armas para que se enfrenten rusos y ucranianos. Por su lado, China apoya financiera y diplomáticamente a Rusia mientras que EEUU y la OTAN lo aíslan. Hay muchos empresarios y países que están salivando de gusto al ver esta guerra y por ellos que la misma siga es la mejor opción.

El apoyo de EEUU es muy valorado por los ucranianos pero a pesar de ello, Luliia Mendel, ex directora de comunicación social del famoso presidente Zelensky subió un mensaje vía Twitter el pasado viernes en el que criticaba la postura de Washington, en especial la de la Vicepresidenta Kamala Harris de la que dijo… “sería una tragedia si Harris algún día llega a ser presidente”. Lo anterior debido a la desastrosa rueda de prensa entre la alta funcionaria de los EEUU y el Presidente de Polonia hace unos días en el marco de la gira que la mujer más poderosa del mundo daba por la zona de países vecinos a Ucrania y que son integrantes de la OTAN.

DE CIRUJANO A CARNICERO

Algo raro está pasando, se dice en medios occidentales que Putin está perdiendo la guerra porque hay miles de soldados rusos muertos y menos de 800 civiles ucranianos fallecidos, pero al mismo tiempo se dice que Ucrania esta siendo devastada por los ataques rusos. ¿Será que el especialista en operaciones militares Vladimir Putin quien se decía que atacaba con precisión quirúrgica dejó de tener su toque y ahora es un carnicero? Como lo dijimos hace ocho días, EEUU tardó quince días en llegar desde la frontera de Iraq hasta su capital y bombardeó Bagdad por 10 días hasta que finalmente derribó el régimen de Sadam. Pero para Rusia esto podría ser como Vietnam en donde EEUU invirtió miles de millones de dólares y perdió la guerra en contra de un grupo de nacionalistas defensores que contaban con armas proveídas por China y URSS comunistas.

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El Capitán América y la batalla ideológica

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

El cómic del Capitán América nació con un objetivo claro y acorde a un momento histórico muy concreto. El Nº1 de la serie apareció en los puestos de revistas estadounidenses en marzo de 1941, en su portada mostraba a un musculoso hombre enmascarado que portaba un traje lleno de barras y estrellas, mismo que propinaba un golpe en la mandíbula a Adolf Hitler. Este primer número vendió más de un millón de ejemplares.

Cuando se publicó el cómic, Estados Unidos aún no había entrado en la Segunda Guerra Mundial pero la situación era cada vez más tensa con las fuerzas del Eje y el gobierno ya estaba preparado para lo que podía suceder.

En diciembre de ese año, Pearl Harbor fue bombardeado por aviones japoneses y entonces EEUU se unió a los aliados. El Capitán América, que había conquistado el corazón de los jóvenes lectores, se sumó a la lucha difundiendo mensajes patrióticos o apareciendo en campañas propagandísticas.

El origen del Capitán América decía bastante de él: Steve Rogers era un joven que intentó alistarse en el ejército llevado por el compromiso que sentía hacia su país, pero que fue rechazado debido a su mala condición física. Sin embargo, su valentía y valores llamaron la atención de un grupo de científicos que lo eligieron para ser el primer “supersoldado” de la historia inyectándole un suero especial.

Si bien es cierto que lo que hace a Steve un héroe es el resultado de la inyección del suero (fuerza sobrehumana, súper reflejos, etc.), sus habilidades son una consecuencia de los valores que ya tenía. Es decir, que Steve era tan importante cómo el capitán. Los propagandistas gringos tenían claro lo que querían comunicar: cualquier estadounidense puede ser un héroe para su nación.

El panorama que enfrenta Estados Unidos en pleno 2024 es diametralmente distinto al que se tenía previo a la segunda guerra mundial. Los jóvenes ya no creen en lo que hace el gobierno, piensan que la guerra contra el Estado Islámico y Hamás es incorrecta y aquel sentimiento patriótico que llevó a Estados unidos a ser lo que es, se desvanece.

Los jóvenes estadounidenses, empujados por una serie de ideas que ven en redes sociales y por un pensamiento propio que critica a las instituciones, han salido a protestar en sus campus universitarios. Los manifestantes exigen a los centros educativos que rompan vínculos con cualquier proyecto que beneficie al Gobierno israelí o a las empresas que financian el conflicto entre Israel y Palestina.

La primera manifestación se dio en la Universidad de Columbia. Decenas de estudiantes instalaron una zona de tiendas de campaña en el campus y en días pasados, la policía intentó desalojar el campamento, cuando arrestó a más de 100 personas.

El fin de esta historia es de pronóstico reservado, pues parece increíble que hoy los jóvenes salgan a protestar contra un gobierno que de una u otra manera garantiza su expresión y su desarrollo personal para en cambio, defender ideas de aquellos que han buscado destruirlos. Algo de razón tendrán los jóvenes, pero, de seguir adelante con esto, ponen en riesgo a las instituciones que les brindan una serie de privilegios que pocos tienen en el mundo; pareciera que viven el síndrome de Estocolmo.

México, con diferencias de fondo, vive una situación similar. La admiración a la delincuencia organizada y a lo que representa, lleva a los jóvenes aspirar a ser como aquellos que generan inseguridad en el país, a compartir sus ideas, escuchar su música, replicar su vestimenta y a llevar a cabo acciones similares a las de que aquellos que tanto dañan a la sociedad.

Tal vez la guerra ideológica se perdió cuando faltaron líderes positivos a quien admirar, cuando se inició una guerra y el estado se mostró débil, cuando la pobreza y marginación llevaron a los jóvenes a buscar salir de esa situación a cualquier costo o cuando se propuso que a los delincuentes se le debían dar abrazos.

Estados Unidos y México comparten el problema de la falta de credibilidad de sus jóvenes hacia el gobierno. En ambos casos, parece que la batalla ideológica está perdida. ¿Qué hacer para recuperar la admiración y el respeto de los jóvenes por el país que los vio nacer?

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El radicalismo viene de la izquierda

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Opinión, por Fernando Núñez de la Garza Evia //

“La estabilidad lo es todo”, dice un antiguo proverbio chino. Pronto nos daremos cuenta de su sabiduría al quedar atrás la relativa estabilidad vivida en el país y el mundo durante los últimos treinta años. Además del regreso de las rivalidades geopolíticas, del desafío del calentamiento global y los riesgos de las nuevas tecnologías, tendremos que añadir el regreso del radicalismo político. En ciertos países proviniendo de la derecha, mientras que en otros de la izquierda.

Ha habido un debilitamiento de la democracia ante una creciente radicalización política. En Estados Unidos, una parte de la izquierda se ha vuelto más fundamentalista con la cultura del woke, aunque se ha mantenido en los márgenes partidistas. En la derecha, sin embargo, la radicalización se ha normalizado al llevar al extremo los principios del libre mercado, la negación del calentamiento global y la militarización de la política exterior.

Asimismo, en Europa ha sido la derecha política la que se ha tornado más extremista, llegando inclusive al poder en países tan relevantes como Italia. Pero, ¿por qué es la derecha la que ha llevado la delantera radical? Fundamentalmente, por la migración masiva y sus crecientes problemas culturales. Y un problema mayúsculo es que ese extremismo no solo es a nivel de las élites, sino también de las poblaciones.

La derecha en México no se ha radicalizado, al menos no aún. Porque no ha hecho suyas las políticas de mano dura contra la inseguridad, como la derecha salvadoreña. Porque no tiene una dura retórica anti-migrante, como la derecha europea. Y porque no niega el calentamiento global ni ha hecho suyo el dogma del libre mercado, como la derecha estadounidense. Además, la derecha mexicana es democrática, porque cree en los canales institucionales, la negociación partidista y las elecciones populares como mecanismos fundamentales para resolver los problemas políticos nacionales.

Sin embargo, su problema fundamental estriba en su falta de cuadros políticos, tanto así, que una persona sin militancia partidista será su candidata a la presidencia de la República, y lanzaron a una ex-Miss Universo para tratar de recuperar su otrora joya de la corona en el norte del país: Lupita Jones en Baja California.

La izquierda en México es la que se ha radicalizado. Tiene sentido: si en Occidente la derecha lo ha hecho a raíz de la migración masiva y sus choques culturales, en México ha sido la izquierda derivada de un contexto de pobreza y desigualdad, y de la desconfianza social que inevitablemente generan.

Las políticas del populismo de izquierda están ahí: militarización de la vida pública, exclusión del calentamiento global y los temas medioambientales, una profunda aversión a la ciencia y la tecnología, reparto de dinero sin condicionantes de por medio, adelgazamiento continuo de las capacidades del Estado, y un largo etcétera. Ni hablar de su manifiesto autoritarismo y sus políticas que podrían llevar al fin de la democracia-liberal en el país.

La izquierda y la derecha son dos lados de la misma moneda ideológica. Sin embargo, ha sido la izquierda política la que se ha radicalizado en México, tomada por el populismo lopezobradorista. La buena noticia es que la radicalización ha ocurrido más a nivel de las élites, sin haber permeado del todo entre la población. Por ahora.

  • Fernando Nuñez es analista político con estudios en derecho, administración pública y política pública, y ciencia política por la Universidad de Columbia en Nueva York

E-mail: fnge1@hotmail.com

En X: @FernandoNGE

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Abordando la desigualdad económica: El papel esencial del gobierno en las políticas de redistribución

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En la actualidad, la desigualdad económica es un tema candente que suscita debates y preocupaciones en todo el mundo. Esta disparidad en la distribución de la riqueza y los recursos económicos no solo es un fenómeno presente en economías en desarrollo, sino que también afecta a las naciones más industrializadas.

Mientras algunos defienden el valor de la meritocracia y la libre empresa, argumentando que el éxito económico debería ser el resultado del esfuerzo y el talento individual, otros señalan la creciente brecha entre ricos y pobres como una injusticia fundamental que requiere atención urgente.

La idea de que cada individuo debe tener la oportunidad de prosperar según su mérito es una piedra angular de muchas sociedades modernas, pero en la práctica, esta promesa de igualdad de oportunidades puede ser inalcanzable para muchos debido a barreras estructurales y desigualdades sistémicas.

En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿Cuál es el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica? Si bien algunos abogan por una intervención mínima del Estado en los asuntos económicos, argumentando que el mercado libre eventualmente corregirá cualquier desequilibrio, la realidad es que la desigualdad económica persiste y se profundiza en muchas sociedades.

Esto plantea la necesidad de una evaluación cuidadosa del papel que el gobierno puede y debe desempeñar en la promoción de la equidad económica y la justicia social. La cuestión no es solo una de moralidad, sino también de estabilidad social y cohesión comunitaria. Una sociedad profundamente dividida por la desigualdad económica corre el riesgo de enfrentar tensiones sociales y políticas que pueden socavar la estabilidad y el progreso a largo plazo

En este contexto, el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica es crucial, ya que a través de ella, y con debida perspectiva social, se pueden implementar políticas de redistribución que promuevan una distribución más equitativa contribuyendo así a una sociedad más justa y próspera.

Lo anterior cobra relevancia ya que en un sistema económico basado en la libre empresa, a menudo se promueve la idea de que el gobierno debe tener una mínima intervención en la economía, dejando que el mercado se autorregule.

Sin embargo, esta perspectiva puede pasar por alto el importante papel que el gobierno puede desempeñar en la reducción de la desigualdad económica a través de políticas de redistribución las cuales no necesariamente implican una intervención directa en la economía, sino más bien un enfoque en la redistribución equitativa de la riqueza y los recursos para garantizar un mayor equilibrio social y económico.

Por otro lado, en esta tesitura, el gobierno puede adoptar medidas para fortalecer la seguridad social, proporcionando una red de seguridad para los ciudadanos más vulnerables lo que puede incluir programas de asistencia social, como seguro de desempleo, subsidios alimentarios y programas de vivienda asequible, que ayudan a proteger a los individuos y familias de caer en la pobreza extrema debido a circunstancias adversas.

Asimismo, es fundamental invertir en infraestructuras sociales, como educación pública de calidad y acceso equitativo a oportunidades de desarrollo profesional. Al proporcionar a todos los ciudadanos las herramientas y habilidades necesarias para tener éxito en la economía moderna, se puede reducir significativamente la desigualdad económica y promover una mayor movilidad social.

No podemos perder de vista que, si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, el gobierno tiene un papel vital que desempeñar en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución equitativa de la riqueza y los recursos. Estas políticas no solo promueven la justicia social, sino que también pueden contribuir a un mayor crecimiento económico y estabilidad social a largo plazo.

A pesar de ello, la realidad es que un enfoque equilibrado es necesario. Mientras que el exceso de intervención del gobierno puede tener efectos negativos en la innovación y la eficiencia económica, la falta de intervención puede exacerbar la desigualdad y crear tensiones sociales insostenibles. Por lo tanto, es importante que el gobierno encuentre el equilibrio adecuado, implementando políticas de redistribución que sean efectivas y eficientes sin socavar el espíritu emprendedor y la vitalidad económica.

Es evidente que la desigualdad económica es un desafío significativo que enfrentan muchas sociedades modernas, tanto que este desafío constantemente nos genera la necesidad de plantear preguntas difíciles, pero cuyas respuestas son necesarias.

Si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, no puede garantizar por sí sola una distribución justa y equitativa de la riqueza y los recursos. En este sentido, el gobierno puede desempeñar un papel crucial en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución que promuevan un mayor equilibrio social y económico.

Al considerar estas políticas de redistribución, es importante tener en algunas de las ideas planteadas por Michael Sandel en su libro «La tiranía del mérito».

Sandel argumenta que la meritocracia, la idea de que el éxito se debe exclusivamente al mérito individual, ha contribuido a la creciente desigualdad económica al glorificar el éxito personal mientras denigra a aquellos que no tienen éxito. Esta narrativa del mérito puede llevar a la creencia de que aquellos que están en la parte inferior de la escala económica merecen su situación, lo que socava la solidaridad social y perpetúa la desigualdad.

Por lo tanto, las políticas de redistribución deben ir más allá de simplemente corregir las desigualdades económicas y también abordar las injusticias subyacentes en el sistema. Esto puede implicar cambiar la forma en que valoramos el éxito y reconocer que el mérito individual no es el único determinante del éxito económico. En su lugar, debemos adoptar un enfoque más colectivista que reconozca la contribución de todos los miembros de la sociedad y garantice que todos tengan acceso a oportunidades y recursos básicos para prosperar.

La lucha contra la desigualdad económica requiere un enfoque integral que combine políticas de redistribución efectivas con un cambio en nuestra concepción del mérito y el éxito. Al hacerlo, podemos trabajar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial independientemente de su origen socioeconómico.

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