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JALISCO

Hacen circo, maromas y teatro

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Tercera Instancia, por Modesto Barros González //

Mientras el acaudalado empresario del acero, Francisco Cornejo Reynoso, inició modestamente la comercialización de materiales para la construcción en 1979, en pocos años se convirtió en el consentido proveedor de aceros para obras del gobierno de Jalisco y hasta llegar a participar en la construcción y sociedad de las entonces denominadas en 2011 Villas Panamericanas, para albergar deportistas, técnicos y hasta árbitros de la contienda deportiva.

 En plena contienda deportiva se descubrió que las aguas negras que producían en los departamentos las “Villas Panamericanas”, no  las podía tratar la planta de tratamiento y entonces, irresponsablemente se vertieron a cielo abierto a predios colindantes, lo que quiso minimizar el entonces responsable del certamen Carlos Andrade Garín, al declarar supuestamente que “los deportistas se bañaban mucho”.

El funcionario estatal  y eterno protegido del entonces gobernador Emilio González Márquez, parece que poco pudo o quiso hacer para solucionar los problemas en las residencias oficiales para deportistas.

Pocos meses después, cuando se desocuparon, aparecieron las “garras” de los acaudalados y aparecieron los adeudos que se tenía, consistentes en varios millones de pesos a Pensiones del Estado, que por decisión gubernamental le sacaron alrededor de 400 millones pesos para los “gastos”, sin importarles que son recursos de los afiliados que trabajan en el gobierno del estado y sus municipios.

También reclamó recursos el Instituto de la Vivienda Estatal (IPROVIPE) y a quien se ha dicho que más se le debe, o entonces se le debía era al señor Cornejo.

Los años pasaron y entonces el mismo señor Cornejo, apareció reclamando un dineral que dice le deben y hasta que habían conseguido cambiar la razón social a “Villas Bosque”, para vender los departamentos y recuperar el dinero de todos, según ellos.

Parece que también les salió mal su “brillante estrategia” y desde hace unas semanas ha aparecido el Consorcio Inmobiliario Arenal del Bosque, S.A. de C.V. el cual demandó ante el Tribunal Administrativo al Gobierno Municipal de Zapopan, para conseguir la habitabilidad del complejo habitacional que por fuerza quieren comercializar.

Los “modestos” departamentos los pretenden vender de 2 millones 800 mil pesos hasta en 4 millones 700 mil pesos, o sea un verdadero enriquecimiento y hasta ofrecen la disposición de áreas verdes por casi 20 hectáreas en la zona protegida del Bosque de la Primavera, o sea el caso es vender a toda costa las fincas, sin importarles que no tienen permiso legal para permitir su habitabilidad.

La película del “misterio” de las Villas Panamericanas, todavía estará en suspenso y por lo pronto el electo Presidente Municipal de Zapopan, Juan José Frangie Sadee y su antecesor Jesús Pablo Lemus Navarro, se amarran los cinturones y no permiten la comercialización de las fincas que ocuparon los deportistas. 

¡PARECE QUE YA ESTÁ PREOCUPADO!

 

Tal parece que ahora si está, por lo menos preocupado por la inseguridad en el país, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, al aceptar que se debe hacer algo verdaderamente efectivo para controlar y disminuir los hechos delictivos que han ido en aumento.

AMLO se expresó en una de sus conferencias mañaneras la necesidad de enfrentar el tremendo clima de violencia y estima que debe despertar de su “sueño republicano” para cambiar su política de “abrazos, no balazos” que por desgracia no le dieron resultados.

Con todo y que se fue contra el procurador de justicia del Estado de Guanajuato, Carlos Zamarripa Aguirre, quien tiene más de nueve años en el cargo y según AMLO ya debería de haber sido cambiado, sin demostrar cuáles son las faltas, errores o corrupciones en que hubiere incurrido, pero parece que es el caso de «echarle el camión encima”.

Una vez más voltea la cara al grave problema del incremento en asesinatos y hechos delictivos y presuntamente busca culpar a otros, ya sean autoridades estatales o municipales, en lugar de tomar “al toro por los cuernos” y exigir mejores resultados a quienes son los responsables en el poder federal y que él los nombró.

Al Señor Presidente, “cuando no le llueve le llovizna” y en las redes sociales, que por cierto ya no las quiere y pondera, le han estado publicando que ha mentido en el tiempo de mandato.

 

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JALISCO

El horror de Teuchitlán alcanza a Alfaro

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De Frente al Poder, por Óscar Ábrego //

La primera semana de diciembre del año pasado escribí en este espacio una colaboración que titulé “Alfaro y el karma de la vida”.

En esa ocasión afirmé:

Enrique Alfaro deja con su adiós una larga estela de agravios.

“Durante su estancia en el poder siempre privilegió satisfacer su apetito egocéntrico.

“Se sabe muy bien que con el tiempo creció su agrado por la sumisión absoluta de sus colaboradores.

“El control férreo fue su sello particular.

“Incluso algunos de sus chiqueados más cercanos admitían en lo corto que sus furiosas reacciones no eran más que una proyección de su personalidad soberbia e intolerante.

“Se dice del karma que toda acción tiene una consecuencia y que todo lo que se envía al universo volverá a nosotros.

“Si atendemos esto, entonces quizás el ahora ex gobernador de Jalisco debe prepararse para carear las consecuencias de esta ley inevitable”.

No pasó mucho tiempo para que el horror de Teuchitlán lo alcanzara.

Lo que son las cosas, mientras disfrutaba de lo lindo en Europa, se le apareció el rostro macabro de lo que fue su sexenio en materia de desaparecidos.

Las consecuencias serán muchas.

Por lo pronto, me aseguran que Pablo Lemus ni siquiera tiene ganas de responderle las llamadas y que derivado de este y otros asuntos, emprenderá una serie de medidas para despojar a Jalisco y a su gobierno de todo aquello que huela a alfarismo.

Tomar el control de partido MC sería una de sus primeras acciones.

Por cierto, en el centro del drama heredado por Alfaro Ramírez, es pertinente colocar el nombre de quien fue la mente perversa de la pasada gestión: Hugo Luna.

Sabemos que al margen de haber sido el zalamero más cercano, toda decisión institucional pasaba por su aduana, de tal modo que en la mira del actual gobierno su persona se vuelve un objetivo prioritario.

El fuero es un tema que ya está en revisión.

Al respecto, no sé si la justicia se encargará de estos dos personajes; sin embargo tengo fe en que el veredicto de la historia los colocará en el lugar que se merecen, porque ambos –hay que decirlo con toda claridad- se comportaron como unos miserables con los colectivos de padres y madres buscadoras.

Les ignoraron, descalificaron y re-victimizaron.

Por eso creo que podrán escapar de la ley, pero del karma, jamás.

En X: @DeFrentealPoder

*Óscar Ábrego es empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor y analista

político.

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CARTÓN POLÍTICO

¿Dormirá tranquilo en Madrid?

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JALISCO

La justicia, un privilegio inalcanzable: Teuchitlán, la negación como crimen de Estado

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

Hay maneras múltiples de negar un crimen, formas infinitas de enterrar un cuerpo, procedimientos diversos para desaparecer personas, ideas, realidades. En México, especialmente en Jalisco, el gobierno parece haberlas aprendido todas. El más reciente y grotesco episodio de negación oficial se escenifica alrededor de un rancho en Teuchitlán, cuyo nombre, «Izaguirre», se volvió sinónimo del horror: fosas, huesos quemados, restos calcinados, zapatos sin dueño.

Pero, según la fiscalía general del Estado, allí nunca hubo hornos crematorios. Así lo dijeron, con palabras oficiales, tranquilas, demasiado tranquilas, con la frialdad de quien niega para no actuar.

Héctor Flores, vocero del colectivo Luz de Esperanza, habla con el tono cansado de quien ya conoce todas las versiones oficiales. «Quieren minimizar la crisis, callar lo que dicen las familias y los medios», señala. No habla desde la teoría; lo suyo es la práctica cotidiana de una búsqueda desesperada, un intento de hacer justicia con propias manos, mientras el Estado responde con burocracia y negaciones. Y no habla solo de Teuchitlán, sino de una realidad que atraviesa todo México: más de 15,000 desaparecidos solo en Jalisco y decenas de miles más en todo el país. Números que aumentan, cifras que no despiertan acción sino indiferencia.

«La confianza está en las familias, no en las instituciones», sentencia Flores. Las palabras golpean con fuerza porque reflejan una verdad ya inocultable: el Estado ha dejado hace tiempo de ser garante de seguridad para convertirse en cómplice por omisión, por negligencia, por indiferencia. Flores lo explica sencillo, pero la simplicidad de su denuncia encierra toda la complejidad del fracaso institucional: «La federación no puede lavarse las manos echándole la culpa a los estados. La delincuencia organizada es competencia federal y tienen que actuar».

Pero México es el país donde los gobiernos siempre encuentran razones para no actuar. La Fiscalía argumenta que necesita denuncias formales para iniciar carpetas de investigación. Las familias responden que denunciar es ponerse en peligro, es exponerse a la violencia del crimen organizado, protegido por autoridades corruptas. La paradoja es brutal: se exige que las víctimas, ya violentadas, vulnerables, amenazadas, sean quienes se arriesguen aún más para hacer el trabajo que el Estado rechaza.

La negativa oficial sobre los hornos de Teuchitlán no solo busca invisibilizar la tragedia, sino evitar las consecuencias internacionales que podría acarrear el reconocimiento de un crimen que claramente constituye una violación masiva de derechos humanos. Flores apunta hacia organismos internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos o la Corte Penal Internacional, advirtiendo que esta crisis, de ocurrir en cualquier país europeo, sería inmediatamente calificada como una emergencia global. Pero ocurre en México, donde los muertos pesan menos, donde los desaparecidos son culpables antes que víctimas.

La negación no es solo federal, es también local. Enrique Alfaro, gobernador saliente de Jalisco, dejó en herencia un récord macabro: pasó de 5,000 a más de 15,000 desaparecidos durante su mandato. Colectivos como «Por Amor a Ellxs» recuerdan cómo Alfaro prometió diálogo y puertas abiertas, pero solo entregó indiferencia y abandono. María del Refugio Torres resume así el gobierno de Alfaro: «ineficaz, lleno de omisiones y deficiencias».

Ahora la responsabilidad recae en Pablo Lemus, sucesor político que, al parecer, ante esta prueba está actuando a destiempo. En reuniones en noviembre del año pasado, previas a la toma de poder, Salvador Zamora, quien ahora es secretario general de Gobierno, asistió solo para sacarse la foto. No escuchó, no conversó, no actuó, en esta crisis, no ha aparecido.

La crisis institucional no se detiene en el Ejecutivo. Jonathan Ávila, del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (Cepad), denunciaba al finalizar la administración de Enrique Alfaro que no había ni siquiera un programa estatal de búsqueda en Jalisco y que el rezago en el Servicio Médico Forense alcanzaba niveles vergonzosos: más de 9,400 cuerpos sin identificar.

Mientras las autoridades siguen negando la realidad, las familias se organizan y protestan. Este sábado pasado, frente al Palacio de Gobierno de Jalisco, más de dos mil personas gritaron consignas claras y dolorosas: «El Estado sí sabía, Alfaro sí sabía». Lo sabían porque es imposible no saberlo, porque los campos del horror no nacen en secreto sino bajo el amparo de complicidades. Daniela Gómez, quien busca a su hermano desaparecido, resume el sentimiento común: «No es posible que haya más de 18,000 desaparecidos y solamente seis buscadores en el gobierno».

La vigilia del sábado fue otra demostración del dolor transformado en resistencia. Héctor Águila Carvajal, padre de otro desaparecido, pidió unidad: «Sigamos uniendo fuerzas, el dolor no cesa». Y no cesa porque la respuesta oficial sigue siendo mínima, burocrática, cínica.

Y lo de que Teuchitlán no se trata de un caso aislado. La lista de sitios donde se repite la tragedia es dolorosamente extensa: desde la macabra «Gallera» en Veracruz hasta los cuerpos disueltos en ácido por el infame «Pozolero» de Tijuana, pasando por la escalofriante cifra de restos en «La Bartolina», Tamaulipas. Un catálogo infernal de barbaries toleradas, acaso protegidas, por autoridades que prefieren mirar hacia otro lado.

Esta crisis no puede seguir siendo escondida bajo excusas burocráticas ni minimizada con comunicados oficiales. Los colectivos lo denuncian: Teuchitlán no es un caso aislado, sino un símbolo más de la impunidad institucionalizada. Héctor Flores alerta sobre al menos seis puntos más similares en Jalisco, que nadie quiere investigar porque nadie quiere reconocer lo evidente.

Desde Madrid hasta Nueva York, mexicanos en el exilio exigen lo básico: reconocer el término «sitios de exterminio», proteger efectivamente a las buscadoras, garantizar justicia y reparación. Es un grito desesperado, es una demanda urgente, y es, sobre todo, una advertencia: la negación no borrará los muertos, solo prolongará el sufrimiento.

Negar lo evidente es una forma más de violencia. México merece más que excusas. Las víctimas merecen más que palabras. Y la justicia, que debería ser obvia, hoy parece un privilegio inalcanzable.

En X @DEPACHECOS

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