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MUNDO

Hacia un nuevo estado de bienestar liberal: Dar forma al futuro económico global

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Análisis, por Enrique Trejo //

En el segundo semestre del 2022, fui invitado por el Centro Internacional para el Orden Mundial y la Globalización de la Fundación Friedrich Naumann del Partido Liberal Alemán (FDP), a asistir a una reunión denominada: “Dando forma al futuro económico  global”.

La reunión fue celebrada en la ciudad de Boston Massachusetts en Estados Unidos y en sintonía con el espíritu laboral germano, durante tres días, más de cuarenta personas provenientes de 23 países de los cinco continentes, asistimos a paneles de expertos y sesiones de deliberación en maratónicas sesiones matutinas y vespertinas.

Todos los temas tratados fueron de gran relevancia: La confrontación comercial Estados Unidos versus China, El reacomodo de las grandes estrategias geo-económicas y políticas, El crecimiento de la economía digital, El estado actual del orden económico mundial y Las consecuencias económicas de las políticas de inclusión.

Derivado de la valiosa experiencia de dialogar y debatir pensando “a nivel global” con personas altamente educadas y relacionadas a áreas profesionales estratégicas como: el comercio, la propiedad intelectual, los negocios internacionales, los derechos humanos, la tecnología informática, el emprendurismo, el feminismo, la gestión de datos, los movimientos ciudadanos, la migración, el asilo y la protección de refugiados, el periodismo digital, las ciencias sociales y la educación en línea.

Es que me permito compartir los siguientes diez puntos que provienen de apuntes realizados durante todas las reuniones, y que a juicio de los asistentes a la reunión constituyen asuntos que moldearan el futuro económico global en el siglo 21.

1.- Nos encontramos en un período de quiebre y/o transición respecto al modelo de globalización económica experimentado en los años noventa y a principios del siglo, con la creación de grandes acuerdos internacionales como el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, el MERCOSUR, la Alianza del Pacífico y la Adopción del euro en la Unión Europea.

2.- El mundo enfrenta cuatro crisis globales que están afectando drásticamente a las personas pertenecientes a grupos vulnerables y a los países con economías más débiles: el calentamiento global, los efectos de la pandemia de COVID19, la invasión de Rusia a Ucrania y la inflación constante en la mayoría de las economías.

3.- El cambio que implica el pasar de la visión del “off shore” al “near shore” puede dinamizar nuevas relaciones geopolíticas y económicas, promoviendo una especie de proteccionismo ya no nacional, sino regional en el cual se vislumbran al menos tres grandes bloques socio económicos: por un lado Estados Unidos y los países de Norte y centro América, por otra parte un mega bloque conformado por China, Rusia y tal vez India y finalmente un tercer bloque formado por los países del sudeste asiático y Australia.

4.- La pandemia de COVID19 evidenció la fragilidad institucional de los gobiernos de todo el mundo y la guerra en Ucrania demuestra la inoperatividad de las agencias y organismos internacionales.

5.- La dinámica económica actual del capitalismo corporativo que incrementa potencialmente la riqueza de muy pocos a costa de la reducción del nivel de vida de millones de personas es insostenible.

6.- Los gobiernos y políticos, sin distinción de país o tipo de gobierno, han fallado en resolver los asuntos más apremiantes para la humanidad: salud, seguridad, medio ambiente sano y combate a la desigualdad.

7.- Es necesario crear un sistema de regulaciones ambientales mundiales, con un mecanismo eficaz de vigilancia y cumplimiento que asegure el logro de los objetivos de desarrollo del milenio, la protección real del capital natural mundial y la disminución efectiva del calentamiento global.

8.- La pobreza mundial, es una especie de nueva esclavitud que estimula otras problemáticas como el incremento de la delincuencia, la migración ilegal, el tráfico de personas y estupefacientes.

9.- El desarrollo del trabajo y la economía digital puede generar una nueva brecha de desigualdad y una disminución profunda de la calidad de vida de las personas con menos recursos económicos y tecnológicos.

10.- La narrativa liberal debe renovarse, el libre mercado no es suficiente, es evidente la necesidad de abrir nuevos caminos para la movilidad social, que permita capitalizar a las mujeres, los jóvenes y la clase trabajadora.

Cómo podemos observar la reunión generó más cuestionamientos que soluciones, lo cual también se reflejó en los resultados de una mini encuesta en la cual 90% de los asistentes a la reunión manifestaron que su país no está haciendo bien las cosas en el ámbito político, y ninguno de los asistentes consideró que su país ésta haciendo bien las cosas en el ámbito económico.

La naciente guerra comercial puede causar más daños que los ocasionados por un conflicto militar, por todas partes del planeta líderes neo populistas están aprovechando esta situación de falta de dinero, con políticas de subsidios que no solucionan los problemas pero que sí fomentan clientelismo electoral y erosionan la democracia.

Por eso pienso que si queremos que nuestros hijos o la próxima generación de humanos tengan una mejor calidad de vida que la nuestra, quizás es tiempo de idear una nueva forma de nuevo estado de bienestar liberal que asegure la igualdad de oportunidades para todos, pues de nada sirve vivir en libertad si no se tiene dinero para realmente disfrutar la vida.

(*) Enrique Carlos Trejo Orozco.

Es profesor en el Departamento de estudios políticos de la Universidad de Guadalajara (UdeG) y estudiante de doctorado.

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MUNDO

Declaran desde Estados Unidos “decapitado” al Cártel de Sinaloa

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Por Mario Ávila

Como un triunfo no solo para la justicia de Estados Unidos, sino para las víctimas de la organización terrorista del Cártel de Sinaloa, fue considerada esta mañana la declaración de culpabilidad de Ismael “el Mayo” Zambada García, quien admitió ser líder de grupo delincuencial desde 1989, haber contado con el apoyo de políticos, militares y policías y haber obtenido ganancias de más de 15 mil millones de dólares.

En rueda de prensa efectuada al término de la audiencia de procedimiento frente al juez Brian Cogan, donde “El Mayo” Zambada admitió su culpabilidad, la Fiscal General de los Estados Unidos, Pamela Bondi, expuso con satisfacción lo que considera una victoria histórica para el Departamento de Justicia y todas las fuerzas del orden en Estados Unidos, porque “ha sido decapitado el cártel de Sinaloa, ahora que “El Chapo” y “El Mayo” están condenados por haber construido un imperio criminal que creció como el cáncer en todo el hemisferio e inundó Estados Unidos con droga, cocaína, heroína, metanfetamina y ahora con fentanilo”.

Expusieron en la rueda de prensa que “El Mayo” Zambada enfrentará una cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, una vez que se ha declarado culpable, en principio de dos, de los 17 delitos de los que se le acusa.

Aseguraron que “El Mayo” pasará el resto de su vida tras las rejas y que incluso morirá en una prisión federal estadounidense, “lo que nos acerca un paso más a lograr nuestro objetivo, de la eliminación de los carteles de la droga y el crimen organizado transnacional a lo largo nuestro país”, expusieron los funcionarios estadounidenses.

Garantizaron que bajo el liderazgo del presidente Trump, el Departamento de Justicia estará en primera línea de esta lucha, “con todas nuestras fuerzas del orden, en contra de los narcoterroristas que asesinaron brutalmente a varias personas e inundaron nuestro país con drogas”.

Después de la admisión de culpabilidad, Ismael Zambada se ha convertido ya en testigo protegido o cooperante y ya no habrá proceso judicial, por ello la siguiente cita en la Corte será hasta el próximo 13 de enero.

Finalmente los funcionarios de las organizaciones de seguridad de los Estados Unidos, presumieron haber utilizado con el ‘Mayo’ Zambada, “el mismo modelo que usamos cuando derribamos al ‘Chapo’ y a García Luna, no fimos tras las drogas, sino tras los tomadores de decisiones”.

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 804: Lo piden los expertos: Una nueva Corte de Justicia sin extremos ideológicos

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Edición 804: Lo piden los expertos: Una nueva Corte de Justicia sin extremos ideológicos
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MUNDO

Los retos del Siglo XXI: El estado de bienestar en la era de la globalización

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– A título personal, por Armando Morquecho Camacho

Imagina un mundo donde nadie tema quedarse sin un hogar, sin atención médica o sin la oportunidad de educarse. Un mundo donde el progreso económico sea un puente hacia la equidad, no un abismo que separe a unos de otros. Ese es el ideal que dio vida al estado de bienestar, un contrato social nacido en el siglo XX para sanar las heridas de guerras, crisis económicas y desigualdades profundas.

Hoy, en un contexto de globalización acelerada, hiperconexión digital y avances tecnológicos que transforman la vida a un ritmo vertiginoso, este modelo enfrenta preguntas urgentes, principalmente ¿qué significa el estado de bienestar en un mundo donde la inteligencia artificial redefine el trabajo, las plataformas digitales reconfiguran las relaciones sociales y las economías están más interconectadas que nunca?

En su esencia, el estado de bienestar es un compromiso colectivo para proteger a los más vulnerables y fomentar la cohesión social. Surgió en un momento histórico de reconstrucción, cuando países como los nórdicos, Reino Unido o México, con sus sistemas de salud y educación pública, apostaron por garantizar derechos básicos y redistribuir la riqueza.

No se trataba solo de aliviar la pobreza, sino de construir sociedades donde el progreso beneficiara a todos. Pero el mundo ha cambiado. La globalización ha tejido una red de interdependencia económica, pero también ha profundizado desigualdades dentro de los países.

Las nuevas tecnologías, como la automatización y la inteligencia artificial, están remodelando el mercado laboral, mientras que la hiperconexión digital crea nuevas formas de inclusión, pero también de exclusión. En este escenario, el estado de bienestar debe evolucionar para seguir siendo relevante, no solo como proveedor de servicios, sino como un mediador de oportunidades en un entorno donde las reglas cambian constantemente.

El impacto de la tecnología en el empleo es uno de los mayores desafíos. La automatización amenaza con reemplazar una parte significativa de los trabajos actuales en la próxima década, según estimaciones internacionales.

Esto reduce los ingresos fiscales que sostienen los sistemas de bienestar y, al mismo tiempo, aumenta la demanda de apoyo social, como subsidios por desempleo o programas de capacitación, lo que nos obliga a preguntarnos ¿cómo financiar un estado de bienestar cuando el mercado laboral se encoge?

Algunas propuestas, como la renta básica universal, sugieren garantizar un ingreso mínimo para todos, independientemente de su situación laboral. Países como Finlandia han experimentado con esta idea, pero su implementación requiere decisiones audaces, como gravar a las grandes tecnológicas, principales beneficiarias de la automatización. Este debate pone en evidencia la necesidad de un estado de bienestar que no solo redistribuya recursos, sino que también regule el impacto de las innovaciones tecnológicas para que sirvan al bien común.

La globalización, con su promesa de interconexión, también plantea retos. Las economías están más entrelazadas que nunca, pero esta interdependencia ha generado tensiones. Las cadenas de suministro globales, por ejemplo, pueden colapsar ante crisis como pandemias o conflictos geopolíticos, afectando la capacidad de los estados para proveer servicios esenciales.

Además, la competencia económica global presiona a los gobiernos a reducir impuestos corporativos, lo que limita los recursos disponibles para financiar el bienestar. La solución no está en cerrar fronteras económicas, sino en diseñar políticas que equilibren la apertura al comercio global con la protección de los derechos sociales. Esto implica fortalecer sistemas fiscales que prioricen la redistribución y la inversión en sectores clave como la salud y la educación, asegurando que los beneficios de la globalización lleguen a todos.

La digitalización, otro pilar de la modernidad, transforma la forma en que trabajamos, nos comunicamos y accedemos a servicios. Sin embargo, también ha creado nuevas brechas. En un mundo donde el acceso a internet es casi tan esencial como el acceso al agua, millones de personas, especialmente en regiones como África Subsahariana o América Latina, siguen desconectadas o sin las habilidades necesarias para navegar el entorno digital.

Esta brecha tecnológica es una nueva forma de desigualdad que el estado de bienestar debe abordar. No basta con proveer infraestructura; es crucial invertir en educación digital y regular a las grandes plataformas para evitar que concentren poder económico y social. Un estado de bienestar moderno debe garantizar que la tecnología sea un vehículo de inclusión, no un obstáculo que margine aún más a los vulnerables.

¿Por qué sigue siendo crucial el estado de bienestar en este contexto? Porque actúa como un amortiguador frente a las crisis. La pandemia de COVID-19 mostró que los países con sistemas de bienestar sólidos pudieron responder mejor, ofreciendo apoyo económico, atención médica y protección a los más afectados. También porque fomenta la cohesión social en un mundo cada vez más polarizado.

Cuando las personas sienten que el sistema las respalda, es menos probable que caigan en narrativas divisivas. Además, el estado de bienestar es clave para aprovechar las oportunidades de la globalización y la tecnología.

Países como Dinamarca han demostrado que un sistema flexible, combinado con educación continua y apoyo a la innovación, puede generar economías competitivas y sociedades equitativas. En un mundo donde el cambio es constante, el estado de bienestar debe ser un motor de adaptación, no solo un proveedor de seguridad.

Reimaginar el estado de bienestar en el siglo XXI exige audacia. Los gobiernos deben explorar nuevos modelos de financiación, como impuestos a la riqueza digital o a las emisiones de carbono, para sostener sistemas que respondan a las realidades actuales. También deben priorizar la educación y la capacitación continua, preparando a las personas para un mercado laboral en transformación. Y, sobre todo, deben fomentar un diálogo global sobre el bienestar, reconociendo que los desafíos de la globalización no respetan fronteras.

El estado de bienestar no es solo un conjunto de políticas; es un reflejo de nuestros valores colectivos. En un mundo hiperconectado, donde la tecnología y la globalización pueden tanto unir como dividir, debe ser un faro de equidad, un recordatorio de que el progreso verdadero solo es posible cuando nadie queda atrás. Reimaginarlo no es solo una necesidad práctica, sino un imperativo moral para construir un futuro más humano.

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